domingo, 29 de septiembre de 2019

Un pequeño gorrión. Un artículo de Gustavo Martín Garzo publicado en "El País" el 25 de abril de 2004.

... Ni don Quijote ni Orfeo dejan de pedir, pues ellos aman la vida de una forma tan profunda y absorbente que no pueden sino rebelarse contra lo incompleto de su propia experiencia. Don Quijote quiere convertir el mundo en un hermoso libro lleno de invenciones y aventuras, y Orfeo, inventar con su canto un lenguaje nuevo que lo vuelva habitable. Pero, bien mirado, el lector hace eso mismo cuando lee. Realiza ese acto supremo de pedir que es la lectura, llevado por la nostalgia de una imposible totalidad. Lee para negar que sea cierto que la vida no tenga sentido, y porque no quiere que en el mundo dejen de existir cosas como la bondad, el amor y el perdón.

... Y en esto no son diferentes a los niños. Tampoco ellos se cansan de pedir. Ven un espejo y le piden que sea la puerta que les conduzca a otro mundo, ven a un vagabundo y quieren recibir de él el plano de una isla perdida, un pájaro entra por su ventana y le piden noticias del jardín donde los pájaros hablan, los árboles cantan y el agua es de oro, van al mercado y se detienen ante las cabecitas de los corderos sacrificados como si éstos fueran a susurrarles su triste historia. O mejor dicho, no es que anden buscando cosas, sino que se las encuentran sin darse cuenta. Porque no se trata de esperar que los libros nos entreguen verdades decisivas sobre la vida, sino de leerlos sin saber lo que pretendemos al hacerlo, si es que pretendemos algo. Por eso los buenos libros no sirven para nada concreto. No nos ayudan a comprender el mundo, no nos hacen más sabios; nos sumen en ese estado tan cervantino de la perplejidad. O dicho con palabras de C. S. Lewis, la poesía no está hecha para ser usada, sino para recibirla. Por eso es tan difícil contestar a esa pregunta que tanto tortura a todos los adultos y educadores, acerca de lo que pueden hacer para que los niños lean más. No hay fórmulas, no hay guías posibles. A los libros se llega como a las islas mágicas de los cuentos, no porque alguien nos lleve de la mano, sino simplemente porque nos salen al paso. Eso es leer, llegar inesperadamente a un lugar nuevo. Un lugar que, como una isla perdida, no sabíamos que pudiera existir, y en el que tampoco podemos prever lo que nos aguarda. Un lugar en el que debemos entrar en silencio, con los ojos muy abiertos, como suelen hacer los niños cuando se adentran en una casa abandonada.

... Antes he hablado de placer, y esta palabra, antes que con la satisfacción de una necesidad tiene que ver con la pervivencia del paraíso en la Tierra. Eso nos dicen los cuentos, que el paraíso existe, aunque no esté claro cómo se puede llegar a él. Tal vez sólo por un golpe de suerte. Pero hay que perseguir esa suerte, y eso es lo que los padres quieren decirle al niño cuando se los cuentan por la noche. Por eso gran parte de la mejor literatura infantil ha surgido siempre del amor hacia un niño concreto. Los adultos saben lo terrible que es la vida y que harían un flaco servicio a sus hijos si les ocultaran esa verdad, pero también que el mundo es un lugar extraño donde suceden cosas tan sorprendentes y maravillosas como que ellos estén allí. Y entonces querrán que el mundo esté a la altura de ese prodigio que es el nacimiento y la vida de sus hijos pequeños. Por eso les hablan de dragones, hadas, elfos de la luz y ninfas de las fuentes, de enanos que trabajan en el interior de la tierra y de ogros cuyo reino sangriento es la más insondable oscuridad. Ver donde antes no se veía, hacer visible lo que no puede existir, ésa es la misión de la literatura. El arte de contar no es distinto al arte de llevarse un dedo a los labios y pedir un poco de paciencia a quien nos escucha. "Ahora tienes que prestar atención", es eso lo que la madre le dice a su hijo cuando sentada en su cama le empieza a contar una historia. Y bien mirado, lo que enseguida pasa a narrarle no tiene tanta importancia como el hecho de ser ella quien lo hace. Como la esposa del Cantar de los Cantares, ella cuenta su historia sólo para demorarse en la contemplación del que ama. Para eso se han inventado todos los cuentos que existen, para poder contemplar mientras los contamos el rostro de quien nos escucha.


sábado, 28 de septiembre de 2019

“El cavaco”, un cuento del autor portugués Miguel Torga.

El Ronda era el hombre más pobre de Vilele. Pero le dio tal alegría saber que a Julio, su hijo, le habían dado sobresaliente en su primer examen escolar que le juró por su alma que le regalaría algo por navidad. El muchacho oyó la promesa con desconfianza. A pesar de sus diez años, ya conocía la vida. ¡Un regalo, cuando ni siquiera tenían dinero para borona! De todos modos, y por si acaso, no dejó enfriar el asunto, y ya en diciembre, la víspera de la feria mensual del día veintitrés, se decidió a preguntarle a su padre:

-¿Sigue pensando en ir a la Vila?

-Sí.

-¿Y va a traerme el regalo?

-¡Claro!

Se hizo un silencio. Habían cenado sopa de coles y castañas cocidas. Nada más. Hacía una noche de perros. Sobre el tejado caían cortinas de agua. Y como la casa era de piedra suelta y teja hueca y estaba llena de rendijas, el viento, que parecía el diablo, soplaba húmedo sobre la llama del candil, que se retorcía toda, y desaparecía por debajo de la puerta como un fantasma. Pero como en la lumbre estaba ardiendo corteza de castaño y su padre le había asegurado tan firmemente que cumpliría su promesa, todo parecía tener un color dorado de abundancia y bienestar.

