jueves, 21 de abril de 2016

Tertulia Pedagógico-Musical Dialógica con familias en el CEIP Txomin Aresti de Leioa (Bizkaia).

 En el CEIP Txomin Aresti de Leioa se está celebrando una tertulia Pedagógico-Musical con familias de la mano de Susana Abelairas, profesora de música del centro. El libro elegido ha sido "Musicofilia" de Oliver Sacks. Un gran texto para profundizar en los rincones más escondidos de la música en su relación con el cerebro. Además, de la mano de Susana, ese diálogo igualitario es especialmente enriquecedor. Con esta tertulia, Susana añade un elemento más en la "formación de familiares" que está llevando a cabo en su Taller de Música Clásica.

¡¡¡ ZORIONAK - ENHORABUENA !!! 


Por otra parte, aprovecho la entrada para poneros el vídeo oficial del Concierto de Primavera de dicho Centro y del que Susana es una de sus almas. Concierto que es fruto de la labor que ella realiza día a día, convirtiendo la música clásica en una vivencia inagotablemente enriquecedora para toda la comunidad.


Por mi parte, tan sólo añadir que yo también soy un afortunado, dado que mi trayectoria en las Tertulias Musicales Dialógicas la he hecho de su mano. Todo un privilegio. Mila esker bihotzez. Muchas gracias de corazón.

Tertulia Literaria Dialógica de la Prisión: Paz en la guerra, un libro de Miguel de Unamuno.

Hoy hemos terminado de leer el libro de Miguel de Unamuno, Paz en la guerra. La verdad es que ha sido muy interesante. 
El autor, en su primera novela, se centra en lo que él vivió en sus primeros años de vida. Ahora bien, como él indica, más que una novela histórica es una historia novelada. El tema fundamental sobre el que gira la novela son las guerras carlistas, concretamente la tercera, y el ámbito es el del País Vasco, especialmente Bilbao. Y claro, en nuestra tertulia hay bastantes personas de esos lares.
El libro, además de su carácter histórico, está plagado, como no podía ser de otra manera en Unamuno, de profundas reflexiones y análisis. Como sucede con este autor, sus novelas pueden ser leídas como tales, como una lectura de ficción, o deteniéndose en sus continuos escorzos filosóficos.En este caso, la novela es una claro manifiesto pacifista en el que se señalan los absurdos de toda confrontación bélica.

"El Rey les revistó cuando se hallaban todos en posiciones, paseando su corpacho, bandera de carne, como quien dice: aquí estoy yo, por quien os batís, ¡ánimo!"
"Arrancados de sus hogares -lugares vivos-, de sus parientes, de su mundo, lleváronles a morir allí, a manos de desconocidos, también de vivos lugares, hijos también de padre, sin que jamás tal vez hubieran oído nombrar los unos la humilde aldea de los otros. Al morir los pobres se apagaban sus recuerdos, la visión de su serena campiña y de su cielo; sus amores, sus esperanzas, su mundo: el mundo todo se les desvanecía; al morir ellos, morían mundos, mundos enteros, y morían sin haberse conocido."
"Cuajaban en un miedo común los miedos de cada uno, los miedos aislados; deteníase la masa un momento, y luego corría hacia atrás, deshecha, dejando despojos en el campo, para volver en seguida a formarse y salir de nuevo. Iban a la muerte con salvaje resignación, sin saber adónde, ni por qué, ni para qué iban a matar a un desconocido o ser por él muertos, resignados, como pobres borregos, cerrados a toda visión del futuro morían absortos en la acción, sorprendidos en su esfuerzo por la muerte onmipresente."
"La verdad es -dijo Rafaela- que me parece una salvajada que los hombres se maten por opiniones."

Pero es el párrafo final el que sintetiza todo el trasfondo del libro: 

"En el seno de la paz verdadera y honda es donde sólo se comprende y justifica la guerra; es donde se hacen sagrados votos de guerrear por la verdad, único consuelo eterno; es donde se propone reducir a santo trabajo la guerra. No fuera de ésta, sino dentro de ella, en su seno mismo, hay que buscar la paz; paz en la guerra misma."

Bueno, la cosa ha terminado cantando canciones del "Bocho",nombre cariñoso de Bilbao, que hacían alusión a esta guerra carlista.

El próximo que vamos a leer: "Algo alrededor de tu cuello" es de una autora nigeriana: Chimamanda Ngozi Adichie. Es un libro de cuentos. Hemos elegido este libro por su calidad literaria y por su temática; y a esta autora porque como mujer y, sobre todo, como africana será muy difícil que entre a formar parte del canon occidental que algunos pretenden hacerlo universal.

lunes, 18 de abril de 2016

Colinas como elefantes blancos. Un cuento de Ernest Hemingway

Del otro lado del valle del Ebro, las colinas eran largas y blancas. De este lado no había sombra ni árboles y la estación se alzaba al rayo del sol, entre dos líneas de rieles. Junto a la pared de la estación caía la sombra tibia del edificio y una cortina de cuentas de bambú colgaba en el vano de la puerta del bar, para que no entraran las moscas. El norteamericano y la muchacha que iba con él tomaron asiento en una mesa a la sombra, fuera del edificio. Hacía mucho calor y el expreso de Barcelona llegaría en cuarenta minutos. Se detenía dos minutos en este entronque y luego seguía hacia Madrid.

-¿Qué tomamos? -preguntó la muchacha. Se había quitado el sombrero y lo había puesto sobre la mesa.

-Hace calor -dijo el hombre.

-Tomemos cerveza.

-Dos cervezas -dijo el hombre hacia la cortina.

-¿Grandes? -preguntó una mujer desde el umbral.

-Sí. Dos grandes.

La mujer trajo dos tarros de cerveza y dos portavasos de fieltro. Puso en la mesa los portavasos y los tarros y miró al hombre y a la muchacha. La muchacha miraba la hilera de colinas. Eran blancas bajo el sol y el campo estaba pardo y seco.

-Parecen elefantes blancos -dijo.

-Nunca he visto uno -el hombre bebió su cerveza.

-No, claro que no.

-Nada de claro -dijo el hombre-. Bien podría haberlo visto.

La muchacha miró la cortina de cuentas.

-Tiene algo pintado -dijo-. ¿Qué dice?

-Anís del Toro. Es una bebida.

-¿Podríamos probarla?

-Oiga -llamó el hombre a través de la cortina.

La mujer salió del bar. CONTINUAR LEYENDO EL CUENTO

Madame Bovary, por Cristina Vittoria, en Zenda.

domingo, 17 de abril de 2016

¿Para qué sirve la literatura? Un artículo de Mayra Santos-Febres.

Cuenta la historia que un reportero le preguntó una vez al gran José Saramago para qué servía la literatura. El premio Nobel le contestó: “La literatura no sirve para nada“. Y dio gracias al Creador, (bueno, no precisamente al creador, porque Saramago era ateo, pero a algo le dio las gracias) porque en este mundo tan utilitario existiera algo que no tuviera un fin práctico.

La pregunta del reportero no era particularmente sabia. Tampoco la respuesta del Nobel. De hecho, me entero por otros libros que un célebre autor norteamericano, otro superfamoso escritor belga y Saramago coinciden en la idea de que la literatura no tiene un fin determinado, práctico; concreto. Jorge Volpi estudia el dato. El mexicano, que se empeña en ir en contra de todos los discursos aceptados por la especie, insiste en el fin práctico de la literatura. En su libro de ensayos, Leer la mente, Volpi afirma que, según los más recientes descubrimientos en neurobiología y ciencias del conocimiento, es imposible que la literatura haya sobrevivido tanto tiempo como práctica de la especie sin que sirva para algo. Todas las acciones de los humanos sirven a la especie —es decir, sirven al propósito primordial de la especie, que es sobrevivir y evolucionar. De hecho, Volpi afirma que la literatura, que el acto mismo de leer, en realidad es lo que nos hace seres humanos.

