lunes, 31 de enero de 2022

"MIENTRAS ALGUIEN CENA O ABRE LA VENTANA. La columna de Irene Vallejo en el País Semanal. 21.12.2021

Vivimos inmersos en polémicas triviales. Casi siempre, esos cruciales debates son una trampa: pantallas de humo.

Caminas con tu hijo de la mano por las calles vestidas para un diciembre parpadeante e hipnótico. De repente, el pequeño tira de tu brazo y señala con el dedo de su asombro. Tú atiendes al tráfico, la ruta, la hora. El niño, en cambio, admira lo minúsculo: un nido, un charco cristalizado, un árbol desnudo por la poda, las palabras humeantes brotando de nuestras bocas como esos globos blancos que ha visto en los tebeos. Todo lo que atrapa su atención pasa desapercibido a tu mirada, como si no importase, como la hojarasca de las tardes.

Pieter Brueghel el Viejo es el pintor de lo inadvertido. Sus cuadros están poblados por cazadores, niños, soldados, campesinos y mujeres atareadas en su día a día. En un rincón de la escena, sin aspavientos, perdidos entre el gentío, asoman los protagonistas de un gran acontecimiento ignorado. En El censo en Belén, una diminuta sagrada familia camina entre el bullicio de los aldeanos ocupados en la matanza del cerdo, unos chiquillos que lanzan bolas de nieve, una granjera enfrascada en barrer su casa y quienes esperan en la fila del empadronamiento: nadie repara en María embarazada a lomos de un asno. La escena parece un acertijo, un antepasado de nuestro “¿Dónde está Wally?”. El Paisaje con la caída de Ícaro retrata al joven que, según el mito griego, logró volar con alas de cera y plumas, hasta que el calor del sol las derritió y cayó al mar. De la desgracia solo vemos unos pies a punto de ser engullidos por las olas. Alrededor, varios personajes atienden sus labores, indiferentes al drama. Sin duda, Brueghel escuchó el antiguo proverbio flamenco: “Ningún arado se detiene por la muerte de un hombre”. En diciembre de 1938, tras ver este cuadro en Bruselas, el poeta norteamericano W. H. Auden dedicó un conmovedor poema a los ángulos ciegos donde suceden las tragedias humanas: “Acerca del dolor jamás se equivocaron los antiguos maestros. Cómo llega mientras alguien cena o abre la ventana o nada más camina sin objeto. Cómo, mientras los ancianos aguardan reverentes el milagroso Nacimiento, habrá siempre niños sin mayor interés en lo que ocurre, patinando en el estanque helado a la orilla del bosque. Por ejemplo, en el Ícaro de Brueghel: el labrador oyó seguramente el rumor de las aguas y el grito inconsolable, pero el fracaso no lo conmovió”. Mientras Auden escribía estos versos, las sociedades europeas permanecían ajenas y distantes frente a grandes zarpazos de dolor, que pronto desembocarían en otra guerra mundial.

Desde tiempos remotos, los poderosos utilizan técnicas de distracción para captar la atención y ocultar lo que realmente está pasando. En la Grecia antigua, su precursor fue Alcibíades, sobrino de Pericles y discípulo de Sócrates. Líder joven, consentido y muy inteligente, se convirtió en el ídolo de los atenienses. Cierta vez y sin motivo aparente, mandó cortar la cola a un valioso perro de caza que había comprado por una fortuna. Toda la ciudad se lanzó a conjeturar, opinar, condenar, indignarse. Alcibíades, tranquilo y risueño, confió a un amigo que, mientras los atenienses se preocupaban por el rabo de su perro, no se fijaban en su mal gobierno.

Hoy vivimos inmersos en una sucesión de polémicas tribales y triviales que arden a velocidad de vértigo. Casi siempre, esos cruciales debates son solo una trampa: pantallas de humo creadas por individuos prestigiosos —meros prestidigitadores—. La psicología social denomina “establecimiento de la agenda” a la intuición de Alcibíades: los debates políticos, los medios de comunicación y la publicidad definen los temas de la conversación colectiva. Cada vez que las encuestas preguntan por los problemas más graves, las respuestas coinciden con los mensajes más repetidos en la televisión y las redes. Los grandes líderes de opinión no determinan qué pensamos sobre los temas, sino sobre qué temas pensamos. Y, en un mundo cada vez más teatralizado, corremos el peligro de pasar por alto lo fundamental. Pieter Brueghel nos avisó en sus cuadros: con frecuencia lo más difícil de ver es aquello que tenemos justo delante de nuestras narices.

domingo, 30 de enero de 2022

"LAS PALABRAS MUERTAS". Un poema de Patricia Simón.

Qué decir cuando las palabras ya no nos dicen nada,
cuando “un niño ahogado tras volcar su patera”
ya no nos hace ser niño, mi aHogado, ni hundirnos con él en el naufragio
ni ser madre que se sentirá morir el resto de sus días
asfixiada por cada minuto de la condena de la vida salvada.

Para qué escribir “una mujer embarazada ha muerto bajo las bombas”
si las palabras también están heridas de muerte,
si no tienen quién las haga carne,
quién se deje hacer por ellas jirones,
quién las convierta en grito,
quién las abrace en el desconsuelo.

Para qué seguir contando si de tanto contabilizar
las cifras nos han vuelto burócratas del dolor
y las masacres no cuentan ni cuando son genocidio.
Para qué teclear masacre o genocidio si no cuentan.

Urgía resucitar las palabras,
insuflar vida en los oyentes,
si al final no llegase un
Sinceramente, los muertos me dan igual
que nos revela que el problema no era de las palabras,
ni de los que las escriben,
ni de los que nos matan,
ni de los que sobreviven.
El problema era,
es,
que,
sinceramente,
los muertos nos dan tan igual
como los vivos.


sábado, 29 de enero de 2022

Felicidad clandestina. Un cuento de Clarice Lispector

Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento. Tenía un busto enorme, mientras que todas nosotras todavía éramos chatas. Como si no fuese suficiente, por encima del pecho se llenaba de caramelos los dos bolsillos de la blusa. Pero poseía lo que a cualquier niña devoradora de historietas le habría gustado tener: un padre dueño de una librería.

No lo aprovechaba mucho. Y nosotras todavía menos: incluso para los cumpleaños, en vez de un librito barato por lo menos, nos entregaba una postal de la tienda del padre. Encima siempre era un paisaje de Recife, la ciudad donde vivíamos, con sus puentes más que vistos.

Detrás escribía con letra elaboradísima palabras como "fecha natalicio" y "recuerdos".

Pero qué talento tenía para la crueldad. Mientras haciendo barullo chupaba caramelos, toda ella era pura venganza. Cómo nos debía odiar esa niña a nosotras, que éramos imperdonablemente monas, altas, de cabello libre. Conmigo ejerció su sadismo con una serena ferocidad. En mi ansiedad por leer, yo no me daba cuenta de las humillaciones que me imponía: seguía pidiéndole prestados los libros que a ella no le interesaban. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 28 de enero de 2022

"AUSCHWITZ". Un poema de León Felipe.

«A todos los judíos del mundo,
mis amigos, mis hermanos»

Estos poetas infernales,
Dante, Blake, Rimbaud
que hablen más bajo…
que toquen más bajo…
¡Que se callen!
Hoy
cualquier habitante de la tierra
sabe mucho más del infierno
que esos tres poetas juntos.
Ya sé que Dante toca muy bien el violín…
¡Oh, el gran virtuoso!
Pero que no pretenda ahora
con sus tercetos maravillosos
y sus endecasílabos perfectos
asustar a ese niño judío
que está ahí, desgajado de sus padres…
Y solo.
¡Solo!
aguardando su turno
en los hornos crematorios de Auschwitz.
Dante… tú bajaste a los infiernos
con Virgilio de la mano
(Virgilio, «gran cicerone»)
y aquello vuestro de la Divina Comedia
fue una aventura divertida
de música y turismo.
Esto es otra cosa… otra cosa…
¿Cómo te explicaré?
¡Si no tienes imaginación!
… no tienes imaginación,
Acuérdate que en tu «Infierno»
no hay un niño siquiera…
Y ese que ves ahí…
está solo
¡Solo! Sin cicerone
esperando que se abran las puertas de un infierno que tú, ¡pobre florentino!,
no pudiste siquiera imaginar.
Esto es otra cosa… ¿cómo te diré?
¡Mira! Éste es un lugar donde no se puede tocar el violín.
Aquí se rompen las cuerdas de todos
los violines del mundo.
¿Me habéis entendido poetas infernales?
Virgilio, Dante, Blake, Rimbaud…
¡Hablad más bajo!
¡Tocad más bajo! ¡Chist!
¡¡Callaos!!
Yo también soy un gran violinista…
y he tocado en el infierno muchas veces…
Pero ahora, aquí…
rompo mi violín… y me callo.