-¿Qué va a ser el regalo?

-No te lo voy a decir…

-¡Dígamelo!

Tuvo que intervenir la madre y dar la conversación por terminada con las oraciones y la cama.

-Infinitas gracias te sean dadas, Señor y Dios mío…

Las palabras salían de su boca, límpidas, cálidas, solemnes. Y el chiquillo, que ya había oído esa cantinela miles de veces, y cayéndose siempre de sueño, se despabiló para intentar comprender el sentido íntimo de cada invocación.

-A san Andrés Avelino, para que nos libre de una mala muerte…

Padre e hijo respondían a una:

-Padrenuestro que estás en los cielos…

-A san Bartolomé, para que nos libre de las tentaciones del demonio, de los malos vecinos, de los momentos difíciles…

-Padrenuestro…

A pesar de todo, la atención del pequeño no tardó en cansarse. Al tercer misterio su voz vacilaba, y en la Salve, bóveda del solemne rito, dormía como un tronco.

Ya iba a desplomarse sobre el banco de la cocina, cuando el amén definitivo le hizo volver a la vida. Abrió los párpados con todas sus fuerzas y consiguió dirigir la mirada hacia su padre, para hacerle una última pregunta.

-¿De verdad que me lo va a traer? ¿De verdad?

Pero su madre no dejó que le arrancase la confirmación deseada. Lo cogió por el brazo y, adormilado, lo levantó, lo llevó casi a rastras hasta la habitación, y poco después Julio caía en un sueño profundo, entoldado únicamente por la incertidumbre con que se había quedado dormido.

Por la mañana, cuando se despertó, el padre ya había salido. La Vila estaba a tres leguas y la feria comenzaba temprano. Entonces se fue a atar la cabra, con una preocupación sabrosa, tibia, que le hacía detenerse morosamente en todas las encrucijadas, extasiado ante las zarzas y las piedras.

-Muchacho, andas como atontado…

Su madre no podía comprender lo que para él significaba recibir un regalo: extender la mano y ver en ella, en lugar del plato de sopa habitual, algo inesperado y gratuito, que representaba la irrealidad de la riqueza en la realidad de una pobreza tangible. Por eso se enfadó cuando vio que hacía ascos a la sota de maíz del desayuno y que al mediodía no comía más que una sardina.

¡Vaya por Dios! ¡Sólo le faltaba que el crío se le pusiese enfermo!, ¡tener en casa una boquita escogida que desdeñase lo que había para comer!

¡Pobrecilla! Lo quería mucho… Sólo que… ¡Era tan fácil de entender!

Cuando la noche empezó a caer del lado de san Cibrão, cansado ya de vigilar el camino viejo por el que, desde que el mundo es mundo, se regresaba de la Vila, le pidió a su madre que le dejase ir a esperar a su padre. Sólo hasta la Castanheira. ¡Que si no se daba cuenta de la niebla que había! ¡Que si no había oído el toque de ánimas! ¡Que fuese bueno!

Se quedó mirando a su madre. ¡Tanto como lo quería y ahora no era capaz de entenderlo!

Se resignó. Se quedaría allí hasta que su padre asomase por la Silveirinha. Y en cuanto lo viera, ¡pies para qué os quiero! Pero, ¿qué sería el regalo? ¿Qué sería?

La niebla, que no cubría más que el monte de san Romão cuando su madre le había hecho la advertencia, se posaba ahora espesa y húmeda sobre el pueblo. Y con ella también había llegado la noche.

Desde la puerta sólo se veía la oscuridad. Además, a la lluvia se había unido el viento y el frío para helarlo todo. Estaba tiritando y se acercó a la lumbre.

-Padre se está atrasando…

-En ir a la Vila y volver todavía se tarda…

Se notaba que ella también estaba inquieta. ¿No sería que, al igual que él, estaba esperando un regalo?

Ya era noche cerrada. Ahora estaba lloviendo a cántaros. Por las grietas de la casa el viento iba dando puñaladas traicioneras.

-¡Ay Dios mío!

El lamento de la madre terminó de llenar la cocina, ya inundada de humo.

-¡Qué noche! ¡Y ese hombre por ahí!

Se quedó mirándola con los ojos enrojecidos por la hoguera de leña verde.

De repente, a la idea del regalo que le había acompañado alegremente durante todo el día, se unió otra, triste, imprecisa, que le daba miedo.

-También ha ido el tío Adriano, ¿no?

-Sí.

Se hizo de nuevo el silencio entre ellos. Pero duró poco.

-Cena y vete a dormir, que ya es hora…

-¡Yo quería esperar a padre!

-Cena y vete a dormir…

A pesar de que su madre le obligaba no pudo tragarse la sopa ni, ya en la cama, podía quedarse dormido. La oía llorar en la oscuridad y oía cómo martilleaban en el tejado las gotas de lluvia gruesas y pesadas.

Súbitamente oyó pasos en el huerto. ¡Por fin! ¡Era su padre! ¿Qué sería el regalo?

El que llegaba golpeó la puerta suavemente y llamó a la madre en voz baja:

-María…

-¿Quién es? -preguntó la madre.

-Soy yo, Adriano…

Le dio un vuelco el corazón. ¿Así que el tío Adriano había regresado solo? Aguzó el oído, como un animalito asustado.

Y así se enteró de que, en una reyerta, habían matado a su padre de una puñalada y que allí se había quedado, tirado en el suelo, junto a un cavaco que traía para él.

