sábado, 30 de mayo de 2020

Los puentes. Un poema de Dulce María Loynaz

Yo vi un puente cordial tenderse generoso
de una roca erizada a otra erizada roca,
sobre un abismo negro, profundo y misterioso
que se abría en la tierra como una inmensa boca.

Yo vi otro puente bueno unir las dos orillas
de un río turbio y hondo, cuyas aguas cambiantes
arrastraban con furia las frágiles barquillas
que chocaban rompiéndose en las rocas distantes.

Yo vi también tendido otro elevado puente
que casi se ocultaba entre nubes hurañas...
¡Y su dorso armonioso unía triunfalmente,
en un glorioso gesto, dos cumbres de montañas!...

Puentes, puentes cordiales... Vuestra curva atrevida
une rocas, montañas, riberas sin temor...
¡Y que aun sobre el abismo tan hondo de la vida,
para todas las almas no haya un puente de amor...!

jueves, 28 de mayo de 2020

El conductor, un cuento del húngaro István Örkény

József Pereszlényi, desplazador de materiales, se detuvo con su coche Wartburg, matrícula número CO 75–14, junto al quiosco de periódicos de la esquina.

–Deme un Noticias de Budapest.

–Lamentablemente se agotó.

–Deme uno de ayer, entonces.

–También se acabó. Pero casualmente tengo ya uno de mañana.

–¿También ahí aparece la cartelera del cine?

–Eso sale todos los días.

–Entonces deme ese de mañana –dijo el movilizador de materiales.

Se volvió a sentar en su coche y buscó la programación de los cines. Después de un rato encontró una película checoslovaca –Los amores de una rubia– de la que había oído hablar elogiosamente. La proyectaban en el cine Cueva Azul de la calle Stácio, a partir de las cinco y media.

Justo a tiempo. Todavía faltaba un poco. Siguió hojeando el diario del día siguiente. Le llamó la atención una noticia acerca del desplazador de materiales József Pereszlényi, quien, con su coche Wartburg matrícula CO 75–14 se desplazaba en una velocidad mayor a la permitida por la calle Stácio, y no lejos del cine Cueva Azul chocó de frente con un camión. El descuidado conductor murió en el acto.

“¡Quién lo diría”, pensó Pereszlényi.

Miró su reloj. Ya pronto serían las cinco y media. Guardó el periódico en el bolsillo, se puso en marcha a una velocidad mayor de la permitida, y chocó con un camión en la calle Stácio, no lejos del cine Cueva Azul.

Murió en el acto, con el periódico del día siguiente en el bolsillo.

FIN

miércoles, 27 de mayo de 2020

«Meditación en el umbral», un poema de la poeta mexicana Rosario Castellanos.

No, no es la solución
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoy
ni apurar el arsénico de Madame Bovary
ni aguardar en los páramos de Ávila la visita
del ángel con venablo
antes de liarse el manto a la cabeza
y comenzar a actuar.

Ni concluir las leyes geométricas, contando
las vigas de la celda de castigo
como lo hizo Sor Juana. No es la solución
escribir, mientras llegan las visitas,
en la sala de estar dhttps://i.imgur.com/uLrBm4i.jpg la familia Austen
ni encerrarse en el ático
de alguna residencia de la Nueva Inglaterra
y soñar, con la Biblia de los Dickinson,
debajo de una almohada de soltera.

Debe haber otro modo que no se llame Safo
ni Mesalina ni María Egipciaca
ni Magdalena ni Clemencia Isaura.

Otro modo de ser humano y libre.

Otro modo de ser.

Rosario Castellanos

martes, 26 de mayo de 2020

"Contra el atontamiento digital, ¡leamos en voz alta!" Un articulo de Carlos Benito publicado en La Verdad de Murcia.


A los niños y, por qué no, también a adultos: «Es una actividad que nos puede devolver lo que la tecnología nos quita», defiende un nuevo libro. 

... la lectura en voz alta puede aportarnos unos beneficios particularmente valiosos, como antídoto para los efectos nocivos de la sobredosis tecnológica. «Es probablemente la intervención más económica y eficaz que podemos realizar para el bien de nuestra familia», sostiene Meghan Cox Gurdon en 'La magia de leer en voz alta', un libro recién publicado en España por la editorial Urano (de momento, solo en versión digital, ya que la física se ha retrasado por culpa de la pandemia). La ensayista estadounidense, que reseña literatura infantil en 'The Wall Street Journal', ha combinado la evidencia científica con su experiencia como madre de cinco hijos, hasta llegar a la conclusión de que leer en voz alta se ha vuelto una necesidad urgente, a modo de «contrapeso» capaz de «devolvernos lo que la tecnología nos quita». El «momento mágico» de la lectura compartida es un arma contra el déficit de atención, la adicción a las pantallas, el ensimismamiento en burbujas privadas y, en fin, el atontamiento digital.

«Los aparatos electrónicos mejoran nuestra vida y, al mismo tiempo, hacen que nos cueste más concentrarnos y retener lo que hemos visto y oído y, además, que nos resulte alarmantemente fácil estar solo medio presentes incluso con los seres que más amamos. Leer en voz alta no es simplemente un pasatiempo sencillo, agradable y nostálgico que podemos adoptar o dejar sin consecuencias. Tenemos que reconocerlo como el acto tremendamente transformador e incluso contracultural que es», defiende.

En la infancia, los cuentos leídos en voz alta crean y refuerzan conexiones neuronales y fomentan los patrones óptimos para la arquitectura del cerebro. Se convierten así en una inversión para toda la vida: el profesor británico Adam Swift sostiene que la diferencia de oportunidades entre los niños a los que les leen cuentos y los que no tienen esa suerte es «mayor que entre los que van a un colegio privado elitista y los que no». Meghan Cox Gurdon ha recopilado una buena cantidad de estudios que apuntalan esa tesis. Un ejemplo: los niños que no escuchan cuentos en su primera infancia tienden a ir de doce a catorce meses retrasados en el apartado lingüístico. Otro: la competencia lingüística a los 3 años permite pronosticar con precisión el dominio del idioma que se tendrá a los 10, ya que las palabras llaman a las palabras igual que el dinero llama al dinero. 


lunes, 25 de mayo de 2020

«El retorno», un poema de Amado Nervo

»Vivir sin tus caricias es mucho desamparo;
vivir sin tus palabras es mucha soledad;
vivir sin tu amoroso mirar, ingenuo y claro,
es mucha oscuridad…»

Vuelvo pálida novia, que solías
mi retorno esperar tan de mañana,
con la misma canción que preferías
y la misma ternura de otros días
y el mismo amor de siempre, a tu ventana.

Y elijo para verte, en delicada
complicidad con la Naturaleza,
una tarde como ésta: desmayada
en un lecho de lilas, e impregnada
de cierta aristocrática tristeza.

¡Vuelvo a ti con los dedos enlazados
en actitud de súplica y anhelo
─como siempre─, y mis labios no cansados
de alabarte, y mis ojos obstinados
en ver los tuyos a través del cielo!

