jueves, 29 de febrero de 2024

"QUÉ HE SACADO CON QUERERTE". Poema/Canción de Violeta Parra


¿Qué he sacado con la luna, ay, ay, ay
Que los dos miramos juntos, ay, ay, ay?
¿Qué he sacado con los nombres, ay, ay, ay
Estampados en el muro, ay, ay, ay?
¡Cómo cambia el calendario!, ay, ay, ay
Cambia todo en este mundo, ay, ay, ay
Ay, ay, ay
Ay, ay

¿Qué he sacado con el lirio, ay, ay, ay
Que plantamos en el patio, ay, ay, ay?
No era uno el que plantaba, ay, ay, ay
Eran dos enamorados, ay, ay, ay
Hortelano, tu plantío, ay, ay, ay
Con el tiempo no ha cambiado, ay, ay, ay
Ay, ay, ay
Ay, ay

¿Qué he sacado con la sombra, ay, ay, ay
Del aromo por testigo, ay, ay, ay?
Y los cuatro pies marcados, ay, ay, ay
En la orilla del camino, ay, ay, ay
¿Qué he sacado con quererte, ay, ay, ay
Clavelito florecido, ay, ay, ay?
Ay, ay, ay
Ay, ay

Aquí está la misma luna, ay, ay, ay
Y en el patio el blanco lirio, ay, ay, ay
Los dos nombres en el muro, ay, ay, ay
Y tu rastro en el camino, ay, ay, ay
Pero tú, palomo ingrato, ay, ay, ay
Ya no arrullas en mi nido, ay, ay, ay
Ay, ay, ay
Ay, ay, ay
Ay

miércoles, 28 de febrero de 2024

"GEORGE ORWELL, EL PROFETA DE LA DISTOPÍA". Un artículo de María G. Aguado (Ethic 21 enero 2020)

Si es cierto eso de que los escritores viven en sus obras, Orwell está más vivo que nunca: aunque hoy se cumplan 70 años de su fallecimiento, sus escritos y sus profecías parecen cada vez más actuales.

«Era un día luminoso y frío de abril y los relojes daban las trece». Millones de personas recuerdan qué sucedió ese día de abril a las trece horas en punto, y ni un minuto más, porque fue el momento en el que conocieron a Winston Smith, el pobre hombre que mostró al mundo la distopía en la que vivía. Esa realidad paralela brotaba de la pluma de George Orwell y se convertiría en una de las novelas más terribles –y, quizá, proféticas– de la historia de la literatura. También en una de las mejores denuncias políticas a los totalitarismos jamás escrita. Y, aunque Orwell ya había publicado en 1945 Rebelión en la granja, en 1949 daría el puñetazo en la mesa definitivo, precisamente, con la publicación de 1984.

Un año después, el sábado 21 de enero de 1950, fallecía Orwell. Aunque no hay constancia del parte meteorológico de aquella jornada, lo que es seguro es que fue un día frío y triste para la literatura. Era un adiós a medias, pues su legado era férreo, no solo por la buena pluma, sino por lo profético de su historia. 1984 presenta un régimen totalitario que ejerce un control absoluto vigilando todos los pasos de unos ciudadanos que apenas saben escribir con pluma, que se ven bombardeados por la propaganda del Gobierno y en el que la oferta cultural se destina al mero entretenimiento insustancial de un pueblo que se desea ignorante para mayor gloria de su mandatario.

Quizá encuentren su paralelismo en la vigilancia que hacen de nosotros en la red, en el uso del lenguaje táctil en detrimento del lápiz, en la publicidad continua que se vale de algoritmos para dar en el clavo por todas las vías posibles y por una cultura que lucha contra el entretenimiento vacío. ¿Cómo no iba a trascender con este planteamiento distópico? De hecho, se vendieron aún más ejemplares ante el posible ascenso de Trump al poder hace ya tres años y ante el bombardeo mediático en la era de las fake news. De la misma forma se cita sin parar su otro gran título, Rebelión en la granja, ante las promesas de rebeliones por parte de políticos que, como avisa el escritor, pueden cambiar sus ideales con el subidón de poder, como le sucede al personaje de Napoleón, el jefe de los cerdos revolucionarios.

Durante su vida, además de estos dos hitos literarios, Orwell escribió innumerables artículos de periódico y reseñas de libros y trabajó en la radio de la BBC. Todos estos trabajos le han valido el aplauso de la derecha y de la izquierda: tan pronto admiraba a Churchill y el tradicionalismo victoriano inglés como afirmaba que el pueblo era más decente que las elites –a las que él pertenecía, dicho sea de paso–. Desde luego era el mejor embajador de una de sus declaraciones más célebres: «Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír». Y lo hacía con su mejor arma: su máquina de escribir.

Cometió algunos errores y tenía algunas ideas un tanto vergonzantes. No era un santo, aunque nadie lo es. Pero valieron más las palabras –dicen que escribió unos dos millones– que tuvo que teclear para ganarse el sustento y dejar constancia de su rebeldía. Por eso, aquel 21 de enero quien falleció no fue el eterno George Orwell, sino Eric Arthur Blair, su nombre real. Nacido en el seno de una familia de «baja clase media alta», como a él le gustaba bromear, decidió dejar el ejército con 23 años y ser escritor. Volcó todas sus ansias revolucionarias en aquella máquina de escribir destartalada, con la voluntad de hierro de quien ha sobrevivido a una vida encorsetada por el camino marcado por el colegio católico, la universidad privada, el ejército durante la época imperialista inglesa… En cierta medida le avergonzaba su pasado, por eso hizo de su obra su vida. Respiraba para escribir, hasta que la tuberculosis se lo llevó con solo 46 años. O lo intentó: Orwell siempre será el profeta inmortal.

martes, 27 de febrero de 2024

"SE DESPRENDIÓ MI SANGRE". Un poema de Concha Méndez

Este poema lo escribió tras perder al hijo que esperaba. No se ha hablado tan a menudo ni con tanto desgarro del dolor que causan los abortos espontáneos y la muerte del bebé en el parto (Irene Vallejo)

Se desprendió mi sangre

Se desprendió mi sangre para formar tu cuerpo.
Se repartió mi alma para formar tu alma.
Y fueron nueve lunas y fue toda una angustia
de días sin reposo y noches desveladas.

Y fue en la hora de verte que te perdí sin verte.
¿De qué color tus ojos, tu cabello, tu sombra?
Mi corazón que es cuna que en secreto te guarda,
porque sabe que fuiste y te llevó en la vida,
te seguirá meciendo hasta el fin de mis horas.

lunes, 26 de febrero de 2024

"LA CIUDAD DE LOS GATOS OBSTINADOS". Un cuento de Italo Calvino

La ciudad de los gatos y la ciudad de los hombres están una dentro de la otra, pero no son la misma ciudad. Pocos gatos recuerdan el tiempo en que no había diferencia: las calles y las plazas de los hombres eran también las calles y las plazas de los gatos, y el césped, patios, balcones y fuentes: se vivía en un espacio amplio y variado. Pero ahora, desde hace varias generaciones, los felinos domésticos son prisioneros de una ciudad inhabitable: las calles son recorridas ininterrumpidamente por un tráfico mortal de coches matagatos; en cada metro cuadrado de terreno, donde antes había un jardín o un solar baldío o los restos de una olvidada demolición, ahora se elevan bloques, edificios de casas populares, rascacielos flamantes; todas las aceras están atestadas de coches estacionados; uno a uno, los patios son techados y convertidos en garajes o en cines o en almacenes o en talleres. Y donde se extendía una meseta ondulante de tejados bajos, cornisas, azoteas, depósitos de agua, balcones, tragaluces, tejados de chapa, ahora se alza la sobreedificación general de todo lo sobreedificable: desaparecen los desniveles intermedios entre el ínfimo suelo de la calle y el excelso cielo de los sobreáticos; el gato de las nuevas camadas busca en vano el itinerario de sus padres, el punto de apoyo para el salto flexible desde la balaustrada hasta la cornisa, luego hasta el canalón para trepar rápidamente por las tejas.

