miércoles, 25 de julio de 2018

Ómnibus. Un cuento de Julio Cortázar.

—Si le viene bien, tráigame El Hogar cuando vuelva —pidió la señora Roberta, reclinándose en el sillón para la siesta. Clara ordenaba las medicinas en la mesita de ruedas, recorría la habitación con una mirada precisa. No faltaba nada, la niña Matilde se quedaría cuidando a la señora Roberta, la mucama estaba al corriente de lo necesario. Ahora podía salir, con toda la tarde del sábado para ella sola, su amiga Ana esperándola para charlar, el té dulcísimo a las cinco y media, la radio y los chocolates.

A las dos, cuando la ola de los empleados termina de romper en los umbrales de tanta casa, Villa del Parque se pone desierta y luminosa. Por Tinogasta y Zamudio bajó Clara taconeando distintamente, saboreando un sol de noviembre roto por islas de sombra que le tiraban a su paso los árboles de Agronomía. En la esquina de Avenida San Martín y Nogoyá, mientras esperaba el ómnibus 168, oyó una batalla de gorriones sobre su cabeza, y la torre florentina de San Juan María Vianney le pareció más roja contra el cielo sin nubes, alto hasta dar vértigo. Pasó don Luis, el relojero, y la saludó apreciativo, como si alabara su figura prolija, los zapatos que la hacían más esbelta, su cuellito blanco sobre la blusa crema. Por la calle vacía vino remolonamente el 168, soltando su seco bufido insatisfecho al abrirse la puerta para Clara, sola pasajera en la esquina callada de la tarde.

Buscando las monedas en el bolso lleno de cosas, se demoró en pagar el boleto. El guarda esperaba con cara de pocos amigos, retacón y compadre sobre sus piernas combadas, canchero para aguantar los virajes y las frenadas. Dos veces le dijo Clara: "De quince", sin que el tipo le sacara los ojos de encima, como extrañado de algo. Después le dio el boleto rosado, y Clara se acordó de un verso de infancia, algo como: "Marca, marca, boletero, un boleto azul o rosa; canta, canta alguna cosa, mientras cuentas el dinero." Sonriendo para ella buscó asiento hacia el fondo, halló vacío el que correspondía a Puerta de Emergencia, y se instaló con el menudo placer de propietario que siempre da el lado de la ventanilla. Entonces vio que el guarda la seguía mirando. Y en la esquina del puente de Avenida San Martín, antes de virar, el conductor se dio vuelta y también la miró, con trabajo por la distancia pero buscando hasta distinguirla muy hundida en su asiento. Era un rubio huesudo con cara de hambre, que cambió unas palabras con el guarda, los dos miraron a Clara, se miraron entre ellos, el ómnibus dio un salto y se metió por Chorroarín a toda carrera.

"Par de estúpidos", pensó Clara entre halagada y nerviosa. Ocupada en guardar su boleto en el monedero, observó de reojo a la señora del gran ramo de claveles que viajaba en el asiento de adelante. Entonces la señora la miró a ella, por sobre el ramo se dio vuelta y la miró dulcemente como una vaca sobre un cerco, y Clara sacó un espejito y estuvo en seguida absorta en el estudio de sus labios y sus cejas. Sentía ya en la nuca una impresión desagradable; la sospecha de otra impertinencia la hizo darse vuelta con rapidez, enojada de veras. A dos centímetros de su cara estaban los ojos de un viejo de cuello duro, con un ramo de margaritas componiendo un olor casi nauseabundo. En el fondo del ómnibus, instalados en el largo asiento verde, todos los pasajeros miraron hacia Clara, parecían criticar alguna cosa en Clara que sostuvo sus miradas con un esfuerzo creciente, sintiendo que cada vez era más difícil, no por la coincidencia de los ojos en ella ni por los ramos que llevaban los pasajeros; más bien porque había esperado un desenlace amable, una razón de risa como tener un tizne en la nariz (pero no lo tenía); y sobre su comienzo de risa se posaban helándola esas miradas atentas y continuas, como si los ramos la estuvieran mirando. CONTINUAR LEYENDO

martes, 24 de julio de 2018

Oda a la cuchara. Un poema de Pablo Neruda


CUCHARA,
cuenca
de
la más antigua
mano del hombre,
aún
se ve en tu forma
de metal o madera
el molde
de la palma
primitiva,
en donde
el agua
trasladó
frescura
y la sangre
salvaje
palpitación
de fuego y cacería.

