lunes, 30 de abril de 2018

El Conejito Andarín. Un cuento/álbum ilustrado de Margaret Wise Brown .

Literatura infantil y género: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar? Por Ana Tarambana.

En Europa y en España nos ha encantado desde siempre mirar con recelo a los norteamericanos pacatos en cuestiones de literatura infantil. Además de los comentarios en off de muchos ilustradores a los que han obligado a vestir sus personajes o a ponerlos en actitudes inequívocamente correctas, se cuentan por decenas los artículos que hablan de ridículas censuras y en congresos y otros lugares se cita constantemente cómo Huckleberry Finn es prohibido en escuelas por argumentos que no tienen nada que ver con la literatura; se describe cómo Sendak fue censurado por publicar a un niño desnudo; se denuncia a Harry Potter por inducir a la brujería y a Roald Dahl por incitar al consumo de drogas. Que un libro de poemas de Shel Silverstein que contiene un poema titulado Cómo no lavar los platos lleve a algunos a pensar que los niños van a romper los platos de su casa significa trasgredir una fina línea: la de la lectura de la literatura como si fuera un manual de uso de vida. Prohibir estos libros sería como prohibir a Supermán porque los niños van a lanzarse por la ventana con una toalla colgada como capa. Todas estas censuras y presiones sobre los libros tienen un nombre: lo políticamente correcto. Aunque la política nos pueda parecer alejada de la literatura infantil, sus prácticas ya han venido para quedarse. Políticamente correcto quiere decir que se cuida el lenguaje al máximo para no ofender a grupos religiosos, sociales o culturales. Es decir, a casi todo el mundo.

En los últimos tiempos asistimos a una revitalización de la imagen de la mujer. Que conste que no tengo nada en contra de los cientos de libros que están apareciendo para rescatar la imagen de mujeres en la historia. Aunque todos repitan autoras y, de alguna manera, idealicen la vida de muchas de ellas dejando a un lado asuntos polémicos, es una estupenda labor que merece ser analizada con cuidado. Esta moda, además, ha caído en un sector mayoritariamente femenino (basta con asomarse a cualquier curso, congreso o convención sobre literatura infantil o pedagogía), que lo ha recibido con las manos abiertas y, en cierta manera, ha propiciado la moda. CONTINUAR LEYENDO EN EL BLOG DE ANA TARAMBANA

domingo, 29 de abril de 2018

Doctor de Soto. Un cuento/álbum ilustrado de William Steig.

Diario de la Educación. Leer en voz alta, herramienta para el fomento de la lectura Mejora el desarrollo del lenguaje, la formación de imágenes mentales, la capacidad expresiva, la comprensión de las palabras. Pero también, y fundamentalmente, actúa en aspectos emocionales relacionados con los libros.

Daniel Pennac ya lo decía en su libro Como una novela. Describía muchos momentos en los que la lectura en voz alta, sobre todo con adolescentes, se convertía en un ritual que podían desarrollar las familias, para aumentar su interés por la lectura, por los libros.

Desde el sistema educativo, también desde las familias, se enseña a las criaturas a leer, y cuando han adquirido los rudimentos más básicos de esta difícil tarea, se les deja a su suerte. Ya no se les lee en voz alta porque ya saben leer. La lectura pasa de ser algo que se comparte en grupo, en familia, en un entorno cálido, a convertirse, en exclusiva, en algo privado.

Pero siempre hay excepciones. Son muchas las asociaciones y grupos de personas las que dedican esfuerzos a la lectura en voz alta.

Una de estas entidades está en Granada y se llama Entrelibros. Es una asociación presidida por Juan Mata, en colaboración con Andrea Villarrubia, la vicepresidenta. Contactamos con los dos vía correo para hablar de la importancia de la lectura en voz alta.

“La lectura en voz alta en los primeros años de vida tiene consecuencias emocionales y cognitivas de extraordinaria importancia”, aseguran. En primer lugar, es el primer acercamiento que tienen niñas y niños a los libros, a través de sus familias, cuando les leen cuentos. También en las escuelas infantiles. Esto hace que las criaturas entiendan “ la lectura como una demostración de cariño y protección”.

“Pero, continúan, además de los aspectos emocionales, de los momentos de intimidad y afecto que se crean entre quienes leen y escuchan, la lectura en voz alta también tiene que ver con aspectos cognitivos, como el desarrollo del lenguaje, la formación de imágenes mentales, la capacidad expresiva, la comprensión de las palabras…”.

La lectura en voz alta, en cualquier caso, no solo tiene importantes consecuencias en los primeros años de vida; también más adelante. Aunque diferentes, claro. CONTINUAR LEYENDO


sábado, 28 de abril de 2018

Primer Encuentro de Tertulia Literarias Dialógicas de Euskal Herria


SI OS ANIMÁIS AQUÍ PODÉIS ENCONTRAR TODA LA INFORMACIÓN

"MUCHACHO OBSESIONADO". Un cuento de Lula Carson McCullers

Hugh fue hasta la esquina de la casa en busca de su madre, pero no estaba en el jardín. A veces salía para hacer como que se ocupaba del arriate con las flores de primavera —carraspiques, minutisas, lobelias (los nombres se los había enseñado ella)—, pero hoy el césped con los arriates de flores de muchos colores estaba vacío bajo el delicado sol vespertino de mediados de abril. Hugh corrió de nuevo hacia la casa, seguido por John. Superaron los escalones de la entrada en dos saltos y la puerta de la calle se cerró con fuerza tras ellos. 

—¡Mamá! —llamó Hugh. 

Fue entonces, ante el silencio pertinaz mientras esperaban en el vestíbulo vacío, de suelo encerado, cuando Hugh sintió que pasaba algo raro. No había fuego en la chimenea del cuarto de estar, y como estaba acostumbrado al parpadeo de la lumbre del hogar durante los meses fríos, la habitación, en aquel primer día de primavera, parecía extrañamente desnuda y triste. Hugh se estremeció primero y luego se alegró de que John estuviera con él. El sol brillaba en un trozo rojo de la alfombra floreada. Rojo brillante, rojo oscuro, rojo muerto: a Hugh le enfermó el repentino recuerdo estremecido de «aquella otra vez». El rojo se oscureció hasta convertirse en negro vertiginoso. 

—¿Te pasa algo, Brown? —preguntó John—. Estás muy pálido. Hugh se repuso y se llevó la mano a la frente. 

—Nada. Volvamos a la cocina. 

—No me puedo quedar más que un minuto —dijo John—. Estoy obligado a vender esas entradas. Tengo que merendar y salir corriendo. 

La cocina, con los impecables paños a cuadros y los cacharros limpios, era en aquel momento la mejor habitación de la casa. Y sobre la mesa esmaltada había una tarta de limón hecha por ella. 

Tranquilizado ante la cocina de todos los días y la tarta, Hugh regresó al vestíbulo y alzó la cabeza para llamar escaleras arriba. 

—¡Madre! ¡Mamá, por favor! 

Tampoco ahora obtuvo respuesta. 

—Mi madre ha hecho la tarta —dijo Hugh. Rápidamente encontró un cuchillo y la cortó, para disipar el sentimiento de terror, cada vez más intenso. 

—¿Crees que la debes cortar, Brown? 

—Por supuesto, Laney. 

Aquella primavera se llamaban por el apellido, a no ser que se les olvidara. A Hugh le parecía deportivo y adulto y en cierto modo espléndido. John le gustaba más que ningún otro de sus condiscípulos. Era dos años mayor y, comparados con él, los otros chicos le parecían un estúpido montón de inútiles. John era el mejor alumno de segundo curso, inteligente pero sin ser el favorito de ningún profesor, y el mejor atleta por añadidura. Hugh estaba en primero y no tenía demasiados amigos; en cierto modo se había apartado de los demás porque tenía muchísimo miedo. 