Recíbeme tranquila, sin encono,
mostrando el deje suave de una hermana;
murmura un apacible: «Te perdono»,
y déjame dormir con abandono,
en tu noble regazo, hasta mañana….

Amado Nervo

domingo, 24 de mayo de 2020

La mesa, el asno y el bastón maravillosos, un cuento de los Hermanos Grimm


Érase una vez un sastre que tenía tres hijos y una sola cabra. Como la cabra alimentaba con su leche a toda la familia, necesitaba buen pienso, y todos los días había que llevarla a pacer. De esto se encargaban los hijos, por turno. Un día, el mayor la condujo al cementerio, donde la hierba crecía muy lozana, y la dejó hartarse y saltar a sus anchas. Al anochecer, cuando fue la hora de volverse, le preguntó: "Cabra, ¿estás satisfecha?" a lo que respondió el animal:


"Tan harta me encuentro, que otra hoja no me cabe dentro. ¡Beee, beee!"


"Entonces vámonos a casita," dijo el muchacho, y, cogiéndola por la soga, la llevó al establo, donde la dejó bien amarrada. "¿Qué," preguntó el viejo sastre, "ha comido bien la cabra?" - "¡Ya lo creo!" respondió el chico. "Tan harta está, que no le cabe ni una hoja más." Pero el padre, queriendo cerciorarse, bajó al establo y acariciando al animalito, le preguntó: "Cabrita, ¿estás ahíta?" A lo que replicó la cabra:


"¿Cómo voy a estar ahíta? Sólo estuve en la zanjita sin encontrar ni una hojita. ¡Beee, beee!"


"¡Qué me dices!" exclamó el sastre, y, volviendo arriba precipitadamente, puso a su hijo de vuelta y media: "¡Embustero! Me dijiste que la cabra estaba harta, cuando le has hecho pasar hambre." Y, encolerizado, midióle la espalda con la vara, y a palos lo echó de casa.


Al día siguiente le tocó al hijo segundo, el cual buscó un buen lugar, en un rincón del huerto, lleno de jugosa hierba, donde la cabra se hinchó de comer, dejándolo todo pelado.


Al anochecer, a la hora de regresar le preguntó: "Cabrita, ¿estás harta?" A lo que replicó la cabra:


"Tan harta me encuentro, que otra hoja no me cabe dentro. ¡Beee, beee!"


"¡Vámonos, pues!" dijo el muchacho, y, llegados a casa, la ató al establo. "¿Qué," dijo el viejo sastre, "ha comido bien la cabra?" - "¡Ya lo creo!"-respondió el chico. Tan harta está, que no le cabe una hoja más." Pero el sastre, no fiándose de las palabras del mozo, bajó al establo y preguntó: "Cabrita, ¿estás ahíta?" Y contestó la cabra:


"¿Cómo voy a estar ahíta? Sólo estuve en la zanjita sin encontrar ni una hojita. ¡Beee, beee!"


"¡Truhán! ¡Desalmado!" exclamó el sastre. "¡Mira que hacer pasar hambre a un animal tan manso!" Y, subiendo las escaleras de dos en dos, echó a palos al segundo hijo. CONTINUAR LEYENDO



Material útil para padres: cuentos infantiles gratis sobre el coronavirus y el confinamiento. Un artículo de El País.

Muchos se han visto con la necesidad de encontrar las palabras justas para explicar a sus hijos qué es el coronavirus y por qué es necesario quedarse en casa y no salir a la calle


El pasado 9 de abril la OMS hacía público Mi héroe eres tú: ¡cómo pueden los niños luchar contra la Covid-19!, un álbum ilustrado desarrollado por el Grupo de Referencia del Comité Permanente entre Organismos sobre Salud Mental y Apoyo Psicosocial en Situaciones de Emergencia (GR IASC SMAPS) en colaboración con varias entidades sanitarias y ONG especializadas en infancia. A través de una historia repleta de imaginación y fantasía, Sara, la pequeña protagonista del cuento escrito ilustrado por Helen Patuck, intenta explicar a niños y niñas qué es el coronavirus y qué podemos hacer para no contagiarnos ni contagiar a otros ciudadanos; y aborda aspectos emocionales como el miedo, el hecho de echar de menos a seres queridos a los que no se puede ver o la angustia que supone el estar encerrado sin poder pisar la calle. La flexibilización del confinamiento de los niños es una demanda que llevan haciendo los expertos semanas y que merece una mención especial este miércoles 15 de abril, Día del Niño en España.

Para cuando el libro de la OMS empezó a circular de móvil a móvil, El hada Titi ya llevaba tiempo convertido en sorprendente fenómeno viral en España. La prueba es que, publicado originalmente en catalán, ha sido traducido ya al castellano e incluso hay personas que se han ofrecido a traducirlo al inglés y al alemán.

“No esperábamos este éxito del libro”, confiesa la periodista Alba Carreres, autora de un texto ilustrado por Natalia Albert. Ambas son madres y sus hijos compañeros en una escuela infantil, aunque confiesa que hasta ahora apenas habían coincidido en el centro. Al resto de padres y madres de la escuela infantil fue precisamente a quienes primero enviaron el libro a través del grupo de WhatsApp que comparten. A partir de allí las redes sociales y las apps de mensajería hicieron el resto. “Estamos muy contentas porque nos han contactado otras guardes pidiéndonos permiso para difundirlo e incluso se está contando en hospitales y pasándose en salas de espera de pediatría para intentar que los niños que por desgracia están allí puedan disfrutarlo. Cuanta más gente lo lea, lo comparta y pueda hacer a las criaturas felices un rato, pues mucho mejor”, afirma a El País.

El hada Titi está protagonizado por una pequeña pajarita confinada en casa y cuyo abuelo está contagiado por el coronavirus. Una peculiar hada, caracterizada de profesional sanitaria, se presentará ante ella para explicarle la situación y qué hacer para que el hada no pierda sus poderes y pueda cuidar a su abuelo. CONTINUAR LEYENDO.

sábado, 23 de mayo de 2020

Mi héroe, eres tú: Cómo pueden los niños luchar contra la COVID-19.



Este libro fue un proyecto desarrollado por el Grupo de Referencia del Comité Permanente entre Organismos sobre Salud Mental y Apoyo Psicosocial en Situaciones de Emergencia (GR IASC SMAPS). El proyecto contó con el apoyo de expertos mundiales, regionalesy nacionales de los Organismos Miembros del GR IASC SMAPS, además de padres, cuidadores, profesores y niños de 104 países. Se distribuyó una encuesta mundial en árabe, inglés, italiano, francés y español para evaluar la salud mental y las necesidades psicosociales de los niños durante el brote de COVID-19. Con los resultados de la encuesta se elaboró un marco de temas que se abordarán en la historia. 

