domingo, 31 de enero de 2016

Los dos monstruos. Un cuento para los más pequeños de David Mckee

Érase una vez un monstruo que vivía tranquilamente en la ladera oeste de una montaña.

En la ladera este de la montaña vivía otro monstruo.

Los monstruos se hablaban a veces a través de un agujero de la montaña.

Pero nunca se habían visto.

Una tarde el primer monstruo dijo por el agujero:

- ¿Has visto qué bonito? El día se marcha.

- ¿Que el día se marcha? - respondió el segundo monstruo-

- ¡Querrás decir que la noche llega, ceporro!

- ¡Zopenco! ¡No me llames ceporro que me enfado! - saltó el primer monstruo.

Y se quedó tan disgustado que casi no pudo dormir. 



Los chicos. Un cuento de la guerra escrito por Ana María Matute




Eran cinco o seis, pero así, en grupo, viniendo carretera adelante, se nos antojaban quince o veinte. Llegaban casi siempre a las horas achicharradas de la siesta, cuando el sol caía de plano contra el polvo y la grava desportillada de la carretera vieja, por donde ya no circulaban camiones ni carros, ni vehículo alguno. Llegaban entre una nube de polvo que levantaban sus pies, como las pezuñas de los caballos. Los veíamos llegar y el corazón nos latía de prisa. Alguien, en voz baja, decía: «¡Que vienen los chicos...!» Por lo general, nos escondíamos para tirarles piedras, o huíamos.

Porque nosotros temíamos a los chicos como al diablo. En realidad, eran una de las mil formas de diablo, a nuestro entender. Los chicos, harapientos, malvados, con los ojos oscuros y brillantes como cabezas de alfiler negro. Los chicos, descalzos y callosos, que tiraban piedras de largo alcance, con gran puntería, de golpe más seco y duro que las nuestras. Los que hablaban un idioma entrecortado, desconocido, de palabras como pequeños latigazos, de risas como salpicaduras de barro. En casa nos tenían prohibido terminantemente entablar relación alguna con esos chicos. En realidad, nos tenían prohibido salir del prado bajo ningún pretexto. (Aunque nada había tan tentador, a nuestros ojos, como saltar el muro de piedras y bajar al río, que, al otro lado, huía verde y oro, entre los juncos y los chopos.) Más allá, pasaba la carretera vieja, por donde llegaban casi siempre aquellos chicos distintos, prohibidos. CONTINUAR LEYENDO

Ser niño en tiempos de guerra. Un artículo de José Luis Polanco

"Era como estar en una montaña rusa" —comentó un aviador estadounidense ante las cámaras de la televisión al regresar, tras un bombardeo, a la base en Italia. Causa cuando menos asombro el grado de insensibilidad al que podemos llegar los seres humanos. Nada hay más horrendo que la guerra; y, sin embargo, poco a poco la estamos convirtiendo en espectáculo cotidiano y hasta en ocasión para el disfrute, como al parecer lo fue para este piloto. Primero fue el gran audiovisual de la Operación Tormenta del Desierto; después, el de la guerra en la ex Yugoslavia. El problema ante el horror que se repite es, además, que acabamos siendo incapaces de conmovernos; y, lo que es peor, incapaces de analizar lo que está sucediendo y de reaccionar.

En "La vida es bella" —la conocida película de Roberto Benigni— Guido Orefice, el protagonista, inventa una gran mentira: todo lo que en el campo de concentración está pasando forma parte de un juego. El objetivo es conseguir que su pequeño hijo, Giosuè, pueda superar el difícil trance de la vida en el lager. Me pregunto si no estará sucediendo algo parecido con nuestros hijos y alumnos: la insensibilización ante el horror y el sufrimiento ajeno. Pienso especialmente en la violencia gratuita de la televisión y el cine; y en las propuestas de los videojuegos, donde masacrar marcianos o atropellar inválidos y ancianos es algo habitual.

En carne propia

Afortunadamente, no todo es así. Hay también mucha y buena literatura para niños y jóvenes que refleja adecuadamente el problema de la guerra, dejando testimonio de tanta tragedia y ayudando a pensar a los jóvenes lectores. Muchos escritores que participaron en la guerra o que durante su infancia vivieron esta experiencia vuelven sobre ella en sus novelas, convertidas en testimonios literarios de gran fuerza evocadora. Baste recordar algunas de las obras de Francisco Ayala, Delibes o Sender. Quienes fueron niños durante la guerra vivieron una experiencia que no han podido olvidar y que en todos dejó su influencia. Martín Gaite, Sánchez Ferlosio, Benet, Jesús Fernández-Santos, Ana María Matute, Aldecoa, García Hortelano, Caballero Bonald y tantos otros, han dejado páginas sobrecogedoras sobre el tema. CONTINUAR LEYENDO

Fuente: imaginaria.com

José Luis Polanco es profesor en Santander, especialista en literatura infantil y forma parte del equipo de redacción de la revista Peonza. Este artículo fue extraído, con autorización de sus editores, de la revista Peonza N° 50, Santander (Cantabria, España), octubre de 1999.

La educación en valores y el teatro. Apuntes para una reflexión y propuesta de actividades. Isabel Tejerina Lobo. Universidad de Cantabria

Siempre ha habido y habrá en el sistema educativo, por su propia naturaleza y función social, un conjunto de valores que lo impregnan. Incluso se puede hacer de la transmisión machacona de ciertos contenidos ideológicos y morales el fin primordial de la enseñanza, como hizo el nacionalcatolicismo que padecimos varias generaciones de postguerra en la escuela y en la familia; un adoctrinamiento cerrado en unos valores partidistas y trasnochados, cuya estulticia evoca Andrés Sopeña, con irresistible comicidad, en El florido pensil.

La reacción visceral de muchos a aquella «formación del espíritu nacional» nos provoca hoy, desde campos de pensamiento opuestos, lógicas reticencias sobre la eficacia general de la persecución voluntarista de objetivos en las conductas y actitudes y sobre la legitimidad de una escuela beligerante que defienda unas ideas y rechace otras.

