viernes, 21 de febrero de 2025

"EL ÚLTIMO ENCUENTRO". Una novela de Sándor Márai


En esta magistral novela, Sándor Márai plantea la búsqueda de la verdad como fuerza liberadora, como soporte etico imprescindible para sobrellevar el peso de una vida. La exactitud de su prosa, unida a la vigencia de sus propuestas morales, lo sitúa entre los grandes escritores europeos del siglo XX.

Un pequeño castillo de caza en Hungría, al pie de los Cárpatos, donde alguna vez se celebraron fastuosas veladas y la música de Chopin inundaba los elegantes salones decorados al estilo frances, ha cambiado radicalmente de aspecto. El esplendor de antaño se ha desvanecido, todo anuncia el final de una epoca.

En ese escenario cargado de vivencias, dos hombres se citan para cenar tras cuarenta años sin verse. De jóvenes habían sido amigos inseparables, pero luego sus caminos se bifurcaron: uno se marchó a Extremo Oriente y el otro, en cambio, permaneció hasta hoy en su propiedad. Sin embargo, ambos han vivido a la espera de este momento, pues entre ellos se interpone un secreto de una fuerza singular. Todo converge en un duelo sin armas, aunque tal vez mucho más cruel, cuyo punto en común es el recuerdo imborrable de una mujer.

jueves, 20 de febrero de 2025

"YO MISMA FUI MI RUTA". Un poema de Julia de Burgos seleccionado y comentado por Andrea Villarrubia Delgado

El poema que hoy comparto podría pasar por uno de nuestros días, pero fue publicado en 1938. Se titula ‘Yo misma fui mi ruta’ y está incluido en el libro ‘Poema en veinte surcos’ que la poeta puertorriqueña Julia de Burgos publicó ese año. Considerada en su momento ‘la más ultramoderna y de vanguardia entre las poetas de América’, su obra está impregnada de la lucha que mantuvo contra las normas sociales y los convencionalismos de su época. Sin estos datos sería fácil pensar que su autora podría ser contemporánea nuestra. Es el valor de las pioneras, de quienes pusieron palabras, versos, a un sentimiento, el de la emancipación de la mujer y la necesidad de ser dueñas de sus propias vidas, que ahora nos parece obvio, pero que no deja de estar cuestionado y atacado, como vemos cada día. Recordar a aquellas mujeres valientes y lúcidas nos da esperanza.

YO MISMA FUI MI RUTA

Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisoria
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.

A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.

Pero la rama estaba desprendida para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos:
y mi rostro iba tomando la expresión que le venía de adentro,
la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.
Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.

Y fui toda en mí como fue en mí la vida…

Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.
JULIA DE BURGOS

miércoles, 19 de febrero de 2025

"BERNARDINO", Un magnífico cuento de Ana Mª Matute, Premio Cervantes 2010

Siempre oímos decir en casa, al abuelo y a todas las personas mayores, que Bernardino era un niño mimado.

Bernardino vivía con sus hermanas mayores, Engracia, Felicidad y Herminia, en “Los Lúpulos”, una casa grande, rodeada de tierras de labranza y de un hermoso jardín, con árboles viejos agrupados formando un diminuto bosque, en la parte lindante con el río. La finca se hallaba en las afueras del pueblo y, como nuestra casa, cerca de los grandes bosques comunales. 

Alguna vez, el abuelo nos llevaba a “Los Lúpulos”, en la pequeña tartana, y, aunque el camino era bonito por la carretera antigua, entre castaños y álamos, bordeando el río, las tardes en aquella casa no nos atraían. Las hermanas de Bernardino eran unas mujeres altas, fuertes y muy morenas. Vestían a la moda antigua -habíamos visto mujeres vestidas como ellas en el álbum de fotografías del abuelo- y se peinaban con moños levantados, como roscas de azúcar, en lo alto de la cabeza. Nos parecía extraño que un niño de nuestra edad tuviera hermanas que parecían tías, por lo menos. El abuelo nos dijo: 

-Es que la madre de Bernardino no es la misma madre de sus hermanas. Él nació del segundo matrimonio de su padre, muchos años después. 

Esto nos armó aún más confusión. Bernardino, para nosotros, seguía siendo un ser extraño, distinto. Las tardes que nos llevaban a “Los Lúpulos” nos vestían incómodamente, casi como en la ciudad, y debíamos jugar a juegos necios y pesados, que no nos divertían en absoluto. Se nos prohibía bajar al río, descalzarnos y subir a los árboles. Todo esto parecía tener una sola explicación para nosotros: 

-Bernardino es un niño mimado -nos decíamos. Y no comentábamos nada más. CONTINUAR LEYENDO

martes, 18 de febrero de 2025

"Creer que la inteligencia innata determina el rendimiento educativo: la trampa que perjudica a muchos estudiantes". Ignacio Zafra, El País 08 FEB 2025