El libro fue compartido a través de cuentos a niños de varios países afectados por COVID-19. La retroalimentación de los niños, padres y cuidadores se usó luego para revisar y actualizar la historia. Más de 1.700 niños, padres, cuidadores y profesores de todo el mundo se tomaron el tiempo de compartir con nosotros cómo estaban enfrentando la pandemia de COVID-19. Un gran agradecimiento a estos niños, sus padres, cuidadores y profesores por completar nuestras encuestas e influir en esta historia. Esta es una historia desarrollada por y para los niños de todo el mundo.

Este GR IASC SMAPS reconoce a Helen Patuck por escribir el guión de la historia e ilustrar este libro.

©IASC, 2020. Esta obra se publicó en virtud de la licencia IGO Creative Commons Attribution-NonCommercialShareAlike 3.0 (CC BY-NC-SA 3.0 IGO; https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/igo). En virtud de los términos de esta licencia, usted podrá reproducir, traducir y adaptar este trabajo con fines no comerciales, siempre y cuando el trabajo esté citado correctamente.


viernes, 22 de mayo de 2020

Soneto gongorino. Un poema de García Lorca

Soneto gongorino

Este pichón del Turia que te mando,
de dulces ojos y de blanca pluma,
sobre laurel de Grecia vierte y suma
llama lenta de amor do estoy parando.

Su cándida virtud, su cuello blando,
en limo doble de caliente espuma,
con un temblor de escarcha, perla y bruma
la ausencia de tu boca está marcando.

Pasa la mano sobre su blancura
y verás qué nevada melodía
esparce en copos sobre tu hermosura.

Así mi corazón de noche y día,
preso en la cárcel del amor oscuro,
llora sin verte su melancolía.

miércoles, 20 de mayo de 2020

El coraje de una resistente. Un artículo de Reyes Mate publicado en el País sobre la judía holandesa Etty Hillesum.

Etty Hillesum, en su casa de Amsterdam.
Pese al trato preferente dado a su familia, la judía holandesa Etty Hillesum decidió ir voluntaria al campo de concentración de Westerbork. Un diario recoge su experiencia.

Etty Hillesum (1914-1943) es una joven judía holandesa, asesinada en Auschwitz, autora de un diario escrito en el campo de concentración de Westerbork entre marzo de 1941 y octubre de 1942. Los cuadernos, descubiertos en los años ochenta, ven ahora ve la luz en castellano bajo el título de Una vida conmocionada, seis años después de que fueran publicadas sus cartas en El corazón pensante de los barracones (Anthropos, 2001).

Éste no es un libro más sobre los campos. Está escrito desde el interior de uno de ellos y, a diferencia de los otros, no se limita a contar la vida concentracionaria. Hillesum extiende su mirada sobre Europa y ofrece una visión del mundo sólo comparable a la de Primo Levi en Hundidos y salvados, escrito 45 años después.

 No escribe para dejar constancia de los sufrimientos de su pueblo, sino por afición literaria. A los 27 años, escasamente preocupada por problemas políticos o religiosos, quiere ser escritora y nada como poner a prueba su talento contando lo que pasa. Pero lo que pasa deja pronto de ser pasto literario. El mundo vive una tragedia y ella pone en juego su inmenso talento para descifrar el alcance.

Aunque su familia tiene la condición de "Prominenten", que le garantiza un trato excepcional, ella decide compartir el destino de su pueblo, por eso se va voluntariamente al campo de Westerbork. De allí debe partir cada semana un fatídico tren con carga humana para alimentar los hornos crematorios de los campos de exterminio. Ella consuela como puede a los seleccionados por el propio Consejo Judío, pero cuando ve cómo los ricos e influyentes se las arreglan para evitar la selección, entiende que es ella la que tiene que subirse al tren.

Decía Levi que para sobrevivir en el campo había que hacerse cargo de la condición de deportado y no gastar energías añorando el mundo perdido. La misma idea sostiene Hillesum, pero aplicada a la sobrevivencia espiritual. Para no sucumbir espiritualmente a la barbarie nazi hay que armarse interiormente. El SS no busca sólo la muerte física del deportado sino también expulsarle de la condición humana y que éste se lo crea. Para hacerle frente no basta el bagaje que se traiga de fuera. Se impone "un cambio en el corazón y en la mente de cada individuo". Algunos le reprochan que eso es resignación política y ella responde que el daño político del fascismo es tal que no valen viejas recetas.

Para calibrar el daño del régimen hitleriano no hay que mirar sólo lo que pasa en los campos de concentración o de exterminio porque "toda Europa se va transformando en un gigantesco campo de concentración". Adelantándose a lo que ahora dice Giorgio Agamben, ella ya veía que "todo es campo". Y si todo es campo no hay un lugar exterior en el que refugiarse, de ahí la necesidad de organizar la resistencia interior.

Esta lucidez y este coraje es lo que hace de Hillesum un personaje fuera de lo común. Si todo es campo, no hay discurso válido que se haga ignorando la barbarie, con lo que se distancia de todos esos intelectuales que entonces y después quisieron pensar Europa de espaldas a lo que ocurría u ocurrió. Pero, aunque todo sea campo, hay un espacio para la resistencia interior y en esto también se distanciaba de quienes pensaron dentro del campo que sólo había sitio para la supervivencia física.

En el campo pudo constatar dos cosas: que el sufrimiento no es una fatalidad, sino una injusticia, y que ni siquiera el Dios de Abraham está ahí para hacerse cargo de ellas. Es cada hombre, quien tiene que responder de las injusticias, de las que existen y no sólo de las que cada cual cause directamente. Está apuntando al concepto moral de responsabilidad absoluta que, si en un tiempo fue cosa de Dios, desde Auschwitz es asunto del hombre.

Lo que ha fascinado a sus lectores es cómo esta joven mundana, que escribió un diario para ser escritora, ha acabado siendo una autoridad espiritual, sin más escuela que la experiencia y la reflexión sobre el sufrimiento de su tiempo.

martes, 19 de mayo de 2020

Poema de amor de Jaime Sabines: No es que muera de amor…

No es que muera de amor, muero de ti.

Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mí muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro
acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto , interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte ,amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mí, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.

lunes, 18 de mayo de 2020

El último rostro. Un cuento de Álvaro Mutis.

El último rostro es el rostro con el que te recibe la muerte.

De un manuscrito anónimo de la Biblioteca del Monasterio del Monte Athos, siglo XI.

Las páginas que van a leerse pertenecen a un legajo de manuscritos vendidos en la subasta de un librero de Londres pocos años después de terminada la segunda guerra mundial. Formaron parte estos escritos de los bienes de la familia Nimbourg-Napierski, el último de cuyos miembros murió en Mers-el Kebir combatiendo como oficial de la Francia libre. Los Nimbourg-Napierski llegaron a Inglaterra meses antes de la caída de Francia y llevaron consigo algunos de los más preciados recuerdos de la familia: un sable con mango adornado de rubíes y zafiros, obsequio del mariscal José Poniatowski al coronel de lanceros Miecislaw Napierski, en recuerdo de su heroica conducta en la batalla de Friedland; una serie de bocetos y dibujos de Delacroix comprados al artista por el príncipe de Nimbourg-Boulac, la colección de monedas antiguas del abuelo Nimbourg-Napierski, muerto en Londres pocos días después de emigrar y los manuscritos del diario del coronel Napierski, ya mencionados.

