miércoles, 31 de agosto de 2022

"DIVINA CLANDESTINIDAD". Conferencia de Ema Wolf. Plan Nacional de Lectura, Argentina

Para celebrar el "Día del lector y la lectora" compartimos la conferencia que impartió la Escritora Ema Wolf en el Encuentro Nacional de Referentes de Planes Provinciales de Lecturas el día 15 de mayo de 2022 en el Ministerio de la Nación.




martes, 30 de agosto de 2022

"VAMOS JUNTOS". Un poema de Mario Benedetti



Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero

algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia

con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.

 

 

lunes, 29 de agosto de 2022

"LA TRISTEZA". Un cuento de Rosario Acuña

Hace muchos años que en una aldea pobre y miserable de las montañas cantábricas sucedió lo que voy a contar; misteriosos signos de un antiguo pergamino, traducidos por un viejecito del lugar, me hicieron conocer el suceso, que, si no en aquella aldea, puede colocarse en cualquiera otra parte pues para el caso es igual; de este modo dice la crónica:

«Acababa la gente del lugar de cerrar con una alegre danza las fiestas de la vendimia, cuando repararon en una mujer forastera en el pueblo, cuyo aspecto miserable y abatido contrastaba con el alegre conjunto del vecindario. Alta, escuálida, medio cubierta de andrajos, de edad indefinible y ojos penetrantes, atraía las miradas de todos los aldeanos, que poco a poco, y volviéndose de cuando en cuando para mirarla, fueron desfilando por entre el laberinto de sus pobres chozas. Quedose solamente en la plaza el tío Roque, viejo marrullero dado a cuentas de brujas y a trasnochadas leyendas; muy amigo de todas las mozas del pueblo por su buen humor, franca alegría y estrambóticos consejos, y vividor incansable sobre los bienes del prójimo, pues de todas partes sacaba ración; bien es verdad que su edad y muchos achaques que le agobiaban, le impedían todo trabajo, al que allá en sus mocedades dicen que le tenía gran afición. Acercase lentamente el acabado anciano a la forastera, que estaba sentada bajo la sombra de un hermoso roble, y cuando ya le quedaba poco para llegar la saludó humildemente quitándose el raído e informe casquete que le cubría malamente los cuatro mechones de lino que brotaban de su cabeza; contestó la interpelada con una sonrisa indefinible, y sin esperar la pregunta que ya se veía brotar de los labios del tío Roque, le dijo:

–Usted, buen viejo, como tal y como bachiller del lugar, podrá darme razón de lo que busco, que para encontrarlo hice un viaje más largo que todo lo que pudiera imaginar el más avisado pueblo. Es el caso que yo soy de un país donde no se ve otra luz que la de un fuego vivo y consumidor, en el que tenemos por rey un poderoso señor, al cual le sirven millones de vasallos, y cuyos tesoros, aunque le cause asombro el oírlo, no se cuentan por monedas ni por oro, plata o piedras preciosas, sino por hombres y mujeres; es decir, es tanto más rico cuanto mayor número de súbditos tiene. Hace ya algunos años que, por orden especial de este soberano mío a quien es forzosos acatar, salí a recorrer la tierra con encargo de reclutar gente para el servicio de mi señor, el cual es por naturaleza ambicioso, y como su fortuna la cuenta por criaturas, quiere ver de aumentarla a todo trance, hoy he llegado a este lugarejo, después de enviarle la última remesa de voluntarios de otros pueblos del mundo, y quiero informarme por usted de aquellos vecinos de la localidad que estén mejor dispuestos a emprender el viaje; empiece pues, la relación de los que moran en el pueblo, y cuente con no engañarme, porque donde me ve, puedo mucho, y aunque usted, pobre viejo, tullido, mísero y sin amparo, poco se le puede importar el daño que le haga, no creo que sea tan necio que por negarme un pequeño favor se exponga a mí cólera.

Callose la mujer, y se quedó el tío Roque con un palmo de boca abierta al oír aquello del país donde no había más luz que la del fuego, lo de que hacía años andaba por la tierra reclutando gente, y las demás razones y noticias asombrosas y fuera de lo natural que acababa de contarle la forastera; pero como el tío Roque, además de viejo, pobre y abandonado, era curioso, entrometido y perspicaz, venciese como pudo, y más por oír nuevas explicaciones que por dar las que se le pedían, entabló con la demandante un diálogo parecido.

–¿Y como demonios he de saber yo quién de los del lugar está dispuesto a seguir a usted a ese reino tan maravilloso?

–Dígame solamente qué familias hay en la aldea, de lo que se ocupan, del modo que viven, y con esto ya veré yo quién esta mejor dispuesto a seguirme. CONTINUAR LEYENDO

Nota sobre Rosario Acuña (Madrid 1850 - Gijón 1923): La suya fue una vida intensa y ejemplar, una incansable lucha contra la superstición y el oscurantismo, contra la marginación de la mujer, contra la opresión y las desigualdades, en la que alcanzó un protagonismo como pocas mujeres tuvieron en la España de la época. Dramaturga, feminista, montañera, poeta, regeneracionista, librepensadora, masona, avicultora, articulista, exiliada, iberista, puritana, filo-socialista, productora teatral, autodidacta, deísta, republicana, melómana, publicista… un portento de mujer que a nadie dejaba indiferente: hubo quien la situó «en la vanguardia de la lucha social y en la línea de la unidad de los trabajadores» o quien afirmó que «representa una gloria nacional como pensadora y una creadora de valores nuevos para la mujer española»; otros, en cambio, la calificaban de «harpía laica», «engendro sáfico», «hiena de putrefacciones» o «trapera de inmundicias».


