lunes, 29 de abril de 2024

"MÁS LIBROS Y MENOS PANTALLAS. CÓMO ACABAR CON LOS CRETINOS DIGITALES". Un libro de Michel Desmurget en Ediciones Península


¡Que lean! Es importante que los niños y las niñas lean libros en papel. Que se sumerjan en ellos y que dibujen, subrayen y doblen sus páginas. Que atesoren libros, que acudan a las bibliotecas y que asistan a clase sin artefactos tecnológicos frente a ellos. Cientos de estudios demuestran que la lectura por placer tiene un impacto único en el aprendizaje cognitivo de los niños. Fomenta el lenguaje, los conocimientos generales, la creatividad, la atención, la escritura, la expresión oral, la autocomprensión y la empatía. No hay herramienta más útil para el desarrollo cerebral que un libro.

Frente a los efectos desastrosos de las pantallas, Michel Desmurget, uno de los neurocientíficos de referencia en este campo y la voz que más tiempo lleva alertando de los efectos perniciosos de las pantallas en el cerebro infantil, propone un enfoque optimista con soluciones concretas para evitar que nuestros hijos e hijas se conviertan en cretinos digitales. Este libro dirigido a padres y maestros proporciona información para comprender el impacto de la lectura en el desarrollo intelectual, emocional y social de los niños, y les dará herramientas para cultivar el hábito de la lectura en su educación.

La guadaña, un siniestro cuento de Ray Bradbury

DE REPENTE SE ACABÓ EL CAMINO. Recorría el valle como cualquier otro camino, entre laderas de tierra yerma y pedregosa y encinas, y después junto a un gran campo de trigo solo en aquel desierto.

Llegaba junto a la pequeña casa blanca que pertenecía al campo de trigo y allí desaparecía, como si ya no fuera necesario.

No importaba demasiado porque allí mismo se les había terminado la gasolina. Drew Erickson frenó el viejo cacharro y permaneció sentado allí, sin hablar, contemplándose las grandes y rugosas manos de granjero.

Molly dijo, sin moverse del rincón donde estaba, junto a él: -Seguramente hemos tomado un desvío equivocado.

Drew asintió.

Los labios de Molly estaban casi tan blancos como su rostro, pero secos, mientras que su iel aparecía bañada de sudor. Su voz sonaba opaca, sin la menor expresión.

-Drew, ¿qué vamos a hacer ahora?

Drew se miró las manos. Manos de granjero a las que el viento, seco y hambriento, que nunca tenía bastante buena marga que comer, les había arrebatado la granja.

Los niños, que iban en el asiento de atrás, se despertaron y asomaron las cabezas por entre los bultos y mantas polvorientos, por encima del respaldo del asiento, y preguntaron: -¿Por qué nos paramos, papá? ¿Vamos a comer ahora, papá? Papá, tenemos mucha hambre.

¿Podemos comer ahora, papá?

Drew cerró los ojos. Aborrecía la visión de sus manos.

Los dedos de Molly rozaron su muñeca con suavidad, dulcemente.

-Drew, quizá en esa casa nos podrían dar algo para comer.

Una arruga apareció junto a su boca.

-Mendigar -masculló-. Ninguno de nosotros ha mendigado nunca ni mendigará ahora.

La mano de Molly se cerró sobre su muñeca. Al volverse vio sus ojos y también los de Susie y del pequeño que le miraban. Poco a poco fue cediendo la rigidez de su cuello y de su espalda. Su rostro se puso blando e inexpresivo, informe, como una cosa que ha sido golpeada con dureza durante demasiado tiempo. Bajó del coche y emprendió el camino hacia la casa. Caminaba sin seguridad, como un hombre enfermo o medio ciego.

La puerta de la casa estaba abierta. Drew llamó tres veces. En el interior sólo había un silencio y una cortina blanca en la ventana moviéndose en el aire pesado, caliente. Lo sabía antes de entrar. Sabía que la muerte estaba dentro de la casa. Era ese tipo de silencio.

Cruzó por un pequeño vestíbulo a un cuarto de estar limpio y no muy grande. No pensaba en nada. Estaba más allá de todo pensamiento. Iba en dirección a la cocina, sin preguntar, como un animal.

Entonces, al mirar por una puerta abierta, vio al muerto.

Era viejo y descansaba sobre una cama limpia y blanca. Llevaba poco tiempo muerto porque aún no había perdido esa última expresión tranquila, de paz. Debió saber que iba a morir porque vestía sus ropas de enterrar: un viejo traje negro, limpio y aseado, una camisa blanca y una corbata negra. 

En la pared, junto a su cama, se apoyaba una guadaña. Entre las manos del anciano había una espiga de trigo, todavía fresca. Una espiga madura, dorada y cargada de grano. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 28 de abril de 2024

"SOY MILENA DE PRAGA". Un libro de Monika Zgustova


Esta es la historia de Milena Jesenská, a quien muchos conocen como la amiga de Kafka. Y sí, los meses de relación amorosa e intelectual con Franz Kafka marcaron la vida de ambos. Nada fue igual para Milena, se transformó. Ganó en confianza en sí misma, en su escritura, en su postura política de defensa del feminismo y de la democracia, y en su osada oposición al régimen de Adolf Hitler. Pero Milena fue mucho más que una de las amigas más importantes de Franz Kafka. Fue también madre, periodista, traductora, escritora, parte de la élite intelectual que se reunía en los cafés de Viena, junto a Musil, Karl Kraus, Werfel o Hermann Broch, miembro de la resistencia cuando las tropas nazis invadieron su país, Checoslovaquia. Milena se rebeló contra el orden tradicional que quiso imponerle su padre, contra lo que su marido le exigía en su matrimonio, contra el papel secundario que se asignaba a las mujeres en las redacciones de los periódicos y en el mundo laboral. Y fue generosa amante de hombres y mujeres en rebeldía contra los límites impuestos al amor. A partir de los escritos, artículos y cartas que se han conservado de Milena y de los testimonios de quienes la conocieron, Monika Zgustova reconstruye la vida de esa mujer valiente y fascinante que fue Milena Jesenská. Y erige un homenaje a las mujeres que, en los turbulentos y trágicos años de la década de los veinte y los treinta del siglo xx, dedicaron su vida a luchar por la dignidad de la mujer y de las víctimas de la injusticia.

"TE DESNUDAS IGUAL". Un poema de Jaime Sabines

Te desnudas igual que si estuvieras sola
y de pronto descubres que estás conmigo.
¡Cómo te quiero entonces
entre las sábanas y el frío!

Te pones a flirtearme como a un desconocido
y yo te hago la corte ceremonioso y tibio.
Pienso que soy tu esposo
y que me engañas conmigo.

¡Y cómo nos queremos entonces en la risa
de hallarnos solos en el amor prohibido!

(Después, cuando pasó, te tengo miedo
y siento escalofrío.)

sábado, 27 de abril de 2024

"DISCURSO COMPLETO DE LA ESCRITORIA ARGENTINA LILIANA HEKER EN LA APERTURA DE LA 48 FERIA DEL LIBRO DE BUENOS AIRES"

 

La escritora pronunció un potente alegato social, político y cultural en la inauguración oficial de la 48° edición del encuentro literario de Buenos Aires. “Es necesario que demos testimonio de nuestra realidad y de nuestra historia”, afirmó en un tramo central de su alocución

Quiero celebrar de manera muy especial esta Feria y, en particular, al objeto impar que la convoca: el libro. En cierto modo, siento algo similar a lo que, medio siglo atrás, experimenté en mi primera feria. Y no se preocupen por hacer cuentas: tengo muy claro que esta, tal como se la conoce nacional e internacionalmente, es la Feria del Libro Número 48. Pero les cuento a quienes no lo vivieron que hubo ensayos anteriores – lo investigué hace poco para apuntalar mi recuerdo—, ferias más o menos callejeras organizadas por la Sociedad Argentina de Escritores. Esa de hace medio siglo fue para mi historia personal una Feria del Libro con todas las de la ley y la viví con una intensidad irrepetible. Me recuerdo, radiante de felicidad, recorriendo los stands junto a mucha gente que parecía tan entusiasmada como yo, y vendiendo números atrasados de El escarabajo de oro en un pequeño puesto de editores independientes que nos habían cedido un espacio, y hasta firmando a una lectora desconocida un ejemplar de mi libro Acuario, publicado gracias a ese emprendimiento cultural extraordinario que fue el Centro Editor de América Latina, arrasado pocos años después por la dictadura cívico-militar. Esa Feria fue singular para mí porque fue la primera. Y siento que esta también lo es, aunque por otros motivos.

