sábado, 30 de septiembre de 2023

¿Existe una literatura infantil? Un artículo de Michel Tournier

Quisiera que se me permitiese relatar una experiencia personal en lo que respecta a los libros para niños, porque la considero instructiva.

En 1967 publiqué mi primer libro, una novela titulada Viernes o los limbos del Pacífico. Tratábase de una nueva versión del célebre Robinson Crusoe de Daniel Defoe (1719) que en más de dos siglos transcurridos desde su aparición ha sido "reescrito" innumerables veces. La regla del juego consistía para mí en ser lo más fiel posible a mi modelo al tiempo que introducía en él —discreta, secretamente y como de contrabando— todo un bagaje de ideas filosóficas y psicoanalísticas modernas. Debo aclarar que acababa de presentarme al concurso de "agregación" en filosofía y que estaba imbuido de las doctrinas de Jean-Paul Sartre y de Claude Lévi-Strauss.

La relectura de mi novela me hizo advertir inmediatamente sus insuficiencias y percatarme de cuán lejos me hallaba del ideal que me había propuesto. La filosofía estaba allí, en cada página, indiscreta, exorbitante, volviendo lento y pesado el curso del relato. Pronto se me ocurrió la idea de rehacer el libro, aligerándolo y debastándolo, agregándole episodios puramente narrativos, integrando más íntima y profundamente la carga filosófica, que no cambiaría pero que tampoco quedaría a la vista. Valiéndome pues de Viernes o los limbos del Pacífico como de una especie de borrador, escribí un nuevo libro, Viernes o la vida salvaje, en el que no hay una sola línea copiada del anterior.

Fue entonces cuando comenzaron las sorpresas. La primera fue la de enterarme de que había escrito un libro para niños. La brevedad del relato, su limpidez, el ritmo ágil de los acontecimientos, todo contribuía a hacer que esa breve novela se convirtiera en el futuro en un "clásico", en el sentido propio del término, es decir un libro leído en clase. Mientras tanto —y ésta fue la segunda sorpresa— no encontraba editor. Descubrí al mismo tiempo cómo funcionaban las editoriales de libros "para niños" o los departamentos de "literatura infantil" de las grandes editoriales. Viernes o los limbos del Pacífico había sido publicado por unas doce editoriales extranjeras. Las que tienen una sección de obras "para la juventud" rechazaron Viernes o la vida salvaje por unanimidad. Las editoriales especializadas se mostraron asimismo poco acogedoras. ¿Por qué? Porque las ediciones para niños obedecen a leyes que excluyen por completo la verdadera creación literaria.

Sucede que se han formado un concepto a priori del niño, concepto que arranca directamente del siglo XIX y de una mitología en la que se mezclan Victor Hugo y la reina Victoria. En los Estados Unidos, el ámbito del libro para niños ha estado mucho tiempo dominado tiránicamente por la empresa Walt Disney. Esas editoriales especializadas viven bajo el terror de la vigilancia que ejercen las asociaciones de padres de familia y de libreros, cierto tipo de periódicos y revistas y una vasta red de opinión en la que desempeña un papel importante el comentario de boca en boca. La publicación de un libro para niños que no se adapte a las exigencias de esa censura entraña no solamente un boicot por parte de la prensa y de los libreros sino además un desprestigio que se extiende a toda la producción de la editorial responsable, considerada desde ese momento como sospechosa. Cabe suponer que cualquier audacia y todo tipo de creación original quedan así rigurosamente eliminados por las comisiones de lectura. En la mayoría de los casos se fabrican "moldes" —llamados "colecciones", con un director de colección— en los que unos seudoescritores vierten incansablemente un producto pedido y programado de antemano. El público de cada colección es objeto de un retrato-tipo que comprende la edad, el sexo y la condición social. En muchos casos, todo ello se halla rematado por una ideología política o religiosa. Si el malaventurado autor de una obra nueva —que, por definición, no se parece a otra— va a llamar a la puerta de una de esas fortalezas, es posible que por cortesía retengan su manuscrito durante algunos días, pero nadie se tomará la molestia de leerlo. CONTINUAR LEYENDO


viernes, 29 de septiembre de 2023

"UN CUENTO". Un poema de Joan Margarit

Joan Margarit junto a su hija Joana

No digas nada, Joana,
tan sólo escúchalo y no digas nada.
Íbamos caminando en la lluviosa
mañana por el pueblo adormecido,
entrábamos despacio
por una larga calle de adoquines
que no llevaba hacia ninguna parte.
Los niños nos llamaban con canciones
para acercarnos al canal, que viésemos
su casa reflejándose en el agua.
Te gustaba, ¿recuerdas?,
ver a los niños. Al marcharnos
quedaban sus caritas pegadas al cristal,
sus voces apagándose en el agua.
Llegamos tarde. Demasiado. Tanto
que siempre volveremos separados:
ese es el precio por haber podido
entrar dentro de un cuento.
Y qué suerte encontrarte ahora aquí,
de madrugada, convertida en patio:
esto quiere decir que todo el tiempo
estabas junto a mí en la oscuridad.

Dedicado a su Joana, su hija fallecida

jueves, 28 de septiembre de 2023

"NIÑO MUERTO". Un poema de Luis Cernuda

El 22 de mayo de 1937, a bordo del transatlántico Habana, llegaron al puerto de Southampton (Inglaterra) 3800 niños vascos, evacuados de la ciudad sitiada de Bilbao. Soportaban la triste fortuna de huir de la guerra, porque los necesitados y los miserables sólo pueden esperar la suerte de alejarse de sus familias y de sus tierras para encontrar en lugares ajenos una ventana desde la que mirar al horizonte.

Los niños más dañados por la tragedia española, los que habían perdido a sus padres en los bombardeos en las trincheras, fueron acogidos de manera especial en la residencia de Lord Farringdon. Luis Cernuda trabajó allí, dedicando los primeros momentos de su exilio a la tarea imposible de salvar infancias destruidas.

Cernuda hizo amistad con un muchacho llamado José Sobrino, que después de una muerte pudorosa y dignísima se convirtió en protagonista de uno de los poemas más conmovedores de «Las Nubes».

Era un adolescente de 14 ó 15 años, muy listo, capaz de aprender inglés en unos meses y de destacar en los estudios. Cuando Lord Farrington, asombrado por su inteligencia, pensó en mandarlo a un colegio prestigioso de los que santifican la superioridad cultural de las élites, José Sobrino sólo tuvo una respuesta: “mi padre trabajó en los altos hornos y en los altos hornos trabajaré yo”.

La lealtad a sus recuerdos impedía cualquier alejamiento íntimo de su familia y de su clase. Hay cosas que no pueden destruir las bombas, dignidades que están a salvo incluso de la muerte. Cuando enfermó de leucemia y supo que iba a morir, aceptó la desgracia con un temple que pocas veces suelen alcanzar los patriotas con el pecho alicatado de medallas.

Un cura católico, preocupado por la salvación de su alma, intentó varias veces confesarlo y darle la comunión. Ante las negativas del muchacho, el cura le suplicó que por lo menos mirase el crucifijo que le ofrecía. José Sobrino accedió, lo observó unos segundos y contestó: “rediós, qué feo es”.

José Sobrino despidió al sacerdote y rogó que llamaran a Luis Cernuda. Hablaron de la soledad, de los recuerdos, de la generosidad y mezquindad humana, de las ciudades destruidas por la guerra, de su padre, de lo que significa vivir, de lo que supone la muerte.

Una serenidad triste y firme se apoderó de la habitación. Dos soledades se hicieron compañía, sin rebajas, sin mentiras, sin falsas ilusiones, con el nudo en la garganta que queda en uno mismo cuando decide ser más fuerte que el propio desconsuelo.

El muchacho le pidió a Cernuda que le recitara algún poema, tal vez uno de esos poemas que nacen del orgullo herido y del empeño de responder con dignidad a las crueldades irreparables.

Al terminar Cernuda de leer, José Sobrino agradeció el poema y le dijo: “Ahora, por favor, no se marche, pero me voy a volver hacia la pared para que no me vea morir”.

No se trató de un último juego, ni de una broma desesperada. Tardó poco en quedarse muerto de cara a la pared.

El poeta comprendió su pudor, la intimidad de una situación que pertenece a la propia raíz de nuestra vida, la negación a convertirnos en un espectáculo cuando dejamos de ser nosotros mismos. El respeto y el silencio son un equipaje imprescindible a la hora de ofrecer los cuidados de la verdadera compañía.

