jueves, 31 de marzo de 2022

«VOLVERÁ EL POLVO AL POLVO…». Un poema de la mexicana Dolores Castro Varela

Volverá el polvo al polvo,
caerán desmenuzados los cabellos
como último baluarte de mi cuerpo.
Te esperaré a la orilla,
en los maderos rotos de mi cuerpo.
Al tomarte la mano, pobre muerte,
tan antigua, tan niña,
palpitará en tu sangre
la madura inquietud de cada día.
Romperás secos lazos
recostada en la hierba de tu sueño,
te embriagarás en angustioso canto
de la noche primera.
Te llegará en latidos de mis ansias,
la frescura del agua tan lejana
la voz, y el sonido
de la vida que evita tu llamada.
Y morirás de amor,
del mismo amor que apagará la hierba.
Y morirás de viento y de tristeza,
cuando fría mi sangre
no transmita a tu cuerpo,
el calor que robamos a la fragua.
Y cuando de nosotros
no quede ya en la tierra
más huella que la ardiente de tu estancia,
volveremos al polvo
que al cubrir este canto
lo perderá en la noche de su huella.


miércoles, 30 de marzo de 2022

El muerto en el mar de Urca. Un cuento de Clarice Lispector.

Yo estaba en el apartamento de doña Lourdes, costurera, probándome el vestido pintado por Olly, y doña Lourdes dijo: murió un hombre en el mar, mire a los bomberos. Miré y solo vi el mar que debía estar muy salado, mar azul, casas blancas. ¿Y el muerto?

El muerto en salmuera. ¡No quiero morir!, grité, muda dentro de mi vestido. El vestido es amarillo y azul. ¿Y yo? Muerta de calor, no muerta en el mar azul.

Voy a decir un secreto: mi vestido es lindo y no quiero morir. El viernes el vestido estará en casa, el sábado me lo pondré. Sin muerte, solo mar azul. ¿Existen las nubes amarillas? Existen doradas. Yo no tengo historia. ¿El muerto la tiene? Tiene: fue a tomar un baño de mar a Urca, el bobo, y murió; ¿quién lo mandó? Yo tomo baños de mar con cuidado, no soy tonta, y solo voy a Urca para probarme el vestido. Y tres blusas. Ella es minuciosa en la prueba. ¿Y el muerto? ¿Minuciosamente muerto?

Voy a contar una historia: era una vez un joven a quien le gustaban los baños de mar. Por eso, fue una mañana de jueves a Urca. En Urca, en las piedras de Urca, está lleno de ratones, por eso yo no voy. Pero el joven no les prestaba atención a los ratones. Ni los ratones le prestaban atención a él. Y había una mujer probándose un vestido y que llegó demasiado tarde: el joven ya estaba muerto. Salado. ¿Había pirañas en el mar? Hice como que no entendía. No entiendo la muerte. ¿Un joven muerto?

Muerto por bobo que era. Solo se debe ir a Urca para probarse un vestido alegre. La mujer, que soy yo, solo quiere alegría. Pero yo me inclino frente a la muerte. Que vendrá, vendrá, vendrá. ¿Cuándo? Ahí está, puede venir en cualquier momento. Pero yo, que estaba probándome un vestido al calor de la mañana, pedí una prueba a Dios. Y sentí una cosa intensísima, un perfume intenso a rosas. Entonces, tuve la prueba. Dos pruebas: de Dios y del vestido.

Solo se debe morir de muerte natural, nunca por accidente, nunca por ahogo en el mar. Yo pido protección para los míos, que son muchos. Y la protección, estoy segura, vendrá.

Pero, ¿y el joven? ¿Y su historia? Es posible que fuera estudiante. Nunca lo sabré. Me quedé solamente mirando el mar y el caserío. Doña Lourdes, imperturbable, preguntándome si ajustaba más la cintura. Yo le dije que sí, que la cintura tiene que verse apretada. Pero estaba atónita. Atónita en mi vestido nuevo.

FIN

martes, 29 de marzo de 2022

"EN PERSEGUIRME, MUNDO, ¿QUÉ INTRESAS?. Un poema de la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz

En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas;
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas.

Y no estimo hermosura que, vencida,
es despojo civil de las edades,
ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor, en mis verdades,
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.

lunes, 28 de marzo de 2022

'ESCLAVAS". Un cómic que denuncia la explotación sexual en España


Viñeta de 'Esclavas', de Alicia Palmer y Bosco Rey-StollePortada de 'Esclavas', de Alicia Palmer y Bosco Rey-Stolle

Hoy en día la prostitución está socialmente aceptada a pesar de que esconda una situación de esclavitud y de explotación que no deberíamos ignorar. Eso es lo que denuncian la guionista Alicia Palmer y el dibujante Bosco Rey-Stolle en el cómic Esclavas (Edicions de Ponent).

“La idea inicial del cómic –asegura Alicia- era mostrar la dura realidad que se esconde detrás de algo que la mayoría de jóvenes españoles tienen normalizado como una alternativa más de ocio (acudan o no) y sin embargo encierra mucho sufrimiento que, aunque lo intuimos, preferimos ignorar”. Leer más


Fuente: rtve.es

domingo, 27 de marzo de 2022

"MIENTRAS TANTO". Un poema de la argentina Irene Gruss

Yo estuve lavando ropa
mientras mucha gente
desapareció
no porque sí
se escondió
sufrió
hubo golpes
y
ahora no están
no porque sí
y mientras pasaban
sirenas y disparos, ruido seco
yo estuve lavando ropa,
acunando,
cantaba,
y la persiana a oscuras.


sábado, 26 de marzo de 2022

"LA INSTRUCCIÓN DE LA MUJER" (1906). Gabriela Mistral, Premio Nóbel de Literatura

Retrocedamos en la historia de la humanidad buscando la silueta de la mujer, en las diferentes edades de la Tierra. La encontraremos más humillada y más envilecida mientras más nos internemos en la antigüedad. Su engrandecimiento lleva la misma marcha de la civilización; mientras la luz del progreso irradia más poderosa sobre nuestro globo, ella, agobiada, va irguiéndose más y más.

Y es que a medida que la luz se hace en las inteligencias, se va comprendiendo su misión y su valor y hoy ya no es la esclava de ayer sino la compañera igual. Para su humillación primitiva, ha conquistado ya lo bastante, pero aún le queda mucho de explorar para entonar un canto de victoria.

Si en la vida social ocupa un puesto que le corresponde, no es lo mismo en la intelectual aunque muchos se empeñen en asegurar que ya ha obtenido bastante; su figura en ella, si no es nula, es sí demasiado pálida.

Se ha dicho que la mujer no necesita sino una mediana instrucción, y es que aún hay quienes ven en ella al ser capaz sólo de gobernar el hogar.

La instrucción suya, es una obra magna que lleva en sí la reforma completa de todo un sexo. Porque la mujer instruida deja de ser esa fanática ridícula que no atrae a ella sino la burla: porque deja de ser esa esposa monótona que para mantener el amor conyugal no cuenta más que con su belleza física y acaba por llenar de fastidio esa vida en que la contemplación acaba. Porque la mujer instruida deja de ser ese ser desvalido que, débil para luchar con la Miseria, acaba por venderse miserablemente si sus fuerzas físicas no le permiten ese trabajo.

Instruir a la mujer es hacerla digna y levantarla. Abrirle un campo más vasto de porvenir, es arrancar a la degradación muchas de sus víctimas.

Es preciso que la mujer deje de ser mendiga de protección; y pueda vivir sin que tenga que sacrificar su felicidad con uno de los repugnantes matrimonios modernos; o su virtud con la venta indigna de su honra.

Porque casi siempre la degradación de la mujer se debe a su desvalimiento.

¿Por qué esa idea torpe de ciertos padres, de apartar de las manos de sus hijos las obras científicas con el pretexto de que cambie su lectura los sentimientos religiosos del corazón?

¿Qué religión más digna que la que tiene el sabio?

¿Qué Dios más inmenso que aquel ante el cual se postra el astrónomo después de haber escudriñado los abismos de la altura?