Volpi se remite al libro de Merlin Donald A Mind So Rare. The Evolution of Human Consciousness para explicar que un primer estado de la conciencia humana consiste en hacerse de un modelo del mundo. Esa habilidad la tienen hasta los mosquitos, lo cual les permite poder esquivar puertas, manoplazos y alcanzar el suculento capilar lleno de sangre. Luego, la segunda habilidad desarrollada consiste en percibir objetos y situaciones complejas —habilidad que los humanos compartimos con otros seres vertebrados. Después viene la “autonomía mental del ambiente” gracias al desarrollo de la memoria a corto plazo, que permite revivir un acto en vez de reaccionar inmediatamente a estímulos que nos rodean. Le sigue el desarrollo de la inteligencia social, que al parecer sólo tenemos los humanos y probablemente las ballenas y los delfines, que nos lleva a asumir que los demás individuos de nuestra especie esconden una vida interior igual a la nuestra. Por último se desarrolla la “imaginación simbólica” que es la capacidad de poder vivir desde una mente que está formada no sólo por neuronas y moléculas que la componen, sino por las ideas y símbolos que esa mente produce. CONTINUAR LEYENDO
Fuente:zendalibros.com

¿Solo para adultos? ¿Solo para niños? Paula Rivera (Fundación Cuatrogatos)

De niña, me llamaba mucho la atención el solo para adultos en películas o programas nocturnos. Pero ese mundo vedado, que para mí contenía secretos que aún no me correspondía conocer, no tardó en mostrar su miseria: con el tiempo comprendí que se le llamaba adulta a una historia solo por incluir altas dosis de violencia y sexo desenfrenado. Descubrí así que el término no se trataba de revelaciones imposibles de entender siendo niño aún, sino que apuntaba sólo una simplificación de lo que significa ser humano en nuestros tiempos.

Esta estúpida categoría de edad tiene su reverso en aquellas historias solo para niños, como suele identificarse a la literatura infantil, como si las expresiones artísticas tuvieran caducidad al momento de ser disfrutadas.

No se puede negar que existen historias cuya complejidad no las hace recomendables para niños. Pero esto parece deberse, principalmente, a que muchas de ellas narran aquellos temas retorcidos que los adultos han arrastrado a sus vidas con los años. No en vano en nuestro contexto cultural se tiende a considerar una obra infantil, más como término despectivo que como clasificación de género, si no se escribe desde lo ineludible en literatura latinoamericana en general y chilena en particular: dictaduras, política, marginalidad, urbanidad, pueblos originarios, identidad continental. A un niño puede que algunos de estos temas no le arranquen más que bostezos, y quizá con razón: con toda la razón que puede tener alguien que tenga intereses e imaginarios únicos y que los prefiera por sobre otros por resultarles más significativos. El punto es que nosotros también los tenemos, solo que nuestra adultez nos condiciona a ocultarlo para no ser rechazados por los intereses e imaginarios que la sociedad considera válidos. CONTINUAR LEYENDO

Más artículos de Puala Rivera:
Tu canon no, el mío sí": las listas de LIJ como propuestas de lectura.

Fábula de la serpiente y la luciérnaga (Esopo).


Una buena persona, al saber lo que me estaba pasando, me ha recomendado que lea esta fábula, porque así
, me ha dicho,
entenderás lo que te está sucediendo. Así lo he hecho, y he de confesar que le voy a hacer caso a Esopo.

FÁBULA DE LA SERPIENTE Y LA LUCIÉRNAGA (ESOPO)

Cuenta una fábula que en cierta ocasión una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía muy rápido y llena de miedo de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir en su intento de alcanzarla.

La luciérnaga pudo huir durante el primer día, pero la serpiente no desistía, dos días y nada, al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga detuvo su agitado vuelo y le dijo a la serpiente: ¿Puedo hacerte tres preguntas?

No acostumbro conceder deseos a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar, respondió la serpiente.

Entonces dime:¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?¡No!, contestó la serpiente.

¿Yo te hice algún mal?¡No!, volvió a responder su cazadora.

Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?¡Porque no soporto verte brillar!, fue la última respuesta de la serpiente.

Muchos de nosotros nos hemos visto envueltos en situaciones donde nos preguntamos:

¿Por qué me pasa esto si yo no he hecho nada malo?Sencillo... porque hay algunos que no soportan verte brillar.

La envidia es uno de los peores sentimientos que podemos tener.El hecho de que envidien tus logros, tu éxito, etc., ¡que envidien verte brillar! te va a afectar en más de una ocasión, pero cuando esto pase, ¡no dejes de brillar!

Continúa siendo tú mismo, sigue dando lo mejor de ti, sigue haciendo lo mejor, no permitas que te lastimen, no permitas que te hieran...

¡Sigue brillando y no podrán tocarte!, porque tu luz seguirá intacta, porque siempre habrá quien te apoye, porque tu huella permanecerá, porque el recuerdo de lo que fuiste e hiciste quedará, ¡pase lo que pase!
FIN

sábado, 16 de abril de 2016

Daisy Fontao lee el cuento tradicional "La margarita blanca". Fundación Cuatrogatos.

Los nadies. Eduardo Galeano.


Diez ideas para trabajar la lectura en el aula. CEDEC


12 vídeos para trabajar la violencia de género en el aula.

Estos audiovisuales permiten trabajar la violencia contra las mujeres en todos los niveles educativos y desde diferentes puntos de vista. La repercusión de este fenómeno entre parejas adolescentes tiene un apartado muy importante dentro de estos contenidos.

Proyectar estos materiales en el aula generará en el alumno nuevas ideas, nuevos conocimientos y nuevas inquietudes. Podemos sacar todo el partido a la motivación y el interés de nuestros estudiantes a través de las tareas de la secuencia didáctica "Esa mujer invisible", perteneciente al REA "Ojos que no ven".

Combinando algunos de los vídeos y las tareas propuestas, podemos diseñar en muy poco tiempo una secuencia multidisciplinar completa en torno a la violencia de género.

Fuente: cedec.educalab.es

Cinco técnicas de teatro muy útiles para cualquier materia. Por Pepa Pinar Matos. Profesora de Lengua y Literatura en el IES "Enrique Díez Canedo" y responsable del grupo de teatro escolar Molamanta Teatro.

"Hacer teatro" es una de las herramientas más completas, complejas y, sin embargo, agradecidas que puede hacer un docente. Muchas veces oímos a los profesores decir "yo hago mucho teatro en mi clase" o "nuestra profesión es puro teatro".

Es cierto, cada profesor o profesora tiene que exponerse a diario ante un público muy exigente, controlar sus emociones, mantener una postura idónea, adecuar la voz, concentrarse y conseguir la concentración de su público, crear un clima adecuado y transmitir un mensaje que llegue y sea duradero.

Para hacer todo esto y para conseguir que el público, que en muchos casos acude a la función obligado y sin motivación alguna, existen una serie de técnicas que podemos aplicar en clase para trabajar con nuestros alumnos y para mejorar, o al menos hacer más llevadero, nuestro trabajo. No se trata de "hacer teatro" con los alumnos, sino de aplicar técnicas del teatro en la clase. Técnicas, que en un futuro podrían conducirnos a la aventura de montar una pieza teatral, pero que desde el primer día contribuirán a crear un buen clima del aula, mejorar el rendimiento de los alumnos y generar dinámicas de cooperación.