"CENSORAS Y CENSORES, NO PASARÁN". Por Carola Martínez Arroyo. Ponencia presentada en eI II Congreso Nacional e internacional de LIJ. Sunchales, Argentina, Año 2019.

El canto tiene sentido, cuando palpita en las venas
del que morirá cantando, las verdades verdaderas.
No las lisonjas fugaces, ni las famas extranjeras.
Si no el canto de una alondra hasta el fondo de la tierra.
Víctor Jara
Debería estar hablando de Matilde y de Nunca Jamás que sale en unos días, pero tengo otras urgencias. Hace unas semanas dos amigas escritoras fueron escrachadas en twitter; una por promover estereotipos enajenantes y machistas y la otra por promover el feminicidio. Las dos son grandes luchadoras por los derechos de las mujeres, las dos no pensaron nunca que estos cuentos pudieran ser leídos de esa manera y las dos terminaron escrachadas en público por otras mujeres que consideran que censurar, atacar y sacar de circulación materiales es algo que puede de alguna forma acabar con el patriarcado.

Hace unas semanas un grupo de “colaboradoras de la biblioteca” de la escuela Taber en Barcelona retiraron el 30% del acervo por considerarlo sexista. Hace una semana, en un cumpleaños familiar, me explicaron que el patriarcado se perpetúa porque las princesas de Disney eran salvadas y esperaban al príncipe azul. Y que hay que abolir los cuentos de princesas.

Hace un mes, una editorial para la que freelanceo dio de baja un proyecto de princesas porque la “actual situación del mercado no era apta para ese tipo de cuentos”. Tuve que explicarle a los nueve autoras (eran 8 mujeres y 1 hombre y ocupo el femenino si es mayoría de mujeres y masculino si es mayoría de hombres) que el proyecto se daba de baja a punto de empezar a ilustrar. Todas me respondieron lo mismo: “Sí, claro, es entendible”.

La idea de esta mesa es hablar sobre los supuestos a la hora de escribir. Y me pregunto, ¿puedo  realmente pensar en la labor del escritor sin pensar en este momento de censura tan cercano a Fahrenheit?

¿Puedo pensar en escribir para niños, niñas y jóvenes si tengo que escribir NIÑOS, NIÑAS y JÓVENES, y tengo que decidir de manera consciente no poner niñes y tengo que decidir no poner niños, con todo lo que esas elecciones implican? ¿Y pensar cada palabra para que nada se malentienda, para que no piensen que soy conservadora, para que no me malinterpreten, para que no me escrachen públicamente, para que no se diga que...?

¿En qué en qué momento dejamos de pensar dialécticamente para convertirnos en estas máquinas de literalidad? ¿En qué momento eso que nos parecía tan peligroso de los conservadores se empezó a reproducir alegremente por legiones de progresistas, que deciden qué se fomenta y qué no, poniendo de manifiesto una forma de sumisión contra la mitad de la humanidad que es anterior a la invención de la imprenta?

¿Cómo es que llegamos a pensar que los libros de princesas vuelven a las nenas sumisas y que los libros donde las princesas rompen los estereotipos vuelven a las niñas empoderadas? Un poco complejo el tema, porque si seguimos esa lógica de pensamiento, si una piba lee Bajo la misma estrella automáticamente se muere de cáncer y si un chico lee Harry Potter va a poder decir Wingardium Leviosá y las cosas van a levitar. CONTINUAR LEYENDO

jueves, 27 de enero de 2022

“VICENTE”: un cuento de Miguel Torga. Traducción de Amador Palacios

Aquella tarde, a esa hora en que el cielo se mostraba más duro y más siniestro, Vicente abrió sus alas negras y partió. Cuarenta días habían transcurrido ya desde que, integrado en la leva de los elegidos, realizó su entrada en el Arca. Pero desde el primer momento todos notaron que en su espíritu no había paz. Silencioso y enfurruñado, iba de acá para allá con una agitación continua, como si aquel enorme navío donde el Señor había preservado la vida fuese un ultraje a la creación. En semejante algarabía -lobos y corderos hermanados bajo el mismo destino-, sólo su figura negra y seca se mantenía rebelde frente al procedimiento de Dios. Con silenciosa indignación, se preguntaba: ¿bajo qué propósito estaban los animales inmiscuidos en confuso dilema de torre de Babel? ¿Qué tenían que ver los animales con esas fornicaciones de los hombres que el Creador quería castigar? Justos o injustos, los altos designios que habían determinado aquel diluvio, chocaban con un hondo sentimiento de irreprimible repulsa. Y cuanto más inexorable se mostraba la prepotencia, más crecía la insurrección de Vicente.

Cuarenta días, no obstante, su carne flaca lo retenía allí. Ni siquiera él mismo podría precisar cómo había bajado desde el Líbano hasta el muelle de embarque y, después, en el Arca, por tanto tiempo había recibido de las manos serviles de Noé la ración cotidiana. Pero había podido vencerse. Había, en fin, conseguido, superar el instinto de la propia conservación, y abrir las alas al encuentro de la terrible inmensidad del mar

La insólita partida fue contemplada por grandes y pequeños con respeto callado y contenido. Pasmados y asombrados, lo vieron, temerario, con el pecho abierto, atravesar el primer muro de fuego con el que Dios le quiso impedir la fuga, sumiéndose, a lo lejos, en los confines del espacio. Mas nadie dijo nada. Su gesto fue en aquel momento el símbolo de la universal liberación. Una convicción de protesta activa contra el arbitrio que dividía a los seres en elegidos y condenados.

Pero, persistiendo todavía en el interior de todos aquel regusto de redención, desde lo alto, tan amplia como un trueno, penetrante como un rayo, terrible, la voz de Dios:

-Noé, ¿dónde está mi siervo Vicente?

Bípedos y cuadrúpedos habían quedado petrificados. Sobre un diáfano toldo de ilusiones, se posó, pesada, una mortaja de silencio.

Nuevamente, el Señor había paralizado las conciencias y el instinto, y reducía a una pura pasividad vegetativa el residuo de la materia palpitante. CONTINUAR LEYENDO


martes, 25 de enero de 2022

"EN TU SONRISA". Un poema de Leopoldo Panero

Ya empieza tu sonrisa,
como el son de la lluvia en los cristales.
La tarde vibra al fondo de frescura,
y brota de la tierra un olor suave,
un olor parecido a tu sonrisa,
y a mover tu sonrisa como un sauce
con el aura de abril; la lluvia roza
vagamente el paisaje,
y hacia adentro se pierde tu sonrisa,
y hacia dentro se borra y se deshace,
y hacia el alma me lleva,
desde el alma me trae,
atónito, a tu lado.
Ya tu sonrisa entre mis labios arde,
y oliendo en ella estoy a tierra limpia,
y a luz, y a la frescura de la tarde
donde brilla de nuevo el sol, y el iris,
movido levemente por el aire,
es como tu sonrisa que se acaba
dejando su hermosura entre los árboles…


lunes, 24 de enero de 2022

"DEME OTRO". Un cuento de Luis María Pescetti.

Al finalizar el horario de clases llega una madre a buscar a su hijo. La intercepta la maestra, que trae al niño de una mano.

—Señora, hoy Fernando se portó fatal.

—¿¡Otra vez!?

—Pero fatal, fatal… no hace caso, contesta, se burla de los compañeros…

—Pues, entonces, deme otro.

—¿¡Cómo que “otro”!? ¿Otro niño?

—Sí, porque tampoco sé qué hacer.