Cavaco: Instrumento musical de cuerda punzada, tiene 4 cuerdas y es pariente de la guitarra y el timple.
Borona: Pan hecho de harina de maíz

viernes, 27 de septiembre de 2019

"La disciplina de la imaginación." Conferencia pronunciada por Antonio Muñoz Molina en el Primer Ciclo de Conferencias "La educación que queremos" organizado por el Grupo Editorial Santillana.

No creo que pueda avanzarse mucho en la reflexión sobre el lugar de la literatura y de la palabra escrita en la enseñanza si no se revisa la absurda y rígida distancia que ha venido estableciéndose en España entre lo que se llama educación y lo que se llama cultura. Los escritores muertos o momificados por la gloria pertenecerían, para entendernos, al reino de la educación, y los vivos al de la cultura, lo cual no debe de estar muy lejos de aquel siniestro refrán del muerto al hoyo y el vivo al bollo. El muerto al hoyo de los manuales, de los apuntes y de los comentarios de texto, y el vivo al bollo precario, pero en ocasiones sustancioso, de las conferencias de postín y de los premios y los convites oficiales. ¿No hubo, hasta hace uno par de años, un Ministerio de Educación y otro de Cultura? Y aun cuando ahora están juntos, ¿alguien se ha parado ha pensar si hay alguna relación entre lo que hace la parte educativa del ministerio bífido y lo que hace su lado cultural, o lo que queda de cualquiera de los dos después de los traspasos a las autonomías?

Para ahondar más las diferencias, debe anotarse que la Cultura es el campo del prestigio, mientras que la Educación apenas ocupa páginas de verdadera relevancia en los periódicos, ni es motivo, en general, de la atención sincera y preocupada de los que se dedican al periodismo, y casi tampoco de los que se dedican a la política, incluso a la política educativa. Cuando un asunto relacionado con la enseñanza provoca titulares es infaliblemente porque está siendo usado como pretexto para alguna reyerta partidista. Se oculta así, por una mezcla de intereses y de falta de interés, lo que cualquier profesor y cualquier padre saben y sufren, que la educación, sobre todo la pública, está sometida a una degradación y un descrédito cada vez mayores, padecidos en la misma medida por quienes la imparten y por quienes deberían ser sus beneficiarios.

La cultura es un escaparate y una coartada, en ocasiones de lujo, sobre todo para los jerifaltes de las satrapías autonómicas y municipales que gastan sin el menor escrúpulo de responsabilidad presupuestaria. La educación es un oficio que ha sido despojado en los últimos años de toda su dignidad pública y de gran parte de su legitimidad moral. Para alcanzar la categoría de lo culto no es necesario saber, sino estar al día. Más que el maestro ilustrado y perseverante importa el nebuloso gestor de actos culturales, el intermediario que seguramente no sabe hacer de verdad nada, pero que se las sabe todas, y por lo tanto puede ofrecer al político lo que éste más aprecia y exige, un brillo de modernidad inatacable, un titular de periódico o unos segundos en la televisión.

Los planes de estudio y las temibles reformas educativas, que tienen la infatigable virtud de empeorar todo desastre, por definitivo que éste pareciera, marginan cada vez más no ya a los saberes humanísticos, como piensan algunos inocentes, sino a todos los saberes por igual: pero al mismo tiempo que el poder político perpetra lo que alguna vez he llamado la exaltación de la ignorancia, se inviste de cualquier manera y a cualquier precio de los oropeles más lujosos de la cultura. Pondré un ejemplo que me parece de una claridad aleccionadora. Hace unos años se celebró en Madrid una magnífica exposición de Velázquez, con motivo del tercer centenario de su muerte, a la que acudieron no sé cuántos cientos de miles de alumnos de enseñanza primaria y de institutos de bachillerato. En apariencia era una oportunidad de encuentro entre esos dos ámbitos ajenos entre sí de la educación y la cultura. Pero, dejando a un lado que la mayor parte de los cuadros pueden verse a diario en el Prado, y que las colas y las multitudes difícilmente permitían la contemplación de tantas obras maestras, cabe preguntarse con tranquilidad en qué medida estaban adiestrados la mayor parte de los alumnos para mirar y entender la pintura. Si desde los primeros años de la escuela no se han desarrollado en ellos sus habilidades casi innatas para el dibujo y la valoración del color; si en los planes de estudio la Historia de España, por no decir la Historia Universal, ha sido resumida en un vago híbrido que antes de la última reforma se llamaba ciencias sociales, cuando no en la historia (falsificada) de su comunidad autónoma o su comarca; si apenas han tenido ocasión de saber cuál es el pasado real del país donde viven y de conocer y gozar la literatura del tiempo en que vivió Velázquez; si es posible que muchos de ellos, por no saber, no sepan escribir correctamente ese nombre ni ponerle el acento, ¿cómo podrían juzgar y disfrutar esa pintura y mirar esos rostros que para ellos proceden de un mundo tan remoto como el planeta Saturno? Pero ya dije que no se trata de saber, sino de estar al día, y para estar al día no hay que estudiar ni entender a Velázquez, o a Goya, o a los pintores y arquitectos del tiempo de Felipe II cuyas obras se están recordando ahora en el Escorial: basta con haber estado en una exposición, con haber participado siquiera como figurantes en el espectáculo de la cultura. CONTINUAR LEYENDO

El Forges y la lectura


jueves, 26 de septiembre de 2019

Radio Nacional de España y la Asociación Entrelibros, galardonadas con el Premio Nacional al Fomento de la Lectura 2019

Me acabo de enterar de esta noticia y, más que sorprenderme, me ha encantado, porque es un reconocimiento a la gran labor que en pro de la lectura, es decir, en pro de las personas y de la vida, vienen realizando desde hace bastantes años.

