lunes, 31 de julio de 2023

"EL BARCO". Un poema de Pablo Neruda

Festival Internacional de Poesía de Medellín

Pero si ya pagamos nuestros pasajes en este mundo
por qué, por qué no nos dejan sentarnos y comer?
Queremos mirar las nubes,
queremos tomar el sol y oler la sal,
francamente no se trata de molestar a nadie,
es tan sencillo: somos pasajeros.
Todos vamos pasando y el tiempo con nosotros:
pasa el mar, se despide la rosa,
pasa la tierra por la sombra y por la luz,
y ustedes y nosotros pasamos, pasajeros.

Entonces qué les pasa?
Por qué andan tan furiosos?
A quién andan buscando con revólver?

Nosotros no sabíamos
que todo lo tenían ocupado,
las copas, los asientos,
las camas, los espejos,
el mar, el vino, el cielo.

Ahora resulta
que no tenemos mesa.
No puede ser, pensamos.
No pueden convencernos.
Estaba oscuro cuando llegamos al barco.
Estábamos desnudos.
Todos llegábamos del mismo sitio,
Todos veníamos de mujer y de hombre.
Todos tuvimos hambre y pronto dientes.
A todos nos crecieron las manos y los ojos
para trabajar y desear lo que existe.

Y ahora nos salen con que no podemos,
que no hay sitio en el barco,
no quieren saludarnos,
no quieren jugar con nosotros.

Por qué tantas ventajas para ustedes?
Quién les dio la cuchara cuando no habían nacido?

Aquí no están contentos,
así no andan las cosas.

No me gusta en el viaje
hallar, en los rincones, la tristeza,
los ojos sin amor o la boca con hambre.

No hay ropa para este creciente otoño
y menos, menos para el próximo invierno.
Y sin zapatos cómo vamos a dar la vuelta
al mundo, a tanta piedra en los caminos?

Sin mesa dónde vamos a comer,
dónde nos sentaremos si no tenemos silla?
Si es una broma triste, decídanse, señores,
a terminarla pronto,
a hablar en serio ahora.

Después el mar es duro.

Y llueve sangre.

domingo, 30 de julio de 2023

"LEER Y DEJAR DECIR". Texto que la escritora boliviana Claudia Peña Claros leyó en las III Jornadas de Literatura Boliviana

Leer es escaparse, como cuando una bate la taza de leche y batiendo se deja ir, absorta entre medio del sueño y la vigilia, mirando que los otros se apuran, se mueven y hacen lo que debe ser hecho, lo que no haces vos. ¡Claudia! espetaba mi madre, porque ya debíamos salir al colegio.

Así, también leer es ausentarse, pedir un comper y perderse en algún delirio de un alguien que jamás hemos visto. Entonces, páginas después, vuelves y habías estado en tu cama, o en el mini y ya te toca bajar, o ya es tu turno en el médico, y debes arreglarte el cuerpo para que vuelva aquí, a este mundo de distancias y envejecimientos. No había estado en la nieve. No había estado en el río, ni en la guerra, no había estado el boxeador con su hambre de carne. No eras tú ese gato solo en el departamento, sino que apenas habías ido a que te midan los lentes. No estabas descubriendo aquella balanza que por decenas de años había servido para robar a los campesinos, sino que apenas era la noche de un domingo que ya se acaba. Mañana otra vez al trabajo.

Leer es escaparte, y expandirte. Recuerdo cuando leí Redoble por Rancas, recuerdo dónde lo leí, y el olor de la habitación, que contenía una pequeña biblioteca, en un centro de formación de adultos, en un pequeño pueblo del altiplano, medio abandonado y solo.

Tenía el corazón enclaustrado en esos cerros, y no podía ver nada del otro lado. Entonces fui abrazada por Manuel Scorza, por las palabras de Manuel Scorza. Había allí una ternura que me inundaba, y fue la primera vez que sentí no solo que me hundía, sino que era empapada, era dulcemente atravesada por un canto que se ejecutaba en perfecta sintonía con el vacío que tanto me angustiaba…. Rancas. Y yo veía las hierbas, las piedras, las palabras de los indios.

A veces, para salvar la vida necesitamos escapar de la vida, y en ese tiempo leer era abrir los ojos y contener campos inmensos, días y noches, vientos, las voces de los hombres y de las mujeres.

Leer es escaparte, y expandirte. Pero leer es también corromperte. A mí me corrompió Gioconda Belli, con sus cabellos largos y sus historias de revoluciones y de amantes que se dejan, sus historias de mujeres andantes y respondonas. Ella me enseñó lo que el recato me había negado, y después me separé y pude dormir feliz y sola en mi cama de dos plazas, la luna lamiendo mis piernas, los árboles de mango espiándome por la ventana.

Leer es escaparte, expandirte, corromperte. Leer también es amar hasta lo imposible, como ama García Lorca, con su amor que brota de la tierra, de los cuchillos, de la sangre. Un amor que pasa al galope, desbocado, y te arranca y te lleva en sus ancas. Con García Lorca aprendes la fuerza de las palabras, que son caballos de belfos impacientes, de crines briosas, caballos malditos hechos de deseo, de músculo, de instinto.

Escaparte, expandirse, corromperse, amar. Leer es también resistir, como resisten contra el frío o contra la muerte, o contra el tiempo, los personajes de Jack London, tan llenos de fuerzas primigenias y básicas. No como nosotros, que queremos ser dioses que no sudan y prendemos el aire; dioses que no envejecen, y nos encremamos y ejercitamos; dioses que no esperan, que no sienten dolor, que nunca están tristes. Aquellos hombres, en cambio, tienen sed de vida, hambre de persistir, y eso los hace míticos, aunque siempre pierdan, porque al final y al cabo siempre somos lo que somos nomás.

Y también está John Steinbeck, esencial. De él sólo diré que leerlo es llegar a casa: la más cobijo y cuna, la más vital. Steinbeck es un instinto, para mí.

Entonces escapar, expandirse, corromperse, amar, resistir. Tal vez antes de todo eso, y también después, leer es escribir, no como quien se dice, sino como quien deja decir, como quien se entrega, en medio de la vida, a la intensidad del tiempo que le toca, porque solamente copia quien permanece estático, quien deja de tener algo para decir. Solamente quien vive más, escribe mejor.

sábado, 29 de julio de 2023

"DEMETRIO". Un cuento de Julio Ramón Ribeyro

Dentro de un cuarto de hora serán las doce de la noche. Esto no tendría ninguna importancia si es que hoy no fuera el 10 de noviembre de 1953. En su diario íntimo Demetrio von Hagen anota: “El 10 de noviembre de 1953 visité a mi amigo Marius Carlen”. Debo advertir que Marius Carlen soy yo y que Demetrio von Hagen murió hace exactamente ocho años y nueve meses. Pocas semanas después de su muerte se publicó en un periódico local una nota mal intencionada que decía: “Como saben nuestros novelistas Demetrio von Hagen murió el 2 de enero de 1945. En su diario íntimo aún inédito se encontraron anotaciones correspondientes a los ocho años próximos. Se descubrió que lo escribía por adelantado”. Únicamente la amistad que me unía a Demetrio me incitó a emprender investigaciones para las que no encuentro otro adjetivo que el clásico de minuciosas. Si bien no lo veía desde la última guerra, conservaba de él un recuerdo simpático y siempre me pareció un hombre probo, serio, sin mucha fantasía e incapaz de cualquier mixtificación. El hecho pues de que escribiera su diario por adelantado sólo sugería dos hipótesis: o era una broma de los periodistas, que habían cotejado mal las fechas de su diario inédito o se trataba más bien del principio de un interesante enigma.