Cuchara
pequeñita,
en la
mano
del niño
levantas
a su boca
el más
antiguo
beso
de la tierra,
la herencia silenciosa
de las primeras aguas que cantaron
en labios que después
cubrió la arena.

El hombre
agregó
al hueco desprendido
de su mano
un brazo imaginario
de madera
y
salió
la cuchara
por el mundo
cada
vez
más
perfecta,
acostumbrada
a pasar
desde el plato a unos labios clavelinos
o a volar
desde la pobre sopa
a la olvidada boca del hambriento.

Sí,
cuchara,
trepaste
con el hombre
las montañas,
descendiste los ríos,
llenaste
embarcaciones y ciudades,
castillos y cocinas,
pero
el difícil camino
de tu vida
es juntarte
con el plato del pobre
y con su boca.

Por eso el tiempo
de la nueva vida
que
luchando y cantando
proponemos
será un advenimiento de soperas,
una panoplia pura
de cucharas,
y en un mundo
sin hambre
iluminando todos los rincones,
todos los platos puestos en la mesa,
felices flores,
un vapor oceánico de sopa
y un total movimiento de cucharas.

lunes, 23 de julio de 2018

Todo necesita silencio. Cecilia Bajour: respiración, cuerpo y pausa en la poesía infantil contemporánea (Entrevista).

“La infancia puede ser una aventura poética de toda la vida”, dice Cecilia Bajour en esta entrevista en la que también propone que nos volvamos detectives de sentidos ocultos, escuchemos el silencio para entretejer lo dicho con lo no dicho en un libro, seamos más conscientes de la experiencia física de leer e intentemos cruzar lo poético con el humor.

“Me refiero a un humor inteligente, que trata a los lectores infantiles (o no) de poesía como filósofos en estado de semilla y como degustadores del lenguaje en su máximo esplendor”, continúa Cecilia que, en ese mismo sentido, se manifiesta en contra del exceso de explicación en los textos de LIJ, ya que ello sólo refuerza “la asimetría entre adultos y niños y suele desembocar en discursos unívocos, reduccionistas, sofocadores de la libertad de los lectores de construir sentidos por sí mismos”.

Cuando empecé una investigación de poesía, a principios de 2016, hubo un nombre que escuché varias veces: “Cecilia Bajour”. Parecía un sinónimo de lectura y poesía contemporánea, de compromiso y crítica, todos me decían que debía consultarla, y así inició este estimulante diálogo, “con múltiples destellos de significado”, que hoy comparto.

Bajour reconoce que quizá sea la poesía el territorio más conservador de la literatura infantil, pero también es un campo en el que se prueban “todo tipo de zonas sonoras, formales, discursivas y temáticas”.

“La hibridación genérica, la exploración de nuevas formas en los lenguajes, la potencia que abre el diálogo entre la palabra, la imagen y el diseño gráfico cuando es innovador y arriesgado y el desafío de crear formas inclasificables son para mí lo más interesante en cierta poesía actual que se publica en editoriales de literatura infantil”, asegura.


Fuente: Linternas y bosques. Literatura infantil y juvenil

viernes, 20 de julio de 2018

Musicograma. Line Rider - Mountain King. Tertulia musical.

El remordimiento. Un poema de Jorge Luis Borges.

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado.

martes, 17 de julio de 2018

Frit-Flac. Un cuento de Julio Verne.

¡Frit! Es el viento que se desencadena.

¡Flac! Es la lluvia que cae a torrentes.

