sábado, 29 de septiembre de 2018

Beatriz, una palabra enorme. Un cuento de Mario Benedetti.

Libertad es una palabra enorme. Por ejemplo, cuando terminan las clases, se dice que una está en libertad. Mientras dura la libertad, una pasa, una juega, una no tiene por qué estudiar. Se dice que un país es libre cuando una mujer cualquiera o un hombre cualquiera hace lo que se le antoja. Pero hasta los países libres tienen cosas muy prohibidas. Por ejemplo matar. Eso sí, se pueden matar mosquitos y cucarachas, y también vacas para hacer churrascos. Por ejemplo está prohibido robar, aunque no es grave que una se quede con algún vuelto cuando Graciela, que es mi mami, me encarga alguna compra. Por ejemplo está prohibido llegar tarde a la escuela, aunque en este caso hay que hacer una cartita, mejor dicho la tiene que hacer Graciela, justificando por qué. Así dice la maestra: justificando.

Libertad quiere decir muchas cosas. Por ejemplo, si una no está presa, se dice que está en libertad. Pero mi papá está preso y sin embargo está en Libertad, porque así se llama la cárcel donde está hace ya muchos años. A eso el tío Rolando lo llama qué sarcasmo. Un día le conté a mi amiga Angélica que la cárcel en que está mi papá se llama Libertad y que el tío Rolando había dicho qué sarcasmo y a mi amiga Angélica le gustó tanto la palabra que cuando su padrino le regaló un perrito le puso de nombre Sarcasmo. Mi papá es un preso pero no porque haya matado o robado o llegado tarde a la escuela. Graciela dice que mi papá está en Libertad, o sea preso, por sus ideas. Parece que mi papá era famoso por sus ideas. Yo también a veces tengo ideas, pero todavía no soy famosa. Por eso no estoy en Libertad, o sea que no estoy presa.

Si yo estuviera presa, me gustaría que dos de mis muñecas, la Toti y la Mónica, fueran también presas políticas. Porque a mí me gusta dormirme abrazada por los menos a la Toti. A la Mónica no tanto, porque es muy gruñona. Yo nunca le pego, sobre todo para darle ese buen ejemplo a Graciela.

Ella me ha pegado pocas veces, pero cuando lo hace yo quisiera tener muchísima libertad. Cuando me pega o me rezonga, yo le digo Ella, porque a ella no le gusta que la llame así. Es claro que tengo que estar muy alunada para llamarla Ella. Si por ejemplo viene mi abuelo y me pregunta dónde está tu madre, y yo le contesto Ella está en la cocina, ya todo el mundo sabe que estoy alunada, porque si no estoy alunada digo solamente Graciela está en la cocina. Mi abuelo siempre dice que yo salí la más alunada de la familia y eso a mí me deja muy contenta. A Graciela tampoco le gusta demasiado que yo la llame Graciela, pero yo la llamo así porque es un nombre lindo. Solo cuando la quiero muchísimo, cuando la adoro y la beso y la estrujo y ella me dice ay chiquilina no me estrujes así, entonces sí la llamo mamá o mami, y Graciela se conmueve y se pone muy tiernita y me acaricia el pelo, y eso no sería así ni sería tan bueno si yo le dijera mamá o mami por cualquier pavada.

O sea que la libertad es una palabra enorme. Graciela dice que ser un preso político como mi papá no es ninguna vergüenza. Que es casi un orgullo. ¿Por qué casi? Es orgullo o es vergüenza. ¿Le gustaría que yo dijera que es casi vergüenza? Yo estoy orgullosa, no casi orgullosa, de mi papá, porque tuvo muchísimas ideas, tantas y tantísimas que lo metieron preso por ellas. Yo creo que ahora mi papá seguirá teniendo ideas, pero es casi seguro que no se las dice a nadie, porque si las dice, cuando salga de Libertad para vivir en libertad, lo pueden meter otra vez en Libertad. ¿Ven como es enorme?

FIN

viernes, 28 de septiembre de 2018

A la hora del cuento: la experiencia de leer a los niños. Yolanda Reyes.

…Para leer un cuento se necesita casi lo mismo que para bailar la Bamba: “un poquito de gracia y otra cosita”. La gracia la aporta cada niño: sus oídos atentos a esa voz que inventa un mundo, sus ojos abiertos y asombrados que van y vienen, del libro al rostro adulto, y esa cercanía deliciosa que tienen los niños para buscar refugio en el calor de sus seres queridos. Las otras cositas las aportan los adultos: ese ritual que se repite cuando papá, mamá o cualquier cuidador amoroso deja su vida en suspenso para entregarles una historia.

Con las palabras mágicas del érase una vez se erige un mundo imaginario, donde no caben el teléfono ni las urgencias del mundo real. “Que nadie interrumpa porque estoy leyendo un cuento”, dirá el adulto. Entonces los niños irán aprendiendo, piel a piel, que esa conversación sobre la vida que ocurre entre las líneas de un cuento da nombre a las emociones. Y aprenderán también a querer los libros porque les permiten conversar con sus seres queridos.

En esa coreografía que es como un baile y que amarra a una pareja lectora-niño y adulto o que hace una rueda para convocar a todo un grupo, en el hogar, en una escuela, en el parque, en una biblioteca, está la esencia de la lectura y ustedes saben cómo crearla. ¿Acaso, alguien podría enseñarles a bailar, a enamorarse o a arrullar a un bebé? Lo que sí puedo corroborar, como lo han dicho muchos de ustedes durante estos días, es que los niños no llegan solos a la lectura y que para leer en la infancia, se necesitan los adultos: sus voces que suben y bajan, que exclaman, preguntan, cuentan y cantan son la partitura para aprender a hablar, a escuchar y a leer lenguajes diversos. Ese triángulo amoroso que une tres vértices –libro, adulto y niño– se queda en la memoria profunda de los primeros lectores.

Sí, pero cómo leer, suelen preguntarme los padres. “Es que yo tartamudeo o leo despacio o muy rápido”… Por eso voy a contarles un secreto que me han contado los niños: nadie lee mejor los cuentos que un papá, una mamá o un adulto amado por ellos. Aunque yo hiciera un doctorado en el arte de contar cuentos, sus niños los elegirían a ustedes. ¿Y saben por qué?…Porque mientras leen, ustedes se revelan ante ellos: ustedes son el lobo y también el refugio, y los niños descubren que ustedes también podrían tener miedo y vencerlo, que ustedes también sueñan y sienten.