Por un azar llegaron a nuestras manos los papeles del coronel Napierski y al hojearlos en busca de ciertos detalles sobre la batalla de Bailén, que allí se narra, nuestra vista cayó sobre una palabra y una fecha: Santa Marta, diciembre de 1830. Iniciada su lectura, el interés sobre la derrota de Bailén se esfumó bien pronto a medida que nos internábamos en los apretados renglones de letra amplia y clara del coronel de coraceros. Los folios no estaban ordenados y hubo que buscar entre los ocho tomos de legajos aquellos que, por el color de la tinta y ciertos nombres y fechas, indicaban pertenecer a una misma época.

Miecislaw Napierski había viajado a Colombia para ofrecer sus servicios en los ejércitos libertadores. Su esposa, la condesa Adéhaume de Nimbourg-Boulac, había muerto al nacer su segundo hijo y el coronel, como buen polonés, buscó en América tierras en donde la libertad y el sacrificio alentaran sus sueños de aventura truncados con la caída del Imperio. Dejó sus dos hijos al cuidado de la familia de su esposa y embarcó para Cartagena de Indias. En Cuba, en donde tocó la fragata en que viajaba, fue detenido por una oscura delación y encerrado en el fuerte de Santiago. Allí padeció varios años de prisión hasta cuando logró evadirse y escapar a Jamaica. En Kingston embarcó en la fragata inglesa “Shanon” que se dirigía a Cartagena.

Por razones que se verán más adelante, se transcriben únicamente las páginas del Diario que hacen referencia a ciertos hechos relacionados con un hombre y las circunstancias de su muerte, y se omiten todos los comentarios y relatos de Napierski ajenos a este episodio de la historia de Colombia que diluyen y, a menudo, confunden el desarrollo del dramático fin de una vida. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 16 de mayo de 2020

Balada de la Placeta, un poema de Federico García Lorca

    

Cantan los niños
En la noche quieta:
¡Arroyo claro,
Fuente serena!

LOS NIÑOS

¿Qué tiene tu divino
Corazón en fiesta?

YO

Un doblar de campanas,
Perdidas en la niebla.

LOS NIÑOS

Ya nos dejas cantando
En la plazuela.
¡Arroyo claro,
Fuente serena!

¿Qué tienes en tus manos
De primavera?

YO

Una rosa de sangre
Y una azucena.

LOS NIÑOS

Mójalas en el agua
De la canción añeja.
¡Arroyo claro,
Fuente serena!

¿Qué sientes en tu boca
Roja y sedienta?

YO

El sabor de los huesos
De mi gran calavera.

LOS NIÑOS

Bebe el agua tranquila
De la canción añeja.
¡Arroyo claro,
Fuente serena!

¿Por qué te vas tan lejos
De la plazuela?

YO

¡Voy en busca de magos
Y de princesas!

LOS NIÑOS

¿Quién te enseñó el camino
De los poetas?

YO

La fuente y el arroyo
De la canción añeja.

LOS NIÑOS

¿Te vas lejos, muy lejos
Del mar y de la tierra?

YO

Se ha llenado de luces
Mi corazón de seda,
De campanas perdidas,
De lirios y de abejas,
Y yo me iré muy lejos,
Más allá de esas sierras,
Más allá de los mares
Cerca de las estrellas,
Para pedirle a Cristo
Señor que me devuelva
Mi alma antigua de niño,
Madura de leyendas,
Con el gorro de plumas
Y el sable de madera.

LOS NIÑOS

Ya nos dejas cantando
En la plazuela.
¡Arroyo claro,
Fuente serena!

Las pupilas enormes
De las frondas resecas,
Heridas por el viento,
Lloran las hojas muertas.

viernes, 15 de mayo de 2020

En la popa hay un cuerpo reclinado. Un cuento de René Marqués.

A pesar del sol inmisericorde, los ojos se mantenían muy abiertos. Las pupilas, ahora, con esta luz filosa, adquirían una transparencia de miel. La nariz, proyectada al cielo, y el cuello en tensión, parecían modelados en cera: ese blanco cremoso de la cera, esa luminosidad mate del panal convertido en cirio. Lástima que el collar de seda roja ciñera la piel tan prietamente. Lucía bien el rojo sobre el blanco cremoso de la piel. Pero daba una inquietante sensación de incomodidad, de zozobra casi.

El cuerpo desnudo estaba reclinado suave, casi graciosamente, en la popa del bote. Desnudo no. Los senos, un poco caídos por la posición del torso, lograban a medias ocultarse tras la pieza superior de la trusa azul.

Remaba lenta, rítmicamente. No le acuciaba prisa alguna. No sentía fatiga. El tiempo estaba allí inmovilizado, tercamente inmóvil, obstinándose en ignorar su destino de eternidad. Pero el bote avanzaba. Avanzaba ingrávido, como si no existiese el peso del cuerpo semidesnudo reclinado suave, casi graciosamente, sobre la popa…
El bote pesa menos que el sentido de mi vida junto a ti. Y los remos trasmitían la levedad del peso a sus manos. Sus músculos, en la flexión rítmica, apenas si formaban relieve en los bíceps; meras cañas de bambú, apenas nudosos, sin la forma envidiada de otros brazos, a pesar de las vitaminas que en el anuncio del diario garantizaban la posesión de un cuerpo de Atlas, de atleta al menos.

Observó su propio pecho hundido. Debo hacer ejercicio. Es una vergüenza. La franja estrecha de vellos negros separando apenas las tetillas. Dejaré de fumar el mes próximo. Me estoy matando. No sentía el sol encendido en su espalda. Quizás por la brisa. Era una brisa acariciante, suave, fresca, como si en vez de salitre trajera humedad de hoja de plátano o rocío de helechos. Resultaba extraño. Ninguna de sus sensaciones correspondía a la realidad inmediata. Pero el bote avanzaba. Y su propio vientre escuálido formaba arrugas más arriba del pantaloncito de lana. Y abajo, entre sus piernas, el bulto exagerado a pesar de lo tenso del elástico. CONTINUAR LEYENDO


jueves, 14 de mayo de 2020

“Mi vida ha transcurrido en algún sitio…”. Un poema de Anna Ajmátova

Mi vida ha transcurrido en algún sitio
del que yo estaba ausente.
¡Cuántas veces se levantó el telón
y la escena vacía
en vano ha esperado por mí!
¡Cuántas veces
tendió el amor los brazos
hacia mi cuerpo trémulo
y abrazó solo arena,
una mujer sin nombre,
mientras yo sonreía en otra parte!
A mis mejores amigos
los perdí en algún recodo del camino
antes de haberlos encontrado.