Cuando su cadáver fue trasladado a Utrecht —Demetrio murió misteriosamente en una taberna de Amberes— hice un viaje especial a dicha ciudad y extraje de la Biblioteca Municipal el manuscrito de su diario. Revisado superficialmente por los periodistas, quienes habían comprobado sólo la incongruencia de las fechas, el manuscrito se hallaba en un estado lamentable, lleno de quemaduras de cigarrillo y manchas de café. Con una paciencia de paleógrafo logré poco a poco ir descifrando sus páginas, esencialmente aquellas que se referían a los años subsiguientes a su muerte y que la presunción general tomaba por inventadas. En efecto, una lectura de primera mano podía robustecer esta opinión. Se hablaba allí de viajes prodigiosos, de amores ardientes y generalmente desesperados y de hechos también anodinos, como lo que comió en un restaurante o conversó con un taxista. Pero pronto un detalle me hizo prestar atención. En la página correspondiente al 28 de julio de 1948 decía: “Hoy asistí al sepelio de Ernesto Panclós”. El nombre de Ernesto Panclós me era vagamente familiar. Recapacitando pude precisar que tal nombre correspondía al de un amigo común que tuvimos en la infancia. Inmediatamente traté de ubicar a sus familiares, lo que no pude lograr, pero revisando los periódicos de la época comprobé que efectivamente el 28 de julio de 1948 había sido inhumado el cadáver de Ernesto Panclós. Este aserto me intrigó un poco, pero no me curó de cierto escepticismo. Pensé que podría tratarse de una simple coincidencia o de un caso de adivinación no ajeno al temperamento de los artistas. Pero de todos modos quedé preocupado y sólo por el afán de tranquilizarme decidí llevar mis indagaciones hasta sus últimas consecuencias. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 28 de julio de 2023

"NO VOLVERÉ A SER JOVEN". Un poema de Gil de Biedma por Gonzalo de Castro

 

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan solo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

jueves, 27 de julio de 2023

"ASESINOS DE LIBROS". Un artículo de Arturo Pérez-Reverte

Ver matar a un hombre, escuchar los gritos de una mujer violada o ver cómo arde una biblioteca son tres experiencias dudosamente recomendables. De todas ellas ostento el dudoso honor de haber sido testigo. Mencionadas aquí, en frío, tan bárbaras actividades parecen propias, en exclusiva, de escenarios brutales y distantes. Ya saben, tipos barbudos y sanguinarios. Y, sin embargo, todas pertenecen a la historia de la Humanidad hasta el punto de que a menudo se dan juntas en el mismo tiempo y lugar, a modo de manifestaciones de un horror idéntico y común: el que late en la condición humana.

Dejaré el tiro en la nuca y las mujeres que gritan para otra ocasión. A fin de cuentas, los libros que arden son síntoma de lo mismo, y arrancan del impulso infame que pinta la angustia indeleble en los ojos de una mujer o siembra los maizales de hombres con la garganta abierta y las manos atadas a la espalda. Todo es el mismo horror. Todo es la misma guerra.

Hace unos meses vi arder una biblioteca. Ardió durante toda una noche y una mañana, con los papeles y libros como pavesas, volando entre las paredes en llamas en todas direcciones, cayendo sobre la ciudad convertidos en cenizas. La ciudad se llama -todavía- Sarajevo. 

Para nuestra vergüenza, los siglos de la Humanidad están oscurecidos -valga el dudoso retruécano- por las llamas de bibliotecas que arden: Alejandría, Constantinopla, Córdoba, Cluny, Heidelberg, Zaragoza, Estrasburgo. Uno conocía todo eso por las lecturas, por la historia. Muchas veces había imaginado a los soldados con antorchas, las llamas iluminando los estantes, las piras de libros ardiendo. Pero jamás, hasta Sarajevo, pude imaginar qué impotencia, qué desolación puede sentir un ser humano ante el espectáculo de la destrucción de la memoria de su raza. Destrucción siempre absurda, infame. Irracional. Tengo la imagen grabada, imborrable. Esta vez no fueron soldados con antorchas, sino modernos prodigios de la tecnología. Artefactos diseñados por ingenieros competentes, de esos que tras delinear planos y bocetos se van a casa donde les espera su Maripuri con la cena, satisfechos por haberse ganado el jornal. Aquella noche, en Sarajevo, los cañones no apuntaban a la carne humana sino a la materia que conforma su alma y su inteligencia. Ya durante la anterior campaña de Croacia -¿recuerdan una ciudad llamada Bukovar?-pude comprobar que en el conflicto de los Balcanes las primeras bombas serbias siempre eran para la iglesia, los archivos, el museo de turno. Y Sarajevo no podía ser la excepción.CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 26 de julio de 2023

"PARTIR ES MORIR UN POCO". Un cuento de Jacques Sternberg

14 de marzo

No me he movido desde hace un cuarto de hora.

Podría creer que mi carne se ha convertido en una nueva materia y que mi cuerpo se ha soldado al muro que parece chuparme con su mugre y todas sus cicatrices gangrenadas.

Mis ojos no se han movido desde hace un cuarto de hora. Petrificado en una única visión, como fascinado por su absoluta falta de interés, miro la gran mancha de humedad que devora uno de los ángulos de mi celda. En tres semanas de encierro he visto a esta mancha cambiar de forma todos los días. Pero esta mañana no he tratado ni siquiera de saber el fantasma de qué objeto me sugerían sus contornos. La miro simplemente. Sintiendo quizás en forma vaga la armonía secreta que liga mis pensamientos al color turbio de la mancha. ¿Qué decir? ¿Qué pensar? ¿Estoy pensando en realidad? ¿Entonces lo que acabo de saber autoriza a un pensamiento lógico, a una red de pensamientos? ¿Es posible traducir en deducciones lo que a pesar de todo se han negado a traducir en palabras, por otra parte muy simple? ¿Se puede hacer entrar una botella de un litro en un litro de agua?

Hace tres semanas que espero al hombre que entró esta mañana en mi celda.

Pues, desde el momento en que fui condenado a muerte, espero con cierto disgusto al hombre que debe anunciarme que me han acordado el derecho de vivir. Vino esta mañana. Pronunció las palabras que yo preveía.

-Ha sido usted indultado.

-Sabe usted bien que no tengo ganas de vivir -le respondí

-No vivirá -me dijo.

Vaciló un instante antes de explicarme por qué. Parecía un poco ebrio, como sobrepasado por la situación. Tenía por qué, en verdad.

-Usted no será ejecutado, pero no vivirá. La ejecución debía tener lugar el 18 de abril, al alba. Pero en esa fecha no habrá nadie para proceder a una ejecución.

-¿Nadie?

-Así es.

En ese momento, él me reveló los hechos. Ya no más gente, ya no más mundo, además. La tierra está, en efecto, condenada a muerte. Como yo. Más que yo. El 4 de abril a las diez de la mañana, en el lugar del mundo no habrá nada. Nada más que un vacío como cualquier otro. ¿El infinito puede pasársela sin la tierra? Así parece. Sin duda ni siquiera notará este incidente privado de consecuencias en el absoluto. Un mundo de más o de menos, ¿qué importancia tiene? CONTINUAR LEYENDO

martes, 25 de julio de 2023

"PARA QUÉ SIRVE LA LECTURA". Un poema de Cristina Peri Rossi

Me llaman de una editorial
y me piden que escriba
cinco folios sobre la necesidad de la lectura
No pagan muy bien
¿quién podría pagar bien por un tema así?
pero de todos modos
necesito el dinero
así que enciendo el ordenador y me pongo a pensar.
sobre la necesidad de la lectura
pero no se me ocurre nada
es algo que seguramente sabía cuando era joven
y leía sin parar
leía en la Biblioteca Nacional
y en las bibliotecas públicas
leía en las cafeterías
y en la consulta del dentista
leía en el autobús y en el metro
siempre andaba mirando libros
y me pasaba las tardes en las librerías de usados
hasta quedarme sin un duro en el bolsillo
tenía que volver a pie a casa
por haberme comprado un Saroyan o una Virginia Woolf
Entonces los libros parecían la cosa más importante de la vida
fundamental
y no tenía zapatos nuevos
pero no me faltaba un Faulkner o un Onetti
una Katherine Mansfield o una Juana de Ibarbourou
ahora la gente joven está en las discotecas
no en las bibliotecas
yo me hice una buena colección de libros
ocupaban toda la casa
había libros en todas partes
menos en el retrete
que es el lugar donde están los libros
de la gente que no lee
a veces tenía que seguirle durante mucho tiempo
las huellas a un libro que había salido en México
o en París
una larga pesquisa hasta conseguirlo
No todos valían la pena
es verdad
pero pocas veces me equivoqué
tuve mis Pavese mis Salinger mis Sartre mis Heidegger
mis Saroyan mis Michaux mis Camus mis Baudelaire
mis Neruda mis Vallejo mis Huidobro
para no hablar de los Cortázar o de los Borges
siempre andaba con papelitos en los bolsillos
con los libros que quería leer y no encontraba
por allí andaban los Pedro Salinas y los Ambrose Bierce
la infame turba de Dante
pero ahora no sabía decir para qué maldita cosa
servía haber leído todo eso
más que para saber que la vida es triste
cosa que hubiera podido saber sin necesidad de leerlos
Cuando habían pasado cinco horas yo todavía no había escrito
una sola línea
así que me puse a escribir este poema
Llamé a los de la editorial
y les dije creo que para lo único que sirve
la lectura
es para escribir poemas
no puedo decirles más que eso
entonces me dijeron que un poema no servía,
que necesitaban otra cosa.