—Mamá siempre me prepara algo apetitoso para cuando vuelvo de clase. —Colocó una generosa porción de la tarta en un plato para John… para Laney. 

—Está buena de verdad. 

—La tapa es de galletas integrales machacadas, en lugar de la masa normal de las tartas —dijo Hugh—, porque la masa da mucho trabajo. A nosotros nos parece que la masa hecha con galletas integrales es igual de buena. Claro que mi madre podría hacer masa corriente si quisiera. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 27 de abril de 2018

ELOGIO DEL ENCUENTRO. Conferencia de Michéle PETIT en el Congreso Mundial de IBBY (International Board on Books for Young People) Cartagena de Indias, 18-22 de septiembre de 2000



Antes que nada, quisiera agradecer cumplidamente a las personas que organizaron este congreso, quienes me brindaron la oportunidad de estar hoy entre ustedes, y, de manera muy especial, a Sylvia Castrillón. Me brindaron también la oportunidad de volver a Colombia, donde pasé gran parte de mi adolescencia, hace algunos siglos. Por eso me emocionó particularmente Katherine Paterson cuando habló anteayer de su retorno a China. No sé si habría podido evocarlo en la misma China, pero por parte mía, creo que tendré que esperar un congreso en China para poder hablar de mi retorno a Colombia. 

Hasta aquí mis emociones. Cuando Sylvia me escribió que el presente congreso tendría como tema el encuentro entre dos mundos, le propuse que tratáramos de hacer ... un elogio del encuentro, simple y sencillamente. Pero no de una manera general, llena de buenas intenciones, sino a partir de experiencias, de ejemplos que tomaré de las conversaciones con jóvenes que he recabado como parte de mis investigaciones[1], así como de algunos escritores que han evocado sus lecturas de infancia. 
"Después de todo había algo más... " 1 

Y para entrar en materia les propongo que escuchemos a una joven mujer, Zohrá, a quien conocimos durante una investigación realizada en los barrios pobres situados en la periferia de las ciudades francesas, donde mis colegas y yo llevamos a cabo un centenar de entrevistas con adolescentes y adultos jóvenes que habían frecuentado una biblioteca municipal[2].

Cuando empezamos a hablar con Zohra, la primera frase que nos dijo fue ésta: "La biblioteca fue un encuentro extraordinario porque yo modifiqué el curso de mi vida ". Y nos contó su historia, una historia donde, a priori, su camino ya estaba trazado de antemano: sus padres provenían de Argelia y habían crecido en el seno de una cultura rural y oral totalmente alejada de los libros; no les interesaba que sus hijas estudiaran y después ejercieran su profesión ya que para ellos la “tradición” musulmana parecía dictar que las muchachas no deben salir del espacio doméstico, y también porque pensaban regresar a su país cuando hubieran podido ahorrar algo. A las presiones de los padres se añadía la programación social, que sólo le ofrecía a Zohra una trayectoria escolar recortada.

En esta historia, sin embargo, se producirán encuentros que cambiarán el curso de su destino. El primero, con una maestra, cuando Zohra era muy pequeña. Escuchémosla: "Adoraba a la maestra, le escribía tarjetas postales que nunca le enviaba. Quería mucho a los maestros porque transmitían cosas, estaban allí, eran personas sensatas, que razonaban, que comprendían, mientras que mis padres no comprendían. Eran adultos diferentes a los que me rodeaban. Me dieron una fuerza. Después de todo había algo más, había otras personas aparte de los padres, de la vida tradicional en familia. Me ayudaban a abrirme hacia el exterior, al igual que las bibliotecarias. Eran otros adultos que no me consideraban una bebé o una niñita que está para hacer el quehacer. Vivíamos en un capullo familiar muy fuerte. Mis padres nunca recibían visitas, amigos franceses o argelinos [...] Es muy difícil cuando ésa es la única referencia que se tiene de joven. Es como si estuvieras completamente aislada. El libro era la única forma de salirme de eso, de abrirme un poco.”

“Después de todo había algo más...” Tal vez lo esencial está allí y se repite una y otra vez a lo largo de varias entrevistas: el descubrimiento de una alternativa, de un margen de maniobra, de una abertura, como dice Zohra, y también, a veces, de otra mirada sobre el niño o la niña que le da una “fuerza”. Ese “algo más”, lo forman los maestros, las bibliotecarias, la biblioteca como lugar, los usuarios con los que se topa, los libros mismos, y en su relato se mezclan unos con otros. 


* Antropóloga, Laboratorio LADYSS (Dynamiques sociales et recomposition des espaces), CNRS/Université Paris 1, 191, rue Saint-Jacques, 75005, París, Francia.
[1] Estas investigaciones se abordan con detalle en Michéle Petit (1999), Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura, México, Fondo de Cultura Económica, col. "Espacios para la lectura" (traducido del francés por Rafael Segovia y Diana Luz Sánchez).
[2] Véase De la bibliothéque au droit de cité (Michéle Petit, Chantal Balley y Raymond Ladefroux, con la colaboración de lsabelle Rossignol, París, BPI / Centre Georges Pompidou, colección Etudes et recherches, 1997).

jueves, 26 de abril de 2018

La Rata Gris. Un cuento de la Condesa De Ségur.

Discurso íntegro de Sergio Ramírez, Premio Cervantes 2017.

Permítanme dedicar este premio a la memoria de los nicaragüenses que en los últimos días han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de jóvenes que siguen luchando, sin más armas que sus ideales, porque Nicaragua vuelva a ser República. Vengo de un pequeño país que erige su cordillera de volcanes a mitad del ardiente paisaje centroamericano, al que Neruda llamó en una de las estancias del Canto General “la dulce cintura de América”. Una cintura explosiva. Balcanes y volcanes puse por título a un ensayo de mis años juveniles donde trataba de explicar la naturaleza cultural de esa región marcada a hierro ardiente en su historia por los cataclismos, las tiranías reiteradas, las rebeliones y las pendencias; pero, en lo que hace a Nicaragua, también por la poesía. Todos somos poetas de nacimiento, salvo prueba en contrario.

“Poeta” es una manera de saludo en las calles, de acera a acera, se trate de farmacéuticos, litigantes judiciales, médicos obstetras, oficinistas o buhoneros; y si no todos mis paisanos escriben poesía, la sienten como propia, gracias, sin duda, a la formidable sombra tutelar de Rubén Darío, quien creó nuestra identidad, no sólo en sentido literario, sino como país: “Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño/tantas rubias bellezas y tropical tesoro/tanto lago de azures, tanta rosa de oro/tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño…”, escribe al evocar la tierra natal.

En mi caso, me declaro voluntariamente un poeta, en el sentido que Caballero Bonald recordó desde esta misma cátedra al recibir el premio Cervantes del año 2012: “esa emoción verbal, esas palabras que van más allá de sus propios límites expresivos y abren o entornan los pasadizos que conducen a la iluminación, a esas «profundas cavernas del sentido a que se refería San Juan de la Cruz»”.

La poesía es inevitable en la sustancia de la prosa. Lo sabía Rubén quien, además de la poesía, revolucionó la crónica periodística y fue un cuentista novedoso. Y es más. Creo que alguien que no se ha pasado la vida leyendo poesía, difícilmente puede encontrar las claves de la prosa, la cual necesita de ritmos, y de una música invisible: “la música callada/la soledad sonora”. Es lo que Pietro Citati llama “la música de las cosas perdidas” en La muerte de la mariposa, al hablar de la prosa de Francis Scott Fitzgerald: “para la mayoría de la gente, las cosas se pierden sin remedio. Pero para él, dejaban una música. Y lo esencial en un escritor es encontrar esa música de las cosas perdidas, no las cosas en sí mismas”.