Yo pondría al alcance de la juventud toda la lectura de esos grandes soles de la ciencia, para que se abismara en el estudio de esa Naturaleza de cuyo Creador debe formarse una idea. Yo le mostraría el cielo del astrónomo, no el del teólogo; le haría conocer ese espacio poblado de mundos, no poblado de centellos; le mostraría todos los secretos de esas alturas. Y, después que hubiera conocido todas las obras, y después que supiera lo que es la Tierra en el espacio, que formara su religión de lo que le dictara su inteligencia, su razón y su alma. ¿Por qué asegurar que la mujer no necesita sino una instrucción elemental? CONTINUAR LEYENDO


viernes, 25 de marzo de 2022

"TE QUIERO SIN MIRAR ATRÁS". Un poema de Mario Benedetti

Te quiero mansamente, entre las sombras de las falsas ilusiones.

Te quiero como para leerte cada noche, como mi libro favorito quiero leerte, línea tras línea, letra por letra, espacio por espacio.

Te quiero para tomarte de la mano bajo el firmamento y mostrarte los te amo escondidos entre las estrellas.

Te quiero sobre las hojas de otoño, hablando de nada pero a la vez de todo y, en un arranque
de locura, beber tus lágrimas mientras desfallezco en tus labios.

Te quiero para buscarte entre las frases no dichas, entre los pensamientos enterrados, entre
las maneras complicadas quiero encontrarte y después no dejarte.

Te quiero como para llevarte a mis lugares favoritos y contarte que es ahí donde me siento a
buscarte en la niebla de miradas que no son tuyas, pero aún así te busco.

Te quiero para volvernos locos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa por las calles, eso sí,
tomados de la mano, mejor dicho, del corazón.

Te quiero como para sanarte, y sanarme, y sanemos juntos, para remplazar la heridas por
sonrisas y las lágrimas por miradas, en donde podremos decir más que en las palabras.

Te quiero por las noches en las que faltas, te quiero como para escuchar tu risa toda la noche y
dormir en tu pecho, sin sombras ni fantasmas, te quiero como para no soltarte jamás.

Te quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás.

jueves, 24 de marzo de 2022

Casa tomada. Un cuento de Julio Cortázar.

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.

Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 23 de marzo de 2022

"Los novios". Un cuento de Mario Benedetti

Al principio yo la saludaba desde mi vereda y ella me respondía con un ademán nervioso e instantáneo. Después se iba a los saltos, golpeando las paredes con los nudillos, y, al llegar a la esquina, desaparecía sin mirar hacia atrás. Desde el comienzo me gustaron su cara larga, su desdeñosa agilidad, su impresionante saco azul que más bien parecía de muchacho. María Julia tenía más pecas en la mejilla izquierda que en la derecha. Siempre estaba en movimiento y parecía encarnizada en divertirse. También tenía trenzas, unas trenzas color paja de escoba que le gustaba usar caídas hacia el frente.
 
Pero, ¿cuándo fue eso? El viejo ya había puesto la mercería y mamá hacía marchar el fonógrafo para copiar la letra de Metenita de Oro, mientras yo enfriaba mi trasero sobre alguno de los cinco escalones de mármol que daban al fondo; Antonia Pereyra, la maestra particular de los lunes, miércoles y viernes, trazaba una insultante raya roja sobre mi inocente quebrado violeta, y a veces rezongaba: « ¡Ay, jesús, doce años y no sabe lo que es un común denominador! » Doce años. De modo que era en 1924.

Vivíamos en la calle principal. Pero toda avenida 18 de julio en un pueblo de ochenta manzanas, es bien poca cosa. A la hora de la siesta yo era el único que no dormía. Si miraba a través de la celosía, transcurría a veces un bochornoso cuarto de hora sin que ningún ser viviente pasase por la calle. Ni siquiera el perro del señor Comisario, que, según decía y repetía la negra Eusebia, era mucho menos perro que el señor Comisario. CONTINUAR LEYENDO

martes, 22 de marzo de 2022

“La literatura infantil en América Latina es un trabajo en progreso”. Enrevista a Yolanda Reyes.

Los escritores de literatura infantil en América Latina están escribiendo, tachando, borrando y volviendo a escribir. Están en su mejor momento o en un “trabajo en progreso”, dice Yolanda Reyes (Bucaramanga, 1959), una de las escritoras contemporáneas más importantes de Colombia.

Reyes, que ha dedicado su trabajo literario al público infantil y al fomento de la lectura, reconoce que aunque no existen todavía las condiciones ideales para el oficio, cada vez se abren más opciones y “la salud del género es cada vez mejor”. La autora de El terror de sexto B (1995), Cucú (2010) y Mi Mascota (2011), entre otras reconocidas obras, es una de las voces del Festival Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil, organizado por la Fundación Santillana, que se celebra por primera vez en Bogotá.

ACCEDER A LA ENTREVISTA
 Fuente: cultura.elpais.com

lunes, 21 de marzo de 2022

"FRAGMENTO DE UN DIARIO". Un cuento de Amparo Dávila

lunes 7 de julio

Mi vecino el señor Rojas pareció sorprendido al encontrarme sentado en la escalera. Seguramente lo que llamó su atención fue la mirada, notoriamente triste. Me di cuenta del vivo interés que de pronto le desperté. Siempre me han gustado las escaleras, con su gente que sube arrastrando el aliento, y la que baja como masa informe que cae sordamente. Tal vez por eso escogí la escalera para ir a sufrir.

jueves 10

Hoy puse gran empeño en terminar pronto mis diarias tareas domésticas: arreglar el departamento, lavar la ropa interior, preparar la comida, limpiar la pipa... Quería disponer de más tiempo para elaborar los programas y escoger los temas para mi ejercicio. Es bastante arduo el aprendizaje del dolor, gradual y sistematizado como una disciplina o como un oficio. Mi vecino estuvo observándome largo rato. Bajo la luz amarillenta del foco, debo parecer transparente y desleído. El diario ejercicio del dolor da la mirada del perro abandonado, y el color de los aparecidos.

sábado 12

De nuevo cayó sobre mí la mirada insistente y surgió la temida pregunta del señor Rojas. Inútil decirle algo. Dejé que siguiera bajando entre la duda. Yo continué con mi ejercicio. Cuando oí pasos que subían, un estremecimiento recorrió mi cuerpo. Los conocía bien. Las manos y las sienes comenzaron a sudarme. El corazón daba tumbos desesperados y la lengua parecía un pedazo de papel. Si hubiera estado en pie me habría desplomado como un títere. Sonrió al pasar... Yo fingí que no la veía. Y seguí con mi práctica.

jueves 17

Estaba justamente en el 7° grado de la escala del dolor, cuando fui interrumpido cruelmente por mi constante vecino que subía acompañado por una mujer. Pasaron tan cerca de mí que sus ropas me rozaron. Quedé impregnado del perfume de la mujer, mezcla de almizcle y benjuí, viscoso, oscuro, húmedo, salvaje. Llevaba un vestido rojo muy entallado. La miré hasta que se perdieron tras la puerta del departamento. Hablaban y reían al subir la escalera. Reían con los ojos y con las manos. Eran pasión en movimiento. Cerrados en sí mismos ni siquiera me vieron. Y mi dolor tan puro, tan intelectual, quedó interrumpido y contaminado en su limpia esencia por una sorda comezón. Sensaciones pesadas y sombrías descendieron sobre mí. Aquella dolorosa meditación, producto de una larga y difícil disciplina, quedó frustrada y convertida en miserable vehemencia. ¡Malditos! Golpeé con mis lágrimas las huellas de sus pasos.

domingo 20

Fue un verdadero acierto graduar el dolor, darle categoría y límite. Aun cuando hay quienes aseguran que el dolor es interminable y que nunca se agota, yo opino que después del 10° grado de mi escala, sólo queda la memoria de las cosas, doliendo ya no en acción sino en recuerdo. Al principio de mi aprendizaje creí que era oportuno ir en ascenso, en práctica gradual. Bien pronto comprobé que resultaba muy pobre una experiencia así. El conocimiento y perfección del dolor requiere elasticidad, sabio manejo de sus categorías y matices, y caprichoso ensayo de los grados. Pasar sin dificultad del 3° al 8° grado, del 4º al 1º, del 2º al 7º y, después, recorrerlos por riguroso orden ascendente y descendente... Me apena interrumpir esta interesante explicación, pero hay agua bajo mis pies. CONTINUAR LEYENDO



domingo, 20 de marzo de 2022

"CUIDADO CON EL DÍA DE LA POESÍA". Un artículo del poeta Luis García Montero publicado en infoLibre.es el 19 de marzo de 2022

Mañana, 21 de marzo, celebraremos el día de la poesía. Es de suponer que las redes sociales se llenarán de versos y de citas. Las tristes guerras denunciadas por Miguel Hernández se mezclarán con las quejas de Federico García Lorca ante la degradación de la vida moderna y con las ironías sentimentales de Gloria Fuertes. El amor buscará sus ilusiones o sus nieblas con Rosalía de Castro, Pedro Salinas y tantos autores que a lo largo de los siglos nos han enseñado a decir te quiero, no me olvides, no entiendo la vida sin ti. También recordaremos con Gabriel Celaya que la poesía es un arma cargada de futuro.

