lunes, 31 de julio de 2017

Cuento XIV – El conde Lucanor - Juan Manuel. Milagro que hizo Santo Domingo cuando predicó en el entierro de un comerciante

Otro día, hablando de sus asuntos el Conde Lucanor con Patronio, le dijo:

-Patronio, algunos me aconsejan que reúna la mayor cantidad posible de dinero, y aun me dicen que esto me conviene más que ninguna otra cosa. Por eso os ruego que me deis vuestra opinión sobre este asunto.

-Señor conde -dijo Patronio-, aunque a los grandes señores os sea necesario tener dinero en muchas ocasiones y, sobre todo, para que nunca incumpláis vuestros deberes por su falta, no por eso podéis pensar en reunir sólo dinero, abandonando otras obligaciones que tenéis con vuestros vasallos, así como las propias de vuestro estado y dignidad, pues si actuarais de ese modo podría sucederos lo que a un lombardo que vivió en Bolonia.

El conde le preguntó qué le había sucedido.

-Señor conde -dijo Patronio-, había en Bolonia un lombardo que acumuló grandes riquezas sin mirar nunca su procedencia, pues sólo buscaba acrecentarlas día a día. El lombardo enfermó muy gravemente, y uno de sus amigos, cuando lo vio tan próximo a la muerte, le pidió que se confesara con santo Domingo, que a la sazón estaba en Bolonia. El lombardo accedió a confesarse.

»Pero cuando llamaron al santo, este vio que era voluntad del Señor que aquel mal hombre sufriese las penas que merecían sus culpas y, por eso, no fue, sino que mandó un fraile para confesarlo. Cuando los hijos del comerciante supieron que se había hecho llamar a santo Domingo, se entristecieron, pensando que el buen santo mandaría a su padre devolver todos sus bienes a cambio de la salvación de su alma, por lo que de esta forma quedarían ellos en la miseria. Así, al llegar el fraile, le dijeron que su padre estaba con sudores y que lo llamarían cuando estuviera un poco mejor.

»Al poco, el padre perdió el habla y murió sin poder hacer lo más preciso para la salvación de su alma. Cuando al otro día lo llevaron a enterrar, pidieron a santo Domingo que predicase en la ceremonia. Así lo hizo el santo, pero, cuando hubo de hablar sobre el difunto, citó estas palabras del evangelio que dicen: «Ubi est thesaurus tuus, ibi est cor tuum», que significan en romance: «Donde está tu tesoro, allí está tu corazón». Dicho esto, se dirigió a los presentes con estas palabras:

»-Hermanos, para que veáis que el evangelio dice siempre la verdad, buscad el corazón de este hombre ya fallecido, aunque os afamo que no podréis encontrarlo dentro del cuerpo sino en el arca donde guardaba su tesoro.

»Empezaron a buscarle el corazón en el cuerpo, pero no lo encontraron allí, sino en el arca, como había asegurado el santo. El corazón estaba lleno de gusanos y olía peor que la cosa más podrida y hedionda del mundo.

»Y vos, señor Conde Lucanor, aunque el dinero, como antes os he dicho, es bueno, procurad siempre dos cosas: conseguirlo por medios lícitos y honrados, y no desearlo tanto que os veáis obligado a hacer lo que no os convenga o que vaya en perjuicio de vuestra honra o de vuestros deberes; porque antes debéis intentar reunir un tesoro de buenas obras para lograr clemencia ante Dios y buena fama ante el mundo.

Al conde le agradó mucho este consejo que Patronio le dio y obró según él y le fue muy bien.

Y viendo don Juan que este cuento era muy bueno, lo hizo poner en este libro y compuso estos versos:

Amarás sobre todo el tesoro verdadero,
despreciarás, en fin, el bien perecedero.
FIN

sábado, 29 de julio de 2017

Tertulia de la prisión. "La ridícula idea de no volver a verte". Un libro de Rosa Montero.

"Como no he tenido hijos, lo más importante que me ha sucedido en la vida son mis muertos, y con ello me refiero a la muerte de mis seres queridos. ¿Te parece lúgubre, quizá incluso morboso? Yo no lo veo así, antes al contrario: me resulta algo tan lógico, tan natural, tan cierto. Sólo en los nacimientos y en las muertes se sale uno del tiempo; la Tierra detiene su rotación y las trivialidades en las que malgastamos las horas caen sobre el suelo como polvo de purpurina. Cuando un niño nace o una persona muere, el presente se parte por la mitad y te deja atisbar por un instante la grieta de lo verdadero: monumental, ardiente e impasible. Nunca se siente uno tan auténtico como bordeando esas fronteras biológicas: tienes una clara conciencia de estar viviendo algo muy grande."

Así comienza el libro de Rosa Montero, La ridícula idea de no volver a verte.

Al hilo de la extraordinaria trayectoria de Curie, Rosa Montero construye una narración a medio camino entre el recuerdo personal y la memoria de todos, entre el análisis de nuestra época y la evocación íntima. Son páginas que hablan de la superación del dolor, de las relaciones entre hombres y mujeres, del esplendor del sexo, de la buena muerte y de la bella vida, de la ciencia y de la ignorancia, de la fuerza salvadora de la literatura y de la sabiduría de quienes aprenden a disfrutar de la existencia con plenitud y con ligereza.  


viernes, 28 de julio de 2017

Todavía. Un poema de Mario Benedetti.