No todos en Nicaragua escriben versos, pero Rubén abrió las puertas a generación tras generación de poetas siempre modernos, hasta hoy, con nombres como los de Carlos Martínez Rivas, y Ernesto Cardenal y Claribel Alegría, honrados ambos con el premio Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana; o el de Gioconda Belli. CONTINUAR LEYENDO


lunes, 23 de abril de 2018

El cambiazo. Un cuento de Mario Benedetti.

Mierda con ellos. Me las van a pagar todas juntas. No importa que, justo ahora, cuando voy a firmar la decimoctava orden de arresto, se me rompa el bolígrafo. Me cago en la putísima. Y el imbécil que pregunta: «¿Le consigo otro, mi coronel?». Por hoy alcanza con diecisiete. Ayer Vélez recobró la libertad convertido en un glorioso guiñapo: los riñones hechos una porquería, un brazo roto, el ojo tumefacto, la espalda en llaga. Ya designé, por supuesto, la correspondiente investigadora para que informe sobre las irregularidades denunciadas por ciertos órganos de la prensa nacional. Algún día tendrán que aprender que el coronel Corrales no es un maricón como sus predecesores sino un jefe de policía con todo lo que hace falta

hipnotizada frente al televisor, Julita no se atreve ni a parpadear. No es para menos. Lito Suárez, con su rostro angelical y sus puñitos cerrados, ha cantado «Siembra de luz» y enseguida «Mi corazón tiene un remiendo». Grititos semejantes a los de la juvenil teleaudiencia salen también de la boca de Julita, quien para una mejor vocalización acomoda el bombón de menta al costado de la muela. Pero ahora Lito se pone solemne: «Hoy tengo una novedad y se llama «El cambiazo». Es una canción y también es un juego. Un juego que jugaremos al nivel de masas, al nivel de pueblo, al nivel de juventud. ¿Qué les parece? Voy a cantarles «El cambiazo». Son sólo cuatro versos. Durante la semana que empezará mañana, lo cantaremos en todas partes: en las aulas, en la calle, en la cama, en el ómnibus, en la playa, en el café. ¿De acuerdo? Luego, el domingo próximo, a esa misma hora, cambiaremos el primero de los cuatro versos. De las propuestas por escrito que ustedes me hagan llegar, yo elegiré una. ¿Les parece bien?». Síííííííí, chilla la adicta, fanática, coherente adolescencia. «Y así seguiremos todas las semanas hasta transformar completamente la cuarteta. Pero tengan en cuenta que en cada etapa de su transformación, la estrofa tendrá que cumplir una doble condición: variar uno de sus versos, pero mantener un sentido total. Es claro que la cuarteta que finalmente resulte, quizá no tenga el mismo significado que la inicial; pero ahí es justamente donde reside el sabor del juego. ¿Estamos?» Sííííííí. «Y ahora les voy a cantar el texto inicial.» Julita Corrales traga por fin el bombón para no distraerse y además para concentrase en la memorización del Evangelio según San Lito. «Paraquená dieeee loimpida, paraquetuá mooooooor despierte, paravosmí voooooooz rendida, paramisó loooooo quererte.» Julita se arrastra hasta la silla donde ha dejado el draipén y el block, anota nerviosamente la primera variante que se le ocurre, y antes de que el seráfico rostro del cantante desaparezca entre los títulos y los créditos finales del programa «Lito con sus muchachos», ya está en condiciones de murmurar para sí misma. «Paraquevén gaaaaaaaaaaas querida, paraquetuá mooooooor despierte, paravosmí vooooooooooz rendida, paramisó loooooooooo quererte CONTINUAR LEYENDO

Lo fatal. Un poema de Rubén Daría en "Cantos de vida y esperanza).

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!

domingo, 22 de abril de 2018

Leer cuentos a tu bebé hará que sea más listo en el cole. Por Carolina García (El País).

La lectura tiene muchos beneficios, como son, entre otros, despertar la imaginación de pequeños y adultos o favorecer las conexiones neuronales del cerebro de nuestros pequeños. Un último estudio asegura que, además, leer en voz alta a nuestros hijos desde que son bebés les podría ayudar a enfrentar mejor su vida escolar futura. En concreto, para los autores del estudio, “leer en voz alta podría prevenir conductas negativas como la hiperactividad y fomentar las positivas, como la concentración o la atención”, según se desprende de un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Nueva York.

El momento de lectura suele ser por la noche o por la tarde. Cuando tanto padres como hijos ya han terminado con sus tareas cotidianas, “por lo que se suele dar en un entorno acogedor y cálido”, inciden. El estudio, publicado en Pediatrics, evaluó a 675 familias. El análisis consistió en grabaciones de vídeo en las que los padres estaban leyendo en voz alta o jugando con sus hijos desde los cero hasta los tres años. Las conclusiones mostraron que “los niños que participaron en el programa tuvieron menos problemas de atención y conductas disruptivas cuando empezaban su vida escolar que aquellos que no lo hicieron”. Además, esto mejora si los progenitores continuaban con esta rutina pasados los tres años.

“Cuando una padre lee un cuento a un niño o juega con él, el pequeño tiene que prestar atención tanto a su progenitor como a la actividad. Además, es una oportunidad para que se conviertan en adultos con un buen modelo de conducta”, añaden. Los autores también inciden en que en la actualidad los progenitores pasan menos tiempo con sus hijos, “relegando esta tarea a los dispositivos digitales”. Una pena, ya que fomentar esta lectura es muy positivo.

En este estudio, "queremos enfatizar nuestro apoyo para que desde la atención primaria pediátrica se promuevan actividades positivas para los padres e hijos, como lectura de cuentos en voz alta y el juego, ya que mejoran el desarrollo social y emocional de los pequeños, como se refleja a través de la reducción de conductas disruptivas –ansiedad o hiperactividad–. Nuestra investigación también sugiere que estos programas pueden dar lugar a diferencias clínicamente importantes en los resultados educativos a largo plazo de los niños, dado el papel fundamental de estas tareas para el aprendizaje infantil", concluyen los autores. CONTINUAR LEYENDO

Más información:

Los beneficios de leer en voz alta a los niños

Voluntarios de la asociación Entrelibros utilizan esta técnica en el Hospital Materno Infantil de Granada.

El contacto temprano de los niños con los libros puede hacerse de muchas maneras. La asociación Entrelibros ha apostado por la técnica de la lectura en voz alta, cuyos voluntarios aplican cada martes con los pequeños del Hospital Materno Infantil de Granada. La asociación es promotora y partícipe del manifiesto De la voz a las letras, una declaración a favor de este tipo de lectura consensuada y modificada por diversas instituciones, como por ejemplo la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA) o la Asociación Española de Lectura y Escritura entre otras.

Juan Mata, presidente de Entrelibros, opina que leer a los niños en voz alta es una buena oportunidad para hablar con ellos de cosas importantes, al mismo tiempo que se establece una relación emocional intensa. "Con esta técnica conseguimos que los niños imaginen las historias y también que puedan verbalizar sentimientos y miedos durante la lectura", explica por teléfono. A su vez, Mata defiende que en la asociación que preside se utiliza la lectura en voz alta como un modo de intervención social -trabajan también con mujeres maltratadas, presos o alumnos en riesgo de exclusión-, técnica que también recomienda la Academia Americana de Pediatría a partir de las observaciones realizadas de padres con hijos frente a un libro. CONTINUAR LEYENDO

Tío elefante (Uncle Elephant). Un cuento/álbum ilustrado de Arnold Lobel (en inglés)

sábado, 21 de abril de 2018

Leamos de la mano de papá y mamá. Programa de animación a la lectura en América Latina.