Pero en esta ciudad vertical, en esta ciudad comprimida donde todos los vacíos tienden a llenarse y cada bloque de cemento a compenetrarse con otros bloques de cemento, se abre una especie de contraciudad, de ciudad negativa, que consiste en tajadas vacías entre muro y muro, con distancias mínimas entre unas y otras y las partes traseras de los edificios exigidas por el reglamento de construcción. Es una ciudad de paredes medianeras, huecos de luz, conductos de ventilación, entradas de coches, patios interiores, accesos a los sótanos, como una red de canales secos sobre un planeta de yeso y alquitrán, y es a través de esta trama entre los muros por donde aún se despliega el antiguo pueblo de los gatos.

Marcovaldo, algunas veces, para pasar el tiempo, seguía a algún gato. Era en la pausa del trabajo, entre las doce y media y las tres, cuando todo el personal, excepto Marcovaldo, iba a casa a comer. Y él, que llevaba su comida en una bolsa, de entre las cajas del almacén se agenciaba una que utilizaba como mesa, se echaba al cuerpo el bocado, fumaba medio puro barato y seguía por allí dando vueltas, solo y ocioso, esperando la hora de volver a trabajar. En aquellos momentos, cualquier gato que se asomara por una ventana era siempre una compañía apreciada y un guía para nuevas exploraciones. Había hecho amistad con un gato atigrado, bien alimentado, con un lazo azul al cuello, y que seguramente pertenecía a alguna familia acomodada. Este atigrado tenía en común con Marcovaldo la costumbre de pasear después de comer: de ahí nació naturalmente una amistad. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 25 de febrero de 2024

"DI BALADNA / NUESTRA TIERRA". Un poema de la poeta sudanesa-estadounidense Emtithal “Emi” Mahmoud

Emtithal Mahmoud, poeta galardonada a nivel mundial, recita un poema nuevo en la COP26 para enfatizar que la crisis climática es una crisis humana, en especial para las personas refugiadas y desplazadas.

Mahmoud escribió el poema después de hablar con personas refugiadas de Bangladesh, Camerún y Jordania que sufren estragos directos a causa del cambio climático.


Si estás leyendo esto, te perdono.
Te alejaste de mi corazón, mi bebé.
Se perdió el amor que nos teníamos
en tus primeros años.

Cuando eras pequeña, te maravillaban
las plantas y los bichos que por mi pecho corrían.
Idolatrabas el agua, en mis ríos nadabas.
Bebías el agua de lluvia y, al caer la nieve, reías.
Suplicabas que saliera el sol en los días nublados.

No dudabas en meter tus dedos en el lodo
ni en jugar con piedritas, gotitas y gusanos.
Construiste un refugio para quienes caprichosamente vagaban.
Llenaste los estantes de las cocinas
con jarrones de bichos y mariposas.

Bebías de la brisa de mis árboles.
Tomabas sorbos de miel, savia y resina con alegría y calma.
Viniste a mí, recostaste tu cabeza en mi dulce seno;
tu cuerpo, exhausto, en mis bolsillos.
Me amabas.

Cuidaste de mí incluso antes de saber
qué significaba cuidar.
Te ocupaste de mí incluso antes de saber
qué significa ocuparse de alguien.
Labrabas, sembrabas, cultivabas,
mi pequeña jardinera.
Me conocías.

Últimamente, me lastimas.
Cortas y rompes.
Me aniquilas.
pero te perdono

porque soy parte de ti,
como lo fui de tus hermanas y hermanos antes de ti
y de quienes se han acercado a mí, así que te perdono.
Te perdono por haber cosechado
sin la menor intención de sembrar nuevamente.
Te perdono por tu avaricia, tu gula y tus desechos.

Cuando eras pequeña,
me preguntabas por qué lo hacían,
por qué hermanos y hermanas manchaban la tierra
con la sangre de tu pueblo,
por qué sacudían las ramas de tu árbol genealógico,
por qué te hacían perder la esperanza y la certeza.
Todo ocurría al mismo tiempo. Me buscabas.
Te cobijabas en la sombra de las magnolias y de las palmas.
Me rogabas que te explicara todo aquello.

En aquel momento, solo pude prometer
que me encontrarías sin importar dónde estuvieras.
Pero, ahora, no me queda mucho por prometer.
Han perforado mis costados. Mis rubíes, el oro
y los diamantes han sido robados.
Las ilusiones yacen en mis muslos.

Hago lo que puedo por sanar, pero estoy exhausta.
El dolor no desaparece con facilidad.
Mis aguas corren, pero no llega la calma.
Los más pequeños se sofocan con el aire en mis pulmones.
Toso, vomito, me hundo.
Estoy llena de moratones. No logro sanar,
y mis hijas e hijos mueren en mis manos.

Aquí, en los abandonados valles de tu juventud,
las visitas no llegan por gusto, sino por necesidad.
Me siento completa nuevamente.
Izdahara y Abdulghani hunden sus manos en el lodo.
Los retoños se aferran, y me siento completa nuevamente.

Hatem construye monumentos a mis cielos,
captura los rayos del sol, canaliza la fuerza del relámpago. 
Me siento completa nuevamente.

Luka y Layatu llenan sus hogares con mis frutos.
Sus hijas e hijos comen y crecen, tienen salud.
Me siento completa nuevamente.
Osman protesta.
“La solución no depende solo de mí”, señala.
Te necesito

para construir y reconstruir, para concebir
para que la vida nazca de la implacable tierra
para que el oasis surja de las cenizas
para crear un refugio con las heridas
y con el golpe de los rayos

Permíteme ser mucho más que un lugar de descanso.
Permíteme ser mucho más que tu hogar.
Mi bebé, si estás leyendo esto, te perdono.

— Tu madre
Si estas tierras pudieran hablar, ¿nos darían las gracias, nos aplaudirían, 
nos dejarían en ridículo o nos rogarían? ¿Temblarían por el dolor y por la furia?
Solía hacerme estas preguntas todo el tiempo.

Cuando tenía once años, mis ojos vieron caer la casa de mi vecina.
Las inundaciones se llevaron la tierra y el barro que muchas personas utilizaban 
para construir sus hogares.
Vi cómo caminaba por el agua que se había apoderado de su casa, hacía lo posible 
por salvar lo poco que quedaba.
Nuestro país estaba sumido en el caos, y la tierra empezaba a deshacerse también 
de nosotros.

¿Acaso no quisieras evitar
que el siguiente tornado destruya tu casa,
que tu ciudad desaparezca con el siguiente huracán,
que tu pueblo padezca hambre por la sequía,
que un rayo acabe con tu vida?

Las langostas en el Cuerno de África,
las inundaciones en Sudán del Sur,
las heladas en Chicago,
los incendios en California y en Australia.
La incesante amenaza de lluvia
o la interminable espera de su llegada.

Estamos al borde de un posible cambio,
un punto de quiebra que nos definirá.

Hielo o fuego. ¿Cómo acabará el mundo?
No lo sé. Tampoco quiero averiguarlo
ni en esta generación ni en la siguiente.

Para acceder al vídeo en que la poeta recita su poema PULSA AQUÍ

sábado, 24 de febrero de 2024

"EL BESO". Un cuento de Guy de Maupassant

«El beso», cuento de Guy de Maupassant, es un relato en formato epistolar publicado en 1882, donde una peculiar tía ofrece sabios consejos sobre el amor y el arte de amar a su sobrina afligida por el abandono de su esposo. A través de reflexiones sobre el poder del beso y la diplomacia en las relaciones, destaca la importancia del tacto y la moderación en la expresión de afecto, sugiriendo que la eficacia del amor radica en su sutileza y en el manejo cuidadoso de sus manifestaciones.