Atribuir mucha importancia al talento en detrimento de la dedicación y las técnicas de estudio no es coherente con lo que se sabe del funcionamiento del cerebro y limita el progreso de los alumnos

Camino del colegio, Mar, de 11 años, alumna de la enseñanza pública en Valencia, no se lo piensa mucho antes de responder a la pregunta de por qué cree que algunos de sus compañeros sacan buenas notas y otros malas. “Porque son más inteligentes”. Se trata de una opinión arraigada entre muchos chavales, sus familias y, en menor medida, algunos docentes, que autolimita el progreso académico de los estudiantes, influye en su motivación, y se manifiesta con frecuencia en materias concretas, con afirmaciones como “no valgo para las matemáticas” o “no se me dan bien las lenguas extranjeras”. Y que, a pesar de su extensión, no es muy coherente con lo que la ciencia ha mostrado hasta ahora sobre cómo aprende el cerebro.

“Las habilidades innatas pueden dar ciertas ventajas, pero a la hora de aprender resulta más importante la experiencia”, asegura el psicólogo cognitivo de la educación Héctor Ruiz Martín. Salvo casos especiales, como las personas con trastornos intelectuales graves, prosigue, cualquier alumno puede lograr niveles de competencia entre aceptables y excelentes en cualquier disciplina escolar. “Lo que más influye son otros factores, como la dedicación, las técnicas de estudio, la paciencia, los recursos didácticos y la perseverancia”.

Ruiz Martín, uno de los principales expertos españoles en prácticas de estudio ―investiga cuáles son más efectivas, como la técnica de la evocación, y cuáles aportan pocos beneficios, como releer los apuntes―, director de la International Science Teaching Foundation, y autor, entre otros libros, de Aprendiendo a aprender, matiza, sin embargo, que ello no significa que cualquiera pueda convertirse en el mejor del mundo en un campo simplemente a base de estudiar mucho. Pero sí que con la actitud y las estrategias adecuadas la inmensa mayoría de los estudiantes puede alcanzar resultados buenos o muy buenos, incluso si afrontan dificultades de partida, como la dislexia, que sí pueden requerir un esfuerzo mayor.

La argumentación de Ruiz Martín tiene, por un lado, una base biológica. El cerebro humano se modifica continuamente a partir de las experiencias que tenemos. Una propiedad, llamada neuroplasticidad, que constituye los cimientos del aprendizaje y nuestra principal facultad para adaptarnos al medio, explica. Las células cerebrales modifican continuamente sus conexiones ―llamadas sinapsis―. Y el aprendizaje se produce gracias a la creación de nuevas conexiones o mediante la modificación de las que ya tenemos.

La manera en que nuestro cerebro está, por decirlo así, cableado, en un momento dado, determina qué sabemos y qué podemos hacer, pero aprender consiste precisamente en modificar esos circuitos neuronales existentes, prosigue Ruiz Martín. El desempeño inicial de una persona en una disciplina concreta depende, por tanto, de cómo estén configurados de partida sus circuitos neuronales. “Pero con estudio, práctica y paciencia el cerebro se reconfigura para que seamos mejores en lo que tratamos de aprender”, asegura el psicólogo cognitivo. CONTINUAR LEYENDO

lunes, 17 de febrero de 2025

El tiovivo, un cuento de Ana Mª Matute


EL TIOVIVO

El niño que no tenía perras gordas merodeaba por la feria con las manos en los bolsillos, buscando por el suelo. El niño que no tenía perras gordas no quería mirar al tiro en blanco, ni a la noria, ni, sobre todo, al tiovivo de los caballos amarillos, encarnados y verdes, ensartados en barras de oro. El niño que no tenía perras gordas, cuando miraba con el rabillo del ojo, decía: “Eso es una tontería que no lleva a ninguna parte. Sólo da vueltas y vueltas y no lleva a ninguna parte”. Un día de lluvia, el niño encontró en el suelo una chapa redonda de hojalata; la mejor chapa de la mejor botella de cerveza que viera nunca. La chapa brillaba tanto que el niño la cogió y se fue corriendo al tiovivo, para comprar todas las vueltas. Y aunque llovía y el tiovivo estaba tapado con la lona, en silencio y quieto, subió en un caballo de oro que tenía grandes alas. Y el tiovivo empezó a dar vueltas, vueltas, y la música se puso a dar gritos entre la gente, como él no vio nunca. Pero aquel tiovivo era tan grande, tan grande, que nunca terminaba su vuelta, y los rostros de la feria, y los tolditos, y la lluvia, se alejaron de él. “Qué hermoso es no ir a ninguna parte”, pensó el niño, que nunca estuvo tan alegre. Cuando el sol secó la tierra mojada, y el hombre levantó la lona, todo el mundo huyó, gritando. Y ningún niño quiso volver a montar en aquel tiovivo.