De futuro y de presente. La transformación digital de nuestras vidas ha convertido en costumbre cotidiana el paso de la intimidad a la escena pública. Ese ha sido el marco de las tareas poéticas, presentar ante los ojos de los demás aquello que es latido en el corazón particular y rayo o sombra en las bodegas de cada conciencia. Las elaboraciones líricas tienen mucho que ver con el pudor. ¿Cómo hablar de las pasiones o la desesperación sin hacer el ridículo? Por eso me atrevo a sugerir que una de las mayores lecciones que la sociedad actual puede aprender de la poesía es el empeño de no perder el sentido de la vergüenza. Sería muy beneficioso que se recuperara la virtud pública del pudor a la hora de declarar nuestras ideas y nuestros sentimientos.

Cada vez que la buena poesía cae en la tentación de la grandilocuencia, el sentido de la vergüenza salva a la poesía y la ayuda a caminar pudorosamente hacia la vida. El culteranismo cortesano de Juan de Mena saludaba “al muy prepotente don Juan el Segundo, / aquel con quien Júpiter tuvo tal celo”, hasta acabar por obligación de la rima con la rodilla hincada en el suelo. Por pudor Jorge Manrique cantó la muerte de su padre de un modo mucho más suave y nos enseñó que nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar. Góngora llegó a presentar su Polifemo con un tambor barroco: “Estas que me dictó, rimas sonoras, / culta sí, aunque bucólica Talía”. Quevedo y Lope buscaron maneras más sencillas de hablar del paso de los años, las ruinas y las glorias del amor.

Y así hasta que Bécquer se alejó de las grandilocuencias dolorosas del romanticismo para sugerir la fuerza pudorosa de la tristeza. Poco después Antonio Machado olvidó los fuegos artificiales del Parnaso modernista y modeló sus poemas con las palabras que se usaban en la calle. Son muy divertidas las escenas de las novelas de Galdós en las que una marquesa invitaba a declamar en medio del salón. El vate se lanzaba y daba vergüenza con sus cisnes, pastores y paisajes bucólicos en giros tan convencionales como poco creíbles. Por sentido de la vergüenza, poco a poco, la poesía ha buscado el camino para seguir en la vida y superar retóricas huecas.

No estaría mal aprovechar el día de la poesía para recuperar el pudor. Desde luego sería un primer paso evitar que las críticas se redujeran al insulto zafio o la mentira burda. Pero hay mucho más en juego. El debate político podría mejorarse de forma notable si algunas personas sintiesen vergüenza a la hora de argumentar retóricamente dentro de sus círculos viciosos, haciendo bromas sobre la pobreza, convirtiendo a los débiles en seres amenazantes y en héroes de la decencia a los ladrones. Da vergüenza que quien destruye los derechos cívicos y los cuidados públicos en beneficio propio se presente como defensor de su comunidad.

Pero la poesía siempre piensa muchas veces lo que va a decir. Así que me gustaría añadir un temor. Los poetas hacían el ridículo cuando su retórica se apartaba de la vida. Por eso la poesía acababa volviendo a la realidad. Hoy existen muy poderosos mecanismos de comunicación y control de las conciencias. Es posible que ahora se pierda el sentido de la vergüenza sin apartarse de la vida, ya que es la vida la que puede apartarse de ella misma, haciendo que la realidad sea sustituida por su apariencia y los discursos alternativos del impudor, la mentira y el vacío más negro. Jugarse la verdad es jugarse un mundo habitable.

Un conflicto de nuestro presente. Antes la buena poesía era arrastrada por la vida hasta la verdad. Ahora es posible que la mala poesía arrastre a la vida hasta la mentira.

sábado, 19 de marzo de 2022

"PAPI". Un poema de Sylvia Plath.

Tú ya no, tú ya no
me sirves, zapato negro
en el que viví treinta años
como un pie, mísera y blancuzca,
casi sin atreverme ni a chistar ni a mistar.
Papi, tenía que matarte pero
moriste antes de que me diera tiempo.
Saco lleno de Dios, pesado como el mármol,
estatua siniestra, espectral, con un dedo del pie gris,
tan grande como una foca de Frisco,
y una cabeza en el insólito Atlántico
donde el verde vaina se derrama sobre el azul,
en medio de las aguas de la hermosa Nauset.
Yo solía rezar para recuperarte.
Ach, du.
En tu lengua alemana, en tu ciudad polaca
aplastada por el rodillo
de guerras y más guerras.
Aunque el nombre de esa ciudad es de lo más corriente.
Un amigo mío, polaco,
afirma que hay una o dos docenas.
por eso yo jamás podía decir dónde habías
plantado el pie, dónde estaban tus raíces.
Ni siquiera podía hablar contigo.
La lengua se me pegaba a la boca.
Se me pegaba a un cepo de alambre de púas.
Ich, ich, ich, ich,
apenas podía hablar.
Te veía en cualquier alemán.
Y ese lenguaje tuyo, tan obsceno.
Una locomotora, una locomotora
silbando, llevándome lejos, como a una judía.
Una judía camino de Dachau, Auschwitz, Belsen.
Empecé a hablar como una judía.
Incluso creo que podría ser judía.
Las nieves del Tirol, la cerveza rubia de Viena
no son tan puras ni tan auténticas.
Yo, con mi ascendencia gitana, con mi mal hado
y mi baraja del Tarot, y mi baraja del Tarot,
bien podría ser algo judía.
Siempre te tuve miedo: a ti, a ti
con tu Luftwaffe, con tu pomposa germanía,
con tu pulcro bigote y esa
mirada aria, azul centelleante.
Hombre-pánzer, hombre-pánzer, Ah tú…
No eras Dios sino una esvástica
tan negra que ningún cielo podía despejarla.
Toda mujer adora a un fascista,
la bota en la cara, el bruto
bruto corazón de un bruto como tú.
Mira, papi, aquí estás delante del encerado,
en esta foto tuya que conservo,
con un hoyuelo en el mentón en lugar de en el pie,
mas sin dejar por eso de ser un demonio,
el hombre de negro que partió
de un bocado mi lindo y rojo corazón.
Yo tenía diez años cuando te enterraron.
A los veinte intenté suicidarme
para volver, volver a ti.
Creía que hasta los huesos lo harían.
Pero me sacaron del saco
y me amañaron con cola.
Y entonces supe lo que tenía que hacer.
Creé una copia tuya,
un hombre de negro, tipo Meinkampf,
amante del tormento y la tortura.
Y dije sí, sí quiero.
Pero, papi, esto se acabó. He desconectado
el teléfono negro de raíz, las voces
ya no pueden reptar por él.
Si ya había matado a un hombre, ahora son dos:
el vampiro que afirmaba ser tú
y que me chupó la sangre durante un año,
siete años, en realidad, para que lo sepas.
Así que ya puedes volver a tumbarte, papi.
Hay una estaca clavada en tu grueso y negro
corazón, pues la gente de la aldea jamás te quiso.
Por eso bailan ahora, y patean sobre ti.
Porque siempre supieron que eras tú, papi,
papi, papi, bastardo, he terminado.

viernes, 18 de marzo de 2022

"MARÍA Y YO". Un documental de RTVE sobre el autismo.


Documental sobre el autismo. Cuenta la historia de Maria la hija autista de Miguel Gallardo y la relación de los dos en unas vacaciones en Canarias.


jueves, 17 de marzo de 2022

"LA TRISTEZA". Cuentos de Antón Chéjov y Rosario Barrios Peña, partiendo de otro de Lucía Berlin.