"EL BESO"

Encanto mío: De modo que te pasas el día y la noche llorando, porque te abandonó tu marido; no sabes qué hacer y solicitas consejo de tu anciana tía, a la que, por lo visto, supones muy experta. No estoy tan enterada como tú te lo imaginas; pero desde luego que no soy del todo ignorante en el arte de amar o, más bien, de hacerse amar, que a ti te falta un poco. A mis años creo que me debe estar permitido confesarlo.

Me cuentas que no tienes para él otra cosa que atenciones, cariños, caricias y besos. De ahí tal vez procede el daño; creo que te excedes en besarlo.

Tenemos en nuestras manos, querida, la potencia más terrible que existe: el amor.

El hombre, dotado de su fuerza física, la ejerce por la violencia. La mujer, dotada del encanto, domina por la caricia. Es nuestra arma, arma temible, incontrastable, pero que es preciso saber manejar.

Somos, sábelo bien, las dueñas de la tierra. Narrar la historia del Amor desde los orígenes del mundo, equivaldría a narrar la historia del hombre mismo. Todo arranca del Amor: las artes, los grandes acontecimientos, las costumbres, la moral, las guerras, el derrumbamiento de los imperios.

En la Biblia tropiezas con Dalila y Judit; en la Leyenda, con Onfala y Helena; en la Historia, con las Sabinas, Cleopatra y tantas más.

Reinamos, pues, como soberanas omnipotentes. Pero es indispensable que empleemos, lo mismo que los reyes, una diplomacia refinada.

El Amor, pequeña mía, está hecho de primores, de sensaciones imperceptibles.

Sabemos que es fuerte como la muerte; pero es también tan frágil como el vidrio. El choque más insignificante lo quiebra y nuestro dominio se derrumba, sin que podamos ya reconstruirlo.

Tenemos el poder de hacernos adorar, pero necesitamos una cualidad minúscula: el discernimiento de matices en la caricia, la percepción sutil de lo excesivo en la manifestación de nuestra ternura.

En las horas del abrazo perdemos el sentido del matiz, mientras que el hombre, al que nosotras nos imponemos, no pierde el dominio de sí mismo, conserva la capacidad de apreciar lo ridículo de ciertas frases, lo desorbitado de determinadas actitudes.

Encanto mío, permanece siempre en guardia sobre este punto, que es donde falla nuestra coraza, que es nuestro talón de Aquiles. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 23 de febrero de 2024

"TÍO VIVO - TEORÍAS (Canciones 1921-1924). Un poema de Federico García Lorca

Los días de fiesta
van sobre ruedas.
El tío-vivo los trae,
y los lleva.
Corpus azul.
Corpus azul.
Blanca Nochebuena.

Los días abandonan
su piel, como las culebras,
con la sola excepción
de los días de fiesta.

Estos son los mismos
de nuestras madres viejas.
Sus tardes son largas colas
de moaré y lentejuelas.

Corpus azul.
Blanca Nochebuena.

El tío-vivo gira
colgado de una estrella.
Tulipán de las cinco
partes de la tierra.

Sobre caballitos
disfrazados de panteras
los niños se comen la luna
como si fuera una cereza.

¡Rabia, rabia, Marco Polo!
Sobre una fantástica rueda,
los niños ven lontananzas
desconocidas de la tierra.

Corpus azul.
Blanca Nochebuena.

miércoles, 21 de febrero de 2024

"LA EJEMPLARIDAD DE MIGUEL DE CERVANTES". Un artículo de Manuel Angel Vázquez Medel (Ethic 03 Octubre 2022)

Se cumplen 475 años del nacimiento de Miguel de Cervantes. El escritor no tuvo una vida fácil pero con su palabra abrió caminos, se convirtió en el creador de la novela moderna y sus valores siguen más vivos que nunca en este siglo XXI.

El 29 de septiembre de 2022 se cumplen 475 años desde el nacimiento, en Alcalá de Henares, de Miguel de Cervantes. Bautizado en la iglesia parroquial de Santa María la Mayor el 9 de octubre, se supone que debió de nacer el día de San Miguel. Casi cinco siglos después, y tras muchas luces –pero también algunas sombras– en la transmisión, recepción e interpretación de su obra, Cervantes está más vivo que nunca en este siglo XXI que tanto necesita su ejemplaridad y sus valores.

La obra de Cervantes nos ayuda a afrontar los conflictos de hoy

¿Cómo es posible que una obra escrita en un contexto histórico tan diferente al nuestro pueda arrojar tanta luz sobre el presente? ¿Es posible que su imagen de lo humano nos pueda ayudar a afrontar conflictos de hoy? Cervantes trasciende la circunstancia vital que refleja su obra para llegar a la raíz misma de la condición humana. Se adelanta a su tiempo (y al nuestro), como dijera Harold Bloom en su libro ¿Dónde se encuentra la sabiduría?, se anticipa tanto en su concepción de la libertad, por la que cree que se puede dar la vida, como en su visión radical de la igualdad: ningún ser humano «es más que otro si no hace más que otro». También se anticipa en su visión de la fraternidad y la solidaridad.

Siempre me han impresionado las palabras de Fiódor Dostoyevski (Diario de un escritor, 1876) al referirse al Quijote: «En todo el mundo no hay obra de ficción más profunda y fuerte que ésa. Hasta ahora representa la suprema y máxima expresión del pensamiento humano, la más amarga ironía que pueda formular el hombre». Dostoyevski concluye reconociendo que en la obra de Cervantes se encuentran las claves del sentido de lo humano. CONTINUAR LEYENDO

martes, 20 de febrero de 2024

"ME SIENTO Y COSO". Un poema de Alice Dunbar Nelson

Alice Dunbar Nelson formó parte de la primera generación de negros nacidos libres en el Sur tras la guerra civil de EE.UU. Nació en 1875 en Nueva Orleans y tuvo una intensa vida como periodista y activista política. Poeta, novelista y editora alcanzó en los años veinte y treinta del siglo XX especial relevancia como defensora de los derechos de la mujer, de los negros y de los derechos civiles. En ese sentido destaca el poema que hoy comparto titulado ‘Me siento y coso’, una imagen ilustrativa y una protesta a la vez sobre el papel pasivo y marginal al que se condena a las mujeres. (Andrea Villarrubia Delgado)

ME SIENTO Y COSO

Me siento y coso -una tarea inútil, al parecer.
Tengo las manos cansadas, y la cabeza se me ha llenado de sueños-
La panoplia de la guerra, el paso marcial de los hombres,
con rostro adusto, mirada severa, observando más allá del entendimiento
de almas más pequeñas, cuyos ojos no han visto la Muerte,
ni han aprendido a mantener su vida sino como un hálito-
pero -debo sentarme y coser.

Me siento y coso –el corazón me duele de deseo-
Ese espectáculo terrible, ese fuego que se vierte feroz
en los campos baldíos, y retorciéndose figuras grotescas
que una vez fueron hombres. Mi alma lastimosa lanza
llantos de súplica, anhelando solo ir
allí a ese holocausto del infierno, a esos campos de aflicción,
pero -debo sentarme y coser.

La pequeña costura inútil, el remiendo ocioso;
¿Por qué soñar que estoy aquí bajo el techo de mi hogar,
cuando ellos yacen en el barro empapado y en la lluvia,
llamándome con lamento, los vivos y los muertos?
¡Me necesitas, Cristo! No es un sueño rosado
el que me atrae -esta costura tan fútil,
me ahoga- Dios, ¿debo sentarme y coser?