lunes, 24 de julio de 2023

"PELIGRO MORTAL DE LA POESÍA". Un artículo de Antonio Muñoz Molina publicado en El País el 8 de julio de 2023

Las vidas de los escritores Osip y Nadeshzda Mandelstam resuenan en la Rusia de Putin, y nos recuerdan cómo en los regímenes totalitarios la literatura fortalece su valor de resistencia y la poesía retrocede a sus orígenes de memorización y oralidad

La poesía no hace que suceda nada, dice W. H. Auden. Pero a Osip Mandelstam, la poesía le costó la cárcel y la vida, que estuvo en peligro desde que empezó a difundirse de viva voz su poema contra Stalin, justo en la época en la que se hacía más fuerte el poder del tirano, y en la que se completaban los preparativos para el Gran Terror soviético de los años treinta. Mandelstam no llegó a escribir ese poema. Tenía la costumbre de componer los suyos murmurando mientras caminaba, como hablándose en voz baja a sí mismo. Había sido un joven vanguardista que recibió con alegría la caída del Zar y la revolución liberal de febrero de 1917, pero que nunca escondió su rechazo hacia el golpe de Estado bolchevique de octubre, que puso fin por la fuerza de las armas a un proceso esperanzador de democracia constitucional. La disidencia de Mandelstam era más ética y estética que política, una rebeldía existencial contra toda ortodoxia, un desagrado visceral hacia las unanimidades forzosas y la violencia burocráticamente organizada. De joven, en la San Petersburgo cosmopolita anterior a 1914, y luego en la Petrogrado febril de los años de guerra y de las vísperas de la revolución, Mandelstam había formado parte de un grupo de poetas —Anna Ajmátova la más brillante de todos— empeñados en dejar atrás las nieblas y las abstracciones del simbolismo, y en vindicar lo concreto y al mismo tiempo lo visionario, la belleza de las cosas tangibles y el arrebato de las imágenes y las palabras surgidas de impulsos inconscientes, disciplinados por las reglas del arte, la prosodia, la rima, la métrica. Enraizados en la tradición culta y popular de la literatura rusa, aspiraban a integrarla en el espacio más amplio de la cultura humanista europea. En Kiev, en mayo de 1919, Mandelstam conoció a Nadeshzda Iakovliesna, y ya no se separaron hasta la muerte de él, en 1938. Ajmátova, que fue amiga íntima de los dos, dijo que no había visto nunca a dos personas tan enamoradas como ellos, tan fieramente unidas contra la hostilidad del mundo. A Nadeshzda Mandelstam se deben las que probablemente sean las memorias más valiosas y mejor escritas sobre la larga noche sanguinaria del estalinismo, Contra la desesperanza. Y fue gracias a ella, a su constancia, a su valentía, que se pudo salvar la mayor parte de la obra de su marido. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 23 de julio de 2023

"LA SECTA DE LOS TREINTA". Un cuento de Jorge Luis Borges

El manuscrito original puede consultarse en la Biblioteca de la Universidad de Leiden; está en latín, pero algún helenismo justifica la conjetura de que fue vertido del griego. Según Leisegang, data del siglo cuarto de la era cristiana. Gibbon lo menciona, al pasar, en una de las notas del capítulo decimoquinto de su Decline and Fall. Reza el autor anónimo:

“…La Secta nunca fue numerosa y ahora son parcos sus prosélitos. Diezmados por el hierro y por el fuego duermen a la vera de los caminos o en las ruinas que ha perdonado la guerra, ya que les está vedado construir viviendas. Suelen andar desnudos. Los hechos registrados por mi pluma son del conocimiento de todos; mi propósito actual es dejar escrito lo que me ha sido dado descubrir sobre su doctrina y sus hábitos. He discutido largamente con sus maestros y no he logrado convertirlos a la Fe del Señor.

Lo primero que atrajo mi atención fue la diversidad de sus pareceres en lo que concierne a los muertos. Los más indoctos entienden que los espíritus de quienes han dejado esta vida se encargan de enterrarlos; otros, que no se atienen a la letra, declaran que la amonestación de Jesús: Deja que los muertos entierren a sus muertos, condena la pomposa vanidad de nuestros ritos funerarios.

El consejo de vender lo que se posee y de darlo a los pobres es acatado rigurosamente por todos; los primeros beneficiados lo dan a otros y estos a otros. Esta es explicación suficiente de su indigencia y desnudez, que los avecina asimismo al estado paradisíaco. Repiten con fervor las palabras: Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan, que ni tienen cillero, ni alfolí; y Dios los alimenta. ¿Cuánto de más estima sois vosotros que las aves? El texto proscribe el ahorro: Si así viste Dios a la hierba, que hoy está en el campo, y mañana es echada en el horno, ¿cuánto más vosotros, hombres de poca fe? Vosotros, pues, no procuréis qué hayáis de comer, o qué hayáis de beber; ni estéis en ansiosa perplejidad.

El dictamen Quien mira una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón es un consejo inequívoco de pureza. Sin embargo, son muchos los sectarios que enseñan que si no hay bajo los cielos un hombre que no haya mirado a una mujer para codiciarla, todos hemos adulterado. Ya que el deseo no es menos culpable que el acto, los justos pueden entregarse sin riesgo al ejercicio de la más desaforada lujuria.

La Secta elude las iglesias; sus doctores predican al aire libre, desde un cerro o un muro o a veces desde un bote en la orilla. CONTINUAR LEYENDO



sábado, 22 de julio de 2023

"EL RASTRO DE TU SANGRE EN LA NIEVE". Un cuento de Gabriel García Márquez

Al anochecer, cuando llegaron a la frontera, Nena Daconte se dio cuenta de que el dedo con el anillo de bodas le seguía sangrando. El guardia civil con una manta de lana cruda sobre el tricornio de charol examinó los pasaportes a la luz de una linterna de carburo, haciendo un grande esfuerzo para que no lo derribara la presión del viento que soplaba de los Pirineos. Aunque eran dos pasaportes diplomáticos en regla, el guardia levantó la linterna para comprobar que los retratos se parecían a las caras. 

Nena Daconte era casi una niña, con unos ojos de pájaro feliz y una piel de melaza que todavía irradiaba la resolana del Caribe en el lúgubre anochecer de enero, y estaba arropada hasta el cuello con un abrigo de nucas de visón que no podía comprarse con el sueldo de un año de toda la guarnición fronteriza. Billy Sánchez de Ávila, su marido, que conducía el coche, era un año menor que ella y casi tan bello y llevaba una chaqueta de cuadros escoceses y una gorra de pelotero. Al contrario de su esposa, era alto y atlético y tenía las mandíbulas de hierro de los matones tímidos. Pero lo que revelaba mejor la condición de ambos era el automóvil platinado, cuyo interior exhalaba un aliento de bestia viva, como no se había visto otro por aquella frontera de pobres. Los asientos posteriores iban atiborrados de maletas demasiado nuevas y muchas cajas de regalos todavía sin abrir. Ahí estaba, además el saxofón tenor que había sido la pasión dominante en la vida de Nena Daconte antes de que sucumbiera al amor contrariado de su tierno pandillero de balneario. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 21 de julio de 2023