La ráfaga que resuena arquea los árboles de la costa Volsinia y se estrella contra el costado de las montañas de Crima. A las piedras altas a lo largo del litoral las carcomen las olas del vasto mar Megalócrido.

¡Frit! ¡Flac!

En el fondo del puerto está escondida la pequeña ciudad de Luktrop, con algunos cientos de casas de miradores verduscos, que las protegen medianamente de los vientos fuertes. Cuatro o cinco calles empinadas, más bien barrancos que calles, empedradas y sucias por la escoria que arrojan los conos eruptivos del fondo. El volcán no está lejos: el Vanglor. Durante el día la presión interior se libera en forma de vapores sulfurosos. Durante la noche, minuto a minuto, vomita flamas. Como un faro que midiera ciento cincuenta kertses, el Vanglor le señala el puerto de Luktrop a los barcos de cabotaje, y a todas las embarcaciones cuyas rodas cortan las aguas del Megalócrido.

Del otro lado de la ciudad se amontonan algunas ruinas de la época crimeriana. A su lado hay un arrabal de aspecto árabe, como una medina, de muros blancos, de techos redondos y de terrazas que el sol devora. Es como una acumulación de cubos de piedra lanzados al azar. Un verdadero amontonamiento de dados, cuyos puntos se hubieran desvanecido bajo la pátina del tiempo. Entre otros, destaca el Seis-cuatro, nombre dado a una construcción rara con una techumbre cuadrada, que tiene seis aberturas en una cara y cuatro sobre la otra. Un campanario domina la ciudad, el campanario cuadrado de Santa Filfilena, con campanas suspendidas en los huecos de los muros, que el huracán hace oscilar algunas veces. Mala señal. Cuando es así, sus habitantes tiemblan.

Éste es Luktrop. Habitaciones, chozas miserables dispersas en el campo en medio de retamas y brezos, como en Bretaña. Pero no estamos en Bretaña. ¿Estamos en Francia? No sé. ¿En Europa? Lo ignoro.

En todo caso no busques Luktrop en el mapa, ni siquiera en el atlas de Stieler.
¡Toc, toc! Alguien toca discretamente a la puerta de la Seis-cuatro, enclavada en el ángulo izquierdo de la calle Messaglière. Es una de las casas más cómodas, si tiene sentido usar esa palabra en Luktrop; es una de las más ricas, si es que ganarse al año algunos miles de fretzers es riqueza.

Al ¡toc! responde uno de esos ladridos salvajes en los que hay aullidos, como si un lobo ladrara. Enseguida se abre una ventana de guillotina sobre la puerta del Seis-cuatro.

—¡Al diablo los inoportunos! —exclama una voz malhumorada y desagradable.

Una chica tiritando bajo la lluvia, envuelta en una capa delgada, pregunta si el doctor Trifulgas está en casa.

—Está y no está, ¡depende!
—Vengo porque mi padre se está muriendo.
—¿Dónde se está muriendo?
—En Val Karniou, a cuatro kertses de aquí.
—¿Y se llama?
—Vort Kartif.
—¿Vort Kartif, el galletero?
—Sí, y si el doctor Trifulgas…
—El doctor Trifulgas no está en casa.

La ventana se cierra de golpe, mientras los frits del viento y los flacs de la lluvia se confunden con un alboroto ensordecedor. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 15 de julio de 2018

En paz. Un poema de Amado Nervo recitado por la gran actriz China Zorrilla.



Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, 
porque nunca me diste ni esperanza fallida, 
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; 

porque veo al final de mi rudo camino 
que yo fui el arquitecto de mi propio destino; 

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, 
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: 
cuando planté rosales, coseché siempre rosas. 

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: 
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno! 

Hallé sin duda largas las noches de mis penas; 
mas no me prometiste tan sólo noches buenas; 
y en cambio tuve algunas santamente serenas... 