—Pero, es que no puede ser.

—Con su padre ya le dijimos (mirando al niño), pero si él no quiere hacer caso… Qué, ¿no hay más niños?

—Es que no se trata de eso, la escuela está llena de niños…

—Pues cámbiemelo y listo.

—(Dubitativa). No, pero…

—Ca si mejor pruebo con una niña, estoy pensando.

—Es que se me desordena todo, señora, luego vendrá la madre de la niña…

—Pero yo llegué primero

—Sí, ya sé, pero luego se quejan, no se crea. Y además (señala con la cabeza al niño) es pasarle el problema a otra familia.

—No, porque así aprende, para la próxima lo va a pensar.

—¿Y si no lo quiere nadie?

—¿¡Pero qué dice!? ¿Cómo no lo van a querer si es un niño precioso?

—Precioso sí que es, pero se porta…

—Ah, ¿y qué pretende? ¿Que me lo lleve yo?

—No, si no digo eso.

—Hay que hacer algo, maestra, hay que poner límites, si no van de peor en peor.

—Bueno, ¿y cuál quiere?

—Una niña, ¿no le digo? (mira hacia el patio). Aquélla, la que está saltando.

—¡Elena! ¡Recoge tus cosas que te vas con la señora que será tu madre!

—¡Uf! (la niña con evidente fastidio), ¡estoy jugando!

—¡Ala! ¡Vamos! Sin protestar, mira qué primera impresión más fea le vas a dar a la señora. La niña, resoplando contrariada por la interrupción del juego, va al salón.

—¿No será peor que éste, no? (la madre, preocupada).

—¡Qué va! Es un ángel, lo que ocurre es que estaba jugando; los niños son así.

Llega la niña con su mochila.

—¿Vamos a casa, Elenita?

—¿Y hay tele?

—(La maestra y la madre sueltan una risa). ¡Claro que hay tele! Y un perro muy hermoso, que a Fernando le gustaba mucho, ¿verdad, Fernando?

—…(el niño, con la mirada baja, asiente).

—¡Qué lindo! ¡Nunca tuve un perro porque mis papás no me dejaban!

—Pues vamos a casa, que ya tienes uno. Y tú, Fernando, pórtate bien con tu nueva familia y nos vienes a visitar cuando quieras, ¿sí?

El niño asintió otra vez, sin levantar la mirada. La madre saludó amablemente a la maestra. Esta se despidió de Elena con un beso y dio vuelta hacia el patio, con Fernando de la mano.

domingo, 23 de enero de 2022

La película egipcia “L’ALTRA PAR”

La película egipcia “L’ALTRA PAR” que ganó el premio al mejor cortometraje en el Festival de Cine de Venecia. En ella describe cómo las personas se aíslan en la tecnología y olvidan una de las mejores cosas de la vida, la convivencia humana con el amor y la hermandad. Fué dirigida por Sarah Rozik cuando tenía 20 años y dura 2 minutos.

viernes, 21 de enero de 2022

"ANGINA DE PECHO". Un poema de Nazim Hikmet

La mitad de mi corazón está aquí, doctor,
pero la otra mitad se encuentra en China,
en el ejército que baja hacia el río amarillo.
Cada mañana,
cada mañana con el alba,
mi corazón es fusilado en Grecia.
Y cuando el sueño rinde a los presos,
cuando se alejan de la enfermería los pasos últimos,
mi corazón se va, doctor,
se va hacia una vieja casa de madera, allá en Istanbul.

Además, doctor, hace más de diez años
que no tengo nada en mis manos
para ofrecer a mis hermanos;
tan solo una manzana,
una roja manzana: mi corazón.

Por todas estas cosas, doctor,
y no por culpa de la arterioesclerosis,
ni de la nicotina, ni de la cárcel,
tengo esta angina de pecho.

Desde mi cama
contemplo la noche tras los barrotes.
Y a pesar de todos estos muros
que me aplastan el pecho,
mi corazón palpita con la estrella más remota.
(En Poesía Non Serviam, nº.2, nov. 2005. Colombia)

jueves, 20 de enero de 2022

NUEVA SESIÓN DE LECTURA DIALÓGICA COMPARTIDA EN EL CENTRO PEÑASCAL-BOLUETA DE BILBAO EN TORNO A LA SALUD MENTAL.

Hoy hemos tenido una nueva sesión de Lectura Dialógica Compartida en el Centro Peñascal-Bolueta. El tema sobre el que ha girado la sesión ha sido "La salud mental"

Antes de iniciar hemos dado la bienvenida a una nueva tertuliana, Ana, que atesora una dilatada trayectoria en el mundo educativo y que en su momento fue orientadora del Instituto Gabriel Aresti de Bilbao.

Hemos iniciado la sesión con la lectura compartida de un álbum ilustrado, El abrigo de Pupa, de Elena Ferrándiz. Un álbum que nos ha permitido compartir nuestros conceptos de miedo así como aquellos que tenemos y las distintas formas de convivir con ellos. Es un álbum profundo en sus textos y precioso en sus ilustraciones que engarzan con gran acierto los texos. Un álbum que invita a pensar y a dialogar.

A continuación, partiendo de un titular del diario El País (Los ingresos hospitalarios por dolencias psiquiátricas en adolescentes aumentan un 94% desde 2019 en la Comunidad Valenciana. EL PAÍS. Valencia - 19 Diciembre 2021) hemos tratado de responder a la pregunta acera de a qué será debido ese aumento. Y aquí se han propuesto distintas hipótesis, entre las que subrayamos algunas que nacían de vivencias personales de algunos participantes. Y a fin de contrastar nuestras opiniones con otras referencias, hemos compartido la lectura del artículo del psiquiatra Luis Rojas Marcos, Hay que tomarlo en serio, en el que partiendo de algunos datos escalofriantes como los que aparecen aquí debajo, nos hace un análisis de la situación y nos propone diversas acciones para superarlos. 

  • 1 de cada 5 niños tiene problemas de salud mental
  • Se ha notado un aumento del 43% en el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad)
  • Se ha notado un aumento del 37% en la depresión adolescente
  • Se ha notado un aumento del 200% en la tasa de suicidios en niños de 10 a 14 años
Una viñeta de El Roto ha puesto una nota de humor crítico en la sesión. 
El texto de la viñeta es: "NO HACE FALTA QUE SE OCUPEN DE NUESTRA SALUD MENTAL, BASTA CON QUE NO NOS VUELVAN LOCOS."  
Y en este caso hemos estado compartiendo y definiendo cómo y con que instrumentos nos están volviendo locos.

Después ha entrado la prosa poética de Eduardo Galeano y El derecho al delirio. Sí, el delirio, la locura de los y las que todavía aspiran a transformar el mundo. Mientras lo leíamos hemos ido escuchando el texto desde su voz. Un  texto que nos ha invitado a soñar y a descubrir cuáles son los grandes y auténticos delirios de nuestra sociedad. Comienza así:
¿Qué tal si deliramos por un ratito?
¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible?

Y de aquí nos henos ido a un cuento que nos muestra en muy pocas palabras lo dura realidad de las personas que han de convivir con seres queridos con algún problema de salud mental. Es un microcuento, podríamos decir, de Rosario Barrios, La tristeza.

El profe me ha dado una nota para mi madre. La he leído. Dice que necesita hablar con ella porque yo estoy mal. Se la he puesto en la mesilla, debajo del tazón lleno de leche que le dejé por la mañana. He metido en el microondas la tortilla congelada que compré en el supermercado y me he comido la mitad. La otra mitad la puse en un plato en la mesilla, al lado del tazón de leche. Mi madre sigue igual, con los ojos rojos que miran sin ver y el pelo, que ya no brilla, desparramado sobre la almohada. Huele a sudor la habitación, pero cuando abrí la persiana ella me gritó. Dice que si no se ve el sol es como si no corriesen los días, pero eso no es cierto. Yo sé que los días corren porque la lavadora está llena de ropa sucia y en el lavavajillas no cabe nada más, pero sobre todo lo sé por la tristeza que está encima de los muebles. La tristeza es un polvo blanco que lo llena todo. Al principio es divertida. Se puede escribir sobre ella, “tonto el que lo lea”, pero, al día siguiente, las palabras no se ven porque hay más tristeza sobre ellas. El profesor dice que estoy mal porque en clase me distraigo y es que no puedo dejar de pensar que un día ese polvo blanco cubrirá del todo a mi madre y lo hará conmigo. Y cuando mi padre vuelva, la tristeza habrá borrado el “te quiero” que le escribo cada noche sobre la mesa del comedor.