Relajación - Activación - Concentración  Memorización - Vocalización

Fuente: cedec.educalab.es

viernes, 15 de abril de 2016

"La poesía fue lo que me hizo tomar la decisión de no morir." César González.

César González, poeta, ensayista, cineasta. Cesar González ante todo artista, voz visible de una cultura viva. Vivió y vive en carne propia las injusticias de un sistema que excluye y discrimina, y ante esa realidad pone el cuerpo y las palabras, pone el arte como barricada desde donde defiende su derecho a existir, a ser y generar arte. No pide permiso, se reivindica Villero y desde esa barricada toma la cultura que le niegan desde el sistema.

"La poesía fue lo que me hizo tomar la decisión de no morir, algo a lo cual aferrarme a pesar de tanto dolor que llevaba y llevo en mi cuerpo por nacer hacinado en una villa, por los balazos que me dieron y porque mi vida siempre se movió únicamente en territorios hostiles rebalsados de injusticias y desigualdades, como lo son la villa y la cárcel. Empezar a escribir fue lo que me hizo creer que yo era persona, que yo era un sujeto y no un simple objeto, que podía ser un individuo pensante y que puede expresarse, que mi destino podía ser otra cosa que albañil o pibe chorro. La poesía me enseñó a sentir amor por el prójimo cuando el odio me ahogaba, me hizo redescubrirme y perdonarme, fue lo que me llevó a abandonar el resentimiento con la sociedad, que yo sentía y mucho."
Fuente: lamasmedula.com.ar

Cada euro invertido en bibliotecas se multiplica por cuatro en su retorno social.

Un reciente estudio sobre el valor económico y los beneficios sociales que aporta el sistema bibliotecario de Navarra confirma que constituye una excelente inversión. No solamente si se comparan en términos económicos costes y beneficios, sino también si se examina su impacto positivo en el bienestar de las personas y de la sociedad.

El trabajo realizado calcula el valor económico de las bibliotecas por dos métodos distintos con resultados considerados como valores mínimos y máximos. En ambos casos, se ofrecen evidencias sólidas de su rentabilidad. Por ejemplo, por cada euro invertido al año en las bibliotecas navarras, estas retornan entre 3,49 € y 4,66 € a través de sus servicios.

La investigación ha sido promovida por el Consejo de Cooperación Bibliotecaria, a través de la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y por el Servicio de Bibliotecas del Gobierno de Navarra.

La Secretaría Técnica ha correspondido a la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, bajo la dirección de Hilario Hernández.

El estudio está basado en fuentes estadísticas y en más de 5.200 encuestas entre la población y los usuarios de bibliotecas de Navarra. En su realización han colaborado profesionales, instituciones y empresas tanto de esta comunidad autónoma como de ámbito estatal.

Se suma a los ya realizados en España y otros países para cuantificar, de manera coherente, el valor económico de las bibliotecas y evaluarlas desde la perspectiva de la ciudadanía. Es posible consultar todos los datos en este enlace. CONTINUAR LEYENDO
Fuente: canallector.com

¡Estela, grita muy fuerte!. Autora: Isabel Olid. Ilustradora: Martina Vanda

De forma directa pero respetuosa con el menor y con un lenguaje comprensible para el pequeño lector, esta historia quiere ser una aproximación a los abusos infantiles y su denuncia por parte de sus protagonistas. Un texto y unas imágenes para compartir con los más pequeños.


jueves, 14 de abril de 2016

El equipaje. Un cuento de Pablo de Santis.

El cuento transcurre en un espacio acotado, un hotel al que suelen concurrir viajantes de comercio. Un lugar de tránsito. Todo hace pensar que el protagonista es un huésped o bien un residente fijo del hotel, y el enigma se centra en la extraña aparición de una valija, sola, en medio de un pasillo, en el ascensor. El personaje se pregunta por la identidad del dueño de la valija, y por las razones que explicarían su inaudita y repentina aparición. Como suele pasar en el fantástico, el personaje se da —y nos da— para su —y nuestra— tranquilidad algunas explicaciones racionales:

Tal vez la había olvidado alguien mucho tiempo atrás, y los muchachos del hotel la habían sacado del sótano para hacer una broma.

La aparición de la valija sin dueño en el pasillo, en el ascensor, se transforma en fuente de desasosiego y temor para el personaje. Decide entonces abrirla. Al revisar el contenido, poco a poco, reconoce sus pertenencias. Entre ellas un frasco azul de veneno y una carta en la que se despide de una mujer. Sin decirlo explícitamente, pero con suficientes indicios, la narración traslada el enigma de la valija y su aparición inaudita hacia la identidad del personaje. La explicación es de índole sobrenatural, ese personaje ya no es de este mundo, pero son los silencios de la narración y la resignificación de los elementos del cuento a partir del desenlace, los que otorgan esa cuota de sorpresa propia del fantástico. Para el lector había cierta seguridad sobre la identidad del protagonista, el problema estaba en otro lado: la valija; pero el relato fluye hacia otros derroteros. La sorpresa del desenlace está en ese cambio súbito de reglas para el lector, donde la seguridad se resquebraja dando lugar a otra cosa. (Marcela Carranza. La realidad de lo fantástico, publicado en revista babar.com))

El equipaje
Pablo de Santis

Se había acostumbrado al ritmo del hotel. En esa época del año las noches eran tranquilas, porque no había turismo y los viajantes llegaban siempre durante el día. A la mañana, en cambio, prefería refugiarse en una de las habitaciones vacías, para no oír las voces de los clientes, que entre medialuna y medialuna comentaban el estado de los caminos o el éxito de los negocios. Se sentía muy alejado de la vida de los viajantes, siempre en camino, siempre con la ilusión de que en la próxima ciudad, o en el próximo pueblo, los esperaba la suerte que hasta ahora se les había negado. A él ya no le interesaba viajar; quería un lugar donde afincarse. 

Aprovechaba las noches para pasear por el hotel. Recorría los pasillos desiertos, subía y bajaba en el ascensor. Si algún cliente se había mostrado impaciente o maleducado, él se encargaba de perturbar su sueño a través de ligeros golpes a su puerta. 

Pero la tranquilidad se interrumpió cuando apareció la valija. Ya la primera vez que la vio -sola, en medio de un pasillo- le produjo un inexplicable desasosiego. Esa vez pensó que alguien la había dejado olvidada. Dos semanas después volvió a encontrarla, abajo, en el hall, junto a uno de los sillones verdes. Estuvo tentado de abrirla, pero se contuvo. 

Era una valija de cuero, algo ajada. La manija se había roto, y la habían reparado con hilo sisal. No sabía si estaba llena o vacía, porque ni siquiera la había tocado. Como la mayoría de los pasajeros del hotel eran hombres, supuso que era la valija de un hombre. Mientras miraba, por la ventana del hotel, el camino que llevaba a la ciudad, pensaba en la valija. Tal vez la había olvidado alguien mucho tiempo atrás, y los muchachos del hotel la habían sacado del sótano para hacer una broma. No encontraba otra explicación. A veces se sorprendía pensando en el dueño. Le imaginaba una cara, un oficio, algunas circunstancias. Quizás bastaba abrir la valija para saber cómo era. Las cosas que uno pone en una valija son como el resumen de una vida. Ahí está todo lo que uno puede decir de sí mismo. Ahí está todo lo que uno puede esconder. 