Ternura. Columna de Juan José Millás en el País (20 ABR 2018).

Sé de gente que mataría por llevar razón. Hay otros rasgos de carácter que se pueden corregir a lo largo de la vida, pero quitarse de llevar razón es como quitarse de la heroína: se puede, aunque con mucho sacrificio. Si vienes al mundo con ese declive, mueres con él. Te mueres llevando la razón, te incineran llevando la razón, llegas al infierno llevando la razón. Jamás discutas con personas necesitadas de llevar la razón. No conduce a nada, solo a la infelicidad. En las discusiones políticas es donde mejor se las distingue. Llevar razón constituye un modo de tapar heridas ancestrales, abandonos remotos. Llevar razón es una forma de vengarse. Si llevas razón, tu nacimiento no fue un error, tus padres te quisieron, la infancia triste y la perra juventud valieron la pena. El mundo ya no te debe nada, en fin. Si llevas razón, no necesitas ser sutil ni inteligente ni educado. Llevar razón te coloca por encima del bien y del mal. La frase “hablar cargado de razón”, pese a su naturaleza de lugar común, describe perfectamente esta patología. Para intentar convencerte de sus argumentos, los llevadores de razón subrayan sus discursos con gestos en los que expresan lo absurdo que sería pensar de otro modo. Conozco personas a las que quiero y admiro cuyo único objetivo en la vida es llevar la razón. Siento una terrible ternura por ellas porque me recuerdan épocas de mi vida en las que yo mismo necesitaba llevar razón a toda costa. Me quité de llevar razón porque me hacía daño a la salud, como el tabaco, aunque a veces recaigo y fumo un camelclandestino. Desde entonces, siempre que descubro a alguien llevando la razón me dan ganas de abrazarlo y de hacerle unas caricias al tiempo de decirle que no pasa nada por no llevarla.

jueves, 19 de abril de 2018

La literatura infantil en la construcción de la conciencia del niño. Por Juan Cervera Borrás. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

Es un artículo muy interesante en el que el autor va estableciendo las relaciones entre la literatura infantil y la construcción de la conciencia moral del niño. En él se debate entre las tres etapas por las que ha pasado dicha literatura. Destacando el eterno debate entre los cuentos de hadas y la persistencia de unos valores de una determinada época y que no casan con los actuales. Merece la pena leerlo y debatirlo.

La acción de la literatura

Plantear un ensayo para establecer relación entre la Literatura Infantil y la construcción de la conciencia del niño implica, en principio, anunciar las reglas del juego1. Indudablemente este juego puede desarrollarse de varias maneras. Por eso, para que nadie se lleve a engaño, es necesario declarar los modos aquí escogidos para él.
En primer lugar, se parte de la Literatura Infantil como conjunto «de manifestaciones y actividades que tienen como base la palabra con finalidad artística que interesen al niño»2. El rasgo de «interés» suscitado en el niño insiste en el aspecto de libertad, por su parte, en la aceptación voluntaria de elementos que usará libremente también, para la construcción de su propia conciencia, en la línea del constructivismo cognoscitivo. Libertad que, en cualquier caso, no excluye la motivación. Se acepta, no obstante, que el niño construye su peculiar modo de pensar, de conocer, de modo activo, como resultado de la interacción entre sus capacidades innatas y la exploración ambiental que realiza mediante el tratamiento de la información procedente del entorno. En este caso la información del entorno no llega directamente, sino a través de la literatura, que no es canal de comunicación totalmente neutro. La Literatura Infantil intenta poner ante los ojos de los niños algunos retazos de vida, del mundo, de la sociedad, del ambiente inmediato o lejano, de la realidad asequible o inalcanzable, mediante un sistema de representaciones, casi siempre con una llamada a la fantasía. Y todo ello para responder a las necesidades íntimas, inefables, las que el niño padece sin saber siquiera formularlas; y para que el niño juegue con las imágenes de la realidad que se le ofrecen y construya así su propia cosmovisión. Nótese bien que el niño recibe imágenes -literarias, pero imágenes- de la realidad, no la realidad misma.
Si no temiéramos abrir aquí una vía de agua con riesgos de naufragio, tendríamos que inclinarnos ahora ante la necesidad que ha de acuciar al niño de comparar la realidad con sus imágenes servidas. Pero justo es invocar aquí otra regla del juego para no pretender el imposible de seguir dos caminos diferentes a la vez, en lugar de confiar que el niño, en su momento, realice tales comparaciones y saque las conclusiones lógicas.

miércoles, 18 de abril de 2018

EL GATOPATO Y LA PRINCESA MONILDA. Un cuento de María Elena Walsh.


Una vez,en el bosque de Gululu,aparecio un Gatopato. 
¿Como era? 
Bueno,con pico de pato y cola de gato.Con un poco de plumas
y otro poco de pelo.Y tenia cuatro patas,pero en las cuatro calzaba 
zapatones de pato. 
¿Y como hablaba? 
Lunes,miercoles y viernes decia miau. 
Martes,jueves y sabados decia cuac. 
¿Y los domingos? 
Los domingos,el pobre Gatopato se quedaba turulato sin saber qué decir. 
Una mañana calurosa tuvo ganas de darse un baño 
y fue hasta la laguna de Gululu. 
Toda la pateria lo recibio indignada. 
-¿Que es esto?-decian los patos-,¿un pato con cola de gato? 
Y como era lunes,el Gatopato contesto miau. 
¡Imaginense! 
¿Se lo imaginaron? 
Los patos se reunieron en patota y le pidieron amablemente que se marchara, 
porque los gatos suelen dañar a los patitos. 
Y el pobre Gatopato se fue muy callado,porque si protestaba le iba a salir otro miau. 
Camino hasta un rincon del bosque donde los gatos estaban en 
asamblea de ronron,al solecito. 
Y como el Gatopato los saludo diciendo miau,lo dejaron estar un rato con ellos, 
pero sin dejar de mirarlo fijamente y con desconfianza. 
El pobre Gatopato se sintio muy incomodo entre gente tan distinguida. 
Muchos dias paso el pobre completamente turulato y llorando 
a cada rato adentro de un zapato.Hasta que una tarde paso por el bosque 
la princesa Monilda,toda vestida de organdi, 
y lo vio,llorando sin consuelo,a la sombra de un mani. 
-¡Que presioso Gatopato!-dijo la princesa. 
-¿De veras te parezco lindo,Princesa?-pregunto el Gatopato ilusionado. 
-¿Precioso,ya te dije!-contesto la princesa. 
-Sin embargo,aqui en el bosque nadie me quiere-se lamento el Gatopato. 
-Si quieres,yo te puedo querer-le dijo la princesa cariñosa. 
-Si,quiero que me quieras-dijo el Gatopato-,siempre que tu quieras 
que yo quiera que me quieras, Princesa. 
-Yo si que quiero que quieras que yo te quiera-respondio la Princesa. 
-¡Que suerte!-dijo Gatopato. 
-Hacia años que queria tener un Gatopato en mi palacio,.dijo la Princesa. 
Y lo alzo delicadamente,le hizo mimos y se lo llevo al palacio, 
donde el Gatopato jugó,trabajó,estudió y finalmente se casó con una sabia Gatapata. 
La princesa cuidó a toda la familia Gatipatil, dándoles todos los días una rica 
papilla de tapioca con crema Chantilly. 
Y todos vivieron felices hasta la edad de 99 años y pico. 