(Narración de los hechos realizada por Luis García Montero)

Luis Cernuda escribió esta elegía que le dedicó con el título de ‘Niño Muerto’:

NIÑO MUERTO

Si llegara hasta ti bajo la hierba
joven como tu cuerpo, ya cubriendo
un destierro más vasto con la muerte,
de los amigos la voz fugaz y clara,
con oscura nostalgia quizá pienses
que tu vida es materia del olvido.

Recordarás acaso nuestros días,
este dejarse ir en la corriente
insensible de trabajos y penas,
este apagarse lento, melancólico,
como las llamas de tu hogar antiguo,
como la lluvia sobre aquel tejado.

Tal vez busques el campo de tu aldea,
el galopar alegre de los potros,
la amarillenta luz sobre las tapias,
la vieja torre gris, un lado en sombra,
tal una mano fiel que te guiara
por las sendas perdidas de la noche.

Recordarás cruzando el mar un día
tu leve juventud con tus amigos
en flor, así alejados de la guerra.
La angustia resbalaba entre vosotros
y el mar sombrío al veros sonreía,
olvidando que él mismo te llevaba
a la muerte, tras un corto destierro.

Yo hubiera compartido aquellas horas
yertas de un hospital. Tus ojos solos
frente a la imagen dura de la muerte.
Ese sueño de Dios no lo aceptaste.
Así como tu cuerpo era de frágil,
enérgica y viril era tu alma.

De un solo trago largo consumiste
la muerte tuya, la que te destinaban,
sin volver un instante la mirada
atrás, tal hace el hombre cuando lucha.
Inmensa indiferencia te cubría
antes de que la tierra te cubriera.

El llanto que tú mismo no has llorado,
yo lo lloro por ti. En mí no estaba
el ahuyentar tu muerte como a un perro
enojoso. E inútil es que quiera
ver tu cuerpo crecido, verde y puro,
pasando como pasan estos otros
de tus amigos, por el aire blanco
de los campos ingleses, vivamente.

Volviste la cabeza contra el muro
con el gesto de un niño que temiese
mostrar fragilidad en su deseo.
Y te cubrió la eterna sombra larga.
Profundamente duermes. Mas escucha:
Yo quiero estar contigo; no estás solo.

lunes, 25 de septiembre de 2023

"FICCIÓN Y VERDAD: DESAFÍOS ACTUALES EN LA MEDIACIÓN DE LECTURA". Un artículo de Cecilia Bajour

Estamos viviendo una época sacudidora para los asuntos del creer. Aquella famosa idea de la «suspensión de la incredulidad» propuesta por Coleridge, que dio y sigue dando letra a algunos modos de explicar el pacto ficcional que entablan lectores y lectoras con ciertos textos, hoy tiembla cuando en el mundo que rodea a la lectura de textos considerados ficcionales —el mundo al que llamamos «contexto»—, diversas formas del engaño son admitidas sin cuestionamientos ni reclamo de autentificación por un número importante de personas que confían solo en el impacto emocional como evidencia suficiente para dar crédito a lo evidentemente falso. Sobran ejemplos en nuestros países en estos tiempos. La utilización de las ficciones (en su acepción próxima a la idea de fabulación) o, mejor dicho, el empleo de mecanismos provenientes del territorio de los textos ficcionales —artísticos o no— en prácticas de la comunicación social, como el periodismo y la propaganda política, puede generar efectos considerables sobre nuestras vidas, a veces de manera imperceptible, como gotas que van horadando la posibilidad de confiar y otras veces como cataclismos que arrasan como un vendaval político, económico y social.

Los límites difusos entre ficción y realidad en los tiempos que corren nos desafían a pensar cómo inciden estas arenas movedizas en algunos problemas que se suscitan en la mediación vinculada a diversas formas del arte, como la literatura infantil, zona de saberes y prácticas especialmente complejas en relación con esta temática.

Para comenzar la reflexión sobre cómo afecta la disquisición entre ficción y no ficción en la literatura infantil y en experiencias de mediación de lectura con esta zona textual, me referiré a dos ejemplos artísticos dispares: uno que no proviene del campo de la literatura y cultura de las infancias, y otro que sí. Me parecen productivos para el campo de la literatura infantil y juvenil los vasos comunicantes entre textos (en un sentido amplio que incluye a lo visual y diversas manifestaciones multimodales) y teorías que discutan los límites de edad en la destinación de los objetos culturales. 

Primer ejemplo: arte visual que desnaturaliza fronteras

En 2019 se inauguró una muestra antológica de la obra del artista conceptual argentino Leandro Erlich en el Malba, uno de los museos más importantes en el área del arte contemporáneo latinoamericano. Quienes pasaban por la zona o estaban a punto de entrar al museo se encontraban en la fachada con un gran cartel inmobiliario que anunciaba la venta de la propiedad.

El impulso de muchas personas era preguntarse: «¿es verdad lo que estamos viendo?». Vi esa foto replicada en redes sociales: la primera reacción en los comentarios era de asombro. Costaba creer que este museo privado, propiedad de uno de los empresarios más ricos de Argentina, estuviera «en venta». «¿También venden el Malba?» era una de las preguntas que, con cierta ironía, vinculaban el cartel de venta con la crisis económica en mi país, exacerbada por cuatro años de una gestión gubernamental que generó la mayor deuda de la historia argentina. Unos segundos después (según los casos), sobrevenía el descubrimiento de que se trataba de una ilusión, una puesta en escena: era una instalación artística. Luego, al entrar al museo y observar otras obras de Erlich, irrumpía la constatación: crear ilusiones e invitar a desautomatizar la percepción son algunas de las búsquedas conceptuales del artista. La desestabilización que la similitud con lo real provoca en sus obras lleva a interrogarnos sobre los límites entre lo que percibimos y la verdad. El título de la muestra era sugerente: «Liminal». La frontera entre lo verdadero y lo construido como mundo posible proponía distanciarse y desnaturalizar la mirada atravesada por la rutina. Quizás para algunos espectadores/participantes fuera ocasión de activar el pensamiento crítico sobre los efectos de la ilusión y el engaño en la percepción de lo que se presenta como real en la contemporaneidad. CONTINUAR LEYENDO


domingo, 24 de septiembre de 2023

"MADRE EN PÍXELES". Un poema de la poeta Miren Agur Meabe

MI madre solía decir que de joven se parecía a Maureen O´Hara. Puede ser.

‘AMA’ tenía el cutis fino gracias a que pasaba mucho tiempo en su tienda de textiles varios. No era presumida, pero de su tez estaba orgullosa.

TAMBIÉN decía que mi abuelo paterno tenía un aire a Gary Cooper porque era alto y guapo. Mi otro abuelo me recordaba al doctor de ‘Viaje al fondo del mar’.Mis dos abuelos fueron bien plantados.

LOS colores favoritos de mi madre eran el azul marino y el beis. El primero le favorecía; el segundo no, ya que era pálida.

CUANDO ama era joven, su padre le dio un bofetón por haber visto ‘Lo que el viento se llevó’. Lo contaba entre carcajadas. ‘Las vueltas que le di a la mesa de la cocina para que no me pillara. Entonces todo era pecado’.

UNA noche preparó una tortilla de champiñones. ‘Pon la tele, cenamos en la sala’. Vimos ‘Cumbres borrascosas’, en blanco y negro. Suspiró un montón de veces. Yo no capté dónde estaba el meollo de aquel melodrama si los dos protagonistas se necesitaban tanto el uno al otro.

MI madre era Géminis. El zodiaco era una tontería que la entretenía.

AMA compraba, para leer en la tienda, unas novelas que tenían el distintivo de un alce: ‘Katrina,
Jeramie Price; ‘La piel’, Curzio Malaparte; ‘La ciudadela’, A. J. Cronin. Cuando consideró que yo era lo bastante madura para asimilar algunos pasajes, me las cedió.

CUANDO perdí en la playa mi cadena con la medallita de oro, no me dirigió la palabra en tres días.

A mi madre le encantaban los films de Disneey. Su preferido era ‘Bambi’. También el mío.

AMA retocaba la ropa de mi hermano para que yo la pudiera aprovechar: pantalones de pana ancha, una trenca con colmillos de plástico, prendas así. A pesar de ello, escogía con mimo las telas de los conjuntos dominicales que había de coserme la modista.