Una noche oyó el ascensor que bajaba hacia él. Cuando abrió la puerta, no había nadie, pero allí estaba, por tercera vez, la valija. Volvió a sentir el desasosiego, el temor. Ya era hora de abrirla. No sentía curiosidad; pero quería sacarse de encima el peso de la duda. Soltó las dos trabas y la abrió. 

Revisó con cuidado su contenido, como un empleado de aduana que busca en los repliegues una mercancía prohibida. 

Había una navaja de afeitar, una novela policial, un frasco azul, vacío. Entre la ropa, encontró una bolsita de lavanda. Fue ese olor lo que le hizo recordar. Entonces reconoció la navaja con la que se había afeitado por última vez, la novela que no había terminado de leer, sus tres camisas, que siempre doblaba con esmero. Reconoció su nombre al pie de una carta en la que se despedía de una mujer que ya, por su cuenta, se había despedido. Reconoció el frasco azul, y recordó el sabor del veneno que había tomado de un trago, por motivos que ahora le parecían ajenos. 

Los hoteles son lugares de paso y él necesitaba un lugar definitivo. Salió a la madrugada, a la hora que eligen los viajantes cuando tienen mucho camino por recorrer, Y aunque le pareció que no lo iba a necesitar, llevó consigo el equipaje. 
FIN

(en "Cuentos Fantásticos Misteriosos", Emecé,

compilado por Ana María Shua )


miércoles, 13 de abril de 2016

Nunca es tarde para leer.


"Quien no lee, a los 70 años habrá vivido una sola vida, ¡la propia! Quien lee, habrá vivido 5000 años: Estaba cuando Caín mató a Abel, cuando Renzo se casó con Lucía, cuando Leopardi admiraba el infinito... Porque la lectura es la inmortalidad hacia atrás." Umberto Eco.

Sobre el arte de un escritor. De Eduardo Galeano, ese genio humanizado que nos dejo hace una año.

El mío ha sido un largo camino hacia el desnudamiento de la palabra: desde las primeras tentativas de escribir, cuando era jovencito en una prosa abigarrada, llena de palabras que hoy me dan vergüenza, hasta llegar a un lenguaje que yo quisiera que fuera cada vez más claro, sencillo, y por lo tanto más complejo, porque la sencillez es la hija de una complejidad de creación que no se nota ni tiene que notarse.

Uno siente primero que el trabajo intelectual consiste en hacer complejo lo simple, y después uno descubre que el trabajo intelectual consiste en hacer simple lo complejo. Y un caso de simplificación no es una tarea de embobamiento, no se trata de simplificar para rebajar de nivel intelectual, ni para negar la complejidad de la vida y de la literatura como expresión de la vida. Por el contrario, se trata de lograr un lenguaje que sea capaz de transmitir electricidad de vida suprimiendo todo lo que no sea digno de existencia.

Para mí siempre ha sido fundamental la lección del maestro Juan Carlos Onetti, un gran escritor uruguayo muerto hace poco, que me guió los primeros pasos.

Siempre me decía: "Vos acordate aquello que decían los chinos (yo creo que los chinos no decían eso, pero el viejo se lo había inventado para darle prestigio a lo que decía); las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio". Entonces cuando escribo me voy preguntando: ¿estas palabras son mejores que el silencio?, ¿merecen existir realmente?

Hago una versión, dos o tres, quince, veinte versiones, cada vez más cortas, más apretadas: edición corregida y disminuida.

Inflación palabraria El problema de la inflación monetaria en América Latina es muy grave, pero la inflación palabraria es tan grave como la monetaria o peor; hay un exceso de circulante atroz. Algunos países han tenido éxito en la lucha contra la inflación monetaria pero la inflación palabraria sigue ahí, tan campante. Lo que me gustaría, modestamente, es ayudar un poquito a esa lucha contra la inflación palabraria. O sea, poder ir desnudando el lenguaje. Es el resultado de un gran esfuerzo, y no concluido, porque nace cada vez: a mí me cuesta escribir ahora tanto como cuando tenía 15 ó 16 años y lloraba ante la hoja de papel en blanco porque no podía.

¿Función social?

La literatura tiene siempre una función, aunque no sepa que la tiene, y aunque no quiera tenerla. A mí me hacen gracia los escritores que dicen que la literatura no tiene ninguna función social. A partir del momento que alguien escribe y publica está realizando una función social, porque se publica para otros. Si no, es bastante simple: yo escribo en un sobre y lo mando a mi propia casa, pongo "Cartas de amor a mí mismo" y me emociono al recibirlas. Pero es un círculo masturbatorio (no quiero hablar mal de la masturbación, tiene sus ventajas, pero el amor es mejor porque se conoce gente, como decía el viejo chiste).

Es imposible imaginar una literatura que no cumpla una función social. A veces la cumple, y es jodido, en un sentido adormecedor, a veces es una literatura del fatalismo, de la resignación, que te invita a aceptar la realidad en lugar de cambiarla, pero a veces es una literatura reveladora, reveladora de las mil y una caras escondidas de una realidad que es siempre más deslumbrante de lo que uno suponía. Por otro lado me parece que lo de la literatura social es una redundancia porque toda literatura es social. Muchas veces una buena novela de amor es más reveladora y ayuda más a la gente a saber quién es, de dónde viene y a dónde puede llegar, que una mala novela de huelgas. No comparto el criterio de una literatura política que además, en general, es aburridísima.

FIN

domingo, 10 de abril de 2016

Tertulia artístico-musical. La últimas obras de Van Gogh. Música: El bolero de Ravel. Consuelo Albert Más.

El anillo encantado. Un cuento de Mª Teresa Andruetto.

Ifigenia tenía el cabello rubio como el trigo y unos ojos más azules que el lago de Constanza.

Caminaba descalza a la orilla del agua.
Era pálida y leve.
Parecía hecha de aire.
El emperador Carlomagno la vio y se enamoró de ella.

Él era ya un hombre viejo y ella, apenas una muchacha. Pero el Emperador se enamoró perdidamente y olvidó pronto sus deberes de soberano.

Los nobles de la corte estaban muy preocupados porque nada interesaba ya a Carlomagno.

Ni dinero.
Ni caza.
Ni guerra.
Ni batallas.
Sólo la muchacha. CONTINUAR LEYENDO

Las sinsombrero: el placer de descubrirlas. Un proyecto transmedia recupera a las creadoras de la generación del 27, que han sido víctimas del olvido en la historia.

Hubo mujeres, ellas estuvieron ahí, yo las traté. Sus familias las internaron en hospitales psiquiátricos, les aplicaron electrochoques. En la década de 1950 si eras hombre podías manifestarte como rebelde, pero si eras mujer tus mismos familiares te encerraban. Hubo muchos casos que yo conocí, sobre los cuales algún día se escribirá.
Gregory Corsso

“Lo único positivo de su olvido es el placer de descubrirlas”, afirma Tània Balló. Concha Méndez, Marga Gil, Josefina de la Torre, Maruja Mallo, Rosa Chacel, Ernestina de Champourcín, María Teresa León… son algunas de las mujeres de la generación del 27 que la historia ha silenciado. Artífices de la agitación cultural y de la modernización social de los años 20 y 30 en España, ni sus nombres ni sus obras han merecido el mismo reconocimiento que las de sus compañeros.

El libro Las sinsombrero. Sin ellas, la historia no está completa (Espasa, 2016), de la cineasta Tània Balló, se presentó esta semana en Madrid en un abarrotado Palacio de la Prensa. La obra forma parte de un proyecto transmedia del mismo nombre que abarca desde un documental coproducido por TVE hasta materiales pedagógicos para trabajar en el aula o un acuerdo de edición con Wikipedia España.