Vaya desde aquí mi reconocimiento y mi enhorabuena a todas las personas que hacen posible el crear comunidad entre libros para ir transformando, poco a poco, este mundo. Y en especial a Juan y a Andrea, almas de esta Asociación y a los que aprecio y admiro.

Por último, recomendaros su página web que para mí ha sido desde siempre un referente inexcusable. https://www.asociacionentrelibros.es/

"NO, NO FUI YO". Lecturas para compartir en voz alta.



martes, 24 de septiembre de 2019

"La mente infantil pide conflicto y el cuento no traumatiza: prepara para la vida". Entrevista a Antonio Rodríguez Almodóvar Catedrático y premio Nacional de Literatura Juvenil 2005.


"No despreciemos nunca la inteligencia de los niños, la moraleja es innecesaria"


Autor de más de medio centenar de libros, Rodríguez Almodóvar desarrolla una destacada labor de recuperación de los cuentos populares españoles. Una de sus colecciones, reeditada desde 1985, ya ha alcanzado los cinco millones de ejemplares. Ayer participó en unas jornadas internacionales sobre Literatura Infantil y Juvenil y volvió a reivindicar la importancia de un tipo de narración que ha sido "esencial" para la humanidad durante siglos.

-Usted defiende los valores pedagógicos del cuento popular, pero en los últimos tiempos surgen voces críticas por entender que transmiten estereotipos sexistas o ser demasiado dramáticos para los niños.

-No estoy de acuerdo. Todo depende de la versión de la que estemos hablando. Siempre trato de recuperar las orales porque son de verdad las que encerraban más valores. Si a La Bella Durmiente le sacamos la segunda parte queda en un cuento un poco tonto de una princesa condenada a dormir que solo despierta por el beso de un príncipe azul. Pero después ella tiene que salir adelante en medio de enormes dificultades porque él se va a la guerra y debe hacerle frente a una suegra edípica que devora a sus nietos. Dirá la gente que casi es peor (risas). Lo cierto es que hay que partir de una base más sólida para analizar los cuentos. Tienen un valor simbólico y de lo que se cuenta representan otra cosa: el mal, el daño gratuito, la desprotección de los niños... El contraste mental entre lo que el niño escucha y lo que vive es lo realmente importante porque se siente protegido por su familia y refuerza su posición en el mundo. Todo esto es un mecanismo simbólico de la mente sobre el que se han hecho muchos estudios comparativos.

-¿Se otorga a los niños menos capacidad para diferenciar la vida real de la ficticia por esa visión de lo políticamente correcto que hoy invade todos los ámbitos?

-Hansel y Gretel, que era muy conocido como Periquín y Periquina en las tertulias hogareñas y campesinas españolas antes de que se rompiese la cadena oral, transmite que alguna vez tendrás que abandonar el hogar y más vale que sepas que la vida es un camino arduo y difícil. Pero también que tú puedes hacerlo. Es un mensaje simbólico que hace que el niño se prepare para la aventura de la vida y no crea que todo será un camino de rosas.

-Es uno de los problemas de la sociedad actual, los niños viven en una burbuja hasta adultos.

-Y entonces el encuentro con la vida es un encontronazo, un choque brutal. Sentirse de pronto en el bosque de la vida sin tener absolutamente ningún recurso para salir adelante es mucho peor que escuchar un cuento.

-¿Hay lugar para el cuento en un mundo digital como el de hoy?

-Yo creo que sí. El problema de las versiones digitales es que simplifican demasiado las historias. La estructura narrativa debe incluir un conflicto inicial importante, un desarrollo en forma de intriga y un final coherente. Esto es lo que hace que una historia, además de darle al niño una visión del mundo, le ayude a construir su estructura mental. Lo más importante de los cuentos es que su estructura interna ayuda a construir el andamiaje mental. Esto es lo esencial, incluso por encima de los valores que tienen. Machado, uno de mis autores predilectos, decía que lo importante es formar bien las entendederas.

-De ahí la importancia de que los cuentos estén en casa y en el colegio.

-Claro, y que los maestros los cuenten con cariño porque el valor afectivo es importantísimo para fijar bien la historia y que la mente se sienta reconfortada. Lo políticamente correcto ha hecho estragos y ha obligado a las editoriales a publicar cuentos mal construidos o bobadas, que de esto hay mucho hoy. Tengo que hacer un elogio de los ilustradores españoles porque hay gente verdaderamente extraordinaria, pero cuando vas a la historia te preguntas cuándo va a pasar algo. No hay derecho. La mente infantil está pidiendo otra cosa, ¡un conflicto! ¿Cómo que se va a traumatizar? Es lo contrario. Sin un referente simbólico para que entiendan por sí mismos que las dificultades están ahí, los niños crecerán entre algodones y pensando que todo es muy fácil. La doctrina no sirve con los niños, sirven los buenos cuentos contados para estimular la comprensión del mundo en todo su rigor.

-Ana María Matute, que le apodó como el tercer hermano Grimm, siempre reivindicó la calidad literaria de los cuentos.
-Sí, además de bien construido, el cuento es bello y hermoso añade un valor importantísimo. El valor estético de la vida y de la vida literaria no se aprende de un día para otro, es una construcción muy paciente hasta que arraiga de verdad el deseo de una buena literatura. Y con historias de tres al cuarto no pasa esto. La literatura infantil y juvenil a veces carece de una crítica seria y también es triste que sea una asignatura optativa en las escuelas de Magisterio. Debería ser una troncal a la que se dedicase el año entero.