Y para salir, sin dejarla, de esta tristeza, hemos vuelto a recurrir a la viñeta crítica de El Roto que en esta caso pone el dedo en la llaga del llamado vacío existencial con un dialogo entre madre e hijos:

MAMI, ¿QUÉ ES EL VACÍO EXISTENCIAL?

- PUES QUE TENEMOS MUCHAS COSAS

Ya casi sin tiempo, nos hemos ido a otro artículo publicado en Público y que nos habla de los riesgos psicosociales.

Y esto es lo que ha dado de sí esta sesión. En mi opinión ha sido de las más interesantes y de las que más cosas hemos compartido. Veremos a  ver qué dicen los auténtico protagonistas.


"LOS FUSILAMIENTOS DE LA MONCLOA". Un poema de Manuel Machado.

Francisco de Goya, Los fusilamientos del 3 de mayo, 1814
Museo del Prado, Madrid

Él lo vio...Noche negra, luz de infierno...
Hedor de sangre y pólvora, gemidos...
Unos brazos abiertos, extendidos
en ese gesto del dolor eterno.

Una farola en tierra, casi alumbra,
con un halo amarillo que horripila,
de los fusiles la uniforme fila
monótona y brutal en la penumbra.

Maldiciones, quejidos... Un instante
primero que la voz de mando suene;
un fraile muestra el implacable cielo.

Y en convulso montón agonizante,
a medio rematar, por tandas viene
la eterna carne de cañón al suelo.

De Apolo. Teatro pictórico, 1911

martes, 18 de enero de 2022

"LETRERO" e "INSTANTE". Dos poemas del portugués Miguel Torga, pseudónimo de Adolfo Correia da Rocha.

LETRERO

Porque no sé mentir,
no os engaño:
nací subversivo.
Comenzando por mí -mi principal motivo
de insatisfacción-,
ante cualquier veneración,
juzgo.
No me sé conformar.
Y salgo, antes de entrar,
de cada paraíso.

LETREIRO

Porque não sei mentir,
Não vos engano:
Nasci subversivo.
A começar por mim-meu principal motivo
De insatisfaçao-,
Diante de calquer adoração,
Ajuízo.
Não me sei conformar.
E saio, antes de entrar,
De cada paraíso.

INSTANTE

Carretera de Castelo Branco-Tomar,
30 de septiembre de 1941.
La escena es muda y breve:
en un humedal,
un cordero
pasta ligeramente;
embelesada,
la madre oveja deja de rumiar;
y la vida
se para también, a ver.

INSTANTE

Estrada Castelo Branco-Tomar,
30 de Setembro de 1941
A cena é muda e breve:
Num lameiro,
Um cordeiro
A pastar ao de leve;
Embevecida,
A mãe ovelha deixa de remoer;
E a vida
Pára também, a ver.

Traducciones de José Luis Puerto

Miguel Torga, pseudónimo de Adolfo Correia da Rocha. De origen campesino, otorrinolaringólogo de profesión, fue un fascinante poeta y novelista portugués que continúa hablándonos vivísimo desde sus libros.

lunes, 17 de enero de 2022

"AMIGOS POR EL VIENTO". Un entrañable cuento de Liliana Bodoc.

 A veces, la vida se comporta como un viento: desordena y arrasa. Algo susurra pero no se le entiende. A su paso todo peligra; hasta lo que tiene raíces. Los edificios, por ejemplo. O las costumbres cotidianas.

Cuando la vida se comporta de ese modo, se nos ensucian los ojos con los que vemos. Es decir, los verdaderos ojos. A nuestro lado, pasan papeles escritos con una letra que creemos reconocer. El cielo se mueve más rápido que las horas. Y lo peor es que nadie sabe si, alguna vez, regresará la calma.

Así ocurrió el día que papá se fue de casa. La vida se nos transformó en viento casi sin dar aviso. Yo recuerdo la puerta que se cerró detrás de su sombra y sus valijas. También puedo recordar la ropa reseca sacudiéndose al sol mientras mamá cerraba las ventanas para que, adentro y adentro, algo quedara en su sitio.

– Le dije a Ricardo que viniera con su hijo. ¿Qué te parece?

– Me parece bien – mentí.

Mamá dejó de pulir la bandeja, y me miró:

– No me lo estás diciendo muy convencida…

– Yo no tengo que estar convencida.

– ¿Y eso qué significa? – preguntó la mujer que más preguntas me hizo en mi vida.

Me vi obligada a levantar los ojos del libro:

– Significa que es tu cumpleaños, y no el mío – respondí.

La gata salió de su canasto, y fue a enredarse entre las piernas de mamá.

Que mamá tuviera novio era casi insoportable. Pero que ese novio tuviera un hijo era una verdadera amenaza. Otra vez, un peligro rondaba mi vida. Otra vez había viento en el horizonte.

– Se van a entender bien – dijo mamá -. Juanjo tiene tu edad.

La gata, único ser que entendía mi desolación, saltó sobre mis rodillas. Gracias, gatita buena.

Habían pasado varios años desde aquel viento que se llevó a papá. En casa ya estaban reparados los daños. Los huecos de la biblioteca fueron ocupados con nuevos libros. Y hacía mucho que yo no encontraba gotas de llanto escondidas en los jarrones, disimuladas como estalactitas en el congelador, disfrazadas de pedacitos de cristal. «Se me acaba de romper una copa», inventaba mamá, que, con tal de ocultarme su tristeza, era capaz de esas y otras asombrosas hechicerías.

Ya no había huellas de viento ni de llantos. Y justo cuando empezábamos a reírnos con ganas y a pasear juntas en bicicleta, apareció un tal Ricardo y todo volvía a peligrar.

Mamá sacó las cocadas del horno. Antes del viento, ella las hacía cada domingo. Después pareció tomarle rencor a la receta, porque se molestaba con la sola mención del asunto. Ahora, el tal Ricardo y su Juanjo habían conseguido que volviera a hacerlas. Algo que yo no pude conseguir. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 16 de enero de 2022

"TE NECESITAS" Un poema de Magdalena Sánchez Blesa

No te das la importancia que mereces
y vas dejando que la vida pase,
y para ti no hay tiempo casi nunca,
y nunca te regalas un detalle.
Y corres, por la prisa de los otros,
y llegas a tu vida siempre tarde,
y va pasando el tiempo, y va pasando,
y vas envejeciendo en el paisaje.
Y no se te pregunta por tu risa,
que se fue diluyendo con la tarde.
Y siempre los demás, y para cuándo
una cita contigo en cualquier parte.
Te necesitas más de lo que piensas
y nunca te detienes a escucharte,
y tienes tantas cosas que decirte,
pero no te pareces importante.
Y siempre tú después, y siempre luego,
y siempre, para ti, más adelante.
Y siempre tú detrás, y siempre nunca,
y el tiempo, que se va sin esperarte.
Queda contigo en un lugar hermoso,
lleva una flor para identificarte,
y cuéntate la historia de tu vida,
ya verás como vas a enamorarte.
Porque no hay como tú nadie en el mundo,
porque en el mundo, como tú, no hay nadie.
Y siempre los demás, y siempre luego,
y vas envejeciendo en el paisaje.
Y nunca tus asuntos lo primero,
y déjalo pasar que no hace falta,
y acaso el mes que viene, si se puede.
Y el tiempo, que te agacha la mirada.
Y tú, cuando los años lo permitan,
y tú, cuando esta crisis un día pase,
y tú cuando se pueda en otra vida,
y tú nunca jamás de los jamases.
Y el tic tac del reloj en tu muñeca,
y vas envejeciendo en el paisaje.

sábado, 15 de enero de 2022

"CUENTO DE AMOR Y AMISTAD". Luis María Pescetti

Pablo, el que hacía caca en un establo, le dijo a Inés, la de la caca al revés, si quería jugar con él y con Rubén, que hacía caca en un tren. Inés estaba con Sofía, la que hacía caca todo el día, y le contestó que no. Pablo, el de la caca para el diablo, se enojó.