La anécdota que da nombre al proyecto la protagonizaron Federico García Lorca, Salvador Dalí, Margarita Manso y Maruja Mallo cuando coincidieron entre 1923 y 1925 como estudiantes en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Relata Mallo que un día decidieron pasear por la Puerta del Sol de Madrid con la cabeza descubierta, porque parecía que el sombrero está “congestionando las ideas”. La aventura acabó entre insultos, gritos y piedras.

Las creaciones pictóricas, poéticas, escultóricas, teatrales… de estas mujeres modernas están a la altura, y en algunos casos superan, a la de sus compañeros varones. Si a Rafael Alberti, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Luis Cernuda, Jorge Guillén y demás poetas del momento se les considera parte de la Edad de Plata de la literatura española (masculina), ellas conformaron la Edad de Oro de la literatura femenina.

viernes, 8 de abril de 2016

Sobre la lectura. Franz Kafka.

“Si el libro que leemos no nos despierta como un puño que nos golpeara en el cráneo, ¿para qué lo leemos? ¿Para que nos haga felices? Dios mío, también seríamos felices si no tuviéramos libros, y podríamos, si fuera necesario, escribir nosotros mismos los libros que nos hagan felices. Pero lo que debemos temer son esos libros que se precipitan sobre nosotros como la mala suerte y que nos perturban profundamente, como la muerte de alguien a quien amamos más que a nosotros mismos, como el suicidio. Un libro debe ser como un pico de hielo que rompa el mar congelado que tenemos dentro”.

Kafka, en Carta a a Oskar Pollak (1904)

Tertulia de Arte: Carlos Sáez de Tejada, La niña triste, 1921.

Carlos Sáez de Tejada, La niña triste, 1921. Aguada al óleo, 98 x 75,5 cm, Museo de Bellas Artes de Bilbao, España

INSTRUCCIONES PARA JOHN HOWELL. Un cuento de Julio Cortázar.

Pensándolo después –en la calle, en un tren, cruzando campos– todo eso hubiera parecido absurdo, pero un teatro no es más que un pacto con el absurdo, su ejercicio eficaz y lujoso. A Rice, que se aburría en un Londres otoñal de fin de semana y que había entrado al Aldwych sin mirar demasiado el programa, el primer acto de la pieza le pareció sobre todo mediocre; el absurdo empezó en el intervalo cuando el hombre de gris se acercó a su butaca y lo invitó cortésmente, con una voz casi inaudible, a que lo acompañara entre bastidores. Sin demasiada sorpresa pensó que la dirección del teatro debía estar haciendo una encuesta, alguna vaga investigación con fines publicitarios. “Si se trata de una opinión”, dijo Rice, “el primer acto me parece flojo, y la iluminación, por ejemplo...”. El hombre de gris asintió amablemente pero su mano seguía indicando una salida lateral, y Rice entendió que debía levantarse y acompañarlo sin hacerse rogar. “Hubiera preferido una taza de té”, pensó mientras bajaba unos peldaños que daban a un pasillo lateral y se dejaba conducir entre distraído y molesto. Casi de golpe se encontró frente a un bastidor que representaba una biblioteca burguesa; dos hombres que parecían aburrirse lo saludaron como si su visita hubiera estado prevista e incluso descontada. “Desde luego usted se presta admirablemente”, dijo el más alto de los dos. El otro hombre inclinó la cabeza, con un aire de mudo. “No tenemos mucho tiempo”, dijo el hombre alto, “pero trataré de explicarle su papel en dos palabras”. Hablaba mecánicamente, casi como si prescindiera de la presencia real de Rice y se limitara a cumplir una monótona consigna. “No entiendo”, dijo Rice dando un paso atrás. “Casi es mejor”, dijo el hombre alto. “En estos casos el análisis es más bien una desventaja; verá que apenas se acostumbre a los reflectores empezará a divertirse. Usted ya conoce el primer acto; ya sé, no le gustó. A nadie le gusta. Es a partir de ahora que la pieza puede ponerse mejor. Depende, claro.” “Ojalá mejore”, dijo Rice que creía haber entendido mal, “pero en todo caso ya es tiempo de que me vuelva a la sala”. Como había dado otro paso atrás no lo sorprendió demasiado la blanda resistencia del hombre de gris, que murmuraba una excusa sin apartarse. “Parecería que no nos entendemos”, dijo el hombre alto, “y es una lástima porque faltan apenas cuatro minutos para el segundo acto. Le ruego que me escuche atentamente. Usted es Howell, el marido de Eva. Ya ha visto que Eva engaña a Howell con Michael, y que probablemente Howell se ha dado cuenta aunque prefiere callar por razones que no están todavía claras. No se mueva por favor, es simplemente una peluca”. Pero la admonición parecía casi inútil porque el hombre de gris y el hombre mudo lo habían tomado de los brazos, y una muchacha alta y flaca que había aparecido bruscamente le estaba calzando algo tibio en la cabeza. “Ustedes no querrán que yo me ponga a gritar y arme un escándalo en el teatro”, dijo Rice tratando de dominar el temblor de su voz. El hombre alto se encogió de hombros. “Usted no haría eso”, dijo cansadamente. “Sería tan poco elegante... No, estoy seguro de que no haría eso. Además la peluca le queda perfectamente, usted tiene tipo de pelirrojo.” Sabiendo que no debía decir eso, Rice dijo: “Pero yo no soy un actor”. CONTINUAR LEYENDO

"EVA". Un cuento de Juan José Arreola

Él la perseguía a través de la biblioteca entre mesas, sillas y facistoles. Ella se escapaba hablando de los derechos de la mujer, infinitamente violados. Cinco mil años absurdos los separaban. Durante cinco mil años ella había sido inexorablemente vejada, postergada, reducida a la esclavitud. Él trataba de justificarse por medio de una rápida y fragmentaria alabanza personal, dicha con frases entrecortadas y trémulos ademanes.

En vano buscaba él los textos que podían dar apoyo a sus teorías. La biblioteca, especializada en literatura española de los siglos XVI y XVII, era un dilatado arsenal enemigo, que glosaba el concepto del honor y algunas atrocidades por el estilo.

El joven citaba infatigablemente a J. J. Bachofen, el sabio que todas las mujeres debían leer, porque les ha devuelto la grandeza de su papel en la prehistoria. Si sus libros hubieran estado a mano, él habría puesto a la muchacha ante el cuadro de aquella civilización oscura, regida por la mujer cuando la tierra tenía en todas partes una recóndita humedad de entraña y el hombre trataba de alzarse de ella en palafitos.

Pero a la muchacha todas estas cosas la dejaban fría. Aquel período matriarcal, por desgracia no histórico y apenas comprobable, parecía aumentar su resentimiento. Se escapaba siempre de anaquel en anaquel, subía a veces a las escalerillas y abrumaba al joven bajo una lluvia de denuestos. Afortunadamente, en la derrota, algo acudió en auxilio del joven. Se acordó de pronto de Heinz Wölpe. Su voz adquirió citando a este autor un nuevo y poderoso acento.


«En el principio sólo había un sexo, evidentemente femenino, que se reproducía automáticamente. Un ser mediocre comenzó a surgir en forma esporádica, llevando una vida precaria y estéril frente a la maternidad formidable. Sin embargo, poco a poco fue apropiándose ciertos órganos esenciales. Hubo un momento en que se hizo imprescindible. La mujer se dio cuenta, demasiado tarde, de que le faltaba ya la mitad de sus elementos y tuvo necesidad de buscarlos en el hombre, que fue hombre en virtud de esa separación progresista y de ese regreso accidental a su punto de origen.»