domingo, 28 de agosto de 2022

"BAEZA Y LA POESÍA". Luis García Montero, 20 de agosto de 2022, infolibre.es

Segunda quincena de agosto. Quiero dormir un rato, un minuto, un siglo, / pero que todos sepan que no he muerto. Suelo recordar estos dos versos de Federico García Lorca todos los años en Baeza, cuando el aniversario armado y desalmado de su ejecución me sorprende en el curso de poesía que desde hace años organiza allí la Universidad Internacional de Andalucía. Numerosos alumnos, poetas y profesores nos reunimos para meditar sobre el presente y el pasado de un género que se mezcla con la historia y con todas las palabras de la vida.

Mi primer recuerdo poético de Baeza data de 1983, cuando acompañé a Rafael Alberti y Aurora de Albornoz a un homenaje que se dedicaba a Antonio Machado. Se trató de un acto de afirmación democrática frente al pasado del franquismo, porque 17 años antes la Ley de Orden Público de la dictadura, sus grises y su Brigada Político Social, había impedido otro homenaje: la colección de un busto del poeta realizado por el escultor Pablo Serrano. Amenazas, pistolas, multas y detenidos.

La España oficial era incompatible en 1966 con la figura cívica de don Antonio. Se sabía mucho mejor representada por la imagen de Fraga Iribarne en bañador, en la playa de Palomares, metido en aguas y en miseria, demostrando que no se corría peligro después de que dos aviones del ejército norteamericano chocaran en pleno vuelo con cuatro bombas nucleares. Parece ser que esas bombas tenían 75 veces más poder de destrucción que la arrojada sobre Hiroshima.

Estaba yo convencido en 1983 de que los dictadores y los demagogos hacen bien en temer el poder de la poesía. No destruye ciudades, pero genera una rebeldía íntima contra las mentiras, las represiones y las injusticias que ensucian el mundo. Como sigo manteniendo esa militancia lírica, me conmueve pasear por las calles de Baeza, pasar por delante del Instituto en el que Antonio Machado daba clases de francés o por la casa en la que escribía, convivía con la pérdida de Leonor y soñaba una España distinta a la patria de charanga y pandereta que cubría con retóricas nacionales la humillante existencia de la desigualdad, la pobreza y la soberbia impudorosa de los ricos.

El fuego de los sueños pasa de unas manos a otras. Gracias a los viajes de estudios que organizaba la Universidad de Granada, el joven estudiante Federico García Lorca pudo conocer a Machado en Baeza. Músico y poeta, andaba ya descubriendo que es mejor ponerse de parte de los que aman que de los que odian, cerca de los que sufren y con los ojos y los oídos abiertos a las palabras de Rosalía de Castro, Juan Ramón Jiménez o los campesinos de los campos andaluces. El fuego de esos sueños es el que sigue alentando en Baeza cada verano, en unas aulas por las que han pasado ya muchas voces. Baeza y la lentitud humana de un tiempo almado desarmado, dispuesto a pensar en el sentido de la vida humana.

Este año se ha presentado en el curso el libro A ras de suelo. De la ciencia a la poesía transitando por el cáncer de mama (El ojo de Poe, 2022), una antología preparada por Margarita García Carriazo y Laia Bernet Vegué, dos médicas que investigan y tratan la enfermedad. Han hecho un trabajo emocionante, dedicado “A nuestros pacientes, mujeres y hombres, cuya vida cruzó y cambió la nuestra”. Cualquiera que haya sentido la vocación educativa podría decir lo mismo de su alumnado.

Llevamos años defendiendo que la conciencia cívica hace imposible separar la ciencia, la técnica y las humanidades. Si el conocimiento quiere ponerse al servicio de la sociedad, de cada una de las personas que la componen, no puede convertirse en un negocio. El saber es algo más que una mercancía. El deterioro de la sanidad y la educación es el mayor peligro del bien común, una lógica que maltrata las razones de un mundo cuidadoso, una dinámica habitada por enemigos íntimos de la poesía, gente sin fe en la dignidad de las palabras, los ordenadores, los cuerpos y los laboratorios. Ni sentimientos sin razón, ni razones sin sentimientos.

En Baeza hablamos de la necesidad de cuidarnos, de escucharnos, de sentir alegrías o padecer en común. Y cuando me despido de sus calles, de su instituto, su catedral y su plaza porticada, me gusta recordar a Antonio Machado y Federico García Lorca. Quiero dormir un rato, un minuto, un siglo, / pero que todos sepan que no he muerto. Se hace camino al andar.

viernes, 26 de agosto de 2022

"NATIVOS DIGITALES SON LA PRIMERA GENERACIÓN CON MENOR IQ QUE SUS PADRES". Por Juan Pablo Carrillo Hernández


MÁS PRUEBAS DE QUE LA TECNOLOGÍA DIGITAL ESTÁ HACIENDO MÁS ESTÚPIDO AL MUNDO

La tecnología digital, a grandes rasgos, nos está volviendo más estúpidos. Y las más afectadas son las nuevas generaciones que no han tenido el tiempo o el espacio para desarrollar sus propios cerebros. Esta no es la conclusión de una teoría conspiratoria neoludita o algo por el estilo, es la conclusión a la que ha llegado el neurocientífico Michel Desmurget, director de investigación del Instituto Nacional de la Salud de Francia. El título de su nuevo libro, La fábrica de cretinos digitales, describe de manera explícita y elocuente los efectos que los medios digitales están teniendo sobre nuestra sociedad.