Presumo que muchos de ustedes se estarán preguntando algo similar a lo que, durante los últimos tres meses, me estuve preguntando yo: ¿tiene sentido celebrar esta nueva emisión de la Feria del Libro en un país en el que día a día crecen la pobreza y la indigencia, hay millares de despidos sin fundamento, la salud y la educación pública están en emergencia, la obra pública fue cancelada, nuestras universidades son desfinanciadas al punto de correr el riesgo de cerrar sus puertas, la investigación científica y tecnológica y el ejercicio de la ciencia y la tecnología están siendo devastados, toda institución o medio que favorece el desarrollo y la difusión de la cultura ha sido desvirtuado o borrado, se entregan nuestras riquezas naturales y el Estado parece ausente aun en caso de epidemia? Confieso que más de una vez una noticia de último momento hizo tambalear este texto mío aun antes de que empezara a darle forma. Y sin embargo acá estoy, celebrando, como hace medio siglo en mi primera Feria, el estar rodeada de libros y de una concurrencia que, sospecho, en buena medida viene acá porque anda buscando algo preciso o tal vez difuso que espera encontrar en un libro.

Ahí está el punto: creo que el libro adquiere una significación muy especial en estos momentos. Por la inagotable diversidad de posibilidades que implica, y por ser el exponente de un amplísimo registro del conocimiento y del arte, me parece atinado instalarlo como un justo representante de todo lo que hoy es atacado en el campo de la cultura. Reivindicarlo entonces se me hace una cuestión imperiosa. Y no como autora, aunque la escritura sea el trabajo que amo: no es ese trabajo mío y privado el que corre riesgo. Aun durante la dictadura, dentro del pequeño ámbito de libertad de las cuatro paredes de mi pieza seguí escribiendo y ese trabajo y nuestra revista me sostuvieron en esa época de brutalidad inédita. Y estoy convencida de que, quienes nos dedicamos al trabajo creador, seguiremos encontrando también ahora nuevas motivaciones y nuevas formas de expresarnos y de estar presentes. Teatro Abierto fue una presencia muy fuerte durante la dictadura, y el Teatro Comunitario, una expresión luminosa en la crisis del 2001; no vamos a resignarnos al silencio, de eso no me cabe duda. Pero lo que quiero reivindicar hoy es una actividad aún más hermosa y democrática que la creación: quiero reivindicar la lectura. CONTINUAR LEYENDO

"AÑOS". Un poema/canción de Pablo Milanés

El tiempo pasa,
nos vamos poniendo viejos
y el amor no lo reflejo, como ayer.
En cada conversación,
cada beso, cada abrazo,
se impone siempre un pedazo de razón.

Pasan los años,
y cómo cambia lo que yo siento;
lo que ayer era amor
se va volviendo otro sentimiento.
Porque años atrás
tomar tu mano, robarte un beso,
sin forzar un momento
formaban parte de una verdad.

El tiempo pasa,
nos vamos poniendo viejos
y el amor no lo reflejo, como ayer.
En cada conversación,
cada beso, cada abrazo,
se impone siempre un pedazo de temor.

Vamos viviendo,
viendo las horas, que van muriendo,
las viejas discusiones se van perdiendo
entre las razones.

A todo dices que sí,
a nada digo que no,
para poder construir la tremenda armonía,
que pone viejos, los corazones.

 

"NOCHES BLANCAS". Fiodor Dostoievski

 


Un joven solitario e introvertido narra cómo conoce de forma accidental a una muchacha durante una “noche blanca”, fenómeno que se da en la ciudad rusa durante la época del solsticio de verano y a causa del cual la oscuridad nunca es completa. Tras el primer encuentro, la pareja de desconocidos se citará durante las cuatro noches siguientes, noches en las que la chica, de nombre Nastenka, relatará su triste historia, y en las que harán acto de presencia, de forma sutil y envolvente, las grandes pasiones que mueven al ser humano: el amor, la ilusión, la esperanza, el desamor, el desengaño.

viernes, 26 de abril de 2024

"LOS LIBROS Y LA BELLEZA". Michèle Petit



Este volumen reúne cinco ensayos de la antropóloga francesa escritos originalmente como conferencias. Tomando como punto de partida dos tesis: la belleza como necesidad universal para el ser humano y nuestra condición de seres poéticos a quienes lo meramente útil nos resulta insuficiente, Michèle Petit nos invita a la reflexión.

Un libro que defiende el poder de la belleza para transformar las peores experiencias en tiempos trágicos; que denuncia las dificultades de la transmisión cultural, sobre todo, en el exilio y su consecuente "desintonización" social; que nos recuerda que estamos formados por paisajes interiores, así como nuestra necesidad de habitar espacios soñados e imaginados; que nos habla sobre cómo redescubrir nuestros sueños a través de la literatura, sobre esas casas de pensamiento que son las bibliotecas y también sobre la lectura en tiempos de pandemia.

"LICENCIA PARA AVASALLAR". Un artículo de Irene Vallejo en pagina12.com.ar

Tras largo tiempo de silencio, empiezan a aflorar voces. Nadie hablaba de aquello en tu infancia: eran cosas de niños. Como si los problemas que afectan a los pequeños no pudieran ser grandes. Hoy sabes que el acoso escolar o las novatadas no son solo dramas infantiles. La edad adulta no sana el impulso de acorralar y humillar. Los matones que campaban a sus anchas en la escuela se hacen mayores y, si alcanzan puestos de poder, siguen hostigando con impunidad. El trabajo, con sus delicadas dinámicas internas, es el nuevo campo de batalla. En épocas de crisis y miedo a perder el empleo, el conflicto se agudiza.

A tus ocho años, no supiste reaccionar. No es fácil, tampoco para los adultos. Surge primero la incredulidad, después la esperanza de que se resolverá tan rápido como empezó. Y crees, al principio, que podrás resistir; ignoras aún lo destructiva que será la espiral si se prolonga demasiado tiempo.

En el patio de recreo, como en la oficina, el acoso nunca es solo un dilema individual. La reacción de los demás decide las reglas del silencio. Entran en juego dos impulsos humanos muy arraigados: solidarizarse con quien sufre un ataque o aliarse con el más poderoso. Un cínico personaje de la serie Succession describe así su particular imperativo categórico: “Yo estoy espiritualmente, y emocional, ética y moralmente, del lado de quien gane”. Capítulo tras capítulo, esta historia retrata a los miembros de un multimillonario clan empresarial luchando por el trono de la corporación. A la sombra de sus traiciones y ambiciones, sus propósitos y despropósitos, sus riquezas y vilezas, crean un ambiente laboral asfixiante y opresivo, donde la humillación y el desprecio son ingredientes habituales. En su batalla interminable, únicamente comparten la admiración por la arrogancia poderosa, símbolo de habilidad, fuerza, liderazgo y dominio. El patriarca de la familia define con estas palabras su estrategia respecto a los competidores: “Los atornillas. Los cincelas. Les haces daño. Y luego los ves chillar”.

El dramaturgo griego Eurípides se preguntó ya hace más de veinticuatro siglos si los personajes míticos, tradicionalmente considerados héroes, no eran sencillamente tipos prepotentes y despiadados. En una de sus obras, Ifigenia en Áulide, el general Agamenón ha reunido el ejército que atacará Troya, pero la expedición no consigue zarpar porque soplan vientos desfavorables. Un oráculo dictamina que solo podrá navegar si sacrifica a su hija Ifigenia en el altar de los dioses. Angustiados, Agamenón y Menelao discuten y compiten entre ellos como los hermanos de Succession, y tratan con violencia a sus subordinados. “Llorarás si no desistes. Pronto con mi cetro llenaré de sangre tu cabeza”, grita un enfurecido Menelao a un anciano a su servicio que expresa una crítica. Los dos guerreros parecen temer, por encima de cualquier reproche, la acusación de ser débiles y carecer de madera de líder. En el desenlace, se impone la sed de conquista, y la joven Ifigenia se convierte en la primera víctima de una guerra aún por comenzar.