Estando leyendo Punto de vista, un cuento del libro de relatos Manual para mujeres de la limpieza de Lucía Berlin, que comienza:

"Imaginemos Tristeza, el cuento de Chéjov, en primera persona. Un anciano explicándonos que su hijo acaba de morir. Nos sentiríamos turbados, incómodos, incluso aburridos, y reaccionaríamos precisamente como los pasajeros del cochero del relato. La voz imparcial de Chéjov, sin embargo,, imbuye a ese hombre de dignidad. Absorvemos la compasión del autor por él, y nos conmueve en lo más hondo, si no la muerte del hijo, el hecho de que el viejo termine hablando con el caballo.
Creo que en el fondo, es porque somos inseguros.
Quiero decir que si les presentara así a la mujer sobre la que estoy escribiendo...
"Soy una mujer de cincuenta y tantos años, soltera. Trabajo en la consulta de un médico. Vuelvo a casa en autobús. Los sábados voy a la lavandería y luego hago la compra en Lucky's, recogo el Chronicle del domingo y me voy a casa", me dirían: eh, no me agobies.
En cambio, mi historia se abre con: "Cada sábado, después de la lavandería y el supermercado, Henrietta comparaba el Chronicle  del domingo". Ustedes escucharán todos y cada uno de los detalles compulsivos, obsesivos y aburridos de la vida de esta mujer solo porque está escrita en tercera persona. Caramba, pensarán, si el narrador cree que hay algo en esta patética criatura sobre lo que merezca la pena escribir, será que lo hay. Seguiré leyendo, a ver qué pasa."
Pues bien, me ha parecido interesante contrastar lo dicho por la autora con dos cuentos: uno el ya citado de Chéjov, y otro de Rosario Barrios Peña que lleva el mismo título, pero que en este caso está escrito en primera persona. No desvelaré mis conclusiones. Sin embargo os invito a que los leáis y a que, si os apetece, pongáis vuestras opiniones en "comentarios".


LA TRISTEZA
Anton Chéjov

La capital está envuelta en las penumbras vespertinas. La nieve cae lentamente en gruesos copos, gira alrededor de los faroles encendidos, extiende su capa fina y blanda sobre los tejados, sobre los lomos de los caballos, sobre los hombros humanos, sobre los sombreros.
El cochero Yona está todo blanco, como un aparecido. Sentado en el pescante de su trineo, encorvado el cuerpo cuanto puede estarlo un cuerpo humano, permanece inmóvil. Diríase que ni un alud de nieve que le cayese encima lo sacaría de su quietud.
Su caballo está también blanco e inmóvil. Por su inmovilidad, por las líneas rígidas de su cuerpo, por la tiesura de palo de sus patas, aun mirado de cerca parece un caballo de dulce de los que se les compran a los chiquillos por un copec. Hállase sumido en sus reflexiones: un hombre o un caballo, arrancados del trabajo campestre y lanzados al infierno de una gran ciudad, como Yona y su caballo, están siempre entregados a tristes pensamientos. Es demasiado grande la diferencia entre la apacible vida rústica y la vida agitada, toda ruido y angustia, de las ciudades relumbrantes de luces. CONTINUAR LEYENDO


LA TRISTEZA
Rosario Barros Peña (España, 1935)
 El profe me ha dado una nota para mi madre. La he leído. Dice que necesita hablar con ella porque yo estoy mal. Se la he puesto en la mesilla, debajo del tazón lleno de leche que le dejé por la mañana. He metido en el microondas la tortilla congelada que compré en el supermercado y me he comido la mitad. La otra mitad la puse en un plato en la mesilla, al lado del tazón de leche. Mi madre sigue igual, con los ojos rojos que miran sin ver y el pelo, que ya no brilla, desparramado sobre la almohada. Huele a sudor la habitación, pero cuando abrí la persiana ella me gritó. Dice que si no se ve el sol es como si no corriesen los días, pero eso no es cierto. Yo sé que los días corren porque la lavadora está llena de ropa sucia y en el lavavajillas no cabe nada más, pero sobre todo lo sé por la tristeza que está encima de los muebles. La tristeza es un polvo blanco que lo llena todo. Al principio es divertida. Se puede escribir sobre ella, “tonto el que lo lea”, pero, al día siguiente, las palabras no se ven porque hay más tristeza sobre ellas. El profesor dice que estoy mal porque en clase me distraigo y es que no puedo dejar de pensar que un día ese polvo blanco cubrirá del todo a mi madre y lo hará conmigo. Y cuando mi padre vuelva, la tristeza habrá borrado el “te quiero” que le escribo cada noche sobre la mesa del comedor.

FIN


miércoles, 16 de marzo de 2022

¿QUÉ ES LEER Y PARA QUÉ LEER? LENGUAJES Y LECTURAS EN LA PRIMERA INFANCIA. María Emilia López


En este texto María Emilia López plantea el siguiente interrogante: ¿qué leen y cómo leen los/las niños/as más pequeños/as? Así, nos invita a romper con ciertos prejuicios acerca de los “primeros lectores” y a revisar los modos de acercamiento de los/las adultos/as mediadores/as que los/las acompañan, creando ocasiones para que ingresen en sus vidas: “el lenguaje poético, el placer de imaginar y el poder creador”.



martes, 15 de marzo de 2022

"SAPO VERDE". Un cuento de Graciela Montes

Humberto estaba muy triste entre los yuyos del charco. Ni ganas de saltar tenía.Y es que le habían contado que las mariposas del Jazmín de Enfrente andaban diciendo que él era sapo feúcho,feísimo y refeo.

– Feúcho puede ser – dijo,mirándose en el agua oscura ,pero tanto como refeo…Para mí que exageran…Los ojos un poquitito saltones,eso sí. La piel un poco gruesa,eso también. Pero ¡qué sonrisa!

Y después de mirarse un rato le comentó a una mosca curiosa pero prudente que andaba dándole vueltas sin acercarse demasiado:
– Lo que a mí me faltan son colores ¿No te parece? Verde, verde, todo verde. Porque pensándolo bien, si tuviese colores sería igualito, igualito a las mariposas.
La mosca, por las dudas, no hizo ningún comentario. Y Humberto se puso la boina y salió corriendo a buscar colores al Almacén de los Bichos.
Timoteo, uno de los ratones más atentos que se vieron nunca, lo recibió, como siempre, con muchas palabras:
– ¿Qué lo trae por aquí, Humberto? ¿Anda buscando fosforitos para cantar de noche? A propósito, tengo una boina a cuadros que le va a venir de perlas.
– Nada de eso, Timoteo. Ando necesitando colores.
– ¿Piensa pintar la casa?
– Usted ni se imagina, Timoteo, ni se imagina.
Y Humberto se llevó el azul,el amarillo,el colorado,el fucsia y el anaranjado.El verde no, porque ¿para qué puede querer más verde un sapo verde?
En cuanto llegó al charco se sacó la boina, se preparó un pincel con pastos secos y empezó: una pata azul,la otra anaranjada, una mancha amarilla en la cabeza,una estrellita colorada en el lomo,el buche fucsia. Cada tanto se echaba una ojeadita en el espejo del charco. Cuando terminó tenía más colorinches que la más pintona de las mariposas.
Y entonces sí que se puso contento el sapo Humberto: no le quedaba ni un cachito de verde. ¡Igualito a las mariposas! Tan alegre estaba y tanto saltó que las mariposas del Jazmín lo vieron y se vinieron en bandada para el charco.
– Más que refeo ¡Refeísimo! – dijo una de pintitas azules,tapándose los ojos con las patas.
– ¡Feón! ¡Contrafeo al resto! – terminó otra, sacudiendo las antenas con las carcajadas.
– Además de sapo, y feo, mal vestido – dijo una de negro,muy elegante.
– Lo único que falta es que quiera volar – se burló otra desde el aire.
¡Pobre Humberto! Y él que estaba tan contento con su corbatita fucsia.
Tanta vergüenza sintió que se tiró al charco para esconderse, y se quedó un rato largo en el fondo, mirando cómo el agua le borraba los colores.
Cuando salió todo verde, como siempre, todavía estaban las mariposas riéndose como locas.
-¡Sa-po verde! ¡Sa-po verde!