-¿Los niños que hoy disfrutan con los cuentos son los lectores del futuro?

-Claro. O los no lectores, porque la afición a leer se desarrolla con buenas historias. Antes había decenas de cuentos en las tertulias hogareñas y cada familia tenía uno predilecto que ayudaba a construir el grupo. Me han dado las gracias muchas veces por recuperar el cuento de su abuelo que no encontraban por ninguna parte y, a continuación, me han dicho que la historia no era así (risas). No despreciemos nunca la inteligencia de los niños, por favor. Necesitan una buena estructuración mental y que ellos mismos interpreten y deduzcan con el tiempo, no hay prisa. La moraleja es innecesaria. Ana María Matute era gran enemiga de las moralejas. Siempre decía que los niños no son tontos. Hay que contar el cuento y ya está. Lo contrario es ofensivo y no valora realmente de lo que el niño es capaz.

Fuente: laopinioncoruna.es


lunes, 23 de septiembre de 2019

"Lo que vale una vida", un poema del poeta recientemente fallecido Rafael Juárez y un artículo a modo de epitafio de Juan Mata publicado en el diario "Granada Hoy".


"Lo que vale una vida"

Estoy en esa edad en la que un hombre quiere,
por encima de todo ser feliz, cada día.
Y al júbilo prefiere la callada alegría
y a la pasión que mata, la renuncia que hiere.

Vivir entre las cosas, mientras que el tiempo pasa
-cada vez menos tiempo para las mismas cosas-
y elegir las que valen una vida: las rosas
y los libros de versos, y el viaje y la casa.

Hasta ahora he vivido perdido en el mañana
-seré, seré, decía- o en el pasado -he sido
o pude ser, pensaba- y el mundo se me iba.

Ahora estoy en la edad en la que una ventana
es cualquier aventura, y un regalo el olvido.
Ya no quiero más luz que tu luz mientras viva.

Desde AQUÍ  puedes acceder al artículo que ha escrito Juan Mata en el periódico "Granada Hoy" acerca de este gran poeta y que ha titulado: "La sencilla hondura".

domingo, 22 de septiembre de 2019

La barra de pan, un cuento de Manuel Rivas

Tras el entierro, en el cementerio de San Amaro, habíamos ido al Huevito y luego al bar David para brindar por el alma difunta. Había muerto la madre de Fontana. Él estaba muy apesadumbrado, como si el peso de la caja continuase aún allí, en su espalda, y con ese aire de dolor culpable que tienen los hijos cuando se les va la madre. En su caso, la madre había tenido Alzheimer y confundía a su hijo con el hombre de la información meteorológica en la televisión.

!Mira qué formal está!, decía ella. Y le mandaba un beso soplando en la palma de su mano hacia la pantalla.

Fontana interpretaba aquella desmemoria como una señal de protesta, de acusación indirecta por sus largas ausencias. Estaba soltero como todos nosotros y le iba la bohemia. Le llegó a tener mucha antipatía al Hombre del Tiempo. Hasta que O'Chanel le dijo un día: Es que se parece a ti, Fontana. Es igualito a ti.

Y Fontana se puso un traje de chaqueta cruzada como el de aquel Hombre del Tiempo y le dijo: Mamá, soy yo.

Ya veo que eres tú, le respondió su madre sonriente. Mucho he rezado para te dejasen salir de las isobaras.

En la barra del bar estaba Corea. Era un bebedor solitario, que no se metía con nadie. Pero en lo poco que hablaba, incluso cuando quería ser amable, le salían apocalipsis por la boca, que decía con una voz grave, como palabras de tierra. Por eso, cuando se acercó a Fontana, nos pusimos en guardia. Pero Corea le puso la mano en el hombro y le dio el pésame sorprendente: A los muertos hay que dejarles ir. No hay que tirar de ellos hacia abajo. Hay que abrir una teja en el tejado. Y que el alma busque su sitio.

Sin más, Corea se fue hacia la barra, bebió el trago que le quedaba, pagó la ronda y se marchó por la puerta sin despedirse.

Por un tiempo, nos quedamos mudos. Es una hermosa oración, dijo por fin O'Chanel.

La mejor, añadió Fontana pensativo.

Va un brindis por el alma.

¡Por el alma!

Es cierto, dijo O'Chanel. Es cierto que hay cosas que tienen alma. O dicho de otra manera, hay sitios en los que se posan las almas como pájaros en las ramas.

O'Chanel siempre tenía un cuento en la recámara para tapar los tiempos muertos. Solo necesitaba un trago para, según decía él, mojar la prosodia. Había emigrado a Francia de joven, en uno de esos trenes que salían atestados de Galicia. Y le había ido bien. Oye, tú, ¡yo colocaba guardabarros en la Renault!, decía como un mariscal victorioso. Incluso contaba que había estado sentado con un Filósofo célebre en la terraza de un café a la orilla del Sena y que el filósofo había tomado notas de cuanto él le decía. Por supuesto, aseguraba O'Chanel, antes me pidió permiso. ¡Ese sí que es un país con cultura y educación! Y es que a veces le entraba nostalgia del revés: ¡Aún he de volver a París! Un hombre con prosodia allí es un galán.  CONTINUAR LEYENDO

jueves, 19 de septiembre de 2019

"Parábola", un poema de León Felipe.