ALICE DUNBAR-NELSON
Traducción de Bernardo Santano Moreno

I SIT AND SEW
I sit and sew—a useless task it seems,
My hands grown tired, my head weighed down with dreams—
The panoply of war, the martial tred of men,
Grim-faced, stern-eyed, gazing beyond the ken
Of lesser souls, whose eyes have not seen Death,
Nor learned to hold their lives but as a breath—
But—I must sit and sew.
I sit and sew—my heart aches with desire—
That pageant terrible, that fiercely pouring fire
On wasted fields, and writhing grotesque things
Once men. My soul in pity flings
Appealing cries, yearning only to go
There in that holocaust of hell, those fields of woe—
But—I must sit and sew.
The little useless seam, the idle patch;
Why dream I here beneath my homely thatch,
When there they lie in sodden mud and rain,
Pitifully calling me, the quick ones and the slain?
You need me, Christ! It is no roseate dream
That beckons me—this pretty futile seam,
It stifles me—God, must I sit and sew?

lunes, 19 de febrero de 2024

"MODESTA GÓMEZ". Un cuento de Rosario Castellanos

«Modesta Gómez», cuento de Rosario Castellanos, narra la historia de una joven en Ciudad Real, México. Adoptada por la familia Ochoa, Modesta vive una vida de servidumbre y marginación. La obra explora su lucha por mantener la dignidad y la humanidad en un entorno de discriminación, violencia sexual y desprecio social. A través de su relato, Castellanos teje una crítica de las dinámicas de poder y las injusticias de la sociedad de su tiempo, resaltando temas de resistencia y supervivencia en un mundo hostil. La historia es un retrato conmovedor y revelador de la realidad de muchas mujeres en situaciones similares.

¡Qué frías son las mañanas en Ciudad Real! La neblina lo cubre todo. De puntos invisibles surgen las campanadas de la misa primera, los chirridos de portones que se abren, el jadeo de molinos que empiezan a trabajar.

Envuelta en los pliegues de su chal negro Modesta Gómez caminaba, tiritando. Se lo había advertido su comadre, doña Águeda, la carnicera:

—Hay gente que no tiene estómago para este oficio, se hacen las melindrosas, pero yo creo que son haraganas. El inconveniente de ser atajadora es que tenés que madrugar.

“Siempre he madrugado”, pensó Modesta. “Mi nana me hizo a su modo.”

(Por más que se esforzase, Modesta no lograba recordar las palabras de amonestación de su madre, el rostro que en su niñez se inclinaba hacia ella. Habían transcurrido muchos años.)

—Me ajenaron desde chiquita. Una boca menos en la casa era un alivio para todos.

De aquella ocasión, Modesta tenía aún presente la muda de ropa limpia con que la vistieron. Después, abruptamente, se hallaba ante una enorme puerta con llamador de bronce: una mano bien modelada en uno de cuyos dedos se enroscaba un anillo. Era la casa de los Ochoa: don Humberto, el dueño de la tienda “La Esperanza”; doña Romelia, su mujer; Berta, Dolores y Clara, sus hijas; y Jorgito, el menor.

La casa estaba llena de sorpresas maravillosas. ¡Con cuánto asombro descubrió Modesta la sala de recibir! Los muebles de bejuco, los tarjeteros de mimbre con su abanico multicolor de postales, desplegado contra la pared; el piso de madera, ¡de madera! Un calorcito agradable ascendió desde los pies descalzos de Modesta hasta su corazón. Sí, se alegraba de quedarse con los Ochoa, de saber que, desde entonces, esta casa magnífica sería también su casa.

Doña Romelia la condujo a la cocina. Las criadas recibieron con hostilidad a la patoja y, al descubrir que su pelo hervía de liendres, la sumergieron sin contemplaciones en una artesa llena de agua helada. La restregaron con raíz de amole, una y otra vez, hasta que la trenza quedó rechinante de limpia.

—Ahora sí, ya te podés presentar con los señores. De por sí son muy delicados. Pero con el niño Jorgito se esmeran. Como es el único varón…

Modesta y Jorgito tenían casi la misma edad. Sin embargo, ella era la cargadora, la que debía cuidarlo y entretenerlo.

—Dicen que fue de tanto cargarlo que se me torcieron mis piernas, porque todavía no estaban bien macizas. A saber.

Pero el niño era muy malcriado. Si no se le cumplían sus caprichos “le daba chaveta”, como él mismo decía. Sus alaridos se escuchaban hasta la tienda. Doña Romelia acudía presurosamente.

—¿Qué te hicieron, cutushito, mi consentido?

Sin suspender el llanto Jorgito señalaba a Modesta.

—¿La cargadora? —se cercioraba la madre—. Le vamos a pegar para que no, se resmuela. Mira, un coshquete aquí, en la mera cholla; un jalón de orejas y una nalgada. ¿Ya estás conforme, mi puñito de cacao, mí yerbecita de olor? Bueno, ahora me vas a dejar ir, porque tengo mucho que hacer. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 18 de febrero de 2024

"¿EN PERSEGUIRME, MUNDO, QUÉ INTERESAS?..." Un poema de Sor Juana Inés de la Cruz

 

En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas;
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas.

Y no estimo hermosura que, vencida,
es despojo civil de las edades,
ni riqueza me agrada fementida,
teniendo por mejor, en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.

sábado, 17 de febrero de 2024

"CONFIAR EN UNO MISMO ES IMPORTANTE. CONFIAR EN LOS DEMÁS, FUNDAMENTAL". Un artículo de Miquel Seguró (El País 24 ENE 2024)

Cinta Arribas
El mero hecho de salir a la calle implica esperar que los demás harán su parte y que, además, la harán bien

Hay que confiar en uno mismo. Esa es una de las consignas de nuestro tiempo. Y hay que hacerlo sin titubeos ni fisuras, desde que uno se despierta hasta que apaga la lucecita de la mesita de noche. Incluso mientras se sueña, si es preciso. Lo decimos y nos lo dicen. Casi como un imperativo.

Pero confiar en los demás es igualmente fundamental. El mero hecho de salir a la calle implica una importante dosis de confianza en los demás. La confianza en que harán su parte, y que además la harán bien. Confiamos en el resto cuando cruzamos por un paso de peatones, por ejemplo, o también cuando circulamos por una carretera. Cuando se va por la calle o se circula hay que estar atento a todo lo que pasa, especialmente a lo que hacen y pueden hacer los demás. Pero aun así, no se puede controlar al milímetro todo lo referente a las acciones de los otros. Tenemos que aprender a confiar, y con ello saber cómo y cuándo hacerlo.

Conducirnos bien por los caminos de la vida es posible si es en base a la confianza. Una confianza que debe ser recíproca. También los demás necesitan confiar en que nosotros cumplamos con nuestra parte, y solamente nosotros podemos responder a esa confianza. De ahí que en un mundo donde lo que rige es el “yo” y “lo mío” conviene recordarnos con asiduidad que si no fuera también por los demás poco “yo” llegaríamos a ser.

La pregunta que todos nos habremos hecho en alguna ocasión es cómo se logra esa confianza tan necesaria para el día a día, y además hacerlo en su justa medida. Teniendo en cuenta, para más complejidad, que las cosas cambian y que lo que ayer nos valía puede que hoy ya no lo haga.

Podría parecer que el camino para desarrollar este virtuoso hábito (por utilizar un lenguaje aristotélico) pasa por llevar la mirada hacia el interior. Uno podría pensar que es olvidándose del mundo y todo lo que hay en él que debe construirse un castillo interior capaz de protegernos de las inclemencias externas. Como parece que sucede con el proceso de autoconocimiento, que si es auto es porque se supone que solo se nutre de sí mismo. Ajeno a todo lo foráneo, a solas y con la vida a cuestas se presume que uno debe conocerse y confiar en sí mismo amurallado en su interioridad.