Desmurget señala que los resultados en la famosa prueba de coeficiente intelectual (IQ, por sus siglas en inglés) muestran que las nuevas generaciones están teniendo peores resultados que sus padres. Esto va en contra del llamado "efecto Flynn", la observación que hizo un psicólogo estadounidense sobre una tendencia a un aumento de IQ de generación en generación. Esta tendencia se ha empezado a revertir en países como Noruega, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos, Francia, entre otros, específicamente entre la generación de los "nativos digitales", es decir, aquellos que nacieron después de la invención y masificación del Internet, de dispositivos como los smartphones y de la proliferación de medios digitales como redes sociales, sitios web, etc.; en otras palabras, los nativos digitales nacieron ya en un mundo donde todo esto existía.
Mientras que buena parte de las razones por las que el coeficiente intelectual había mejorado en el mundo tenían que ver con el aumento de recursos materiales, higiene, salud y escuelas, en estos casos evidentemente la disminución no está relacionada con eso, ya que estos países tienen gran estabilidad socioeconómica.

Desmurget sostiene que es posible que la contaminación o exposición a partículas tóxicas, como las que se encuentran en los pesticidas, sea una de las razones. Otra de las razones, probablemente la más impactante, es el tiempo que pasan los niños expuestos a pantallas. Entrevistado por la BBC, Desmurget señaló:

Varios estudios han demostrado que cuando aumenta el uso de la televisión o los videojuegos, el coeficiente intelectual y el desarrollo cognitivo disminuyen. Los principales fundamentos de nuestra inteligencia se ven afectados: el lenguaje, la concentración, la memoria, la cultura (definida como un corpus de conocimiento que nos ayuda a organizar y comprender el mundo).

Desmurget añade que buena parte de este daño cerebral se debe a que el tiempo de pantalla reemplaza otro tipo de relaciones con el conocimiento y con la socialización que nutren en mayor medida el cerebro. Otros factores causales son la fragmentación de la atención vía los estímulos digitales y el sedentarismo.

Las causas también están claramente identificadas: disminución en la calidad y cantidad de interacciones intrafamiliares, que son fundamentales para el desarrollo del lenguaje y el desarrollo emocional; disminución del tiempo dedicado a otras actividades más enriquecedoras (tareas, música, arte, lectura, etc.); interrupción del sueño, que se acorta cuantitativamente y se degrada cualitativamente; sobreestimulación de la atención, lo que provoca trastornos de concentración, aprendizaje e impulsividad; subestimulación intelectual, que impide que el cerebro despliegue todo su potencial; y un estilo de vida sedentario excesivo que, además del desarrollo corporal, influye en la maduración cerebral.

La infancia y la adolescencia son tiempos cruciales en el desarrollo intelectual del ser humano. Aunque es cierto que existe cierta plasticidad cerebral durante toda la vida, esta disminuye de manera radical con el tiempo. Es en la infancia y en la adolescencia donde se implantan las conexiones cerebrales, memorias y hábitos que permiten que un individuo desarrolle una estructura cerebral poderosa. Al respecto, el investigador dice:

Actualmente, apenas con 2 años de edad los niños ya pasan 3 horas al día observando pantallas, 5 horas en el caso de los que tienen 8 años y más de 7 horas diarias en el caso de los adolescentes. Esto es mucho más tiempo del que pasarán en la escuela.

Desmurget no condena absolutamente el uso de tecnología digital, pero evidentemente muestra evidencia contundente para reflexionar sobre el uso indiscriminado de esta. Curiosamente, la sola idea de limitar el acceso a dispositivos digitales se considera "una locura" y una fuerte ofensa para las nuevas generaciones. Quizá el hecho de que no haya mayor resistencia a esto refleja que, de alguna manera, las generaciones anteriores también han perdido capacidad intelectual.

jueves, 25 de agosto de 2022

"LA ESPERANZA". Un cuento de José de Echegaray

La mayor parte de las aguas medicinales son muy antiguas. Brotaron del seno de la tierra en épocas remotas y tienen a su favor sus méritos propios y el prestigio de la tradición.

No así las de Fuente-cálida, que son modernísimas.

Un día se sintió un terremoto en una de las sierras más ásperas de la península; se formaron anchas grietas en el terreno, y al cabo de poco tiempo cada grieta era la boca de un manantial.

Y la casualidad, y algún análisis que otro, practicado ppr médicos o químicos de la región, vinieron a demostrar que los nuevos manantiales eran eficacísimos para enfermedades diversas y principalmente para la tisis.

En efecto, las nuevas aguas hicieron en pocos años curas prodigiosas. De tal suerte, que a vivir en siglos menos descreídos que el nuestro, en vez del nombre que hoy tiene la fuente principal, y que, como queda dicho, es el de, Fuerte-cálida, hubiérase llamado Fuente-milagrosa.

Pero la ciencia moderna es grandemente prosaica, y a la substancia milagrosa del manantial, ha sustituído dos cuerpos simples de la química: el ázoe y el azufre, como notas dominantes; sin contar con otras muchas notas armónicas de otros diferentes cuerpos, porque los manantiales de Fuente-cálida parece que son riquísimos en elementos minerales.

Ello es que Fuente-cálida se hizo célebre en pocos años y la más noble sociedad de tísicos y tuberculosos de la península, y aun del extranjero, acudieron llenos de esperanza a mineralizar sus decadentes y blanduchos organismos.