Pero la verdadera educación constituye siempre una educación moral y exige la defensa de unos valores y una posición ante el mundo. Y ello tanto para los valores que queremos conservar en nuestra sociedad como para nuestras aspiraciones de transformarla. El peligro de una enseñanza cargada de contenidos programáticos y más ocupada en suscitar adhesiones que en favorecer un pensamiento crítico autónomo, sin duda existe, aunque, en mi opinión, no es el más grave, hoy por hoy. Lo es más la conducta «profesional», «puramente académica y técnica» de buena parte del profesorado que, en todos los niveles educativos, y en grado creciente hasta la Universidad, desligamos nuestra tarea de los problemas globales de la sociedad y de las personas para atender exclusivamente a los parciales y particulares de nuestra concreta materia y pequeña parcela de saber. CONTINUAR LEYENDO


sábado, 30 de enero de 2016

El infinito. Un poema de Giacomo Leopardi. Cantos (1831), Canto XII.


Siempre amé este yermo monte,
y este promontorio, que me oculta
la visión del último horizonte.
Mas sentado, contemplando 
los interminables espacios lejanos,
los silencios sobrehumanos y su profundísima quietud,
se extravía el pensamiento,
hasta casi liberar mi corazón del miedo. E igual que el viento
susurra entre estas plantas,
en el infinito silencio mido mi voz:
y me subyuga lo eterno, y las estaciones muertas,
y la presente y viva, con toda su sonoridad.
Así a través de esta inmensidad se ahoga el pensamiento:
y naufragar en este mar me es dulce.

viernes, 29 de enero de 2016

Leer nos hace más felices.

Los lectores están más contentos y satisfechos que los no lectores y, en general, son menos agresivos y más optimistas, según un estudio reciente de la Universidad de Roma III

La lectura nos hace más felices y nos ayuda a afrontar mejor la existencia. Los lectores están más contentos y satisfechos que los no lectores, en general son menos agresivos y más optimistas”. Quienes lo dicen son los responsables de un análisis reciente elaborado por la Universidad de Roma III a partir de entrevistas a 1.100 personas. Aplicando índices como el de la medición de la felicidad de Veenhoven y escalas como la Diener para registrar el grado de satisfacción con la vida, los investigadores han llegado a estas conclusiones que demuestran, como dice Nuccio Ordine, autor del manifiesto La utilidad de lo inútil, que “nutrir el espíritu puede ser tan importante como alimentar el cuerpo” y que necesitamos, mucho más de lo que pensamos, esas experiencias y conocimientos que no se traducen en beneficios económicos.

¿Cómo nos sentimos y qué cambios experimentamos cuando nos sumergimos en una historia? ¿Tiene un efecto transformador? ¿Nos hacen ver los protagonistas de las ficciones nuestras contradicciones y deseos? ¿Nos recuerdan cosas esenciales, tal vez olvidadas? CONTINUAR LEYENDO
Fuente: El País

Historias del tío Remus. Cuentos de Joel Chandler Harris.

Las historias folclóricas o populares son leyendas conservadas por los naturales de las cinco partes del mundo y transmitidas de unos a otros desde la más remota antigüedad. Sus autores son desconocidos, pues estas historias se han formado gradualmente al rodar de una generación a otra. Un escritor estadounidense, Joel Chandler Harris, muerto en 1908, demostró que los negros de América poseen historias populares tan curiosas e interesantes como cualquier otro grupo humano. El “Tío Remus (Remo)”, en cuya boca se ponen, es un viejo esclavo negro. Harris ha escrito muchos libros llenos todos de estas deliciosas narraciones. Aquí van algunas.

EL SEÑOR CONEJO Y EL OSO

Tenía la señora Zorra un jardín en el que cultivaba guisantes, y el señor Conejo había tomado la costumbre de introducirse en él por un agujero practicado en el seto que lo rodeaba y así cometer robos en perjuicio de la señora Zorra, la que, con astucia, preparó una trampa para sorprender al dañoso ladrón.

Justamente al lado del agujero crecía un árbol joven, que la señora Zorra dobló, habiendo atado a sus ramas más altas una cuerda tirante, cuya otra extremidad, en forma de lazo, adaptó, por medio de una estaca, al orificio abierto en el seto.

A la mañana siguiente, cuando el señor Conejo quiso pasar como de costumbre al jardín, tropezó con la estaca, que cayó de su sitio, y quedó él preso por las patas traseras en el lazo, el cual al enderezarse el árbol, hizo que el conejo quedase colgado en el aire.

Acertó a pasar por allí el señor Oso, y al ver al señor Conejo en tan extraña posición, le preguntó:

-¿Qué haces ahí?

-Tal como me ves, estoy ganando un peso oro por minuto -le respondió.

-Y ¿cómo puede ser eso? -interrogóle el señor Oso con curiosidad.

-Sí, señor Oso, un peso oro por minuto es lo que me paga la señora Zorra por estar aquí colgado y espantar los cuervos de su jardín. Pero como quiera que yo tengo otras muchas cosas en que ocuparme, le cedo gustoso este empleo, si en ello tiene usted gusto.

Replicó el señor Oso que la cosa no era de despreciar, y habiendo oído del señor Conejo el modo de doblar el árbol, pocos momentos después bailaba colgado en el aire en el puesto del señor Conejo.

No había transcurrido mucho rato, cuando llegó la señora Zorra armada de una buena estaca.

-¡Ah! ¿De modo que era usted el ladronzuelo, señor Oso? ¡Grandísimo granuja! Ya le enseñaré a robarme los guisantes.

Y el pobre señor Oso recibió la paliza destinada al señor Conejo.