La romantización del poder despótico y el aura autoritaria no es un fósil del pasado. Algunos políticos con éxito y celebridades empresariales se comportan en público como crecidos abusones escolares. La misma actitud chulesca surge a veces entre las estrellas del famoseo y el deporte, convencidas de que sus fortunas y sus victorias son un salvoconducto de soberbia. La admiración popular les otorga impunidad: los triunfadores tienen licencia para la crueldad. Durante demasiado tiempo hemos aplaudido los liderazgos avasalladores e incluso parece un mérito que deportistas, ejecutivos o vendedores sean agresivos. Sin embargo, en política, sus consignas furiosas desencadenan tensión, sufrimiento y, en ocasiones, dañinos conflictos. En el trabajo, los insultos, las órdenes dementes, los ataques de ira, las amenazas y las humillaciones provocan cada año un torrente de bajas, ansiedad y depresiones evitables. Como ya intuyó Eurípides en sus tragedias irreverentes, ciertos personajes carismáticos nos salen carísimos.

jueves, 25 de abril de 2024

"LA FAMILIA DE VILLAR". Un cuento de Luis Mateo Díez, Premio Cervantes 2023

La familia de Villar vino a mi pueblo dos meses antes de que llegara el agua. El padre se llamaba Antonio, la madre, Enedina, y los hijos, Benito y Clara. Arrendaron seis hectáreas del secano pedregoso cerca de la carretera de Villamaniel y compraron una casa de adobe que estaba a las afueras del pueblo.

Era una casa abandonada, de las que se emplean para almacenar la paja y guardar mulas. Trabajaron en ella hasta componerle las paredes, la retejaron y dividieron la vivienda con tabiques de ladrillo. Estuvieron casi un mes dedicados a la obra. Antonio y Benito aunando las labores de albañilería con el trabajo de la tierra: la limpieza de cardos y cenizales, el aricado de las hectáreas yermas, donde la rastrojera antigua había dejado el vicio de las sebes y la retama hasta colmar el abandono en un color pajizo entreverado por las ronchas de matojo y amapolas. Enedina y Clara recalando los tabiques y el adobe, amasando el cemento y acarreando los ladrillos desde la tejera de Villamaniel.

El encalado lucía en las paredes derechas, las tejas formaban una comba casi vertical, y bajo el corte de los aleros un canalón de aluminio salvaba el agua de la lluvia, derivando a los lados las escorreduras y preservando la fachada.

Para entonces la familia ya era conocida en el pueblo con el nombre de Villar y se les miraba con la simpatía que reporta el trabajo bien hecho.

El rastrojo de sus hectáreas tenía el aspecto limpio y acabado y la tierra estaba abierta con un sudor distinto, preparada para la siembra y aguardando el agua.

Benito y Clara vinieron a la escuela y se ganaron enseguida nuestra amistad. No eran aquellos muchachos taciturnos y lejanos del principio, cuando la labor les tenía atados desde el amanecer a la noche. Jugábamos mezclados por el vacío de las eras, correteando hasta la huerga y las norias, o nos sentábamos en el cemento del canal tirando piedras al hondón de aquella brecha tan larga, que un día no lejano nos traería el agua desde el pantano de Los Barrios.

A Benito le llamábamos Villar, como los hombres a Antonio. Y a Clara la Villarina, como las mujeres a su madre.

El Villar de los Barrios había sido su pueblo en la montaña, uno de los que las aguas del pantano anegaban al ser embalsadas. La familia era de las pocas que bajaron al páramo dispuestas a establecerse en las tierras nuevas, coma se llamaba al erial empobrecido de nuestra llanura, que habría de transformarse con la promesa del regadío. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 24 de abril de 2024

"SÉ TODOS LOS CUENTOS". Un poema de León Felipe recitado por Daniel Blanco y cantado por Aguaviva


Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos.

"ESE OBJETO REPLETO DE PALABRAS". Un artículo de Pilar Adón, Premio Nacional de Narrativa 2023 (El País 23 ABR 2024)

Son muchos los cantos de sirena que incitan a abandonar el libro en pro de la orgía tecnológica

Una persona que lee libros es una persona sospechosa. Y cuantos más libros lea, más sospechas despertará. Soy consciente de que un texto como este va destinado a incondicionales de la lectura. Simpatizantes y lectores habituales de libros que, como yo, no se sienten sospechosos en su día a día. Pero cambiemos la perspectiva, giremos el punto de vista y centrémonos en la imagen que ofrecemos cuando leemos un libro en el metro, en un avión, por la calle a veces, en una cafetería, rodeados del bullicio habitual, las voces que no paran porque han de anunciarnos la próxima parada, el precio de la consumición, el contenido del audio de WhatsApp que escucha su receptor y de paso todos los que le rodean. ¿No estamos cometiendo un acto de rebeldía que roza la ofensa? ¿No nos estamos declarando habitantes de un mundo aparte? En la conferencia segunda de Elizabeth Costello, de J. M. Coetzee, la protagonista, que es escritora, se embarca en un crucero en el que ha de dar una charla y mezclarse con los pasajeros porque la pagan por eso, y en el transcurso del viaje conoce a otro escritor invitado que explica que cuando alguien empieza a leer ante él es como si levantara un letrero en el que pusiera: “Dejadme en paz. Lo que estoy leyendo es más interesante de lo que puedes ser tú”. Para él el libro actúa como escudo, arma defensiva que, como tal, protege a quien la usa, pero también ataca. Entre otras razones porque el libro es silencio para los demás. Solo le habla a quien lo lee. Y ese momento de intimidad que se produce a plena luz del día, en que un ser humano lector y un objeto repleto de palabras se funden en una única forma, bajo una envoltura invisible que genera una unión que se diría sensual y al tiempo intelectual, sin duda apasionada y profunda, desconcierta por lo inabordable y lo secreto.

Son muchos los cantos de sirena que incitan a abandonar tal onanismo lector en pro de la orgía tecnológica. Esa evasión en apariencia más directa y espontánea. Más global. Más solidaria y más del ahora, hasta el extremo de que se diría que rejuvenece. Leer es de ancianos; al navegar, en cambio, alzamos el pendón de la eterna juventud. La propia literatura está repleta de ejemplos de lectores aprensivos, decaídos, molestos, cuando no directamente peligrosos. El Casaubon de Middlemarch; Holden Caulfield; la Annie Wilkes, de Misery, por no hablar de nuestro Quijote o del Jorge de Burgos de El nombre de la rosa. En cambio, ahí tenemos esas cándidas imágenes de influencers que brillan, literalmente, mientras nos hablan de lo mucho que viven y disfrutan, animándonos a un deslumbramiento continuo en nuestra libertad de ejercer un scroll infinito.

Sospechosos somos, pues, para los integrados. Pero, manteniendo el tono de ironía, dirijámonos a los apocalípticos y veamos que nada hay nuevo bajo el sol. Leemos en el Eclesiastés: “De algunas cosas se dice: “Mira, esto es nuevo”. Sin embargo, ya sucedió en otros tiempos, mucho antes de nosotros”. Ninguna de las variadas adicciones atribuidas a los recientes sistemas de captación de atención es novedosa para los lectores de libros. Veamos algunos ejemplos: lo primero que hacemos al levantarnos y lo último que hacemos antes de dormirnos es mirar el móvil, se nos dice, y respondemos: lo mismo que con un libro. La ansiedad que se genera ante lo limitado de nuestra atención frente a tanta información está directamente relacionada con la que nos entra al pensar en la cantidad de libros que hay por leer y la certeza de que no los abarcaremos nunca. La falta de escucha en cenas familiares, encuentros con amigos, cuando se mira el WhatsApp o los privados de Instagram y nos perdemos parte de la conversación ocurre igualmente al comprender de repente alguna trama de la novela que estemos leyendo o escribiendo. Se acusa a los incondicionales de las redes de que lo que acontece en su móvil les resulta más interesante que lo que tienen al lado; nada original, de nuevo: lo que nos cuentan los libros siempre nos ha parecido más fascinante que lo que sucede a diario, e incluso sentimos que conocemos mejor a los personajes clásicos que a muchos de nuestros familiares. Más casos: se advierte del peligro de vivir encerrados en un mundo digital que no es el auténtico y que nos hace perder el contacto con lo que nos rodea. En el caso de los lectores de ficción, podríamos ir incluso más allá: somos conscientes de que los personajes ni siquiera existen. Al menos los titulares con que nos bombardean las redes se refieren a la realidad, están conectados con ella, hablan de seres que no son pura invención. Se nos avisa también del fenómeno de cámara de eco que nos hace encontrar solo contenidos afines a nuestros gustos e ideas, mensajes que nos refuerzan a la vez que nos aíslan gracias al filtro burbuja, que nos sumerge en un bucle de información sesgada, momento en que los lectores de libros pensamos en cómo uno nos lleva a otro y en los muchos que nos perderemos por las tendencias, las apetencias y necesidades del momento, la orientación de los demás.