No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría

palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo
tus manos y sin embargo
todavía no lo creo

tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo
que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto

nadie nunca te reemplaza
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a casa

sin embargo todavía
dudo de esta buena suerte
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía

pero venís y es seguro
y venís con tu mirada
y por eso tu llegada
hace mágico el futuro

y aunque no siempre he entendido
mis culpas y mis fracasos
en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido

y si beso la osadía
y el misterio de tus labios
no habrá dudas ni resabios
te querré más todavía.

                            todavía.

lunes, 24 de julio de 2017

"El triunfo de Tzvetan Todorov". Un artículo de Alberto Ruy Sánchez, publicado en la revista Nexos.


A la semana de su muerte comenzó a circular el libro póstumo de Tzvetan Todorov, El triunfo del artista. Un ensayo histórico y filosófico relativamente breve en el que confluyen las ideas fundamentales de la mayoría de sus libros. Más que una síntesis es, literalmente, una conclusión.

Ahí están sus dos grandes épocas de investigador: la primera en la que se ocupaba de la arquitectura de las obras artísticas, como le gustaba describir a su etapa de semiólogo, y la segunda, donde se vuelve un pensador con preocupaciones sociales, un historiador de las ideas con un interés especial en el pensamiento político, en la experiencia totalitaria, en la insumisión y en la relación del arte con su momento histórico. Aunque su último libro se ocupa de un periodo histórico muy preciso, tanto las preguntas que propone como las ideas que explora y nos presenta son pertinentes hoy y apuntan hacia un futuro inmediato. Por eso, El triunfo del artista, escrito finalmente durante los años en el que el autor sabía de la gravedad de su enfermedad, adquiere el valor de testamento intelectual y moral.

En él estudia las relaciones complejas y disparejas entre el poder y algunos creadores excepcionales durante los primeros años de la revolución soviética. Se subtitula La Revolución y los artistas. Rusia 1917-1941. El epígrafe es una cita de Pascal, que adelanta la idea principal del libro: “La grandeza de la gente de espíritu es invisible para los reyes, los ricos, los capitanes…”. Todorov relatará y analizará varios combates entre el poder de Lenin y de Stalin y creadores que, de diferentes maneras, quisieron creer en la Revolución. Aunque sus actividades pertenecen a dos ámbitos humanos muy distintos, a la hora en que se enfrentan el poder aniquila meticulosamente a cada uno. A medio libro asegura: “El régimen gana cada batalla puntual pero perderá la guerra. A la larga, los artistas prevalecen sobre los líderes políticos”. Al final del libro aclara la naturaleza de ese triunfo: “Los detentores del poder son capaces de destruir a aquellos a quienes quieren someter. Pero no tienen ningún dominio sobre los valores estéticos, éticos y espirituales que hay en las obras producidas por ciertos artistas. Antes como ahora, sin esas obras la humanidad no podría sobrevivir. Y en eso reside el triunfo de los héroes frágiles de nuestro relato”. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 21 de julio de 2017

La Biblioteca de Mujeres de Madrid de la que nadie habla. Un artículo de Alexandra Lores publicado en El País.


Entre sus 30.000 ejemplares hay libros, revistas, 'tebeos de mujeres', carteles, chapas y documentos del Movimiento Feminista. Hablamos con sus fundadoras sobre un proyecto didáctico y necesario para combatir la lacra del machismo en nuestro país.


Cuando las más nostálgicas buscan en internet fotografías de aquellas mujeres que durante los años 60 lucharon por conquistar los derechos que ahora nos resultan fundamentales, la mayoría no imagina que aquellos no solo fueron años fructíferos para los movimientos sociales capitaneados por las minorías en Estados Unidos. En nuestro país, a pesar de que la dictadura dificultaba la puesta en marcha de cualquier proyecto cultural o político –y, mucho menos, de corte progresista–, surgieron propuestas tan necesarias e invisibilizadas por las instituciones como la Biblioteca de Mujeres de Madrid.

En 1985, casi una década después de que el dictador falleciese, Marisa Mediavilla inició un proyecto que llevaba años gestándose entre las filas del Movimiento Feminista. “En esa época las mujeres empezábamos a cuestionarnos determinados comportamientos sociales. Pero necesitábamos información y esta era difícil de localizar en las instituciones públicas.Como yo era bibliotecaria pensé que sería buena idea poner en marcha una Biblioteca de Mujeres para atesorar lo que otras bibliotecas no guardaban y así crear un archivo con lo que generaba el Movimiento Feminista de Madrid”, recuerda Mediavilla.

[...] Aunque cualquier biblioteca es necesaria, esta trasciende el ámbito documental e informativo porque contribuye a eliminar (y hacer más visibles) los comportamientos machistas de nuestra sociedad. Lo desarrolla Robles. “Aquí se conserva nuestra memoria: la historia de las mujeres, nuestra literatura y la teoría feminista. Durante mucho tiempo, estos asuntos se trataban de manera secundaria y muchas veces eran ignorados y silenciados. Sin esa invisibilidad, ese ocultamiento y ese menosprecio, la existencia de esta biblioteca o el feminismo en sí mismo no tendría sentido”. Su cofundadora sostiene que siempre ha existido una corriente negacionista que clama que el patriarcado no existe y que ya hemos alcanzado la igualdad entre hombres y mujeres. “Algunos también dicen que debería fundarse una biblioteca sobre hombres. Sin embargo, estas siempre se han centrado en ellos: en sus libros, sus creaciones y sus intereses”, reivindica Robles. La visibilización del trabajo de las mujeres y su participación en cualquier sociedad y época es la principal finalidad de esteproyecto.


domingo, 16 de julio de 2017

Emilio Lledó: “Hay que hacer mentes libres”.