«Parábola»

«Más Él hablaba del templo de su cuerpo.»
San Juan, II: 21.
«Y tomé el libro de las manos del ángel y me lo comí.»
Apocalipsis X: 9,10
Había un hombre que tenía una doctrina. Una gran doctrina que llevaba en el pecho, (junto al pecho, no dentro del pecho),
una doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco.
La doctrina creció. Y tuvo que meterla en un arca, en un arca como la del Viejo Testamento.
Y el arca creció. Y tuvo que llevarla a una casa muy grande.
Entonces nació el templo.
Y el templo creció. Y se comió al arca, al hombre y a la doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco.
Luego vino otro hombre que dijo: El que tenga una doctrina que se la coma, antes de que se la coma el templo;
que la vierta, que la disuelva en su sangre,
que la haga carne de su cuerpo…
y que su cuerpo sea
bolsillo,
arca
y templo.

miércoles, 18 de septiembre de 2019

El olvidado, un poema de José Hierro

«El olvidado»

Ya se ha parado tu tiempo,
pobre criatura.
A qué corazón irás
a derrumbarte, qué tumba
pudrirá tus pobres huesos
cuando tu tiempo se pudra…
Y quién pasará y dirá:
«Aquí fue un hombre», qué música
será tu nombre, qué llama
tu memoria, qué penumbra
se iluminará, de pronto
con tu luz oscura
(tu sombría luna…).
Ya se ha parado tu tiempo,
pobre criatura.
Y qué serás tú, sin tiempo,
piedra temporal, columna
del granito de la muerte,
rompeolas que retumba
cuando le hienden las olas
con hachas-espumas…
Qué serás, libre en la noche
total, pobre criatura,
qué memoria, estela, huella
dejó tu planta desnuda
─madera del sueño─,
tu planta desnuda.
Y quién pasará y dirá:
«Aquí fue un hombre», qué música
será tu vestigio, quién
pondrá flores en tu tumba.
Qué descolorida hazaña
tuya pudrirá la lluvia.
Pobre criatura, leño
de sueño. Brote que acuna,
florece, moja, despoja
el tiempo (el sueño)… qué brusca
tu madrugada sin tiempo,
tu eternidad, ya madura,
piedra temporal, tallada
por el tiempo, carne dura
de tiempo, nacido para
el tiempo (el sueño), escultura
de tiempo, errante planeta,
pobre criatura,
descuajada ya del tiempo,
libre en la noche absoluta.

martes, 17 de septiembre de 2019

"Tener superpoderes: la lectura como experiencia de emancipación." Un artículo de Amador Fernández-Savater publicado en "eldiario.es" el 13/09/2019.


“recuerdo/ el momento justo en el que me di cuenta de que/ había aprendido a leer/ no como cuando fingía que lo hacía/ sino como cuando/ efectivamente leía/ en el espacio se abrió un espacio/ me pareció irreal y luego/ me pareció real/ y era mayor y entré/ perdón, quise decir/ y entré y era mayor” (María Salgado, Salitre)
¿Es la lectura algún tipo de experiencia subversiva hoy día? ¿Habilita modos de estar en el mundo heterogéneos, a contracorriente o en ruptura con los hegemónicos? 

... ¿Y hoy, implica la lectura algún tipo de revuelta? Se me ocurren al menos dos respuestas positivas posibles.

La primera dice más o menos así: vivimos actualmente en la sociedad del espectáculo donde el mundo se nos presenta a diario como un conjunto de fogonazos mediáticos sin vínculos ni memoria. Nada lleva a nada y todo se evapora de inmediato. Lo que esta sociedad fabrica en serie es el "espectador" o el "opinador" de las redes sociales: un sujeto gregario y morboso, manipulado y desinformado, volátil y amnésico. En el fondo un no-sujeto.
En sus Comentarios sobre la sociedad del espectáculo, Guy Debord opone justamente el lector al espectador. El cuerpo del lector al cuerpo del espectador. Frente a la imagen donde "se puede yuxtaponer de todo", que "no deja tiempo a la reflexión" y nos reclama pura "adhesión a lo existente", la lectura es subversiva porque nos "exige un verdadero juicio a cada línea y solo ella puede darnos acceso a la vasta experiencia pre-espectacular".
La lectura para Debord es el ejercicio crítico por excelencia. A través de un esfuerzo lineal y progresivo, se sigue un razonamiento, se comprueba si se sostiene, si una cosa se deduce de la otra. La lectura es una práctica de descodificación de sentido donde se discrimina lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo. El sujeto crítico es un lector y sobre todo un lector del mundo, capaz de atravesar la opacidad estratégica del espectáculo y leer la realidad como se lee un texto. En ese libro Debord se presenta a sí mismo como el último gran lector, calificado para relacionar los hechos y pensar históricamente lo que se presenta como fenómenos aislados y sin pasado.
La dimensión subversiva de la lectura ya no habría que buscarla entonces en su capacidad utópica de plantear otros mundos posibles, sino en los superpoderes de la razón, la lógica y el conocimiento histórico dentro de un mundo que nos quiere fundamentalmente estúpidos.