Más historias:

El arte de conversar con los niños sobre sus lecturas. Ana Garralón (REvista "Había una vez")

Es frecuente que después de haber conseguido que los niños terminen de leer un libro demos por cumplido el objetivo de la lectura. Sin embargo, el acto socializador de lo que leemos es tan importante como la lectura misma. Conversar con los niños sobre sus lecturas es como encender una linterna en medio de una cueva: “¿Has visto esto?… Mira hacia allá… A ver qué encontramos por aquí…”

  • Una buena conversación comienza con una buena pregunta. Interrogantes como “¿Qué te ha llamado la atención?” o “¿Qué piensas de esto?” son caminos que invitan a la exploración más que a la respuesta.
  • Dirige tus preguntas a dar sentido a la historia. Muchos niños necesitan entender la historia antes de buscar su significado, por eso algunas preguntas pueden ir destinadas a revisar los puntos principales de la trama. Los niños que comprenden mejor se convierten en lectores más confiados.
  • Reformula las preguntas. Si ves que los niños no responden porque no han entendido la pregunta, ayúdales. Utiliza diferentes palabras o prueba con adjetivos: “¿Cómo te parece que es Matilda? ¿Es valiente, independiente, curiosa o tímida?”. Una parte importante de la conversación irá dirigida a desarrollar la habilidad de expresarse con palabras y tener un mayor dominio del lenguaje.
  • Haz conexiones personales con la historia. “¿Cómo habrías reaccionado tú si te hubiera pasado lo mismo que al protagonista?”. Estas conexiones ayudan a los niños a relacionar las historias con sus vidas.
  • Ten paciencia. Aprende a ser paciente para dejar que los niños encuentren su propia manera de expresarse, sin ahogarlos con comentarios o preguntas. Si intervienes mucho, al final tú serás la única persona que comente los libros.
  • Escucha. Da tiempo a los niños para contestar. Si lanzas una pregunta, espera a que ellos puedan pensarla y responder. Muéstrales que sabes escuchar.
  • Todas las respuestas son buenas. Conversar es contrastar puntos de vista, escuchar distintas opiniones e intercambiar diferencias. Una buena conversación no trata de las respuestas, sino de las preguntas.
  • Da tus propias opiniones. Una conversación no es tanto hablar sobre lo que sabes del libro, sino decir también lo que piensas. Concentra tus comentarios en este aspecto para tener más profundidad y para que los niños se sitúen a tu mismo nivel.
  • Dirige la conversación. No te conformes con respuestas obvias: los niños tienen la costumbre escolar de tratar de responder lo más rápido posible. Una conversación es un paseo, no una carrera.
  • Una conversación no tiene fin. No busques llegar a ningún punto concreto, aparte de hablar sobre una historia. Termina cuando te apetezca, cuando termine la clase, cuando llegue la hora de cenar, o cuando el tema se agote.

El viaje ilustrado: una propuesta para viajar leyendo. Por Mireia Duran i Passola (Revista "Había una vez")

La humanidad, el viaje y la literatura han formado un triángulo indisoluble en el cual, desde tiempos inmemoriales, el narrador cuenta sus andanzas y aporta el bagaje de sabiduría adquirido mientras viaja. En este artículo, se suma a esta tríada la ilustración, a través de una propuesta de libros álbum que abordan el viaje desde distintas aristas.

Érase una vez, cuando el hombre era nómada y tenía que desplazarse en busca de alimentos y habitáculo, que el viaje formaba parte imprescindible del día a día e implicaba la gran aventura de la supervivencia. Con el paso del tiempo, a pesar de convertirse en sedentario, la necesidad de viajar persistió y se ha mantenido hasta nuestros días. Quizás por ello la literatura, también desde sus inicios en la tradición oral y hasta la actualidad, ha transmitido relatos en los que la necesidad de viajar sigue siendo motivo de infinidad de libros para todo tipo de lectores.

¿Qué nos mueve a viajar? Podemos viajar para descubrir, explorar, estudiar, conocer, trabajar, conquistar, huir o, simplemente, por turismo. Viajes que pueden ser buscados y deseados, o bien forzados y sobrecogedores. En cualquier caso, sea cual sea la intención inicial del viaje, al final puede quedar un testimonio escrito que configura la riqueza literaria o bien un relato fantástico. Ambos permitirán al lector o al oyente abandonar momentáneamente su universo cotidiano para entrar en el universo ajeno que se le propone.

A lo largo de la historia de la narrativa oral y de la literatura, los viajes (en latín viaticum: vía, camino) han sido un tema recurrente. Desde Homero a Ibn Battuta y Marco Polo, pasando por Darwin o Verne, hasta la actualidad, el relato de viajes y aventuras ha generado miles de textos e imágenes que podemos diferenciar en ficción (novelas, poemas, cuentos y leyendas) o no ficción (diarios, artículos, crónicas, guías, cuadernos de viaje o de bitácora en el caso marítimo, mapas, etc.). Tal y como explica Cheilan (1), la diferencia esencial entre ambos grupos es que la ficción no debe rendir cuentas a la realidad, mientras que en la documentación es requisito imprescindible. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 27 de enero de 2016

Fundación Cuatrogagos: Cuentos clásicos y contemporáneos de la literatura infantil y juvenil universal.


La fundación Cuatrogatos pone a nuestro alcance, dentro de su sección: "Ficciones / Narrativa", una serie de Cuentos clásicos y contemporáneos de la literatura infantil y juvenil universal.

Tertulia artístico-literaria: Una carta de amor - Julio Cortazar - Eugen Von Blaas(1843-1931), La carta de amor, 1904,

 Eugen Von Blaas(1843-1931)
La carta de amor, 1904,
UNA CARTA DE AMOR. Julio Cortazar
Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
todo eso es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.
Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.

Literatura en las aulas: entre el placer y el trabajo. Un artículo de Luciana Vázquez para el periódico La Nación

¿Cómo se enseña en la primaria y en la secundaria? ¿Qué autores se frecuentan? El mercado del libro juvenil crece al mismo tiempo que a los alumnos les cuesta cada vez más leer por obligación; dilemas de un desencuentro que parece insoluble.

Un niño de diez años, de quinto grado, de escuela bilingüe con bachillerato internacional, que en su casa, bajo influencia paterna, lee en inglés Farenheit 451, de Ray Bradbury, o Percy Jackson and the Olympians, la saga de Rick Riordan (cinco tomos de unas cuatrocientas páginas cada uno) me dice, cuando le pregunto qué libros de literatura en castellano leen en la escuela: "Caídos del Mapa [de María Inés Falconi]. Me gustó porque no es escolar. Les habla a los chicos. El secreto del tanque de agua [también de Falconi] no me gustó. Es muy formal. Muy para la escuela".