La reedición de un libro de entrevistas realizadas al filósofo entre 1965 y 2017 muestra su obsesión por la educación pública


Ser el sabio oficial de un país es agotador. Todos, todo el rato, quieren una frase redonda, una enseñanza iluminadora, una conferencia memorable. Emilio Lledó (Sevilla, 1927) dice que está aburrido de escucharse a sí mismo. Pero no lo está. Sabe que solo a través de la palabra puede incitar a la reflexión. Y en hacer pensar está desde que se convirtió en profesor de Historia de la Filosofía: “Creo mucho en la cultura, en el sentido técnico de la educación, de hacer una persona crítica, y al mismo tiempo la educación es también unos modales. Por eso la Educación para la Ciudadanía es fundamental. No se trata de enseñar asignaturitas, sino de hacer pensar”.

En Dar razón (KRK), el libro que resume 50 años de entrevistas con el filósofo y académico, se aprecia esa pervivencia de sus afanes: “Se ve que tengo las mismas obsesiones”. Si en 1965 lamentaba “la estrechez de muchos de nuestros planteamientos pedagógicos”, en 2017 censura “la proliferación de colegios privados que rompen el principio de igualdad”. La devoción de ayer hacia los libros de texto se ha trasladado hoy a los ordenadores. Ni unos ni otros, por sí solos, enseñan a pensar.

En este ejercicio de revisión que propone la obra —editada originalmente en 1997 por la Junta de Castilla y León—, Lledó recupera el prefacio original, donde abordaba la dificultad de trasladar el carácter de lo oral a lo escrito, "la gran transformación a la que obliga el paso de la siempre cálida, redonda, articulación de cada sonido, hacia ese espacio plano de una escritura que no ha sido escrita, que fue hablada y oída 'al aire de su vuelo' y que tendría que forzar la conversión de un lector en un nuevo e imprevisto oyente". CONTINUAR LEYENDO
Fuente: cultura.elpais.com

viernes, 14 de julio de 2017

En el Prado, ahora el amor se atreve a gritar su nombre. The New York Times.

El término homosexualidad se acuñó por primera vez a finales del siglo XIX, época en la cual el Museo del Prado casi acababa de completar la colección de arte más grande de España.

No obstante, la homosexualidad siempre ha estado presente en el interior del Museo del Prado, en formas que, por primera vez, se ha elegido subrayar con una exposición titulada “La mirada del otro. Escenarios para la diferencia”. La muestra le permite a los visitantes observar cómo la homosexualidad está presente no solo dentro de algunas pinturas y esculturas específicas, sino también en las vidas de los artistas y los mecenas de las obras.

La muestra se inauguró el 14 de junio, poco antes del WorldPride, un festival de diez días que concluyó el domingo 2 de julio.

“El Prado es mucho más que un museo nacional porque recibimos visitantes de países donde no siempre reconocen lo normal, países que verdaderamente pertenecen al tercer mundo en términos de derechos humanos”, explicó Jaime de los Santos, responsable de Cultura y Turismo del gobierno regional de Madrid.
Miguel Falomir, director del Prado, manifestó que el museo quería demostrar que estaba “abierto a todas las sensibilidades” y orientaciones sexuales. Dijo que esta muestra “probablemente debería haberse hecho hace diez años, pero nunca es demasiado tarde”. Comentó que, aunque él se preparó para recibir críticas por parte de los elementos más conservadores de la sociedad española, hasta ahora nadie ha expresado su descontento. “Por fortuna, este país ha cambiado”, añadió. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 12 de julio de 2017

José Luis Sampedro. Reflexión y memoria.






He aquí algunas de las perlas que nos deja José Luis Sampedro:

La vida, de lo que se trata, es de hacerse lo que uno es.

La vida es para hacerse lo que se es. Y por eso yo no sé lo que soy porque no he terminado la vida y, por consiguiente, como sigo siendo, pues no sé lo que soy. Lo digo así, medio en broma, por no ponerme pesado, pero es fundamental e importantísimo.

Creo sinceramente que uno no tiene una guía muy clara para saber lo que es, pero tiene bastantes indicaciones que le dicen a uno lo que no es. Y hay que estar muy atento a esas advertencias para corregir el rumbo. Hay que tener en cuenta esos avisos que parecen negativos pero son positivos.

Ser lo que se es, es otra manera de decir que todos tenemos la obligación y la satisfacción de convertir en realidad la potencialidad de vida que hay en cada uno de nosotros. Somos portadores de vida, y esa vida tenemos que explotarla al máximo.

Desgraciadamente no nos dan una educación adecuada. No nos enseñan a ser quien somos, no nos enseñan a realizarnos plenamente, no nos enseñan a vivir lo más posible de la vida y a disfrutar, y a sufrir también,  esa potencialidad. Nos enseñan a ser buenos productores y buenos consumidores que es lo que le interesa al poder. Por eso tenemos que procurar corregir esa mala educación e intentar ser lo que somos.

martes, 11 de julio de 2017

El corto que nos recuerda porqué “las abuelas nunca mueren”, siempre quedan en nuestro corazón.

Este corto llamado Au fil de l’age, su traducción sería A lo largo de la edad, fue creado en 2015 por un grupo de estudiantes de la Ecole Supérieure des Métiers Artistiques en Motpellier. Nos recuerda lo importante que son las abuelas en nuestras vidas, cómo nos acompañan en nuestros primeros pasos, nos inspiran y educan. 

lunes, 10 de julio de 2017

Un país de hechiceras. Un artículo de Manuel Rivas (El Páis).