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. 
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

viernes, 13 de julio de 2018

Portal de Literatura Popular de Tradición Oral. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

La idea del portal de Literatura Popular de Tradición Oral, a cargo de Pedro Cerrillo y Ramón Llorens, surgió en el I Encuentro de Investigadores de Literatura Popular de Tradición Infantil “La palabra y la memoria”, organizado por el Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y la Literatura Infantil (CEPLI) de la Universidad de Castilla-La Mancha, y celebrado en Cuenca en septiembre de 2007, al que asistieron una veintena de investigadores y expertos procedentes de diversas universidades e instituciones españolas, portuguesas e iberoamericanas.



martes, 10 de julio de 2018

La literatura infantil o la cultura de la niñez. Un artículo de Beatriz Helena Robledo.


[...] Frente a una variedad tan amplia de libros para niños que nos ofrece hoy en día el mercado editorial ¿cómo saber qué es literatura infantil y qué no? Una primera delimitación es la que ha manejado la literatura tradicionalmente y es la de los géneros básicos: narrativa, poesía y género dramático. De una manera pragmática uno podría decir que los cuentos, novelas, libros de poemas tradicionales y de autor, obras de teatro que estén dirigidos a los niños, son literatura infantil.
[...] Una segunda delimitación es la que se ha hecho a partir del destinatario o receptor de la obra y que responde a la pregunta ¿este libro es para niños o no? ¿qué diferencia a la literatura infantil de la literatura en general?

[...] es importante garantizar a la literatura infantil su condición de literatura, lo que de inmediato la convierte en una obra artística. Como manifestación del arte apela a la imaginación, a la sensibilidad y a los sentimientos del lector y se sitúa en el universo de lo posible. Es el mundo de lo imaginable posible creado a través del lenguaje oral o escrito. Tiene por tanto una función estética que intenta transformar, a través del lenguaje simbólico, la mirada del lector sobre la realidad. La literatura está más cerca de la vida que de la academia.

[...] Actualmente se empieza a despejar el camino y surgen reflexiones que retoman el surgimiento de la literatura infantil en los espacios culturales y que la valoran como un producto cultural auténtico, lo que encausa la discusión hacia lo que se ha llamado la cultura de la niñez.
Margaret Meek por ejemplo, nos alerta no solamente sobre la existencia de esta cultura propia de los niños, sino que debería reflejarse en la literatura para niños

[...] Lo que no hay que olvidar, al pensar en el niño, es el esfuerzo que debe seguir haciendo la literatura infantil por conservar su carácter de literatura, por defender su territorio artístico, para lograr salir de una vez por todas del status de subliteratura o literatura menor que aún hoy en día algunos círculos culturales e intelectuales siguen considerando o para liberarla de todas las cargas que le ha entregado la institución educativa.



sábado, 7 de julio de 2018

El angelito. Un cuento de Graciela Cabal.

Uno de los miedos que atormentaron buena parte de mi infancia fue el miedo de aplastar al angelito. (Hablo de mi angelito. El que me correspondía.)

Es cierto que yo nunca logré verlo, porque, según la Señorita Porota —nuestra maestra de primero inferior—, los angelitos sólo se dejaban ver por las niñas buenas, calladitas, limpias y muy pero muy trabajadoras.

Ella, la Señorita Porota, sí los veía (por algo era maestra). a todos los veía: cada angelito sentado al lado de la niña que le había tocado en suerte, más triste o más contento según el comportamiento de la susodicha niña.

—¡A ver, tú! —decía la Señorita Porota, empinada en sus tacones—. ¡Basta ya de morisquetas! ¿O no ves que el angelito llora?

Después de observaciones como ésa, la Señorita Porota acostumbraba hacernos cantar a coro:

"—¿A dónde va la niña coqueta?
Chirunflín, chirunflán...
—A recoger violetas.
Chirunflín, chirunflán...
—¡Ay, si te viera el ángel!
Chirunflín, chirunflan..."

La máxima preocupación de la Señortia Porota —y juro que nos la transmitió— era que, entre juegos de manos o apretujones, algún angelito recibiera un mal golpe.