CIERTA vez compró un manual en un quiosco de la Gran Vía: ‘Vida sexual después de los cincuenta’. Sus amigas le tomaron el pelo. Habíamos ido a Bilbao en vacaciones de Navidad, al cine, una pandilla del pueblo. Tras su muerte encontré en un cajón de su mesita de noche un ensayo titulado ‘La mujer liberada’.

MI madre compraba por turnos los diarios ‘Deia’ y ‘Egin’. ‘Interviú’ semanalmente. Cada año nos ponía un tomo de cuentos o de cómics entre los regalos de Reyes. En su juventud, la Acción Católica hizo una pira de libros frente a la iglesia de la Compañía. No sé qué hizo mi madre con los suyos, si es que entonces tenía.

EN cierta ocasión un hombre timó a ‘amatxu’ a cuenta de un reloj falso. Nos aturde la verborrea.

‘CUÉNTASELO a la pared’, me recordaba sobre el mejor sistema de guardar un secreto. Aun así, por lo que respecta a los míos, más parezco una marmita con la tapa desajustada.

PARECE ser que mi madre tuvo un pretendiente de Gernika. En su época, los mozos debían escribir tres cartas a las chicas para que estas les respondieran con la primera misiva. Era el protocolo. Pero conoció a mi padre.

AMA era de la calle Tendería. ‘Aita’, mi padre, nació en Arranegi, el barrio pesquero.

ELLA, en realidad, vino al mundo en la recién construida barriada de Santa Ana, en Basurto. ‘Fui la primera niña; por eso mi nombre de pila’. Durante los años veinte, mi abuelo trabajó de carpintero en los astilleros Euskalduna, dejando atrás el caserío para seguir hasta la capital a mi abuela, que andaba de criada donde unos parientes. Se mudaron a Lekeitio antes de la guerra.

LAS almendras saladas y las garrapiñadas le gustaban muchísimo a mi madre; a mi padre, los callos y las huevas de pescado.

AMA y aita se dieron de bruces en la esquina de Beaskokalea antes de empezar a tratar. Ella supo lo que tenía que saber por el vuelco que algo le dio dentro.

MI abuelo y mi abuela pasaron muchos años recluidos en casa, ambos impedidos. Hasta hace nada se consideraba deshonroso ingresar en residencias a los mayores de la familia. La dedicación de mi madre al cuidado de los suyos no tuvo tacha. Yo no he estado a su altura en absoluto.

MI padre le ofreció su chaqueta en el autobús después de una tarde en San Martín de Arretxinaga. La tradición augura un cariño afortunado a quienes sortean, sin rozarlos, dos peñascos que se hallan muy próximos en dicho lugar. Mi madre se reafirmó en su juicio.

AMA guardó aquellas cartas durante una temporada y luego las quemó, por prudencia, También Ambrose Bierce abandonó a la hermosa Mollie tras veintitantos años de matrimonio al descubrir la nota que le había enviado un admirador. Se divorciaron. Mollie murió poco tiempo después.

HE encontrado unas doscientas cartas en el trastero durante el confinamiento de 2020, la correspondencia entre mis padres. Los sobres estaban completamente adheridos, enlazados con una goma. Se desmenuzaban como barquillo al separarlos.

ME gustaba ponerme el vestido de boda de mi madre para salir de fiesta en Nochevieja. Era de guipur y satén negro. Me apetecía casarme de ese color, pero elegí una diáfana seda salvaje por complacerla.

AMATXU era tonta a veces. Yo también.

MIS padres se fueron a Madrid de viaje de novios. En una foto, ella, con un traje estampado, pasea del brazo de su marido. Sesenta y dos años después me pregunto de dónde sacó su arrojo esa muchacha de la instantánea para nadar en las desoladoras aguas de la vida.

MI madre era valerosa y frágil. La vi muchas veces entera y muchas rota.

AMA me confesó con un esbozo de sonrisa que la noche de bodas le hizo ‘un poco de impresión’.
 
PREPARABA unos deliciosos huevos rellenos de atún con salsa de tomate. ‘Huevos mimosa’.

NO se tenía por ama de casa Ana María Plaza, aunque también lo era. ‘Yo siempre he trabajado fuera’. En mi opinión, fue su dependienta quien contribuyó a la conciencia de lo importante que es para las mujeres ejercer una profesión remunerada.

ELLA se habría alegrado si su hija hubiese continuado con su negocio, pero yo quería irme del pueblo para seguir estudiando. Sé que eso le causó una satisfacción más plena.

UNA vez le conté un sueño: el mercante se hundía y mi padre se ahogaba. ‘¿Y por qué no sueñas que te mueres tú?’, me contestó, torva. Ella nunca dormía si cuadraba borrasca y él estaba embarcado. Daba igual que estuviese en Durban, Rotterdam o Valparaíso.

MI madre alentó mis aficiones. Yo no sabía planchar, ni limpiar pescado, ni coser un botón. ‘Todo eso puedes aprenderlo más adelante’, me decía. Tenía razón.

SUS refranes más socorridos eran. “La avaricia rompe el saco”, “Haz bien sin mirar a quién”, “Quien mal anda mal acaba” y “Querer es poder”.

LA dependienta había escondido un paquete de propaganda comunista debajo de unos embalajes. Ama no lo supo hasta que la llevaron a comisaría.

MONTÓ nuestra primera ‘ikurriña’ cosiendo a máquina tres retales de chitz rojo, verde y blanco. La planchaba, sin excepción, la víspera del Aberri Eguna y de San Ignacio de Loiola para engalanar el balcón.

DE los desaciertos, el más decepcionante para Ane Plaza era la ingratitud. He salido a ella en eso.
‘¿SABES cuál es el beso más bonito que tu aita me ha dado nunca?’, me preguntó mi madre hace mucho. ‘El que me diste cuando tú naciste’. La acompañó en el paritorio. Luego comió un menú en un restaurante e invitó a café, copa y puro a un desconocido.

AMA pronunciaba con un énfasis espeluznante la palabra ‘parto’.

DIO a luz a su primogénito acostada sobre la mesa de la sala en un parto que duró tres días. La asistió una comadrona las primeras horas.

MI madre era devota de Rita de Casia. ‘Abogada de los imposibles’. Le encendía velas para que me ayudara a aprobar las matemáticas de Magisterio.

AMA recortaba noticias de publicaciones que me interesaban y me los daba los fines de semana: que si tal escritor, que si tal libro, que si tal certamen, que si tal.

PONGO velas a la foto de amatxu en mis momentos críticos por si está en algún lugar.

SIEMPRE que ocurría alguna desgracia, ella se lamentaba porque tenía que enfrentarse sola a ese trance. ‘Bueno, no del todo sola’.

EN las últimas palabras que mi madre musitó entre morfinas latía la justificación de mi existencia.

LE producía desazón quedarse atrapada en la muerte, sin carril ni hacia el cielo ni hacia el infierno por haber dejado de hacer lo correcto.

SI está en algún lugar, ama ha debido de disgustarse bastante por mi causa estos años. Más me vale quedarme con lo que me dice la gente.

PODRÍA seguir expresando a mi madre sin pausa ni final.

NOTA: "La tumba" es otro poema de la autora en el que es su ama/madre la que toma la voz

sábado, 23 de septiembre de 2023

REVOLUCIÓN. Un cuento de Slawomir Mrozek (Polonia, 1930)

En mi habitación la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa. Hasta que esto me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí.

Durante un tiempo me sentí animado por la novedad. Pero el aburrimiento acabó por volver.

Llegué a la conclusión de que el origen del aburrimiento era la mesa, o mejor dicho, su situación central e inmutable.

Trasladé la mesa allá y la cama en medio. El resultado fue inconformista.

La novedad volvió a animarme, y mientras duró me conformé con la incomodidad inconformista que había causado. Pues sucedió que no podía dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre había sido mi posición preferida.

Pero al cabo de cierto tiempo la novedad dejó de ser tal y no quedo más que la incomodidad. Así que puse la cama aquí y el armario en medio.

Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario en medio de una habitación es más que inconformista. Es vanguardista.

Pero al cabo de cierto tiempo… Ah, si no fuera por ese «cierto tiempo». Para ser breve, el armario en medio también dejó de parecerme algo nuevo y extraordinario.

Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una decisión terminante. Si dentro de unos límites determinados no es posible ningún cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos límites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia es ineficaz, hay que hacer una revolución.

Decidí dormir en el armario. Cualquiera que haya intentado dormir en un armario, de pie, sabrá que semejante incomodidad no permite dormir en absoluto, por no hablar de la hinchazón de pies y de los dolores de columna.