En España son las mujeres las que están frenando la derrota de la cultura. Donde no están, todo parece un “maldito sitio triste”.


Es difícil, casi inverosímil, imaginarse la historia de Sherezade al revés: un hombre que, para salvar su vida, cuenta cuentos durante mil y una noches a una mujer todopoderosa. Hasta la ninfa y maga Calipso, en la Odisea, renuncia a sus poderes, que son muchos, para liberar de su abrazo enamorado a Ulises y dejarle regresar a Ítaca.

El sultán Shahriar, con el que tiene que vérselas Sherezade, es un cabrón sanguinario, por decirlo de forma educada, que cuenta en su historial con al menos tres mil feminicidios, los de las muchachas vírgenes a las que ordenó decapitar después de tomar posesión. Es el poder absoluto que se realiza en la pulsión destructiva y cuyo mayor goce será destruir al objeto del deseo. No parece ser un poder que se ablande, ni siquiera en el tálamo, ni que vaya a mejorar de humor por unos monólogos del antiguo club persa de la comedia.

Esa ficción cruel tiene un principio de realidad. El telón de fondo de Las mil y una noches es un escenario que se prolonga hasta nuestros días. Allí donde se viola y mata impunemente. Las metamorfosis de ese poder criminal, desde el sultán al último dictador o al capo que negocia con la trata de mujeres, siempre tienen como componente nuclear el machismo y la violencia. Por eso es tan acertada la palabra violación para definir todos sus actos. Se violan los derechos. Se violan los cuerpos y las almas. Se viola el lenguaje. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 9 de julio de 2017

La comunicación y las palabras. Emilio Lledó.

Cuando me propusieron la intervención en este acto inaugural, estuve dudando no sólo en aceptar tal intervención, sino en qué tema abordar que pudiera servir en una ocasión como ésta. Salí de dudas al encontrar mi nombre, en algunos medios de comunicación, acompañado del adjetivo «filósofo». Tengo tanto respeto por esa palabra que me parecía excesivo y un no sé si anacrónico semejante epíteto. ¡Qué más quisiéramos que ser filósofos, sabios, inteligentes, conocedores de lo que verdaderamente importa en la vida, de la trama que teje nuestros intereses, nuestros deseos y pasiones, nuestras elecciones y rechazos, nuestras verdades y mentiras!

Sólo soy un profesor Filosofía que ha creído siempre que es el espejo del lenguaje el lugar donde anida y vuela el conocimiento. Intentaré, pues, cumplir una vez más con su oficio en una breve reflexión sobre uno de los aspectos de la comunicación y las palabras.

La filosofía, como es sabido, se inició con el asombro —thaumasía—. Una extrañeza ante el mundo que los seres humanos intentaban comprender, asimilar, decir. Un asombro provocado por la experiencia de vivir, de sentir y, al mismo tiempo, por conocer el significado de todo aquello que rodeaba cada existencia. También el significado de las palabras. Por ello fue la filología el descubrimiento de la diferencia entre lo que decimos y lo que queremos decir.

El asombro implicó una distancia, una lejanía de todo lo que nos asombraba. Y esa distancia creada por la necesidad del «todavía no saber», ese maravilloso dominio de abstracciones, dio lugar a la theoría. Teoría significó mirada, visión, que requería ser interpretada, ser dicha. El hallazgo de ese dominio que se extendía desde nuestros sentidos, nuestros ojos, hasta el posible objeto real del que desconocíamos su significado, su contenido, creó el lugar teórico donde se fundó la cultura, la paideía; el campo donde floreció el universo del lenguaje.

Un territorio intermedio que construido por el asombro y la pasión de conocimiento, acabó consolidándose en palabras, origen de comunicación y solidaridad. Ese despertar al saber, al decir; ese nacimiento al espacio ideal del lenguaje, estableció el exclusivo principio de la humanización. Una humanización que fue incorporando el inmenso continente de lo que decíamos sobre el mundo, y en el que ese decir iba entrando en nuestra alma que «es todas las cosas», — según la expresión de «los primeros que filosofaron»— y que puede «decir todas las cosas». Un decir que se asentó en cada individuo y que, muchas veces, aun sin ser consciente de ello, le hizo estar en la realidad, construir la realidad y, de paso, construirse a sí mismo.

Tan profundamente forja nuestra personalidad que aquello que es «cultura», invento de los seres humanos impulsados por la necesidad de convivencia y comunicación, ha llegado a rebajarse, de nuevo, a simple naturaleza, a un organismo que nos alienta y mantiene con la misma precisión, soledad e inconsciencia con que nos sustenta nuestro cuerpo. Una sorprendente paradoja: Lo que es fruto y tejido de la memoria puede ser también el oscuro, infinito desierto del olvido. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 8 de julio de 2017

Amor, esa palabra odiosa. Un artículo de Elvira Lindo (El País)

Un clásico es aquel libro que llega a tu vida para quedarse y esa ha sido mi experiencia con 'Apegos feroces', de Vivian Gornick
 