Houston, tenemos un problema. Y no es sólo argentino. ¿Qué leen los chicos en la escuela? ¿Cómo lo leen? ¿Cómo se enseña o cómo se "usa" la literatura? ¿Qué output produce? Los dilemas que la literatura plantea, una vez traspasado el umbral de los ministerios, las escuelas y las aulas, siguen irresueltos. Mientras el mercado juvenil crece sin parar gracias al fenómeno del género fantasy (esa mezcla de novela romántica con terror, misterio, mitología, esoterismo), la literatura infantil llega a éxitos de ventas de primer mundo de la mano de Gaturro, y a los expertos hispanohablantes en el área les alcanza con decir "LIJ" como santo y seña para hablar de algo de cuya existencia nadie duda -eso: la "literatura infantil y juvenil"-, el sistema escolar se sigue preguntando qué hacer con la literatura en la escuela. La cuestión afecta a los sistemas públicos pero también a la escuela privada. A la primaria pero, sobre todo, a la secundaria.

¿Libros vivos, insuflados de oxígeno en cada voltereta de creatividad pergeñada por el maestro esforzado, mejorado en cada perfeccionamiento docente, o libros muertos, aplastados, hechos papilla, disecados por las propuestas cansinas, por más onda que les pongan, de maestros y profesores bajo los techos de la institución escolar? ¿Alumnos aburridos con los libros del "programa", del "curriculum", o esos casi ángeles, futuros lectores, de largo plazo, entusiastas y críticos y conscientes, moralmente elevados, comprometidos con la ciudadanía con los que sueña -o delira- la política, la academia, los maestros y profesores, los padres -y sí, también "él": el mercado-, que saldrán de quinto año corriendo en tropel, ansiosos, hacia la librería para seguir construyendo sus bibliotecas personales, reales o virtuales, dispuestos a robarles unas horas al texteo, sexeo, twitteo o a la Play, que sí es para toda la vida? CONTINUAR LEYENDO

lunes, 25 de enero de 2016

El corazón delator. Un cuento de Edgar Allan Poe.

¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.

Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre. CONTINUAR LEYENDO

El circo de la mariposa. Una historia de superación que siempre me emociona.

NADARIN de Leo Lionni. Un clásico de la literatura infantil y juvenil que todos los niños y niñas debieran conocer.



En un rincón cualquiera del mar vivía un banco de pececitos felices. Todos eran rojos menos uno, que era tan negro como la concha de un mejillón. Nadaba más rápido que sus hermanos y hermanas. Se llamaba Nadarín. 

Un día, un feroz y hambriento atún se abrió paso velozmente entre las olas y de un solo bocado se tragó los pececitos rojos. Solo Nadarín escapó. 

Nadarín penetró en las profundidades del planeta acuático. Tenía miedo a se sentía solo y triste.

Pero el mar estaba lleno de maravillosas criaturas que encontraba a cada paso, y Nadarín halló de nuevo felicidad. Vio una medusa hecha de gelatina que lucía los colores del arco iris… 

una langosta que se movía al ritmo de las olas… 

unos peces extraños arrastrados por un hilo invisible… 

un bosque de algas que crecía entre rocas de azúcar cande… 

una anguila con una cola tan larga que casi nunca la recordaba… y anémonas de mar, semejantes a palmeras rojizas, meciéndose al compás de las corrientes.

De pronto, divisó un banco de pececitos iguales a él, escondidos bajo la sombra de un montón de rocas y algas. 
-Vamos a nadar, a jugar a ver cosas!- dijo feliz.
-Ni hablar-le contestaron los pececitos rojos-. El pez grande nos comería a todos.
-Pero no pueden quedarse aquí toda la vida-dijo Nadarín-. Tenemos que buscar una solución. 
Nadarín se puso a pensar y a pensar hasta que de repente dijo: 
-¡Ya sé! Vamos a nadar todos juntos como si fuéramos al pez más grande del mar. 
Les enseñó a nadar todos juntos, en formación, ocupando cada uno su lugar. 

Y cuando aprendieron a nadar como si fueran un pez gigante, Nadarín dijo: 
-Yo seré el ojo. 
Y nadaron en el agua fresca de la mañana y bajo el sol del mediodía, mientras los peces grandotes se alejaban asustados.


domingo, 24 de enero de 2016

Literatura y compromiso: hacer preguntas para buscar respuestas. Isabel Tejerina Lobo. Departamento de Filología. Universidad de Cantabria

[...] El tema del compromiso y la literatura es antiguo y polémico. Desde quienes defienden una literatura centrada en el mundo de lo imaginario, y supuestamente alejada de cualquier postura ideológica concreta, hasta los fervores del “realismo socialista” y de la llamada “literatura social” hay muchos elementos de reflexión y debate.

En esta controversia existe un doble plano que, desde mi particular opinión sobre un tema que me preocupa seriamente y sin pretensión de atender a sus numerosos aspectos, me parece que debemos tener muy presente. Ese doble plano considera dos planteamientos que no se pueden desligar: tan cierto como el principio general de que el escritor debe atender únicamente, sin censuras o presiones externas, a la calidad expresiva del texto y sus leyes artísticas internas, y que su misión, por valiosos que sean los mensajes, no puede ser nunca la de adoctrinar, lo es el hecho de que en toda obra siempre hay una ideología subyacente y la neutralidad no existe ni en la literatura ni en la vida. Y, en este punto, como propugnaba Albert Camus, sin la obligación de adscribirse a un ideario concreto, a ningún ser humano se le puede perdonar el no adoptar una postura definida ante los problemas sociales y políticos de su época; el no actuar en la vida diaria, conforme con esa postura; el no intentar hacer de este mundo un lugar algo mejor. Menos entonces a un escritor, cuya responsabilidad moral, por su influencia en los lectores, es muy superior. Aunque la ideología no deba formar parte de las intenciones, sino de la experiencia vital del artista, la literatura tiene que ser comprometida, “engagée”, pero nunca planfletaria. Debe ahondar en el ser humano y en la realidad y unir la belleza de la palabra con la significatividad de lo que se dice, porque como dijo el filósofo José Mª Valverde “sin ética no hay estética”. A la literatura acudimos una y otra vez en una búsqueda incesante de belleza y de verdad, desde la estética y desde la ética, en la óptica de Fernando Savater: “me interesa la ética porque hace la vida humanamente aceptable y la estética porque la hace humanamente deseable.” [...]


sábado, 23 de enero de 2016

La llamada de Cthulhu. Un cuento de terror H.P.Lovecraft.