No en un todo como miembro de esta sociedad elevada, sino como individuo modesto de la burguesía media, acudió también al generoso manantial D. Ángel de Alcocer.

Al pronto nadie fijó la atención en el nuevo bañista o en el nuevo tísico, ni él hizo tampoco nada para que en él se fijasen.

Después, ya le conocía todo el mundo en el establecimiento, no por su nombre, sino por el mote de el Sabio triste.

Si era sabio, en toda la extensión de la palabra, no podemos asegurarlo, aunque después hemos sabido
que era un hombre de mérito; pero que era tristón, tímido y retraído, no cabe duda.

Siempre andaba por los rincones, leyendo o meditando. Se mostraba poco comunicativo, no acudía por las noches al salón de conciertos, ni por la tarde paseaba en compañía de otros bañistas.

Casi de continuo iba solo, buscaba los sitios más separados y agrestes; sobre la hierba o sobre las rocas se sentaba o se tendía y dejaba vagar en rededor su mirada pálida y distraída.

Hemos dicho que era retraído, pero esto no significa que fuese adusto; su retraimiento más procedía de timidez o de tristeza, que de odio u hostilidad al género humano.

Con los niños y con los animales era comunicativo y cariñoso; tanto, que algunos bañistas no le llamaban el sabio tristón, sino el amigo de los animales. CONTINUAR LEYENDO

"LA RATITA PRESUMIDA". Cuento popular

Había una vez una ratita presumida que estaba barriendo la puerta de su casa y se encontró con una moneda de oro y dijo: “Bueno, ¿y con esta moneda qué haré? Pues me compraré unos caramelos. Bueno, bueno, es que me dolería la tripita. No, caramelos no. Me compraré, me compraré unos alfileres, ¡ah, no, que me pincharé! Pues entonces me compraré dos lacitos de seda rosa, y uno me pondré en la cabeza y otro en la colita, y así pues muy guapa estaré”.

Otro día se pone con sus lacitos, y se pone a barrer la puerta de su casa, y pasa por allí un perro, el Señor Perro y le dice: “Hola ratita, que bonita estás” dice “contigo me quiero casar” y la ratita “bueno y ¿por la noche que harás?” “Guau, guau, guau”. “Ah, no, que con tus ladridos me despertarás”. Así el perro se fue triste y cabizbajo.

Después pasó por allí el Señor Gallo y dijo: “Hola ratita, que linda estás, contigo me quiero casar”. “Ah, bueno, Señor Gallo y ¿por las noches que harás? “Kirikiki Kirikiki”. “Ah, no, que me despertarás”. Y el gallo salió corriendo.

Luego pasó por allí, el ratoncito, un ratoncito que había por allí, le dijo “Hola ratoncita, que guapa estás” y la ratoncita pues no le hizo caso y el ratoncito se fue muy triste, no le dijo nada, y se fue triste y nada, pues la ratita siguió barriendo la casa.

Y pasa por allí un gato y dice: “Hola ratita, que guapa y hermosa estás, ¿te quieres casar conmigo? y la ratita dice: “Bueno y ¿por las noches que harás? “Miau, miau” dijo el gato con su voz más dulce. “Bueno”, dijo la ratita: “Pues entonces contigo me quiero casar”.

Y así el señor gato dijo a la ratita “Bueno, pues un día antes de casarnos lo vamos a celebrar yéndonos de picnic al bosque”. Pues nada, se van al bosque y la ratita y el señor gato. Y el señor gato empieza a hacer una lumbre y mientras tanto, la ratita va y mira en la cesta y solo se encuentra un tenedor y un cuchillo. Extrañada, dice: “Pero bueno señor gato y ¿la comida que vamos a comer?”. Entonces el gato se lanza sobre la ratita y dice “¡A ti!”.

Y el ratoncito que se había percatado del asunto, fue detrás de ellos a ver que ocurría, ya temeroso de las intenciones del Señor Gato. Asique que cogió un palo, lo arrimó a la lumbre, le prendió fuego, y se lo puso en la cola del Señor Gato, que éste salió corriendo despavorido, y así salvó a la ratita.

Entonces la ratita le dijo: “¿Contigo, me quiero casar Señor Ratoncito?” dice “¿Y por las noches qué harás? Dice: “Yo dormir y callar, dormir y callar”. Y así fueron muy felices.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado y aplaudimos si nos ha gustado.

martes, 23 de agosto de 2022

"LEER EN COMUNIDAD". Colección de EDUCACIÓN COMUNITARIA (Gobierno de Argentina)

La educación, como acto de mostrar el mundo a quienes vienen llegando, ha estado históricamente ligada a la escuela, pero también –de manera menos visible a veces, y más visible otras– a experiencias comunitarias que, en distintos lugares y territorios, desarrollan propuestas educativas para las infancias, juventudes, personas adultas de nuestro país: bibliotecas populares, bachilleratos, centros educativos y recreativos, espacios para las infancias, jardines comunitarios, escuelas de gestión social, escuelas de arte, colectivos de educadoras y educadores, centros de formación en oficios, universidades populares, centros culturales y otras experiencias que acompañan, fortalecen y garantizan las trayectorias educativas de miles de personas.

Con una fuerte tradición de educación popular, las experiencias educativas comunitarias amplían los universos sociales y culturales de quienes las habitan y aportan una mirada distinta al quehacer pedagógico, ligado a un fuerte arraigo territorial, un profundo conocimiento de las problemáticas urgentes y estructurales junto con prácticas que proponen nuevas formas de enseñar y aprender.