No hay nada más fascinante para un niño que descubrir cómo se pueden experimentar, en ese lugar seguro del lenguaje, las emociones y las peripecias que nos hermanan a todos, grandes y chicos. Esa posibilidad de emocionarnos con la emoción de otros, que llamamos empatía, se aprende en las experiencias literarias de la infancia. Y como los niños tienen pocos años de experiencia, se asoman, a través de las historias que viven en sus voces, a la experiencia de los mayores.

Pero hay otra razón más poderosa para que sus niños los prefieran a ustedes y es que, mientras dura la historia, no se pueden escapar ni hacer nada distinto que estar ahí, de corazón y de viva voz. Y como a los niños les gusta tener cerquita a sus seres queridos, les pedirán un cuento y otro… y otro más. Porque los niños son hijos del “otra vez” y cuando descubren que las palabras son un conjuro para prolongar la presencia, prefieren sus voces a las de cualquier aparato, así como un bebé prefiere un arrullo cantado en la voz de su madre o su padre a la voz del mejor cantante del mundo.

La voz, el libro, el abrazo. No creo que exista un “lugar” más exacto para situar el nacimiento de la literatura en la vida.

Ya hablaremos de nuestra juventud. Un poema del chileno Pedro Lastra


Ya hablaremos de nuestra juventud,
ya hablaremos después, muertos o vivos
con tanto tiempo encima,
con años fantasmales que no fueron los nuestros
y días que vinieron del mar y regresaron
a su profunda permanencia.

Ya hablaremos de nuestra juventud
casi olvidándola,
confundiendo las noches y sus nombres,
lo que nos fue quitado, la presencia
de una turbia batalla con los sueños.

Hablaremos sentados en los parques
como veinte años antes, como treinta años antes,
indignados del mundo,
sin recordar palabra, quiénes fuimos,
dónde creció el amor,
en qué vagas ciudades habitamos.

jueves, 27 de septiembre de 2018

Exilios, nacionalismos, represión, multiculturalidad: panorama de temas políticos para niños y jóvenes, por Jochen Weber + M68. Publicado en Linternas y Bosques, Literatura infantil y juvenil.

Así es la dictadura (Equipo Plantel,
Ilus. de Mikel Casal, Media Vaca, 2015).
Hay lugar. Y si parece que no, quizá haya que redibujar las fronteras. La literatura infantil y juvenil lo está haciendo. El paso de una literatura en blanco y negro, con una idea maniquea, que tendía a reducir a los lectores a niños, niñas y jóvenes buenos y malos, a una que extiende los límites y diversifica las realidades con variedad de lenguajes.

Así lo demuestra en este análisis Jochen Weber, jefe de la Sección de Lenguas de la Internationale Jugendbibliothek de Múnich (Biblioteca Internacional de la Juventud) y especialista en lenguas ibéricas. Presentado originalmente en el III Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil, CILELIJ en México 2016, plantea un recorrido por libros publicados entre 2013 y 2016 que abordan temáticas políticas con agudas observaciones sobre la industria editorial del libro infantil y juvenil actual. 

Para Weber, asistimos a un “renacimiento del libro comprometido” que va diluyendo el prejuicio alrededor de la literatura temática. Y como leeremos, lo hace con causa: sin que el empeño por hablar de algo se imponga sobre el cómo. Los temas aquí no entran con calzador, no se fuerza el texto, las ilustraciones, la historia, aun si es un libro informativo, primero está el cómo y el por qué auténtico de los autores. Calidad literaria y gráfica con rigor periodístico.

Frente a la succión retrógrada, siempre presente en la construcción adulta de la cultura infantil, estos libros son un buen signo de la otra fuerza que sigue empujando la historia de la infancia y la juventud. Al leer algunos de los títulos que revisa Weber no puedo evitar pensar que hasta hace unos años novelas como Era como mi sombra, Bajo la luna de mayo o El tanque de las vacaciones invernales hubieran sido publicados en colecciones “para adultos”. 

Exilio y migración en el presente y en otros contextos históricos; la convivencia en una sociedad diversa y multicultural; la xenofobia, el populismo y el nacionalismo; el tratamiento de la historia en la era contemporánea; los refugiados; las crisis económicas; la democracia, la libertad y la sociedad civil; los conflictos armados y el terrorismo de Estado, son aspectos de nuestras sociedades que no eran considerados adecuados para niños y jóvenes y que son abordados en este esclarecedora ponencia.


Fuente: linternasybosques.wordpress.com/

miércoles, 26 de septiembre de 2018

El fantasma provechoso. Un cuento de Daniel Defoe.

Un caballero rural tenía una vieja casa que era todo lo que quedaba de un antiguo monasterio o convento derruido, y resolvió demolerla aunque pensaba que era demasiado el gasto que esa tarea implicaría. Entonces pensó en una estratagema, que consistía en difundir el rumor de que la casa estaba encantada, e hizo esto con tal habilidad que empezó a ser creído por todos. Con ese objeto se confeccionó un largo traje blanco y con él puesto se propuso pasar velozmente por el patio interior de la casa justo en el momento en que hubiera citado a otras personas, para que estuvieran en la ventana y pudiesen verlo. Ellos difundirían después la noticia de que en la casa había un fantasma. Con este propósito, el amo y la esposa y toda la familia fueron llamados a la ventana donde, aunque estaba tan oscuro que no podía decirse con certeza qué era, sin embargo se podía distinguir claramente la blanca vestidura que cruzaba el patio y entraba por una puerta del viejo edificio. Tan pronto como estuvieron dentro, percibieron en la casa una llamarada que el caballero había planeado hacer con azufre y otros materiales, con el propósito de que dejara un tufo de sulfuro y no sólo el olor de la pólvora.

Como lo esperaba, la estratagema dio resultado. Alguna gente fantasiosa, teniendo noticia de lo que pasaba y deseando ver la aparición, tuvo la ocasión de hacerlo y la vio en la forma en que usualmente se mostraba. Sus frecuentes caminatas se hicieron cosa corriente en una parte de la morada donde el espíritu tenía oportunidad de deslizarse por la puerta hacia otro patio y después hacia la parte habitada.