Y de este modo tan grato 
se acaba el cuento del Gatopato.
 

martes, 17 de abril de 2018

La poesía, al alcance de los niños. Gabriel García Márquez. (El País, 27 de enero de 1981)

Un maestro de literatura le advirtió el año pasado a la hija menor de un gran amigo mío que su examen final versaría sobre Cien años de soledad. La chica se asustó, con toda la razón, no sólo porque no había leído el libro, sino porque estaba pendiente de otras materias más graves. Por fortuna, su padre tiene una formación literaria muy seria y un instinto poético como pocos, y la sometió a una preparación tan intensa que, sin duda, llegó al examen mejor armada que su maestro. Sin embargo, éste le hizo una pregunta imprevista: ¿qué significa la letra al revés en el título de Cien años de soledad? Se refería a la edición de Buenos Aires, cuya portada fue hecha por el pintor Vicente Rojo con una letra invertida, porque así se lo indicó su absoluta y soberana inspiración. La chica, por supuesto, no supo qué contestar. Vicente Rojo me dijo cuando se lo conté que tampoco él lo hubiera sabido. Ese mismo año, mi hijo Gonzalo tuvo que contestar un cuestionario de literatura elaborado en Londres para un examen de admisión. Una de las preguntas pretendía establecer cuál era el símbolo del gallo en El coronel no tiene quien le escriba. Gonzalo, que conoce muy bien el estilo de su casa, no pudo resistir la tentación de tomarle el pelo a aquel sabio remoto, y contestó: «Es el gallo de los huevos de oro». Más tarde supimos que quien obtuvo la mejor nota fue el alumno que contestó, como se lo había enseñado el maestro, que el gallo del coronel era el símbolo de la fuerza popular reprimida. Cuando lo supe me alegré una vez más de mi buena estrella política, pues el final que yo había pensado para ese libro, y que cambié a última hora, era que el coronel le torciera el pescuezo al gallo e hiciera con él una sopa de protesta.

Desde hace años colecciono estas perlas con que los malos maestros de literatura pervierten a los niños. Conozco uno de muy buena fe para quien la abuela desalmada, gorda y voraz, que explota a la cándida Eréndira para cobrarse una deuda es el símbolo del capitalismo insaciable. Un maestro católico enseñaba que la subida al cielo de Remedios la Bella era una transposición poética de la ascensión en cuerpo y alma de la virgen María. Otro dictó una clase completa sobre Herbert, un personaje de algún cuento mío que le resuelve problemas a todo el mundo y reparte dinero a manos llenas. «Es una hermosa metáfora de Dios», dijo el maestro. Dos críticos de Barcelona me sorprendieron con el descubrimiento de que El otoño del patriarca tenía la misma estructura del tercer concierto de piano de Bela Bartok. Esto me causó una gran alegría por la admiración que le tengo a Bela Bartok, y en especial a ese concierto, pero todavía no he podido entender las analogías de aquellos dos, críticos. Un profesor de literatura de la Escuela de Letras de La Habana destinaba muchas horas al análisis de Cien años de soledad y llegaba a la conclusión -halagadora y deprimente al mismo tiempo- de que no ofrecía ninguna solución. Lo cual terminó de convencerme de que la manía interpretativa termina por ser a la larga una nueva forma de ficción que a veces encalla en el disparate.

Debo ser un lector muy ingenuo, porque nunca he pensado que los novelistas quieran decir más de lo que dicen. Cuando Franz Kafka dice que Gregorio Samsa despertó una mañana convertido en un gigantesco insecto, no me parece que eso sea el símbolo de nada, y lo único que me ha intrigado siempre es qué clase de animal pudo haber sido. Creo que hubo en realidad un tiempo en que las alfombras volaban y había genios prisioneros dentro de las botellas. Creo que la burra de Ballam habló -como lo dice la Biblia- y lo único lamentable es que no se hubiera grabado su voz, y creo que Josué derribó las murallas de Jericó con el poder de sus trompetas, y lo único lamentable es que nadie hubiera transcrito su música de demolición. Creo, en fin, que el licenciado Vidriera -de Cervantes- era en realidad de vidrio, como él lo creía en su locura, y creo de veras en la jubilosa verdad de que Gargantúa se orinaba a torrentes sobre las catedrales de París. Más aún: creo que otros prodigios similares siguen ocurriendo, y que si no los vemos es en gran parte porque nos lo impide el racionalismo oscurantista que nos inculcaron los malos profesores de literatura.

Tengo un gran respeto, y sobre todo un gran cariño, por el oficio de maestro, y por eso me duele que ellos también sean víctimas de un sistema de enseñanza que los induce a decir tonterías. Uno de mis seres inolvidables es la maestra que me enseñó a leer a los cinco años. Era una muchacha bella y sabia que no pretendía saber más de lo que podía, y era además tan joven que con el tiempo ha terminado por ser menor que yo. Fue ella quien nos leía en clase los primeros poemas que me pudrieron el seso para siempre. Recuerdo con la misma gratitud al profesor de literatura del bachillerato, un hombre modesto y prudente que nos llevaba por el laberinto de los buenos libros sin interpretaciones rebuscadas. Este método nos permitía a sus alumnos una participación más personal y libre en el prodigio de la poesía. En síntesis, un curso de literatura no debería ser mucho más que una buena guía de lecturas. Cualquier otra pretensión no sirve para nada más que para asustar a los niños. Creo yo, aquí en la trastienda.

Los "20 cuentos 20 de La Casa de Tomasa 2018,

"La Casa de Tomasa" selecciona todos los años 20 cuentos/libros que destacan por diversos factores. Aquí tenéis los de 2018. Puede ser una buena orientación para un regalo. No olvidemos que "El día del libro" está a la vuelta de la esquina.
  1. Las tres pequeñas lechuzas / Martin Waddell; Patrick Benson. Kalandraka, 2017 (3 a 6 años) (Álbum; Rescatando un clásico) 
  2. Sopa de pollo con arroz / Maurice Sendak. Kalandraka, 2017 (3 a 6 años) (Álbum ilustrado; Rescatando un clásico) 
  3. Doctor De Soto. Dentista de animales / William Steig. Blackie Books, 2018 (3 a 8 años) (Álbum ilustrado; Rescatando un clásico) 
  4. Amigos / Eric Carle. Kókinos, 2016 (3 a 8 años) (Álbum ilustrado) 
  5. Montañas / Antonio Ladrillo. Fulgencio Pimentel, 2017 (4 a 8 años) (Álbum ilustrado) 
  6. El libro de los Guarripios / Arnold Lobel. Kalandraka, 2017 (Original de 1983) (4 a 8 años) (Poesía; Limericks; Humor) 
  7. El topo que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza / Werner Holzwarth; Wolf Erlbruch (Il.) Alfaguara, 2016 Premio ALMA 2017 para Wolf Erlbruch (4 a 9 años) (Álbum ilustrado; Libro informativo; Humor) 
  8. Agujeros de la nariz / Genichiro Yagyu. Media Vaca, (Reimp. 2016). El mapa de mi cuerpo (4 a 9 años) (Libro informativo) 
  9. De aquí no pasa nadie! / Isabel Minhós Martins; Il. Bernardo P. Carvalho. Takatuka, 2017 (4 a 99 años) (Álbum ilustrado) 
  10. El libro de Gloria Fuertes para niños y niñas / Jorge Cascante; Il. Marta Altés. Blackie Books, 2017 (6 a 12 años) (Poesía) 
  11. La historia del Doctor Dolittle / Hugh Lofting. Espasa, 2014 (6 a 10 años) (Primeras novelas; Realidad y fantasía) 
  12. Niños raros / Raúl Vacas; Il. Tomás Hijo. SM, 2016 (8/12 años) (Poesía; Humor) 
  13. Tristán encoge / Parry Heide; Edward Gorey (IL.) Blackie Books, 2017 (8 a 99 años) (Rescatando un clásico) 
  14. Los niños de la viruela / María Solar. Anaya, 2017 (12 a 99 años) (Primeras novelas; novela histórica) 
  15. El diario de Anne Frank / Ari Folman; David Polonsky. Random House, 2017 (12 a 99 años) (Cómic; Biografía) 
  16.  Celia en la revolución / Elena Fortún (1886-1952). Renacimiento, 2017 (12 a 99 años) (Historia de España) 
  17. Un policía en La Luna (Mooncop) / Tom Gauld. Salamandra Graphic, 2017 (12 a 99 años) (Cómic; Distopía) 
  18. Sweet Sixteen / Annelise Heurtier. Milenio, 2017 (12 a 99 años) (Primeras novelas. Novela realista. Novela histórica) 
  19. Nunca me abandones / Kazuo Ishiguro. Anagrama, 2017 (14 a 99 años) (Primeras novelas; Distopía) 
  20. Prohibido nacer / Trevor Noah. Blackie Books, 2017 (14 a 99 años) (Autobiografía; Novela realista; Apartheid)