"AYLAN". Un poema de Maria do Rosário Pedreira

Mi padre me llamó y me pidió que eligiera
una juguete, sólo uno, que me gustara mucho; y
que separara otro juguete para Aylan, que
todavía no sabía elegir; pero sólo uno, y tenía que
ser pequeño. Mi padre me explicó que esa

noche haría de todo casi nada en un bulto
ligero; porque así, después de que Aylan y yo
nos durmiéramos, él y mi madre podrían llevarnos
en brazos y no quedarse atrás. Había lágrimas en los ojos

de mi padre cuando contó que, a la mañana siguiente,
tendríamos que dejar nuestra tierra; pero pronto se
recompuso, diciendo que Kobanî ya no era del todo
nuestra tierra, que nuestra casa era la ruina de

nuestra casa, que toda Siria no era más que un tímpano
exhausto de tanto estruendo y dos ojos cansados,
pero tan cansados, de llamas y sangre. Mi padre

creía que Aylan era demasiado pequeño para
comprender y, por lo tanto, sólo le había dicho que
iríamos a dar un paseo en barco, que pasaríamos
el día en una playa y que, mientras yo y mi madre
nadábamos en el mar hasta quedar sin aliento, él
podía simplemente acostarse boca abajo en la arena,
como tanto le gustaba. Mi padre nunca nos mintió.

jueves, 20 de julio de 2023

"QUIERE LEER CONMIGO, TODAVÍA". Un artículo de la escritora Aroa Moreno Durán publicado en El País el 8 de julio de 2023

El ritual es el mismo cada anochecer. Se pone el pijama, pasa por el baño y a la cama. Salta y salta sobre el colchón. Se ríe siempre, se le ocurren en ese momento del día todas las preguntas de su vida, apura el sol. Qué difícil es el verano para mandar a dormir a los niños. Bajamos la persiana, encendemos la luz de la mesilla y él elige un libro de su estantería. A veces, continúa con el que dejó ayer; a veces, quiere un cómic o un atlas de dinosaurios o uno de risa. Casi siempre uno gamberro. Yo no tengo sentido del humor leyendo, pero él sí. Él quiere pasárselo muy bien. Y quiere leer conmigo, todavía.

Hasta ahora, la lectura habitaba en ese lugar del día, al final. Nunca es una obligación. Pero creo que él piensa que la jornada termina siempre así para todos. Es lo que hemos hecho durante toda su vida. Entiende sin entender que leer es su buenas noches, su pequeño narcótico, su infusión. Le pregunto ahora mismo por qué le gusta leer y me dice tres cosas: porque aprende, porque se divierte y porque así pasa tiempo con nosotros. La última respuesta no la vi venir. Se llama Pablo y tiene siete años.

Qué es lo que hace que un niño elija leer. Sin duda, tener libros a mano es una premisa. Ver a sus padres hacerlo puede que también. Me parece importante que decida los títulos en cuanto sea capaz. Para mí, ninguna de esas tres cosas lo fue. Sí hay un libro en la vida de cada uno que nos transforma en lector. Un libro con el que dices quiero regresar a ese lugar imposible, quiero perder de nuevo la noción de las horas, de todo el ruido exterior. E interior. Y, a veces, con esa novela, con ese poema, con ese juego de las palabras, también puedes llegar a decirte: ahora voy a intentar escribirlo. Nadie sabe, excepto quien lo sostiene, la intimidad a la que responde un libro. Y esta es la verdad: a él le ha convertido en lector Capitán Calzoncillos.

Casi nunca elegiría para él los libros que él señala en la librería o en la biblioteca. Qué gran decepción que le pesara el ritmo de El libro de la selva o que no le interesaran los poemas de Gloria Fuertes. Hay álbumes preciosos, de ilustraciones delicadas y textos donde cada palabra tiene un peso y una belleza. Pero si eso no es lo que necesita para su verano, ¿no estaría poniendo trabas a la lectura? ¿No estaría traicionando la libertad de leer? ¿No estaría dinamitando el puente que le conducirá hacia otras páginas? CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 19 de julio de 2023

"LA TRISTEZA". Un cuento de Anton Chejov

La capital está envuelta en las penumbras vespertinas. La nieve cae lentamente en gruesos copos, gira alrededor de los faroles encendidos, extiende su capa fina y blanda sobre los tejados, sobre los lomos de los caballos, sobre los hombros humanos, sobre los sombreros.

El cochero Yona está todo blanco, como un aparecido. Sentado en el pescante de su trineo, encorvado el cuerpo cuanto puede estarlo un cuerpo humano, permanece inmóvil. Diríase que ni un alud de nieve que le cayese encima lo sacaría de su quietud.

Su caballo está también blanco e inmóvil. Por su inmovilidad, por las líneas rígidas de su cuerpo, por la tiesura de palo de sus patas, aun mirado de cerca parece un caballo de dulce de los que se les compran a los chiquillos por un copec. Hállase sumido en sus reflexiones: un hombre o un caballo, arrancados del trabajo campestre y lanzados al infierno de una gran ciudad, como Yona y su caballo, están siempre entregados a tristes pensamientos. Es demasiado grande la diferencia entre la apacible vida rústica y la vida agitada, toda ruido y angustia, de las ciudades relumbrantes de luces. 

Hace mucho tiempo que Yona y su caballo permanecen inmóviles. Han salido a la calle antes de almorzar; pero Yona no ha ganado nada.

Las sombras se van adensando. La luz de los faroles se va haciendo más intensa, más brillante. El ruido aumenta. CONTINUAR LEYENDO

martes, 18 de julio de 2023

"LOS ESTATUTOS DEL HOMBRE". Un poema de Thiago de Mello

Artículo 1.
Queda decretado que ahora vale la vida,
que ahora vale la verdad,
y que de manos dadas
trabajaremos todos por la vida verdadera.

Artículo 2.
Queda decretado que todos los días de la semana,
inclusive los martes más grises,
tienen derecho a convertirse en mañanas de domingo.

Artículo 3.
Queda decretado que, a partir de este instante,
habrá girasoles en todas las ventanas,
que los girasoles tendrán derecho
a abrirse dentro de la sombra;
y que las ventanas deben permanecer el día entero
abiertas para el verde donde crece la esperanza.

Artículo 4.
Queda decretado que el hombre
no precisará nunca más
dudar del hombre.
Que el hombre confiará en el hombre
como la palmera confía en el viento,
como el viento confía en el aire,
como el aire confía en el campo azul del cielo.

Parágrafo único:
El hombre confiará en el hombre
como un niño confía en otro niño.

Artículo 5.
Queda decretado que los hombres
están libres del yugo de la mentira.
Nunca más será preciso usar
la coraza del silencio
ni la armadura de las palabras.
El hombre se sentará a la mesa
con la mirada limpia,
porque la verdad pasará a ser servida
antes del postre.

Artículo 6.
Queda establecida, durante diez siglos,
la práctica soñada por el profeta Isaías,
y el lobo y el cordero pastarán juntos
y la comida de ambos tendrá el mismo gusto a aurora.

Artículo 7.
Por decreto irrevocable
queda establecido
el reinado permanente
de la justicia y de la claridad.
Y la alegría será una bandera generosa
para siempre enarbolada
en el alma del pueblo.

Artículo 8.
Queda decretado que el mayor dolor
siempre fue y será siempre
no poder dar amor a quien se ama,
sabiendo que es el agua
quien da a la planta el milagro de la flor.

Artículo 9.
Queda permitido que el pan de cada día
tenga en el hombre la señal de su sudor.
Pero que sobre todo tenga siempre
el caliente sabor de la ternura.

Artículo 10.
Queda permitido a cualquier persona,
a cualquier hora de la vida,
el uso del traje blanco.

Artículo 11.
Queda decretado, por definición,
que el hombre es un animal que ama,
y que por eso es bello,
mucho más bello que la estrella de la mañana.

Artículo 12.
Decrétese que nada estará obligado ni prohibido.
Todo será permitido.

Traducción de Mario Benedetti

lunes, 17 de julio de 2023

“La literatura nos permite comprender las razones del otro”: Ana Maria Machado

Autora de más de un centenar de historias para el público infantil y juvenil, así como de novelas y ensayos, Ana Maria Machado (Río de Janeiro, Brasil, 1941) es también artista plástica y periodista. Se ha desempeñado principalmente como editora y aguda crítica teatral, labores de las que decidió apartarse para dedicarse a escribir y fundar Malasartes, la primera librería de su país especializada en literatura infantil.