Inmediatamente se empezó a decir que en la casa había dinero escondido, y el caballero esparció la noticia de que él comenzaría a excavar, seguro de que la gente se pondría muy ansiosa de que así se hiciera. En cambio, no hacía nada al respecto. Se seguía viendo la aparición ir y venir, caminar de un lado para otro, casi todas las noches, y siempre desvaneciéndose con una llamarada, como ya dije, lo cual era realmente extraordinario.

Al fin, alguna gente de la villa vecina, viendo que el caballero daba a la larga o descuidaba el asunto, comenzó a preguntarse si el buen hombre les permitiría excavar, porque sin duda había allí dinero escondido. Pues, si él consentía en que ellos lo cogieran si lo encontraban, excavarían y lo encontrarían aunque tuvieran que excavar toda la casa y tirarla abajo.

El caballero replicó que no era justo que excavaran y tiraran la casa abajo, y que por eso obtuvieran todo lo que encontraran. ¡Eso era muy duro de tragar! Pero que él autorizaba esto: que ellos acarrearían todos los escombros y los materiales que excavaran y aparecían los ladrillos y las maderas en el terreno vecino a la casa, y que a él le correspondería la mitad de lo que encontraran.

Ellos consintieron y comenzaron a trabajar. El espíritu o aparición que rondaba al principio pareció abandonar el lugar, y lo primero que demolieron fue los caños de las chimeneas, lo que significó un gran trabajo. Pero el caballero, deseoso de alentarlos, escondió secretamente veintisiete piezas de oro antiguo en un agujero de la chimenea que no tenía entrada más que por un lado, y que después tapió.

Cuando llegaron hasta el dinero, los ilusos se engañaron totalmente y se maravillaron sin querer razonar. Por casualidad el caballero estaba cerca, pero no exactamente en el lugar, cuando se produjo el hallazgo, cuando lo llamaron. Muy generosamente les dio todo, pero con la condición que no esperaran lo mismo de lo que después encontraran.

En una palabra, este mordisco en su ambición hizo trabajar a los campesinos como burros y meterse más en el engaño. Pero lo que más los alentó fue que en realidad encontraron varias cosas de valor al excavar en la casa, las que tal vez habían estado escondidas desde el tiempo en que se había construido el edificio, por ser una casa religiosa. Algún otro dinero fue encontrado también, de modo que la continua expectación y esperanza de encontrar más de tal manera animó a los campesinos, que muy pronto tiraron la casa abajo. Sí, puede decirse que la demolieron hasta sus mismas raíces, porque excavaron los cimientos, que era lo que deseaba el caballero, y que hubiérale llevado mucho dinero hacer.

No dejaron en la casa ni la cueva para un ratón. Pero, de acuerdo con el trato, llevaron los materiales y apilaron la madera y los ladrillos en un terreno adyacente como el caballero lo había ordenado, y de manera muy pulcra.

Estaban tan persuadidos -a raíz de la aparición que caminaba por la casa- de que había dinero escondido ahí, que nada podía detener la ansiedad de los campesinos por trabajar, como si las almas de las monjas y frailes, o quien quiera que fuera que hubiera escondido algún tesoro en el lugar, suponiendo que estuviera escondido, no pudiera descansar, según se dice de otros casos, o pudiera haber algún modo de encontrarlo después de tantos años, casi doscientos.

FIN

Tierra. Un poema de la poeta sudafricana Antjie Krog

bajo órdenes de mis antepasados fuiste ocupada
si supiera un lenguaje podría escribir pues fuiste tierra mi tierra
sólo que nunca me quisiste a mí
por mucho que me estirara para echarme
en susurrantes cauchos azules
en el ganado con los cuernos bajos yendo hacia Diepvlei (Hondoarroyo)
meciendo sus temblorosas papadas bebiendo
en sedosas borlas en el caucho brotando gota a gota
en espinos que han resbalado hasta el vacío
a mí nunca me quisiste
a mí nunca pudiste soportarme
una y otra vez te sacudiste para librarte de mí
me levantaste
tierra, lentamente en mi boca no tuve más nombre
ahora se pelean por ti
te negocian dividen acorralan venden roban hipotecan
yo quiero irme bajo tierra contigo tierra
tierra que no me acoge
tierra que nunca me perteneció
tierra que amo más en vano que antes

martes, 25 de septiembre de 2018

CIBERBULLYING GUÍA DE RECURSOS PARA CENTROS EDUCATIVOS: La intervención en los centros educativos: Materiales para Equipos Directivos y acción tutorial EN CASOS DE CIBERACOSO. José Antonio Luengo Latorre, Jefe del Gabinete Técnico del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid.


Presentación del Defensor del Menor

  1.  Introducción 
  2.  Algunas características del fenómeno 
  3. Comportamientos más frecuentes vinculados al ciberacoso: una visión desde el ámbito jurídico
  4. Atendiendo a diferentes situaciones: algunos escenarios 
  5. La necesidad de prevenir: la imprescindible alfabetización digital y las buenas prácticas desde la Educación Primaria 
  6. Ejemplificaciones para la acción didáctica 
  7. Protocolo de intervención y actividades para padres y profesores 
  8. Conclusiones. 20 ideas a modo de síntesis 
  9. Anexo. Referencias normativas para la reflexión y la acción escolar 
  10. Para saber más 
  11. Experiencias en centros educativos 