lunes, 16 de abril de 2018

Prometeo y El buitre. Dos cuentos de Franz Kafka que, según algunas opiniones, guardan relación. ¿Tal vez estén encadenados?

PROMETEO

Hay cuatro leyendas referidas a Prometeo.

Según la primera, fue encadenado al Cáucaso por haber revelado a los hombres los secretos divinos, y los dioses mandaron águilas para devorar su hígado, que se renovaba eternamente.

Según la segunda, Prometeo, espoleado por el dolor de los picos desgarradores, se fue hundiendo en la roca hasta hacerse uno con ella.

Según la tercera, la traición fue olvidada en el curso de los siglos. Los dioses la olvidaron, las águilas la olvidaron, él mismo la olvidó.

Según la cuarta, se cansaron de esa historia insensata. Se cansaron los dioses, se cansaron las águilas, la herida se cerró de cansancio.

Quedó el inexplicable peñasco.

La leyenda quiere explicar lo que no tiene explicación.

Como nacida de una verdad, tiene que volver a lo inexplicable.

FIN

EL BUITRE

Erase un buitre que me picoteaba los pies. Ya había desgarrado los zapatos y las medias y ahora me picoteaba los pies. Siempre tiraba un picotazo, volaba en círculos inquietos alrededor y luego proseguía la obra.

Pasó un señor, nos miró un rato y me preguntó por qué toleraba yo al buitre.

-Estoy indefenso -le dije- vino y empezó a picotearme, yo lo quise espantar y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales son muy fuertes y quería saltarme a la cara. Preferí sacrificar los pies: ahora están casi hechos pedazos.

-No se deje atormentar -dijo el señor-, un tiro y el buitre se acabó.

-¿Le parece? -pregunté- ¿quiere encargarse del asunto?

-Encantado -dijo el señor- ; no tengo más que ir a casa a buscar el fusil, ¿Puede usted esperar media hora más?

– No sé -le respondí, y por un instante me quedé rígido de dolor; después añadí -: por favor, pruebe de todos modos.

-Bueno- dijo el señor- , voy a apurarme.

El buitre había escuchado tranquilamente nuestro diálogo y había dejado errar la mirada entre el señor y yo. Ahora vi que había comprendido todo: voló un poco, retrocedió para lograr el ímpetu necesario y como un atleta que arroja la jabalina encajó el pico en mi boca, profundamente. Al caer de espaldas sentí como una liberación; que en mi sangre, que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, el buitre irreparablemente se ahogaba.

FIN

LA ARQUITECTURA DE LA FICCIÓN Y EL LECTOR INFANTIL: CONJETURAS SOBRE EL PROCESO DE ARTICULACIÓN EN LA COMPRENSIÓN LITERARIA. Felipe Munita Jordán y Enrique Riquelme Mella.

Resumen

El presente artículo reflexiona en torno al proceso mediante el cual el niño lector establece un diálogo con los mundos Acciónales de la literatura, destacando los mecanismos psicológicos y textuales que operan en la base de la competencia literaria infantil. Los autores articulan los conceptos de "pacto enunciativo" y "mecanismo desacoplador", provenientes de la teoría literaria y de la psicología, respectivamente, para conjeturar una explicación en torno al proceso que permite al niño asumir los enunciados de ficción aun cuando estos sean denotativamente vacíos y no se correspondan con referentes de la realidad. A su vez, se propone que la lectura de literatura en la infancia podría operar como una herramienta de alfabetización emocional, mediante el reconocimiento de emociones y experiencias de la ficción, y su correspondiente proyección en la experiencia vital infantil.

ACCEDE DESDE AQUÍ AL ARTÍCULO

Felipe Munita Jordán, Enrique Riquelme Mella
Escuela de Educación Básica, Facultad de Educación, Universidad Católica de Temuco Dirección postal Casilla 15 D, Av. Alemania 0211, Temuco, Chile. fmunita@uct.cl



domingo, 15 de abril de 2018

El poeta pide a su amor que le escriba. Un poema de Federico García Lorca.


Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

Los tres cabritos Gruff. Cuento de tradición oral.



Erase una vez tres cabritos que tenían que subir a la colina para comer y engordar, y cuyo apellido era Gruff.

En la subida había un puente sobre el río, el cual tenían que cruzar, y bajo el puente vivía un gnomo, grande y feo, con ojos como platos y una nariz tan larga como un pico.

El primero en pasar fue el pequeño Gruff.

“Trip, trap; trip, trap”, hizo el puente.

—¿Quién hace ruido en mi puente? —rugió el gnomo.

—Soy yo, el pequeño cabrito Gruff, voy a la colina para comer y engordarme —dijo con su tierna vocecilla.

—¡Ahora subo y voy a comerte! —contestó el gnomo.

—¡Oh, no; por favor, soy tan pequeñito! —dijo el cabrito-. Espera un poco a que llegue el segundo cabrito, es mucho mayor que yo.

—¡Bueno, vete corriendo! —gruñó el gnomo.

Al poco rato, llegó el segundo cabrito.

“Trip, trap; trip, trap”, hizo el puente.

—¿Quién hace ruido en mi puente? —rugió el gnomo.

—Soy yo, el segundo cabrito, y voy a la colina para comer y engordarme —dijo con una voz no tan débil.

—¡Ahora subo y voy a comerte! —dijo el gnomo.

—¡Oh, no, por favor! Espera un poco a que llegue el tercer cabrito, es mucho mayor.

—¡Bueno, vete corriendo! —dijo el gnomo.

Entonces llegó el cabrito mayor.

“Trip, trap; trip, trap”, hizo el puente. El tercer cabrito era tan grande que el puente crujía bajo sus patas.

—¿Quién hace ruido en mi puente? —rugió el gnomo.

—¡Soy yo, el cabrito mayor! —dijo con voz muy recia.

—¡Ahora subo: voy a comerte! —rugió el gnomo.

—¡Bueno, ven! ¡Con mis dos cuernos tan fuertes, los ojos te sacaré.

Y con mis dientes tan fuertes,

los huesos te aplastaré!

Esto fue lo que dijo el cabrito grande; se lanzó contra el gnomo, lo empujó con sus cuernos y lo arrojó al río. Después, subió a la colina.