Siempre me ha sorprendido ese momento vital que a algunos les llega, tan cansinamente descrito, de leer solo a los clásicos, o como se suele decir con coquetería por estas fechas veraniegas, de releerlos. Sucede, dicen, cuando uno comienza a tener conciencia de la fugacidad del tiempo y no está dispuesto a perderlo con bobadas. Visto así, tiene su lógica, pero también la tiene el pensar que hay clásicos de los que no tuvimos noticia, que es tanto lo que ignoramos como lo que conocemos, y que un clásico, en el canon estrictamente personal, es aquel libro que llega a tu vida para quedarse y marcar lo que a partir de ahora leas o escribas. Ésa ha sido mi experiencia con Apegos feroces, de Vivian Gornick, periodista y escritora que nació en el Bronx en 1935, y que cuenta, desde una primera persona que es la suya, la difícil, dramática, estrecha y agobiante relación que mantiene con su madre a lo largo de la vida. Estas memorias se publicaron en 1987 pero es ahora cuando nos llegan a nosotros, y tal vez tiene su sentido que se hayan publicado con retraso, porque retrasados andábamos en ciertos asuntos. No es el libro de Gornick un ensayo académico o un análisis del lazo materno-filial, al contrario, es pura, hermosa y elevada literatura, pero aborda asuntos que ahora nos interesan más o que han entrado en el debate social: la maternidad, el siempre denso, fructífero y correoso lazo de una madre con su hija; el amasamiento de la propia vida para crear literatura, y la certificación, como sonido de fondo, del devenir histórico y de cómo afectaba a la vida íntima de las mujeres. CONTINUAR LEYENDO
 

viernes, 7 de julio de 2017

"El cazador Gracchus". Un cuento de Franz Kafka

Sentados en el muelle, dos muchachos jugaban a los dados. Un hombre leía un diario en las escalinatas de un monumento, a la sombra del héroe que blandía la espada. Una muchacha junto a la fuente llenaba su cántaro. Un vendedor de fruta, apoyado en su mercancía, miraba hacia el mar. A través de la puerta y ventanas de una taberna se veía en el fondo a dos hombres bebiendo vino. Al frente, sentado a una mesa, el tabernero dormitaba. Una barca que se deslizaba silenciosa, como llevada por el agua, entró al pequeño puerto. Un hombre de azul, saltó a tierra y pasó las amarras a través de las argollas. Otros dos hombres, de ropa oscura con botones plateados, seguían al contramaestre sosteniendo una camilla sobre la que, cubierto con un lienzo de seda floreada, yacía ostensiblemente un hombre.

En el muelle nadie parecía ocuparse de los que recién llegaban; nadie se les acercó cuando descendieron la camilla a tierra, esperando al contramaestre, que todavía se empeñaba con las amarras; nadie les dirigió una pregunta, nadie se detuvo a observarlos siquiera.

A causa de una mujer que, con un niño de pecho, apareció en cubierta, con el cabello suelto, el conductor se demoró todavía un poco; luego, señaló a la izquierda, hacia una casa amarillenta de dos pisos, que se levantaba junto al agua. Los portadores levantaron la carga y la condujeron por el portal, entre esbeltas columnas. Un muchachito abrió una ventana, alcanzó a observar cómo el grupo desaparecía dentro de la casa y volvió a cerrarla de inmediato. También se cerró el portal de roble oscuro cuidadosamente trabajado. Una bandada de palomas que había revoloteado alrededor del campanario descendió frente a la casa, delante del portal, como si allí se guardara su alimento. Una de ellas se elevó hasta el primer piso y picoteó el cristal de la ventana. Eran palomas vivaces, de plumaje claro; parecían bien cuidadas. La mujer de la barca, con un marcado ademán, les arrojaba granos. Ellas descendían y después de recogerlos, volaban hacia ella.CONTINUAR LEYENDO

Nota: Kafka no llegó a acabar “El cazador Gracchus”, ni siquiera le dio un título. Fue Max Brod el que conformó el núcleo esencial de esta historia escrita entre enero y abril de 1917. Los esbozos, en el orden en el que aparecen en los cuadernos de Kafka, se encuentran recogidos en el tercer volumen de sus obras completas y en una entrada de los Diarios, el 6 de abril de 1917. Como la mayor parte de la obra de Kafka, “El cazador Gracchus” posee un carácter fragmentario e inacabado. Buscamos las piezas hasta componer un relato y lo hacemos con un ligero temblor reverencial, como quien camina por el borde de un abismo. Al cazador Gracchus hay que cazarlo entre otros escritos. Así, el esbozo que aparece en el llamado “cuaderno D”, está precedido por dos textos sobre corridas de toros en España: “Adelante héroes de la plaza, / que empiece la corrida”. 
(http://denadapuedovereltodo.blogspot.com.es/2012/01/demasiado-tarde.html)

jueves, 6 de julio de 2017

FOLEC: Portal para el fomento de la lectura.

Portal educativo dirigido al aprendizaje global de los estudiantes/usuarios adolescentes (12-18 años), y está centrado en el entrenamiento y adquisición de habilidades relacionadas con el uso de la información.


QUEVEDO - DEFENSA DE EPICURO

Resta la defensa de Epicuro: no la hago yo; refiero lo que hicieron hombres grandes, ni en este caso es mi caridad la primera con este nombre. Arnaudo, en su libro que llama Juegos, la imprimió, mas dejando lugar a que yo no perdiese el tiempo en ésta.