La que no se le paraba en la cabeza le hacía cosquillas en las patas.
Pero en eso pasó una calandria, una calandria lindísima, linda con ganas, tan requetelinda, que las mariposas se callaron para mirarla revolotear entre los yuyos.
Al ver el charco bajó para tomar un poco de agua y peinarse las plumas con el pico, y lo vio a Humberto en la orilla, verde, tristón y solo.
Entonces dijo en voz bien alta:
– ¡Qué sapo tan buen mozo! ¡Y qué bien le sienta el verde! 
Humberto le dio las gracias con su sonrisa gigante de sapo y las mariposas del Jazmín perdieron los colores de pura vergüenza, y así anduvieron, caiduchas y transparentes, todo el verano.»

lunes, 14 de marzo de 2022

"TETAS". Un cuento de Francesca Gargallo

Amamanté a mi hija hasta el año y medio. Como las negras, decía mi mamá que había trabajado en Benin. Como las indias, mi suegra que era india. Yo me bañaba de leche. La dejaba escurrir sobre la boca de mi hija, rosada, tierna y besada hasta el cansancio. Me la esparcía por las costillas duras, por las tetas henchidas, por el cuello. Leche pegajosa, leche dulce. Al principio me dolió. Grietas invisibles pululaban por mis pezones y cien dagas minúsculas me impedían el roce con la ropa, me volvía loca al darme vuelta en la cama, me hacían llorar. Pero seguí, terca, amamantando de leche y sangre a la única persona de la que puedo decir que amo sin ganas de huir al reconocerlo.

Luego fue el placer. Las gotas gordas. Su boca pegada a mi cuerpo que escribía cuentos de terror en la máquina. Ese ruido sutil que recuerdo de cuando mi abuelo me llevaba a recorrer los galerones de la lechería. Un ruido como de succión, pero vivo. Mi abuelo decía: las mejores vacas las reconoces porque tienen la base de la cola muy ancha. Yo agradecía sus secretos, escuchando el ruidito de la leche al pasar de esas tetas inmensas a los pezones que succionaban tubos movidos por manos de campesinas sonrosadas.

Nunca usé pañales desechables. El chiste de los pañales de algodón era que la pipí se mezclaba a la leche y mi hija y yo podíamos mojarnos una a la otra. Podíamos cuidarnos húmedamente.

Tiradas en el suelo nos dormíamos conectadas. Tengo suerte y pisos de duela; su boca en mi pezón y, a media siesta, sin casi darnos cuenta, su boca en mi otro pezón. Las horas tenían el ritmo largo del saxofón.

Su cuerpo desnudo sobre mi cuerpo desnudo, carne viva, supersticiosa, amante. A los cuatro meses tomamos un camión y subimos a la Sierra Madre, pezones en la majestuosidad del cielo azul, pezones cercenados de indias en la conquista, pezones caídos de madres de criaturas hambrientas, montañas amadas que me sacaron lágrimas de compasión. Mi hija dormía segura en un saco amarillo. Yo daba clases. Escuchaba a mujeres. Ojos negros sobre mi rostro quemado, feliz. Te amo gritaba cada poro de mi piel al saquito amarillo. Y ese te amo eran ganas de hacer, de escuchar.

Me recosté en una piedra caliente de sol. Olí la tierra y mi propio olor de cabra montesa bañada de leche, leche rancia, cuajo de queso. Por favor volví a suplicar. Entonces el saquito amarillo empezó a moverse, lloró apenas. Y yo me abrí la camisa caqui, mi hija sonrió al ver los senos empezar a escurrir leche, urgidos de servirle de fuente. Las mujeres me miraban. Yo estaba en medio de ellas, mi hija en mi cuerpo, mi cuerpo en la tierra y ésta en las montañas. Poco a poco, se levantaron. Un revuelo de faldas en la esquina de mi vista. Volvieron con sus hijos de ojos negros y bocas ansiosas. Se sentaron en círculo a mi lado, las blusas abiertas. Estábamos juntas. Le pasé mi hija a la joven a mi izquierda y tomé al hijo de otra. Hijos de la tierra, hijos amados. A nuestro alrededor las viejas cantaban. Nuestras leches se mezclaron en las gargantas. Cómo muerde el tuyo. Y nos reímos. Juntas, muy juntas. Qué hambre trae ésta. Más sonrisas. Mi hija tiene diez hermanos de leche.

FIN

domingo, 13 de marzo de 2022

"DICEN QUE NO HABLAN...". Un poema de Rosalía de Castro


Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros:
lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
de mí murmuran y exclaman:
- Ahí va la loca soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos,
y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.

- Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha;
mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
con la eterna primavera de la vida que se apaga
y la perenne frescura de los campos y las almas,
aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.

Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños;
sin ellos, ¿cómo admiraros, ni cómo vivir sin ellos?


sábado, 12 de marzo de 2022

"MI AMOR SIN VUELO". Un cuento (2010) de Francesca Gargallo.

¿Globalización?, gritaba como si la sola palabra pudiera convertirse en pregunta. ¿Globalización?, ¿Qué demonios quiere decir que en la globalización cierran los vuelos por una gripe?

La funcionaria de la línea aérea, con un traje sastre apretado de color rojo y camisa blanca de rayas azules, lo miró sin dirigirle la palabra. Sólo era asunto suyo informar que los vuelos se suspendían debido a una epidemia de gripe; los pasajeros despotricarían, hablarían de derechos, las madres llorarían diciendo que sus hijos las esperaban, los hombres de negocios le dirían que si no consideraba los riesgos a los que exponía a cientos de trabajadores por el retraso en los pagos que estaba provocando su compañía. La funcionaria lo sabía. Le pasaba cuando los huracanes, los terremotos, los golpes de estado o simplemente el mal tiempo la sacaban de su oficina en el tercer piso del aeropuerto y la obligaban a bajar al mostrador para enfrentarse a una humanidad que acababa de gozar de sus vacaciones y ahora exigía volver a sus rutinas, y lo hacía amparada en sus derechos. A veces le tocaba pagar comidas y hoteles; cuando podía, sin embargo, gozaba en reenviar señoras con maletas pesadísimas, jovencitas nerviosas o migrantes asustados al vuelo de mañana, a la misma hora, sin más.

¿De qué aldea global están hablando si se me puede encerrar en un país y no dejarme volver a casa?, seguía gritando el hombre. Un médico, un señor elegante, desencajado, incapaz de controlarse. Su hija se había caído de la escalera y tras rodar por dieciocho peldaños se había fracturado el fémur y ahora corría el riesgo de que un coágulo pudiera formarse y correr hacia su corazón de niña grande, o hacia su cerebro de pintora de mundos azules. Él necesitaba estar con ella, era su padre, era su médico.

La funcionaria le dijo que eran disposiciones oficiales, que las autoridades sanitarias de los países de Europa y América del Sur habían dispuesto cerrar las fronteras para evitar la propagación de un virus mutante, un N1H1 particularmente agresivo. Su traje sastre rojo acompañaba sus gestos pausados, de trabajadora de aparador. Qué fastidio que la gente tuviera sentimientos, parecía decir su hombro derecho que no se atrevía a levantarse porque sería descortés, pero demostraba el total desapego de la mujer del hambre, de la angustia, del enamoramiento que esperaba volver a su objeto de pasión, del rostro del hombre que seguía razonando acerca de qué globalización es la que detiene a las personas sin permitirle volver a su vida, la propia, no la del trabajo.

El hombre era alto, de bellas facciones, podría decirse que atractivo. Pero qué necedad: si no se puede, no se puede, se movió el hombro derecho de la funcionaria al interior del traje sastre rojo. Su hombro hablaba lo que su boca no podía decir. Y podía ser muy desagradable, vulgarmente burocrático. CONTINUAR LEYENDO


viernes, 11 de marzo de 2022

«EN EL LUGAR DEL ODIO». Un poema de Antonio Colinas ante el atentado terrorista del 11 de marzo de 2004 en Madrid

Acaso lo más duro y lo más cruel
no sea el abrir violentamente
lo negro en lo blanco:
en la armonía el caos,
en ojos inocentes un cuchillo de ira,
en los labios más tiernos de juventud
la muerte.
Acaso lo más duro sea el odio:
ese odio que establece diferencias,
ese odio que se mama en pecho de odio,
ese odio que se enseña y que se aprende,
que enarbola banderas como pústulas
y que niega brutalmente el amor.
¿Hasta cuándo en el mundo la dualidad más cruel,
la ausencia de armonía?
No me interesa tu patria, dador de males,
eterno sembrador de odios diferentes.
Sabemos que, como primavera temprana,
como ojo inocente, como labio muy tierno,
nunca cesa la esperanza de germinar: lo hace
con mayor rapidez que las mareas de sangre.