La educación comunitaria también es un proceso de construcción de identidad de educadoras y educadores y de educandas y educandos que aprenden, con otras y otros, en comunidad, a leer el mundo, a interpretar la realidad, a incomodarse con las injusticias, a empujar transformaciones y a hacer, de cada acto educativo, un acto de amor. Decía Paulo Freire que “la esperanza es una necesidad ontológica”, y en esa esperanza radica ese ímpetu por no acostumbrarse a lo establecido, que se hace palpable en cada experiencia educativa del territorio en distintos rincones de la Argentina.




 



miércoles, 17 de agosto de 2022

"NUNCA DOS VECES". un poema de la poeta polaca Premio Nóbel de Literatura (1996) Wislawa Szymborska

Nada sucede dos veces
ni va a suceder, por eso
sin experiencia nacemos,
sin rutina moriremos.

En esta escuela del mundo
ni siendo malos alumnos
repetiremos un año,
un invierno, un verano.

No es el mismo ningún día,
no hay dos noches parecidas,
igual mirada en los ojos,
dos besos que se repitan.

Ayer mientras que tu nombre
en voz alta pronunciaban
sentí como si una rosa
cayera por la ventana.

Ahora que estamos juntos,
vuelvo la cara hacia el muro.
¿Rosa? ¿Cómo es la rosa?
¿Como una flor o una piedra?

Dime por qué, mala hora,
con miedo inútil te mezclas.
Eres y por eso pasas.
Pasas, por eso eres bella.

Medio abrazados, sonrientes,
buscaremos la cordura,
aun siendo tan diferentes
cual dos gotas de agua pura.

martes, 16 de agosto de 2022

Leer es estar dispuesto a recibir a un invitado en casa cuando cae la noche, George Steiner

A un nivel más restringido, pues eso supera un poco mis posibilidades, abordamos la semántica, es decir, el sentido del sentido, el estudio del misterio del sentido, la comprensión de la intencionalidad a la que se dirigen todos mis libros, de un modo u otro. Entonces, vuelvo al método medieval, que contiene cuatro etapas que recorren la lectura. Una lectura que se impone tanto y está tan presente que es posible confesar que no se comprende un poema o un párrafo y necesitamos aprenderlo de memoria. Eso no depende de técnica alguna sino de una metafísica que se hace amor, que se hace Eros. Pues lo que se sabe de memoria es inalienable; es imposible quitar a nadie lo que lleva en sí mismo de conocimiento, en un mundo donde reinan la censura y la opresión, el ruido, el exilio en una condición humana que no se limita a una seguridad material vacía de cualquier interioridad. Grandes espíritus han sobrevivido a la opresión porque sabían de memoria algunos textos. Saber de memoria una página de prosa no es un ejercicio, pues ese logos penetra en nosotros, demasiado difícil o violento tal vez, inaceptable, pero significa que le invitamos a acomodarse en la casa de nuestro ser y que aceptamos vivir juntos. Es arriesgarse a que, cierta noche, un texto, un cuadro, una sonata llamen a nuestra puerta –Reales presencias gira por completo en torno a esa imagen- y es posible que el invitado destruya e incendie por completo la casa. Es posible también que nos desvalije con un gran aletazo. Pero es preciso aceptar al texto en nosotros mismos, no tengo palabras para describir la riqueza de esta experiencia que he hecho mil veces, especialmente leyendo la Ética de Spinoza, que es para mí una referencia última. Leo cada día Heráclito y algunos poetas modernos, como Paul Celan, y aunque no comprendiera esos textos, los aprendo de memoria para que formen parte integrante de mi ser. De pronto la obra me acoge, sin explicarse, y tengo por fin acceso al poema. Pero no por ello puedo regresar a mis seminarios gritando que he comprendido por fin la obra, algo que sería arrogante y pretencioso a la vez. Es cierto, no obstante, que la incomprensión se ha transformado en amor, en fertilidad, en acto de confianza hacia algo que se me escapa. Me gustaría ilustrar mis palabras con una experiencia que realicé, sin éxito, en Estados Unidos. Fui introducido en un grupo de terapia gestual donde me propusieron tener acceso al nivel elemental de meditación dejándome caer hacia atrás, sin tener miedo, porque se pondrían a mi espalda para cogerme. Fracasé en el ejercicio, que me turba mucho. Realmente lo intenté, veía que otras personas abandonaban con absoluta confianza y se dejaban caer hacia atrás cerrando los ojos, peo no llegué al mismo resultado, pues para realizar bien la experiencia es necesario estar relajado en el plano espiritual, at homeless, es decir, estar en la vida como en la propia casa, tener el alma en paz. Experimento esa sensación, pero cuando leo los grandes textos de filosofía y metafísica o cuando enriquezco mi cultura artística. Entonces me abandono y, a veces, caigo al suelo pero aprendo a cómo confiar en lo absoluto y lo inaccesible. Mi más ferviente deseo sería haber pasado la vida leyendo, leyendo en el sentido más amplio de término, como se dice en inglés I read a painting, I read a symphony, es decir, haber incluido en esa práctica las bellas artes y la música. Toda mi obra se funda en la primera línea de Tolstoi y Dostoievski que toda crítica verdadera es un acto de amor. Eso me coloca a contrapelo de las disciplinas modernas, ya sean críticas, académicas, deconstruccionistas o semióticas. A mi entender, cualquier buena lectura paga una deuda de amor.

lunes, 15 de agosto de 2022

"PROMETEO". Un poema de Luis García Montero

Cuando rayaba el sol en este amanecer
repleto de algodones y de escarcha,
repitió Prometeo sus preguntas,
asomado al abismo de la tierra.
¿ Se anuncia algún amor?
¿ Hay alguna hecatombe prevista para hoy?