Justo pasaba por ahí, la maestra Teresa que hacía caca con frambuesa, y le dijo:

Pablo, el que hace caca cuando le hablo, no le digas así a Inés, la de la caca de pez. Mejor vete a jugar con Luis, el de la caca y el pis, o con Gustavo, el de la caca por centavo.

Pablo le contestó:

Señorita Teresa, que hace caca con destreza, lo que pasa es que ellas, las que hacen caca tan bella, nunca quieren jugar con nosotros, que hacemos caca con otros. Las invitamos y no quieren y a nuestra caca la hieren.

La maestra Teresa, que hacía caca en una mesa, miró con mucho cariño a Pablo, el que hacía caca en un vocablo, y le preguntó:

¡Ay tesoro, el que hace caca de loro! ¿No será que estás enamorado de ellas, que hacen caca con estrellas?

Justo llegaba Tomás, al que la cada das, y cuando oyó eso le dijo a la señorita, que hacia caca tan finita:

Es verdad maestra, la que la caca le cuesta, él está muy enamorado de Sofía, la de la caca en las vías…

Y Pablo, que no estaba enamorado sino muy enamoradísimo, se puso colorado de enojo y les contestó:

¡No es cierto! ¡Y tú, Tomás tomalosa, que hace la caca en Formosa, tú gustas de Inés, que hace una caca por vez!

¡Mentiroso! ¡Mira, Pablo pableta, que hace caca en bicicleta, mejor te callas!

La señorita Teresa, que tenía caca en la cabeza, los miró y les dijo:

Pablo Pablito, caca de pajarito, y Tomás Tomasito, caca de perrito, ustedes son amigos y no tienen que pelearse ni por la caca enojarse. Por ahora vayan a jugar entre ustedes, que ya va a llegar el día en que esas niñas, con la caca en trensiñas, los buscarán para jugar.

Pablo y Tomás, salieron corriendo abrazados, haciendo caca de parados, y se olvidaron de preguntar si trensiñas quiere decir algo o nada más lo inventó la señorita haciendo caca con palabritas.

viernes, 14 de enero de 2022

"TODOS SOMOS CENSORES". Por Perry Nodelman

La mayoría de los lectores de esta publicación, como yo mismo y las personas con las cuales hablo acerca del tema, están en contra de la censura en los libros infantiles. Como yo, hacen muecas de horror al enterarse de que funcionarios sindicales en British Columbia intentan prohibir un libro ilustrado que trata de la tala de árboles porque podría predisponer a los niños contra los leñadores, o de que una junta educativa al oeste de Canadá prohíbe un cuento de Robert Munsch que trata de un maestro y un director que no logran que un niño se ponga un traje especial para la nieve, aduciendo que socava el respeto que deben sentir los jóvenes lectores por quienes detentan la autoridad (es decir, maestros, directores y juntas educativas).

Nos reímos de estas medidas —evidentemente desacertadas— de supresión porque tenemos fe, no sólo en la importancia del principio democrático de la libertad de pensamiento y expresión, sino también en el sentido común de la mayoría de los niños. Creemos que ellos son suficientemente astutos (o posiblemente demasiado rígidos) para ser subvertidos tan fácilmente como se imagina la mayoría de los censores o pseudo-censores.

Sin embargo, en mis conversaciones con otras personas acerca de estos asuntos, siempre llega un momento en que hasta los más reacios opositores de la censura se vuelven censores, convirtiéndose en versiones de aquello que atacan ferozmente. He llegado a la conclusión de que cuando se trata de libros para niños, todos somos censores. Nosotros, los que estamos en contra de la censura, probablemente nos convertimos censores de libros que difieren de nuestros propios valores (teóricamente opuestos a la censura), libros que atacan la libertad individual o que refuerzan los estereotipos sexuales. Alguien que se enfurezca ante cualquier intento de prohibir los libros anti-leñadores probablemente exigirá que otros libros sean censurados por anti-ambientalistas.

Esto quizás no sea sorprendente, pero sí peligroso. Sugerir que tenemos el derecho a dar por terminada una discusión acerca de cualquier tema o a prohibir cualquier libro equivale sencillamente a manifestar que la censura es, en algunos casos, apropiada; y si esto es así ¿quién es el encargado de distinguir entre un caso y otro?

Quisiera aclarar que mi posición respecto a estos asuntos es extremadamente sencilla; algunos dirían que es simplista. No hay absolutamente nada que una persona pueda decir que amerite una prohibición. Sin importar cuán ofensivo, cuán estrecho de mente, cuán peligroso se considere que sea. Aunque sea sexista o racista, o se refiera a equivocadas representaciones neo-nazistas de la historia. Ni la pornografía. Nada.

Pero esto no implica que los fanáticos, necios y pervertidos tengan derecho a no ser cuestionados. Al contrario: deben ser cuestionados. Si logramos evitar que lo digan, perdemos la oportunidad de cuestionarlos; y la historia nos enseña que el mal y la locura reprimidos sencillamente aumentan y se tornan más peligrosos. Se convierte en algo prohibido y tentador. Crece y empeora. No, es mejor que se diga, para que a la vez nosotros ejerzamos la libertad de señalar cuán ridículo o peligroso es, con la certidumbre de que si nuestros argumentos en contra son lógicos y bien fundamentados, algunas personas aceptarán la validez de nuestras conclusiones al respecto. Creer lo contrario sería una arrogancia sin sentido. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 12 de enero de 2022

OTRO DE "EL FORGES".

 


"LEER, IMAGINAR , ACTUAR. II Catálogo Cerlalc-IBBY de libros infantiles para el desarrollo sostenible.

El catálogo recoge un listado de 72 libros infantiles publicados en los últimos diez años en la región, relacionados en su temática o contenido con los ODS 3 – Salud y Bienestar, y 4 – Educación de calidad. La selección, dirigida por la Gerencia de Lectura, Escritura y Bibliotecas del Cerlalc en coordinación con la Presidencia de IBBY LAC, estuvo a cargo de 151 secciones nacionales de IBBY en los países de América Latina y el Caribe, y da cuenta de la enorme diversidad y riqueza de la oferta editorial para el público infantil en la región, cuya calidad y nivel de desarrollo la consolidan hoy como uno de los segmentos más importantes del sector.

Autor: Cerlalc-IBBY LAC.

Editor: Cerlalc - IBBY Latinoamérica y el Caribe

Idioma: Español


martes, 11 de enero de 2022

"LA HORA". Un poema de la uruguaya (1892-1979) Juana de Ibarbourou.

Tómame ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.

Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía.

Ahora que tengo la carne olorosa
y los ojos limpios y la piel de rosa.

Ahora que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera.

Ahora que mis labios repica la risa
como una campana sacudida aprisa.

Después…, ¡ah, yo sé
que ya nada de eso más tarde tendré!

Que entonces inútil será tu deseo,
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.

¡Tómame ahora que aún es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!

Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.

Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿No ves
que la enredadera crecerá ciprés?

lunes, 10 de enero de 2022

"EL ANILLITO DEL ELFO". Anónimo suizo

Tirado sobre la polvorienta carretera yacía un ramo de dorados “dientes de león”¹. Mucha gente pasaba por su lado sin fijarse en él. Algunos hasta le daban con el pie. Pero cuando Marlenchen lo vio dejó el pesado cesto en el suelo y levantó el ramo. Se dirigió con él al arroyuelo e hizo beber a los tallos.

Mientras mantenía el ramo así en el agua, y los rayos del sol jugueteaban en torno a la niña y las flores, surgió de dentro de una de las abatidas cabecitas de las flores un pequeño elfo, tan pequeño como un dedo, el cual, con una suave vocecita, dijo:

-¡Gracias, Marlenchen!

Se arregló la dorada corona sobre su cabecita, y apareció entonces a su alrededor un claro resplandor, como de una velita de Navidad. Este resplandor lo convirtió el elfo en un anillo para el dedo, fino como un cabello.