Este jueves de marzo no llovía
lluvia de odio:
llovían manos mansas,
que a todo y hacia todos se tendían,
suavemente,
como marea de música,
sólo para sanar, para sanarnos.
Por nada cambiaremos esa lluvia de manos.
Eran manos de fuego de un amor
que no quema.
Eran manos que dan y nunca niegan
la palabra, la idea.
Marea del amor, más poderosa
que el odio que se mama y que se escupe,
que la sangre violada.

Muchacha muerta que en la fotografía
levantas dulcemente tu rostro hacia el cielo,
muchacho muerto que pones tu oído en la tierra
como para escuchar sólo música:
estáis, en realidad, durmiendo, durmiendo.
No turbéis más sueño.
No turbéis más sus sueños.

jueves, 10 de marzo de 2022

"DESPATRIADA". Un poema de Gioconda Belli


No tengo dónde vivir.
Escogí las palabras.

Allá quedan mis libros
mi casa. El jardín, sus colibríes
las palmeras enormes
las apodadas Bismarck
por su aspecto imponente.

No tengo dónde vivir.
Escogí las palabras.

Hablar por los que callan
entender esas rabias
que no tienen remedio.
Se cerraron las puertas
dejé los muebles blancos
la terraza donde bailan volcanes a lo lejos
el lago con su piel fosforescente
la noche afuera y sus colorines trastocados
me fui con las palabras bajo el brazo
ellas son mi delito, mi pecado
ni Dios me haría tragármelas de nuevo.

Allí quedan mis perros Macondo y Caramelo
sus perfiles tan dulces
su amor desde las patas hasta el pelo.
Mi cama con el mosquitero
ese lugar donde cerrar los ojos
e imaginar que el mundo cambia
y obedece mis deseos.

No fue así. No fue así.

Mi futuro en la boca es lo que quiero
decir, decir el corazón, vomitar el asco y la ranura.

Queda mi ropa yerta en el ropero
mis zapatos mis paisajes del día y de la noche
el sofá donde escribo
las ventanas.

Me fui con mis palabras a la calle
las abrazo, las escojo
soy libre
aunque no tenga nada.

Gioconda Belli. Octubre, 2021

"¿Me atraparán o no me atraparán? Esa es la amarga margarita que me tocó deshojar. Jamás pensé que volvería a tener que optar por el exilio luego de haber sido partícipe de una revolución que derrotó la tiranía de Anastasio Somoza en Nicaragua en 1979. A 42 años de aquello, heme aquí forzada de nuevo a dejar mi patria, ahora regida por un dictador de la peor especie: el que lucha contra una tiranía para imponer la propia. Eso es lo que ha hecho Daniel Ortega, secundado por su esposa. Ambos forman un binomio sui generis que ocupa, a pesar de las restricciones constitucionales sobre el nepotismo, los más altos cargos del Estado: presidente y vicepresidenta. 

La primera vez que me exilié, en 1975, tenía 25 años. Hoy tengo 72. Por años me he opuesto a la entronización de este régimen que paulatinamente, desde 2007, cuando Ortega retornó a la presidencia del país, ha venido concentrando el poder y desmantelando la institucionalidad democrática. Esta labor de zapa se agudizó después de un alzamiento popular en 2018. La rebelión espontánea de una población cansada de abusos de poder fue aplastada a sangre y fuego, con la violencia de las armas. A pesar, sin embargo, de su costo ­—más de 328 personas asesinadas—, la población siguió manifestándose aun cuando se prohibieron las marchas o incluso desplegar la bandera del país con el escudo invertido. La resistencia se pagó con cárcel. El país se militarizó".

miércoles, 9 de marzo de 2022

"LA ORACIÓN FÚNEBRE". Un cuento de la Rumana Herta Müller, Premio Nóbel de Literatura 2009

En la estación, los parientes avanzaban junto al tren humeante. A cada paso agitaban el brazo levantado y hacían señas.

Un joven estaba de pie tras la ventanilla del tren. El cristal le llegaba hasta debajo de los brazos. Sostenía un ramillete ajado de flores blancas a la altura del pecho. Tenía la cara rígida.

Una mujer joven salía de la estación con un niño de aspecto inexpresivo. La mujer tenía una joroba.

El tren iba a la guerra.

Apagué el televisor.

Papá yacía en su ataúd en medio de la habitación. De las paredes colgaban tantas fotos que ya ni se veía la pared.

En una de ellas papá era la mitad de grande que la silla a la cual se aferraba.

Llevaba un vestido y sus piernas torcidas estaban llenas de pliegues adiposos. Su cabeza, sin pelo, tenía forma de pera.

En otra foto aparecía en traje de novio. Sólo se le veía la mitad del pecho. La otra mitad era un ramillete ajado de flores blancas que mamá tenía en la mano. Sus cabezas estaban tan cerca una de la otra que los lóbulos de sus orejas se tocaban.

En otra foto se veía a papá ante una valla, recto como un huso. Bajo sus zapatos altos había nieve. La nieve era tan blanca que papá quedaba en el vacío. Estaba saludando con la mano levantada sobre la cabeza. En el cuello de su chaqueta había unas runas.

En la foto de al lado papá llevaba una azada al hombro. Detrás de él, una planta de maíz se erguía hacia el cielo. Papá tenía un sombrero puesto. El sombrero daba una sombra ancha y ocultaba la cara de papá.

En la siguiente foto, papá iba sentado al volante de un camión.El camión estaba cargado de reses. Cada semana papá transportaba reses al matadero de la ciudad. Papá tenía una cara afilada, de rasgos duros. CONTINUAR LEYENDO


martes, 8 de marzo de 2022

"HOMENAJES". Eduardo Galeano

8 de Marzo

Hoy es el día de la mujer.
A lo largo de la historia, varios pensadores humanos y divinos, todos machos, se han ocupado de la mujer, por diversas razones:

· Por su anatomía

Aristóteles: La mujer es un hombre incompleto.
Santo Tomás de Aquino: La mujer es un error de la naturaleza, nace de un esperma en mal estado.
Martín Lutero: Los hombres tienen hombros anchos y caderas estrechas. Están dotados de inteligencia. Las mujeres tienen hombros estrechos y caderas anchas, para tener hijos y quedarse en casa.

· Por su naturaleza

Francisco de Quevedo: Las gallinas ponen huevos y las mujeres cuernos.
San Juan Damasceno: La mujer es una burra tozuda.
Arthur Schopenhauer: La mujer es un animal de pelo largo y pensamiento corto.

· Por su destino

Dijo Yahvé a la mujer, según la Biblia: Tu marido te dominará.
Dijo Alá a Mahoma, según el Corán: Las buenas mujeres son obedientes.

"LUCIÉRNAGAS". Un poema de Gioconda Belli.

A las cinco de la tarde
cuando el resplandor se queda sin brillo
y el jardín se sumerge en el último hervor dorado del día
oigo el grupo bullicioso de niños
que salen a cazar luciérnagas.

Corriendo sobre el pasto
se dispersan entre los arbustos,
gritan su excitación, palpan su deslumbre
se arma un círculo alrededor de la pequeña
que muestra la encendida cuenca de sus manos
titilando.

Antiguo oficio humano
este de querer apagar la luz.

¿Te acordás de la última vez que creímos poder iluminar
la noche?

El tiempo nos ha vaciado de fulgor.
Pero la oscuridad
sigue poblada de luciérnagas.


lunes, 7 de marzo de 2022

LLAMAMIENTO CONTRA LA PREPARACIÓN DE UNA GUERRA ATÓMICA". Un poema del argentino Juan Gelman

Juan Gelman besa a su nieta Macarena en marzo de 2012 (Miguel Rojo).
Voy a firmar aquí porque me digo
que es bueno andar con la sonrisa entera,
silbar bajito una canción cualquiera,
tener un perro, un árbol, un amigo.

Voy a firmar aquí con el testigo
del cielo azul sobre la lapicera,
porque me acuerdo de una primavera
que se coló una vez por mi postigo.