No es culpa de los modernos tener a Epicuro por glotón, y hacerle proverbio de la embriaguez y deshonesta lascivia; lo mismo precedió en la común opinión a Séneca: execrable maldad fue en los primeros, que le hicieron proverbio vil para los que les siguieron necesariamente después; la infamia ajena más fácilmente se cree que se dice, y peor, pues siempre se añade. Diógenes Laercio dice que Diotimo, Estoico, de envidia fingió muchos escritos torpes y blasfemos, y le achacó otros a Epicuro, y los publicó para difamarle y desacreditar la escuela. Pocos hay en murmurar de otro, que no les parezca poco lo que oyen y verdad lo que creen. Esto sucedió a Epicuro con los demás filósofos, con la intervención de la ruindades de la envidia. Epicuro puso la felicidad en el deleite, y el deleite en la virtud, doctrina tan estoica, que el carecer de este nombre no la desconoce; desembarazó la atención de sus discípulos, como de trastos, de la dialéctica sofística, de la cual habló sola, porque la lógica en lo escolástico es grande y valiente, parte de la teología; y el condenar la dialéctica (entiéndese sofística) en que fundaban su mayor pompa los otros filósofos, fue ocasión de aborrecer y difamar a Epicuro. Con felicísimo estilo le defiende el primer fragmento de Petronio Arbitro; mucho pierde quien me obliga a traducir sus palabras: estas cosas fueran tolerables, si hicieran lugar a quien se encamina a la elocuencia: ahora con la hinchazón de las cosas y el vanísimo rumor de las sentencias, sólo aprovechan para que cuando vengan a la corte sospechen que han sido llevados a otro orbe de la tierra; por esto me persuado que los muchachos se hacen ignorantísimos en las escuelas, pues ninguna cosa de las que no son en uso, oyen ni ven. CONTINUAR LEYENDO

Ocho cuentos indígenas para aprender a amar a nuestras lenguas madres

Aunque se diga poco hay muchos tipos de maternidad. Está la que es responsable de nuestra vida. Está la que controla esa fuerza maravillosa que ordena el caos, y hace que los ecosistemas funcionen. También está nuestra lengua, ese poder materno que hizo nacer las palabras en nosotros y nos permitió nombrar el mundo que nos rodea.

La lengua materna define lo que somos como individuos y como nación, por eso es muy afortunado presumir que México es uno de los diez lugares con más diversidad lingüística en el mundo. En este país se hablan más de 68 lenguas autóctonas con 364 variantes y según un estudio realizado por el INEGI, 6 millones de mexicanos se comunican en dialectos distintos al español.

Para evitar que nuestras lenguas madres se desvanezcan y difundir su importancia entre los capitalinos se ha creado 68 voces indígenas, 68 corazones, una original iniciativa que se ha dado a la tarea de animar un nutrido grupo de relatos prehispánicos narrados en sus lenguas originarias, bajo la premisa “nadie puede amar lo que no conoce”

Para su deleite y para festejar a la maternidad, hemos seleccionado ocho fabulosos cuentos indígenas escritos en nuestras lenguas madres, esperamos y disfruten este magnífico viaje por las raíces de México.


Los cuentos están relatados en su lengua original y subtitulados en castellano.
He aquí uno de ellos:
Cómo llegó el conejo a la luna / T’ilab: Jant’inij ti ulit’s an ko’y al a it’s
Relato Huasteco, Recopilación de Francisco Martínez de Jesús.
Lengua: Huasteco del occidente, San Luis Potosí.


martes, 4 de julio de 2017

Es tan poco. Un poema de Mario Benedetti.


Lo que conoces
es tan poco
lo que conoces de mí
lo que conoces
son mis nubes
son mis silencios
son mis gestos
lo que conoces
es la tristeza
de mi casa vista de afuera
son los postigos de mi tristeza
el llamador de mi tristeza

Pero no sabes nada
a lo sumo
piensas a veces
que es tan poco
lo que conozco de ti
lo que conozco
o sea tus nubes
o tus silencios
o tus gestos
lo que conozco es la tristeza
de tu casa vista de afuera
son los postigos de tu tristeza
el llamador de tu tristeza.
Pero no llamas.
Pero no llamo.


Las hadas. Un cuento de Charles Perrault.

Érase una viuda que tenía dos hijas; la mayor se le parecía tanto en el carácter y en el físico, que quien veía a la hija, le parecía ver a la madre. Ambas eran tan desagradables y orgullosas que no se podía vivir con ellas. La menor, verdadero retrato de su padre por su dulzura y suavidad, era además de una extrema belleza. Como por naturaleza amamos a quien se nos parece, esta madre tenía locura por su hija mayor y a la vez sentía una aversión atroz por la menor. La hacía comer en la cocina y trabajar sin cesar. 

Entre otras cosas, esta pobre niña tenía que ir dos veces al día a buscar agua a una media legua de la casa, y volver con una enorme jarra llena.

Un día que estaba en la fuente, se le acercó una pobre mujer rogándole que le diese de beber. 

-Como no, mi buena señora -dijo la hermosa niña. Y enjuagando de inmediato su jarra, sacó agua del mejor lugar de la fuente y se la ofreció, sosteniendo siempre la jarra para que bebiera más cómodamente. La buena mujer, después de beber, le dijo: 

-Eres tan bella, tan buena y tan amable, que no puedo dejar de hacerte un don -pues era un hada que había tomado la forma de una pobre aldeana para ver hasta dónde llegaría la gentileza de la joven-. Te concedo el don -prosiguió el hada- de que por cada palabra que pronuncies saldrá de tu boca una flor o una piedra preciosa. 

Cuando la hermosa joven llegó a casa, su madre la reprendió por regresar tan tarde de la fuente. 

-Perdón, madre mía -dijo la pobre muchacha- por haberme demorado-; y al decir estas palabras, le salieron de la boca dos rosas, dos perlas y dos grandes diamantes. 

-¡Qué estoy viendo! -dijo su madre, llena de asombro-; ¡parece que de la boca te salen perlas y diamantes! ¿Cómo es eso, hija mía? 

Era la primera vez que le decía hija. 