FIN

Los niños tontos (1956), Barcelona, Destino, 1978, págs. 53-54

"La “libertad radical” de Ana María Matute, una escritora siempre al lado de los débiles". Francisco Gámiz, elDiario.es 16 FEB 2025

Se cumplen 100 años de un referente de la literatura española que enfrentó la censura del franquismo e inventó un género que más tarde triunfaría en librerías

“El que no inventa no vive” fue el lema de vida de Ana María Matute (Barcelona, 1925 - 2014), una idea que define toda su obra y que representa la filosofía que siempre ha caracterizado a la escritora. La frase, sacada de un verso de San Juan de la Cruz que dice que “quien no ama está muerto”, la había adaptado porque, para ella, todo era invención y la literatura no solo era ficción, sino una manera de descubrirse a sí misma y de construir un mundo donde refugiarse. Ese mundo cumple 100 años este 2025 y recorre elementos mágicos, feminismo y mucha concienciación de clase.

Reconocida como una de las figuras más importantes de la literatura española, Ana María Matute ha dejado de legado una obra que sigue siendo tan relevante como en los años en que irrumpió con fuerza en el panorama literario. Su centenario es la oportunidad perfecta para reflexionar sobre una bibliografía marcada por la imaginación, la defensa de los marginados y una pluma profundamente trabajada. De ahí que la exposición sobre Matute llevada a cabo en el Instituto Cervantes de Madrid, y comisariada por la editora, filóloga y amiga de la autora María Paz Ortuño Ortín, haya supuesto un acercamiento nostálgico y también necesario a la “escritora más conocida de España en los 60”. Con más de 26.400 visitantes, se ha convertido en la muestra más vista desde 2010 en esa institución, lo que reafirma el interés y la vigencia de su obra.

Sin embargo, si algo impresiona sobre la fama y la aclamación que ha logrado labrarse Matute a través del tiempo es, precisamente, el haberlo conseguido pese a todos los prejuicios que giraban en torno a ella por ser mujer. Tal y como cuenta María Paz Ortuño a lo largo de una visita guiada de su exposición a la que ha podido acudir elDiario.es, la escritora tuvo que luchar durante gran parte de su trayectoria por el uso de la etiqueta de “literatura infantil” que ella no consideraba que fuera “infantil” en absoluto: “No es que escriba para niños, sino que los niños y los adolescentes son los que están en su obra”.

La etiqueta de literatura infantil es controvertida. No porque la literatura para niños y niñas sea menos literatura que la que se escribe para adultos, sino porque la inclusión de una obra en esa categoría cuando los personajes son de poca edad está relacionada en gran medida con que sea una mujer la autora de la obra. Como explica la escritora fantasista chilena Paula Rivera Donoso a Lee Mujeres, “el problema de la asociación inevitable entre escritura de mujeres y literatura juvenil tiene raíces sexistas”.

Esta etiquetación, que María Paz Ortuño confiesa que “cabreaba y volvía loca” a Matute, está llena de prejuicios porque relega a las mujeres a estar con los niños, a escribir para ellos por ser mujeres. De hecho, un análisis elaborado por Newtral revela que las librerías generalistas Fnac y La Casa del Libro priorizan a los hombres en las secciones de novela de fantasía mientras que a las autoras del género las relegan a las baldas de libros juveniles. Aunque Matute ha sido una autora que “ha escrito sobre niños”, la comisaria recalca que lo ha hecho “para un público completamente adulto”.

Tal fue el descontento de Ana María Matute con este asunto que, cuando publicó Los niños tontos (1956), se vio obligada a incluir una faja que advertía de que “este no es un libro para niños”. La obra es considerada como una de las más importantes de la escritora y recopila varios microrrelatos, pero no está dirigida a lectores jóvenes. Puesto que trataban de etiquetarla como una escritora para niños, Matute estaba convencida de que habría padres que querrían comprarle el libro a sus hijos, lo que “la preocupó” porque sabía que los niños no iban a “entender nada” y seguramente dejaran de leer si creían que “eso era la literatura”. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 16 de febrero de 2025

"VIDA GARFIO". Un poema de la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou

Juana de Ibarbouro con Federico García Lorca
Amante: no me lleves, si muero al camposanto.
A flor de tierra abre mi fosa, junto al riente
alboroto divino de alguna pajarera
o junto a la encantada charla de alguna fuente.

A flor de tierra, amante. Casi sobre la tierra,
donde el sol me caliente los huesos, y mis ojos,
alargados en tallos, suban a ver de nuevo
la lámpara salvaje de los ocasos rojos.

A flor de tierra, amante. Que el tránsito así sea
más breve. Yo presiento
la lucha de mi carne por volver hacia arriba,
por sentir en sus átomos la frescura del viento.

Yo sé que acaso nunca allá abajo mis manos
podrán estarse quietas;
que siempre como topos arañarán la tierra
en medio de las sombras estrujadas y prietas.

Arrójame semillas. Yo quiero que se enraícen
en la greda amarilla de mis huesos menguados.
¡Por la parda escalera de las raíces vivas,
yo subiré a mirarte en los lirios morados!