lunes, 24 de septiembre de 2018

La señorita campesina. Un cuento de Alexander Pushkin

En una de nuestras provincias alejadas se encontraban las propiedades de Iván Petróvich Bérestov. De joven sirvió en la guardia, se retiró a principios del año 1797, se marchó a su pueblo y desde entonces no había salido de allí. Se casó con una noble de familia pobre que murió al dar a luz, mientras él se encontraba en un campo apartado. Los ejercicios de la administración de la finca no tardaron en consolarle. Hizo una casa según su propio proyecto, construyó una fábrica de paños, triplicó los beneficios y empezó a considerarse el hombre más inteligente de toda la región, cosa que no discutían los vecinos, que visitaban su casa con sus familias y perros. Los días de diario llevaba una chaqueta de terciopelo de algodón, los días de fiesta se ponía una levita de paño de fabricación casera; él mismo llevaba las cuentas y no leía nada, excepto las Noticias del Senado. Por lo general la gente lo quería, aunque se le juzgaba orgulloso. El único que se llevaba mal con él era Grigory Ivánovich Múromsky, su vecino más cercano. Era este un verdadero señor ruso. Habiendo dilapidado en Moscú la mayor parte de sus bienes, y ya viudo para aquella época, se marchó a su última aldea, donde siguió haciendo diabluras, pero ya de una manera nueva. Hizo un parque inglés que le hacía gastar casi todo el resto de sus ingresos. Sus mozos de cuadra vestían como jockeys ingleses. Su hija tenía una institutriz inglesa. Explotaba sus tierras según el método inglés; «pero a la manera extraña no nace el trigo ruso» y pese a la considerable disminución de los gastos, los ingresos de Grigory Ivánovich no aumentaban; incluso en el campo encontraba la manera de contraer nuevas deudas; con todo, tenía fama de hombre bastante listo, ya que fue el primero de los terratenientes de su provincia que tuvo la idea de hipotecar sus propiedades al Consejo Tutelar: operación que por entonces parecía extraordinariamente compleja y osada. Entre la gente que lo censuraba era Bérestov quien se expresaba con más severidad. El odio a las innovaciones constituía el rasgo distintivo de su carácter. No podía hablar con indiferencia de la anglomanía de su vecino y a cada minuto encontraba la ocasión para criticarlo. Si enseñaba sus propiedades a un vecino, al responder a las alabanzas de su buena administración, decía con una pícara sonrisa: «Pues sí, no es como en casa de mi vecino Grigory Ivánovich. ¡Qué vamos a poder arruinarnos a la inglesa! No aspiramos más que a poder comer a la rusa». Estas y otras bromas similares gracias a la solicitud de los vecinos llegaban a conocimiento de Grigory Ivánovich con añadiduras y explicaciones. El anglómano aguantaba la crítica con la misma impaciencia que nuestros periodistas. Rabiaba, y puso a su Zoilo el mote de oso y provinciano. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 23 de septiembre de 2018

Bebés lectores. ¿Cómo leen los que aún no leen?. Dosier CERLALC. Primera Infancia.

EL CENTRO REGIONAL PARA EL FOMENTO DEL LIBRO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (CERLALC) HA PUBLICADO EL PASADO MES DE DICIEMBRE EL DOSSIER BEBÉS LECTORES ¿CÓMO LEEN LOS QUE AÚN NO LEEN? LA DIRECCIÓN HA ESTADO A CARGO DE LORENA PANCHE, COORDINADORA DEL OBSERVATORIO IBEROAMERICANO DE CULTURA Y EDUCACIÓN PARA LA PRIMERA INFANCIA (OPI).

¿Son los bebés lectores? La respuesta es sí. Además, la lectura en la primera infancia es un medio para fortalecer los vínculos emocionales entre los adultos y los niños. Es, también, un mecanismo de inserción en la cultura. Y una herramienta que permite a los pequeños ampliar su comprensión de la realidad. Y asumir frente a ella una actitud crítica.

Los artículos de este dossier dan cuenta de la importancia de leer con los niños desde su más temprana edad. Y de desarrollar con ellos, en el contexto familiar y cotidiano, actividades en torno a la lectura. Adicionalmente, sus autores brindan una serie de referencias, recursos y herramientas. El objetivo es facilitar la exploración con los más pequeños de la riqueza de las diversas manifestaciones de la lectura.

El dossier aborda, además del disfrute, el impacto determinante de la lectura en niños en sus primeros años de vida. Tanto en el desarrollo cognitivo como en el emocional y psicológico. También se detalla cómo las nanas, las canciones infantiles, los poemas y los cuentos ayudan a los niños a percibir la complejidad de la realidad. Y les brindan claves para nombrarla y darle significado, entre otros aspectos de interés.

Además, incluye un apartado dedicado a los dispositivos tecnológicos. En él Carola Martínez explora la diversidad de opiniones al respecto. Y manifiesta su creencia en que es es necesario educar en “el uso, la creación de hábitos saludables para el consumo. Y, principalmente, acerta de las diferentes potencialidades del soporte“. Martínez complementa su reflexión con una serie de recomendaciones básicas. Entre ellas, enfatiza la necesidad ineludible de un mediador. No podríamos estar más de acuerdo.



CONTENIDO
  1. Editorial ... 5
  2. Las primeras experiencias de lectura y el desarrollo neuronal (VÍDEO). Francisco Leal Quevedo ... 6
  3. Dime, diré y dirás: los menores de siete años como lectores y autores. Luz María Chapela ... 7
  4. La literatura infantil: un espacio para la construcción de sentido. María Graciela Bautista Cote  ...14
  5. Bebés, niños pequeños y dispositivos digitales. Carola Martínez ... 18
  6. ¿Iniciativas adultas o infantiles? Reflexiones y pistas para seguir leyendo con los bebés. Alma Carrasco-Altamirano ... 28

viernes, 21 de septiembre de 2018

La ciudad. Un poema de Constantino Cavafis

Dijiste: «marcharé a otra tierra, iré a otro mar.
Otra ciudad habré de hallar mejor que ésta.
Cada empeño que pongo lleva escrito una condena
y está mi corazón, como un muerto, sepultado.
En este declive, cuánto más se obstinará mi mente.
Adonde vuelva los ojos, adonde quiera que mire,
negras ruinas de mi vida es lo que veo aquí,
donde tantos años he pasado, he malgastado y consumido.»
No habrás de hallar nuevos sitios, ni encontrarás otros mares.
Te seguirá la ciudad. Las calles donde deambules
serán las mismas. En estos mismos barrios te harás viejo.
Y mudarás a gris en estas mismas casas.
Siempre vendrás a esta ciudad. A otros lugares —ni lo esperes—
no hay barco para ti, no hay camino.
Igual que malgastaste aquí tu vida, en este rincón menor,
así la has arruinado en el resto de la tierra.

21 de septiembre, Día Internacional de la Bibliodiversidad.