Una segunda respuesta positiva sería la lectura como ejercicio de transformación de uno mismo. La lectura como "ejercicio espiritual", podríamos decir siguiendo a Pierre Hadot, que nombra así las prácticas de auto-transformación entre los filósofos (estoicos, epicúreos, cínicos) de la Grecia antigua. ¿En qué sentido sería subversiva hoy la lectura como ejercicio espiritual?
El neoliberalismo también es un poder que produce y reproduce un tipo de cuerpo: en este caso el de un sujeto siempre movilizado, disponible y conectado, en constante superación de sí mismo y competencia con los demás, azuzado por la obsesión de “siempre más” (más rendimiento, más productividad, más consumo, etc.). El cuerpo-modelo a imitar hoy sería el del deportista, el youtuber, la celebridad…
La lectura, entendida como ejercicio espiritual, crea una forma de vida bien distinta: como disciplina de la atención, del estar-ahí y no en mil sitios y ninguno a la vez; como interrupción a través del silencio y del recogimiento de la carrera enloquecida del hámster en su rueda; como actividad que lleva incorporada la recompensa en sí misma y no es solo medio o instrumento de una finalidad exterior…

El lector no se desconecta del mundo, sino que lo habita de otro modo, experimentando con los sentidos, poniendo en relación lo que lee y lo que ha leído, lo que lee y lo que ha vivido. Altísima intensidad de una inmovilización tan solo aparente, el cuerpo del lector corta en seco la fuga hacia adelante del sujeto de rendimiento neoliberal y hace una experiencia plena del presente.
Del lector arrebatado al lector disciplinado: los superpoderes que nos otorga la lectura hoy son distintos a los del pasado. No tanto imaginarnos seres distintos, como estar más presentes. No tanto vivir dos vidas, como intensificar la vida que hay. No tanto fugar hacia un mundo alternativo, como estar aquí y ahora.
Lectura como ejercicio utópico, lectura como ejercicio crítico, lectura como ejercicio espiritual: el mundo y las formas de dominio cambian, pero la lectura encuentra siempre el modo de ser una revuelta.


lunes, 16 de septiembre de 2019

Las cuitas del joven Werther, un cuento de Slawomir Mrozek.


El director de la filarmónica nos recibió con amabilidad.

—¿En qué puedo servirles? —preguntó.
—Nos debe cincuenta mil.
—Es posible, pero no acierto a saber por qué razón. ¿Podrían ustedes aclarármelo?
—En calidad de anticipo —le aclaré.
—Tal vez, es una práctica habitual. Pero anticipo, ¿a cuenta de qué?
—De nuestra actuación en la filarmónica.
—Sí, eso ya tiene cierto fundamento. Sin embargo, si no me falla la memoria, es la primera vez que nos vemos. ¿Acaso hemos firmado un contrato por correo?
—Aún no, pero podemos firmarlo ahora mismo.
—Indudablemente. Pero quisiera conocer a grandes rasgos su propuesta. ¿Ustedes forman un conjunto musical?
—De momento no, pero lo formaremos.
—¿Y más o menos con qué repertorio?
—Eso ya lo veremos cuando aprendamos a tocar.
—¿A tocar?
—Sí, a tocar instrumentos musicales, por supuesto.
La torpeza de ese individuo comenzaba a enervarme.
—¿Quiere decir que aún no saben?
—Aún o ya, ¿qué más da? El futuro de todas formas nos pertenece. ¿No ve que somos jóvenes?
—¡Oh!, desde luego. Sin embargo, ¿puedo sugerirles algo? Primero aprendan a tocar, después toquen un poco y después nos vemos. El futuro sin duda les pertenece.
Y no nos dio el anticipo, el muy fascista. Salimos de allí perjudicados socialmente.
En el muro había un cartel que anunciaba la actuación de un tal Mozart.
—¿Quién es? —preguntó… pero no me acuerdo cuál de nosotros, porque me falla la memoria, sobre todo antes del mediodía.
—Seguramente un viejo.
Dejamos de pensar en el arte y nos dedicamos a construir una bomba. Un día de estos la pondremos en la filarmónica. La lucha por la justicia es lo primero.
FIN

sábado, 14 de septiembre de 2019

Eduardo Galeano: La bomba de Dios.


En 1945, mientras este día nacía, murió Hiroshima.
En el estreno mundial de la bomba atómica, la ciudad y su gente se hicieron carbón en un instante.
Los pocos sobrevivientes deambulaban, mutilados, sonámbulos, entre las ruinas humeantes. Iban desnudos, y en sus cuerpos las quemaduras habían estampado las ropas que vestían cuando la explosión. En los restos de las paredes, el fogonazo de la bomba atómica había dejado impresas las sombras de lo que hubo: una mujer con los brazos alzados, un hombre, un caballo atado.
Tres días después, el presidente Harry Truman habló por radio.


Dijo:—Agradecemos a Dios que haya puesto la bomba atómica en nuestras manos, y no en manos de nuestros enemigos; y le rogamos que nos guíe en su uso de acuerdo con sus caminos y sus propósitos.


viernes, 13 de septiembre de 2019

Cómo enseñar figuras literarias con letras de canciones de Joaquín Sabina. Por EDUCACIÓN 3.0 - 09/09/2019

Hipérbole, símil o comparación, metonimia, anáfora e ironía son las cinco figuras literarias que José Antonio Larrosa, maestro de Formación de Personas Adultas, propone trabajar a su alumnado de la Escuela de Adultos de Orihuela (Alicante), utilizando las letras de las canciones del cantante Joaquín Sabina.

La calidad literaria y poética de las letras de las canciones de Joaquín Sabina ha provocado que su obra se haya convertido en motivo de estudio en diferentes universidades. Como ejemplo de ello son el ciclo organizado por la Universidad de la Rioja, la iniciativa de la Universidad a Distancia (UNED) a través de una cátedra o el libro ‘Joaquín Sabina, concierto privado’ de Emilio de Miguel, catedrático de la Universidad de Salamanca.

En el imaginario colectivo están muchas de las letras de sus canciones, de sus frases y versos. A través de ellas se puede trabajar en clase con el alumnado algunas figuras literarias, como las que se exponen a continuación.

Hipérbole: “Más de cien mentiras”, en el disco “Esta boca es mía”.