Pero nada más lejos de la realidad. Como en el caso del autoconocimiento, tampoco en la confianza en sí mismo estamos ante un proceso completamente cerrado y hermético. Nos encontramos aquí con la misma apertura que se da en la construcción de la propia identidad, en la cual las imágenes que tejen la policromía del “yo” nunca se pigmentan enteramente de puertas para dentro. Al revés, toda consideración subjetiva tiene su parte de influencia exterior, ya sea de la familia, de las amistades, de la sociedad o de lo que fuere. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 16 de febrero de 2024

"GIL BRALTAR". Un cuento de Juliio Verne

«Gil Braltar» es un cuento satírico de Jules Verne publicado en 1887. La historia sigue a un patriota español que ha perdido la cordura, quien lidera a un peculiar grupo para intentar recuperar Gibraltar de las manos inglesas. El humor con que está tejida la historia, no oculta la irónica crítica que Verne realiza a través de este relato al espíritu imperialista inglés de la época, sus ansias de conquista, su racismo y su política colonial.

I

Había allí unos setecientos u ochocientos, a lo sumo. De talla promedio, pero robustos, ágiles, flexibles y hechos para los saltos prodigiosos. Se movían iluminados por los últimos rayos del sol que se ponía al otro lado de las montañas ubicadas al oeste de la rada. Pronto, el rojizo disco desapareció y la oscuridad comenzó a invadir el centro de aquel valle encajado en las lejanas sierras de Sanorra, Ronda y del desolado país del Cuervo.

De pronto, toda la tropa se inmovilizó. Su jefe acababa de aparecer montado sobre el lomo de un flaco asno que formaba la cresta misma de la montaña. Desde el puesto de soldados, sobre la parte superior de la enorme piedra, nadie era capaz de ver lo que estaba sucediendo bajo los árboles.

—¡Shhh, shhh! —silbó el jefe, cuyos labios, recogidos como un culo de pollo, dieron a ese silbido una extraordinaria intensidad.

Un ser singular ese jefe de estatura alta, vestido con piel de mono, cubierto de pelo, su cabeza poblada con una enmarañada y espesa cabellera, la cara erizada por una corta barba, sus pies desnudos y duros en la planta como un casco de caballo.

Levantó el brazo derecho y lo extendió hacia la parte inferior de la montaña. Todos repitieron de inmediato aquel gesto con precisión militar, mejor dicho, mecánico, como auténticos muñecos movidos por un mismo resorte. El jefe bajó su brazo y todos los demás bajaron sus brazos. Se inclinó hacia el suelo. Todos se inclinaron adoptando la misma actitud. Empuñó un sólido palo que comenzó a ondear. Todos ondearon sus palos y ejecutaron un molinete similar al suyo, aquel molinete que llaman «la rosa cubierta».

El jefe se dio la vuelta, se deslizó entre las hierbas y se arrastró bajo los árboles. La tropa lo siguió al mismo tiempo que se arrastraban.

En menos de diez minutos había recorrido los senderos del monte, descarnados por las lluvias sin que el movimiento de una piedra pusiera al descubierto la presencia de esta masa en marcha.

Un cuarto de hora después, el jefe se detuvo. Todos se detuvieron como si se hubieran quedado congelados en el lugar.

A doscientos metros más abajo se veía la ciudad, cobijada por la extensa y oscura rada. Numerosas luces hacían visible el confuso grupo de malecones, casas, villas y cuarteles. Más allá, se distinguían los fanales de los barcos de guerra y las luces de los buques comerciales. Los pontones, anclados en el muelle, se reflejaban en la superficie de las tranquilas aguas. Más lejos, en la extremidad de la Punta de Europa, el faro proyectaba su haz luminoso sobre el estrecho. CONTINUAR LEYENDO

jueves, 15 de febrero de 2024

"EL PAN NUESTRO". Un poema de César Vallejo

Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos
pura yema infantil innumerable, madre.

Oh tus cuatro gorgas, asombrosamente
mal plañidas, madre: tus mendigos.
Las dos hermanas últimas, Miguel que ha muerto
y yo arrastrando todavía
una trenza por cada letra del abecedario.

En la sala de arriba nos repartías
de mañana, de tarde, de dual estiba,
aquellas ricas hostias de tiempo, para
que ahora nos sobrasen
cáscaras de relojes en flexión de las 24
en punto parados.

Madre, y ahora! Ahora, en cuál alvéolo
quedaría, en qué retoño capilar,
cierta migaja que hoy se me ata al cuello
y no quiere pasar. Hoy que hasta
tus puros huesos estarán harina
que no habrá en qué amasar
¡tierna dulcera de amor,
hasta en la cruda sombra, hasta en el gran molar
cuya encía late en aquel lácteo hoyuelo
que inadvertido lábrase y pulula ¡tú lo viste tanto!
en las cerradas manos recién nacidas.

Tal la tierra oirá en tu silenciar,
cómo nos van cobrando todos
el alquiler del mundo donde nos dejas
y el valor de aquel pan inacabable.
Y nos lo cobran, cuando, siendo nosotros
pequeños entonces, como tú verías,
no se lo podíamos haber arrebatado
a nadie; cuando tú nos lo diste,
¿di, mamá?

miércoles, 14 de febrero de 2024

Liliana Bodoc: “En defensa de la lectura literaria”

¿Por qué la escuela separa arte de literatura? ¿No es acaso la literatura un arte hecho en base al lenguaje, a silencios y palabras? ¿Y cómo es que no lloramos frente a un noticiero pero si lo hacemos con un personaje de una historia de ficción? Con estos y otros interrogantes se presentó la escritora Liliana Bodoc, en el segundo encuentro de “Leer con todo” que se realizó esta semana.

“Somos seres poéticos, todos, todos nosotros. Mucho más de lo que nos imaginamos. Lo que más nos duele, lo que nos sangra, o dicho de otro modo, nuestra condición mortal, ni más ni menos, es aquello que sólo podemos expresar a través de la poesía. Por eso es tan importante que un chico lea literatura, que lea una metáfora”, aseguró Liliana Bodoc en la conferencia que dio el martes pasado en el auditorío de la Fundación Osde, en el marco del segundo encuentro de “Leer con todo” impulsado por la Dirección de Primaria del Ministerio de Educación, con el apoyo del Plan Nacional de Lectura.

“Es muy importante defender el lugar de la lectura literaria en la escuela y el rol que los mediadores cumplen en este sentido”, precisó la autora de “Los días del venado”, “El espejo africano” y “Presagio de carnaval” entre otros títulos y cuestionó: “No se entiende por qué todavía en las escuela se separa arte de literatura, ¿acaso la literatura no es arte hecho a base de silencios y palabras, un arte que utiliza el lenguaje como materia prima?”

“¿Por qué no lloramos frente a las noticias pero sí lo hacemos en el cine o leyendo una novela? ¿Por qué nos conmueve tanto la muerte de un personaje de ficción? Es un fenómeno sociológico que no tengo del todo claro; pero lo que sí puedo decir es que como seres humanos no podemos darnos el lujo de perder la ficción, de perder la literatura, porque es ese espacio artístico el que nos permite más fácilmente conectarnos con la emoción y con la empatía”.

“Cuando me preguntan sobre la calidad de lo que se lee, de lo que lee un niño, siempre respondo que prefiero que sea un buen cuento, aunque sea uno solo, a montones de páginas de un texto no literario. Es que en este punto, cantidad no es calidad, así como cien hamburguesas no hacen un plato de sopa de la abuela. Y sé que es difícil sacar a los chicos de la computadora y de los jueguitos, seguramente lo es, pero también sé que lo que devuelven los ojos de un niño que atravesó por primera vez una experiencia artística no tiene parangones, con nada de nada”; enfatizó Bodoc.

Sobre los valores que puede transmitir un texto y en relación al abanico de temas que puede tratar la literatura infantil; la escritora santafesina ahora radicada en San Luis, señaló: “lo opuesto a la obviedad, lo opuesto al panfleto es el arte; y esa sí que es la transmisión de valores que me interesa. No la de la moraleja o la enseñanza final que, muchas veces, provoca en el lector el efecto contrario”.