Conozco palmo a palmo una ciudad
y nunca he estado en ella.
Me han conmovido hasta las lágrimas
mares que nunca he visto,
versos que nunca he escrito,
un rostro en el espejo,
que era el rostro de mi madre
y el de la hija que no tuve
y el de una desconocida
que me miraba con extraño amor,
pero nunca era el mío.
Alguien que se llevó mis risas,
me ha dejado sus lágrimas.
¿De quién son estas lágrimas,
de quién este dolor
que me traspasa un pecho que no es mío?
Me han robado mi vida,
no lloréis en mi tumba. En ella yace,
bajo mi nombre, una desconocida.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Implacable Kronos, un cuento de Emilia Pardo Bazán

¡Qué juventud y qué edad madura tan laboriosas y aperreadas las de don Zoilo Terrón! Sin una hora de descanso y recreo, sin un minuto que perteneciese al gusto y al solaz, vivió don Zoilo, no como la ostra -al fin, la ostra no trabaja-, sino como la polilla, que roe y roe y no sale de su rincón, no deja su viga telarañosa, no despliega nunca sus alas, buscando lo que las mariposas: luz, calor solar y entreabiertas flores.

Resuelto a ganarse un caudal, porque don Zoilo veía en el dinero la clave de la vida y el eje del mundo, sudó, se afanó y atesoró con incansable codicia, hasta llegar a la suma deseada. Cebado en la asidua labor, no supo don Zoilo lo que era pasear, ni se miró al espejo, ni cuidó de su salud, ni se enteró de que ya iban encorvándose sus espaldas y pesando sobre su cuerpo, recio como plomo, los años. Solo cuando se encontró poderoso, dueño de la riqueza pingüe que de antemano se propusiera obtener, entró a cuentas consigo mismo y advirtió que no había disfrutado miaja ni catado los goces lícitos y sabrosos de la existencia. «He sido una bestia de carga», pensó, lleno de remordimiento y de melancolía. «Esto no puede quedar así. A ver si una vez, por lo menos, soy un racional. Es preciso que yo me case, que tenga familia y pruebe sus alegrías y sus expansiones, y, además, que mi mujer me guste mucho…, tanto como me gusta Casildita Ramírez, la viuda que vive en el segundo piso».

Al hacer estas reflexiones conoció don Zoilo que precisamente la Casildita susodicha era la que le venía pintiparada, porque su lozana beldad, y su sandunga encantadora le sugerían un remolino de ideas bucólicas y juveniles. Al ver de cerca a Casildita, a quien solía encontrarse por la escalera, don Zoilo sentía que toda su malograda mocedad le subía a la cabeza y de allí bajaba al corazón en olas de sangre. Y como el dinero infunde gran aplomo y arrogancia, don Zoilo no titubeó, y sin demora subió a casa de la linda viuda, celebrando con ella una entrevista y descubriéndole llanamente su cristiano y honrado pensamiento.

Estaba Casildita, cuando recibió la fulminante declaración del opulento don Zoilo, más mona aún que de costumbre, porque la sorpresa y la malicia hacían chispear sus grandes ojos morunos, y avivaban la risa en sus labios, y cavaban los traviesos hoyuelos en sus mejillas pálidas y frescas como las hojas de la magnolia. Jugando con un diminuto perrillo de lanas que parecía una bola de cardado y crespo algodón, oyó Casilda las extremosas palabras del vecino, y así que este acabó de formular su súplica, la viuda, halagando al gracioso animalejo por quien se trocaría de muy buena gana don Zoilo, respondió categóricamente:

-A la verdad, lo que usted me propone, para penitencia es atroz, y para ganar la gloria puede que no baste. No me atrevo, vamos, no me atrevo. Si tuviese usted diez añitos menos, diez añitos… Pero ¡si está usted más gris que las ratas y más desdentado que un serrucho viejo! Se reirían de nosotros cuando fuésemos juntos por la calle, créalo usted, ¡la gente es tan mala…! Solo por eso no le complazco a usted, que por lo demás, es usted persona muy apreciable y muy digna.

Salió don Zoilo del cuarto de la viudita desazonadísimo, y al mismo tiempo convencido de que nunca le había gustado tanto, que se moría por ella, y que todas aquellas cosas que había leído que les pasaban a los enamorados furiosos las sentía él en grado heroico y superfino. «¿De qué sirve el dinero -iba rumiando- si no sirve para tener, cuando a uno se le antoja y lo necesita, el pelo negro como la noche y unos dientes que deslumbren de blancos?». Y de pronto, como al que va a ahogarse se le ocurre asirse a un clavo muy delgadillo, ocurriósele a don Zoilo que con «guano» se compran también dientes y pelo.

A escape, el mejor dentista de Madrid -por supuesto, norteamericano- se encargó de amueblar espléndidamente el tenebroso antro de la boca de don Zoilo con una doble fila de mondados piñones, iguales, relucientes y parejos. Llegó después la vez al peluquero -francés, quién lo duda-, y valiéndose de una serie de botecillos de cristal y hasta media docena de cepillos y brochas, hizo pasar la cabellera de don Zoilo del gris amarillento al castaño oscuro, y del castaño oscuro a un negro de carbón, profundo, casi puedo decir que insolente. La misma prolija operación, realizada con la barba, arrancó a don Zoilo una exclamación de pueril regocijo, porque el mágico licor de los empecatados botes le había aliviado del peso de veinte años lo menos, dejándole el rostro encerrado en un marco que afrentaba a la endrina y al ala del cuervo también.

A completar la restauración vino el ortopédico con una faja-corsé, firme represión de abdomen y derechura del espinazo, y el sastre y el ayuda de cámara coronaron la obra, ataviando, perfilando, atusando y componiendo a don Zoilo, dejándole hecho un petimetre, según los últimos decretos de la moda. Remozado así, perfumado, con un capullo en el ojal y radiante de esperanza, don Zoilo subió otra vez las escaleras, y sin que le anunciase nadie, cayó como una bomba en el coquetón gabinete de Casildita. Era tal su arrebato, tan grande la turbación que el instante aquel le producía, que solo acertó a murmurar, en entrecortadas frases, una nueva declaración más apasionada, más vehemente que la anterior, y a repetir la proposición de casamiento, entre protestas de exaltada ternura. Casildita le oía y contemplaba con evidente asombro, y callaba, aguardando a que acabase su relación el galán.

Así que este hizo un compás de espera, tal vez por necesidad de respirar, la viuda, abarquillando las orejas rizosas y suaves del perrito, y con un sonreír que era el abrirse de una rosa en una mañana de mayo, pronunció con ingenua picardía:

-El caso es que no puedo complacerle en lo que me pide, y bien lo deploro.

-¿Por qué? -articuló don Zoilo, con anhelo infinito.

-Porque hará cosa de quince días estuvo aquí con la misma pretensión su señor papá, empeñado en pedir mi mano… y después de dar calabazas a una persona más respetable que usted, no es cosa de decirle a usted que «sí».