Casi toda la canción gira en torno a una metáfora en forma de hipérbole. A través de ella Joaquín Sabina trata de explicar a un amigo todos los motivos que puede tener para aferrarse a la vida y disuadirlo de ideas autodestructivas. De esta forma pone en evidencia a través de su enumeración todas las razones que existen para seguir adelante. Al parecer la inspiración la encontró el cantante en una historia real.
“Tenemos un techo con libros y besos,
Tenemos el morbo, los celos, la sangre,
Tenemos la niebla metida en los huesos,
Tenemos el lujo de no tener hambre…”

jueves, 12 de septiembre de 2019

"Si les diéramos más poesía a los niños, el mundo cambiaría.” María Baranda. Entrevista. María Esther Pérez. Feria en Poesía e infancia 9 enero, 2017


... Yo creo que hay una palabra que es muy importante en la poesía. Y es que la poesía tiene que ser necesaria. Y cuando la poesía es necesaria para uno, se vuelve necesaria para el lector. Como nunca el lector de poesía se acerca a un libro como en secreto, porque lo tiene que volver a leer. Es como hablarle en voz baja a alguien.
Es como leerlo también en voz baja, metidos así, con una linterna debajo de las cobijas. Porque te están revelando algo demasiado personal e íntimo. Entonces, más allá de si yo una niña o no una niña. Yo no creo que haya una niña dentro de mí. Espero que no. Ya tengo cincuenta años. Espero que haya una adulta por fin, bien formada. Pero obviamente cuando escribo para niños, pienso en un lector más pequeño. Pero pienso desde el adulto, ¿eh? No creo que piense desde esto que se dice, de la niña interior. A mí más bien me da miedo esa imagen de la niña interior. Porque digo: ‘Ay no, todo lo que he vivido, tanta cosa, tanta terapia, para no haber crecido’. Entonces es desde ahí, desde la palabra necesario.
 
... Porque a mí lo que me interesa es que el poema sí sea un puente de comunicación con un lector. Porque si no, estaría urdiendo yo mis propias tramas, mis poemas absolutamente barrocos, haciendo cosas complicadísimas donde nadie pudiera entrar porque es mi mundo. Pero en este tipo de poemas no, la intención sí es que afuera está un lector y que yo pueda tocarlo. Y enseñarle esto que dices, que me encanta, del vuelo y del juego. Porque el lenguaje está, antes que nada, para jugar y [eso] se nos olvida mucho.
Y que la poesía es el arma, es la llave para abrir esa puerta de la lengua para la escritura y el pensamiento. Yo estoy absolutamente convencida de que si les diéramos más poesía a los niños, el mundo cambiaría.


miércoles, 11 de septiembre de 2019

“Los álbumes ilustrados mudos son gimnasia para el cerebro y fomentan la creatividad”. Los libros sin palabras obligan a los lectores “a construir un relato". Un artículo de Un artículo Adrián Cordellat publicado en El País.


Apenas unas semanas antes del inicio de la Feria del Libro de Madrid la editorial Nórdica lanzaba al mercado dentro de su catálogo infantil una nueva adaptación de uno de los grandes clásicos de la literatura universal, Caperucita roja, una historia que proviene de la tradición oral medieval y que ha sido reinterpretada, entre otros, por Charles Perrault (1697) y los hermanos Grimm, que dieron en 1812 forma a la versión que casi sin modificaciones ha llegado hasta nuestros días.

La revisión de Caperucita Roja de Adolfo Serra publicada por Nórdica tiene un valor diferencial: es muda. Está construida solo a base de imágenes en tres tonos: negro, rojo y naranja. No hay espacio para el texto. “Su visión sobre el cuento clásico es fascinante. Las imágenes son muy potentes, hablan por sí solas y nos conectan con nuestros miedos de una forma espectacular. Hay mucho simbolismo en la narración, es una auténtica belleza”, sostiene Susana Sánchez, responsable de la colección infantil de Nórdica. Para su autor, Adolfo Serra, esta particular versión de Caperucita Roja permite que sean los niños o adultos, “a través de la lectura de imágenes y jugando con metáforas o símbolos visuales, los que construyan su propio relato basado en el recuerdo del cuento y sus propias experiencias, emociones o ideas”. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 7 de septiembre de 2019

¿En perseguirme, mundo, qué interesas?, un soneto de Sor Juana Inès de la Cruz


¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.

Yo no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades
ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Alfonsina y el mar. Mercedes Sosa. Música de Ariel Rámirez – Letra de Felix Luna. Recuero y homenaje a la poeta argentina Alfonsina Storni.


«Alfonsina y el mar»
Por la blanda arena que lame el mar
Su pequeña huella no vuelve más
Un sendero solo de pena y silencio llegó
Hasta el agua profunda
Un sendero solo de penas mudas llegó
Hasta la espuma
Sabe Dios que angustia te acompañó
Que dolores viejos calló tu voz
Para recostarte arrullada en el canto de las
Caracolas marinas
La canción que canta en el fondo oscuro del mar
La caracola
Te vas Alfonsina con tu soledad
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
Te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá, como en sueños
Dormida, Alfonsina, vestida de mar
Cinco sirenitas te llevarán
Por caminos de algas y de coral
Y fosforescentes caballos marinos harán
Una ronda a tu lado
Y los habitantes del agua van a jugar
Pronto a tu lado
Bájame la lámpara un poco más
Déjame que duerma Nodriza en paz
Y si llama él no le digas que estoy
Dile que Alfonsina no vuelve
Y si llama él no le digas nunca que estoy
Di que me he ido
Te vas Alfonsina con tu soledad
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
Te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá como en sueños
Dormida, Alfonsina, vestida de mar
Música de Ariel Rámirez – Letra de Felix Luna