Como todos los días,
después de recibir noticias de las fábricas,
del frente de batalla,
de los laboratorios, las siestas clandestinas
y las llamadas telefónicas,
se acercó hasta la hoguera,
sostuvo la mirada contra el fuego
y afirmó lentamente, una vez más:
esperemos aún, sigamos todavía.

Luis García Montero (2022), “Prometeo”, Barcelona, Alfaguara, p. 15-16

sábado, 13 de agosto de 2022

"¿POR QUÉ LOS LIBROS PROLONGAN LA VIDA?". Por Umberto Eco (La Nación, 1997)

No hace mucho me entretenía imaginándome a aquellos progenitores nuestros que hablaban de sus esclavos adiestrados en trazar caracteres cuneiformes como si fueran modernos computers. Me entretenía pero no bromeaba. Cuando hoy leemos artículos preocupados por el porvenir de la inteligencia humana frente a nuevas máquinas que se aprestan a sustituir nuestra memoria, advertimos un aire de familia. Cuando hoy se leen artículos preocupados por el futuro de la inteligencia humana frente a nuevas tecnologías que se disponen a sustituir nuestra memoria, se advierte un aire familiar. Quien sabe algo reconoce inmediatamente ese pasaje de Fedro platónico, citado innumerables ocasiones, en el que el faraón, preocupado, le pregunta al dios Toth –creador de la escritura– si ese diabólico instrumento no hará al hombre incapacitado para recordar y, por lo tanto, pensar.

La misma reacción de terror debe de haber sentido quien vio por primera vez una rueda. Habrá pensado que nos olvidaríamos de caminar. Acaso los hombres de aquel tiempo estaban más dotados que nosotros para realizar maratones en los desiertos y en las estepas, pero morían antes y hoy serían dados de baja en el primer distrito militar. Con esto no quiero decir que, por esa razón, no nos debamos preocupar de nada y que tendremos una bella y sana humanidad habituada a merendar sobre la hierba de Chernobyl; si acaso, la escritura nos ha hecho más hábiles para comprender cuándo debemos detenernos, y quien no sabe detenerse es analfabeto, aunque vaya en cuatro ruedas.

El malestar hacia nuevas formas de capturar la memoria se ha producido en cada época. Frente a los libros impresos en mal papel, que daban la certeza de que no iban a durar más de cinco o seiscientos años, y con la idea de que esa cosa podía ir en manos de todos, como la Biblia de Lutero, los primeros compradores gastaban una fortuna en hacer a mano códices en minutara para tener la impresión de poseer todavía manuscritos en pergamino. Hoy, esos incunables diminutos cuestan un ojo de la cara, pero la verdad es que los libros impresos ya no requerían ser ilustrados. ¿Qué es lo que hemos ganado? ¿Qué ha ganado el hombre con la invención de la escritura, de la impresión, de las memorias electrónicas?

En una ocasión, Valentino Bompiani hizo circular una frase: “Un hombre que lee vale por dos”. Dicha por un editor, podría ser entendida solamente como un eslogan feliz, pero pienso que significa que la escritura (en general, el lenguaje) prolonga la vida. Desde los tiempos en que la especie comenzaba a emitir sus primeros sonidos significativos, las familias y las tribus necesitaron de los viejos.

Quizá primero no servían y eran desechados cuando ya no eran eficaces para la caza. Pero con el lenguaje, los viejos se han convertido en la memoria de la especie: se sentaban en la caverna, alrededor del fuego y contaban lo que había sucedido (o se decía que había sucedido, ésta es la función de los mitos) antes de que los jóvenes hubieran nacido. Antes de que se comenzara a cultivar esta memoria social, el hombre nacía sin experiencia, no tenía tiempo para forjársela y moría. Después un joven de veinte años era como si hubiese vivido cinco mil. Los hechos ocurridos antes de que él naciera, y lo que habían aprendido los ancianos, pasaban a formar parte de su memoria.

Hoy los libros son nuestros viejos. No nos damos cuenta, pero nuestra riqueza respecto al analfabeto (o de quien, alfabeta, no lee) es que él está viviendo y vivirá sólo su vida, y nosotros hemos vivido muchísimas. Recordamos, junto con nuestros juegos de infancia, los de Proust; hemos sufrido por nuestro amor, pero también por el de Píramo y Tisbe; hemos asimilado algo de la sabiduría de Solone; nos hemos estremecido por algunas noches de viento en Santa Elena, y nos repetimos, junto con el cuento de hadas que nos contó la abuela, el relato de Sheherazade.

A alguien todo esto le puede dar la impresión de que, apenas nacemos, ya somos insoportablemente ancianos. Pero es más decrépito el analfabeto (de origen o por elección) que quien padece arteriosclerosis desde niño, y no recuerda (porque no sabe) qué le sucedió a Los Idus de Marzo. Por supuesto, también podemos recordar mentiras, pero leer igualmente ayuda a discernir. No conociendo las culpas de los demás, el analfabeto ni siquiera conoce los propios derechos.

El libro es un seguro de vida, una pequeña anticipación de la inmortalidad. Hacia atrás (por desgracia) en lugar de hacia adelante. Pero no se puede tener todo y al instante.