No hay en el mundo fortuna mayor, creo, que la incapacidad de la mente humana para relacionar entre sí todo lo que hay en ella. Vivimos en una isla de plácida ignorancia, rodeados por los negros mares de lo infinito, y no es nuestro destino emprender largos viajes. Las ciencias, que siguen sus caminos propios, no han causado mucho daño hasta ahora; pero algún día la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, perspectivas tan terribles que enloqueceremos ante la revelación, o huiremos de esa funesta luz, refugiándonos en la seguridad y la paz de una nueva edad de las tinieblas 

Algunos teósofos han sospechado la majestuosa grandeza del ciclo cósmico del que nuestro mundo y nuestra raza no son más que fugaces incidentes. Han señalado extrañas supervivencias en términos que nos helarían la sangre si no estuviesen disfrazados por un blando optimismo. Pero no son ellos los que me han dado la fugaz visión de esos dones prohibidos, que me estremecen cuando pienso en ellos, y me enloquecen cuando sueño con ellos. Esa visión, como toda temible visión de la verdad, surgió de una unión casual de elementos diversos; en este caso, el artículo de un viejo periódico y las notas de un profesor ya fallecido. Espero que ningún otro logre llevar a cabo esta unión; yo, por cierto, si vivo, no añadiré voluntariamente un sólo eslabón a tan espantosa cadena. Creo, por otra parte, que el profesor había decidido, también, no revelar lo que sabía, y que si no hubiese muerto repentinamente, hubiera destruido sus notas. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 22 de enero de 2016

Acceso "Barataria", Revista Latinoamericana de literatura infantil y juvenil de la Editorial Norma


ACCEDER A LAS REVISTAS (16 números)

  1. La magia en los libros para niños
  2. Literatura infantil: viejas discusiones, nuevos enfoques
  3. Tendencias del realismo en la literatura infantil y juvenil
  4. El libro álbum: relaciones entre la imagen y la palabra
  5. Los bebés también leen
  6. ¡Leer sin adultos! libros para primeros lectores
  7. ¡Lecturas que retan para lectores en marcha!
  8. Literatura para jóvenes: lectores, tendencias y temáticas
  9. Poesía infantil y juvenil
  10. Libros perturbadores, lecturas controversiales: posibilidades de abordaje
  11. El humor en la literatura infantil y juvenil: un asunto serio
  12. La voz femenina: escritura, mujeres y literatura infantil
  13. La ciudad en la literatura infantil y juvenil latinoamericana
  14. La clásica cuestión de los clásicos
  15. La mirada del otro en la literatura infantil y juvenil
  16. | La violencia en la literatura para niños y jóvenes

VIDEOJUEGOS Y EDUCACIÓN. NUBLA, UN RECURSO DEL MUSEO THYSSEN PARA PLAY STATION


NUBLA es un videojuego en el que un personaje, único habitante de un mundo fantástico que existe en el interior de los cuadros del Museo Thyssen-Bornemisza, busca saber quién es y conocer su pasado a través de diversos puzzles.


Libros para el "Día escolar de la No Violencia y la Paz".


Desde la página de Aula Intercultural nos proponen una serie de libros para el "Día  escolar de la No Violencia y la Paz" que se celebrará el 30 de enero.

jueves, 21 de enero de 2016

"El jardín de los senderos que se bifurcan". Un cuento de Jorge Luis Borges.

En la página 22 de la Historia de la Guerra Europea, de Liddell Hart, se lee que una ofensiva de trece divisiones británicas (apoyadas por mil cuatrocientas piezas de artillería) contra la línea Serre Montauban había sido planeada para el veinticuatro de julio de 1916 y debió postergarse hasta la mañana del día veintinueve. Las lluvias torrenciales (anota el capitán Liddell Hart) provocaron esa demora -nada significativa, por cierto-. La siguiente declaración, dictada, releída y firmada por el doctor Yu Tsun, antiguo catedrático de inglés en la Hochschule de Tsingtao, arroja una insospechada luz sobre el caso. Faltan las dos páginas iniciales. CONTINUAR LEYENDO

10 bibliotecas virtuales infantiles

Internet alberga una gran cantidad de sitios web educativos que fomentan el hábito de la lectura y el aprendizaje de manera gratuita. Como prueba de ello tenemos esta lista de 10 bibliotecas infantiles con mucho contenido audiovisual y lecturas digitales para los más pequeños de la casa.

Anteriormente tuvimos la oportunidad de ver un completo directorio de bibliotecas virtuales según tu país, y ahora tenemos un excelente repertorio de bibliotecas con contenido descargable, videos, juegos, ejercicios y otras propuestas para niños de distintas edades.

Estamos hablando de una excelente oportunidad para pasar un momento de ocio y entretenimiento con nuestros hijos, explorando una diversidad de textos ilustrados y publicaciones de acorde a su edad. Para acceder al material sólo tienes que dirigirte al enlace incluido en cada descripción. ¡Es muy fácil!

Fuente: oyejuanjo.com

"Si los docentes no leen, son incapaces de transmitir el placer de la lectura". Entrevista a Emilia Ferreiro

La educadora argentina Emilia Ferreiro, quien revolucionó la lectoescritura, asegura que si los docentes no leen son incapaces de transmitir placer por la lectura. Dice que todos los chicos pueden aprender si los maestros se lo proponen. Para la investigadora, la escuela es muy resistente a los cambios porque siguen instaladas viejas ideas.

Emilia Ferreiro casi no necesita presentación. Para el mundo de la educación es un referente indiscutible, que revolucionó la enseñanza de la lectoescritura y que realizó numerosos aportes a la alfabetización en el mundo.