Ya la propia invención de la imprenta despertó todo tipo de sospechas, por no hablar de ocasiones como la del acceso de las mujeres a una lectura libre sin la supervisión de un hombre que decidiera qué sí y qué no. En cualquier caso, y visto que somos sospechosos desde una perspectiva y desde la contraria, tras este peculiar planteamiento de tesis y antítesis, pasemos a la síntesis: si hay algo que los nuevos sistemas de entretenimiento masivo no pueden ofrecernos es esa facultad del alma, como dice el Diccionario de la Lengua Española, que nos saca de lo inmediato, nos transforma, nos hace empáticos y nos permite realizar las actividades creativas que nos caracterizan como especie: la imaginación. En palabras de Einstein: “La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado y la imaginación da la vuelta al mundo”. Somos seres fabuladores y frente a las imágenes impuestas, que son como la comida rápida, que aplaca el apetito un rato pero no nutre en condiciones, generamos las mentales gracias a una imaginación que se alimenta, como es bien sabido, de lo que hemos leído en los libros. Frente a la tiranía de la inmediatez, el libro aguarda. Frente al entretenimiento digital, que nos cae de arriba abajo, que no pide ni espera nuestra participación, el libro demanda un diálogo constante, una creación mancomunada. Somos los lectores quienes le otorgamos el poder al libro. Así, el autor propone y el lector dispone. El libro es el gran exponente de la tecnología robusta: está hecho para durar, no necesita variaciones, ha demostrado su resistencia frente a todo tipo de modificaciones sociales, políticas, ambientales… No se le puede pedir mayor rendimiento a un dispositivo de tan reducidas dimensiones, que no necesita enchufes ni batería ni pantallas antirreflejantes y que es capaz de trasladarnos a otros universos. Además, goza de autoridad, particularidad nada desdeñable en tiempos de terror a lo falso. Como enunció Pardo Bazán, “queda lo escrito, todo lo demás no queda”.

lunes, 22 de abril de 2024

"TERTULIA LITERARIA / CLUB DE LECTURA DIALÓGICA EN LA PRISIÓN DE ZABALLA (ÁLAVA)"

Durante este curso ha seguido funcionando la Tertulia Literaria de la Prisión de Zaballa. A partir del mes de setiembre, todos los martes a las cinco de la tarde nos hemos juntado para dialogar sobre las páginas de los libros que habíamos decido leer para esa semana. 

Como en años anteriores, el Club de Lectura ha ido cumpliendo sus objetivos. Hemos leído y hemos dialogado con entusiasmo y, a veces, con pasión, sobre aquello que las palabras despertaban en nosostros.

Estos son algunos de los libros sobre los que hemos dialogado:

  • Palmeras en el cielo, de Luz Gabás.
Un texto que contrapone dos mundos: el del colonizador español y el del colonizado guineano. Dos esferas que vivven, más que conviven, bajo el signo de la desigualdad. Dos miradas que no llegan a comprenderse. Vidas, que en ocasiones se cruzan sin llegar a mezclarse. Todo un panorama humano que no deja de retarnos a los que estamos o hemos estado en una posición de dominio.
  • El secreto de Spinoza, de José Rorigues dos Santos.
No es fácil acercarse al gran filósofo Baruch Spinoza, una figura fundamental en el pensamiento de su época y, sobre todo, de los siglos posteriores hasta la actualidad. Pero este libro, aprovecha su tránsito por la vida de Spinoza para hacer una muy interesante divulgación de su pensamiento. Es un libro que nos llegó muy hondo, que nos hizo reflexionar y que provocó diálogos profundos sobre la vida y su trascendencia.
  • Los salvajes, de Sabri Louatah.
Esta es una obra que consta de tres volúmenes. En nuestro caso sólo leímos el primero, ya que no teníamos, entre otras cosas, dinero para adquirir los otros dos, y creemos que fue suficiente. El libro nos presenta la vida de una familia argelina que emigró a Francia. La gama de personajes que conforman un clan familiar nos va introduciendo en las distintas vivencias de la emigración y en las miradas y relaciones que se establecen entre emigrantes y autóctonos, así como las que los propios emigrados proyectan sobre sí y sobre la tierra que dejaron. Un libro que sacó también nuestras visiones sobre la inmigración y, sobre todo, sobre las personas que son las verdaderas protagonistas de la misma.
  • Un caballero en Moscú, de Amor Towles
Al protagonista, un aristócrata ruso, los bolcheviques, por escribir en su tiempo un poema subsersivo, le conmutan la pena de muerte por una arresto perpetuo con libertad de movimientos dentro del establecimiento en la buhardilla del hotel donde está hospedado. Ahí vivirá durante más de tes décadas de una forma muy particular, tal como es él. Sin embargo, el espacio restringio no logrará acotar su vida, que se verá trufada por historias con personal del hotel así como con distintos huéspedes. Con estos mimbres, el libro nos llevó a dialogar sobre la propia vida y vivencia del protagonista, así como acerca de las distintas experiencias y relaciones que se dan en su vida.
  • La sonrisa etrusca, de Javier Sampedro
Es el libro que estamos leyendo en la actualidad. Es un texto que nos ha enganchado desde el principio. Una gran obra que nos despierta -gran logro del autor- distintas emociones y visiones de la existencia mientras contrastamos las diferentes visiones del mundo rural y urbano, así como la posibilidad de transformación frente al fatalismo que nos inunda en la actualidad.

BILIOTECAS HUMANAS

Un último apunte sobre esta actividad que los miembros de la Tertulia vienen preparando desde hace algunas semanas. Nuestro objetivo es poder celebrar una sesión de Bibliotecas Humanas dentro de la prisión a finales de mayo o principios de junio. Los libros humanos serán, como no podría ser de otra forma, internos e internas de la prisión. Pero de esto ya os informaré en otra entrada.

domingo, 21 de abril de 2024

"LOS PAÍSES IMAGINADOS. La realidad está enferma y necesitamos el elixir de la literatura". Un artículo de Gustavo Martín Garzo (El País, 17 ENE 2013)

La atención a lo real, dice Hannah Arendt, es una forma de virtud. Pero ¿qué es lo real, a qué nos obliga esa atención? ¿Tiene sentido en los tiempos que corren contar, por ejemplo, un cuento de fantasmas, hablar de anillos que dan la invisibilidad, de miembros que siguen viviendo separados de sus cuerpos, de amantes que, como en la bella película Sueño de amor eterno,se encuentran en sus sueños? ¿De qué nos sirve escuchar historias así? Aún más, ¿prestarles atención no es una forma de evitar nuestro compromiso con una realidad que no deja de reclamarnos? El mundo se ha vuelto tan doloroso y sus problemas tan acuciantes que nos parece que esas historias, por muy bellas que puedan parecer, poco o nada tienen que decirnos.

Tenemos hambre de realidad porque todo se ha vuelto extraño e irreal. Por eso pedimos a los libros que nos hablen del mundo en que vivimos y nos ayuden a entenderlo. Sin embargo, más allá de los problemas concretos que nos acosan, y que tienen que ver con las injusticias y los abusos que se comenten cada día, los hombres y mujeres actuales siguen asistiendo al nacimiento de los niños, se pierden en los laberintos del amor, visitan en sueños lugares incompresibles, conversan en secreto con los muertos, se sienten interrogados por la mirada de los animales. ¿Por qué los libros no deberían hablar de todo esto? "Sabes tanto de mí y no me comprendes, escribe Antonio Porchia. Saber no es comprender. Podríamos saberlo todo y no comprender nada".