“Soy escritora y la ficción me permite dar cuenta de lo que ocurre en el entorno; soy también autora de novelas históricas que están insertas en nuestra vida”, advierte la formidable intelectual, quien acostumbra dedicar las mañanas a la escritura y continúa siendo una ávida lectura de autores como Philip Roth –a quien espera ver consagrarse con el Premio Nobel de Literatura–, Albert Camus, Gabriel García Márquez, José Saramago o Rubem Fonseca.

De vuelta a Río de Janeiro, tras finalizar su doctorado en lingüística de la École Practique des Hautes Études de París, dictó clases de teoría literaria y literatura brasileña en la Universidad Federal y la Escuela de Comunicación, para luego ocupar el cargo como primera catedrática de literatura infantil en la Pontificia Universidad Católica.

Leer para escribir y dialogar

¿Qué libros recuerda haber leído durante su niñez?
Mi papá tenía la costumbre de tomar un libro en su versión original para luego contármelo con sus propias palabras: recuerdo El Quijote, Las aventuras de Robinson Crusoe, así como Los viajes de Gulliver, sobre todo la parte correspondiente a Liliput: ese hombre inmenso rodeado de todos esos seres pequeñitos, y que sin embargo habían logrado atarlo y mantenerlo preso.

Él también me contaba muchos cuentos de hadas e historias que hacen parte de la tradición literaria universal: los cuentos de Charles Perrault y Han Christian Andersen. Recuerdo mucho las historias de El gato con botas o El patito feo.

Y además mis padres también tenían la costumbre de leerme con frecuencia las historias de Monteiro Lobato, un escritor brasileño muy destacado quien escribió para niños entre las décadas del 20 y el 40, considerado todo un clásico.

¿Dedicaban un momento especial para realizar estas lecturas?

Es posible, pero la verdad no lo recuerdo; sé bien quién me contó una historia o me habló de un cuento porque no necesariamente tenía que ser una actividad para antes de dormir. Papá y mamá me contaban cuentos todo el tiempo.

¿Por qué resulta tan importante que los clásicos literarios puedan estar al alcance de los niños?

Hay dos posturas sobre este asunto: la de aquellos países desarrollados en los que hay una tradición respecto a la importancia de la lectura de este tipo de obras, en las que el esfuerzo debe hacerse en la expansión y modernización de sus bibliotecas, y la de países como los nuestros, de tradición mucho más reciente, en los que muchas veces se debe comenzar a partir de cero.

Uno de los principales aliados en procura de construir esta tradición es sin lugar a dudas la escuela y posteriormente la multiplicación de bibliotecas, porque los niños deben habituarse a convivir con los libros, saber que ahí están y que pueden tomarlos cuando quieran.

Las bibliotecas podrán ser importantes en la medida que sean capaces de tener una programación novedosa y divertida que resulte atractiva para los niños, aunque insisto en que esto hace parte de una segunda fase.

Fuente:MaguaRed. Cultura y primera infancia en la web

domingo, 16 de julio de 2023

"EL FALSO AUTOESTOP". Un cuento de Milan Kundera

La manecilla del nivel de la gasolina cayó de pronto a cero y el joven conductor del coupé afirmó que era cabreante lo que tragaba aquel coche.

—A ver si nos vamos a quedar otra vez sin gasolina —dijo la chica (que tenía unos veintidós años) y le recordó al conductor unos cuantos sitios del mapa del país en los que ya les había sucedido lo mismo.

El joven respondió que él no tenía motivo alguno para preocuparse porque todo lo que le sucedía estando con ella adquiría el encanto de la aventura. La chica protestó; siempre que se les había acabado la gasolina en medio de la carretera, la aventura había sido sólo para ella, porque el joven se había escondido y ella había tenido que utilizar sus encantos: hacer autoestop a algún coche, pedir que la llevasen hasta la gasolinera más próxima, volver a parar otro coche y regresar con el bidón. El joven le preguntó si los conductores que la habían llevado habían sido tan desagradables como para que ella hablase de su misión como de una humillación. Ella respondió (con pueril coquetería) que a veces habían sido muy agradables, pero que no había podido sacar provecho alguno porque iba cargada con el bidón y había tenido además que despedirse de ellos antes de que le diera tiempo de nada.

—Miserable —le dijo el joven.

La chica afirmó que la miserable no era ella, sino precisamente él; ¡quién sabe cuántas chicas le hacen autoestop en la carretera cuando conduce solo! El joven cogió a la chica del hombro y le dio un suave beso en la frente. Sabía que ella lo quería y que tenía celos de él. Claro que ser celoso no es una cualidad muy agradable, pero, si no se emplea en exceso (si va unida a la humildad), presenta, además de su natural incomodidad, cierto aspecto enternecedor. Al menos eso era lo que el joven creía. Como no tenía más que veintiocho años, le parecía que era muy mayor y que había aprendido ya todo lo que un hombre puede saber de las mujeres. Lo que más apreciaba de la chica que estaba sentada a su lado era precisamente aquello que hasta entonces había encontrado con menor frecuencia en las mujeres: su pureza.

La manecilla ya estaba a cero cuando el joven vio a la derecha un cartel que indicaba (con un dibujo en negro de un surtidor) que la gasolinera estaba a quinientos metros. La chica apenas tuvo tiempo de afirmar que se había quitado un peso de encima, cuando el joven ya estaba poniendo el intermitente de la izquierda y entrando en la explanada en la que estaban los surtidores. Pero tuvo que detenerse a un lado porque, junto al surtidor, había un voluminoso camión con un gran depósito de metal que mediante una gruesa manguera llenaba de gasolina el depósito del surtidor. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 14 de julio de 2023

"QUISIERA". Un poema de Franco Buffoni

 

QUISIERA hablar con esta foto mía al lado del piano,
al niño de once años de cachetes rosados
decirle no hace falta tomarse tan a pecho
los juegos con los primos,
ni imitarlos acribillando con ladrillos
las dalias del vecino
no para divertirte
sino para sentirte de verdad como uno más.
¿De verdad como uno más?
Decirle deja que se vayan
y con ellos las dianas que golpean,
y regresa tranquilo a tus dibujos
tus mapas mudos,
ganarás tú. Vas a sufrir.

jueves, 13 de julio de 2023

"DERECHOS DE LEER DE LOS NIÑOS". Internarional Literacy Association (ILA)

  1. Los niños tienen el derecho humano básico de leer.
  2. Los niños tienen el derecho de acceder textos en formatos impresos y digitales.
  3. Los niños tienen el derecho de escoger lo que lean. 
  4. Los niños tienen el derecho de leer textos que sean un reflejo de sus experiencias y lenguajes, que provean un vistazo de las vidas de otros y que le abran puertas hacia nuestro diverso mundo. 
  5. Los niños tienen el derecho de leer por placer. 
  6. Los niños tienen el derecho de tener un ambiente para leer donde se sientan apoyados por compañeros instruidos. 
  7. Los niños tienen el derecho de tener tiempo extendido para leer. 
  8. Los niños tienen el derecho de compartir lo que aprenden a través de la lectura colaborando con otros localmente y globalmente. 
  9. Los niños tienen el derecho de usar la lectura como plataforma de lanzamiento hacia otras formas de comunicación tales como la escritura, el habla y la representación visual. 
  10. Los niños tienen el derecho de beneficiarse de los recursos financieros y materiales del gobierno, agencias y organizaciones que fomenten la lectura y la enseñanza de la lectura.

miércoles, 12 de julio de 2023

"UN PEZ EN EL HIELO". Un cuento de Ricardo Piglia.

Emilio Renzi estaba en la terraza de un bar en la plaza Carlo Felice, frente a la estación de Turín, a la mañana temprano, cuando la vio. No podía ser. Inés estaba ahí, en una mesa cercana, con el tipo de pelo blanco. Con el canalla de pelo blanco que la había traído a Europa. Llevaba el vestido azul que Emilio le había regalado y sonreía, hermosísima, en la claridad del verano.

Ella lo descubrió a su vez, incrédula y un poco irritada, como si pensara que Emilio la estaba siguiendo. Y la estaba siguiendo, claro, con la imaginación, desde la tarde en que Inés lo dejó y se fue para siempre aunque él le había dicho «quedate, casémonos».

Habían pasado varios meses y ahora Emilio estaba en Italia con una beca para estudiar la obra de Pavese. Había buscado un pretexto para escapar de Buenos Aires, para dejar de pensar en ella y poder olvidarla, y sin embargo, ahora la tenía enfrente, sentada bajo la sombra de las sombrillas de colores. Lo que tememos más secretamente siempre ocurre. ¿Qué hacía ella en Turín?