¿Te imaginas un mundo en el que solo existiera un tipo de libros? ¿O en el que todos los libros que se pudieran leer trataran siempre los mismos temas o nos ofrecieran siempre una misma visión del mundo? ¿O que estuvieran protagonizados por personajes siempre similares? ¿O escritos con un mismo estilo o publicados solo en algunas lenguas?...

Para reflexionar sobre la importancia de la diversidad cultural y la pluralidad de contenidos en el mundo del libro, desde el año 2010 celebramos, cada 21 de septiembre, el Día Internacional de la Bibliodiversidad, también conocido como ‘Día B’, una iniciativa propuesta por un grupo de editores reunido en la Alianza Internacional de Editores Independientes (AIEI). Además de promover su celebración, en el año 2014 esta alianza, que agrupa a más de 550 editoriales independientes de medio centenar de países, definió 80 recomendaciones y herramientas a favor de la bibliodiversidad que fueron firmadas por más de 400 editores independientes provenientes de 45 países. En ellas se establece un conjunto de bases necesarias para el desarrollo, el sostenimiento y la vitalidad de la bibliodiversidad en el mundo. Porque todos somos diferentes y tenemos intereses, gustos, necesidades, aficiones, sueños y realidades distintas, necesitamos poder acceder a libros diversos.


jueves, 20 de septiembre de 2018

Renuncia. Un cuento de Italo Calvino.

Cósimo clavó los ojos en ella. Y ella:

—Tú no crees que el amor sea entrega absoluta, renuncia a uno mismo…

Podía decir algo Cósimo, cualquier cosa para ir hacia ella, podía decirle: “Dime lo que quieres que haga, estoy dispuesto…”, y habría sido de nuevo la felicidad para él, la felicidad juntos, sin sombras. Pero dijo:

—No puede haber amor si uno no es uno mismo con todas sus fuerzas.

Viola tuvo un gesto de contrariedad, que era también un gesto de cansancio. Y, sin embargo, aún habría podido comprenderlo, como en realidad lo comprendía; más aún, tenía en la punta de la lengua las palabras para decirle: “Tú eres como yo te quiero”… y subir de inmediato con él… Se mordió un labio. Dijo:

—Pues, entonces, sé tú mismo tú solo.

“Pero, entonces, ser yo mismo ya no tiene sentido”, eso es lo que quería decir Cósimo. Pero, en cambio, dijo:

—Si prefieres a esos dos gusanos…

—¡No te permito despreciar a mis amigos! —gritó ella y no obstante pensaba: “A mí me importas solo tú, y solo por ti hago todo lo que hago”.

—Solo yo puedo ser despreciado…

—¡Tu modo de pensar!

—Soy una sola cosa con él.

—Entonces, adiós. Parto esta misma noche, no me volverás a ver.

FIN

martes, 11 de septiembre de 2018

Velas. Un poema de Constantino Cavafis

Los días por venir se alzan ante nosotros
lo mismo que una hilera de velas encendidas,
doradas, cálidas, vivaces velas.
Los días que han pasado quedan atrás,
triste fila de velas apagadas;
aún echan humo las que están más cerca,
velas frías, gastadas y abatidas.
No quiero contemplarlas: me da pena su forma,
y también recordar su luz en el principio.
Yo miro hacia delante, a mis velas encendidas.
No quiero volverme y ver, con un escalofrío,
cuán rápido crece la fila oscura,
cuán rápido las velas agotadas se multiplican.
C.P. Cavafis – 1899

Leyendo algunas grandes obras de la literatura. Ricardo Siri Liniers.


lunes, 10 de septiembre de 2018

Edipo. Un cuento del dominicano Virgilio Díaz Grullón.

Tan pronto la voz del cura se extinguió y el silencio reinó de nuevo en el interior de la pequeña iglesia, los hombres se movieron hacia el ataúd y lo levantaron con cuidado del banco de madera en donde había reposado hasta ese instante. Eduardo no fue de los que se apresuraron a cumplir aquel deber. Durante la breve ceremonia había permanecido abstraído de cuanto le rodeaba y solo cuando alguien le rozó al pasar, comprendió que la intervención del cura había terminado y se iniciaba ahora la marcha hacia el cementerio.

Se apartó un poco para dejar pasar a los que llevaban el féretro y comenzó a bajar las gradas de la iglesia. A su lado, el ataúd se balanceaba inquietantemente a medida que los hombres descendían vacilantes. Un traspié, un paso en falso, provocarían sin duda una catástrofe. Eduardo meditó objetivamente sobre tal posibilidad, porque observaba cuanto ocurría a su alrededor como contempla un espectador el escenario: atento al desarrollo de la trama y secretamente confiado en un final sorpresivo y dramático.

Pero nada extraordinario sucedió. Los hombres alcanzaron sudorosos el nivel de la calle y respiraron con satisfacción. Se detuvieron unos instantes, se organizaron de nuevo y reanudaron la marcha tranquilos y aliviados.

Frente a la iglesia, el reloj de la plaza cantó seis sonoras campanadas… Las seis: hacía justamente nueve horas que había muerto y a Eduardo le sorprendió aquella cronométrica exactitud. A su padre sin duda le habría gustado saber que todo se había realizado a su debido tiempo. Que cada quien había cumplido a cabalidad su obligación. Pero ya al viejo no podría alegrarlo eso ni ninguna otra cosa en el mundo, porque estaba muerto, para siempre, dentro de aquella caja reluciente de caoba que se balanceaba suavemente a su lado.