Es argentina, pero está radicada en México desde hace más de dos décadas. Su tesis de doctorado fue dirigida por Jean Piaget en la Universidad de Ginebra. Hace años que recorre América y Europa dando conferencias y capacitaciones a docentes; es autora de innumerables artículos científicos y libros y fue reconocida varias veces como doctora honoris causa por diversas universidades, entre ellas la Universidad Nacional de Córdoba (1999).


miércoles, 20 de enero de 2016

Libros, lectores y lectura en la literatura infantil y juvenil: Personajes analfabetas y “abyectos”. Un artículo de Evelyn Arizpe (Universidad de Glasgow, Escocia). Revista Bellaterra

Resumen

La presencia de los libros, los lectores y la lectura en la literatura infantil y juvenil es más común de lo que pensamos y sin embargo, siguen siendo una minoría los libros donde aparece el acto de la lectura como algo más que una herramienta para obtener información. La presencia o ausencia de las representaciones son indicadores de la forma en que la sociedad construye la relación entre los niños y jóvenes y la lectura.  Este artículo analiza un grupo de textos donde aparece el tema de la alfabetización en cuanto a personajes que pueden considerarse como “abyectos” según el trabajo de Julia Kristeva (1982), en este caso, niños y jóvenes que viven en los márgenes de la sociedad, en la calle o en el tiradero. Las consecuencias de aprender a leer no siempre son las que nos imaginamos ya que tienen el poder de subvertir a las autoridades opresivas. El artículo se refiere también al Proyecto “Reading Fictions” dentro del cual se llevó a cabo este estudio.


Fuente: Bellaterra Journal of Teaching & Learning Language & Literature. Vol. 8(4), Nov-Dec 2015, 9-23

Tertulia Literaria en 4º de Primaria del CPI Samaniego (Vitoria-Gasteiz)

El lunes pasado fue a la Tertulia Literaria la madre de Mohamed para compartir palabras y para hablar de cosas como la "Melfa": la túnica o pañuelo que usan las mujeres saharauis y las de su país, Mauritania.
Resulta que el libro que están leyendo, "Palabras de Caramelo", un precioso texto de Gonzalo Moure que cuenta la historia de Kori, un niño sordo que vive en un campamento de refugiados saharauis, y de su amigo Caramelo, una cría de camello con la que se comunica interpretando el movimiento de sus labios. Pues bien, en dicho texto aparecía una palabra que hasta ese momento era desconocida: Melfa. La miraron en el diccionario y al saber lo que era, Mohamed propuso que viniera su madre para hablar de ella y para ver cómo se ponía. Y así fue, vino a la tertulia y allí, tal como podéis ver en las fotografías, y utilizando a Isabel, la profesora, como modelo mostró cómo se ponía dicha prenda. Fue muy interesante e instructivo.









domingo, 17 de enero de 2016

Un rascacielos en el mar. Un cuento de Gianni Rodari


Es posible que nadie me crea, pero una noche vi, en Génova, un rascacielos salir del mar como un transatlántico. Estaba en la terraza del hotel mirando en dirección al puerto. Allí un transatlántico, alto como un rascacielos, iluminaba con sus miles de luces la multitud de mercantes, remolcadores y barcos de vapor.

Ululó una sirena, desde algún punto de aquella inmensa maraña de aparejos, chimeneas y oscuros e inmóviles cascos.
No se puede oír ese sonido sin desear partir para ver el mundo, sin salir al encuentro de la inmensidad del mar y del cielo. Es un deseo vehemente, que llena el cuerpo y el alma. Se siente incluso en los pies. Estaba a punto de decir, “en las raíces”. Dan ganas de arrancar las propias raíces e ir a plantarse en algún otro lugar, lejos, muy lejos.
En Génova nunca he podido dormir tranquilo por la noche.
Por eso estaba en la terraza y la sirena llamaba, llamaba.
¿Los rascacielos tienen orejas para oír?. No lo sé, no me los preguntéis a mí. En la cima, justo en la cabeza, sobre el último piso, tienen un bosque: las antenas de la televisión. Captan las ondas electromagnéticas. ¿Por qué no habrían de captar el reclamo de una sirena?
La sirena llamaba, llamaba….
El rascacielos se liberó de sus raíces.


Hace gimnasia el mar. Un poema de Miguel Moreno Monroy (Chile)

HACE GIMNASIA EL MAR

Las olas se levantan:
hace gimnasia el mar;
arriba, niñas blancas,
hacia el azul final.
Ahora, de puntillas,
tocan la inmensidad
sus dedos estrellados
de agua, de luz y sal.
Se inclinan, corren, saltan
como quien va a cazar
celestes mariposas
de espuma y de cristal.
Bajo el sol de la tarde,
hace gimnasia el mar.

"Lectura: de la cultura al ocio. Las palabras no son neutras". Txetxu Barandiarán

Reproduzco una de las entradas: "Lectura: de la cultura al ocio. Las palabras no son neutras", del blog de Txetxu Barandiarán: "Cambiando de tercio" en el que hace unas reflexiones muy interesantes, y en el que nos remite a unas palabras de Antonio Basanta en la presentación del Plan de Lectura del País Vasco en la Comisión de Cultura del Parlamento Vasco.

"El lenguaje no es neutro. Lo que decimos, lo que nombramos y cómo lo hacemos marca, significa y silencia al mismo tiempo.

Pensando de refilón en la jornada de Valencia de mañana y viendo algunos acentos que se ponen ahora y constatando también algunos silencios se me ocurre marcar algunas ‘líneas rojas’ de esas que ahora perecen estar tan de moda.
  1. Si pensamos que el competidor del libro es el Candy Crush no hablamos de libro como mediación cultural sino como un mero elemento evasivo y quizás alienante.
  2. Generar categorías de este pelo, Ocio, entradas, libros, música, restaurantes, para medir consumos en el ámbito digital vuelve a confundir las líneas.
  3. El hecho de ser librería y/o editorial no genera automáticamente una ‘patente cultural’.
  4. No es igual lo que se lea ni dónde se lea. La continua incidencia en leer más hace que olvidemos la calidad en los discursos convirtiéndolo de esta manera en un discurso viejo más cercano a los modelos de productividad industrial que de ‘simbólica digital’.
  5. Fomentar el libro puede llegar a no tener nada que ver con fomentar la lectura.
  6. La cadena de valor comercial no es a veces la mejor compañera para la elaboración de un plan lector cultural."
Cierra la entrada con una cita amplia de Antonio Basanta en su intervención para presentar el Plan de Lectura del País Vasco ante la Comisión de Cultura del Parlamento.