Voy a firmar aquí porque me toco
el corazón creciendo poco a poco
por este amor que brota de mi hueso.

Voy a firmar aquí contra el espanto,
por la paz, por la vida, por el canto,
por el gorrión que vuela cuando beso.

 Juan Gelman nació en Buenos Aires, hijo de una pareja de inmigrantes judíos ucranianos que huyeron de las barbaries del estalinismo. Esa experiencia familiar no disuadió a Juan de encuadrarse en la organización peronista Montoneros. En 1975 viajó a Roma, donde inició un prolongado exilio.
En la dictadura que sobrevino en Argentina entre 1976 y 1983 perdió a su hijo Marcelo, secuestrado con su mujer embarazada. Tras una ardua serie de investigaciones, en 2000 Gelman pudo reencontrar a su nieta Macarena. Cuatro generaciones azotadas por la persecución y el desarraigo.

sábado, 5 de marzo de 2022

SESIÓN DE LECTURA DIALÓGICA COMPARTIDA EN LA ESCUELA DE LA MUJER DE LAS AULAS DE CULTURA POPULAR DE CÁRITAS-VITORIA

El pasado miércoles, 2 de febrero, celebramos en las Aulas de Cultura Popular de Cáritas una sesión de Lectura Dialógica Compartida centrada en la Mujer.

Para ello elegimos dos textos. Una poesía de Magdalena Sánchez Blesa, "Te necesitas" y un artículo de Irene Vallejo, "Tu otoño brilla".

Ambos textos nos trasladaron a cuestiones por las que se ven afectadas la mayoría de las mujeres que asisten a estos Centros de Formación.

El poema nos habla de ese desprendimiento, de esa generosidad por parte de las mujeres que desde el patriarcado ha impregnado artificialmente su feminidad y que ha hecho que durante muchas generaciones las mujeres se olvidasen de sí mismas a cuenta de ocuparse y de cuidar a los demás. Y eso fue lo que quedó reflejado en los diálogos que siguieron a su lectura. Mujeres, la mayoría mayores que, sin entrar en victimismos, se vieron reflejadas en las palabras de la poeta.

"No te das la importancia que mereces
y vas dejando que la vida pase,
y para ti no hay tiempo casi nunca,
y nunca te regalas un detalle.
Y corres, por la prisa de los otros,
y llegas a tu vida siempre tarde,
y va pasando el tiempo, y va pasando,
y vas envejeciendo en el paisaje..."

El artículo nos habla del transcurso del tiempo y de las artimañas que hoy en día se emplean para ocultar su paso o, en su caso, para invisibilizar el deterioro que provoca la vejez. Irene Vallejo, como en todos sus artículos, nos habla desde el mundo clásico, y nos comenta la vivencia de la vejez en otros momentos y circunstancias de la Historia, tanto desde el plano mitológico como literario. El artículo termina con una exaltación de la épica de las personas mayores que viven su madurez con el orgullo de saber que el peso de las hora vale oro. Orgullo que se intuye y se vislumbra en esas mujeres con las que tengo el privilegio de aprender compartiendo lecturas, palabras y sentimientos

"Hay algo heroico en quien hoy luce con orgullo las canas, las arrugas, los achaques, las varices, los signos y los surcos de la vida: saben que el peso de las horas vale oro."

Finalmente trabajamos con tres citas de textos escritos por distintas mujeres comprometidas con la lucha por la consecución de la igualdad, la libertad y la fraternidad entre las distintas orientaciones e identidades sexsuales.
  • Mujer y revolución: En todos los esfuerzos revolucionarios las mujeres se hicieron más cargo del espacio público que los hombres del espacio privado. Las mujeres se apropiaron con más entusiasmo de sus deberes con la sociedad que con sus derechos plenos y así el terreno que quedó más intocado fue el de lo privado. La lucha por la justicia y por la dignidad que vanguardizaron los hombres apenas penetró por la puertas de los hogares, donde siguió reinando la violencia machista y el abuso sexual, que es siempre abuso de poder. Mientras en las calles y en las montañas los revolucionarios combatían las dictaduras, en sus casas imperaba el patriarcado. Estamos en deuda con millones de mujeres marginadas por el machismo de nuestros revolucionarios. María López Gil, Autocrítica.
  • Mujer y transformación social: Somos cada vez más mujeres las que estamos convencidas de que el bien-vivir no se consigue desde la lógica del individualismo, la competitividad y la acumulación, porque no es la mano invisible del mercado la que sostiene la vida cotidiana, sino que son los trabajos invisibles, los cuidados, los que arreglan sus desajustes y los que se preocupan por la calidad de vida de las personas. Por eso somos cada vez más las que queremos subvertir la economía, es decir, darle la vuelta y que lo que está en la base del iceberg sea visibilizado, desplazar del centro a los mercados y poner en su lugar a las personas y la sostenibilidad de la vida. Porque, como dice una compañera centroamericana: “quien cuida conoce la vida en profundidad”. Pepa Torres, Decir haciendo.
  • Mujer y religión:
  • María ―dice la teóloga Elizabeth Schüssler Fiorenza― la humilde sierva del Señor, abnegada, pura, madre paciente llena de aflicción, se predica a las mujeres como el modelo que debe ser imitado, pero que nunca puede ser alcanzado totalmente. Por otra parte, María, la hermosa virgen y la madre misericordiosa, es también una expresión de ese deseo masculino del “eterno femenino” proyectado en los cielos.
  • El dios del judaísmo, Yahvéh, a diferencia de otros dioses de la antigüedad, es un dios super-masculino, solitariamente masculino: no tiene ni madre ni esposa. Es un dios padre ancestral, tribal, guerrero y celoso. En esa cultura y en esa religión, los hombres son superiores a las mujeres y crecen creyéndolo así. Los judíos piadosos rezaban y rezan hasta el día de hoy una oración en la que dan gracias a Dios por haber nacido judíos y no paganos y por haber nacido hombres y no mujeres. Se sienten elegidos como pueblo y también como género. María López Vigil, Otro Dios es posible.


viernes, 4 de marzo de 2022

"HISTORIA DE PHILLIPS WHEATLEY". Eduardo Galeano, “El cazador de historias”

“Fue llamada Phillips, porque así se llamaba el barco que la trajo, y Wheatley, que era el nombre del mercader que la compró. Había nacido en Senegal. En Boston, los negreros la pusieron en venta:

– ¡Tiene siete años! ¡Será una buena yegua!

Fue palpada, desnuda, por muchas manos. A los trece años, ya escribía poemas en una lengua que no era la suya. Nadie creía que ella fuera la autora. A los veinte años, Phillips fue interrogada por un tribunal de dieciocho ilustrados caballeros con toga y peluca.

 Tuvo que recitar textos de Virgilio y Milton y algunos pasajes de la Biblia, y también tuvo que jurar que los poemas que había escrito no eran plagiados.

Desde una silla, rindió su largo examen, hasta que el tribunal la aceptó: era mujer, era negra, era esclava, pero era poeta”.

"NADA DE CARNE SOBRE NOSOTRAS" Un cuento de la escritora argentina Mariana Emríquez

La vi cuando estaba a punto de cruzar la avenida. Estaba entre un montón de basura, abandonada sobre las raíces de un árbol. Los estudiantes de Odontología, pensé, esa gente desalmada y estúpida, esa gente que sólo piensa en el dinero, empapada de mal gusto y sadismo. La levanté con las dos manos por si se desarmaba. A la calavera le faltaban la mandíbula y la totalidad de los dientes, mutilación que me confirmó el accionar de los protodontólogos. Revisé alrededor del árbol, entre los residuos. No encontré la dentadura. Qué pena, pensé, y fui hasta mi departamento, apenas a doscientos metros, con la calavera entre las manos, como si caminara hacia una ceremonia pagana del bosque.