 





 

jueves, 11 de agosto de 2022

"EL RETRATO". Un cuento de Alfonso Rodríguez Castelao

Para tranquilizar la conciencia eché mi título de médico en el fondo de la gaveta y busqué otro tipo de trabajo para vivir. Las gentes ya no sabían que yo era dueño de tan terrible licencia oficial; pero una noche fueron solicitados mis servicios.

Era domingo. Melchor, el tabernero, me esperaba junto a la puerta. Me dio las «buenas noches» y rompió a llorar, y por entre los sollozos le salían las palabras tan estrujadas, que solamente logró decirme que tenía un hijo a punto de morir.

El pobre padre tiraba de mí, y yo me dejaba llevar, cautivado por su dolor. ¡En realidad, yo era médico titulado y no podía negarme! Y tuve tan fuertes ansias de complacerlo, que sentí brotar en mis adentros una gran ciencia…

Cuando llegamos a la casa de Melchor, conseguí desprenderme de sus manos, y con disimulada pena le confesé que sabía poco de la carrera…

-Piensa que hace muchos años que no visito enfermos.

Y entonces Melchor, haciendo un esfuerzo, me dijo pausadamente:

-Mi hijo ya no necesita médicos. Yo ya sé que el pobre no sale de esta noche. ¡Y se me va, señor; se me va y no tengo ningún retrato suyo!

¡Ay!, yo no había sido llamado como médico, yo había sido llamado como retratista, y al instante sentí ganas amargas de echarme a reír.

Y por verme libre de trabajo tan macabro le dije que una fotografía era mejor que un dibujo, le aseguré que por la noche pueden hacerse fotografías, y echando mano de muchos razonamientos logré que Melchor se apartase de mí en busca de un fotógrafo.

La cosa quedaba arreglada, y me fui a dormir con mil ideas enredadas en la cabeza.

Cuando estaba cogiendo el sueño llamaron a mi puerta. Era Melchor.

-¡Los fotógrafos dicen que no tienen magnesio!

Y me lo dijo temblando de angustia. La cara muy pálida y los ojos como dos pezones de carne roja de tanto llorar.

Jamás vi un hombre tan deshecho por el dolor.

Suplicaba, suplicaba, y me cogía las manos, y tiraba de mí, y el desdichado decía cosas que me abrían las entrañas:

-Tenga consideración, señor. Dos trazos de usted en un papel y ya podré mirar siempre la carita de mi niño. ¡No me deje en la oscuridad, señor!

¡Quién tendría corazón para negarse! Cogí papel y lápiz y allá me fui con Melchor dispuesto a hacer un retrato del muchacho moribundo.

Todo estaba en calma y todo estaba silencioso. Una luz mortecina alumbraba, en amarillo, dos caras estremecedoras que olfateaban la muerte. El niño era el centro de aquella pobreza de la materia.

Sin decir nada, me senté a dibujar lo que contemplan mis ojos de tierra, y solamente al cabo de algún tiempo conseguí acostumbrarme al drama que presenciaba y aun olvidarlo un poco, para poder trabajar, entusiasmado, como un artista. Y cuando el dibujo estaba ya en su punto, la voz de Melchor, agrandada por tanto silencio, me hirió con estas palabras:

-Por el alma de sus difuntos, no me lo retrate así. ¡No le ponga esa cara tan cadavérica y tan triste!

Confieso que al volver a la realidad no supe qué hacer y me puse a repasar las líneas ya trazadas del retrato. El silencio fue roto nuevamente por Melchor:

-Usted bien sabe cómo era mi niño. Haga memoria, señor, y dibújemelo riendo.

De repente surgió en mí una gran idea. Rompí el trabajo, concentré mi mirada en un nuevo papel blanco y dibujé un niño imaginario. Inventé un niño muy bonito, muy bonito: un ángel de retablo barroco sonriendo.

Entregué el dibujo y salí huyendo, y, en el momento de poner el pie en la calle, oí que lloraban dentro de la casa. La muerte había llegado.

Ahora Melchor se consuela mirando mi obra, que está colgada encima de la cómoda, y siempre dice con la mejor fe del mundo:

-He tenido muchos hijos, pero el más bonito de todos fue el que se me murió. Ahí está el retrato, que no miente.

FIN

martes, 9 de agosto de 2022

"DEFENSA DE LA ALEGRÍA". Un poema de Mario Benedetti

 

Defender la alegría como una trinchera 
Defenderla del escándalo y la rutina 
De la miseria y los miserables 
De las ausencias transitorias
y las definitivas

Defender la alegría como un principio
Defenderla del pasmo y las pesadillas
De los neutrales y de los neutrones
De las dulces infamias
Y los graves diagnósticos

Defender la alegría como una bandera
Defenderla del rayo y la melancolía
De los ingenuos y de los canallas
De la retórica y los paros cardiacos
De las endemias y las academias

Defender la alegría como un destino
Defenderla del fuego y de los bomberos
De los suicidas y los homicidas
De las vacaciones y del agobio

De la obligación de estar alegres
Defender la alegría como una certeza
Defenderla del óxido y la roña
De la famosa pátina del tiempo
Del relente y del oportunismo
De los proxenetas de la risa