FIN




La reina de los besos. Un cuento / álbum ilustrado de Kristien Aertssen

martes, 12 de mayo de 2020

En busca de una lengua no escuchada todavía. Ponencia presentada por la escritora María Teresa Andruetto en el II Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil (CILELIJ), celebrado en Bogotá (Colombia) entre los días 5 y 9 de marzo de 2013.

“La única lengua en la que sé, o quiero, o me proporciona placer escribir es ésta que, aunque se llame sólo materna, es también la lengua de mi padre, de mis abuelos y mis hermanos, de la familia entera. Y de las maestras, la lavandera, los compañeros de juegos y peleas, la señora que traía los quesillos envueltos en hojas de achira”, dice la cordobesa radicada en Roma, Rosalba Campra.

La lengua. Es de la lengua que quisiera hablar.

El patrimonio, los bienes, la tierra que se habita, puede que sean de los padres, pero es materna aunque haya sido legada por un hombre, la lengua que nos cobija. Extraña, diversa, la relación de cada escritor con los padres, con la lengua y con su pueblo. El poeta barroco Luis de Tejeda, quien vivió y escribió en una colonia española que acababa de nacer, que compuso prosas y versos en latín y seguramente se sentía español, es considerado el primer poeta de América. Guillermo Enrique Hudson, hijo de ingleses que nació en la pampa argentina y murió en Inglaterra es uno de nuestros escritores fundacionales aunque toda su obra haya sido escrita en inglés. Borges, formado mitad en una biblioteca de libros ingleses suministrados por una de sus abuelas y mitad en un bachillerato de Ginebra, decidió sin embargo escribir en castellano. Cortázar nacido en Bélgica y con una vida entera en París, construyó sus ficciones para el lector rioplatense que estaba dentro de sí… en fin, la literatura de mi país está llena de esos ejemplos. Están también los escritores que, desde la nuestra, se cruzaron a otras lenguas, podría extenderme en el asunto… y también hay un caso por demás singular, el de Witold Gombrowicz, novelista y dramaturgo polaco de origen noble que poco antes del estallido de la segunda guerra mundial quedó varado en Buenos Aires, donde pasó años en condiciones de pobreza, durmiendo en los altos de un bar y trabajando de mozo a destajo hasta que obtuvo un puesto en un banco polaco. Estando él en mi país, con un castellano todavía precario, tradujo una de sus novelas con sus camaradas de café que no sabían polaco, entre los que estaba el escritor cubano Virgilio Piñera, lo que dio por resultado una escritura compleja, extraña y vanguardista que terminó por influir fuertemente en una línea de nuestra tradición literaria. El gesto de Gombrowicz de traducir su novela al uso nostro ayudado por sus compañeros de juerga (lo que da seguramente una obra muy diferente de su original polaco) es el intento desesperado de un escritor por insertarse en una comunidad de lectores. CONTINUAR LEYENDO.

domingo, 10 de mayo de 2020

La OMS toma medidas contra la pandemia., un cuento de Santiago Alba Rico.

El pasado 24 de noviembre, día del Black Friday, Harri Tyson, ciudadano de Nueva York, tuvo que pararse en la calle, mientras hacía compras, doblado por un dolor fulminante e insoportable: sintió de pronto, agolpados en su propio cuerpo, el dolor de un rohinya  birmano, de un refugiado sirio, de un palestino sin tierra, de un campesino brasileiro, de una mujer violada, de un desahuciado en Madrid, de un torturado en Egipto, de un nigeriano en Libia, de un parado con cáncer en Chicago, de un niño hambriento en Yemen, de una niña vendida en Kabul, de una madre sin hijo en Iraq, de una viuda sin techo en Somalia. Tyson se echó a llorar y enseguida se llenó de rabia; y sin saber qué hacer abrazó a su mujer,que sintió un escalofrío y que, a su vez, apretó la mano de su amiga Sonia, quien el volver a casa se peleó con su marido.


En pocas horas ese dolor se contagió a miles de personas y, en avión y en tren y en coche y en autobús, llegó esa misma noche a Washington, donde se extendió a tal velocidad que dos meses después las autoridades sanitarias de EE.UU. se preparan para afrontar una pandemia. Ayer millones de enfermos -con muchos millones de dolores alojados en sus cuerpos- se reunieron, con los puños cerrados, delante de la Casa Blanca para reclamar un tratamiento. Tras reunirse con su gabinete de crisis, el presidente Trump ha intervenido en televisión y ha prometido sin éxito más tecnología barata, más comida basura, más televisión basura, más pornografía, más Biblias. Miles y miles de enfermos, con el mundo dentro, siguen acudiendo a Washington desde todos los puntos del país y, a la espera de que la OMS tome medidas, la policía federal se prepara para intervenir. Europa, temerosa de que el mal llegue hasta sus ciudades, ha abierto todos sus supermercados y cerrado  todas sus fronteras.


Santiago Alba Rico (2019). Última hora. Los cuentos de carne cruda. Arrebato libros, Madrid.


sábado, 9 de mayo de 2020

«El hambre», un poema de Miguel Hernández.


I

Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.

El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores y los cuerpos salubres.

Los años de abundancia, la saciedad, la hartura,
eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.

Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.

Años del hambre han sido para el pobre sus años.
Sumaban para el otro su cantidad los panes.
Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaños
de cuervos, de tenazas, de lobos, de alacranes.

Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas,
cicatrices y heridas, señales y recuerdos
del hambre, contra tantas barrigas satisfechas:
cerdos con un origen peor que el de los cerdos.

Por haber engordado tan baja y brutalmente,
más abajo de donde los cerdos se solazan,
seréis atravesados por esta gran corriente
de espigas que llamean, de puños que amenazan.

No habéis querido oír con orejas abiertas
el llanto de millones de niños jornaleros.
Ladrábais cuando el hambre llegaba a vuestras puertas
a pedir con la boca de los mismos luceros.

En cada casa, un odio como una higuera fosca,
como un tremante toro con los cuernos tremantes,
rompe por los tejados, os cerca y os embosca,
y os destruye a cornadas, perros agonizantes.

II

El hambre es el primero de los conocimientos:
tener hambre es la cosa primera que se aprende.
Y la ferocidad de nuestros sentimientos,
allá donde el estómago se origina, se enciende.

Uno no es tan humano que no estrangule un día
pájaros sin sentir herida en la conciencia:
que no sea capaz de ahogar en nieve fría
palomas que no saben si no es de la inocencia.

El animal influye sobre mí con extremo,
la fiera late en todas mis fuerzas, mis pasiones.
A veces, he de hacer un esfuerzo supremo
para acallar en mí la voz de los leones.

Me enorgullece el título de animal en mi vida,
pero en el animal humano persevero.
Y busco por mi cuerpo lo más puro que anida,
bajo tanta maleza, con su valor primero.

Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos
donde la vida habita siniestramente sola.
Reaparece la fiera, recobra sus instintos,
sus patas erizadas, sus rencores, su cola.