Si hurgaba en su memoria, allá en lo más profundo de su reminiscencia, la primera noción que conservaba de la existencia de su padre se confundía con una voz aterradora que tronaba por encima de su cabeza mientras él corría a guarecerse en el regazo tibio de la madre… Aquella escena debió repetirse muchas veces porque, al recordarla, la asociaba con diferentes acontecimientos de su infancia… Las primeras lecciones de equitación (el viejo azotándose furiosamente las botas con una fusta flexible: “algún día haré un hombre de esta mujercita!”… y el terror del niño al lomo inseguro del caballo)… O el primer disparo con la escopeta de caza, apenas sostenida entre sus manos temblorosas (la voz iracunda del padre a sus espaldas: “Aprieta el gatillo de una vez, cobarde!”…) O el chapuzón inesperado en el mar, y la angustia de sumergirse hasta el fondo, y los gritos mudos bajo el agua, y la risa odiosa del viejo en lo alto del trampolín…

Una mano se apoyó en el hombro de Eduardo y una voz dijo a su espalda: “Le acompaño en su sentimiento, joven”. “Gracias, muchas gracias”, respondió sobresaltado. ¿Sería la expresión de su rostro adecuada a las circunstancias?… ¿Estaba dándole a toda aquella gente la impresión de una pena honda, aunque discretamente expresada?… Tal vez debía pedirle a uno de los hombres que le permitiera cargar en su lugar el ataúd… Sí, sin duda era algo así lo que todos esperaban de él… CONTINUAR LEYENDO

Un mundo aparte - Gustaw Herling-Grudzinski - 0 reseñas - Libros del Asteroide - Otros - %language- Anobii

Un mundo aparte - Gustaw Herling-Grudzinski - 0 reseñas - Libros del Asteroide - Otros - %language- Anobii: Descubre la trama y las reseñas de Anobii de Un mundo aparte escrito por Gustaw Herling-Grudzinski, publicado por Libros del Asteroide en formato Otros

domingo, 9 de septiembre de 2018

El seminarista de los ojos negros. Un poema de Miguel Ramos Carrión (1848-1915).



Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.
Un seminarista, entre todos ellos,
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.
Él, solo a hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubio cabello
la mira muy fijo, con mirar intenso.
Y siempre que pasa le deja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.
Monótono y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.
Desde la ventana del casucho viejo
siempre sola y triste; rezando y cosiendo
una salmantina de rubio cabello
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos,
su seminarista de los ojos negros;
cada vez que pasa gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
marciales arreos.
Cuando en ella fija sus ojos abiertos
con vivas y audaces miradas de fuego,
parece decirla:  —¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!
A la niña entonces se le oprime el pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya vive solo en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.
En una lluviosa mañana de inverno
la niña que alegre saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;
por la angosta calle pasaba un entierro.
Un seminarista sin duda era el muerto;
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima cubierto,
y sobre la beca, el bonete negro.
Con sus voces roncas cantaban los clérigos
los seminaristas iban en silencio
siempre en dos filas hacia el cementerio
como por las tardes al ir de paseo.
La niña angustiada miraba el cortejo
los conoce a todos a fuerza de verlos…
tan solo, tan solo faltaba entre ellos…
el seminarista de los ojos negros.
Corriendo los años, pasó mucho tiempo…
y allá en la ventana del casucho viejo,
una pobre anciana de blancos cabellos,
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,
mientras la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
La labor suspende, los mira, y al verlos
sus ojos azules ya tristes y muertos
vierten silenciosas lágrimas de hielo.
Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo
del seminarista de los ojos negros…

La Fabrica de Historias - Jerome Bruner - 1 reseñas - Fondo de Cultura Economica USA - Libro de bolsillo - %language- Anobii

La Fabrica de Historias - Jerome Bruner - 1 reseñas - Fondo de Cultura Economica USA - Libro de bolsillo - %language- Anobii: Descubre la trama y las reseñas de Anobii de La Fabrica de Historias escrito por Jerome Bruner, publicado por Fondo de Cultura Economica USA en formato Libro de bolsillo

sábado, 8 de septiembre de 2018

Las conquistas de la lectura. Un artículo del escritor Luis Germán Perdomo

El paso previo lo constituye la oralidad, que una vez se aprende a leer, la lectura se vuelve indispensable. La libertad se va perdiendo como causa de las imposiciones provenientes de las necesidades de la escuela y los requerimientos del entorno social.

Como bien lo afirma Rutger Bregman en su libro Utopía para realistas, las escuelas y universidades se han convertido no más que en fábricas, “…lo que cuenta es lograr los objetivos”, dice. En consecuencia, hemos convertido a nuestros niños y jóvenes en frías estadísticas. En lo que atañe a la lectura, que es el punto de esta reflexión, mucho menos se ha podido evitar la tentación.

Las cifras al respecto son abundantes y concluyentes. Muchas instituciones gubernamentales y no gubernamentales han destinado tiempo y dinero para tratar de descubrir los hábitos de lectura entre los jóvenes durante un año, con el fin de desarrollar metodologías y programas con los cuales se puede promover su incremento. Ante lo catastrófico de las cifras, los colegios y las universidades entran en un debate sempiterno del que terminan extrayendo conclusiones vagas, las cuales se convierten después en objetivos a cumplir, que al final del año dan por alcanzados con resultados equívocos que no hacen más, en algunos casos, que soliviantarles la conciencia.

Quién puede afirmar acaso que a los jóvenes no les gusta que les narren una historia, un cuento, una película. El comienzo de todas las culturas se centró en el círculo en el que todos se reunían a escuchar. Luego, cuando apareció la escritura y después la imprenta, sigue siendo la oralidad la que permite que lo impreso llegue a todos los rincones, pues siempre hay alguien que le cuente a otro acerca de las emociones y las sensaciones que le produjo la lectura de tal o cual libro. CONTINUAR LEYENDO
Fuente: elespectador.com

viernes, 7 de septiembre de 2018

La última hoja. Un cuento de O. Henry.

En un pequeño barrio al oeste de Washington Square las calles, como locas, se han quebrado en pequeñas franjas llamadas “lugares”. Esos “lugares” forman extraños ángulos y curvas. Una calle se cruza a sí misma una o dos veces. Un pintor descubrió en esa calle una valiosa posibilidad. ¡Supongamos que un cobrador, con una cuenta por pinturas, papel y tela, al cruzar esa ruta se encuentre de pronto consigo mismo de regreso, sin que se le haya pagado a cuenta un solo centavo!

Por eso los artistas pronto empezaron a rondar por el viejo Greenwich Village, en pos de ventanas orientadas al norte y umbrales del siglo XVIII, buhardillas holandesas y alquileres bajos. Luego importaron algunos jarros de peltre y un par de platos averiados de la Sexta avenida y se transformaron en una colonia.

Sue y Johnsy tenían su estudio en los altos de un ancho edificio de ladrillo de tres pisos. Johnsy era el apodo familiar que le daban a Joanna. Sue era de Maine; su amiga, de California. Ambas se conocieron junto a una mesa común del restaurante Delmónico de la calle Ocho y descubrieron que sus gustos en materia de arte, ensalada de achicoria y moda, eran tan afines que decidieron establecer un estudio conjunto.