La pobre niña le contó ingenuamente todo lo que le había pasado, no sin botar una infinidad de diamantes. 

-Verdaderamente -dijo la madre- tengo que mandar a mi hija; mira, Fanchon, mira lo que sale de la boca de tu hermana cuando habla; ¿no te gustaría tener un don semejante? Bastará con que vayas a buscar agua a la fuente, y cuando una pobre mujer te pida de beber, ofrecerle muy gentilmente. 

-¡No faltaba más! -respondió groseramente la joven- ¡ir a la fuente! 

-Deseo que vayas -repuso la madre- ¡y de inmediato! 

Ella fue, pero siempre refunfuñando. Tomó el más hermoso jarro de plata de la casa. No hizo más que llegar a la fuente y vio salir del bosque a una dama magníficamente ataviada que vino a pedirle de beber: era la misma hada que se había aparecido a su hermana, pero que se presentaba bajo el aspecto y con las ropas de una princesa, para ver hasta dónde llegaba la maldad de esta niña. 

-¿Habré venido acaso -le dijo esta grosera mal criada- para darte de beber? ¡Justamente he traído un jarro de plata nada más que para dar de beber a su señoría! De acuerdo, bebe directamente, si quieres. 

-No eres nada amable -repuso el hada, sin irritarse-; ¡está bien! ya que eres tan poco atenta, te otorgo el don de que a cada palabra que pronuncies, te salga de la boca una serpiente o un sapo. 

La madre no hizo más que divisarla y le gritó: 

-¡Y bien, hija mía? 

-¡Y bien, madre mía! -respondió la malvada, echando dos víboras y dos sapos. 

-¡Cielos! -exclamó la madre- ¿qué estoy viendo? ¡Tu hermana tiene la culpa, me las pagará! -y corrió a pegarle. 

La pobre niña arrancó y fue a refugiarse en el bosque cercano. El hijo del rey, que regresaba de la caza, la encontró y viéndola tan hermosa le preguntó qué hacía allí sola y por qué lloraba. 

-¡Ay!, señor, es mi madre que me ha echado de la casa. 

El hijo del rey, que vio salir de su boca cinco o seis perlas y otros tantos diamantes, le rogó que le dijera de dónde le venía aquello. Ella le contó toda su aventura. 

El hijo del rey se enamoró de ella, y considerando que semejante don valía más que todo lo que se pudiera ofrecer al otro en matrimonio, la llevó con él al palacio de su padre, donde se casaron. 

En cuanto a la hermana, se fue haciendo tan odiable, que su propia madre la echó de la casa; y la infeliz, después de haber ido de una parte a otra sin que nadie quisiera recibirla, se fue a morir al fondo del bosque.

FIN

lunes, 3 de julio de 2017

Elegía anticipada. Un poema de Luis Cernuda.

Por la costa del sur, sobre una roca
alta junto a la mar, el cementerio
aquel descansa en codiciable olvido,
y el agua arrulla el sueño del pasado.

Desde el dintel, cerrado entre los muros,
huerto parecería, si no fuese
por las losas, posadas en la hierba
como un poco de nieve que no oprime.

Hay troncos a que asisten fuerza y gracia,
y entre el aire y las hojas buscan nido
pájaros a la sombra de la muerte;
hay paz contemplativa, calma entera.

Si el deseo de alguien que en el tiempo
dócil no halló la vida a sus deseos,
puede cumplirse luego, tras la muerte,
quieres estar allá solo y tranquilo.

Ardido el cuerpo, luego lo que es aire
al aire vaya, y a la tierra el polvo,
por obra del afecto de un amigo,
si un amigo tuviste entre los hombres.

Y no es el silencio solamente,
la quietud del lugar, quien así lleva
tu memoria hacia allá, mas la conciencia
de que tu vida allí tuvo su cima.

Fue en la estación cuando la mar y el cielo
dan una misma luz, la flor es fruto,
y el destino tan pleno que parece
cosa dulce adentrarse por la muerte.

Entonces el amor único quiso
en cuerpo amanecido sonreírte,
esbelto y rubio como espiga al viento.
Tú mirabas tu dicha sin creerla.

Cuando su cetro el día pasa luego
a su amada la noche, aún más hermosa
parece aquella tierra; un dios acaso
vela en eternidad sobre su sueño.

Entre las hojas fuisteis, descuidados
de una presencia intrusa, y ciegamente
un labio hallaba en otro ese embeleso
hijo de la sonrisa y del suspiro.

Al alba el mar pulía vuestros cuerpos,
puros aún, como de piedra oscura;
la música a la noche acariciaba
vuestras almas debajo de aquel chopo.

No fue breve esa dicha. ¿Quién pretende
que la dicha se mida por el tiempo?
Libres vosotros del espacio humano,
del tiempo quebrantasteis las prisiones.

El recuerdo por eso vuelve hoy
al cementerio aquel, al mar, la roca
en la costa del sur : el hombre quiere
caer donde el amor fue suyo un día.

Luis Cernuda

De: “La realidad y el deseo” – 1924- 1962, Recogido en su “poesía completa” Volumen I, Ed.Siruela 1993.

domingo, 2 de julio de 2017

Los escritores y el Leviatán. Un artículo de George Orwell.

La posición del escritor en una época de control estatal ha sido ya bastante discutida, a pesar de que todavía no se pueda tener acceso a la mayoría de las evidencias pertinentes. [...] Pero no me voy a ocupar ahora de ningún movimiento organizado y consciente, como el comunismo, sino solamente del efecto que el pensamiento político tiene sobre la gente de buena voluntad y de la necesidad de asumir una postura política.