La tesis de Wölpe sedujo a la muchacha. Miró al joven con ternura. «El hombre es un hijo que se ha portado mal con su madre a través de toda la historia», dijo casi con lágrimas en los ojos.

Lo perdonó a él, perdonando a todos los hombres. Su mirada perdió resplandores, bajó los ojos como una madona. Su boca, endurecida antes por el desprecio, se hizo blanda y dulce como un fruto. Él sentía brotar de sus manos y de sus labios caricias mitológicas. Se acercó a Eva temblando y Eva no huyó.

Y allí en la biblioteca, en aquel escenario complicado y negativo, al pie de los volúmenes de conceptuosa literatura, se inició el episodio milenario, a semejanza de la vida en los palafitos.

FIN

El sentimiento de lo fantástico. Julio Cortázar. Conferencia dictada en la Universidad Católica Andrés Bello. UCAB. Caracas - Venezuela.

Yo he sido siempre y primordialmente considerado como un prosista. La poesía es un poco mi juego secreto, la guardo casi enteramente para mí y me conmueve que esta noche dos personas diferentes hayan aludido a lo que yo he podido hacer en el campo de la poesía. (...) he pensado que me gustaría hablarles concretamente de literatura, de una forma de literatura: el cuento fantástico.

Yo he escrito una cantidad probablemente excesiva de cuentos, de los cuales la inmensa mayoría son cuentos de tipo fantástico. El problema, como siempre, está en saber qué es lo fantástico. Es inútil ir al diccionario, yo no me molestaría en hacerlo, habrá una definición, que será aparentemente impecable, pero una vez que la hayamos leído los elementos imponderables de lo fantástico, tanto en la literatura como en la realidad, se escaparán de esa definición.

Ya no sé quién dijo, una vez, hablando de la posible definición de la poesía, que la poesía es eso que se queda afuera, cuando hemos terminado de definir la poesía. Creo que esa misma definición podría aplicarse a lo fantástico, de modo que, en vez de buscar una definición preceptiva de lo que es lo fantástico, en la literatura o fuera de ella, yo pienso que es mejor que cada uno de ustedes, como lo hago yo mismo, consulte su propio mundo interior, sus propias vivencias, y se plantee personalmente el problema de esas situaciones, de esas irrupciones, de esas llamadas coincidencias en que de golpe nuestra inteligencia y nuestra sensibilidad tienen la impresión de que las leyes, a que obedecemos habitualmente, no se cumplen del todo o se están cumpliendo de una manera parcial, o están dando su lugar a una excepción.

Ese sentimiento de lo fantástico, como me gusta llamarle, porque creo que es sobre todo un sentimiento e incluso un poco visceral, ese sentimiento me acompaña a mí desde el comienzo de mi vida, desde muy pequeño, antes, mucho antes de comenzar a escribir, me negué a aceptar la realidad tal como pretendían imponérmela y explicármela mis padres y mis maestros. Yo vi siempre el mundo de una manera distinta, sentí siempre, que entre dos cosas que parecen perfectamente delimitadas y separadas, hay intersticios por los cuales, para mí al menos, pasaba, se colaba, un elemento, que no podía explicarse con leyes, que no podía explicarse con lógica, que no podía explicarse con la inteligencia razonante. CONTINUAR LEYENDO

jueves, 7 de abril de 2016

La literatura que no cuentan: poetas afroargentinos.

Para cualquier persona con un nivel no muy alto de cultura general evocar literatura argentina puede remitirlo a mencionar grandes figuras como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, Alfonsina Storni o María Elena Walsh, entre otras. Sin embargo, existe una significativa producción poética, elaborada por afroargentinos a finales del siglo XIX y comienzos del XX, que ha sido excluida del canon literario argentino. No se la enseña en ningún establecimiento educativo y son creaciones totalmente desconocidas para el público argentino promedio.

Que dicha literatura pase desapercibida no es un dato menor. En un país que se enorgullece de una blanquedad incuestionable, los negros han sido borrados del relato histórico y del imaginario. Se insiste que no hay y que si los hubo, los afroargentinos se han extinguido por varias causas: guerras, enfermedades, condiciones de vida difíciles y más, como si se tratara de animales. La élite argentina, la denominada “Generación del 80”, construyó un mito de nación blanca, en consonancia con los valores de la modernidad de fines del siglo XIX que demandaba blancura. Pero, pese a todo esto, el momento en el que se supone a la comunidad afro desaparecida fue, sin embargo, la época en que su producción cultural y activismo mostraron mayor intensidad, entre actividades como la prensa, la literatura y la música. Actualmente se estima que los afrodescendientes en Argentina son 2 millones, si bien el último censo nacional en 2010 registró unos 150.000 (reconocidos a sí mismos como tales). Los afroargentinos muestran señales de vida tanto hoy como en el pasado. Un repaso por la literatura, a continuación, atestigua su impronta en tiempos pretéritos. CONTINUAR LEYENDO

¡Queremos jugar en la calle! Ante los temores de los padres en el siglo XXI se impone la reconquista de espacios para el ocio donde dar rienda suelta a la creatividad infantil (María Pascual)

¿Cuándo fue la última vez que vieron a un grupo de niños menores de 12 años en la calle sin la compañía de algún adulto? Vivimos en un país con un clima ideal para disfrutar al aire libre, una diversión que no supone gastos, donde lo único indispensable es contar con cómplices de juego. Entonces, ¿por qué los niños no juegan en nuestras calles?

Veamos posibles culpables y empecemos por uno de los más evidentes: la baja tasa de natalidad. En 50 años hemos pasado de las familias numerosas a la parejita, y de ahí a celebrar la llegada del hijo único, lo que complica el encuentro de compañeros de juego.

Siguiente sospechoso: la tecnología. Más de un adulto se ha sorprendido alguna vez refunfuñando sobre la adicción de los niños a las “alienantes” videoconsolas y videojuegos, mientras suspira recordando sus polis y cacos, el escondite o cualquiera de los juegos “de toda la vida”. Quizás este pensamiento recurrente de que todo pasado fue mejor esté grabado en nuestro ADN, pero ¿qué alternativas reales a la tecnología y al juego en espacios interiores tienen los niños?

Advierto un nuevo inculpado: la planificación urbana y, en concreto, la falta de lugares accesibles en los barrios. Los niños se enfrentan a ciudades organizadas en torno al coche, su emperador. ¿Dónde pueden ir sin la necesidad de que los padres los lleven o vigilen por temor a que les pueda pasar algo? CONTINUAR LEYENDO
Fuente: El País Semanal

Abierto el plazo para la inscripción en el V Encuentro de Tertulias Literarias Dialógicas de Euskadi a celebrar en Lekeitio el próximo 7 de mayo.

Ya está abierto el plazo para la inscripción en el V Encuentro de Tertulias Literarias Dialógicas de Euskadi que se celebrará en Lekeitio el próximo 7 de mayo.

Desde el blog del Encuentro podéis realizar la inscripción del grupo, centro o entidad, bajar el texto para la tertulia (La pastora Marcela. Un pasaje del Quijote de Miguel Cervantes) bien en castellano o en euskera, en función del idioma que queráis para hacerl y, finalemente, podéis apuntaros, si es que así lo deseáis, a la comida.