Leer es anterior a cualquier construcción cultural alfabetizadora. Leer es la expresión más genuina de nuestra condición de humanos. Toda nuestra vida no es sino el producto de un ejercicio permanente de lectura: leemos sensaciones, experiencias, sonidos, acontecimientos. Leemos desde la memoria y la anticipación. Leemos el tiempo y el espacio. El mundo de los objetos… y el de los sujetos. Porque leer supone la conjunción de un conjunto de acciones fundacionales. De verbos que constituyen lo que me atrevería a denominar el ADN de la lectura. Y esos verbos son:
  • Toda lectura nace de la curiosidad, del interés o de la necesidad. Lectura e indiferencia, lectura y pasividad son términos felizmente incompatibles.
  • No puede haber lectura que no implique un ejercicio crítico y de análisis. .
  • Si este paso no se da, la lectura encalla. Seremos leedores, pero no lectores.
  • Valorar, seleccionar, no en vano, el vocablo latino del que deriva la palabra leer, legere, del verbo lego, denomina tanto la acción de leer como la acción de elegir. Lectores para ser electores, siempre mucho más que votantes. Y también, en una anticipación que me resulta realmente asombrosa, navegar, como leemos en Ovidio, profeta de lo que leer supone hoy en los nuevos soportes tecnológicos.
  • Leer es también transformar, modificar, recrear . Toda lectura es aportación y renovación. Incluso ante aquello que parece definitivamente establecido, como pudiera ser el propio texto. “El autor sólo escribe la mitad del libro. De la otra mitad debe ocuparse el lector” sentencia Josep Conrad. Por eso no hay dos lecturas iguales, aun desde la misma persona. Ni dos lectores iguales. Como reza el viejo proverbio : “ Dos hombres en un jardín: dos jardines”.
  • Leer es asimilar. Somos lo que leemos al tiempo que leemos lo que somos. La lectura nos abre a la realidad ajena mientras, gracias a ello, dibuja, edifica nuestro propio mundo interior. De cada lectura queda un poso imborrable. No somos iguales antes que después de leer. Y ese es uno de sus más fascinantes secretos.
  • Y finalmente leer es compartir. No hay lectura sin ejercicio del diálogo, de la relación, del intercambio. El inicial que se establece entre la propuesta lectora y quien la lee. Y todos los que a partir de él surjan, pues sólo la lectura se completa cuando ayuda a consolidar nuestra relación con los demás. Leer nos introduce definitivamente en la corriente de la humanidad. Nos confirma que somos parte de la secuencia inacabada. Que ni somos los primeros, ni somos únicos. “ -¿ Por qué leemos?”, le pregunta en Oxford uno de sus alumnos al profesor Clive Staples Lewis, el célebre autor de las Crónicas de Narnia. Y Lewis le contestó: “ – Leemos para saber que no estamos solos…”


El sueño. Un cuento de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares (Cuentos breves y extraordinarios.Recopilación)

EL SUEÑO

Murray soñó un sueño.
La psicología vacila cuando intenta explicar las aventuras de nuestro mayor inmaterial en sus andanzas por la región del sueño, "gemelo de la muerte". Este relato no quiere ser explicativo: se limitará a registrar el sueño de Murray. 
Una de las fases más enigmáticas de esa vigilia del sueño, es que acontecimientos que parecen abarcar meses o años, ocurren en minutos o instantes.
Murray aguardaba en su celda de condenado a muerte. Un foco eléctrico en el cielo raso del comedor iluminaba su mesa. En una hoja de papel blanco una hormiga corría de un lado a otro y Murray le bloqueaba el camino con un sobre. La electrocutación tendría lugar a las nueve de la noche. Murray sonrió ante la agitación del más sabio de los insectos.
En el pabellón había siete condenados a muerte. Desde que estaba ahí, tres habían sido conducidos: uno, enloquecido y peleando como un lobo en una trampa; otro, no menos loco, ofrendando al cielo una hipócrita devoción; el tercero, un cobarde, se desmayó y tuvieron que amarrarlo a una tabla. Se preguntó cómo responderían por él su corazón, sus piernas y su cara; porque ésta era su noche. Pensó que ya casi serían las nueve.
Del otro lado del corredor, en la celda de enfrente, estaba encerrado Carpani, el siciliano que había matado a su novia y a los dos agentes que fueron a arrestarlo. Muchas veces, de celda a celda, habían jugado a las damas, gritando cada uno la jugada a su contrincante invisible.
La gran voz retumbante, de indestructible calidad musical, llamó:
—Y, señor Murray, ¿cómo se siente? ¿Bien?
—Muy bien, Carpani —dijo Murray serenamente, dejando que la hormiga se posara en el sobre y depositándola con suavidad en el piso de piedra.
—Así me gusta, señor Murray. Hombres como nosotros tenemos que saber morir como hombres. La semana que viene es mi turno. Así me gusta. Recuerde, señor Murray, yo gané el último partido de damas. Quizás volvamos a jugar otra vez.
La estoica broma de Carpani, seguida por una carcajada ensordecedora, más bien alentó a Murray; es verdad que a Carpani le quedaba todavía una semana de vida.
Los encarcelados oyeron el ruido seco de los cerrojos al abrirse la puerta en el extremo del corredor. Tres hombres avanzaron hasta la celda de Murray y la abrieron. Dos eran guardias; el otro era Frank -no, eso era antes- ahora se llamaba el reverendo Francisco Winston, amigo y vecino de sus años de miseria.
—Logré que me dejaran reemplazar al capellán de la cárcel —dijo, al estrechar la mano de Murray. En la mano izquierda tenía una pequeña biblia entreabierta.
Murray sonrió levemente y arregló unos libros y una lapicera en la mesa. Hubiera querido hablar, pero no sabía qué decir. Los presos llamaban la Calle del Limbo a este pabellón de veintitrés metros de longitud y nueve de ancho. El guardia habitual de la Calle del Limbo, un hombre inmenso, rudo y bondadoso, sacó del bolsillo un porrón de whisky, y se lo ofreció a Murray diciendo:
—Es costumbre, usted sabe. Todos lo toman para darse ánimo. No hay peligro de que se envicien.
Murray bebió profundamente.
—Así me gusta —dijo el guardia—. Un buen calmante y todo saldrá bien.
Salieron al corredor y los siete condenados lo supieron. La Calle del Limbo es un mundo fuera del mundo y si le falta alguno de los sentidos, lo reemplaza con otro. Todos los condenados sabían que eran casi las nueve, y que Murray iría a su silla a las nueve. Hay también, en las muchas calles del Limbo, una jerarquía del crimen. El hombre que mata abiertamente, en la pasión de la pelea, menosprecia a la rata humana, a la araña y a la serpiente. Por eso sólo tres saludaron abiertamente a Murray cuando se alejó por el corredor, entre los guardias: Carpani y Marvin, que al intentar una evasión habían matado a un guardia, y Bassett, el ladrón que tuvo que matar porque un inspector, en un tren, no quiso levantar las manos. Los otros cuatro guardaban humilde silencio.
Murray se maravillaba de su propia serenidad y casi indiferencia. En el cuarto de las ejecuciones había unos veinte hombres, entre empleados de la cárcel, periodistas y curiosos que...