El hombre vive en la materia y necesita la ciencia para comprenderla y la técnica para transformarla; pero vive también entre representaciones y para comprenderse a sí mismo y a los demás necesita historias que le pongan en contacto con lo más oculto y postergado de sí mismo. Todo es doble en nuestro corazón. Vivimos entre la razón y la locura, entre el principio del placer y el principio de realidad, entre el mundo del doctor Jekyll y el de mister Hyde, que no tiene por qué ser necesariamente un malvado. Mister Hyde representa lo excéntrico, lo que no cabe en el mundo real. La literatura debe hablarnos del doctor Jekyll y del mundo que le rodea, pero sería incompleta si no lo hiciera a la vez de mister Hyde, de su deambular en la noche, de sus extravagancias y, por qué no, de sus ocultas delicadezas. De esos otros que también somos y de los asuntos peligrosos en que tantas veces andamos metidos. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 20 de abril de 2024

"LA VIEJA MENTIRA: (Morir por la patria no es dulce ni honroso)". Un poema de Wilfred Owen

Doblados como viejos mendigos bajo bolsas,
chocando las rodillas y tosiendo como viejas, maldecimos a través del lodo
hasta darle la espalda a las condenadas bengalas
y empezar a arrastrarnos a un descanso remoto.

Los hombres marchaban dormidos. Muchos ya sin botas
cojeaban calzados de sangre. Todos patéticos, ciegos todos,
ebrios de cansancio, sordos incluso a los silbidos
de proyectiles decepcionados que caían más atrás.

¡Gas! ¡Gas! ¡De prisa, chicos! En un éxtasis de torpeza
nos calamos torpes cascos justo a tiempo;
pero alguno seguía pidiendo ayuda a gritos tropezando
indeciso como un hombre ardiendo en llamas o cal viva.

Borroso tras los vidrios empañados y a través de aquella verde luz espesa,
como hundido en un mar verde, lo vi ahogarse.
En todos mis sueños, ante mi vista indefensa,
Se abalanza sobre mí, se atraganta, se ahoga, se apaga.

Si en algún sueño asfixiante también pudieras seguir a pie
la carreta donde lo arrojamos
y ver cómo retorcía los blancos ojos en la cara,

una cara colgante, como un diablo harto del pecado;
si pudieras oír, a cada tumbo, la sangre
vomitada por pulmones de espuma corrompidos,
obsceno como el cáncer, amargo como pus
de viles llagas incurables en lenguas inocentes,–

Amigo mío, no contarías con tanto entusiasmo
a los niños que arden ansiosos de gloria
esa vieja mentira: Dulce et decorum est
Pro patria mori. 
(Dulce y honroso es morir por la patria. Horacio)

jueves, 18 de abril de 2024

"CUANDO LOS LIBROS CRECEN. LITERATURA Y VIOLENCIA". Un artículo de Iree¡ne Vasco

Foto tomada del periódico
'La opinión', Cúcuta, Colombia.

El señor Watts nos habí­a regalado a nosotros, los niños, otra porción del mundo. Descubrí­ que podí­a volver a ella siempre que quisiera. Es más, podí­a elegir cualquier momento de la historia.
Lloyd Jones, El señor Pip

Los mapas recorridos

¿Violencia? ¿Dónde está la violencia? ¿En la sala de espera de un hospital sin médicos, enfermeras, medicinas ni camas? ¿En los cordones de miseria de las grandes ciudades donde se hacinan los desposeí­dos? ¿En las minas de oro y de carbón donde los niños mueren asfixiados y bajo toneladas de escombros buscando una promesa de mejor vivir? ¿En los rí­os contaminados por las industrias que no gastan ni una porción de sus utilidades en el cuidado de las aguas? ¿En las casas campesinas donde el hambre se hace sentir de dí­a y de noche? ¿En las escuelas sin libros? La violencia está en muchas partes.

La esperanza también.

He conocido la violencia y la esperanza transitando por las calles y las carreteras de mi paí­s, Colombia, en el que, según los polí­ticos y los periodistas, llevamos cincuenta años de guerra y según los historiadores llevamos quinientos años.

Las fechas y los datos no son importantes para las personas que dí­a a dí­a viven las consecuencias. Las tribulaciones cotidianas no permiten detenerse en la investigación y el análisis de los hechos. Hay que resolver, sobrevivir, desplazarse, vencer, resistir. La memoria se borra para que el presente se haga perentorio. Como dirí­a Orwell, “Quién controla el pasado, controla el futuro. Quién controla el futuro, controla el pasado”.

En medio de los conflictos y los dolores, a través de diversos programas, muchas personas e instituciones, intentamos aliviar, exorcizar, catalizar y brindar esperanzas a las ví­ctimas de una guerra sin fin, agazapada en miles de rincones.

Señalar en mapas, formular estadí­sticas, pararse sobre la teorí­a, son formas de evadir responsabilidades. Por ello quiero hablar de casos concretos, unos pocos entre la enorme experiencia acumulada a lo largo de los años en este recorrer del paí­s. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 17 de abril de 2024

"LA VOZ DE LA ISLA". Un cuento/álbum ilustrado de Lupe Vaai ilustrado por Li-Wen Chu

En donde el cambio climático es uno de los más grande retos que enfrenta nuestra generación, una pequeña niña en edad escolar, decide tomar el asunto en sus propias manos.

Al crecer en un ambiente contaminado lleno de polvo y basura,
Katalina se hace a la idea de que ese no es el futuro que quiere para ella, para su familia y sus amigos y amigas. ¡Ella anhela el aire fresco y el pasto verde de las historias de su abuela!

Así empieza su camino para enfrentar los problemas a su alrededor: un camino que la lleva desde una diminuta isla del Pacífico hasta Nueva York, probando que no importa que tan pequeño seas, también puedes dejar tu huella en el mundo.

Como una ávida lectora y bloguera, esta visión articulada y bien pensada hacia los retos ambientales que enfrentan las pequeñas naciones insulares, quienes son los más vulnerables a los efectos del cambio climático, y especialmente por haber sido escrita por una estudiante habitante del Pacífico, es una lectura que no debe faltar en todas las bibliotecas escolares. (Sita Leota. Directora de Auditoría, Oficina de Auditoría de Samoa)

PULSA AQUÍ PARA LEER Y DESCARGAR

martes, 16 de abril de 2024

"LAS PRIMERAS POETISAS EN LENGUA CASTELLANA".



Una antología a cargo de la académica Clara Janés que recoge composiciones de las primeras poetisas que escribieron en nuestra lengua, mujeres que, al amparo de los monasterios o en sus aposentos, sintieron la necesidad de crear a través de la escritura.

Al margen de las evidentes desventajas que las mujeres han tenido a lo largo de la Historia a la hora de desarrollar su creatividad más allá del ámbito doméstico, hubo escritoras a quienes su voluntad y unas circunstancias propicias permitieron entrar en el mundo de la literatura.

Luisa Sigea, Mariana de Vargas y Valderrama, Leonor de la Cueva y Silva o Juana Inés de la Cruz son algunas de las cuarenta y tres extraordinarias poetisas cuya vida y obra nos ofrece este libro a través de más de doscientos años de lírica española en femenino.

lunes, 15 de abril de 2024

HAY MUCHOS PÚBLICOS ABIERTOS A LA LECTURA

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"CUENTOS CHINOS. RELATOS POPULARES DE LA LITERATURA CHINA". Richard Wuilhem (Ed.)


Los presentes cuentos —algunos de ellos publicados aquí por primera vez— no sólo proceden de fuentes escritas, sino también de la tradición oral, lo cual significa que en ellos se manifiesta en todo su esplendor el alma del pueblo chino y se transmiten ideas metafísicas de la forma más sencilla y atractiva. Pero, además, se trata de relatos que también son de un gran valor, desde una perspectiva científica, para el análisis de antiguas tradiciones comunes y de los vínculos entre los pueblos.

Richard Wilhelm (1873-1930) es uno de los sinólogos más importantes de todos los tiempos. Vinculado durante buena parte de su vida a la editorial Diederichs, donde dirigió la colección "Religion und Philosophie Chinas", de la que se publicaron ocho volúmenes entre 1910 y 1930, y realizó brillantes traducciones de clásicos chinos, como las de el Yi King, el libro de las mutaciones y Tao Te King. Es también coautor, junto con Carl Gustav Jung, de "El secreto de la flor de oro", igualmente publicado por Paidós.

Se puede descargar y leer en el siguiente enlace:


domingo, 14 de abril de 2024

"HANSEL Y GRETEL". Un cuento de los hermanos Grimm


HANSEL Y GRETEL

Hermanos Grimm

En el borde de un bosque inmenso vivía un leñador muy pobre con su mujer y sus dos hijos.