-¡Póntelo en el dedo anular de la mano izquierda! -dijo a la niña-. Cuando tú lo mires, relucirán tus ojos, y la persona a quien tú mires se sentirá alegre, y el que esté enojado recobrará su buen humor.

Cuando hubo acabado de hablar, el pequeño elfo desapareció, y Marlenchen no separó, durante el camino de regreso a su casa, sus miradas del anillo. No sentía ya el pesado cesto; ¡todo era tan ligero!…

Pero, cuando llegó delante del portal de la casa, oyó reprender en su interior a la madre, y pelearse entre sí a las hermanas. Eran siete y daban mucho que hacer. Entonces miró Marlenchen de nuevo su anillito y entró decidida en la habitación.

A su entrada, todos levantaron la mirada. ¡Cómo resplandecía Marlenchen! De golpe se acabaron las riñas y las discusiones. La madre se dirigió gozosa al trabajo, y todo le salía fácil de la mano, y los pequeños jugaban con Marlenchen, y todos se querían entre sí.

Cuando se hizo de noche, regresó a casa el padre, cansado y abatido del pesado trabajo y del largo camino. Marlenchen salió a su encuentro. Al ver a la niña rió el padre; él mismo no sabía por qué, pero sentía su corazón repleto de alegría hasta lo infinito.

Nadie vio el anillo en el dedo de Marlenchen. Era invisible para los demás. Pero Marlenchen sí lo veía, y lo conservó en su dedo durante toda su vida. Cuando se despertaba por la mañana, a él dirigía su primera mirada, y a su vista lucía el sol en sus ojos. Este sol calentaba todo lo que estaba cerca de la niña. Si había alguien enfermo en la casa, o triste simplemente, o enfadado, mandaban a buscar entonces a Marlenchen, y todo se ponía nuevamente bien. La gente llamaba a Marlenchen “la niña del Sol”. Ellos mismos no sabían por qué, pero no podían encontrarle otro nombre mejor.

FIN

domingo, 9 de enero de 2022

"¿EL CLÁSICO INFANTIL ES SEXISTA Y TÓXICO? Caperucita también sobrevivirá a la censura progresista. Por Carolina Martínez

Hace unas semanas, la escuela Tàber de Barcelona, que pertenece a la Generalitat (es pública) propuso retirar de su biblioteca el libro Caperucita Roja por considerarlo "tóxico" y sexista. No es la primera ni la última vez que va a ocurrir.

Acá en Argentina, sin ir más lejos, tenemos a las famosas antiprincesas que reversionan “con perspectiva de género” los clásicos sin empacho en destruir obras literarias solo porque “Investigamos y supimos que la mayoría de los cuentos tradicionales nacieron con la idea de enseñarnos algo. […] Caperucita Roja era una forma de advertirnos que no debíamos confiar en desconocidos y había que hacer siempre lo que nos decían madres y padres. Pero todas esas historias también cuentan algo más: que si no fuera por el cazador, el príncipe, o el mago, no habría final feliz.” Es que no hay cosa más simplona que un censor, en este caso un grupo de censoras que forman la comisión de género de la escuela Taber de Barcelona.

Un censor o censora debe convertir una obra en un panfleto. Sacar de ella cualquier interpretación alternativa. Extraer todo lo que tiene de histórico. Y finalmente tirarla a la basura con la recomendación de que por tal o cual cosa es peligrosa. En este caso las censoras del Tàber consideraron que el 60 por ciento de los libros de la biblioteca debían ser eliminados y que solo sacaban el 30 por ciento porque la escuela quedaría sin libros. Y sí, claro. Con ojos de censura y bien de cerca y buscando todos los libros deberían ser retirados del mercado por algún razón.

Pero es Caperucita contra la que todo el tiempo se lanzan los dardos.

Una niñita con una caperuza roja que le tejió su abuelita.

Una abuelita que espera enferma.

Un lobo astuto y hambriento que la engaña.

Tres personajes que tienen una potencia y una perdurabilidad que se mantiene intacta por más de 300 años, que ha sido apropiada por cada una de las culturas y las ideologías imperantes de las distintas épocas, ha sido reescrita, adaptada, readaptada y versionada por cientos de autores. Que ha cambiado el contenido de la canastita de alimento que la niñita lleva a la abuelita de acuerdo a cada moda comestible, que ha cambiado por lobos modernos que dejan la carnicería y se transforman al veganismo, que entran a la universidad, abuelitas que hartas de ser comida huyen y se mudan a un geriátrico, caperucitas que organizan congresos, que envenenan al lobo, que escapan de sus panzas. Y podría seguir así enumerando, porque debe haber miles de versiones.

Caperucita es quizás de los más inquietantes. Ha sido criticado por todo el abanico de ideologías: el conservadurismo lo retiraba de las escuelas hace unos años por cruento, salvaje, sanguinario, no apto para las ingenuas mentes infantiles. El progresismo lo retira ahora por patriarcal salvaje, sanguinario, no apto para las ingenuas mentes infantiles. ¡Caramba que coincidencia!

Hemos dado toda la vuelta para no llegar a ninguna parte, dice María Teresa Andruetto en su texto Los valores y el valor se muerden la cola.

Pero lo interesante acá es que esta censura en particular deja al desnudo tres cosas.

La primera es la tremenda potencia que los censores le otorgan al texto que piensan que es capaz de transforman un niño o niña en un ser más o menos discriminado o discriminador con solo leerlo. La segunda es la idea de que los niños y niñas son esponjas que absorben sin dilucidar que tipo de información están recibiendo. Y por último, la tercera es que los censores y censoras no se enteran mucho de qué es la literatura y cómo toda obra cultural es fruto de una época. 

Empecemos por el final, en 1697 Charles Perrault recopila un cuento que nació para adultos, que advierte sobre el cuidado sexual, sobre la autoprotección y aconseja a las jovencitas, que entonces no tenían voluntad, posibilidad o derechos de protegerse de los lobos empalagosos. Son los hermanos Grimm casi dos siglos después -inaugurando el concepto de infancia- quienes deciden poner una familia, una casa, un cazador o leñador y desde ahí en adelante las versiones no pararon. Los cuentos maravillosos, los cuentos clásicos, los cuentos de hadas, los cuentos tradicionales o como quiera cada investigador nombrar son extraordinariamente subversivos. Esa es su potencia y la base de su perdurabilidad, la otra es que son en extremo humanos, nos reflejan. Nos hablan de nosotros.

Caperucita roja interpela nuestra idea de infancia, nuestra necesidad de protección, nuestra idea de lo que es o no tolerable para el mundo adulto con respecto a la acción de enfrentar a un peligro a las niñas. Sin embargo casi todos los días alguna niña sale de su casa y no vuelve.

El problema es que los adultos, igual que en los años ’50 consideran que los niños son “esponjas” que “absorben” lo que nosotros los adultos ponemos en sus cabezas. Como si los niños y las niñas fueran una especie de ánfora en la que colocamos ideas, pensamientos, formas de ver el mundo, y que solo ejecutan esas órdenes como robots.

Creo que los niños ocupan en el imaginario social de la actualidad el lugar que las mujeres luego de años y años de lucha hemos logrado ir dejando paulatinamente atrás. El lugar de esos seres sin recursos, sin criterio, sin pensamiento crítico, sin ideas o pensamientos propios, sin sentido de la realidad.

La infancia es una época terrible de incertidumbre e indefensión, las reglas las pone otro más fuerte y con más poder. Cada día millones de niños y niñas luchan por sobrevivir y no es un decir, luchan por su vida en la calle, en países en guerra o padecen el bullying en las escuelas. Y muchos de ellos no llegan ni a la altura de una mesa.

El adultocentrismo a la enésima potencia, una suerte de adultriarcado que considera a los niños y niñas seres en construcción que solo se completan con la llegada a la adultez. Y qué gente tan errada. Los niños y niñas son seres fuertes, flexibles de pensamiento, feroces y especialmente completos. La niñez es una época de soledad, de falta de información, de premura por crecer y comprender todo lo que ocurre. Son extranjeros en un mundo donde la mayoría de los adultos los considera igual que la comisión de género de la escuela Taber.

