miércoles, 1 de mayo de 2024

"FRAGILIDAD AL ALBA". Un poema de Paul Auster

XV

Fragilidad del alba: en el límite
de tu lámpara oscurecida: aire
sin palabras: flor de ceniza, corola
plegada. Desde el más pequeño
de tus soles, retienes
la escaldadura: vaina
de luz aplacada. Tu palma
en barbecho: su semilla
entrando en la mudez. Más allá de esta hora, el ojo
te enseñará. El ojo aprenderá
a desear.

martes, 30 de abril de 2024

"LA AUSENCIA ES UNA FORMA DE INVIERNO". Un poema de Luis García Montero

Como el cuerpo de un hombre derrotado en la nieve,
con ese mismo invierno que hiela las canciones
cuando la tarde cae en la radio de un coche,
como los telegramas, como la voz herida
que cruza los teléfonos nocturnos,
igual que un faro cruza
por la melancolía de las barcas en tierra,
como las dudas y las certidumbres,
como mi silueta en la ventana,
así duele una noche,
con ese mismo invierno de cuando tú me faltas,
con esa misma nieve que me ha dejado en blanco,
pues todo se me olvida
si tengo que aprender a recordarte.

lunes, 29 de abril de 2024

"MÁS LIBROS Y MENOS PANTALLAS. CÓMO ACABAR CON LOS CRETINOS DIGITALES". Un libro de Michel Desmurget en Ediciones Península


¡Que lean! Es importante que los niños y las niñas lean libros en papel. Que se sumerjan en ellos y que dibujen, subrayen y doblen sus páginas. Que atesoren libros, que acudan a las bibliotecas y que asistan a clase sin artefactos tecnológicos frente a ellos. Cientos de estudios demuestran que la lectura por placer tiene un impacto único en el aprendizaje cognitivo de los niños. Fomenta el lenguaje, los conocimientos generales, la creatividad, la atención, la escritura, la expresión oral, la autocomprensión y la empatía. No hay herramienta más útil para el desarrollo cerebral que un libro.

Frente a los efectos desastrosos de las pantallas, Michel Desmurget, uno de los neurocientíficos de referencia en este campo y la voz que más tiempo lleva alertando de los efectos perniciosos de las pantallas en el cerebro infantil, propone un enfoque optimista con soluciones concretas para evitar que nuestros hijos e hijas se conviertan en cretinos digitales. Este libro dirigido a padres y maestros proporciona información para comprender el impacto de la lectura en el desarrollo intelectual, emocional y social de los niños, y les dará herramientas para cultivar el hábito de la lectura en su educación.

La guadaña, un siniestro cuento de Ray Bradbury

DE REPENTE SE ACABÓ EL CAMINO. Recorría el valle como cualquier otro camino, entre laderas de tierra yerma y pedregosa y encinas, y después junto a un gran campo de trigo solo en aquel desierto.

Llegaba junto a la pequeña casa blanca que pertenecía al campo de trigo y allí desaparecía, como si ya no fuera necesario.

No importaba demasiado porque allí mismo se les había terminado la gasolina. Drew Erickson frenó el viejo cacharro y permaneció sentado allí, sin hablar, contemplándose las grandes y rugosas manos de granjero.

Molly dijo, sin moverse del rincón donde estaba, junto a él: -Seguramente hemos tomado un desvío equivocado.

Drew asintió.

Los labios de Molly estaban casi tan blancos como su rostro, pero secos, mientras que su iel aparecía bañada de sudor. Su voz sonaba opaca, sin la menor expresión.

-Drew, ¿qué vamos a hacer ahora?

Drew se miró las manos. Manos de granjero a las que el viento, seco y hambriento, que nunca tenía bastante buena marga que comer, les había arrebatado la granja.

Los niños, que iban en el asiento de atrás, se despertaron y asomaron las cabezas por entre los bultos y mantas polvorientos, por encima del respaldo del asiento, y preguntaron: -¿Por qué nos paramos, papá? ¿Vamos a comer ahora, papá? Papá, tenemos mucha hambre.

¿Podemos comer ahora, papá?