Eso sucedió en mayo. En noviembre, un frío e invisible forastero a quien los médicos llamaban Pulmonía empezó a pasearse furtivamente por la colonia, tocando a uno aquí y a otro allá con sus dedos de hielo. El devastador intruso recorrió con temerarios pasos el East Side, fulminando a veintenas de víctimas; pero su pie avanzaba con más lentitud a través del laberinto de los “lugares” más angostos y cubiertos de musgo.

El señor Pulmonía no era lo que uno podría llamar un viejo caballeresco. Atacar a una mujer pequeña, cuya sangre habían adelgazado los céfiros de California, no era juego limpio para aquel viejo tramposo de puños rojos y aliento corto. Pero, con todo, fulminó a Johnsy; y ahí yacía la muchacha, casi inmóvil en su cama de hierro pintado, mirando por la pequeña ventana holandesa del flanco sin pintar de la casa de ladrillos contigua.

Una mañana el atareado médico llevó a Sue al pasillo, y su rostro de hirsutas cejas se oscureció.

-Su amiga solo tiene una probabilidad de salvarse sobre… digamos, sobre diez -declaró, mientras agitaba el termómetro para hacer bajar el mercurio-. Esa probabilidad es que quiera vivir. La costumbre que tienen algunos de tomar partido por la funeraria pone en ridículo a la farmacopea íntegra. Su amiguita ha decidido que no podrá curarse. ¿Tiene alguna preocupación? CONTINUAR LEYENDO

Impresiones en acuarela. Álvaro Castagnet.

martes, 4 de septiembre de 2018

¿VALES LO QUE TIENES? Un cuento del escritor argentino Gustavo Fingier.

Felipe era un hombre humilde, que trabajaba en su pequeña herrería.

En su pueblo era marginado por su situación social.

Cansado de los desprecios, un día confió a su amigo Pedro, con la condición de que guardara muy bien su secreto, que había heredado una gran fortuna, que seguía con la herrería porque le gustaba el trabajo, y que nadie debía enterarse de su herencia puesto que todos recurrirían a él por su dinero.

Pedro esa misma noche se lo comentó a su esposa, pidiéndole antes discreción.

En pocos días todo el pueblo lo sabía, pero nadie decía nada porque era un secreto.

Felipe comenzó a ser invitado a las fiestas del pueblo, pero se negaba a concurrir. Finalmente, por pedido de un grupo representativo y del propio Alcalde, comenzó a participar de las distintas reuniones.

La forma en que era tratado distaba mucho del que recibía el humilde herrero.

Más tarde fue elegido para integrar el Consejo del pueblo.

El Banco le dio un préstamo para modernizar su taller sin pedirle garantías. Cada vez tenía más trabajo y con su vida sencilla, llegó a ser una persona adinerada.

Con el tiempo se hizo tan importante, que se convirtió en Alcalde. Un día, en una conversación entre amigos, con las personalidades más importantes del pueblo, uno de ellos se animó y le confesó:

–Debo ser sincero con vos, todos conocemos tu secreto, sabemos de la fortuna que heredaste.

–En honor a tu sinceridad, les diré la verdad. Nunca existió dicha fortuna.

FIN

Ana Vidovic plays Asturias by Isaac Albéniz. Tertulia Musical.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Si el hombre pudiera decir lo que ama… Un poema de Luis Cernuda

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.


Estupenda página de Blogge@ndo dedicada al surrealismo en la obra de Luis Cernuda. Adela Fernández, Irene González y Marimar Pérez, con la colaboración de Felipe Zayas




domingo, 2 de septiembre de 2018

8 de septiembre. Día Internacional de la Alfabetización.



Pimienta. Un cuento del Premio Nobel Naguib Mahfuz.

En el café “La Felicidad” hay muchas cosas interesantes. Una de ellas, Pimienta, un chico de doce años o poco más. Su verdadero nombre es Taha Sanqar, pero se le conoce por Pimienta. Está en el café desde las primeras horas de la mañana hasta la noche, para acercar la candela a los que quieren fumar un narguilé. 

Ya se sabe que los motes no son injustificados, pero éste está especialmente bien puesto: el muchacho es vivo, ágil, acude como una avispa antes de que el cliente haya acabado de llamarlo. No para en todo el tiempo de moverse ni de hablar.

Trabaja allí desde hace un año por una piastra al día, además de su narguilé, y una taza de té por la mañana y otra después de la comida. Con esto está más que satisfecho. Se siente orgulloso cada vez que piensa que se gana el sustento y puede disponer de una piastra; así que, como él dice: “Yo, feliz y contento”. 

No por eso cree que está todo hecho. Su meta inmediata está en el día en que el patrón lo autorice a llenar y servir los narguilés, trabajo que supone el ascenso de “chico” a “mozo”... después... ¡Quién puede predecir adónde llegará! 

Consecuente con su ambición, ejercita sin parar sus cuerdas vocales, voceando las consumiciones. Y es que en un café popular una buena garganta es tan importante como en una academia de canto. 

Una de las cosas que más le gustan a Pimienta del café “La Felicidad” es la tertulia de estudiantes que se reúne allí las tardes de los días de fiesta y en vacaciones. Se acomodan en un rincón. Charlan. Juegan al chaquete. Beben té y jengibre. Son gentes del pueblo, pobres, igual que los demás clientes, pero los estudios se les han subido a la cabeza; se sienten superiores y mantienen las distancias. Han dejado de vestir el yillab, aunque alguno siga llevando calzado de madera. 

Se reúnen a pasar el rato. Mientras sorben su té o su jengibre, uno cualquiera de ellos lee en alto un periódico vespertino. Los otros lo escuchan. A continuación se lanzan a comentarlo y discutirlo larga y apasionadamente. 

Una tarde Pimienta entendió por primera vez lo que decían, y se llevó una gran alegría. Acababan de leer, entre otras cosas, la noticia del juicio incoado contra un alto funcionario acusado de corrupción. 

Automáticamente se encendieron los comentarlos... 

-¡Este ha caído en manos de la ley por casualidad! ¡Hay otros muchos que deberían estar en la cárcel, pero la justicia hace la vista gorda! 