“Con respecto a los temas que puede abarcar la literatura infantil, yo diría que todos. Sí. Se los decimos todos. La muerte, las pérdidas, el dolor del prójimo, todo; porque ese prójimo de ficción, ese prójimo “de mentiritas” que está ahí en las páginas de un libro que puede cerrarse si se quiere, ese prójimo siempre enseña”, puntualizó Bodoc y recomendó a la escritora brasileña Lygia Bojunga “porque no le tiembla el pulso para escribir” y porque según ella misma dijo, escribe para los chicos de las favelas “sobre situaciones que a ellos les suceden”.

“Por supuesto que también hablamos del juego, las mascotas, los amigos, nos reímos; en fin, no quiero hacer de esto una apología de la literatura del dolor para la infancia, ni mucho menos. Pero sí me refiero a este asunto porque muchas veces surge el dilema sobre si dar a leer o no ciertos temas a los chicos”, explicó.

A la hora del intercambio y mediante la videoconferencia, llegaron preguntas de docentes de Salta, Chaco, Mendoza y Santiago del Estero. En este espacio, uno de los temas que se planteó fue el de la regionalización de la literatura porque uno de los maestros comentó lo difícil que se le hacía leer un texto que hablaba de los subtes con chicos de zonas rurales de Santiago del Estero.

Sobre esta cuestión, Bodoc respondió: “Cuando se abre el debate sobre si universalizar la literatura o regionalizarla, yo siempre digo que es necesario que los chicos tengan una literatura que hable como ellos, de sus lugares, de sus costumbres. Una literatura que los referencie. Pero así como es importante que exista una literatura “espejo” también debería, en la medida de lo posible y de los tiempos con los que se cuentan, que haya una literatura “ventana”, que les permite ver o pensar otras realidades. Desde mi punto de vista, entiendo que siempre hay que priorizar la literatura regional, los autores propios; pero a su vez, dejar el espacio al otro, a la diversidad. Al fin de cuentas la literatura también es eso, la aceptación de otros mundos posibles”, finalizó.-

martes, 13 de febrero de 2024

William Wilson. Un cuento de Edgar Allan Poe.

Los cuentos de dobles abundan en la narrativa fantástica, algunos muy famosos: “William Wilson” de Poe; “Lejana” de Cortázar, Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson, y en una variante donde lo humano y lo animal se intercambian, “Axolotl”, también de Cortázar. El “yo” se disgrega, se extraña y, como sucede en muchos relatos, su multiplicidad acaba en la muerte del personaje. (Marcela Carranza)

William Wilson
Edgar Allan Poe

Permitan que, por el momento, me presente como William Wilson. La página inmaculada que tengo ante mí no debe mancharse con mi verdadero nombre. Éste ya ha sido el exagerado objeto del desprecio, horror y odio de mi estirpe. ¿Los vientos indignados, no han esparcido su incomparable infamia por las regiones más distantes del globo? ¡Oh, paria, el más abandonado de todos los parias! ¿No estás definitivamente muerto para la tierra? ¿No estás muerto para sus honores, para sus flores, para sus doradas ambiciones? Y una nube densa, lúgubre, limitada, ¿no cuelga eternamente entre tus esperanzas y el cielo? 

Aunque pudiese, no quisiera registrar hoy, ni aquí, la narración de mis últimos años de indecible desdicha y de crimen imperdonable. Esa época -esos años recientes- llegaron repentinamente al colmo de la depravación cuyo origen es lo único que en el presente me propongo señalar. Por lo general los hombres caen gradualmente en la bajeza. En mi caso, en un sólo instante, toda virtud se desprendió de mi cuerpo como si fuera un manto. De una maldad comparativamente trivial pasé, con la zancada de un gigante, a enormidades peores que las de un Heliogábalo. Acompáñenme en el relato de la oportunidad, del único acontecimiento que provocó una maldad semejante. La muerte se acerca, y la sombra que la precede ha ejercido un influjo tranquilizador sobre mi espíritu. Al atravesar el valle de las penumbras, anhelo la comprensión -casi dije la piedad- de mis semejantes. Desearía que creyeran que, en cierta medida, he sido esclavo de circunstancias que exceden el control humano. Desearía que, en los detalles que estoy por dar, buscaran algún pequeño oasis de fatalidad en un erial de errores. Desearía que admitieran -y no pueden menos que hacerlo- que aunque hayan existido tentaciones igualmente grandes, el hombre no ha sido jamás así tentado y, sin duda, jamás así cayó. ¿Será por eso que nunca sufrió de esta manera? En realidad, ¿no habré vivido en un sueño? ¿No me muero ahora víctima del horror y del misterio de las más enloquecidas visiones sublunares? CONTINUAR LEYENDO EL CUENTO

domingo, 11 de febrero de 2024

"EL AGUA ENSIMISMADA". Un poema de María Zambrano


El agua ensimismada
piensa o sueña?
El árbol que se inclina buscando sus raíces,
el horizonte,
ese fuego intocado,
¿se piensan o se sueñan?
El mármol fue ave alguna vez;
el oro, llama;
el cristal, aire o lágrima.
¿Lloran su perdido aliento?
¿Acaso son memoria de sí mismos
y detenidos se contemplan ya para siempre?
Si tú te miras, ¿qué queda?

sábado, 10 de febrero de 2024

"¿SON LOS LIBROS CADA VEZ MÁS CORTOS?". Un artículo de Pablo Cerezal (5 FEB 2024)

Parece una pregunta retórica cuando vemos cómo, cada día, las estanterías de las librerías acumulan un mayor número de volúmenes con menor número de páginas. ¿Cuáles pueden ser las causas de este «adelgazamiento literario»?

«Tiempo de lectura: 2 minutos», advierten numerosos medios digitales bajo los titulares de los artículos que publican. Obviamente, son conscientes de la aceleración de los tiempos y la poca disponibilidad de la mayoría de personas para emplear 2 minutos de su vida en depende qué cuestiones.

Afortunadamente, los libros aún no contienen advertencias, en su cubierta, del tiempo que se necesita emplear en su lectura. Pero algo debe estar ocurriendo, posiblemente relacionado con el tiempo, cuando según un informe de la organización norteamericana sin ánimo de lucro Wordsrated, las editoriales están produciendo libros cada vez más cortos. Dicho informe asegura que, en la última década, los bestsellers han disminuido su cantidad de páginas en más de un 11% y los libros de más de 400 páginas tienden a desaparecer.

Allá por 1647, Baltasar Gracián dejó escrito, en su volumen de aforismos Oráculo manual y arte de prudencia, que «Lo bueno si breve, dos veces bueno. Y lo malo, si poco, no tan malo». La primera frase se popularizó de tal manera que ha llegado hasta nuestros días, en que se sigue utilizando para múltiples cuestiones. ¿Será este el motivo por el que cada vez los libros tienen menos páginas?

Difícilmente podríamos asegurar que el adelgazamiento de los libros se produce en base a una mayor calidad de los textos que contienen. Porque la calidad literaria nada tiene que ver con el número de páginas. Así, podemos pasar de la media de 600 páginas que contienen cada uno de los 7 volúmenes de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust a las poco más de 100 páginas de La metamorfosis de Kafka, por poner sólo un ejemplo de obras maestras de la literatura de dispar longitud.

En España, el informe Panorámica de la edición española de libros 2019, realizado con datos de la Agencia del ISBN, revela que la media de páginas de los libros es de 250, llegando casi al 50% de los libros publicados aquellos con menos de 200 páginas. Y la tendencia parece no detenerse.

Si nos fijamos en la caída de los beneficios editoriales desde la pandemia por covid-19 debida a la subida del precio del papel y otros suministros de dicha industria, podremos comprender que la publicación de libros más cortos pueda equilibrar la balanza. Antes, una persona podía invertir tres meses de su vida en leer uno de los volúmenes de Proust habiéndolo adquirido por menos de 20 euros. Ahora, en el mismo tiempo podría leer tres libros como la obra maestra de Kafka a razón unos 15 euros cada uno. El beneficio para la editorial estaría asegurado.