El niño se llamaba Hansel y la pequeña, Gretel. El padre era tan pobre que apenas tenía para dar de comer a la familia y una vez, cuando hubo una gran hambruna en el país, el padre ni siquiera pudo ganar el pan de cada día. Una noche, afligido por sus pensamientos y dando vueltas en su cama, suspiró y le dijo a su mujer:

¿Qué va a ser de nosotros? ¿Cómo podremos alimentar a nuestros pobres hijos si no tenemos siquiera para nosotros mismos?

Y la mujer, que no era la madre sino la madrastra de los niños, dijo:

-Mañana mismo llevamos a los niños a lo más profundo del bosque; les encenderemos allí un fuego y dándoles un pedacito de pan a cada uno, marcharemos a nuestros trabajos y los dejaremos solos. Como no podrán encontrar el camino de vuelta, quedaremos libres de ellos.

-No, mujer -replicó el hombre- yo no puedo hacer tal cosa. Mi corazón no podrá soportar el remordimiento de haber abandonado a mis hijos en el bosque; pronto vendrían las fieras y los harían pedazos.

-Pues nos moriremos los cuatro de hambre. Ya puedes empezar a preparar las tablas para hacer los ataúdes.

La mujer estuvo dale y dale repitiendo una y otra vez lo mismo hasta que convenció al padre, aunque a él le daba mucha pena dejar a sus hijos en el bosque. A causa del hambre los dos niños tampoco habían podido dormir, así que escucharon todo lo que había dicho la madrastra.

Gretel se echó a llorar y le dijo a Hansel:

-Ahora moriremos.

-Calla, Gretel -dijo su hermano-, no te aflijas, yo veré cómo arreglamos esto.

Y así, mientras los padres dormían, se levantó y poniéndose su chaquetilla, abrió el portillo y salió sigilosamente.

La luna lucía clara y los guijarros que había delante de la casa resplandecían como monedas. Agachándose, Hansel recogió todos los que cupieron en sus bolsillos.

Al regresar, le dijo a Gretel:

-Ten confianza, querida hermana, duerme tranquila, Dios no nos abandonará. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 13 de abril de 2024

"EL DURMIENTE DEL VALLE". Un poema de Arthur Riambaud

Es un surco de verdura donde canta un río
Prendiendo entre risas jirones de plata
por las yerbas; donde el sol alumbra desde
la altiva montaña: es una vaguada que hierve de fulgor.

Un soldado joven, cabeza desnuda, boca abierta
Y la nuca encharcada entre el fresco berro azul,
Duerme; está tendido sobre la yerba, bajo el cielo,
Pálido en su lecho verde donde llueve la luz.

Duerme con los pies entre gladiolos. Sonriendo
Como haría un niño enfermo, sueña:
¡Mécelo con amor Naturaleza, que tiene frío!

Los aromas ya no estremecen sus sentidos,
Duerme tranquilo al sol, con una mano sobre el pecho.
Dos hoyos rojos se abren en su costado.


viernes, 12 de abril de 2024

"Por qué leer libros es tan importante para cultivar la inteligencia de nuestros hijos". Un artículo de MICHEL DESMURGET (El País 07 ABR 2024)

CONXITA HERRERO
Las pantallas recreativas minan el desarrollo de los jóvenes: leer es la única forma de desarrollar un lenguaje avanzado que permita construir algún pensamiento complejo

Sometidos al yugo adictivo de las omnipresentes pantallas recreativas (películas, series de televisión, videojuegos, redes sociales...), nuestros hijos leen cada vez menos y, por tanto, cada vez peor, porque, como demuestran decenas de estudios, la capacidad lectora depende directamente del tiempo de práctica. En España, según las últimas evaluaciones internacionales Pisa, el 75% de los alumnos de 13 años de secundaria no pasan del nivel “básico”, que como mucho les permite comprender enunciados sencillos y explícitos; el 51% tienen incluso un nivel “bajo” y dificultades con los textos más básicos. Solo el 5% de los lectores son “avanzados”, capaces de identificar y resumir las ideas implícitas en un texto no trivial. Estas cifras son comparables a la media de la OCDE. Desde 2015, los alumnos españoles de secundaria han perdido un año de aprendizaje. Esto significa que los jóvenes de 13 años en 2022 tenían el mismo nivel que sus homólogos de 12 años siete años antes.

Muchos observadores parecen satisfechos con esta evolución, alegando que hay que avanzar con los tiempos y que los niños de hoy simplemente aprenden “de otra manera”. Mientras que en tiempos pasados se utilizaba la palabra escrita, en el mundo moderno se recurre a los medios audiovisuales. Por desgracia, este argumento pasa por alto las características específicas de la palabra escrita. En primer lugar, está el lenguaje. El libro está desprovisto de contexto. Solo tiene palabras como soporte. La imagen (o el vídeo) de un paisaje, de un objeto, de una emoción, de una escena de la vida, etcétera, habla por sí sola, por así decirlo, al menos en parte. El libro tiene que describirlo todo. Esto explica por qué, por término medio, la complejidad léxica y gramatical de los corpus textuales es mucho mayor que la de los corpus orales. Amplios estudios de contenido han demostrado que hay más riqueza lingüística en un álbum de preescolar (el más sencillo de los libros) que en todos los corpus orales corrientes: discusiones entre adultos cultos o adultos y niños, películas, series, dibujos animados, programas de televisión... Esto significa que la exposición a la palabra escrita es la única manera de desarrollar un lenguaje avanzado, sin el cual no puede construirse ningún pensamiento complejo.

A menudo, oigo decir que las generaciones más jóvenes nunca han leído tanto, gracias a internet. Lamentablemente, la afirmación es engañosa. Entre los jóvenes de 8 a 18 años, la lectura digital representa entre el 2% y el 3% del tiempo de pantalla, mientras que las actividades audiovisuales (películas, series, vídeos, etcétera) suponen entre el 40% y el 50%. Además, este tiempo de lectura incluye muy pocos libros y muchos contenidos lingüística y conceptualmente pobres. En definitiva, el tiempo de lectura en internet (redes sociales, blogs, correos electrónicos y todo lo demás) y, más en general, el tiempo total de pantalla recreativa están negativamente correlacionados con las competencias lingüísticas y la capacidad de lectura de los niños. Lo mismo ocurre con los conocimientos. Cuanto más leen los niños y los adolescentes, más amplia es su cultura general, en relación con los niños de entornos socioeconómicos comparables que están expuestos a contenidos audiovisuales (películas, series, entre otros). Los niños que leen tienen muchas más probabilidades de saber, por ejemplo, qué es un carburador o un tipo de interés; de decir que Japón fue aliado de Alemania y no de Estados Unidos durante la II Guerra Mundial, y de afirmar que hay más musulmanes que judíos en el planeta. CONTINUAR LEYENDO

jueves, 11 de abril de 2024

"EL PESCADOR Y EL GENIO". Un cuento de "Las mil y una noches".


Había una vez un pescador de bastante edad y tan pobre que apenas ganaba lo necesario para alimentarse con su esposa y sus tres hijos. Todas las mañanas, muy temprano, se iba a pescar y 
tenía por costumbre echar sus redes no más de cuatro veces al día. 
Un día, antes de que la luna desapareciera totalmente, se dirigió a la playa y, por tres veces, arrojó sus redes al agua. Cada vez sacó un bulto pesado. Su desagrado y su desesperación fueron grandes: la primera vez sacó un saco; la segunda, un canasto lleno de piedras; y la tercera, una masa de barro y conchas. 
En cuanto la luz del día empezó a clarear dijo sus oraciones, como buen musulmán; y se encomendó a sí mismo y sus necesidades al Creador. 
Hecho esto, lanzó sus redes al agua por cuarta vez y, como antes, las sacó con gran dificultad. Pero, en vez de peces, no encontró otra cosa que un jarrón de cobre dorado, con un sello de plomo por cubierta. Este golpe de fortuna regocijó al pescador. 
—Lo venderé al fundidor —dijo—, y con el dinero compraré un almud de trigo. CONTINUAR LEYENDO


miércoles, 10 de abril de 2024

"AUGUSTO MONTERROSO. CUENTOS, FÁBULAS Y LOS DEMÁS ES SILENCIO".