Drew cerró los ojos. Aborrecía la visión de sus manos.

Los dedos de Molly rozaron su muñeca con suavidad, dulcemente.

-Drew, quizá en esa casa nos podrían dar algo para comer.

Una arruga apareció junto a su boca.

-Mendigar -masculló-. Ninguno de nosotros ha mendigado nunca ni mendigará ahora.

La mano de Molly se cerró sobre su muñeca. Al volverse vio sus ojos y también los de Susie y del pequeño que le miraban. Poco a poco fue cediendo la rigidez de su cuello y de su espalda. Su rostro se puso blando e inexpresivo, informe, como una cosa que ha sido golpeada con dureza durante demasiado tiempo. Bajó del coche y emprendió el camino hacia la casa. Caminaba sin seguridad, como un hombre enfermo o medio ciego.

La puerta de la casa estaba abierta. Drew llamó tres veces. En el interior sólo había un silencio y una cortina blanca en la ventana moviéndose en el aire pesado, caliente. Lo sabía antes de entrar. Sabía que la muerte estaba dentro de la casa. Era ese tipo de silencio.

Cruzó por un pequeño vestíbulo a un cuarto de estar limpio y no muy grande. No pensaba en nada. Estaba más allá de todo pensamiento. Iba en dirección a la cocina, sin preguntar, como un animal.

Entonces, al mirar por una puerta abierta, vio al muerto.

Era viejo y descansaba sobre una cama limpia y blanca. Llevaba poco tiempo muerto porque aún no había perdido esa última expresión tranquila, de paz. Debió saber que iba a morir porque vestía sus ropas de enterrar: un viejo traje negro, limpio y aseado, una camisa blanca y una corbata negra. 

En la pared, junto a su cama, se apoyaba una guadaña. Entre las manos del anciano había una espiga de trigo, todavía fresca. Una espiga madura, dorada y cargada de grano. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 28 de abril de 2024

"SOY MILENA DE PRAGA". Un libro de Monika Zgustova


Esta es la historia de Milena Jesenská, a quien muchos conocen como la amiga de Kafka. Y sí, los meses de relación amorosa e intelectual con Franz Kafka marcaron la vida de ambos. Nada fue igual para Milena, se transformó. Ganó en confianza en sí misma, en su escritura, en su postura política de defensa del feminismo y de la democracia, y en su osada oposición al régimen de Adolf Hitler. Pero Milena fue mucho más que una de las amigas más importantes de Franz Kafka. Fue también madre, periodista, traductora, escritora, parte de la élite intelectual que se reunía en los cafés de Viena, junto a Musil, Karl Kraus, Werfel o Hermann Broch, miembro de la resistencia cuando las tropas nazis invadieron su país, Checoslovaquia. Milena se rebeló contra el orden tradicional que quiso imponerle su padre, contra lo que su marido le exigía en su matrimonio, contra el papel secundario que se asignaba a las mujeres en las redacciones de los periódicos y en el mundo laboral. Y fue generosa amante de hombres y mujeres en rebeldía contra los límites impuestos al amor. A partir de los escritos, artículos y cartas que se han conservado de Milena y de los testimonios de quienes la conocieron, Monika Zgustova reconstruye la vida de esa mujer valiente y fascinante que fue Milena Jesenská. Y erige un homenaje a las mujeres que, en los turbulentos y trágicos años de la década de los veinte y los treinta del siglo xx, dedicaron su vida a luchar por la dignidad de la mujer y de las víctimas de la injusticia.

"TE DESNUDAS IGUAL". Un poema de Jaime Sabines

Te desnudas igual que si estuvieras sola
y de pronto descubres que estás conmigo.
¡Cómo te quiero entonces
entre las sábanas y el frío!

Te pones a flirtearme como a un desconocido
y yo te hago la corte ceremonioso y tibio.
Pienso que soy tu esposo
y que me engañas conmigo.

¡Y cómo nos queremos entonces en la risa
de hallarnos solos en el amor prohibido!