Sí, esa era la decisión correcta. Un éxito, una victoria total. Ya que esta vez «cierto tiempo» también se mostró impotente. Al cabo de cierto tiempo, pues, no sólo no llegué a acostumbrarme al cambio—es decir, el cambio seguía siendo un cambio—, sino que, al contrario, cada vez era más consciente de ese cambio, pues el dolor aumentaba a medida que pasaba el tiempo.

De modo que todo habría ido perfectamente a no ser por mi capacidad de resistencia física, que resultó tener sus límites. Una noche no aguanté más. Salí del armario y me metí en la cama.

Dormí tres días y tres noches de un tirón. Después puse el armario junto a la pared y la mesa en medio, porque el armario en medio me molestaba.

Ahora la cama está de nuevo aquí, el armario allá y la mesa en medio. Y cuando me consume el aburrimiento, recuerdo los tiempos en que fui revolucionario.

FIN

viernes, 22 de septiembre de 2023

"LA MARCA DE NACIMIENTO". Un cuento de Nathaniel Hawthorne (1804-1864)

A fines del siglo pasado vivió un hombre de ciencia, eminente en todas las ramas de la filosofía, quien no mucho antes de que se inicie nuestra historia había experimentado una afinidad espiritual más atractiva que cualquier otra química. Había dejado el laboratorio al cuidado de un ayudante, limpiado su semblante del humo del horno, lavado de sus dedos las manchas de ácidos y persuadido a una hermosa mujer para que se convirtiera en su esposa. En aquellos días, cuando el descubrimiento reciente de la electricidad y otros misterios parecía abrir caminos hacia el milagro, no era inusual que el amor a la ciencia rivalizara con el amor a la mujer. El intelecto, la imaginación, el espíritu, e incluso el corazón pueden encontrar su alimento en ocupaciones que, tal como creen algunos partidarios, irán ascendiendo de un paso de la inteligencia poderosa a otro, hasta que el filósofo pueda poner su mano sobre el secreto de la fuerza creativa y crear quizás mundos nuevos para sí mismo.

No sabemos si Aylmer poseía ese grado de fe en el dominio del hombre sobre la Naturaleza. Sin embargo, se había dedicado sin reservas a los estudios científicos como para no apartarse de ellos por una segunda pasión. El amor hacia su joven esposa demostraría ser el más fuerte de los dos: pero sólo podía existir entremezclándose con su amor a la ciencia, y uniendo la fuerza de este último al primero.

Esa unión se produjo, y tuvo unas consecuencias notables que causaron una impresión profunda. Un día, muy poco después de la boda, Aylmer estaba sentado mirando a su esposa con una turbación que fue creciendo hasta que habló.

—Georgiana —dijo él—. ¿No se te ha ocurrido nunca que podría eliminarse la marca que tienes en la mejilla?

—La verdad, no —contestó ella sonriendo; pero al darse cuenta de la seriedad de la actitud de Aylmer se sonrojó—. Tantas veces me han dicho que resultaba atractivo que en mi simpleza imaginé que lo era.

—Ah, quizás lo fuera en otro rostro —respondió el marido—, pero nunca en el tuyo. No, mi queridísima Georgiana, saliste tan perfecta de la Naturaleza que este ligerísimo defecto, que dudamos si llamar defecto o belleza, me sorprende, por ser la señal visible de la imperfección terrena.

—¿Te sorprende, esposo mío? —añadió Georgiana levantando la voz y sintiéndose herida; al principio enrojeció por la cólera momentánea, pero luego estalló en llantos—. ¿Por qué me apartaste entonces del lado de mi madre? ¡No puedes amar lo que te sorprende!

Para explicar esta conversación debe mencionarse que en el centro de la mejilla izquierda de Georgiana había una marca singular profundamente entrelazada, por así decirlo, con la textura y sustancia de su rostro. En el estado habitual de su tez (una lozanía saludable aunque delicada) la marca tenía un tono carmesí profundo. Cuando se sonrojaba perdía gradualmente definición hasta que desaparecía en el torrente triunfante de sangre que bañaba con brillo la mejilla entera. Pero si alguna emoción cambiante la hacía palidecer, allí estaba de nuevo la marca, una mancha carmesí sobre la nieve, con una claridad que a Aylmer le parecía a veces casi temible. Su forma guardaba no poca similaridad con una mano humana, aunque del tamaño más diminuto. Los enamorados de Georgiana acostumbraban a decir que en el momento de su nacimiento algún hada había puesto su mano diminuta sobre la mejilla de la recién nacida, dejando allí esa huella en señal de los dones mágicos que le daban ese dominio sobre todos los corazones. CONTINUAR LEYENDO

jueves, 21 de septiembre de 2023

Tertulia Literaria/Club de Lectura de la Prisión de Zaballa/Araba de Nanclares de la Oca (Álava)

El pasado martes por la tarde volvimos a retomar la Tertulia Literaria o Club de Lectura -tanto monta, monta tanto, mientras sean dialógicos- de la prisión de Zaballa/Araba, sita en Nanclares de la Oca (Álava). Son más de 20 años de actividad ininterrumpida. Algo que, en vez de cansarnos, nos renueva año a año.

Nos volvimos a encontrar los del curso pasado, salvo los que, afortunadamente, han salido en libertad, y algunas caras nuevas. Tras los saludos y las presentaciones de rigor, amén de una sencilla explicación sobre lo que hacemos, nos pusimos manos a la obra, en este caso a las "obras", ya que en estas primeras sesiones utilizamos cuentos o relatos cortos para después pasar a la novela, que es el génro más utilizado, aunque, de vez en cuando, también tocamos el ensayo.

En esta ocasión hablanos animada y dialógicamente sobre dos textos: La marca de nacimiento, de Nathaniel Hawthorne (1804-1864) y Revolución, de Slawomir Mrozek (1930-2013)

Comenzamos por el texto de Hawthorne que fue el que, no sin sorpresa, nos mantuvo hablando la mayor parte del tiempo tertuliano. Cuestiones como la esperanza, la ciencia y su relación con la ética, la tecnología, el consuelo, la eternidad, la muerte, la perfección... afloraron al diálogo alentadas tanto por el texto como por el propio intercambio de pareceres. Para cuando nos dimos cuenta, casi habíamos agotado el tiempo, así que con cierta premura nos solazamos en el magnífico cuento de Mrozek. Una joya. 

Finalmente repartimos y acordamos el número de páginas a leer para la próxima sesión. La novela lleva por tíutlo Palmeras en la nive, de Luz Gabás. A ver qué tal resulta. Lo que es seguro es que, visto lo visto, diálogo no va a faltar.

miércoles, 20 de septiembre de 2023

"LA LEYENDA DEL TIEMPO" de Federico García Lorca, por Camarón de la Isla. Letras de un fragmento de la obra teatral Así que pasen cinco años" de 1933

 
El cantaor Camarón de la Isla popularizò este fragmento lorquiano al incluir en su álbum "La leyenda del tiempo" (1979) un tema basado en el texto de García Lorca, que dio nombre al disco. El fragmento elegido pertenece a una obra de teatro, el complejo drama vanguardista "Así que pasen cinco años" (acto tercero, cuadro primero ), que Lorca subtituló "Leyenda del tiempo". La obra representa la tragedia del ser humano, víctima de sus sueños y del tiempo.
El sueño va sobre el tiempo
flotando como un velero.
Nadie puede abrir semillas
en el corazón del sueño.

¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!

El tiempo va sobre el sueño
hundido hasta los cabellos.
Ayer y mañana comen
oscuras flores de duelo.

¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!

Sobre la misma columna,
abrazados sueño y tiempo,
cruza el gemido del niño,
la lengua rota del viejo.

¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!

Y si el sueño finge muros
en la llanura del tiempo,
el tiempo le hace creer
que nace en aquel momento.
¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!

"PURO CUENTO". Una libro descargable con una serie de cuentos tradicionales de la serie "Leer es mi cuento" (Plan Nacional de Lectura y Escritura (PNLE) de Colombia)

 

Este título de la serie Leer es mi cuento (Plan Nacional de Lectura y Escritura (PNLE) de Colombia) busca que más familias colombianas disfruten con historias que desde las profundidades del tiempo, es decir muy antiguamente, los hombres se contaban durante los fríos inviernos.