—¡Por eso las compañeras de banco deben mantenerse bien separadas! —decía. Y bajando la voz agregaba misteriosamente:

—Para no molestarlos a ELLOS...

Nunca lo puede corroborar fehacientemente, pero se comentaba que las niñas malas del grado —las que eran desprolijas, bocasucias y siempre se sentaban atrás porque ya no tenían remedio y mucho la cabeza no les daba— habían intentado varias veces acabar con sus respectivos angelitos, frotándose unas con otras para reventarlos y cortando el aire con sus tijeritas de labor. (¿Acaso ignoraban, las muy bobitas, que ELLOS son inmortales?)

La verdad es que los angelitos nos tenían con el Jesús en la boca. Especialmente durante los recreos, en los que había que cuidar que no se cayeran ni se tropezaran con los bebederos ni se perdieran por ahí (después de todo, eran unas especies de bebés).

Lo que ninguna de nosotras podía explicar con claridad era en qué consistía la protección que nos brindaban los angelitos. ¡Si hasta llegamos a sospechar que en realidad éramos nosotras las que los cuidábamos a ellos!

—Pueden charlar, caminar lentamente por el patio, jugar a rondas y otros juegos de niñas —nos decía la maestra—. ¡Así los angelitos estarán contentos!

Y entonces yo, que lo que quería de verdad en la vida era ser pirata, miraba con envidia a los varones de la Señorita Lucrecia, que en los recreos corrían, saltaban y se divertían como si nada.

—Señorita —me animé a preguntar un día—, los varones del otro grado ¿no tienen angelito o qué?

Como ella no me contestó, después de un rato volví a mi juego de niñas.

Bajo la complaciente mirada de maestras y, creo, de angelitos, seguimos cantando aquello de:

"Bicho colorado mató a su mujer,
con un cuchillito de punta alfiler.
Le sacó las tripas, las salió a vender:
—¡A veinte, a veinte, las tripas de-mi-mu-jer!"

Extraído del libro Mujercitas ¿eran las de antes? y otros escritos. Buenos Aires, Sudamericana, 1998. Colección La llave.

viernes, 6 de julio de 2018

CATALEJOS. VOL. 3, NÚM. 6 (JUNIO 2018): . Revista sobre lectura, formación de lectores y literatura para niños. DOSSIER: Los espacios de la voz. Prácticas de lectura en voz alta y narración oral en contextos educativos


Tabla de contenidos
EDITORIAL

Editorial
Carola Hermida

Catalejos. Revista sobre lectura, formación de lectores y literatura para niños es una revista del Grupo de Investigaciones en Educación y Lenguaje radicado en el CELEHIS (Centro de Letras Hispanoamericanas) de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

1-3

ENFOQUES: DOSSIER.

Marta Negrin
4-18
María Andrea Dominella
19-27
Natalia Silvina Fiore
28-51
Oskar Corredor Amaya
52-65
Gabriela Bonino
66-82

TRAVESÍAS: ARTÍCULOS.

Mariana Basso Canales
83-101
Felipe Munita
102-125
Rocío Martini
126-140
Lucas Gagliardi
141-173

MIRADAS: ENTREVISTAS.

María Eva Lorena Pulley, Marina Rampogna
174-182
Marianela Trovato, Manuel Vilchez
183-194

LEVEN ANCLAS: PROPUESTAS DE INTERVENCIÓN.

María Paula Marconato, Sandra Elisabet Galiano
195-202
Mónica Bibbó
203-216
Arnaldo Gabriel Arias
217-225

HOJA DE RUTA: RESEÑAS TEÓRICAS.

Florencia Ortiz
226-233
Candelaria Perez Berazadi
234-238
Liliana Swiderski
239-245
María José Troglia
246-252

MAPOTECA: RESEÑAS EN PERSPECTIVA.

Marinela Pionetti
253-261

EN LA MIRA: RESEÑAS LITERARIAS.

Mag. Mila Alicia Cañón
262-266
Lucía Alix
267-272

Laura Giussani
273-277