COMPARTIENDO LECTURAS, PALABRAS Y SENTIMIENTOS
-"No es posible crecer en la intolerancia. El educador coherentemente progresista sabe que estar demasiado seguro de sus certezas puede conducirlo a considerar que fuera de ellas no hay salvación. El intolerante es autoritario y mesiánico. Por eso mismo en nada ayuda al desarrollo de la democracia." (Paulo Freire). - "Las razones no se transmiten, se engendran, por cooperación, en el diálogo." (Antonio Machado). - “La ética no se dice, la ética se muestra”. (Wittgenstein)
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viernes, 21 de febrero de 2025
"EL ÚLTIMO ENCUENTRO". Una novela de Sándor Márai
jueves, 20 de febrero de 2025
"YO MISMA FUI MI RUTA". Un poema de Julia de Burgos seleccionado y comentado por Andrea Villarrubia Delgado
El poema que hoy comparto podría pasar por uno de nuestros días, pero fue publicado en 1938. Se titula ‘Yo misma fui mi ruta’ y está incluido en el libro ‘Poema en veinte surcos’ que la poeta puertorriqueña Julia de Burgos publicó ese año. Considerada en su momento ‘la más ultramoderna y de vanguardia entre las poetas de América’, su obra está impregnada de la lucha que mantuvo contra las normas sociales y los convencionalismos de su época. Sin estos datos sería fácil pensar que su autora podría ser contemporánea nuestra. Es el valor de las pioneras, de quienes pusieron palabras, versos, a un sentimiento, el de la emancipación de la mujer y la necesidad de ser dueñas de sus propias vidas, que ahora nos parece obvio, pero que no deja de estar cuestionado y atacado, como vemos cada día. Recordar a aquellas mujeres valientes y lúcidas nos da esperanza.
YO MISMA FUI MI RUTAYo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisoria
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.
A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.
Pero la rama estaba desprendida para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos:
y mi rostro iba tomando la expresión que le venía de adentro,
la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.
Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.
Y fui toda en mí como fue en mí la vida…
Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.
JULIA DE BURGOS
miércoles, 19 de febrero de 2025
"BERNARDINO", Un magnífico cuento de Ana Mª Matute, Premio Cervantes 2010
martes, 18 de febrero de 2025
"Creer que la inteligencia innata determina el rendimiento educativo: la trampa que perjudica a muchos estudiantes". Ignacio Zafra, El País 08 FEB 2025
lunes, 17 de febrero de 2025
El tiovivo, un cuento de Ana Mª Matute
"La “libertad radical” de Ana María Matute, una escritora siempre al lado de los débiles". Francisco Gámiz, elDiario.es 16 FEB 2025
“El que no inventa no vive” fue el lema de vida de Ana María Matute (Barcelona, 1925 - 2014), una idea que define toda su obra y que representa la filosofía que siempre ha caracterizado a la escritora. La frase, sacada de un verso de San Juan de la Cruz que dice que “quien no ama está muerto”, la había adaptado porque, para ella, todo era invención y la literatura no solo era ficción, sino una manera de descubrirse a sí misma y de construir un mundo donde refugiarse. Ese mundo cumple 100 años este 2025 y recorre elementos mágicos, feminismo y mucha concienciación de clase.
Reconocida como una de las figuras más importantes de la literatura española, Ana María Matute ha dejado de legado una obra que sigue siendo tan relevante como en los años en que irrumpió con fuerza en el panorama literario. Su centenario es la oportunidad perfecta para reflexionar sobre una bibliografía marcada por la imaginación, la defensa de los marginados y una pluma profundamente trabajada. De ahí que la exposición sobre Matute llevada a cabo en el Instituto Cervantes de Madrid, y comisariada por la editora, filóloga y amiga de la autora María Paz Ortuño Ortín, haya supuesto un acercamiento nostálgico y también necesario a la “escritora más conocida de España en los 60”. Con más de 26.400 visitantes, se ha convertido en la muestra más vista desde 2010 en esa institución, lo que reafirma el interés y la vigencia de su obra.
Sin embargo, si algo impresiona sobre la fama y la aclamación que ha logrado labrarse Matute a través del tiempo es, precisamente, el haberlo conseguido pese a todos los prejuicios que giraban en torno a ella por ser mujer. Tal y como cuenta María Paz Ortuño a lo largo de una visita guiada de su exposición a la que ha podido acudir elDiario.es, la escritora tuvo que luchar durante gran parte de su trayectoria por el uso de la etiqueta de “literatura infantil” que ella no consideraba que fuera “infantil” en absoluto: “No es que escriba para niños, sino que los niños y los adolescentes son los que están en su obra”.
La etiqueta de literatura infantil es controvertida. No porque la literatura para niños y niñas sea menos literatura que la que se escribe para adultos, sino porque la inclusión de una obra en esa categoría cuando los personajes son de poca edad está relacionada en gran medida con que sea una mujer la autora de la obra. Como explica la escritora fantasista chilena Paula Rivera Donoso a Lee Mujeres, “el problema de la asociación inevitable entre escritura de mujeres y literatura juvenil tiene raíces sexistas”.
Esta etiquetación, que María Paz Ortuño confiesa que “cabreaba y volvía loca” a Matute, está llena de prejuicios porque relega a las mujeres a estar con los niños, a escribir para ellos por ser mujeres. De hecho, un análisis elaborado por Newtral revela que las librerías generalistas Fnac y La Casa del Libro priorizan a los hombres en las secciones de novela de fantasía mientras que a las autoras del género las relegan a las baldas de libros juveniles. Aunque Matute ha sido una autora que “ha escrito sobre niños”, la comisaria recalca que lo ha hecho “para un público completamente adulto”.
Tal fue el descontento de Ana María Matute con este asunto que, cuando publicó Los niños tontos (1956), se vio obligada a incluir una faja que advertía de que “este no es un libro para niños”. La obra es considerada como una de las más importantes de la escritora y recopila varios microrrelatos, pero no está dirigida a lectores jóvenes. Puesto que trataban de etiquetarla como una escritora para niños, Matute estaba convencida de que habría padres que querrían comprarle el libro a sus hijos, lo que “la preocupó” porque sabía que los niños no iban a “entender nada” y seguramente dejaran de leer si creían que “eso era la literatura”. CONTINUAR LEYENDO
domingo, 16 de febrero de 2025
"VIDA GARFIO". Un poema de la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou
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Juana de Ibarbouro con Federico García Lorca |
Amante: no me lleves, si muero al camposanto.
A flor de tierra abre mi fosa, junto al riente
alboroto divino de alguna pajarera
o junto a la encantada charla de alguna fuente.
A flor de tierra, amante. Casi sobre la tierra,
donde el sol me caliente los huesos, y mis ojos,
alargados en tallos, suban a ver de nuevo
la lámpara salvaje de los ocasos rojos.
A flor de tierra, amante. Que el tránsito así sea
más breve. Yo presiento
la lucha de mi carne por volver hacia arriba,
por sentir en sus átomos la frescura del viento.
Yo sé que acaso nunca allá abajo mis manos
podrán estarse quietas;
que siempre como topos arañarán la tierra
en medio de las sombras estrujadas y prietas.
Arrójame semillas. Yo quiero que se enraícen
en la greda amarilla de mis huesos menguados.
¡Por la parda escalera de las raíces vivas,
yo subiré a mirarte en los lirios morados!
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Saltó la barda de su casa. Detrás del solar de doña Luz estaba la calle; la otra calle, con sus piedras untadas de sol, que se hacían musica...