Arroja sus estudios y la sabiduría,
y se quita la máscara, la piel de la cultura,
los ojos de la ciencia, la corteza tardía
de los conocimientos que descubre y procura.

Entonces solo sabe del mal, del exterminio.
Inventa gases, lanza motivos destructores,
regresa a la pezuña, retrocede al dominio
del colmillo, y avanza sobre los comedores.

Se ejercita en la bestia, y empuña la cuchara
dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa.
Entonces sólo veo sobre el mundo una piara
de tigres, y en mis ojos la visión duele y pesa.

Yo no tengo en el alma tanto tigre admitido,
tanto chacal prohijado, que el vino que me toca,
el pan, el día, el hambre no tenga compartido
con otras hambres puestas noblemente en la boca.

Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera
hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente.
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera
os doy la humanidad que mi canción presiente.

Miguel Hernández

viernes, 8 de mayo de 2020

La culpa es de uno. Un poema de Mario Benedetti.


Quiza fue una hecatombe de esperanzas
un derrumbe de algun modo previsto
ah pero mi tristeza solo tuvo un sentido

todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir
y por cierto me vieron

hasta aqui habia hecho y rehecho
mis trayectos contigo
hasta aqui habia apostado
a inventar la verdad
pero vos encontraste la manera
una manera tierna
y a la vez implacable
de desahuciar mi amor

con un solo pronostico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible
lo envolviste en nostalgias
lo cargaste por cuadras y cuadras
y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera
ahi nomas lo dejaste
a solas con su suerte
que no es mucha

creo que tenes razon
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos
ni del tiempo

hace mucho muchisimo
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos
mas no fue tierno

ahora estoy solo
francamente
solo

siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado

antes de regresar
a mis lobregos cuarteles de invierno

con los ojos bien secos
por si acaso

miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.

miércoles, 6 de mayo de 2020

Esmé, un cuento de Saki (Héctor Hugh Munro).

Todas las historias de caza son iguales -dijo Clovis-, igual que todas las de carreras de caballos y todas las de... 

-La mía no se parece para nada a ninguna que hayas escuchado -dijo la baronesa-. Sucedió hace bastante tiempo, cuando yo tenía unos veintitrés años. En ese entonces no vivía separada de mi esposo: ninguno de los dos podía darse el lujo de pasarle una pensión al otro. Digan lo que digan los refranes, la pobreza mantiene unidos más hogares de los que desbarata. Lo que sí hacíamos era salir de caza con jaurías distintas. Pero nada de esto tiene que ver con mi historia.

-Todavía no llegamos al encuentro antes de la partida. Supongo que hubo uno -dijo Clovis.

-Claro que sí -dijo la baronesa-. Estaban todos los de siempre, especialmente Constance Broddle. Constance era una de esas muchachotas rubicundas que cuadran tan bonito con los paisajes otoñales y los adornos navideños de la iglesia.

"-Tengo el presentimiento de que algo terrible va a pasar -me dijo-. ¿Estoy pálida?

"Lo estaba, casi tanto como una remolacha que acaba de recibir malas noticias.

"-Te ves mejor que de costumbre -le dije-; pero en el caso tuyo eso es tan fácil...

"Antes de que captara el correcto sentido de este comentario ya habíamos ido al grano. Los perros acababan de levantar una zorra que andaba agazapada en unos matorrales."

-Ya lo sabía -dijo Clovis-. En todas las historias de cacería de zorras siempre hay una zorra y unos matorrales.

-Constance y yo íbamos bien montadas -prosiguió con calma la baronesa-, así que no nos costó nada arrancar adelante, aunque la carrera era bastante dura. Sin embargo, en el último trecho tal vez seguimos una línea demasiado independiente, porque se nos perdió la pista de los perros y acabamos vagando a paso de tortuga por ahí, lejos de todas partes. La cosa era bastante exasperante y el genio se me iba agriando poco a poco, cuando, después de dar por fin con un amable seto que nos dejó pasar, nos alegramos de ver unos perros que corrían ladrando por la hondonada que había justo abajo.

"-¡Allá van! -gritó Constance; y enseguida agregó, boquiabierta-: ¡En nombre de Dios! ¿A qué le están ladrando?

"No era una zorra cualquiera, de eso no había duda. Tenía el doble o más de altura, una cabeza chata y fea y un cuello enormemente grueso. CONTINUAR LEYENDO

Ahí nomás. Un poema de Mario Benedetti

En el manso dolor que te perturba
cuando asumes lejano cómo vibra o jadea
la inocencia del otro

en la desolación convertida en crisálida
en el silencio lleno de palabras nonatas
en el hueco del llanto inmerecido
en tu ausencia de dioses
en la asunción de tus mejores miedos
en tus cenizas de utopía
en tu fe de a pesar / de sin embargo

ahí nomás
precisamente ahí
se oculta / resiste / permanece
la caverna profunda / inexpugnable
que algunos / unos pocos
dicen que es la conciencia

martes, 5 de mayo de 2020

Jacqueline Woodson y Albertine, Premios Hans Christian Andersen 2020


Junko Yokota, presidente del jurado del Premio Hans Christian Andersen organizado por IBBY (International Board on Books for Young People) anunció el 4 de mayo los ganadores de este año: la norteamericana Jacqueline Woodson en la categoría de escritura y la suiza Albertine en la de ilustración.

Jacqueline Woodson nació en Columbus (Ohio, EEUU) en 1963. Estudió en la Universidad de Adelphi y en la New School de Nueva York y luego trabajó como asistente editorial y terapeuta de teatro para niños en riesgo de exclusión social. Comenzó a escribir cuando era niña y ahora tiene una extensa bibliografía que incluye álbum ilustrado, libros infantiles y especialmente literatura para jóvenes. Publicó su primero libro 1990, Last Summer With Maizon, sobre una amistad entre dos chicas. En el mismo año también publicó The Dear One, una historia sobre el embarazo adolescente. Sus treinta y tres libros y trece cuentos abarcan temas que van desde las relaciones interraciales hasta el abuso de drogas o los programas de protección de testigos, pero todos comparten las características comunes del lenguaje lírico, los personajes con carácter y un sentido permanente de esperanza. En 2014, su trabajo autobiográfico Brown Girl Dreaming recibió el National Book Award y el Premio Coretta Scott King, y fue incluido en la lista de honor de los Newbery. Jacqueline Woodson ya fue finalista para el Premio Hans Christian Andersen en 2016 y ganó el Premio Astrid Lindgren Memorial en 2018.