Defender la alegría como un derecho
Defenderla de Dios y del invierno
De las mayúsculas y de la muerte
De los apellidos y las lástimas
Del azar y también de la alegría"

lunes, 8 de agosto de 2022

"USTEDES Y NOSOTROS". Un poema de Mario Benedetti

Ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial

nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual

ustedes cuando aman
calculan interés
y cuando se desaman
calculan otra vez

nosotros cuando amamos
es como renacer
y si nos desamamos
no lo pasamos bien

ustedes cuando aman
son de otra magnitud
hay fotos chismes prensa
y el amor es un boom

nosotros cuando amamos
es un amor común
tan simple y tan sabroso
como tener salud

ustedes cuando aman
consultan el reloj
porque el tiempo que pierden
vale medio millón

nosotros cuando amamos
sin prisa y con fervor
gozamos y nos sale
barata la función

ustedes cuando aman
al analista van
él es quien dictamina
si lo hacen bien o mal

nosotros cuando amamos
sin tanta cortedad
el subconsciente piola (pía)
se pone a disfrutar

ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial

nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual.

viernes, 5 de agosto de 2022

"EL FUTURO". Un poema de Juliio Cortázar


Y sé muy bien que no estarás.
No estarás en la calle, en el murmullo que brota de noche
de los postes de alumbrado, ni en el gesto
de elegir el menú, ni en la sonrisa
que alivia los completos de los subtes,
ni en los libros prestados ni en el hasta mañana.

No estarás en mis sueños,
en el destino original de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás
o en el color de un par de guantes o una blusa.
Me enojaré amor mío, sin que sea por ti,
y compraré bombones pero no para ti,
me pararé en la esquina a la que no vendrás,
y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen
y soñaré las cosas que se sueñan
y sé muy bien que no estarás,
ni aquí adentro, la cárcel donde aún te retengo,
ni allí fuera, este río de calles y de puentes.
No estarás para nada, no serás ni recuerdo,
y cuando piense en ti pensaré un pensamiento
que oscuramente trata de acordarse de ti.

miércoles, 3 de agosto de 2022

"CANTIGAS DE ESCARNIO: Porque en el mundo disminuyó la verdad / Porque no mundo mengou a verdade". Poema de Airas Nunes (Siglo XIII)

Como en el mundo disminuyó la verdad,
un día intenté ir a buscarla;
y, donde por ella fui preguntando,
todos me decían: “Buscadla en otra parte,
pues de tal modo se perdió
que no podemos tener noticias de ella
ni está ya en la vecindad”.

En los monasterios de los frailes regulares
pregunté por ella y me dijeron así:
“No busquéis vos la verdad aquí,
ya que hemos pasado muchos años
y no vive con nosotros, eso es seguro,
no sabemos donde está ahora
y nos preocupan más otras cosas”.

Y en el Císter, donde la verdad solía
siempre habitar, me dijeron que no
vivía allí desde hacía mucho tiempo,
ningún fraile de allá la conocía
y el abad ni siquiera consentía
que parase en los albergues de paso
y está ya fuera de la abadía.

En Santiago, estando alojado
en mi posada, llegaron peregrinos.
Les pregunté y me dijeron: “Por Dios,
muy equivocado lleváis el camino,
pues, si quisiereis hallar la verdad,
conviene buscar otro camino,
ya que aquí no saben nada de ella”

martes, 2 de agosto de 2022

"EL RELATO DEL PARIENTE POBRE". Un cuento de Charles Dickens

No deseaba en absoluto tener la prioridad entre tantos miembros respetables de la familia, y comenzar la serie de historias, que cada uno aportaría a su turno, mientras estaban sentados cerca del hogar de Navidad. Modestamente sugirió:

—Sería más correcto que John, nuestro estimado anfitrión (a cuya salud brindara) tuviese la amabilidad de iniciar la serie.

Porque en lo que a él se refiere, estaba tan poco acostumbrado a tomar la iniciativa que, realmente…

Pero, como todos exclamaran a un tiempo que él debía comenzar y estuvieran completamente de acuerdo en que él podía y debía iniciar la serie, dejó de frotarse las manos, se acomodó en el asiento y dijo así:

—No dudo de que sorprenderé a todos los miembros de nuestra familia aquí reunidos, y en particular a John, nuestro estimado anfitrión, a quien debemos la noble hospitalidad que nos brinda en este día, con la confesión que voy a hacer. Pero si ustedes me honran, al sorprenderme ante cualquier detalle que se refiere a una persona de tan poca importancia en la familia como yo lo soy, solo puedo asegurarles que seré escrupulosamente sincero en mi relato.

»Yo no soy tal como se supone debe ser. Soy completamente distinto. Tal vez, antes de ir más lejos, debiera echar un vistazo hacia lo que sospecho que todos opinan de mí.

»Se supone, a menos que esté equivocado, cosa muy probable, y los miembros de la familia aquí reunidos me corregirán (llegado ahí, el pariente pobre miró con indulgencia a su alrededor) que no soy más enemigo que de mí mismo; que nunca tuve éxito en nada; que fracasé en los negocios porque era inepto e ingenuo y no estaba prevenido contra los planes interesados de mi socio; que fracasé en el amor porque era ridículamente confiado al considerar imposible que Christiana pudiese engañarme; que fracasé en mis esperanzas con respecto a tío Chill, debido a mi falta de sagacidad en asuntos mundanos; que a través de mi existencia fui, por lo común, defraudado y engañado. Que sea en la actualidad un solterón entre los cincuenta y nueve y sesenta años de edad, viviendo con una renta limitada, en forma de pensión trimestral, respecto de lo cual observo que John, nuestro estimado anfitrión, desearía que no hiciera ninguna otra alusión. CONTINUAR LEYENDO