La princesa y la alverja de Hans Christian Andersen, El cuento de Alí el Persa de Las mil y una noches, El gallo de oro de Alexander Pushkin, Los tres cerditos de Joseph Jacobs, El gigante egoísta de Oscar Wilde y Los músicos de Bremen de los Hermanos Grimm, son los relatos que conforman este libro ilustrado por Rafael Yockteng y Daniel Gómez.


martes, 19 de septiembre de 2023

"LA PALABRA". Un poema del poeta ruso Arseni Tarkovski (1907 —1989)

Una palabra es solo una piel,
una delgada capa, un sonido hueco
pero un punto rosa late dentro,
y brilla un extraño fuego en él.
Una vena late, una arteria se curva.
Y no te importa del todo,
que eres afortunado
al haber nacido con una camisa.
Desde el comienzo de los tiempos
la palabra tiene poder.
Y si eres poeta y no tienes
mejor camino en este complicado mundo,
no describas tan temprano
las batallas o los ensayos del amor.
Cuidado con las profecías,
mejor no tentar a la muerte.
Una palabra es solo una piel,
una delgada capa de masas humanas,
y cualquier línea en tu poema
afila el cuchillo de las parcas.
1945.

lunes, 18 de septiembre de 2023

"TE RECUERDO AMANDA". Una canción, un poema de Víctor Jara


"TESIS SOBRE EL CUENTO. Los dos hilos: Análisis de las dos historias" Ricardo Pligia

I
En uno de sus cuadernos de notas, Chejov registró esta anécdota: “Un hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se suicida”. La forma clásica del cuento está condensada en el núcleo de ese relato futuro y no escrito.

Contra lo previsible y convencional (jugar-perder-suicidarse), la intriga se plantea como una paradoja. La anécdota tiende a desvincular la historia del juego y la historia del suicidio. Esa escisión es clave para definir el carácter doble de la forma del cuento.

Primera tesis: un cuento siempre cuenta dos historias.

II

El cuento clásico (Poe, Quiroga) narra en primer plano la historia 1 (el relato del juego) y construye en secreto la historia 2 (el relato del suicidio). El arte del cuentista consiste en saber cifrar la historia 2 en los intersticios de la historia 1. Un relato visible esconde un relato secreto, narrado de un modo elíptico y fragmentario.

El efecto de sorpresa se produce cuando el final de la historia secreta aparece en la superficie.

III

Cada una de las dos historias se cuenta de un modo distinto. Trabajar con dos historias quiere decir trabajar con dos sistemas diferentes de causalidad. Los mismos acontecimientos entran simultáneamente en dos lógicas narrativas antagónicas. Los elementos esenciales del cuento tienen doble función y son usados de manera distinta en cada una de las dos historias. Los puntos de cruce son el fundamento de la construcción.

IV

En “La muerte y la brújula”, al comienzo del relato, un tendero se decide a publicar un libro. Ese libro está ahí porque es imprescindible en el armado de la historia secreta. ¿Cómo hacer para que un gángster como Red Scharlach esté al tanto de las complejas tradiciones judías y sea capaz de tenderle a Lönnrott una trampa mística y filosófica? El autor, Borges, le consigue ese libro para que se instruya. Al mismo tiempo utiliza la historia 1 para disimular esa función: el libro parece estar ahí por contigüidad con el asesinato de Yarmolinsky y responde a una casualidad irónica. “Uno de esos tenderos que han descubierto que cualquier hombre se resigna a comprar cualquier libro publicó una edición popular de la Historia de la secta de Hasidim.” Lo que es superfluo en una historia, es básico en la otra. El libro del tendero es un ejemplo (como el volumen de Las mil y una noches en “El Sur”, como la cicatriz en “La forma de la espada”) de la materia ambigua que hace funcionar la microscópica máquina narrativa de un cuento. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 17 de septiembre de 2023

"EL NIÑO REY". Un cuento de Miguel Gila

Los hombres habían muerto. Era normal. Tanto se habían odiado que se habían destruido. También las mujeres habían muerto, incapaces de soportar tanto sufrimiento. Sólo quedaban los niños.
Lo primero de todo era nombrar un Rey. El mundo tenía que subsistir y alguien debía gobernarlo.
Se reunieron aquella tarde en la plazuela.
—Yo seré el Rey.
—No, tú, no, que eres muy pequeño todavía y te pegarán los otros chicos más grandes que tú.
—Pero cuando sea Rey, nadie me pegará, porque los guardias les darán con las porras y les harán correr.
—No, porque como los niños serán más grandes, podrán más que los guardias, les quitarán las porras y luego te pegarán a ti con ellas.
—Y como yo seré el Rey, mandaré que los metan en la cárcel y que los cierren con llaves y cerrojos y candados y de todo para que ya no me peguen.
—Y tampoco puedes ser Rey, porque no tienes corona ni nada.
—Me hago una de cartón y la forro con papel de plata.
—Los reyes no llevan corona de plata. Es de oro con cristales de colores verdes y azules y rojos.
—No son cristales. Son piedras.
—¡Cristales!
—¡Piedras!
—Las piedras están en los ríos y no son verdes ni azules. Los peces sí que son azules y verdes y de más colores.
Y tanto insistió y tanto sabía que le hicieron Rey.
—¡Viva el Rey!
—¡Viva!
También había que hacer una reina, pero no podía ser porque tenían que ser mayores y casarse, así que había que esperar.
Los hombres, antes de destruirse, estaban gobernados por reyes, y esos reyes tenían carrozas y caballos, y cazaban en los montes y pescaban en los lagos y cuando paseaban por las grandes avenidas que no eran aún ruinas, las gentes daban gritos de entusiasmo, agitaban las manos en señal de saludo y miles de banderas flameaban sobre las cabezas de todos los que llenaban las avenidas.
Él, antes de ser Rey, pero siendo niño ya, más aún que ahora, lo había presenciado todo subido sobre los hombros fuertes de su padre. Y ahora que era Rey, necesitaba un caballo y una carroza. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 16 de septiembre de 2023

"NO QUIERO". Un poema de Ángela Figuera Aymerich

No quiero
que los besos se paguen
ni la sangre se venda
ni se compre la brisa
ni se alquile el aliento.
No quiero
que el trigo se queme y el pan se escatime.

No quiero
que haya frío en las casas,
que haya miedo en las calles,
que haya rabia en los ojos.

No quiero
que en los labios se encierren mentiras,
que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.

No quiero
que el labriego trabaje sin agua
que el marino navegue sin brújula,
que en la fábrica no haya azucenas,
que en la mina no vean la aurora,
que en la escuela no ría el maestro.

No quiero
que las madres no tengan perfumes,
que las mozas no tengan amores,
que los padres no tengan tabaco,
que a los niños les pongan los Reyes
camisetas de punto y cuadernos.

No quiero
que la tierra se parta en porciones,
que en el mar se establezcan dominios,
que en el aire se agiten banderas
que en los trajes se pongan señales.

No quiero
que mi hijo desfile,
que los hijos de madre desfilen
con fusil y con muerte en el hombro;
que jamás se disparen fusiles
que jamás se fabriquen fusiles.

No quiero
que me manden Fulano y Mengano,
que me fisgue el vecino de enfrente,
que me pongan carteles y sellos
que decreten lo que es poesía.

No quiero amar en secreto,
llorar en secreto
cantar en secreto.

No quiero
que me tapen la boca
cuando digo NO QUIERO…


miércoles, 13 de septiembre de 2023

"ALLENDE". Un poema de Mario Benedetti.

Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa
una armada una hueste una brigada
tuvieron que creer que era otro ejército
pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo
y tenía en sus manos un fusil y un mandato

y eran necesarios más tanques más rencores
más bombas más aviones más oprobios
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo

Mario Benedetti

"CUENTOS PARA NIÑAS Y NIÑOS: HISTORIAS X LEER". Plan Nacional de Lecturas. Gobierno de Argentina

El Ministerio de Educación de la Nación hace entrega de la colección literaria Historias x leer a cada niña y niño de la escuela primaria, con el propósito de conformar una comunidad de lectores que trascienda las aulas.

La colección está conformada por catorce títulos con diferentes historias ilustradas por reconocidas y reconocidos artistas. Cada estudiante del nivel recibe dos libros de narrativa que contribuyen a conformar su biblioteca personal.