Como si le leyera el pensamiento, la muchacha le hizo un gesto de pregunta y después se levantó y fue para el bar, y antes de entrar en el salón se dio vuelta para mirarlo y movió la cara con una expresión de fastidio que le conocía bien.

Emilio la siguió y entró en el local. No la vio. Los baños estaban abajo, junto a los teléfonos. Había una escalera y después un pasillo que se perdía en la oscuridad. Tampoco estaba ahí. Salió del salón y volvió al calor sofocante de la calle. Todo parecía un sueño. Ni ella ni el hombre de pelo blanco estaban en el bar. Se habían ido precipitadamente, tal vez pensaron que él podía crearle problemas. ¿Le habría dicho ella la verdad al hombre de pelo blanco? Ese que está en el costado es Emilio y me viene siguiendo desde Buenos Aires… CONTINUAR LEYENDO

martes, 11 de julio de 2023

"EL DERROTADO". Un poema de Ángel González

Atrás quedaron los escombros:
humeantes pedazos de tu casa,
veranos incendiados, sangre seca
sobre la que se ceba -último buitre-
el viento.

Tú emprendes viaje hacia adelante, hacia
el tiempo bien llamado porvenir.
Porque ninguna tierra
posees,
porque ninguna patria
es ni será jamás la tuya,
porque en ningún país
puede arraigar tu corazón deshabitado.

Nunca -y es tan sencillo-
podrás abrir una cancela
y decir, nada más: «buen día,
madre
».
Aunque efectivamente el día sea bueno,
haya trigo en las eras
y los árboles
extiendan hacia ti sus fatigadas
ramas, ofreciéndote
frutos o sombra para que descanses.

lunes, 10 de julio de 2023

Mercedes Sosa: SÓLO LE PIDO A DIOS. Letra y música de León Gieco

Sólo le pido a Dios
que el dolor no me sea indiferente
que la reseca muerte no me encuentre
vacía y sola sin haber hecho lo suficiente.

Sólo le pido a Dios
que lo injusto no me sea indiferente
que no me abofeteen la otra mejilla
después que una garra me arañó la suerte.

Sólo le pido a Dios
que la guerra no me sea indiferente
es un monstruo grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente.

Sólo le pido a Dios
que el engaño no me sea indiferente
si un traidor puede más que unos cuantos
que esos cuantos no lo olviden fácilmente.

Sólo le pido a Dios
que el futuro no me sea indiferente
desgraciado es el que tiene que marchar
a vivir una cultura diferente

Sólo le pido a Dios
que la guerra no me sea indiferente
es un monstruo grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente.

domingo, 9 de julio de 2023

"NO LE GRITES TANTO AL NIÑO: LA NEUROCIENCIA NOS MUESTRA CÓMO EDUCAR EN EL SIGLO XXI". Un artículo de Carmen Pérez-Lanzac publicado en El País el 18 de junio de 2023

Los avances científicos de los últimos 20 años están alumbrando una revolución educativa. Castigos y amenazas, cuando son habituales, dañan el cerebro de los menores

Hay una mujer en Francia que está preocupada por la salud mental de los más pequeños y que tiene un mensaje con el que va a todos lados: necesitamos una revolución educativa, cambiar el trato que les damos a los niños. Los recientes avances neurocientíficos señalan que los castigos, los gritos, las amenazas no solo no funcionan, sino que acaban afectando al cerebro de los menores y causando cambios permanentes que, a la larga, les provocan problemas como depresión o ansiedad. Urge que muchos modifiquemos nuestra relación con los menores.

La idea de que hay que redefinir nuestra relación con los pequeños está muy extendida. Abundan las opiniones sobre este asunto, todo el mundo tiene la suya. Aunque los adoremos, a veces es complicado que no se escape un grito. La contención no es cosa fácil. En redes sociales, millones siguen a los gurús de la llamada “educación positiva”, aunque algunos no saben que este sector está viviendo un auge científico.

La mujer francesa con un mensaje es Catherine Gueguen (1950, Caen, Normandía), pediatra durante 28 años del hospital franco-británico Levallois-Perret, a un paseo del Arco del Triunfo de París. Cuando habla, Gueguen también aporta datos globales de Unicef: cuatro de cada cinco niños son sometidos a una educación violenta verbal o físicamente. El 80% de ellos recibe azotes o tortazos u otros castigos corporales. Y aporta los resultados de una reciente encuesta (octubre de 2022) en Francia: el 79% de 1.314 cabezas de familia reconocía usar violencia psicológica al educar a sus hijos. “Puedes pensar que la violencia no está muy extendida, pero créeme, lo está”, dice. “Como pediatra he oído a muchos padres contarme que cuando pierden los nervios castigan, amenazan o incluso golpean a sus hijos”.

Gueguen tenía 44 años cuando se publicó un libro que dio un vuelco al conocimiento de que disponíamos sobre nuestra mente: El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano, de 1994, del neurólogo de origen portugués Antonio Damasio, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica de 2005. En él, el neuroinvestigador otorgó a nuestras emociones y sentimientos el papel que merecen en nuestro comportamiento. “No le dábamos importancia, lo considerábamos algo secundario”, dice Damasio por teléfono. “Y sin embargo, las emociones son esenciales. Quise darles el papel que les corresponde; son las que nos hacen humanos”. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 8 de julio de 2023

«NOLI ME TANGERE». Un cuento de Pilar Adón

Había cogido el autobús para ir al embarcadero aquella misma mañana. La pequeña maleta que llevaba no pesaba demasiado y, afortunadamente, no tuvo que detenerse para hablar con nadie de camino a la estación. Una vez en el autobús, después de comprar el billete y de respirar con algo más de tranquilidad al verificar que nadie se acercaba a ella con la intención de averiguar qué era lo que estaba haciendo y adónde se dirigía, decidió que lo mejor sería sentarse cerca del conductor e, inmediatamente, abrir un libro para esconderse dentro y no apartar los ojos de él hasta haber llegado a su destino.

Cuando el autobús se puso en marcha, se fijó en los demás pasajeros: un hombre de unos sesenta años se había sentado al otro lado del pasillo, en la segunda fila, junto a la ventana, y cuando sus miradas se cruzaron él sonrió abiertamente en su dirección, como si conociera a Julia desde hacía tiempo pero estuviera intentando ser discreto. Aunque lo cierto era que no se conocían en absoluto. Detrás de ella, tres asientos más allá, una pareja había comenzado a discutir en el mismo instante en que arrancaba el motor. Seguramente habían empezado a pelearse ya en la calle o quizá incluso antes, en su casa. Si pusiera un poco de atención, podría entender por qué discutían y qué era lo que se estaban diciendo con voz ronca en parte por el sueño del que todavía no se habían desprendido del todo y en parte por los esfuerzos que hacían los dos por disimular el tono de sus reproches. En una ocasión, Julia pudo oír claramente cómo ella decía: «¿Quieres hacer el favor de bajar la voz? ¿Es que quieres que se entere todo el mundo?»

Los demás, tres chicos de unos dieciocho años, se habían acomodado en los asientos de la última fila, donde podían estirar las piernas e incluso, como harían más tarde, encender un cigarrillo.

Una vez supo con certeza que allí dentro nadie sabía quién era, por fin pudo dejarse llevar por la velocidad de los árboles. Mantenía su libro abierto (un árbol… Otro árbol…), pero por el momento, y aunque conociera bien el paisaje de la isla, iba a dedicarse a mirar por la ventana. Todas sus dudas previas habían desaparecido, se habían evaporado, en el momento en que había comenzado el acto mismo del viaje, el movimiento. Tal vez porque, de repente, sus expectativas debían centrarse en el destino y, por ello, las personas y los objetos que se quedaban en el lugar que acababa de abandonar dejaban de tener tanta importancia. O tal vez porque la suave vibración del desplazamiento le producía una calma extraña, una espontánea entereza que le recordaba que su recorrido de las próximas horas ya no iba a depender de ella y que cualquier decisión, cualquier propósito, debía quedar pospuesto hasta el momento de la llegada. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 7 de julio de 2023

"NO TENGO CASA A LA QUE VOLVER". Un poema de Miriam Reyes

No tengo casa a la que volver
ni esperanza de la que colgarme
por eso camino.