...y fueron haciéndose más directos y menos contenidos: 

-El mal no está sólo en los funcionarios; hay otros... ya me entienden, peores y todavía más canallas. ¡En este país, si estuviera bien equilibrada la balanza de la Justicia, estarían llenas las cárceles y vacíos los palacios! 

Rivalizaban en sacar a relucir nombres, en despellejarlos y en rebozarlos por el lodo, con voces alteradas, fuera de sí: 

-Fíjense en Fulano, sin ir más lejos... ¿saben cómo ha amasado su inmensa fortuna?... (y acto seguido enumeraban los atropellos y los robos con que había conseguido hacer dinero. Se daban tantos detalles que parecía estar contándolo el propio secretario o administrador del interesado). 

No dejaron de hacer la disección de ningún personaje importante. Las vidas se interpretaban a gusto del consumidor. Se barajaban defectos. La frase que servía de trampolín era: 

-¿Y saben cómo ha amasado su fortuna Fulano?... 

Todo lo demás salía después. 

Uno de ellos concluyó, furibundo: 

-¡En este país el robo está permitido!

Pimienta entendió la frase sin dificultad, aunque había sido dicha en lengua culta. Le gustó. Una pasión enterrada revivió en su interior: ¡Qué bien suena eso de que éste es un país de ladrones! ¡Caramba, de modo que el robo está permitido aquí! Pimienta... lleva lo de robar en la sangre; ha sido criado a pechos del robo. Es a lo que está acostumbrado desde la cuna: su madre, que trabaja como vendedora de manzanas, se dedica en los ratos libres a “encontrar” alguna que otra gallina “perdida”, y su padre, el tío Sanqar, vendedor ambulante de cacahuetes, es muy aficionado a llevarse la ropa tendida en los patios, y tiene una habilidad especial para escurrir el bulto. A pesar de todas estas “ayudas”, la familia no prospera. 

Aquella noche tuvo un final desagradable para Pimienta. Cuando volvió a su casa, mejor dicho a la habitación donde vivían todos, encontró a su madre levantada todavía, preocupada y desconsolada, rodeada de sus hijas, llorosas. El chico se asustó al encontrarse con aquello. Antes de darle tiempo a preguntar, su madre le explicó: “Un policía se ha llevado a tu padre”. Pimienta comprendió la situación. Se acercó a su hermana mayor, y ésta le dijo algo más: que lo habían denunciado por robar unas camisas y unos calzones, y que se lo habían llevado a la comisaría. Después de un momento de silencio añadió que, por lo menos, tenía cárcel para unos cuantos meses, o quizá años. 

Pimienta no veía a su padre casi nunca: por la noche ya estaba dormido cuando éste volvía de sus vagabundeos, y por la mañana salía para el café antes de que su padre se hubiese levantado. A pesar de esto, contagiado por el ambiente, se puso triste y lloró. 

De pronto recordó lo que había oído por la tarde y se acercó a contárselo a su madre:... que el país estaba lleno de ladrones, y que el robo era legal... La mujer no estaba para fantasías; lo apartó, le chilló agriamente que se callara, y acabó pegándole una bofetada.

Al despertar a la mañana siguiente, Pimienta había olvidado el día anterior; como si hubiese nacido de nuevo. Se fue para el café, con su paso rápido, sin distraerse. 

No era la primera vez que metían a su padre en la cárcel.

FIN

sábado, 1 de septiembre de 2018

Último número (nº 65) de la revista online de Literatura Junvenil "El Templo de las Mil Puertas".

Contenidos
Entrevista a... Costa Alcalá
Entrevista a... Margaret Stohl
Libros que no leerás en español (al menos por ahora) The Upside of Unrequited
¿Solo para adultos? Cada corazón, un umbral
¿Solo para niños? Capitán Calzoncillos
#PostureoClásicos Demian
Del papel a la pantalla Mentes poderosas
Autores de ayer Ana María Matute
El reportero recomienda... El juego de Ender
Reseñas de novedades Selección de libros comentados


La literatura juvenil cambió tanto con Harry Potter que a veces nos olvidamos de cómo era antes. ¿Qué leían nuestros padres y nuestros abuelos? De eso te hablamos en Literatura juvenil: la precuela, donde te encontrarás con viejos amigos y con grandes desconocidos. De muchos de estos libros hablamos también en Destinos literarios 2, la segunda parte del reportaje que iniciamos en el número 59 para que puedas visitar los escenarios de tus libros favoritos. También de esa época es Ana María Matute, a quien hemos dedicado nuestro «Autores de ayer». Una prolífica escritora, aplaudida por la crítica y el público, que supo ver la importancia de dirigirse también a los jóvenes lectores.

En este número tenemos dos entrevistas de excepción. En el Festival Celsius hablamos con Fer Alcalá y Georgia Costa, autores de La Segunda Revolución, una saga que nos tiene fascinados y que ganó el Templi en su última edición. También pudimos entrevistar a Margaret Stohl que, además de Hermosas Criaturas, ha escrito guiones para videojuegos y para cómics de Marvel, y tiene mucho que decir sobre la diversidad y sobre la situación política de su país.

Hay libros que tienen que ser reseñados porque, aunque sean muy conocidos, seguro que no los has leído todos. Es el caso de Capitán Calzoncillos, nuestra recomendación infantil de este número, de ¿Han muerto todos los gigantes?, que encontrarás en «Libros olvidados» y de El juego de Ender, que es ya un clásico de la ciencia ficción. Si eres amante del género, pásate también por el «Del papel a la pantalla», porque la adaptación de Mentes poderosas ha sido una grata sorpresa.

Nos vamos a la sección de adultos de la librería para recomendarte Cada corazón un umbral, un libro que nos conquistó desde que leímos su argumento, que supone una vuelta de tuerca a las historias de fantasía. Pero si prefieres el realismo, echa un vistazo al «Postureo clásicos» y a «Libros que no leerás en español»: Demian y The Upside of Unrequited son dos novelas muy distintas, y seguro que una de las dos encaja contigo.

Si lo que buscas son novedades juveniles, en las dos últimas secciones del número encontrarás recomendaciones suficientes para estar entretenido los próximos dos meses.