Cada libro cuenta con una versión multimedia, musicalizada por la Orquesta Federal Infantil y Juvenil del Programa Nacional de Orquestas y Coros –conformada por niñas, niños y jóvenes de todo el país. La lectura de los cuentos estuvo a cargo de diversos artistas que pusieron su voz a los personajes. También, los textos fueron interpretados en lengua de señas argentina y, para aquellas instituciones que cuentan con población indígena, se elaboraron traducciones en qom, wichí, mapundungun, quechua y guaraní.

Estos libros llegan también a los estudiantes incluidos en la modalidad de educación domiciliaria y hospitalaria.


martes, 12 de septiembre de 2023

"AMORES". Un cuento de Luis Mateo Díez

Cuando Amparo me dijo que no me quería, después de seis meses de tenaz noviazgo, me recluí en casa de mi tía Eredia por espacio de tres meses.

El amor de Luisina un año más tarde vino a curar aquella herida que seguía sin cerrarse. Fue un tiempo corto, eso sí, de felicidad e ilusiones. Entender la decisión de Luisina de abandonar el mundo para profesar en las Esclavas me costó una úlcera de duodeno. A mi natural melancolía se unió esa tristeza sin fondo que ni los auxilios espirituales logran paliar.

Irene llegó a mi vida en un baile de verano al que mi amigo Aurelio me llevó como quien dice a punta de pistola. Que dos años más tarde aquella tierna seductora se fuese precisamente con Aurelio, yugulando a un tiempo amor y amistad, fue lo que provocó, en el abismo de la desgracia sentimental, mi hospitalización.

Antonia era una enfermera compadecida que me sacó a flote usando todos los atributos que una mujer puede poseer. El amor del enfermo es un amor sudoroso y lleno de pesares, más frágil que ninguno. Cuando una tarde vi a Antonia y al doctor Simarro besándose en el jardín me metí para el cuerpo un tubo de aspirinas. Gracias como siempre a mi tía Eredia, culminé tras la crisis la desolada convalecencia y, cuando definitivamente me sentí repuesto, comencé a considerar la posibilidad de retirarme del mundo, habida cuenta de que mis convicciones religiosas se habían fortalecido.

Fue entonces cuando me escribió Amparo reclamando mi perdón y reconociendo la interpretación errónea que había hecho de su amor por mí. Nos casamos en seguida y todo iba bien hasta que Luisina, que colgó los hábitos, volvió para recuperar mi amor e Irene y Antonia, bastante desgraciadas en sus respectivos derroteros sentimentales, regresaron para restablecer aquella fidelidad herida convencidas, cada una por razones distintas, de que el único amor verdadero era el mío.

Mi tía Eredia anda la mujer muy preocupada y yo, como dice mi amigo Gonzalo, sobrellevo con astucia y aplomo desconocidos mi destino, trabajando en tantos frentes a la vez. Y me voy convenciendo de que existe una rara justicia amorosa que nos hace cobrar los abandonos, aunque su aplicación puede acabar resultando perjudicial para la salud.

FIN

lunes, 11 de septiembre de 2023

"DEL LADO DEL AMOR". Un poema de Natalia Bericat a las Madres de la Plaza de Mayo

@nicoilustraciones
las del abrazo de fuego
las de las manos de hierro
las que guardan en su útero
la sangre de un pueblo
las que vociferan al cielo
las que nacieron en ronda

las valientes
las rebeldes
las nuestras
las locas de la plaza
las cuerdas de la historia
las madres que elegimos
para narrar la Memoria.

Del lado del amor
donde nadie se rinde
los pañuelos blancos
siguen latiendo
-con rabia y ternura-
en cada grito
en cada mirada
que batalla
contra el olvido.

domingo, 10 de septiembre de 2023

"UN LIBRO PERTURBADOR EN LA MOCHILA". Un artículo de Lola Pons Rodríguez publicado en El País el 9 de septiembre de 2023

[...] Yo sé que es preocupante el abandono escolar de la lectura. Pero también es preocupante que pensemos que leer es solo una forma de entretenerse o, peor aún, una mera forma de socializar simpáticamente en las redes. Si no obligamos a leer los clásicos, de la manera acompañada o adaptada que estimen los especialistas, estamos dejando a los estudiantes desnudos de referentes de una cultura secular compartida y entregados al fenómeno editorial del momento.

En la Lomloe, la última ley educativa (no lo olviden: ocho leyes educativas y siete presidentes del Gobierno desde la democracia), se anima a que las lecturas en secundaria y Bachillerato se dediquen a “obras y fragmentos relevantes de la literatura juvenil contemporánea y del patrimonio literario universal”. Queda al arbitrio de la concreción normativa posterior elegir la configuración del canon. Por si, en manos autonómicas o en manos de los propios institutos, alguien saca la bandera de la resignación y cede al atajo de la lectura como diversión poco esforzada, yo escribo estas líneas a favor de que se incluya al pícaro y a su libro perturbador en la mochila de la secundaria. Es lo mínimo que le debo al perdedor de Tormes, al Lázaro que hay en mí y al que hay en todos ustedes, hayan o no leído su obra.


sábado, 9 de septiembre de 2023

"QUEREMOS TANTO A GLENDA". Un cuento de Julio Cortázar

En aquel entonces era difícil saberlo. Uno va al cine o al teatro y vive su noche sin pensar en los que ya han cumplido la misma ceremonia, eligiendo el lugar y la hora, vistiéndose y telefoneando y fila once o cinco, la sombra y la música, la tierra de nadie y de todos allí donde todos son nadie, el hombre o la mujer en su butaca, acaso una palabra para excusarse por llegar tarde, un comentario a media voz que alguien recoge o ignora, casi siempre el silencio, las miradas vertiéndose en la escena o la pantalla, huyendo de lo contiguo, de lo de este lado. Realmente era difícil saber por encima de la publicidad, de las colas interminables, de los carteles y las críticas, que éramos tantos los que queríamos a Glenda.

Llevó tres o cuatro años y sería aventurado afirmar que el núcleo se formó a partir de Irazusta o de Diana Rivero, ellos mismos ignoraban cómo en algún momento, en las copas con los amigos después del cine, se dijeron o se callaron cosas que bruscamente habrían de crear la alianza, lo que después todos llamamos el núcleo y los más jóvenes el club. De club no tenía nada, simplemente queríamos a Glenda Garson y eso bastaba para recortarnos de los que solamente la admiraban. Al igual que ellos también nosotros admirábamos a Glenda y además a Anouk, a Marilina, a Annie, a Silvana y por qué no a Marcello, a Yves, a Vittorio y a Dirk, pero solamente nosotros queríamos tanto a Glenda, y el núcleo se definió por eso y desde eso, era algo que sólo nosotros sabíamos y confiábamos a aquellos que a lo largo de las charlas habían ido mostrando poco a poco que también querían a Glenda.

A partir de Diana o Irazusta el núcleo se fue dilatando lentamente: el año de El fuego de la nieve debíamos ser apenas seis o siete, cuando estrenaron El uso de la elegancia el núcleo se amplió y sentimos que crecía casi insoportablemente y que estábamos amenazados de imitación esnob o de sentimentalismo estacional. Los primeros, Irazusta y Diana y dos o tres más decidimos cerrar filas, no admitir sin pruebas, sin el examen disimulado por los whiskys y los alardes de erudición (tan de Buenos Aires, tan de Londres y de México esos exámenes de medianoche). A la hora del estreno de Los frágiles retornos nos fue preciso admitir, melancólicamente triunfantes, que éramos muchos los que queríamos a Glenda. Los reencuentros en los cines, las miradas a la salida, ese aire como perdido de las mujeres y el dolido silencio de los hombres nos mostraban mejor que una insignia o un santo y seña. Mecánicas no investigables nos llevaron a un mismo café del centro, las mesas aisladas empezaron a acercarse, hubo la grácil costumbre de pedir el mismo cóctel para dejar de lado toda escaramuza inútil y mirarnos por fin en los ojos, allí donde todavía alentaba la última imagen de Glenda en la última escena de la última película. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 8 de septiembre de 2023

"ESPERANDO A LOS BÁRBAROS". Un poema de Konstantino Kavafis (1863 – 1933) recitado por Luis Antonio de Villena

 

-¿Qué esperamos congregados en el foro?
Es a los bárbaros que hoy llegan.

-¿Por qué esta inacción en el Senado?
¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los senadores?
Ya legislarán los bárbaros, cuando lleguen.

-¿Por qué nuestro emperador madrugó tanto
y en su trono, a la puerta mayor de la ciudad,
está sentado, solemne y ciñendo su corona?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
Y el emperador espera para dar
a su jefe la acogida. Incluso preparó,
para entregárselo, un pergamino. En él
muchos títulos y dignidades hay escritos.

-¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieron
hoy con rojas togas bordadas;
por qué llevan brazaletes con tantas amatistas
y anillos engastados y esmeraldas rutilantes;
por qué empuñan hoy preciosos báculos
en plata y oro magníficamente cincelados?
Porque hoy llegarán los bárbaros;
y espectáculos así deslumbran a los bárbaros.

-¿Por qué no acuden, como siempre, los ilustres oradores
a echar sus discursos y decir sus cosas?
Porque hoy llegarán los bárbaros y
les fastidian la elocuencia y los discursos.

-¿Por qué empieza de pronto este desconcierto
y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)
¿Por qué calles y plazas aprisa se vacían
y todos vuelven a casa compungidos?
Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.

¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.

jueves, 7 de septiembre de 2023

UNA BIBLIOTECA: "UN LUGAR DONDE PERDER LA INOCENCIA, SIN PERDER LA VIRGINIDAD". Piedad Bonnett

La escritora Piedad Bonnett clausuró el Foro sobre Bibliotecas Públicas con este conmovedor ensayo sobre estos espacios donde los libros abren un mundo de posibilidades infinitas.

[...] Porque una biblioteca contiene, sobre todo, tiempo: es un compendio del pasado, una posibilidad de futuro y un presente pleno, que comprende el ayer y el mañana. Una biblioteca es también un gran ojo, como aquel con el que representan a Dios, o como el de las moscas, lleno de ocelos, o el de los camaleones, que pueden ver al mismo tiempo adelante y atrás. Es la mirada que resulta de la suma de todas las miradas, que ve a la vez lo grande y lo pequeño, los infinitos matices del universo. El resultado de ver a través del gran ojo de la biblioteca es que jamás nada se verá, de forma empobrecida, en blanco y negro. Porque el alma de la biblioteca está llena de la riqueza de lo ambiguo. No hay verdades en una biblioteca: hay visiones de la verdad, que es otra cosa. Infinitas voces que se dirigen a un solo sujeto, el rey de este recinto: el lector.

Pulsa AQUÍ para leer el ensayo
Fuente: Revista Arcadia.com

miércoles, 6 de septiembre de 2023

"LA COMADRE DE BATH". Un cuento de Chaucer que forma parte de "Los cuentos de Canterbury"

En los viejos tiempos del rey Arturo, cuya fama todavía pervive entre los naturales de Gran Bretaña, todo el reino andaba lleno de grupos de hadas. La reina de los Elfos y su alegre cortejo danzaba frecuentemente por los prados verdes. Según he leído, ésta es la vieja creencia; hablo de hace muchos centenares de años; pero ahora ya no se ven hadas, pues actualmente las oraciones y la rebosante caridad cristiana de los buenos frailes llenan todos los rincones y recovecos del país como las motas de polvo centellean en un rayo de sol, bendiciendo salones, aposentos, cocinas y dormitorios; ciudades, burgos, castillos, torres y pueblos; graneros, alquerías y establos; esto ha ocasionado la desaparición de las hadas. En los lugares que frecuentaban los elfos, ahora andan los frailes mañana y tarde, musitando sus maitines y santos oficios mientras rondan por el distrito. Por lo que, actualmente, las mujeres pueden pasear tranquilamente junto a arbustos y árboles; un fraile es al único sátiro que encuentran, y todo lo que éste hace es quitarles la honra. Pues bien, sucedió que en la corte del rey Arturo había un caballero joven y alegre. Un día que, montado en su caballo, se dirigía a su casa después de haber estado dedicándose a la cetrería junto al río, se topó casualmente con una doncella que iba sin compañía y, a pesar de que ella se defendió como pudo, le arrebató la doncellez a viva fuerza.

Esta violación causó un gran revuelo. Hubo muchas peticiones de justicia al rey Arturo, hasta que, por el curso de la ley, el caballero en cuestión fue condenado a muerte. Y hubiese sido decapitado (tal era, al parecer, la ley en aquellos tiempos) si la reina y muchas otras damas no hubieran estado importunando al rey solicitando su gracia, hasta que al fin él le perdonó la vida y lo puso a merced de la reina para que fuese ella a su libre albedrío la que decidiese si debía ser ejecutado o perdonado.

La reina expresó al rey su profundo agradecimiento y, al cabo de uno o dos días, encontró la oportunidad de hablar con el caballero, al que dijo:

-Os encontráis todavía en una situación muy difícil, pues vuestra vida no está aún a salvo; pero os concederé la vida si me decís qué es lo que las mujeres desean con mayor vehemencia. Pero, ¡ojo! Tened mucho cuidado. Procurad salvar vuestra cerviz del acero del hacha. No obstante, si no podéis dar la respuesta inmediatamente, os concederé el permiso de ausentaros durante un año y un día para encontrar una solución satisfactoria a este problema. Antes de que os pongáis en marcha, debo tener la certeza de que os presentaréis voluntariamente a este tribunal. CONTINUAR LEYENDO

NOTA: Hay un artículo de José Ángel Mañas (LA FÁBULA DEL BESO ROBADO) publicado en la revista Ethic y que se basa en este cuento para referirse al beso robado a la futbolista Jenni Hermoso

martes, 5 de septiembre de 2023

"AUTORRETRATO". Un poema de la poeta mexicana Rosario Castellanos

Yo soy una señora: tratamiento
arduo de conseguir, en mi caso, y más útil
para alternar con los demás que un título
extendido a mi nombre en cualquier academia.

Así, pues, luzco mi trofeo y repito:
yo soy una señora. Gorda o flaca
según las posiciones de los astros,
los ciclos glandulares
y otros fenómenos que no comprendo.

Rubia, si elijo una peluca rubia.
O morena, según la alternativa.
(En realidad, mi pelo encanece, encanece.)

Soy más o menos fea. Eso depende mucho
de la mano que aplica el maquillaje.

Mi apariencia ha cambiado a lo largo del tiempo
—aunque no tanto como dice Weininger
que cambia la apariencia del genio—. Soy mediocre.
Lo cual, por una parte, me exime de enemigos
y, por la otra, me da la devoción
de algún admirador y la amistad
de esos hombres que hablan por teléfono
y envían largas cartas de felicitación.
Que beben lentamente whisky sobre las rocas
y charlan de política y de literatura.

Amigas... hmmm... a veces, raras veces
y en muy pequeñas dosis.
En general, rehúyo los espejos.
Me dirían lo de siempre: que me visto muy mal
y que hago el ridículo
cuando pretendo coquetear con alguien.

Soy madre de Gabriel: ya usted sabe, ese niño
que un día se erigirá en juez inapelable
y que acaso, además, ejerza de verdugo.
Mientras tanto lo amo.

Escribo. Este poema. Y otros. Y otros.
Hablo desde una cátedra.

Colaboro en revistas de mi especialidad
y un día a la semana publico en un periódico.

Vivo enfrente del Bosque. Pero casi
nunca vuelvo los ojos para mirarlo. Y nunca
atravieso la calle que me separa de él
y paseo y respiro y acaricio
la corteza rugosa de los árboles.

Sé que es obligatorio escuchar música
pero la eludo con frecuencia. Sé
que es bueno ver pintura
pero no voy jamás a las exposiciones
ni al estreno teatral ni al cine-club.

Prefiero estar aquí, como ahora, leyendo
y, si apago la luz, pensando un rato
en musarañas y otros menesteres.

Sufro más bien por hábito, por herencia, por no
diferenciarme más de mis congéneres
que por causas concretas.

Sería feliz si yo supiera cómo.
Es decir, si me hubieran enseñado los gestos,
los parlamentos, las decoraciones.

En cambio me enseñaron a llorar. Pero el llanto
es en mí un mecanismo descompuesto
y no lloro en la cámara mortuoria
ni en la ocasión sublime ni frente a la catástrofe.

Lloro cuando se quema el arroz o cuando pierdo
el último recibo del impuesto predial.

 

lunes, 4 de septiembre de 2023

"EL LIBRO". Un "articuento" de Juan José Millás.