Aquí, en medio de una frase, "El sueño" quedó interrumpido por la muerte del autor O. Henry. Se conoce, sin embargo, el final:
Murray, acusado y convicto del asesinato de su esposa, enfrentaba su destino con inexplicable serenidad. Lo conducen a la silla eléctrica, lo atan. De pronto, la cámara, los espectadores, los preparativos de la ejecución, le parecen irreales. Piensa que es víctima de un error espantoso. ¿Por qué lo han sujetado a esa silla? ¿Qué ha hecho? ¿Qué crimen ha cometido? Se despierta: a su lado están su mujer y su hijo. Comprende que el asesinato, el proceso, la sentencia de muerte, la silla eléctrica, son parte de un sueño. Aún trémulo, besa en la frente a su mujer. En ese momento, lo electrocutan.

La ejecución interrumpe el sueño de Murray.

O. HENRY

sábado, 16 de enero de 2016

Las mujeres que lee son peligrosas. Un libro de Stefan Bollmann que puedes descargar

Relegadas tradicionalmente a un papel secundario y a menudo pasivo en la sociedad, las mujeres encontraron muy pronto en la lectura una manera de romper las estrecheces de su mundo. La puerta abierta al conocimiento, la imaginación, el acceso a otro mundo, un mundo de libertad e independencia, les ha permitido desarrollarse y adoptar, poco a poco, nuevos roles en la sociedad. A través de un recorrido por las numerosas obras de arte que reflejan la estrecha relación entre libros y mujeres, Stefan Bollmann rinde un sentido homenaje a las mujeres y confirma el excepcional poder que confiere la lectura.

Descárgalo en este enlace.

Fuente: diariofemenino.com.ar

Libros sin edad. Acerca de libros, lectores. dádivas y puentes. Conferencia de Mª Teresa Andruetto.

1. Una niña lee libros para grandes.

Cierta vez, mi papá trajo a nuestra casa unaHistoria Ilustrada de la Pintura. Estoy hablando de una época en la que no sólo no existía internet, sino que casi tampoco accedíamos a reproducciones, de modo que en aquel libro que tenía pequeñas imágenes de grandes obras, rectángulos no más grandes que una cajita de fósforos, a razón de cinco por página, vi casi todas las obras de arte que conozco. Así sucede que un libro que hace muchos años fue a parar a otras manos, está en mi memoria como una suerte de museo universal, La matriz de todos los museos a los que he ido y todos los que nunca visitaré. Ahí estaban La Anunciación, de Simone Martini, Santa Ana con la Virgen y el Niño, de Leonardo; Lapesadora de perlas, de Vermeer; La muerte de la Virgen, de Caravaggio; La batalla de San Romano, de Paolo Uccello; Adán y Eva, de Durero; Las espigadoras, de Jean-François Millet; La comida frugal, de Picasso, y Los jugadores de cartas, de Cézanne, entre muchos otros (mientras repaso en la memoria aquellas imágenes me pregunto por qué no habría allí mujeres, ¿es que acaso ellas no pintaban?), y estaba el Autorretrato ante el caballete, de Rembrandt. Aun en aquella pequeña reproducción, se podían ver los ojos desolados de un hombre que lo tuvo y lo ha perdido todo, un hombre al que le han embargado cuanto posee, incluso lo que su mano es capaz de producir, pero que aun así no puede dejar de pintar. Está frente a nosotros, con su gorro de dormir y su camisón, ha levantado los ojos de la tela y nos mira. Desde 1660, la fecha de su realización, no ha dejado de preguntarnos:¿has visto lo que soy, en qué me he convertido? El hombre que se pintó a sí mismo más de sesenta veces, aquel al que podríamos considerar un egocéntrico, se ha convertido en su opuesto, una persona capaz de mirarse sin prejuicios y sin piedad a lo largo de la vida y de mostrarse ante nosotros joven, soberbio, excéntrico, maduro, sensato, dolorido, miserable…, en fin, un hombre. La imagen de ese hombre (el que habita detrás del artista) me persiguió tanto que termine escribiendo sobre un poema que se llama, precisamente, "Autorretrato ante el caballete", del que leo un fragmento:

Esto es lo que queda / de un hombre que se muere: /un pincel y la mano agrietada/ que sostiene el pardo, el rojo, / el amarillo... la mano que va, / que se desvela, desde el charc / de luz hacia la tela.


(Esta conferencia de María Teresa Andruetto está incluida en el libro "La lectura, otra revolución", de Fondo de Cultura Económica. Se reproduce con la autorización de su autora).
Fuente: Fundación Cuatrogatos