Si acudimos, sin embargo, a quien está al otro lado de la comercialización editorial, es decir, al lector, podremos comprender que sus hábitos han cambiado. Uno de los motivos es la excesiva exposición a lo tecnológico que, además, se esfuerza a diario para renovarse a mayor velocidad, dejando apenas tiempo para asimilar los cambios. Vivimos tiempos de inmediatez y el imperio de lo digital propicia un consumo rápido y compulsivo que merma la capacidad de atención y concentración de las personas. Si los telespectadores se decantan por consumir series en vez de películas, es que les resulta más fácil encontrar breves períodos de tiempo para esas pequeñas píldoras audiovisuales, que algo más de un par de horas para acudir al cine a ver una película. Con la lectura podría estar ocurriendo lo mismo.

Y sí, utilizamos el término consumir porque vivimos inmersos en la sociedad del consumo rápido y urgente. Algo en las antípodas de lo que significaba, no hace tanto, dedicar toda una tarde a la lectura. Así, los grandes volúmenes literarios se degustaban con la calma precisa. En la actualidad, un libro corto se puede leer durante varios trayectos en autobús, al igual que durante esos mismos trayectos muchas personas consumen capítulos de su serie favorita.

¿Y los autores? ¿Se plantean la longitud de sus obras cuando acometen la escritura? Imaginamos que no todo aquel que escribe tiene en cuenta esta tendencia a la baja en el número de páginas. Pero no son pocos los editores y personalidades culturales que denuncian el creciente deseo de publicar o «ser escritor», antes que de, verdaderamente, escribir. La mayoría de textos inéditos que reciben las editoriales son cada vez más breves. En los numerosos certámenes literarios observamos la misma tendencia. Entre las bases de la gran mayoría de estos se fija un límite de páginas que dejará fuera de competición, sin duda, muchas obras que posiblemente tengan una gran envergadura, no solo de volumen sino de calidad literaria. Esto propicia que más de una persona de las que sueña con publicar finalice textos carentes de valía con la única intención de presentarlos a dichos certámenes.

Es difícil vaticinar si en un futuro no muy lejano las cubiertas de los libros incluirán advertencias similares a las de «Tiempo de lectura: 2 minutos» que ya copan las publicaciones digitales. Confiemos en que, si esto ocurre, tengamos la certeza de que el contenido sigue a rajatabla la máxima de Baltasar Gracián.

viernes, 9 de febrero de 2024

"MI SUR". Un cuento de Brenda Navarro

Pongamos que se llamaba Juan, por darle un nombre. Y que lo recuerdo por el sur de su cuerpo. Del mío. Nuestros sur, como cordilleras meciéndose por placas tectónicas. Espasmos telúricos. Sudor, fluidos. El sur del sur. Toda historia tiene un inicio feliz y una desgracia que le precede.

Solíamos bromear con los tópicos, los estereotipos, los insultos. El insulto, esa perorata que si ocupas bien y susurras en el momento preciso, te lleva a lugares carnales no previstos. Una bomba. La aceleración de los sentidos. Mientras más vulgar, mejor. ¿Qué hay detrás de ese desprecio que aviva todo a su paso? ¿Qué lo motiva, qué oculta del razonamiento? Qué nos decíamos sin decir. Y así varios años. Nosotros seísmos.

Pero en el sur siempre sucede algo, demasiado de todo: sequía, cincuenta grados, pedazos de pollo empanado que se caen en la arena y son imposibles de comer, aunque el mar siempre da demasiada hambre. La cerveza caliente, la toalla húmeda, el mar frío. Los chiringuitos caros. La desigualdad. Nadie es tan desigual como el que no lo sabe. Como el que nace, crece y desayuna todos los días más de lo mismo y no se entera que hay algo más. Nada tan desigual como soñar lo que la televisión te dice que sueñes. La ausencia de originalidad. Todos desiguales, no como la ropa, sino como los que se tienen que ir para volver con el paso de los años a ver morir lentamente a los padres que la sanidad pública ya no quiere cuidar. Pasa de todo. Nonina. Y no hay escala Richter que lo pueda medir.

Primero fue la falta de dinero. ¿Cómo no? Tres trabajos temporales, a veces enganchados uno a otro y otras veces simultáneamente. No se vaya a creer que es porque una no quiere trabajar, sino porque si se trabaja mucho es que ya no se quiere. De querer, se quiere. De querer parar también. Ahora está de moda quejarse. Ay, que nuestros padres tuvieron algo mejor. Pero mejor a qué. Ahí está la desigualdad, pero no la que te dicen los programas o los políticos en sus discursitos, la desigualdad de verdad. Qué fue lo que tuvieron mejor, que yo no lo veo. Él decía que las expectativas. Hay que tener expectativas del apartamento, de la familia, de las vacaciones. Peor, vacaciones de verdad, no esas que te vas en un dos por tres a Huelva y te regresas al final del día. Vacaciones, vacaciones. Comer bien, descansar bien. Que los demás hagan las cosas por ti. Pero ¿quién hace algo por ti si no es con billete de frente? Ahí está el asunto. ¿Expectativas de poder sentarte en donde te cobran a siete cincuenta la copa? Expectativas de no remendar la ropa que te pasó tu amiga porque ella sí que puede ir al outlet ese en las afueras de la ciudad. Expectativas de qué, le preguntaba yo. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 7 de febrero de 2024

"POEMA DE ANTES DE CERRAR LOS OJOS". Un poema de Pureza Canelo

¿Quién me rondará esta noche,
si vivo como siempre he vivido
en este pueblo de ventanas y puertas
que se abren al perro, a los haces cortados,
y al rostro interior que lleva el hombre?
Nadie. Yo soy menos, mucho menos
que lo acontecido en la calle
cuando desde mi balcón admiro
las posibilidades de las sombras
como si el reloj de la torre
fuera el espacio mejor movido de lo humano.
Nadie ronda mi casa ni tira la luz
de la linterna a por los pájaros que duermen
en mi hiedra.
Nadie, pero yo sí rondo y caigo
en la palabra de los versos desvalidos,
si no hay dique
que contenga el hermano sentir
en este trozo de la Extremadura presente,
con categoría de flotación sobre los demás mundos.

Me levanto y voy hasta el dormitorio
de nuevas sombras. Entro a por descanso,
y a seguir esta ruta ondulada
en la cercanía del abismo antes de cerrar los ojos.
Así espero morir un día, con esta música sin aire,
bajo el esplendor agotado de la tierra mirando
el firmamento de la mejor huida.

martes, 6 de febrero de 2024

"ALDOUS HUXLEY, EL ESCRITOR DEL MUNDO (IN)FELIZ". Un artículo de Esther Peñas (Ethic 22 marzo 2019)

Más allá de su famosa distopía futurista, el británico se convirtió en uno de los primeros autores en narrar los efectos psicodélicos del LSD o la mescalina. ¿Quién fue este escritor que describió cómo la humanidad quedaba ‘felizmente’ esclavizada?

«La gente es feliz. Tiene lo que desea y nunca desea lo que no puede obtener. Está a gusto; está a salvo; nunca está enferma; no teme a la muerte; ignora la pasión y la vejez; no hay padres ni madres que estorben; no hay esposa ni hijos; ni amores excesivamente fuertes». Así imaginó el escritor Aldous Huxley a los habitantes de un futuro distópico, en el año 632 de la era fordiana, en su opus magnum, en la que retrata una sociedad en la que los medicamentos alteran el estado de ánimo, las mentes están programadas para que no puedan imaginar maneras de vida alternativas a la que impera, donde la distracciones de los medios de comunicación sirven de grilletes mentales y en la que la facilidad para satisfacer el deseo sexual ofrece la falsa sensación de plena libertad. Un mundo feliz lo tituló.