La puse sobre la mesa del living. Era pequeña. ¿La calavera de un niño? Lo ignoro todo sobre anatomía y temas óseos. Por ejemplo: no entiendo por qué las calaveras no tienen nariz. Cuando me toco la cara, siento la nariz pegada a mi calavera. ¿Acaso la nariz es cartílago? No creo, aunque es verdad que dicen que no duele cuando se rompe y que se rompe fácil, como si fuera un hueso débil. Examiné la calavera un poco más y encontré que tenía un nombre escrito. Y un número. «Tati, 1975». Cuántas opciones. Podía ser su nombre, Tati, nacida en 1975. O su dueña podía ser una Tati parida en 1975. O el número quizá no era una fecha y tenía que ver con alguna clasificación. Por respeto decidí bautizarla con el genérico Calavera. Por la noche, cuando mi novio volvió del trabajo, ya era solamente Vera.

Él, mi novio, no la vio hasta que se sacó la campera y se sentó en el sillón. Es un hombre muy desatento.

Cuando la vio, dio un respingo, pero no se levantó. También es perezoso y se está poniendo gordo. No me gustan los gordos.

—¿Qué es esto? ¿Es de verdad?

—Claro que es de verdad —le dije—. La encontré en la calle. Es una calavera. Me gritó. Por qué trajiste esto, me gritó, exagerado, de dónde la sacaste. Juzgué que estaba haciendo un escándalo y le ordené que bajara la voz. Traté de explicarle con tranquilidad que la había encontrado tirada en la calle, bajo un árbol, abandonada, y que hubiese sido totalmente indecente por mi parte actuar con indiferencia y dejarla ahí.

—Estás loca.

—Puede ser —le dije, y me llevé a Vera a la habitación.

Sé que él esperó un rato por si yo salía a hacerle la comida. No tiene que comer más, se está poniendo gordo, los muslos ya se le rozan, y si usara pollera de mujer, estaría siempre paspado entre las piernas. Después de una hora lo oí insultarme y usar el teléfono para pedir una pizza. La pereza: prefiere el delivery a caminar hasta el centro y comer en un restaurante. El gasto de dinero es casi el mismo.

—Vera, no sé qué hago con él.

Si ella pudiera hablar, sé que me diría que lo deje. Es de sentido común. Antes de dormir, rocío la cama con mi perfume favorito y le paso un poquito a Vera bajo los ojos y por los costados.

Mañana voy a comprarle una peluquita. Para que mi novio no entre en la habitación, la cierro con llave.

Mi novio dice que está asustado y otras pavadas. Duerme en el living, pero no es un sacrificio, porque el futón que compré con mi dinero —a él le pagan poco— es de excelente calidad. De qué estás asustado, le pregunto. Él balbucea tonterías sobre que me la paso encerrada con Vera y que me escucha hablándole. CONTINUAR LEYENDO

jueves, 3 de marzo de 2022

"CÓMO CONSEGUIR QUE LOS NIÑOS ODIEN LEER". Por Diana Oliver en El País de 10 FEB 2022.

Detrás de un niño que detesta leer es probable que haya una imposición a la lectura y que los libros no formen parte de su vida cotidiana.

“Si alguien lee para ti, desea tu placer; es un acto de amor y un armisticio en medio de los combates de la vida”, escribe Irene Vallejo en El infinito en un junco. Caminamos tan agobiados y tan cansados sobre las horas del día que a menudo olvidamos las cosas pequeñas. Las que dan sentido a todo lo demás. Como leer. Leerles. Y acoger esos deliciosos momentos con nuestros hijos e hijas sin el tributo de la prisa. Con ganas. Ay, sí, es cierto, ¿quién llega con combustible a las nueve de la noche? ¿Cómo se acaba con ese cansancio tan entusiasta? He escuchado muchas veces a amigos y conocidos decir que sus hijos no leen, que no les gusta leer. Recuerdo a una vecina que imponía a su hijo tres páginas de lectura para poder jugar después. Me pregunto entonces cuántos libros se les han leído, cuántas historias se les han contado, a esos niños a los que se les pide la luna. Resistir a los combates cotidianos leyéndoles, leyendo, sin pedir nada a cambio, puede rozar lo revolucionario. ¿Qué es leer si no es placer?

Crear un hábito de lectura

“La lectura no puede ser nunca una obligación. La lectura debe ser divertida, un juego, en esa primera etapa de aprendizaje del ser humano”, dice Elena Jiménez, profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada y presidenta de la Asociación Española de Comprensión Lectora. Lo mismo señala Jesús López Moya, profesor, escritor y fundador de la editorial Funreaders: “La base sobre la que se sientan las últimas investigaciones invitan a que la lectura se fomente desde la diversión, la motivación y, muy especialmente, mostrar la lectura como una vía de ocio más que complemente a otras (videojuegos, tablet, televisión, etc.)”. La lectura no es sustituta de otras vías de entretenimiento, sino que debe ser una más. Y hay que darle su espacio, para que forme parte del día a día. ¿Cuántos libros tenemos en casa? ¿Cuántas veces acudimos a la biblioteca o a una librería? ¿Les regalamos libros en momentos especiales? ¿Ven leer a sus adultos de referencia? ¿Les leemos? En definitiva: ¿forman parte los libros de la vida cotidiana de los niños y niñas?  CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 2 de marzo de 2022

"EL ENTIERRO". Un cuento de Amparo Dávila

Volvió en sí en un hospital, en un cuarto pequeño donde todo era blanco y escrupulosamente limpio, entre tanques de oxígeno y frascos de suero, sin poder moverse ni hablar, sin permiso de recibir visitas. Con la conciencia vino también la desesperación de encontrarse hospitalizado y de una manera tan estricta. Todos sus intentos de comunicarse con su oficina, de ver a su secretaria, fueron inútiles. Los médicos y las enfermeras le suplicaban a cada instante que descansara y se olvidara, por un tiempo, de todas las cosas, que no se preocupara por nada. —”Su salud es lo primero, descanse usted, repose, repose, trate de dormir, de no pensar...” —“Pero, ¿cómo dejar de pensar en su oficina abandonada de pronto sin instrucciones, sin dirección? ¿Cómo no preocuparse por sus negocios y todos los asuntos que estaban pendientes? Tantas cosas que había dejado para resolver al día siguiente. Y la pobre Raquel sin saber nada... Su mujer y sus hijos eran acompañantes mudos. Se turnaban a su cabecera pero tampoco lo dejaban hablar ni moverse.” —“Todo está bien en la oficina, no te preocupes, descansa tranquilo”—. Él cerraba los ojos y fingía dormir, daba órdenes mentalmente a su secretaria, repasaba todos sus asuntos, se desesperaba. Por primera vez en la vida se sentía maniatado, dependiendo sólo de la voluntad de otros, sin poder rebelarse porque sabía que era inútil intentarlo. Se preguntaba también cómo habrían tomado sus amigos la noticia de su enfermedad, cuáles habrían sido los comentarios. A veces, un poco adormecido a fuerza de pensar y pensar, identificaba el sonido del oxígeno con el de su grabadora, y sentía entonces que estaba en la oficina dictando como acostumbraba hacerlo, al llegar por las mañanas; dictaba largamente hasta que, de pronto y sin tocar la puerta, entraba su secretaria con una enorme jeringa de inyecciones y lo picaba cruelmente; abría entonces los ojos y se encontraba de nuevo allí, en su cuarto del hospital.

Todo había empezado de una manera tan sencilla que no le dio importancia. Aquel dolorcillo tan persistente en el brazo derecho, lo había atribuido a una simple reuma ocasionada por la constante humedad del ambiente, a la vida sedentaria, tal vez abusos en la bebida... tal vez. De pronto sintió que algo por dentro se le rompía, o se abría, que estallaba, y un dolor mortal, rojo, como una puñalada de fuego que lo atravesaba; después la caída, sin gritos, cayendo cada vez más hondo, cada vez más negro, más hondo y más negro, sin fin, sin aire, en las garras de la asfixia muda. CONTINUAR LEYENDO

martes, 1 de marzo de 2022

"POSTAL TERESIANA A UNA AMIGA SOBRE LAS REDES SOCIALES". Un poema de Daisy Zamora

Para B.R.M.
Que la avalancha de fotos
de gentes que postean
sólo bellezas
no te turbe

Que no te espante comparar
tu vida con sus vidas
plenas y exitosas
tu familia con sus familias
de las que tantas maravillas
cuentan

El afán de mostrar al mundo
los triunfos propios y de sus vástagos
es en vano

Que te baste ser vos misma

Quien a sí misma se tiene
nada le falta

Pues, al final, todo se pasa

Porque la muerte no se muda
y su paciencia
todo lo alcanza