Si tuvieseis alguna duda, no dudéis en escribirme a esta dirección de correo: mikelepa@gmail.com

¡¡¡OS ESPERAMOS EL 7 DE MAYO - ZUEN ZAIN EGONGO GARA!!!

miércoles, 6 de abril de 2016

Leyendo las cartas de los y las participantes en la Tertulia Literaria de la Prisión Araba de Nanclares de la Oca (Álava).


Hoy por la tarde Montse, profesora del Centro Penitenciario Araba y miembro de la Tertulia Literaria, nos ha traído las cartas que los y las tertulianas de la prisión habían escrito a la tertulia de 4º de Primaria del CPI Samaniego de Vitoria-Gasteiz, en contestación a las que estos les remitieron hace ya algún tiempo. 
Esto arranca de cuando estos alumnos se enteraron por este blog que yo estaba en la Tertulia de la prisión. Entonces, al no poder ir a hacer una tertulia con ellos, me propusieron escribirles una serie de cartas de tertuliano a tertuliano. Dicho y hecho. Hace cosa de un mes las llevé a la prisión y allí, en la tertulia, las abrimos. Había para todos y, además, eran preciosas. Sería difícil describir la alegría que produjeron. 
Así que después de leerlas en voz alta, decidieron que cada uno contestaría a una de aquellas de las misivas. Y hoy ha sido Montse la que como cartera tertuliana las ha traído. Había una para cada uno, con su nombre, y así ha ido dándoselas acompañadas de un pequeño obsequio. Cada uno ha ido leyendo en voz alta la suya, aunque hemos dejado claro que todas eran de todos. 

Han sido unos momentos -hora y media- muy emocionantes. Les ha hecho una ilusión terrible el recibir las misivas y el comprobar que estaban escritas con mucho cariño y que contestaban a las que cada uno les había mandado. Para redondear la tarde, hemos tenido la visita de Cristina, la directora, que, también emocionada, ha compartido con nosotros la lectura de un par de cartas.



Pero esto no se acaba aquí. Cada carta va a constituir, además de lo que ya ha supuesto hoy, un magnífico material para hacer una lectura que genere sentido. Nada mejor que este tipo de textos para crear afición a la lectura. Además, como Montse tiene otra Tertulia Literaria en Haro (La Rioja), a la que acuden mujeres de avanzada edad, ya han quedado para escribirles. Como se puede ver, esto nunca se acaba.


ENHORABUENA A TODOS Y A TODAS.


martes, 5 de abril de 2016

Visita a la CdA del CEIP Santa Teresa Doctora de Linares (Jaén)

El pasado lunes, 28 de marzo,Tuve el privilegio de visitar el CEIP Santa Teresa Doctora de Linares (Jaén). Estuve dos horas trabajando con alumnado y profesorado de 4º y 5º de Primaria. En 5º nos centramos en la "expresión oral matemática" y disfrutamos mucho creando distintos tipos de problemas que luego utilizarían con los más pequeños en el "apadrinamiento matemático". En 4º nos dedicamos a crear historias jugando con las palabras mediante las técnicas que Rodari nos propone en su "Gramática de la fantasía". Fue genial y participaron mucho, y eso que era el primer día de clase después de las vacaciones.





Tertulia Musical: Chopin: Nocturne, Op. 9: No. 2 in E-Flat Minor.

Visita a la Comunidad de Aprendizaje del Centro de Educación de Personas Adultas "Paulo Freire" de Linares (Jaén)

El pasado 28 de marzo visité la Comunidad de Aprendizaje del CEPER "Paulo Freire" de Linares. Con este centro me une una relación especial, ya que hace ya seis años, participé en la "semana de sensibilización" que dio pie a su transformación en Comunidad de Aprendizaje. Recuerdo que fueron diez horas de formación, todas en un día, dialogando sobre la educación de personas adultas y las comunidades de aprendizaje. Y en aquel intenso encuentro descubrí que aquel equipo docente tenía algo especial. Desde entonces, raro ha sido el año que no les he visitado. Pero en la de este año me aguardaba una gran sorpresa, ya que en aquel momento me enteré que a la sala-biblioteca del centro le habían puesto mi nombre. Realmente fue emocionante. Nunca me hubiese imaginado verme en estas lides. Y ahí me tenéis, rodeado de amigos y amigas, con Adrián, el director del centro, descubriendo la placa que da nombre a la sala. Después pasamos al salón de actos desde donde pude agradecer a todas las personas allí reunidas, casi todas tertulianas del centro, el gran honor que me habían hecho. ¡¡¡ GRACIAS AMIGOS Y AMIGAS !!!





lunes, 4 de abril de 2016

La rana que quería ser una rana auténtica. Un cuento de Augusto Monterroso.

Había una vez una rana que quería ser una rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.

Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.

Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una rana auténtica.

Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.

Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo.

FIN

El diablo de la botella. Un cuento de R. L. Stevenson

VOY A HABLAR DE UN HOMBRE NATIVO DE LA ISLA DE HAWAI. Lo designaré con el nombre de Kaewe, que no es el suyo, pues, como ese hombre vive todavía, y como no conviene que el héroe de esta historia sea identificado, debo por fuerza acudir al seudónimo. Baste saber que la persona a quien me refiero nació cerca de Honaunau, lugar en donde hay una cueva que guarda los huesos de Keawe el Grande. Nuestro protagonista era pobre, valiente y activo. Leía y escribía como cualquier maestro de escuela. Pero su especialidad era la marinería, en la que se distinguió, ya como tripulante de los vapores isleños, ya, sobre todo, como patrón de un ballenero que operaba en las costas de Hamkua. Pero un día Keawe tuvo la tentación de los grandes viajes y de las grandes ciudades del extranjero, y para dar satisfacción a su ansiedad tomó pasaje a bordo de un buque de la línea de San Francisco. 

Sabéis que ésta es una ciudad espléndida, que tiene una bahía de primer orden, y que figura entre las más ricas del mundo. Sabéis que hay en esa ciudad una colina enteramente cubierta de palacios. Pues bien; Keawe se paseaba un día por los declives de esa maravillosa colina. Recreaba la vista en la contemplación de los palacios, y gozaba de su paseo como quien lleva muchos dólares en el bolsillo. 

–¡Qué casas tan hermosas! –decía Keawe para sí–. ¡Cuán felices serán los que las habitan, pues, a lo que colijo, no ha de preocuparles el mañana!

Apenas acababa de pronunciar estas palabras, cuando llegó frente a una casa, menos grande que las otras, pero no menos elegante que ellas, y dispuesta con tanto primor que parecía un juguete. Las gradas de la escalinata brillaban con reflejos argentinos, las orillas de los prados del jardín tenían el aspecto de guirnaldas arrojadas sobre el césped, y las ventanas eran de cristales tan puros que brillaban como pedrería. Keawe no pudo menos de detenerse para admirar aquella casita encantadora. Paseaba la vista por la fachada, cuando sus ojos descubrieron la presencia de un caballero que a su vez examinaba atentamente a Keawe. Aquel caballero estaba en el interior de un aposento, pero Keawe lo vio con tanta claridad, a través de la vidriera, como si fuera un pez de esos que vemos desde la altura de una roca en el fondo de un estanque diáfano. Era un hombre de cierta edad, calvo y con barba negra. En sus facciones llevaba impresas las huellas del dolor, y su pecho se levantó a impulsos de un profundo suspiro. Instantáneamente se estableció una corriente de simpatía entre el viajero kanaka y el californiano: Keawe envidiaba al dueño de la casita, y el dueño de la casita envidiaba a Keawe.

El caballero sonrió, saludó a Keawe y lo invitó para que entrara. CONTINUAR LEYENDO EL CUENTO

Pájaros prohibidos. Un cuento de Eduardo Galeano.

Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír, cantar, caminar rápido ni saludar a otro preso. Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros. 

Didaskó Pérez, maestro de escuela, torturado y preso por tener ideas ideológicas, recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años. La hija le trae un dibujo de pájaros. Los censores se lo rompen en la entrada de la cárcel.

El domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Los árboles no están prohibidos, y el dibujo pasa. Didaskó le elogia la obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecen en la copa de los árboles, muchos pequeños círculos entre las ramas:

¿Son naranjas? ¿Qué frutas son? 

La niña lo hace callar:

Ssshhhh. 

Y en secreto le explica:

Bobo. ¿No ves que son ojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas.

FIN

Entrevista a Mª Teresa Andruetto (revistababar.com)

María Teresa Andruetto nació en 1954 en Arroyo Cabral, Argentina. Es hija y nieta de inmigrantes italianos. Estudió Literatura en la Universidad de Córdoba. Integró el equipo fundador del CEDILIJ (Centro de Difusión de Literatura Infantil y Juvenil) e hizo parte de su consejo directivo entre los años 1984 y 1995. Junto a este grupo de amigas y amigos fue creciendo la semilla de su vocación social, que se manifestó en la construcción de lectores y en la búsqueda de un lenguaje particular que le diera voz a su experiencia vital. En colaboración con Perla Suez fundó la revista Piedra Libre. Formó parte del consejo asesor de PROPALE (Programa Para la Lectura Córdoba) y colaboró con numerosas publicaciones de su país y del extranjero que abarcan problemáticas en torno a la literatura infantil y juvenil, la narrativa escrita por mujeres y la poesía.

Publicó las novelas para adultosTama (Alción, 2003), La mujer en cuestión (De Bolsillo, 2009), Lengua Madre (Mondadori, 2010), Los manchados (Penguin Random House, 2014) y el libro de cuentos/adultos Cacería(Mondadori, 2012); numerosos libros destinados a niños y jóvenes, entre los que se encuentran Stefano,El país de Juan, Veladuras y La niña, el corazón y la casa, los libros de cuentos El anillo encantado, Huellas en la arena, La mujer vampiro y Miniaturas; los álbumes El árbol de lilas, Solgo, Trenes, La durmiente, Campeón (Dale campeónfue reeditado por Calibroscopio como Campeón), Había una vez y El incendio; y los libros de poemas Agua cero, Peras, Mujeres, artes y oficios y Trece modos de mirar a un niño, que salieron en colecciones infantiles o juveniles; Kodak, Pavese, Beatriz y Sueño americano son cuatro libros de poemas que salieron en ediciones/colecciones adultos. Sus reflexiones están recopiladas en Hacia una literatura sin adjetivos y La lectura, otra revolución. Su experiencia en talleres de escritura en La escritura en el taller y El taller de escritura en la escuela (estos dos últimos libros escritos en colaboración con la también escritora Lilia Lardone)

Su obra ha sido traducida al alemán, gallego, portugués e italiano, chino, turco, coreano, esloveno y la ha hecho merecedora de importantes reconocimientos: Premio Luis de Tejada (1993), finalista del Premio Rómulo Gallegos con su novela Lengua madre, Lista de Honor de IBBY, Premio Iberoamericano a la Trayectoria en Literatura Infantil SM 2009, Premio Universidad Nacional de Córdoba 2012, Premio Konex y Premio Konex de Platino 2014 a la trayectoria y Premio Hans Christian Andersen en Literatura Infantil.

¿CÓMO SE CONSTRUYE UN LECTOR?

¿Sirven para algo las campañas de lectura? ¿Repetirles a quienes mantienen con los libros una relación distante que leer es un placer, que leer construye como ciudadano y que, sea como sea, hay que leer? Alberto Manguel, Tomás Abraham, Guillermo Jaim Etcheverry, Hugo Salas y Michèle Petit dan su parecer.

En un artículo publicado hace más de diez años en el periódico The Guardian, Michael Cunningham, autor del libro Las horas, contaba que la primera vez que se acercó a un libro no fue por haberse sentido persuadido de que la lectura es una actividad saludable, o de que leer lo iba a formar como un ciudadano crítico, o de que es una actividad indispensable para “ser alguien” en la vida: digamos, en resumen, que no fue por ninguno de esos clisés con los que se atormenta a diario a los niños. El motivo, por supuesto, era menos abstracto: quería impresionar a una chica, levantársela. Eso era todo. Los altos niveles de libido, se sabe, suelen ser más persuasivos que los eslóganes, y así llegó a Mrs. Dalloway: un libro cuyo significado se le escapaba, pero no la lengua: “Virginia Woolf hacía con la lengua lo que Jimi Hendrix con la guitarra”, descubre.

En verdad, cómo es que alguien llega a ser lector –siempre hablando de los que no tuvieron el privilegio de provenir de una familia de lectores– todavía sigue siendo un misterio. Acaso una de las cosas que se podrían aventurar con cierta seguridad es que las razones suelen ser más concretas o vitales de las que suponen las ONG: puede ser por cortejar a alguien, como en Cunningham; o porque se es gordo, como cuenta Juan Guinot; o para desmarcarse de un grupo de adolescentes hostiles o salvajes. A veces se buscan grandes motivos, o se rememora una experiencia de lectura precoz: tal libro “me partió la cabeza”, se dice; pero luego resulta que, en realidad, uno se hace lector por un problema en el pito, o en el páncreas, o quizás acontece que el encuentro con el libro no es más que uno de los tantos efectos del asma, como en Proust; o de la tartamudez, como en el caso de Tomás Abraham, que cuenta también que, en el fondo, leía para que no lo invadieran y para que lo respetaran: “Por lo general, la gente no te grita cuando estás leyendo”, dice.

Fuente: perfil.com

La conciencia. Un cuento de Ana Mª Matute

Ya no podía más. Estaba convencida de que no podría resistir más tiempo la presencia de aquel odioso vagabundo. Estaba decidida a terminar. Acabar de una vez, por malo que fuera, antes que soportar su tiranía.

Llevaba cerca de quince días en aquella lucha. Lo que no comprendía era la tolerancia de Antonio para con aquel hombre. No: verdaderamente, era extraño.

El vagabundo pidió hospitalidad por una noche: la noche del miércoles de ceniza, exactamente, cuando se batía el viento arrastrando un polvo negruzco, arremolinado, que azotaba los vidrios de las ventanas con un crujido reseco. Luego, el viento cesó. Llegó una calma extraña a la tierra, y ella pensó, mientras cerraba y ajustaba los postigos:

-No me gusta esta calma.

Efectivamente, no había echado aún el pasador de la puerta cuando llegó aquel hombre. Oyó su llamada sonando atrás, en la puertecilla de la cocina:

-Posadera…

Mariana tuvo un sobresalto. El hombre, viejo y andrajoso, estaba allí, con el sombrero en la mano, en actitud de mendigar.

-Dios le ampare… -empezó a decir. Pero los ojillos del vagabundo le miraban de un modo extraño. De un modo que le cortó las palabras.

Muchos hombres como él pedían la gracia del techo, en las noches de invierno. Pero algo había en aquel hombre que la atemorizó sin motivo. El vagabundo empezó a recitar su cantinela: “Por una noche, que le dejaran dormir en la cuadra; un pedazo de pan y la cuadra: no pedía más. Se anunciaba la tormenta…“.

En efecto, allá afuera, Mariana oyó el redoble de la lluvia contra los maderos de la puerta.

Una lluvia sorda, gruesa; anuncio de la tormenta próxima.
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