De todas maneras no me preocupa especialmente, Caperucita va a poder sobrevivir también a esta censura progresista que la considera otra vez políticamente incorrecta. Los niños y niñas van a seguir leyendo y encontrando historias que les muestren la realidad y las vicisitudes que enfrentan cada día. Y los censores van a seguir tratando de decirnos que está bien y que está mal.

Por supuesto que es deber de quienes respetamos las infancias poner todos los textos a disposición y exigir a estos conservadores progresistas que den un paso atrás con esta escalada moral. Y siempre podemos leer la historia de la hermosa nena con su caperuza roja.


sábado, 8 de enero de 2022

"DESPUÉS DE LAS FIESTAS". Julio Cortázar

Y cuando todo el mundo se iba
y nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,

qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,

eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados.


viernes, 7 de enero de 2022

El evangelio según Marcos. Un cuento de Jorge Luis Borges

El hecho sucedió en la estancia Los Álamos, en el partido de Junín, hacia el sur, en los últimos días del mes de marzo de 1928. Su protagonista fue un estudiante de medicina, Baltasar Espinosa. Podemos definirlo por ahora como uno de tantos muchachos porteños, sin otros rasgos dignos de nota que esa facultad oratoria que le había hecho merecer más de un premio en el colegio inglés de Ramos Mejía y que una casi ilimitada bondad. No le gustaba discutir; prefería que el interlocutor tuviera razón y no él. Aunque los azares del juego le interesaban, era un mal jugador, porque le desagradaba ganar. Su abierta inteligencia era perezosa; a los treinta y tres años le faltaba rendir una materia para graduarse, la que más lo atraía. Su padre, que era librepensador, como todos los señores de su época, lo había instruido en la doctrina de Herbert Spencer, pero su madre, antes de un viaje a Montevideo, le pidió que todas las noches rezara el Padrenuestro e hiciera la señal de la cruz. A lo largo de los años no había quebrado nunca esa promesa. No carecía de coraje; una mañana había cambiado, con más indiferencia que ira, dos o tres puñetazos con un grupo de compañeros que querían forzarlo a participar en una huelga universitaria. Abundaba, por espíritu de aquiescencia, en opiniones o hábitos discutibles: el país le importaba menos que el riesgo de que en otras partes creyeran que usamos plumas; veneraba a Francia pero menospreciaba a los franceses; tenía en poco a los americanos, pero aprobaba el hecho de que hubiera rascacielos en Buenos Aires; creía que los gauchos de la llanura son mejores jinetes que los de las cuchillas o los cerros. Cuando Daniel, su primo, le propuso veranear en Los Álamos, dijo inmediatamente que sí, no porque le gustara el campo sino por natural complacencia y porque no buscó razones válidas para decir que no. 

El casco de la estancia era grande y un poco abandonado; las dependencias del capataz, que se llamaba Gutre, estaban muy cerca. Los Gutres eran tres: el padre, el hijo, que era singularmente tosco, y una muchacha de incierta paternidad. Eran altos, fuertes, huesudos, de pelo que tiraba a rojizo y de caras aindiadas. Casi no hablaban. La mujer del capataz había muerto hace años. CONTINUAR LEYENDO

jueves, 6 de enero de 2022

"EL CAMELLO COJITO". Gloria Fuertes

El camello se pinchó
con un cardo en el camino
y el mecánico Melchor
le dio vino.
Baltasar fue a repostar
más allá del quinto pino
e intranquilo el gran Melchor
consultaba su «Longinos»

.—¡No llegamos,
no llegamos
y el Santo Parto ha venido!
—Son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido.

El camello cojeando
más medio muerto que vivo
va espeluchando su felpa
entre los troncos de olivos.

Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
—Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.

A la entrada de Belén
al camello le dio hipo.
¡Ay, qué tristeza tan grande
en su belfo y en su tipo!

Se iba cayendo la mirra
a lo largo del camino;
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.

Y a las tantas ya del alba
—ya cantaban pajarillos—
los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.
—No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero al camello, le quiero.
Le quiero —repitió el Niño.

A pie vuelven los tres reyes
cabizbajos y afligidos.

Mientras el camello echado
le hace cosquillas al Niño



 

"EL REGALO QUE YO QUIERO". Gloria Fuertes

 


"LOS REYES". Un poema de Luis Cernuda

Baltasar

Como pastores nómadas, cuando hiere la espada del invierno,
tras una estrella incierta vamos, atravesando de noche los desiertos,
acampados de día junto al muro de alguna ciudad muerta,
donde aúllan chacales; mientras, abandonada nuestra tierra,
sale su cetro a plaza, para ambiciosos o charlatanes que aún exploten
el viejo afán humano de atropellar la ley, el orden.
Buscamos la verdad, aunque verdades en abstracto son cosa innecesaria,
lujo de soñadores, cuando bastan menudas verdades acordadas.
Mala cosa es tener el corazón henchido hasta dar voces, clamar por la verdad, por la justicia.
No se hizo el profeta para el mundo, sino el dúctil sofista
que toma el mundo como va: guerras, esclavitudes, cárceles y verdugos
son cosas naturales, y la verdad es sueño, menos que sueño, humo.

Gaspar

Amo el jardín, cuando abren las flores serenas del otoño,
el rumor de los árboles, cuya cima dora la luz toda reposo,
mientras por la avenida el agua esbelta baila sobre el mármol
y a lo lejos se escucha, entre el aire más denso, un pájaro.
Cuando la noche llega, y desde el río un viento frío corre
sobre la piel desnuda, llama la casa al hombre,
hecha voz tibia, entreabiertos sus muros como una concha oscura,
con la perla del fuego, donde sueño y deseo juntan sus luces puras.
Un cuerpo virgen junto al lecho aguarda desnudo, temeroso,
los brazos del amante, cuando a la madrugada penetra y duele el gozo.
Esto es la vida. ¿Qué importan la verdad o el poder junto a esto?
Vivo estoy. Dejadme así pasar el tiempo en embeleso.

Melchor

No hay poder sino en Dios, en Dios sólo perdura la delicia;
el mar fuerte es su brazo, la luz alegre su sonrisa.
Dejad que el ambicioso con sus torres alzadas oscurezca la tierra;
pasto serán del huracán, con polvo y sombra confundiéndolas.
Dejad que el lujurioso bese y muerda, espasmo tras espasmo;
allá en lo hondo siente la indiferencia virgen de los huesos castrados.
¿Por qué os doléis, ¡oh reyes!, del poder y la dicha que atrás quedan?
Aunque mi vida es vieja no vive en el pasado, sino espera;
espera los momentos más dulces, cuando al alma regale
la gracia, y el cuerpo sea al fin risueño, hermoso e ignorante.
Abandonad el oro y los perfumes, que el oro pesa y los aromas aniquilan.
Adonde brilla desnuda la verdad nada se necesita.

Baltasar

Antífona elocuente, retórica profética de raza a quien escapa con el poder la vida.
Pero mi pueblo es joven, es fuerte, y diferente del tuyo israelita.

Gaspar

Si el beso y si la rosa codicio, indiferente hacia los dioses todos,
es porque beso y rosa pasan. Son más dulces los efímeros gozos.

Melchor

Locos enamorados de las sombras. ¿Olvidáis, tributarios
como son vuestros reinos del mío, que aún puedo sujetaros
a seguir entre siervos descalzos, el rumbo de mi estrella?
¿Qué es soberbia o lujuria ante el miedo, el gran pecado, la fuerza de la tierra?

Baltasar

Con tu verdad pudiera, si la hallamos, alzar un gran imperio.

Gaspar

Tal vez esa verdad, como una primavera, abra rojos deseos.


martes, 4 de enero de 2022

"EL LECTOR". Un poema de Rainer María Rilke.

¿Quién le conoce, a éste que bajó
su rostro, desde un ser hacia un segundo ser,
quien sólo el veloz pasar páginas plenas
a veces interrumpe con violencia?