Maestro indiscutible del relato breve, Augusto Monterroso es autor de una de las obras más cautivadoras y depuradas de la literatura en lengua castellana. Publicó tarde, sin prisas, y nunca se tomó en serio (ni a sí mismo ni al oficio literario). Empeñado en “colocar las comas en su sitio”, como él mismo decía, devoró con fruición los clásicos grecolatinos y los españoles y también las gramáticas y retóricas que pudieran enseñarle a evitar errores de redacción. Fruto de ello es una prosa impecable y engañosamente sencilla que lo ha convertido en un modelo de rigor y estilo indiscutible.

SE PUEDE OBTENER Y DESCARGAR AQUÍ

lunes, 8 de abril de 2024

"ME GUSTA ANDAR DE NOCHE LAS CIUDADES DESIERTAS". Un poema de Concha Méndez recitado por Inma Cuesta


Me gusta andar de noche las ciudades desiertas

Me gusta andar de noche las ciudades desiertas,
cuando los propios pasos se oyen en el silencio.
Sentirse andar, a solas, por entre lo dormido,
es sentir que se pasa por entre un mundo inmenso.

Todo cobra relieve: una ventana abierta,
una luz, una pausa, un suspiro, una sombra…
Las calles son más largas, el tiempo también crece.

¡Yo alcancé a vivir siglos andando algunas horas!

domingo, 7 de abril de 2024

¿POR QUÉ SOMOS KAFKIANOS? Un artículo de la escritora Monika Zgustova (El País 25 DIC 2023)

Enrique Flores
En el mundo actual, los movimientos de las personas se controlan a través de las aplicaciones, igual que los funcionarios de ‘El proceso’ controlaban los horarios y hábitos del protagonista. En 2024 se conmemora el centenario del clarividente autor checo

A finales de los ochenta, todavía durante la época del comunismo, mientras visitaba Praga, una amiga me regaló El castillo de Franz Kafka en checo. Se trataba de una edición de los años sesenta, la década que desembocó en la Primavera de Praga, cuando publicar y leer Kafka estaba permitido, aunque por poco tiempo. Tras la invasión rusa de 1968, el nuevo régimen prosoviético en Checoslovaquia volvió a prohibir al escritor de Praga porque, en su obra, Kafka había descrito con lucidez y precisión el funcionamiento de la arbitrariedad, una de las características de los totalitarismos. Cuando se acabó mi estancia en la ciudad, mientras conducía hacia la frontera, antes de llegar al control de pasaportes me acordé del libro prohibido que había dejado despreocupadamente a mi lado. Detuve el coche en el arcén para esconder El castillo al fondo de mi maleta. Pero, como en las novelas de Kafka, algún ojo vigilante siguió mis movimientos. Una vez en el puesto de control, un policía me pidió que abriera la maleta. A continuación, con un gesto seguro, extrajo el libro de ella. En la aduana me sometió a un duro interrogatorio.

La cultura centroeuropea de principios del siglo XX se podría definir como la huida de la racionalidad y del orden impuestos por un Estado todopoderoso —el imperio austro-húngaro—, del control que la burocracia ejercía sobre el individuo, del centralismo basado en el intento de uniformizar las muchas y variadas etnias, hacia el espacio humano íntimo. Kafka comprendió que se trataba de una tendencia y la anticipó universalmente, la analizó en su obra antes de que tomara su monstruosa dimensión en forma de totalitarismos, ideologías opresoras y guerras mundiales. Por eso las obras de Kafka resultan proféticas.

En su vida, Kafka fue testigo de la Primera Guerra Mundial, cuyo final trajo el desmoronamiento del imperio austro-húngaro y la creación de pequeños estados como Checoslovaquia. En sus libros partía de situaciones íntimas que había experimentado: en El proceso, de su compleja relación con la mujer de negocios Felice Bauer y del “proceso” con el que le sorprendió su familia; en El castillo, de su pasión por la periodista Milena Jesenská, cuyo marido retrató en Klamm, el señor del castillo; en La transformación (o La metamorfosis), de la compleja relación con su padre. Sin embargo, a todas esas situaciones dio un trato metafórico que va mucho más allá de las realidades íntimas hasta otorgarles una dimensión universal y marcar en ellas la tendencia social y política no solo del siglo XX —que apenas llegaba a su primer cuarto cuando el escritor moría, en 1924, en un sanatorio de Viena a los 41 años— sino más allá de su siglo.

Sin embargo, los críticos e intelectuales que compartieron con Kafka el siglo XX no entendieron en seguida su enigmática obra: hablaron de su mundo “fantástico” y “surrealista” hasta que se impuso una nueva realidad: la de la Segunda Guerra Mundial. Entonces los que buscaban los documentos necesarios, en Marsella y en Lisboa, para huir de Europa, hablaron de El proceso como de una obra profética, y una vez en los barcos transoceánicos se acordaban de América. Paulatinamente, el término kafkiano, kafkaïen, kafkaesque se fue introduciendo en la mayoría de las lenguas occidentales. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 6 de abril de 2024

"EL CONCIERTO". Un cuento de Augusto Monterroso

Dentro de escasos minutos ocupará con elegancia su lugar ante el piano. Va a recibir con una inclinación casi imperceptible el ruidoso homenaje del público. Su vestido, cubierto con lentejuelas, brillará como si la luz reflejara sobre él el acelerado aplauso de las ciento diecisiete personas que llenan esta pequeña y exclusiva sala, en la que mis amigos aprobarán o rechazarán—no lo sabré nunca—sus intentos de reproducir la más bella música, según creo, del mundo.

Lo creo, no lo sé. Bach, Mozart, Beethoven. Estoy acostumbrado a oír que son insuperables y yo mismo he llegado a imaginarlo. Y a decir que lo son. Particularmente preferiría no encontrarme en tal caso. En lo íntimo estoy seguro de que no me agradan y sospecho que todos adivinan mi entusiasmo mentiroso.

Nunca he sido un amante del arte. Si a mi hija no se le hubiera ocurrido ser pianista yo no tendría ahora este problema. Pero soy su padre y sé mi deber y tengo que oírla y apoyarla. Soy un hombre de negocios y sólo me siento feliz cuando manejo las finanzas. Lo repito, no soy artista. Si hay un arte en acumular una fortuna y en ejercer el dominio del mercado mundial y en aplastar a los competidores, reclamo el primer lugar en ese arte.

La música es bella, cierto. Pero ignoro si mi hija es capaz de recrear esa belleza. Ella misma lo duda. Con frecuencia, después de las audiciones, la he visto llorar, a pesar de los aplausos. Por otra parte, si alguno aplaude sin fervor, mi hija tiene la facultad de descubrirlo entre la concurrencia, y esto basta para que sufra y lo odie con ferocidad de ahí en adelante. Pero es raro que alguien apruebe fríamente. Mis amigos más cercanos han aprendido en carne propia que la frialdad en el aplauso es peligrosa y puede arruinarlos. Si ella no hiciera una señal de que considera suficiente la ovación, seguirían aplaudiendo toda la noche por el temor que siente cada uno de ser el primero en dejar de hacerlo. A veces esperan mi cansancio para cesar de aplaudir y entonces los veo cómo vigilan mis manos, temerosos de adelantárseme en iniciar el silencio. Al principio me engañaron y los creí sinceramente emocionados: el tiempo no ha pasado en balde y he terminado por conocerlos. Un odio continuo y creciente se ha apoderado de mí. Pero yo mismo soy falso y engañoso. Aplaudo sin convicción. Yo no soy un artista. La música es bella, pero en el fondo no me importa que lo sea y me aburre. Mis amigos tampoco son artistas Me gusta mortificarlos, pero no me preocupan.

Son otros los que me irritan. Se sientan siempre en las primeras filas y a cada instante anotan algo en sus libretas. Reciben pases gratis que mi hija escribe con cuidado y les envía personalmente. También los aborrezco. Son los periodistas. Claro que me temen y con frecuencia puedo comprarlos. Sin embargo, la insolencia de dos o tres no tiene límites y en ocasiones se han atrevido a decir que mi hija es una pésima ejecutante. Mi hija no es una mala pianista. Me lo afirman sus propios maestros. Ha estudiado desde la infancia y mueve los dedos con más soltura y agilidad que cualquiera de mis secretarias. Es verdad que raramente comprendo sus ejecuciones, pero es que yo no soy un artista y ella lo sabe bien.