(Después, cuando pasó, te tengo miedo
y siento escalofrío.)

sábado, 27 de abril de 2024

"DISCURSO COMPLETO DE LA ESCRITORIA ARGENTINA LILIANA HEKER EN LA APERTURA DE LA 48 FERIA DEL LIBRO DE BUENOS AIRES"

 

La escritora pronunció un potente alegato social, político y cultural en la inauguración oficial de la 48° edición del encuentro literario de Buenos Aires. “Es necesario que demos testimonio de nuestra realidad y de nuestra historia”, afirmó en un tramo central de su alocución

Quiero celebrar de manera muy especial esta Feria y, en particular, al objeto impar que la convoca: el libro. En cierto modo, siento algo similar a lo que, medio siglo atrás, experimenté en mi primera feria. Y no se preocupen por hacer cuentas: tengo muy claro que esta, tal como se la conoce nacional e internacionalmente, es la Feria del Libro Número 48. Pero les cuento a quienes no lo vivieron que hubo ensayos anteriores – lo investigué hace poco para apuntalar mi recuerdo—, ferias más o menos callejeras organizadas por la Sociedad Argentina de Escritores. Esa de hace medio siglo fue para mi historia personal una Feria del Libro con todas las de la ley y la viví con una intensidad irrepetible. Me recuerdo, radiante de felicidad, recorriendo los stands junto a mucha gente que parecía tan entusiasmada como yo, y vendiendo números atrasados de El escarabajo de oro en un pequeño puesto de editores independientes que nos habían cedido un espacio, y hasta firmando a una lectora desconocida un ejemplar de mi libro Acuario, publicado gracias a ese emprendimiento cultural extraordinario que fue el Centro Editor de América Latina, arrasado pocos años después por la dictadura cívico-militar. Esa Feria fue singular para mí porque fue la primera. Y siento que esta también lo es, aunque por otros motivos.

Presumo que muchos de ustedes se estarán preguntando algo similar a lo que, durante los últimos tres meses, me estuve preguntando yo: ¿tiene sentido celebrar esta nueva emisión de la Feria del Libro en un país en el que día a día crecen la pobreza y la indigencia, hay millares de despidos sin fundamento, la salud y la educación pública están en emergencia, la obra pública fue cancelada, nuestras universidades son desfinanciadas al punto de correr el riesgo de cerrar sus puertas, la investigación científica y tecnológica y el ejercicio de la ciencia y la tecnología están siendo devastados, toda institución o medio que favorece el desarrollo y la difusión de la cultura ha sido desvirtuado o borrado, se entregan nuestras riquezas naturales y el Estado parece ausente aun en caso de epidemia? Confieso que más de una vez una noticia de último momento hizo tambalear este texto mío aun antes de que empezara a darle forma. Y sin embargo acá estoy, celebrando, como hace medio siglo en mi primera Feria, el estar rodeada de libros y de una concurrencia que, sospecho, en buena medida viene acá porque anda buscando algo preciso o tal vez difuso que espera encontrar en un libro.

Ahí está el punto: creo que el libro adquiere una significación muy especial en estos momentos. Por la inagotable diversidad de posibilidades que implica, y por ser el exponente de un amplísimo registro del conocimiento y del arte, me parece atinado instalarlo como un justo representante de todo lo que hoy es atacado en el campo de la cultura. Reivindicarlo entonces se me hace una cuestión imperiosa. Y no como autora, aunque la escritura sea el trabajo que amo: no es ese trabajo mío y privado el que corre riesgo. Aun durante la dictadura, dentro del pequeño ámbito de libertad de las cuatro paredes de mi pieza seguí escribiendo y ese trabajo y nuestra revista me sostuvieron en esa época de brutalidad inédita. Y estoy convencida de que, quienes nos dedicamos al trabajo creador, seguiremos encontrando también ahora nuevas motivaciones y nuevas formas de expresarnos y de estar presentes. Teatro Abierto fue una presencia muy fuerte durante la dictadura, y el Teatro Comunitario, una expresión luminosa en la crisis del 2001; no vamos a resignarnos al silencio, de eso no me cabe duda. Pero lo que quiero reivindicar hoy es una actividad aún más hermosa y democrática que la creación: quiero reivindicar la lectura. CONTINUAR LEYENDO