Ni siquiera su madre estaría segura
de si él es el que allí lee algo, empapado
de su sombra. Y nosotros, que teníamos horas,
¿qué sabemos de cuánto se le desvaneció

hasta que, con esfuerzo, alzó la vista?
cargando sobre sí lo que, abajo, en el libro,
sucedía, y con ojos dadivosos, que en vez
de tomar, se topaban a un mundo pleno y listo:

omo niños callados que jugaban a solas
y, de pronto, vivencian lo existente;
mas sus rasgos, que estaban ordenados,
quedaron alterados para siempre .



lunes, 3 de enero de 2022

"LOS PADRES MIENTEN". Un cuento de Juan José Millás.

Mi hermano mayor me despertó a medianoche para revelarme el siguiente secreto:

—Dentro de poco te dirán que los Reyes Magos son los padres. Se lo dicen a todo el mundo al cumplir tu edad. No te lo creas. Los Reyes existen, pero como los mayores no saben el modo de explicar su existencia, dicen eso, que son los padres.

Mi hermano dormía en la cama de al lado. Nuestra relación no era ni buena ni mala, así que a veces nos llevábamos bien y a veces mal. Pero éramos cómplices de muchas cosas. Fumamos el primer cigarrillo juntos; hurtamos juntos también las primeras monedas del bolsillo de la chaqueta de mi padre; él me hacía los deberes de matemáticas y yo los de lengua… Dependíamos el uno del otro, en fin, en demasiadas cosas. Como decía aquél, dos que han robado caballos juntos están condenados a protegerse. La protección pasaba por hacernos este tipo de confidencias sobre las verdades básicas de la vida. Si los Reyes existían y él lo había averiguado, era mejor que yo lo supiera, por duro que resultara para mí.

Lo cierto es que yo ya había oído en el colegio rumores acerca de que Melchor, Gaspar y Baltasar eran los padres. Pero no les había prestado atención. Lo que no podía imaginarme era que los rumores procedieran de los adultos. Si ya les tenía poco respeto, lo perdieron del todo tras la revelación de mi hermano mayor.

En efecto, ese mismo año, cuando nos dieron las vacaciones de Navidad, mi madre me llamó un día y empezó a preguntarme qué pensaba yo de los Reyes Magos.

Le dije que les tenía en gran consideración (no de este modo, claro, no era un niño cursi), aunque no siempre me trajeran lo que les pedía, pues me hacía cargo de que había en el mundo muchos niños y que no podían complacer a todos. Mamá se quedó desconcertada, ya que lo normal, cuando a un chico se le quita la venda de los ojos en este asunto, es que el chico esté ya al cabo de la calle. Creo que estuvo a punto de desistir, pero finalmente tomó aire y me dijo que los Reyes Magos eran los padres.

—Se trata —añadió— de una mentira que mantenemos durante la infancia, porque la infancia es una época de ilusiones fantásticas, pero tú ya no tienes edad para creer en los Reyes. A tu hermano se lo dijimos también cuando cumplió tus años.

Mi hermano me había aconsejado que cuando me contaran la mentira de que los Reyes eran los padres, fingiera que me lo creía, pues de lo contrario les parecería un chico raro y me llevarían al psicólogo.

—Yo —añadió— también lo fingí. Como comprenderás, si ellos se quedan más tranquilos así, tampoco cuesta tanto darles gusto.

Hice, pues, como que me lo creía y me fui a mi cuarto a escribir la carta a los Reyes, una carta, por primera vez, clandestina. Ese año, habida cuenta de que ya era un chico mayor y que me hacía cargo de la situación mundial, que era un desastre, les pedí cosas más razonables que en otras ocasiones. Mi hermano puso mi carta en el mismo sobre que la suya y se encargó de echarlas al correo. Curiosamente, ése fue el primer año que me trajeron todo lo que les pedí.

Al regresar de las vacaciones de Navidad al colegio, comprobé que a todos los de mi clase les habían dicho que los Reyes eran los padres, y todos se lo habían creído.

Estuve a punto de sacarles de su error, pero mi hermano también me había dicho que ni se me ocurriera, porque me tomarían por loco. La conspiración para eliminar esa creencia de la cabeza de los chicos era prácticamente universal y resultaba ingenuo tratar de enfrentarse a ella, pese a las numerosas pruebas existentes, repartidas entre la Biblia, la Historia Sagrada y los propios hechos, pues lo cierto es que aun después de dejar de creer en los Reyes la gente continuaba recibiendo regalos.

Tuve la suerte, en fin, de mantener esa ilusión durante mucho más tiempo que mis compañeros. Si he de ser sincero, no recuerdo exactamente la edad en la que dejé de creer en los Reyes Magos, quizá cuando falleció mi hermano y en su funeral recordé esta historia fantástica que no sé cómo se le pudo ocurrir. Aunque también es cierto que una vez instalado en el mundo de los adultos comprobé que mentían tanto y de manera tan gratuita, que no sería raro que mi hermano llevara razón y que también hubieran mentido en esto. Este año, como todos desde aquella época, les escribí una carta clandestina (en mi casa ya no creen en los Reyes ni mis hijos) y me han traído de nuevo todo lo que les pedí.

domingo, 2 de enero de 2022

"EL REGALO DE LOS REYES MAGOS". Un cuento de O. Henry (1905)

Un dólar y ochenta y siete centavos. Eso era todo. Y setenta centavos estaban en céntimos. Céntimos ahorrados, uno por uno, discutiendo con el almacenero y el verdulero y el carnicero hasta que las mejillas de uno se ponían rojas de vergüenza ante la silenciosa acusación de avaricia que implicaba un regateo tan obstinado. Delia los contó tres veces. Un dólar y ochenta y siete centavos. Y al día siguiente era Navidad.

Evidentemente no había nada que hacer fuera de echarse al miserable lecho y llorar. Y Delia lo hizo. Lo que conduce a la reflexión moral de que la vida se compone de sollozos, lloriqueos y sonrisas, con predominio de los lloriqueos.

Mientras la dueña de casa se va calmando, pasando de la primera a la segunda etapa, echemos una mirada a su hogar, uno de esos departamentos de ocho dólares a la semana. No era exactamente un lugar para alojar mendigos, pero ciertamente la policía lo habría descrito como tal.

Abajo, en la entrada, había un buzón al cual no llegaba carta alguna, Y un timbre eléctrico al cual no se acercaría jamás un dedo mortal. También pertenecía al departamento una tarjeta con el nombre de “Señor James Dillingham Young”.

La palabra “Dillingham” había llegado hasta allí volando en la brisa de un anterior período de prosperidad de su dueño, cuando ganaba treinta dólares semanales. Pero ahora que sus entradas habían bajado a veinte dólares, las letras de “Dillingham” se veían borrosas, como si estuvieran pensando seriamente en reducirse a una modesta y humilde “D”. Pero cuando el señor James Dillingham Young llegaba a su casa y subía a su departamento, le decían “Jim” y era cariñosamente abrazado por la señora Delia Dillingham Young, a quien hemos presentado al lector como Delia. Todo lo cual está muy bien.

Delia dejó de llorar y se empolvó las mejillas con el cisne de plumas. Se quedó de pie junto a la ventana y miró hacia afuera, apenada, y vio un gato gris que caminaba sobre una verja gris en un patio gris. Al día siguiente era Navidad y ella tenía solamente un dólar y ochenta y siete centavos para comprarle un regalo a Jim. Había estado ahorrando cada centavo, mes a mes, y éste era el resultado. Con veinte dólares a la semana no se va muy lejos. Los gastos habían sido mayores de lo que había calculado. Siempre lo eran. Sólo un dólar con ochenta y siete centavos para comprar un regalo a Jim. Su Jim. Había pasado muchas horas felices imaginando algo bonito para él. Algo fino y especial y de calidad -algo que tuviera justamente ese mínimo de condiciones para que fuera digno de pertenecer a Jim. Entre las ventanas de la habitación había un espejo de cuerpo entero. Quizás alguna vez hayan visto ustedes un espejo de cuerpo entero en un departamento de ocho dólares. Una persona muy delgada y ágil podría, al mirarse en él, tener su imagen rápida y en franjas longitudinales. Como Delia era esbelta, lo hacía con absoluto dominio técnico. De repente se alejó de la ventana y se paró ante el espejo. Sus ojos brillaban intensamente, pero su rostro perdió su color antes de veinte segundos. Soltó con urgencia su cabellera y la dejó caer cuan larga era. CONTINUAR LEYENDO