Las casas se derrumban a mi paso
la tierra es una alfombra de escombros.
Me detengo a admirar la belleza de las palas mecánicas
los movimientos de las excavadoras me erizan de deseo.
De noche las contemplo:
los perfiles inmóviles de las palas
descansando sobre el cielo azul cobalto
al lado de la luna de luz nacarada
son aún más hermosos que los brazos de los hombres que las manipulan
y las excavadoras
con sus enormes bocas abiertas y llenas todavía
de tierra y escombros
parecen enormes animales muertos.

Mis padres me enseñaron a no tener nunca nada.
Ellos me enseñaron a no volver nunca a casa
a no decir nunca esta casa es mía
aquí me quedo yo
en este lugar que amo.

Cierro la puerta y no necesito mirar atrás para saber
que la casa ya no existe más.
En ninguna parte sin hablar con nadie estoy
pero si nos cruzamos
puedo enseñarte a caminar sonriente sobre la desolación.

jueves, 6 de julio de 2023

"DEMOCRACIA PARA LAS NIÑECES Y ADOLESCENCIAS". Por María Emilia López

¿Qué aportan (o pueden aportar) las bibliotecas a la noción de democracia para la primera infancia? ¿Qué significa democracia en términos de inclusión cuando hablamos de primeros lectores? ¿Qué relaciones existen entre la democracia, la lectura y las interacciones humanas?

Democracia para bebés

Los bebés, mi público favorito, con los que paso horas y horas de lunes a viernes, en una intensa convivencia humana, lúdica y lectora, son los seres más enigmáticos en el plano de la lectura. Sin embargo, durante mucho tiempo fueron invisibles en las bibliotecas, de la misma manera que los libros estaban ausentes de los jardines de niños.

Sin entrar en demasiado detalle, podría decir que los 80 niños y niñas de 45 días de vida a 3 años, a los que acompaño cada año como directora de un centro de educación infantil, se convierten, en esos escasos tres años compartidos, en eximios lectores, en lectores literarios de alto vuelo, en seres metafóricos que hacen del lenguaje verbal una casa propia perfumada y permanente, que los cobija del tumultuoso magma de sentidos en pugna de estos tiempos.

Democracia para bebés, en el plano de la lectura, es hacer que las políticas públicas los registren como seres hambrientos de lengua escrita, de oralidad poética, y provean los insumos materiales y humanos necesarios para que la situación de lectura, de lecturar, acontezca.

No todas las familias tienen acceso a los libros, eso ya lo sabemos, menos aun cuando tu hijo tiene 6 meses y todo urge más que la lectura, “aparentemente”. ¿Por qué señalo y encomillo lo aparente?

Los bebés son básicamente seres de interacción, y en un mundo donde el lenguaje oral se adelgaza, donde los adultos estamos mutando hacia otra formas de interacción que no ponen en juego el cuerpo, la palabra, la gestualidad, y por lo tanto vamos perdiendo ciertas habilidades para la sincronía rostro a rostro, cuerpo a cuerpo, (algo fundamental en las demandas de los bebés), la presencia de los libros y de mediadores que articulen la relación bebé, madre / padre / abuela / maestra y libro resulta fundamental. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 5 de julio de 2023

"NARRACIÓN DE LA ISLA". Un cuento de Giovanni Papini

El sábado por la tarde vi aparecer de pronto un hombre al cual no había visto desde hacía más de veinte años. Con Pat Cairness conocí el hambre y el espanto en Frisco, en los primeros tiempos de mi llegada. Pat, un irlandés lleno de espíritu y de recursos, me salvó más de una vez de la desesperación. Desde que llegué a esta ciudad del Este no había sabido nada más de él.

Cuando se presentó, sin decir su nombre, no le reconocía. Ha cambiado de color y me parece que hasta de corpulencia. Era un junco de piel blanca y se me ha convertido en una encina de color moreno. Ha hecho, según dice, de viajero; en los primeros años por necesidad y luego por curiosidad. No hay país que no haya visto, mar que no haya surcado, carretera que no haya recorrido. Habla ocho lenguas y unos veinte dialectos; ha sido reclutador de coolies, socio de piratas, negociante de serpientes, jefe hechicero, falso monje budista, guía de los desiertos, todos los oficios, en suma, de la gente que no tiene más vocación que la de cambiar de lugar. Si escribiese sus recuerdos haría un libro mucho más rico que los de Melville y de Jack London.

Me dijo, sin embargo, que el tiempo de las aventuras ya ha pasado, que no hay ningún lugar de la tierra donde no se encuentren huellas de viajeros y de civilización, que es casi imposible encontrar un pedazo de selva o de estepa donde no haya penetrado un blanco. En todos sus viajes no pudo descubrir más que una isla desconocida hasta entonces por los marineros y los geógrafos. Una isla del Pacífico, un poco más grande que una de las islas Sandwich, al sur de Nueva Zelanda. Se halla habitada por unos cuantos centenares de melanesios papúes, que arribaron allí con sus barcas hace muchos siglos.

-La singularidad de esta isla -me contaba Pat Cairness- no se halla en su aspecto, que es muy parecido al de las demás islas del Pacífico, ni en sus habitantes, que han conservado las costumbres y tradiciones de su raza. Está en esto: los jefes han reconocido hace mucho tiempo que la isla no puede alimentar más que a un número fijo de habitantes. Este número es precisamente de setecientos setenta. Gran parte del suelo, montuoso, es estéril, y en el mar no hay mucha pesca. De fuera no puede llegar nada porque nadie, después de ellos, ha desembarcado en la isla, y los sucesores de los primeros inmigrantes han olvidado el arte de construir grandes embarcaciones. Por esta razón la asamblea de jefes promulgó en tiempo inmemorial una extrañísima ley: la de que a cada nuevo nacimiento debe seguir una muerte, de manera que el número de los habitantes no rebase nunca el de setecientos setenta. Es una ley, según creo, única en el mundo y que hace observar con toda severidad el Consejo de los ancianos, compuesto de brujos y guerreros. Como en todos los países del mundo, los nacimientos superan a las muertes naturales, por lo que todos los años diez o veinte de esos infelices segregados del mundo deben ser muertos en la tribu. El espanto del hambre ha hecho inventar a los oligarcas papúes un sistema estadístico muy burdo, pero preciso. Una vez al año, en primavera, se reúne la asamblea y se lee la lista de los nacidos y de los muertos. Si son, por ejemplo, veinte los nacidos y ocho los muertos, es necesario que doce vivientes sean sacrificados para la salvación de la comunidad. Durante un cierto tiempo, según me dijeron, tocaba a los ancianos el morir; pero como el Consejo de los Jefes está formado en su mayoría de ancianos, éstos se las arreglaron de manera, recurriendo a no sé qué astucias, que se confiase a la suerte la cuestión de diezmar la tribu. Cada habitante posee una tablilla donde se halla inscrito, por medio de un dibujo o de un jeroglífico, su nombre. Llegado el día terrible, esas tarjetas de los vivos son reunidas en el casco de una barca enterrada ante la tienda del Consejo y revueltas cuidadosamente con un remo por el hechicero más viejo. Luego se suelta un perro, adiestrado para este fin, el cual se mete en la barca, agarra con los dientes una de las tablillas, la entrega al brujo y repite la operación todas las veces que sea necesario. A los designados se les conceden tres días para despedirse de la familia y para suprimirse de la manera que les sea más agradable. Si después de tres días hay alguno que no ha tenido valor para suicidarse, es capturado por cuatro hombres elegidos entre los más robustos, encerrado en un saco de piel junto con algunas piedras, y arrojado al mar. CONTINUAR LEYENDO

martes, 4 de julio de 2023

"UN SEÑOR MADURO CON UNA OREJA VERDE". Un poema de Gianni Rodari

Ilustración: Margarita Espertino
Un día, en el expreso de Soria a Monterde,
vi que subía un hombre con una oreja verde.

No era ya un hombre joven sino más bien maduro,
todo menos su oreja, que era de un verde puro.

Cambié pronto de asiento y me puse a su lado
para estudiar el caso de cerca y con cuidado.