La envidia es un pecado detestable. Este vicio de mis enemigos puede ser el escondido factor de las escasas críticas negativas. No sería extraño que alguno de los que en este momento sonríen, y que dentro de unos instantes aplaudirán, propicie esos juicios adversos. Tener un padre poderoso ha sido favorable y aciago al mismo tiempo para ella. Me pregunto cuál sería la opinión de la prensa si ella no fuera mi hija. Pienso con persistencia que nunca debió tener pretensiones artísticas. Esto no nos ha traído sino incertidumbre e insomnio Pero nadie iba ni siquiera a soñar, hace veinte años, que yo llegaría adonde he llegado. Jamás podremos saber con certeza, ni ella ni yo, lo que en realidad es, lo que efectivamente vale. Es ridícula, en un hombre como yo, esa preocupación.

Si no fuera porque es mi hija confesaría que la odio. Que cuando la veo aparecer en el escenario un persistente rencor me hierve en el pecho, contra ella y contra mí mismo, por haberle permitido seguir un camino tan equivocado. Es mi hija, claro, pero por lo mismo no tenía derecho a hacerme eso.

Mañana aparecerá su nombre en los periódicos y los aplausos se multiplicarán en letras de molde. Ella se llenará de orgullo y me leerá en voz alta la opinión laudatoria de los críticos. No obstante, a medida que vaya llegando a los últimos, tal vez a aquellos en que el elogio es más admirativo y exaltado, podré observar cómo sus ojos irán humedeciéndose, y cómo su voz se apagará hasta convertirse en un débil rumor, y cómo, finalmente, terminará llorando con un llanto desconsolado e infinito. Y yo me sentiré, con todo mi poder, incapaz de hacerla pensar que verdaderamente es una buena pianista y que Bach y Mozart y Beethoven estarían complacidos de la habilidad con que mantiene vivo su mensaje.

Ya se ha hecho ese repentino silencio que presagia su salida. Pronto sus dedos largos y armoniosos se deslizarán sobre el teclado, la sala se llenará de música, y yo estaré sufriendo una vez más.

FIN

jueves, 4 de abril de 2024

"POSIBILIDADES". Un poema de Circe Maia

El grito, de Ricardo Carpani


Hemos resuelto no existir. Mejor dicho
se ha resuelto que no existiéramos.
Así quedamos quietos, en el fondo,
sin hacer nada.
Como niños demasiado buenos
que han renunciado al juego por no hacer ruido
y ni hablar ni leer, porque hay crujidos
al dar vuelta las hojas.
Adelgazados, sí, casi sin peso,
sin movernos, ya dije.
Sólo queda mirar a quien no mira,
no nos ve casi nunca.
¡Pero a veces!
A veces existimos todavía
en forma de punzadas silenciosas.
Un pensamiento-aguja, voz-astilla
da el inaudible grito:¡Todavía!"

miércoles, 3 de abril de 2024

10 poemas inmortales y un completo libro biográfico (descargable) de Blanca Varela

En el libro de La Biblioteca Municipal de Lima encontrarán detallados e ilustrados pasajes de la vida de esta representante de la poesía peruana. Varela nació el 10 de agosto de 1926 y nos dejó el 12 de marzo de 2009, estudió letras y educación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y desde joven comenzó a colaborar en importantes revistas como 'Las moradas", dirigida por el recordado Emilio Adolfo Westphalen.

Como muchos artistas de su generación, Blanca Varela emigró a París en 1949; allí pudo entablar una estrecha relación amical con el poeta mexicano Octavio Paz, quien años más tarde ganaría el Premio Nobel de literatura. La figura de Paz fue determinante en su proceso como escritora, pues él la acercaría a los intelectuales latinoamericanos y españoles de la época.

Así Varela conocería a Sartre, Simone de Beauvoir, Michaux Giacometti, Léger, Tamayo, Martínez Rivas, entre otras grandes figuras de las letras y la filosofía.

El arte de Varela estuvo muy bien nutrido por los lugares que visitó, pues tras vivir una larga temporada en París, la poeta se mudó a Florencia, Italia, y más tarde a Washington, EE.UU. Allí fungió como traductora y eventual periodista. Vuelve a Lima en 1962.

ACCEDE DESDE AQUÍ A LA ENTRADA DE "MAR DE FONDO" PARA DESCARGAR EL LIBRO Y LEER ESOS 10 POEMAS  

martes, 2 de abril de 2024

"MALVINAS. MEMORIAS DE DE INFANCIA EN TIEMPOS DE GUERRA". CONABIP (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares) Y Ministerio de Cultura (Argentina)

Es una antología de relatos y crónicas escritas e ilustradas. Lo integran 27 autoras y autores, Ilustradoras e ilustradores argentinos nacidos entre los años 1966 y 1980, cuya infancia transcurrió en diversas localidades del país o en el exilio quienes fueron convocados especialmente por la CONABIP a recuperar la mirada infantil, la memoria emotiva, la vida. cotidiana en el contexto de la guerra de Malvinas y de la Dictadura Militar que asoló el país, a 40 años de ocurridos los hechos. La selección y el prólogo del libro están a cargo de Maria Teresa Andruetto y el arte de tapa es obra de Isol Misenta. Fernanda García Lao, Roberta Iannamico , Elina Méndez, Luciano Saracino, Mariano Quirós, Matías Trillo, Ariel Williams, Julián Axat, Poly Bernatene , Marcelo Guerrieri, Patricia Suárez, Cynthia Orensztajn, Alejandra Kamiya, Eduardo Sacheri, Costhanzo , Gustavo Murillo, Sergio De Matteo, Nicolás Arispe, Viviana Ayilef, Silvia Mellado, Pablo Bernasconi, Natalia Ferreyra, Leo Oyola, Raquel Cané, María Pia López.


lunes, 1 de abril de 2024

"UNA ESTUFA PARA MATÍAS GOLDÍN". Un cuento de Abelardo Castillo (Cuentos crueles)

Estaba ahí sobre el banquito, en mitad de la cocina.

–Mejor la prendo de nuevo –dijo Matías. Cautelosamente, miró a su mujer. Ella dijo:

–¿Cuántas veces la vas a prender? El miró hacia otra parte.

–Y si después se le atraviesa una basurita –murmuró.

–Siempre pensás lo peor –la voz de ella fue lapidaria–. Así vas a llegar lejos, sí.

Y dale con eso, quién les habrá dicho que uno quiere llegar lejos, y además son ellas las que lo desaniman a uno. Basta que un hombre se decida a algo, arreglar estufas por ejemplo, para que ¡zas! la mujer le caiga encima: Arreglando estufas. Ja. ¿Pero me querés decir a dónde vas a llegar arreglando estufas? Sin embargo, por algo se empieza; ahora en los ratos libres, después quién sabe. Por lo pronto ahí estaba, sobre el banquito, una especie de diploma o algo así. Y ciento treinta y cinco pesos son ciento treinta y cinco pesos. No era una cuestión de plata, o también lo era, sí (cómo explicar bien esto, cómo explicárselo a una mujer), y al mismo tiempo era otra cosa: era que ahí estaba su primera estufa, que él la había arreglado y que le iban a pagar por eso, por haberla arreglado.

–Yo la prendo.

–Dale, préndela, así cuando viene el dueño la ve prendida o la nota caliente, y se cree que la estuvimos usando. Si es que viene.

Ahí está, tenía que agregar: si es que viene. Y por qué no iba a venir, vamos a ver. Era necesario que viniera; si el hombre no venía, Matías Goldoni difícilmente iba a poder dormir esa no­che. Miró la estufa. De pronto sintió que le tenía cariño.

Lejano, se oyó el timbre de la puerta de la calle. Ellos se mi­raron un instante.

–Debe ser el novio de la Elvia –dijo al fin la mujer.

–Sí, debe ser –dijo Matías.

Elvia era la hija de los dos del primer patio, y Matías pensó que, en efecto, nada impedía que en ese momento llegara el novio. Y se sobresaltó.

–¡Capaz que se viene con uno de los chicos!

–Quién –dijo la mujer–. Qué chicos.

–El hombre. El dueño de la estufa.

–¿Y?

–¡Y! ¿No entendés? Que si Elvia y el novio están en la puerta como saben estar, anda a saber lo que piensa de la casa. Y después nadie nos trae más trabajo.

La mujer hizo un gesto. Matías entendió que ese gesto sig­nificaba: Vos te vas a enloquecer con tus estufas. Y sin embargo es cuestión de empezar bien, eso influye mucho. Después uno pone el tallercito, compra herramientas, eh, si no, cómo empezaron Volcán y todos ésos. CONTINUAR LEYENDO