[...] En todo caso, una enorme cantidad de libros polémicos -a favor o en contra de la Rusia Soviética, a favor o en contra del sionismo, a favor o en contra de la Iglesia católica, etcétera- son juzgados antes de haberlos leído y, de hecho, incluso antes de haber sido escritos. Uno sabe de antemano qué recepción tendrán, y en qué periódicos. Y sin embargo, con una deshonestidad casi inconsciente, se mantiene la pretensión de que se aplicaron normas realmente literarias.

[...] Es evidente que la invasión de la política en la literatura de todos modos tenía que darse. [...] Un literato moderno vive y escribe en medio de un miedo constante -y ciertamente no a la opinión pública en su sentido más amplio, sino a la opinión pública al interior de su propio grupo. Generalmente, por suerte, hay más de un grupo, pero también, en un momento dado, existe una ortodoxia dominante, la cual, si tienes el coraje de ofender, te puede dejar con la mitad de tu salario por un buen rato.

[...] Toda la ideología de izquierda, científica y utópica, fue desarrollada por gente que no aspiraba al poder inmediato. Por eso fue radical y profundamente desdeñosa de reyes, gobiernos, leyes, prisiones, fuerzas policíacas, ejércitos, banderas, fronteras, patriotismos, religión, moral convencional y, de hecho, de todo el sistema existente. 

[...] Sin embargo, los partidos de izquierda, aun cuando se ostentaban como antiimperialistas, nunca aclararon esta realidad. En su momento, estuvieron dispuestos a admitir que los trabajadores británicos se beneficiaron, hasta cierto punto, con el saqueo de Asia y África, pero siempre permitieron que pareciera que podíamos renunciar a nuestro botín y, no obstante, de alguna manera ingeniárnoslas para permanecer prósperos. Realmente, en gran medida, el socialismo atrajo a los trabajadores haciéndolos conscientes de su explotación, cuando la verdad brutal era que, a nivel mundial, ellos eran los explotadores.

[...] Al aceptar la ortodoxia siempre se heredan contradicciones.

[...] Por supuesto, no estoy sugiriendo que la deshonestidad intelectual sea privativa de los socialistas o de los izquierdistas en general, o que sea más común entre ellos. Es simplemente que la aceptación de cualquier disciplina política parece ser incompatible con la integridad literaria. Esto es igualmente aplicable a movimientos como el pacifismo y el personalismo que pretenden estar fuera de la lucha política ordinaria. Verdaderamente, la sola terminación -ismo parece traer consigo el olor a propaganda. Las lealtades grupales son necesarias y, sin embargo, venenosas para la literatura, en tanto producto individual. En el instante en el que se admite cualquier influencia en la escritura creativa, aunque sea negativa, el resultado no sólo será la falsificación, sino a menudo, también, la aridez en la creatividad. icaron normas realmente literarias.

[...] Muy bien, ¿y después, qué? ¿Tendríamos que concluir que el deber de todos los escritores es "mantenerse al margen de la política"? ¡Por supuesto que no! En todo caso, como ya dije, ningún ser pensante, en una época como ésta debe, ni puede, mantenerse ajeno a la política. Únicamente sugiero que deberíamos trazar una línea más definida entre nuestras lealtades políticas y literarias, y reconocer que la disposición a hacer ciertas cosas desagradables pero necesarias no implica la obligación de tragarse la opinión que conllevan. Cuando un escritor se compromete políticamente, debería hacerlo como un ciudadano, como un ser humano, pero no como escritor. No creo que tenga derecho, con base únicamente en su sensibilidad, a evadir el trabajo sucio de la política. Debería estar preparado, como cualquier otro, para dar conferencias en lugares desvencijados, hacer pintas, solicitar votos, repartir folletos e incluso pelear en una guerra civil si fuera necesario. Pero jamás debería escribir de lo que hace en favor del partido. Debería dejar asentado que su literatura es cosa aparte. Debería ser capaz de cooperar, pero al mismo tiempo, si así lo decidiera, de rechazar totalmente la ideología oficial. Jamás debería frenar el curso de su pensamiento por el hecho de que pudiera conducir a una herejía, y no debería preocuparse mucho de si su heterodoxia se intuye, que es lo más probable. Tal vez hasta sería una mala señal que en estos tiempos no se sospechara de las tendencias reaccionarias de un escritor, así como hace veinte años era mala señal si no se sospechaba de su simpatía por el comunismo.

[...] Sugerir que un escritor creativo, en épocas de conflicto, debe dividir su vida en dos puede parecer derrotista o frívolo: pero no veo qué otra cosa pueda hacerse en la práctica. Encerrarse en una torre de marfil es imposible e indeseable. Rendirse subjetivamente, no sólo a la maquinaria de un partido, sino aun a la ideología de un grupo, es destruirse como escritor. [...] En política, lo más que uno puede lograr es decidir cuál de los dos males es el menor, y existen ciertas situaciones de las que uno sólo puede escapar actuando como un demonio o como un lunático. [...] Para la mayoría de la gente el problema no surge de la misma manera, porque sus vidas ya están divididas. Sólo están realmente vivos en sus horas libres, y no existe ningún lazo emocional entre su trabajo y su actividad política. [...] Pero su obra, si ha de tener algún valor, siempre será el producto de la parte más sana de su ser, ésa que se mantiene al margen, la que toma nota de lo que se hace y reconoce su necesidad, pero se niega a ser engañada en cuanto a su verdadera naturaleza.