Le pregunté: —Esa oreja que tiene usted, señor,
¿cómo es de color verde si ya es usted mayor?

Puede llamarme viejo —me dijo con un guiño—,
esa oreja me queda de mis tiempos de niño.

Es una oreja joven que sabe interpretar voces
que los mayores no llegan a escuchar:

Oigo la voz del árbol, de la piedra en el suelo,
del arroyo, del pájaro, de la nube en el cielo.

Y comprendo a los niños cuando hablan de esas cosas
que en la oreja madura resultan misteriosas…

Eso me contó el hombre con una oreja verde
un día, en el expreso de Soria a Monterde.

lunes, 3 de julio de 2023

"FINALIZA, POR ESTE CURSO, LA TERTULIA LITERARIA DIALÓGICA DE PEÑASCAL-BOLUETA"

El jueves 22 de junio tuvimos la útlima sesión de este curso de Lectura Dialógica Compartida. En esta ocasión, la temática de la que compartimos lecturas, palabras y sentimientos fue la de DERECHOS HUMANOS Y CULTURA. Durante dos horas fuimos exponiendo y dialogando acerca de cómo se relacionan o cómo han de relacionarse los derechos y los mandatos de cada cultura, incluidas las distintas religiones. Fue un intercambio muy vivo y basado, en muchos casos, en la experiencia de jóvenes de otros lugares, hombres y mujeres, que han sentido en sus carnes o, si se quiere, han padecido el choque entre Derechos y Culturas. Pero también participamos desde nuestra experiencia, vivencia y lucha frente a los mandatos culturales de esta sociedad de aquí en la que también con frecuencia se contradicen Derechos y Cultura.

La evaluación de la sesión, según me comenta Aitor, que es el eje de esta Tertulia, ha sido muy positiva. Incluso, me dice, que hay quien quiere asistir a las del curso que viene aunque ya no esté matriculado. En fin, como dice él: ya veremos...

Por nuestra parte (Aitor, Ana, Marta... y el que suscribe), tenemos la intención de seguir el curso que viene esta andadura que ya dura varios años. 

Para finalizar, aquí os pongo los materiales que hemos utilizado y que podéis descargarlos para utillizarlos en posibles Tertulias.

domingo, 2 de julio de 2023

"PANTALLAS EN LAS AULAS, UN COMPLEJO DEBATE". Un artículo de José A. Cano publicado en la revista Ethic el 16 de junio de 2023

El anuncio sueco de que retirarán tecnología de las aulas por los malos resultados del alumnado abre el debate: ¿cuán buena es la educación digital? Los estudios apuntan que las pantallas no mejoran las destrezas educativas tradicionales, pero se consideran inevitables su presencia en los colegios.

Hace unos días, la ministra de Educación sueca, Lotta Edholm, anunciaba que iba a echar el freno de mano en la progresiva digitalización educativa del país. Sin entrar en detalles, más como declaración de intenciones, señalaba la alarma en el gobierno del que forma parte por los malos resultados del país en el Informe PIRLS, un estudio similar al célebre PISA de la OCDE. Según sus conclusiones, en los últimos cinco años la capacidad de comprensión lectora de los niños suecos había pasado de un nivel alto a intermedio, un resultado quizás no catastrófico pero si preocupante para sus estándares habituales.

El PIRLS, conocido así por sus siglas en inglés, es el Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora de la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA), una prueba que evalúa la comprensión lectora de los alumnos en 4º de Primaria. El PISA, mucho más conocido en España, mide además de la comprensión lectora las habilidades básicas en ciencia y matemáticas. Desde 2013, Suecia y sus vecinos nórdicos vienen registrando cada vez peores resultados en el mismo, cuando a comienzos de siglo eran referente europeo. Incluso en 2020 el diario Expressen destapó un escándalo de fraude: las autoridades educativas habían intentado falsear los resultados suecos de 2018.

Todavía es pronto para valorar los efectos que tendrá la reforma sueca, como coindicen las expertas con las que hemos hablado. Antes, habría que conocer los detalles concretos de esta «desescalada digital» en el aula. Isabel Dans, profesora de la Universidad de Santiago de Compostela e investigadora en Didáctica y Educación Digital, explica que «existe una corriente en pedagogía que empieza a alzar la voz sobre la necesidad de la escritura a mano y la lectura tradicional. En los centros educativos españoles hay una demanda de regreso al texto, niños y niñas que dicen: «Profe, es que estudio mejor en papel». Es una realidad, aunque no se diga mucho, porque parece que es como pedir dar marcha atrás en una inversión tan grande con la que ha hecho estos años en herramientas tecnológicas».

La pedagoga se muestra prudente con lo anunciado en Suecia y duda que las declaraciones de la ministra de Educación se traduzcan en una posición maximalista. La mayoría de expertos, asegura: «nos encontramos en una posición intermedia, que no es de todo o nada. Eso implica admitir que se puso mucha confianza en la digitalización y pese a ella muchos problemas educativos no han mejorado, pero que no podemos eliminar toda la tecnología del aula». Eliminar completamente las pantallas «también tendría sus problemas», indica Dans. «Necesitamos educar en saber usar las pantallas, invertir en ética y en cuidado digital, porque lo digital está en todas partes y lo que no se enseñe en la escuela se aprenderá fuera. No estoy a favor de retirar los medios tecnológicos de las escuelas, pero hay que tener en cuenta que quizás no sirvan para el aprendizaje de la escritura y la lectura tradicionales», CONTINUAR LEYENDO

sábado, 1 de julio de 2023

"LA CONDENADA". Un cuento de Vicente Blasco Ibáñez

Catorce meses llevaba Rafael en la estrecha celda. Tenía por mundo aquellas cuatro paredes de un triste blanco de hueso, cuyas grietas y desconchaduras se sabía de memoria; su sol era el alto ventanillo, cruzado por hierros; y del suelo de ocho pasos, apenas si era suya la mitad, por culpa de aquella cadena escandalosa y chillona, cuya argolla, incrustándose en el tobillo, había llegado casi a amalgamarse con su carne.

Estaba condenado a muerte, y mientras en Madrid hojeaban por última vez los papelotes de su proceso, él se pasaba allí meses y meses enterrado en vida, pudriéndose como animado cadáver en aquel ataúd de argamasa, deseando como un mal momentáneo, que pondría fin a otros mayores, que llegase pronto la hora en que le apretaran el cuello, terminando todo de una vez.

Lo que más le molestaba era la limpieza; aquel suelo, barrido todos los días y bien fregado, para que la humedad, filtrándose a través del petate, se le metiera en los huesos; aquellas paredes, en las que no se dejaba parar ni una mota de polvo. Hasta la compañía de la suciedad le quitaban al preso. Soledad completa. Si allí entrasen ratas, tendría el consuelo de partir con ellas la escasa comida y hablarles como buenas compañeras; si en los rincones hubiera encontrado una araña, se habría entretenido domesticándola.

No querían en aquella sepultura otra vida que la suya. Un día, ¡cómo lo recordaba Rafael!, un gorrión asomó a la reja cual chiquillo travieso. El bohemio de la luz y del espacio piaba como expresando la extrañeza que le producía ver allá abajo aquel pobre ser amarillento y flaco, estremeciéndose de frío en pleno verano, con unos cuantos pañuelos anudados a las sienes y un harapo de manta ceñido a los riñones. Debió de asustarle aquella cara angustiosa y pálida, con una blancura de papel mascado; le causó miedo la extraña vestidura de piel roja, y huyó, sacudiendo sus plumas como para librarse del vaho de sepultura y lana podrida que exhalaba la reja.

El único rumor de la vida era el de los compañeros de cárcel que paseaban por el patio. Aquellos, al menos, veían cielo libre sobre sus cabezas, no tragaban el aire a través de una aspillera; tenían las piernas libres y no les faltaba con quien hablar. Hasta allí dentro tenía la desgracia sus gradaciones. El eterno descontento humano era adivinado por Rafael. Envidiaba él a los del patio, considerando su situación como una de las más apetecibles; los presos envidiaban a los de fuera, a los que gozaban libertad; y los que a aquellas horas transitaban por las calles, tal vez no se considerasen contentos con su suerte, ambicionando ¡quién sabe cuántas cosas!... ¡Tan buena que es la libertad!... Merecían estar presos. CONTINUAR LEYENDO