Albertine nació en 1967 en Dardagny, cerca de Ginebra (Suiza). Estudió en la École des arts décoratifs y la École supérieure d’art visuel en Ginebra, y al terminar sus estudios en 1990 abrió un taller de serigrafía. Se convirtió en ilustradora para prensa un año después y en 1996 se casó con el escritor Germano Zullo. Sus numerosas publicaciones conjuntas para niños han recibido varios premios, entre ellos: BIB Golden Apple en 1999 por Marta et la bicyclette (Marta y la bicicleta, Siruela); Premio Suisse Jeunesse et Médias en 2009; Prix ​​Sorcières en 2011 y New York Times Book Review al Mejor libro ilustrado en 2012. Sus dibujos son vivos y llenos de humor, con una línea muy fina y, a menudo, colores brillantes y alegres. La espontaneidad protagoniza todas sus obras, con gran sentido del detalle y la precisión, así como el sentido del humor. Ha expuesto sus dibujos, serigrafías, trabajos litográficos, grabados en madera, objetos y cuadernos en Ginebra, París, Roma, Valencia y Tokio. Entre sus libros más importantes para niños se encuentran: La rumeur de Venise (El rumor de Venecia, 2009), que fue seleccionado para la Lista de Honor IBBY 2010; Les Oiseaux (Los pájaros, 2011); Les Gratte-Ciel (Los rascacielos, 2011); y Ligne 135 (Línea 135, 2012). Su libro Mon tout petit (Mi pequeño, Limonero, 2015), un abrazo interminable entre madre e hijo con formato de flipbook, fue seleccionado para la Lista de Honor IBBY 2016; ganó el Premio Bolonia Ragazzi 2016 y ganó el Premio Isla Verde en el Concurso de la Isla Nami en 2017. Anteriormente, Albertine fue finalista del Premio Hans Christian Andersen 2018.

Fuente: revistababar



domingo, 3 de mayo de 2020

Solo le pido a Dios, un poema-canción de León Ciego interpretada por Mercedes Sosa.


Solo le pido a Dios
Que el dolor no me sea indiferente
Que la reseca muerte no me encuentre
Vacía y sola sin haber hecho lo suficiente

Solo le pido a Dios
Que lo injusto no me sea indiferente
Que no me abofeteen la otra mejilla
Después que una garra me arañe esta suerte

Solo le pido a Dios
Que la guerra no me sea indiferente
Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente

Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente
Solo le pido a Dios

Que el engaño no me sea indiferente
Si un traidor puede más que unos cuantos
Que esos cuantos no lo olviden fácilmente

Solo le pido a Dios
Que el futuro no me sea…

PEQUEÑA SONATA BRUTAL PARA ESTRELLA Y TROMPAS DE FALOPIO, un poema de Olga Novo

Si una diminuta estrella cardíaca gritase dentro de mí
¿alguien podría oírla?

¿A qué frecuencia se produce la concepción?

Un botón de sangre
propulsado a lo más profundo de mi estratosfera.

Donde todas las esperanzas concentran sus sustancias
para irme dilatando hasta el estadio último de la intuición.

Para hacer esto que hago me convierto en un ser feroz
voy a la percusión como quien va al río
amada por un pez rojo que me entra por la boca
y me sale por la cobra de los intestinos.

Me siento como aquella que aún no eres
y se queda asombrada ante la planta salvaje del estrógeno.

Estás prendida fuego
a ti no vino a anunciarte ningún ángel de pan de oro
no
hace días que no duermo de la mente hacia arriba
soy
la puta que te ha de parir
un observatorio mundial
estás balanceándote entre hilos de flujo
y dinamita.

Estás tal vez entrando en el bosque de la percusión
para poder latir un día
guía
tu respiración el viento del norte
antes
de que se te formen los pulmones
con hojas de lata y bronce.
Sentada encima de mi páncreas observas las estrellas
te preguntas sobre el sentido de la existencia
piensas en abandonar mi vientre
y me produces contracciones
como si jugases a fabricar un relámpago.

Ah para hacer esto que hago
todas las terminaciones nerviosas se aprietan hasta hacer
[un ramo
florezco en medio del invierno como un árbol ácrata
crezco hacia arriba hasta llegar a la raíz de algo desconocido
y ahí ya solo puedo entenderme con un pájaro o con una piedra
te estoy mirando por dentro
como se miran las borrascas y los augurios
para hacer esto que hago
ardo en la tierra
escribo o tengo espasmos
mis glándulas explotan
como astros que murieron hace mil años.

Nadie te puede tocar
pero tú revientas fácilmente una rima con un fórcex
cantas el silencio como un tenor hambriento
tienes el poder de la palabra que nunca fue pronunciada
tocas con el espacio donde tendrás los dedos la verdad sutil
[del aire
arrancas mi energía como la losa de una cantera
y me entregas al sueño como si fuese un don de todo lo que
[no se ve.
No veo pasar las horas y tú te haces crecer como el fermento
[de la luz
ahora sé que lo mínimo es el exceso
que me dominan furias que desconozco
que el equinoccio de mi cerebro está
en equilibrio con el eje imaginario de la tierra
nadie te puede tocar
giras entre la belleza del metano
y la conmoción de entrever por vez primera
una cereza.

Agárrate
agárrate a mis entrañas
con tus uñas inexistentes
voy y vengo
del silencio a la droga dura
agárrate a mi montaña sin miedo
baja a la noche de la mujer madura.

Concíbete
succióname la energía
pon a funcionar tu trocito de corazón
anda ven
veme tragando barro entre una estrella
y un dios que sopla en las trompas de falopio.

Ando comunicada conmigo misma
a través de claves de alta tensión
que cruzan mi vientre entre ciervos celestes
y tengo la llave que abre toda noche cerrada.

Aún no eres un embrión
eres solo un poema que me hace vomitar
sobre la hierba una piedra preciosa.

Todavía no eres ni siquiera la palabra que puede nombrarte.
nadie puede tocarte
nadie sabe que flotas en el sueño de Gaston Bachelard
que tu mínimo poder puede tumbar un ejército
y de hecho lo hace
lo hace
sin dudar.

Me das hambre
me irritas las espinas florecen los hongos
las caries excavan minas en mis encías y tú
entre cuarenta alcoholes bailas tu danza inocente
vienes de donde ni sabes
no sabes ni de donde vienes.

Explotan tres mil luces en mi pensamiento que solo es carne
que solo es carne que sola y carne.

Hablo con el reverso del paladar la esencia del lenguaje
no necesito más
para arderte dentro
anda el rocío regándote como la extrema flor epidural.

Tengo los tímpanos agujereados para escucharte
sabemos calcular la velocidad de la luz
pero ¿cuál es la velocidad de la sombra
a la que vienes
sin hacer un ruido siquiera
a este entramado de tendones y cuerdas de guitarra?

Te espero en la escalera infinita del caracol del oído
en el castro de la alucinación
al final de mi feliz edad
en la lluvia que cae sobre cada mente en paz
voy amanecer al campo contigo dentro
entenderme con cada bestia con solo un movimiento
[del raciocinio
esa rueda astral que arrastra carromatos a mi destino.

Te espero sentada sobre la piedra que no funda ningún estado
bajo la que el grillo se protege de la lluvia y el escarabajo del sol
agárrate a mis entrañas
con tus uñas inexistentes
yo voy y vengo
del silencio a la droga dura
agárrate a mi montaña
y baja sin miedo baja

a la noche de la mujer madura.