En ella, los cabritos engordaron tanto que apenas pudieron regresar a casa. Y si no han adelgazado, es porque aún están gordos. De este modo:

Colorín, colorado, este cuento se ha acabado

sábado, 14 de abril de 2018

A VIVA VOZ. Lectura en voz alta


Este manual nos muestra que todos podemos ser buenos lectores en voz alta y cautivar a los niños y jóvenes mediante la música del lenguaje. En sus páginas encontramos la voz de diversos especialistas que explican por qué leer en voz alta, los pasos necesarios para prepararse como lector y una selección de lecturas, considerando la edad de niños y jóvenes. La lectura en voz alta es una poderosa herramienta para encantar y acercarlos al mundo de los libros.


viernes, 13 de abril de 2018

Lo que sucedió a un rey y a un ministro suyo. Infante don Juan Manuel. El Conde de Lucanor (cuento I).

Una vez estaba hablando apartadamente el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, y le dijo:

–Patronio, un hombre ilustre, poderoso y rico, no hace mucho me dijo de modo confidencial que, como ha tenido algunos problemas en sus tierras, le gustaría abandonarlas para no regresar jamás, y, como me profesa gran cariño y confianza, me querría dejar todas sus posesiones, unas vendidas y otras a mi cuidado. Este deseo me parece honroso y útil para mí, pero antes quisiera saber qué me aconsejáis en este asunto.

–Señor Conde Lucanor –dijo Patronio–, bien sé que mi consejo no os hace mucha falta, pero, como confiáis en mí, debo deciros que ese que se llama vuestro amigo lo ha dicho todo para probaros y me parece que os ha sucedido con él como le ocurrió a un rey con un ministro.

El Conde Lucanor le pidió que le contara lo ocurrido.

–Señor –dijo Patronio–, había un rey que tenía un ministro en quien confiaba mucho. Como a los hombres afortunados la gente siempre los envidia, así ocurrió con él, pues los demás privados, recelosos de su influencia sobre el rey, buscaron la forma de hacerle caer en desgracia con su señor. Lo acusaron repetidas veces ante el rey, aunque no consiguieron que el monarca le retirara su confianza, dudara de su lealtad o prescindiera de sus servicios. Cuando vieron la inutilidad de sus acusaciones, dijeron al rey que aquel ministro maquinaba su muerte para que su hijo menor subiera al trono y, cuando él tuviera la tutela del infante, se haría con todo el poder proclamándose señor de aquellos reinos. Aunque hasta entonces no habían conseguido levantar sospecha en el ánimo del rey, ante estas murmuraciones el monarca empezó a recelar de él; pues en los asuntos más importantes no es juicioso esperar que se cumplan, sino prevenirlos cuando aún tienen remedio. Por ello, desde que el rey concibió dudas de su privado, andaba receloso, aunque no quiso hacer nada contra él hasta estar seguro de la verdad.

»Quienes urdían la caída del privado real aconsejaron al monarca el modo de probar sus intenciones y demostrar así que era cierto cuanto se decía de él. Para ello expusieron al rey un medio muy ingenioso que os contaré en seguida. El rey resolvió hacerlo y lo puso en práctica, siguiendo los consejos de los demás ministros.

»Pasados unos días, mientras conversaba con su privado, le dijo entre otras cosas que estaba cansado de la vida de este mundo, pues le parecía que todo era vanidad. En aquella ocasión no le dijo nada más. A los pocos días de esto, hablando otra vez con aquel ministro, volvió el rey sobre el mismo tema, insistiendo en la vaciedad de la vida que llevaba y de cuanto boato rodeaba su existencia. Esto se lo dijo tantas veces y de tantas maneras que el ministro creyó que el rey estaba desengañado de las vanidades del mundo y que no le satisfacían ni las riquezas ni los placeres en que vivía. El rey, cuando vio que a su privado le había convencido, le dijo un día que estaba decidido a alejarse de las glorias del mundo y quería marcharse a un lugar recóndito donde nadie lo conociera para hacer allí penitencia por sus pecados. Recordó al ministro que de esta forma pensaba lograr el perdón de Dios y ganar la gloria del Paraíso.

»Cuando el privado oyó decir esto a su rey, pretendió disuadirlo con numerosos argumentos para que no lo hiciera. Por ello, le dijo al monarca que, si se retiraba al desierto, ofendería a Dios, pues abandonaría a cuantos vasallos y gentes vivían en su reino, hasta ahora gobernados en paz y en justicia, y que, al ausentarse él, habría desórdenes y guerras civiles, en las que Dios sería ofendido y la tierra destruida. También le dijo que, aunque no dejara de cumplir su deseo por esto, debía seguir en el trono por su mujer y por su hijo, muy pequeño, que correrían mucho peligro tanto en sus bienes como en sus propias vidas.

»A esto respondió el rey que, antes de partir, ya había dispuesto la forma en que el reino quedase bien gobernado y su esposa, la reina, y su hijo, el infante, a salvo de cualquier peligro. Todo se haría de esta manera: puesto que a él lo había criado en palacio y lo había colmado de honores, estando siempre satisfecho de su lealtad y de sus servicios, por lo que confiaba en él más que en ninguno de sus privados y consejeros, le encomendaría la protección de la reina y del infante y le entregaría todos los fuertes y bastiones del reino, para que nadie pudiera levantarse contra el heredero. De esta manera, si volvía al cabo de un tiempo, el rey estaba seguro de encontrar en paz y en orden cuanto le iba a entregar. Sin embargo, si muriera, también sabía que serviría muy bien a la reina, su esposa, y que educaría en la justicia al príncipe, a la vez que mantendría en paz el reino hasta que su hijo tuviera la edad de ser proclamado rey. Por todo esto, dijo al ministro, el reino quedaría en paz y él podría hacer vida retirada.

»Al oír el privado que el rey le quería encomendar su reino y entregarle la tutela del infante, se puso muy contento, aunque no dio muestras de ello, pues pensó que ahora tendría en sus manos todo el poder, por lo que podría obrar como quisiere.

»Este ministro tenía en su casa, como cautivo, a un hombre muy sabio y gran filósofo, a quien consultaba cuantos asuntos había de resolver en la corte y cuyos consejos siempre seguía, pues eran muy profundos.

»Cuando el privado se partió del rey, se dirigió a su casa y le contó al sabio cautivo cuanto el monarca le había dicho, entre manifestaciones de alegría y contento por su buena suerte ya que el rey le iba a entregar todo el reino, todo el poder y la tutela del infante heredero.

»Al escuchar el filósofo que estaba cautivo el relato de su señor, comprendió que este había cometido un grave error, pues sin duda el rey había descubierto que el ministro ambicionaba el poder sobre el reino y sobre el príncipe. Entonces comenzó a reprender severamente a su señor diciéndole que su vida y hacienda corrían grave peligro, pues cuanto el rey le había dicho no era sino para probar las acusaciones que algunos habían levantado contra él y no por que pensara hacer vida retirada y de penitencia. En definitiva, su rey había querido probar su lealtad y, si viera que se alegraba de alzarse con todo el poder, su vida correría gravísimos riesgos.

»Cuando el privado del rey escuchó las razones de su cautivo, sintió gran pesar, porque comprendió que todo había sido preparado como este decía. El sabio, que lo vio tan acongojado, le aconsejó un medio para evitar el peligro que lo amenazaba.

»Siguiendo sus consejos, el privado, aquella misma noche, se hizo rapar la cabeza y cortar la barba, se vistió con una túnica muy tosca y casi hecha jirones, como las que llevan los mendigos que piden en las romerías, cogió un bordón y se calzó unos zapatos rotos aunque bien clavados, y cosió en los pliegues de sus andrajos una gran cantidad de doblas de oro. Antes del amanecer encaminó sus pasos a palacio y pidió al guardia de la puerta que dijese al rey que se levantase, para que ambos pudieran abandonar el reino antes de que la gente despertara, pues él ya lo estaba esperando; le pidió también que todo se lo dijera sin ser oído por nadie. El guardia, cuando así vio al privado del rey, quedó muy asombrado, pero fue a la cámara real y dio el mensaje al rey, que también se asombró mucho e hizo pasar a su privado.