El libro se parece a un agujero negro cuya atracción es tal que absorbe y distorsiona todo lo que sucede cerca de él, incluidos el tiempo y el espacio. De manera que a lo mejor son las ocho de la mañana y tú vas en el autobús a la oficina, pero de súbito eres arrebatado por esa masa gravitatoria llamada libro, que llevabas en la mano o en el bolso, y apareces en un escenario diferente, identificado, por ejemplo, con un individuo que se lava las manos llenas de sangre en la pila de una cocina francesa, mientras en el dormitorio de esa misma casa ha empezado a enfriarse un cadáver. Y no son las ocho de la mañana, sino las diez de la noche. Y no es primavera, sino invierno. Y tú no eres ese sujeto sin pasado que ahora se baja del autobús, sino este otro que, después de borrar las huellas dactilares de las copas de coñac, se pone un abrigo oscuro y huye escaleras abajo.

Al cerrar la novela cesa la atracción, y es, una vez más, la hora de fichar, así que fichas y entras en la oficina, donde mueves los papeles de un lado a otro o atiendes el teléfono con la eficacia o la pereza de siempre. Has vuelto a tu dimensión, en fin, sin que nadie se diera cuenta de que te habías ido. Si tus compañeros supieran que en lugar de venir de casa, como procede, vienes de una cocina francesa en cuya pila te has lavado las manos llenas de sangre, se quedarían espantados. De hecho, quizá no seas el mismo ahora que antes de haber leído el libro. Por tu sangre discurre el argumento desdichado o feliz que estaba en la novela, del mismo modo que los exploradores vuelven con malarias de África o de Molokai con lepra.

Hay más libros que playas, y en ellos está contenida la materia oscura que los físicos buscan en las estrellas. Si has leído la novela del individuo que se quita la sangre de las manos, ya siempre serás ese individuo, siempre, sin dejar de ser tú y, lo que es más sorprendente todavía, sin dejar de ser al mismo tiempo el cadáver que comenzaba a enfriarse cuando descendiste del autobús. Pura materia oscura, pues, invisible, como la conciencia, pero real como tu jefe.

domingo, 3 de septiembre de 2023

«EL POETA». Un cuento de Hermann Hesse traducido por Carlos Javier González Serrano

Se cuenta que, en su juventud, el poeta chino Han Fook fue dotado de un maravilloso impulso [Drang] para aprender y perfeccionarse a sí mismo en todo cuanto tuviera que ver con la poesía [Dichtkunst]. En aquellos días, cuando aún vivía en la ciudad que le vio nacer -a orillas del Río Amarillo-, se comprometió, al amparo de su familia (que le amaba sinceramente), con una muchacha de buena cuna. La boda fue pronto fijada para una fecha de buenos augurios. Por entonces Han Fook rozaba los veinte años, era un hermoso joven, modesto y de elegantes ademanes, bien instruido en las ciencias y reconocido, a pesar de su juventud, por algunos literatos de su ciudad natal a causa de sus excelentes poemas. Aunque no era rico, contaba con una adecuada fortuna, considerablemente aumentada por la dote de su futura esposa. Además, ésta era bella y virtuosa, por lo que nada parecía interponerse entre la felicidad y aquel joven. A pesar de ello, no era del todo feliz, pues su corazón fue asaltado por la ambición [Ehrgeiz] de convertirse en un auténtico poeta [vollkommener Dichter].

Una noche, durante la fiesta de las lámparas celebrada a orillas del río, Han Fook deambulaba solo por la ribera contraria. Entonces se apoyó sobre el tronco de un árbol que emergía del agua, y vio reflejadas en la superficie [Spiegel des Flusses] miles de luces que nadaban y temblaban; vio hombres, mujeres y muchachas que se saludaban entre sí a bordo de barcos y otras pequeñas embarcaciones, brillando como bellas flores ataviadas con sus prendas más festivas; escuchaba el suave murmullo de las aguas iluminadas, las canciones de las niñas, la vibración de las cítaras y las agradables tonadas de los flautistas; y observó, por encima de aquel espectáculo, la azulada noche, suspendida como la cúpula de un gran templo. El corazón del joven comenzó a latir más fuerte y rápidamente cuando se dejó vencer, como un solitario espectador [einsamer Zushauer], por toda aquella belleza [Schönheit]. Por mucho que deseara cruzar el río y participar y disfrutar del festejo en compañía de su prometida y sus amigos, ansiaba más ardientemente presenciar aquel cuadro como un sensible espectador y reflejarlo en un poema perfecto: lo azul de la noche y el juego de las luces en el agua, el placer de los invitados a la fiesta y el anhelo del silencioso testigo [die Sehnsucht des stillen Zushauers] que permanece apoyado en el tronco del árbol sobre el río. Y sintió que, aun presenciando todas las fiestas y placeres de la tierra, su corazón nunca podría sentirse colmado y sereno, pues sabía que permanecería como un hombre solitario, aislado, un extraño en medio de la vida. Así advirtió que la particular constitución de su alma, solitaria entre muchas otras, le impelió a sentir la belleza de la tierra y a conocer los deseos de aquel ser extraño [Verlangen des Fremdlings]. Esto le entristeció, pero persistió en sus reflexiones y cayó en la cuenta de que la meta de sus pensamientos era esta: que la verdadera felicidad y la más profunda satisfacción sólo podrían darse si, en alguna ocasión, llegara a plasmar en un poema, de manera perfecta, el reflejo del mundo, en el que lograra apresar el mundo en sí mismo, purificado y perpetuado en estas especulares imágenes [Spiegelbildern]. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 2 de septiembre de 2023

"EN PAZ". Un poema de Amado Nervo

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas…

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

viernes, 1 de septiembre de 2023

"TOLSTÓI Y EL SENTIDO DE LA VIDA". Un artículo de David Lorenzo Cardiel publlicado en Ethic el 8 de mayo de 2023

Tolstói estaba llamado a ser un joven ocioso de la aristocracia rusa, pero su existencia cambió de rumbo por la literatura. Así, se acabó convirtiendo en uno de los pensadores más influyentes del siglo XIX.

¿Quién fue León Tolstói? Cuando Stefan Zweig viajó en 1928 a la Unión Soviética para asistir a los actos conmemorativos del centenario del nacimiento del genio ruso, el vienés quedó impresionado por la sencillez de su tumba en la finca de la familia Tolstói, en Yásnaia Poliana, cerca de Moscú. Aquel edificio de blancos muros y tejado verde que parece perdido en medio de la espesura del boscaje fue peculiar objeto de pugna entre soviéticos y alemanes trece años después. Viendo perdida la propiedad ante el avance del 2º Cuerpo Mecanizado Panzer, los rusos pusieron dinamita tanto en la finca como en la propia tumba del célebre escritor, no sin antes llevarse de ella todo objeto considerado de valor. Nadie se atrevió a dinamitar aquel lugar. Heinz Wilhelm Guderian, general nazi al mando de la columna blindada, sabiendo cuál era la tierra que estaba pisando, ordenó retirar las minas enemigas y respetar la integridad de aquel lugar casi como si fuese un lugar sagrado.

León Tolstói sigue despertando tanta admiración como desprecio fue capaz de reunir en vida. Extremo, prolífico y vivaz hasta el último instante de su existencia, su legado ha trascendido con creces el peso del papel y la impronta de la tinta. Y fue él mismo quien, desde que cumplió el medio siglo de edad, se hizo, una y otra vez, la misma pregunta. ¿Quién soy yo? ¿Quién es León Tolstói?

Hijo de nobles rusos y el cuarto de cinco hermanos, León Tolstói quedó huérfano en su infancia y bajo la tutela de sus tías. En su juventud, tuvo muy claro que no quería estudiar ni dedicarse a una vida consagrada a la academia y que prefería, en cambio, ocuparse de la finca de Yásnaia Poliana. En este transcurso, fue enviado a Kazán a estudiar Derecho en la Universidad, carrera que cambió por la de Lenguas Orientales, que también terminó abandonando.

Aceptando este fracaso en los estudios como una liberación, pasó su juventud en Moscú y en San Petersburgo, donde se entregó a una vida ociosa y libertina donde el alcohol animó las largas noches de juego, borrachera y sexo con prostitutas, tal y como él mismo reconoció en sus autobiografías Infancia, Adolescencia y Juventud, como también en Confesión. En este periodo contrajo deudas y peligrosas amistades. Mientras tanto, estalló la Guerra de Crimea entre el Imperio Ruso y el Imperio Otomano y sus aliados, los imperios británico y francés, además del Reino de Cerdeña. Su hermano mayor Nikolái le propuso acompañarle al frente de batalla en el Cáucaso, petición que aceptó el futuro escritor. Ya en la región, descansó en unos baños termales, donde se hizo amante de una cosaca. CONTINUAR LEYENDO