»El rey, al ver con aquellos harapos a su ministro, le preguntó por qué iba vestido así. Contestó el privado que, puesto que el rey le había expresado su intención de irse al desierto y como seguía dispuesto a hacerlo, él, que era su privado, no quería olvidar cuantos favores le debía, sino que, al igual que había compartido los honores y los bienes de su rey, así, ahora que él marchaba a otras tierras para llevar vida de penitencia, querría él seguirlo para compartirla con su señor. Añadió el ministro que, si al rey no le dolían ni su mujer, ni su hijo, ni su reino, ni cuantos bienes dejaba, no había motivo para que él sintiese mayor apego, por lo cual partiría con él y le serviría siempre, sin que nadie lo notara. Finalmente le dijo que llevaba tanto dinero cosido a su ropa que nunca habría de faltarles nada en toda su vida y que, pues habían de partir, sería mejor hacerlo antes de que pudiesen ser reconocidos.

»Cuando el rey oyó decir esto a su privado, pensó que actuaba así por su lealtad y se lo agradeció mucho, contándole cómo lo envidiaban los otros privados, que estuvieron a punto de engañarlo, y cómo él se decidió aprobar su fidelidad. Así fue como el ministro estuvo a punto de ser engañado por su ambición, pero Dios quiso protegerlo por medio del consejo que le dio aquel sabio cautivo en su casa.

»Vos, señor conde, es preciso que evitéis caer en el engaño de quien se dice amigo vuestro, pero ciertamente lo que os propuso sólo es para probaros y no porque piense hacerlo. Por eso os convendrá hablar con él, para que le demostréis que sólo buscáis su honra y provecho, sin sentir ambición ni deseo de sus bienes, pues la amistad no puede durar mucho cuando se ambicionan las riquezas de un amigo.

El conde vio que Patronio le había aconsejado muy bien, obró según sus recomendaciones y le fue muy provechoso hacerlo así.

Y, viendo don Juan que este cuento era bueno, lo mandó escribir en este libro e hizo estos versos que condensan toda su moraleja:

No penséis ni creáis que por un amigo
hacen algo los hombres que les sea un peligro.

También hizo otros que dicen así:

Con la ayuda de Dios y con buen consejo,
sale el hombre de angustias y cumple su deseo.


jueves, 12 de abril de 2018

María Teresa Andruetto: “Construir una sociedad lectora debería ser una política de Estado”. Por Luciano Saliche (Infobae Cultura)


“Si antes el problema era cómo acceder (a la lectura), hoy es cómo seleccionar y cómo tener una relación no tóxica con la hiperinformación”


Ingresar al mundo de la LIJ (literatura infantil y juvenil) es una experiencia que te envuelve. No sólo por el tono amable de sus libros, incluso por momentos pedagógicos, sino más bien por la intención de explorar la imaginería a más no poder, de hacer de la lectura un viaje de iniciación hacia un infinito de posibilidades. Durante años, la LIJ fue tratada como un género menor, con minúscula, como un subtítulo facilón dentro de la literatura. Hoy, que ya goza de buena salud y que sus autores proliferan en un mercado que se eleva y se ensancha, es pertinente preguntarse sobre sus aptitudes, sus especificidades y sus aportes.

María Teresa Andruetto es una de esas escritoras inclasificables que siempre va adelante de la etiqueta. No sólo ha trabajado con la literatura para chicos —por nombrar algunos libros: Stefano, Trenes y Veladuras—, también con la de adultos. Su producción pasa por la narrativa, la dramaturgia, la poesía y el ensayo. Cuenta con el prestigioso Premio Hans Christian Andersen de Literatura Infantil y Juvenil, que lo obtuvo en 2012, y este año está entre los candidatos para quedarse con el otro gran premio de LIJ, el Astrid Lindgren. Ahora, en este breve pero fructífero diálogo, minutos antes de dar su conferencia titulada "Los cambios sociales y culturales desde la ficción", se refiere a la importancia de apostar a la construcción de una sociedad lectora.

¿Por qué es tan importante estimular la lectura en los más chicos?

— La lectura tiene un lugar muy importante en la formación de una persona y dentro de la escuela, como sistema. También en el sentido de que la literatura, aún los textos sencillos y si son efectivamente literarios, es decir, si hay ahí un trabajo de lenguaje que lleve a la ambivalencia, a la plurisignificación… la literatura es un discurso complejo, más complejo que otros discursos. Entonces quien aprende a entrar a ese universo es alguien que está habilitado a leer otros tipos de textos. Y por otro lado, ese encuentro con el libro invita a un repliegue, al encuentro con uno mismo y un desarrollo de la autopercepción y de la percepción del otro que no sólo es muy rico, es un modo de resistencia al aplanamiento, al lenguaje único. Entonces ahí encontramos otra riqueza muy grande.

Claro, la posibilidad de empatizar con un otro…
— Exacto. Cuando uno lee ficción, quien escribe ha decidido delegar su palabra en un narrador, en un punto de vista narrativo que es un otro distinto del escritor, y entonces eso obliga a quien lee a colocarse en un ángulo que el escritor le pide como pacto, a mirar esa escena, ese mundo, ese relato desde un cierto ángulo. Obliga a salirse de uno mismo para mirar desde los ojos de un otro. Y eso da un conocimiento de un otro hipotético, ficcional pero que lo podemos trasladar a la vida cotidiana. Son personajes imaginarios pero reflejos de personas que tal vez pudieron vivir en otros siglos, que tienen otro género, otra elección sexual, clase social, geografía, tiempo histórico. Uno se ve obligado a irse a otro lado. Eso es sumamente interesante en ese descentramiento de uno mismo. De pronto, por ejemplo, supón que en un libro un lector esté obligado a ponerse en la piel de un criminal o de un represor o de un monje tibetano o de un marginal o de una persona de la aristocracia. Hay un conocimiento de lo social, de lo humano. Hay un ejercicio de desplazamiento y de empatía con el otro y de correrse de esa autorreferencia. Y de obligarse a tomar posición, porque uno adhiere o no adhiere, acepta o no acepta, y de eso deviene en una postura crítica. 

[...] — Por último, ¿cómo te llevás con las nuevas tecnologías?

— Es algo que llegó para quedarse, forma parte de nuestras vidas. Sería absurdo si yo dijera que no estoy de acuerdo con que existan los autos. Tienen una utilidad muy importante, de hechos las usamos y las aprovechamos. El tema creo que pasa porque, en realidad, son soportes y es que uno de los grandes problemas de la contemporaneidad es cómo seleccionar, cómo elegir la información para no entrar en esa toxicidad ya que hay tanto, pero ese tanto se convierte en menos. Sobre todo para un niño, un jovencito que no tiene los caminos para buscar ahí. Si uno tiene los recursos, maravilloso, porque yo puedo ir hacia ciertas zonas que me interesan y tomar un posicionamiento. Pero claro, si alguien no tiene una formación… Por eso creo que el trabajo de lectura en la escuela es muy importante. Un lector de libros aprende a seleccionar y aprende a entrar mejor en las nuevas tecnologías. Porque si antes el problema era cómo acceder, hoy es cómo seleccionar entre lo que a mí me interesa y sirve y lo que no, y cómo tener una relación no tóxica con la hiperinformación (el subrayado es mío).