Publicado en 1932, el texto se anticipó a las predicciones más aciagas que escuchamos hoy en día: una humanidad sin capacidad de respuesta, sin margen para la individualidad, la creación, la alteridad, convertida en marioneta del poder. «Nuestros hombres están condicionados de modo que apenas puedan obrar de otro modo que como deban obrar», decía el británico. Con esta novela, que escribió en apenas cuatro meses, Huxley reivindica la dignidad del individuo como epicentro necesario de convivencia y nos recuerda que sin cultura no hay libertad posible, renunciando él a la felicidad como imperativo. Pero ¿quién fue este escritor que describió cómo la humanidad quedaba felizmente esclavizada? CONTINUAR LEYENDO

domingo, 4 de febrero de 2024

"UNA MUERTE EN FAMILIA". Un cuento de terror de M.A. DEFORD contado por Alberto Laiseca


A los cincuenta y ocho años, Jared Sloane poseía las ordenadas costumbres de un solterón empedernido. A las siete en punto de la tarde en verano y a las seis en invierno, apagaba las luces, cerraba la puerta con llave y regresaba a sus habitaciones. Se duchaba, se afeitaba y se ponía una ropa menos ceremoniosa que la que le exigía su profesión. Luego, se hacía la cena y fregaba. Terminado esto, dejaba el teléfono en el suelo de su dormitorio, donde estaba seguro que lo oiría si sonaba; abría la llave de la puerta del sótano y bajaba a pasar la velada con su familia.

El anciano señor Shallcross, a quien comprara la casa veinte años antes, había utilizado el sótano solamente como almacén. Pero cualquier hombre joven y con recursos propios durante la época de la gran depresión adquirió gran cantidad de excelentes conocimientos, y Jared no fue una excepción. Había aserrado, martillado y pintado, y lo que en cierta época fue un sótano, ahora era un amplio y confortable cuarto de estar, con sus altas ventanas siempre cubiertas con pesados cortinones. No tenía conocimiento de electricidad, pero había llevado un tubo desde la cocina hasta el viejo candelabro de gas, que, como la mayoría de los muebles que había vuelto a pintar y a tapizar, procedía de su atiborrado almacén de cosas viejas que patrocinaba en McMinnville.

La habitación estaba siempre fría, y en invierno tan helada que tenía que permanecer con el abrigo puesto; pero eso era necesario y ya no lo notaba.

Allí estaban siempre esperándole: papá, sentado en el amplio y cómodo sillón, leyendo la Gazette, de Middleton; mamá, haciendo calcetines de lana con sus agujas; abuela, adormilada en la poltrona (se pasaba adormilada todo el tiempo, pues tenía casi noventa años). El hermano Ben y la hermana Emma, jugando al whist, sentados a la mesita en sillas de respaldos rectos, Gussie, la esposa de Jared, sentada al piano, sus dedos parados sobre las teclas, su cabeza vuelta para sonreírle cuando apareciese, y Luke, su hijo de diez años, sentado en el suelo, con un navío de juguete medio construido por él.

Jared se sentaría en el único sitio vacío, una amplia y cómoda butaca tapizada con tela de felpa de color ciruela, y charlaría con ellos hasta la hora de meterse en la cama. Les contaría todo lo que había hecho arriba durante el día, comentaría las noticias y chismes de la ciudad y de las personas que conocía, repetiría los cuentos y los chistes, cuidadosamente expurgados, que había oído a los vendedores, expondría sus puntos de vista y sus opiniones sobre cualquier tema que surgiera en su mente. Ellos nunca discutían con él ni le contradecían. Tampoco le contestaban nunca.

Sus vestidos cambiaban con las estaciones y las modas; pero la escena no se alteraba jamás. Cuando llegaba el momento de irse a la cama, Jared decía:

—Buenas noches a todos. Que tengan un buen sueño.

Apagaba la luz, subía la escalera, echaba la llave a la puerta y se iba a la cama. Durante una temporada besaba a su esposa en la frente al despedirse; pero se dio cuenta de que los otros podían estar celosos, y ahora no mostraba ninguna predilección. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 3 de febrero de 2024

"NANAS DE LA CEBOLLA". Un poema de Miguel Hernández musicado e interpretado por Joan Manuel Serrat


La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

"Memoria permanente de lo inaceptable: pobreza, emigración, Palestina, Siria, Yemen...". Por Federico Mayor Zaragoza, 2017

Esta entrada la escribía Federico Mayor Zaragoza en su blog el 16 de agosto de 2017

No olvidemos lo que debe ser todos los amaneceres recordado. La existencia humana es demasiado insólita y prodigiosa para dejarnos manipular y vivir superficialmente, como hojas al viento.

Los años pasan y las generaciones de palestinos se suceden en medio de la humillación, el sometimiento y el dominio. Vidas enteras en campos de refugiados, vidas enteras marginadas, sin luces consistentes al final del túnel. Es la humanidad entera la que ahora debe alzarse en favor de Palestina y lograr la convivencia pacífica que la mayoría de israelíes y palestinos anhelan, frente a los “ultra” respectivos.

¡Ya está bien! ¿Alguien ha explicado cómo viven los palestinos y sus reiteradas decepciones en los procesos iniciados y luego truncados durante los 60 años que dura su marginación? ¿Alguien ha contado los asentamientos en tierra palestina, que reducen progresivamente los esfuerzos razonables de convivencia pacífica y convierten a los territorios palestinos en “espacio gruyère”? No podemos seguir de simples espectadores impasibles... No podemos seguir siendo indiferentes... El Papa Francisco nos ha advertido de que “la globalización de la indiferencia” podría ser la causa de trastornos globales moralmente inaceptables.

Nos están acuciando de tal modo con el presente económico, nos están distrayendo de tal modo con la “burbuja” mediática del entretenimiento..., que olvidamos lo que deberíamos, por dignidad, por solidaridad, por justicia, recordar cada instante: los grandes desafíos actuales –hambre, pobreza extrema, desgarros sociales, víctimas de grandes catástrofes naturales (Haití...) o bélicas (Siria...), deterioro del medio ambiente... y el futuro!

No podemos seguir tolerando que sean sólo unos cuantos los que tengan en sus manos las riendas del destino común y que el resto (la gran mayoría de la humanidad) continúe aturdido, sumiso, sobreviviendo a duras penas en muchas ocasiones, sin que las comunidades científica, académica, intelectual, artística... asuman el liderazgo que les corresponde en el “despertar” que, en cualquier caso, se avecina.

Y en el centro de los motivos esenciales para desentumecer la voluntad y conciencia colectivas está Palestina. Una y otra vez los esfuerzos y las ilusiones de llegar al final del proceso de paz y convivencia se ven frustrados por una despiadada, perseverante, poderosa, violenta y altiva actitud del gobierno israelí.

Iniciemos el camino del mañana que soñamos, en el cual uno de los primeros objetivos es, precisamente, la transición de una cultura de imposición y fuerza a una cultura de paz y conciliación en Palestina. No olvidemos a Palestina ni un día más.

A unos y otros, a los sectarios, a los dogmáticos... que utilizan las más abyectas formas de dominio, debemos oponer una unión ciudadana a escala mundial, un apoyo “de los pueblos” de tal magnitud, un clamor de tal eco, que se asegure su derrota.

No podemos seguir callados... ¡Delito de silencio... y de indiferencia! No podemos seguir aceptando lo inaceptable. Debemos alzarnos en un gran clamor y decir ¡Basta!

"DOLOR". Un poema de Alfonsina Storni musicado e interpretado por Paco Ibáñez


Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
como una romana, para concordar
con las grandes olas, y las rocas muertas
y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos
y la boca muda, dejarme llevar;
ver cómo se rompen las olas azules
contra los granitos y no parpadear;
ver cómo las aves rapaces se comen
los peces pequeños y no despertar;
pensar que pudieran las frágiles barcas
hundirse en las aguas y no suspirar;
ver que se adelanta, la garganta al aire,
el hombre más bello, no desear amar…

Perder la mirada, distraídamente,
perderla y que nunca la vuelva a encontrar:
y, figura erguida, entre cielo y playa,
sentirme el olvido perenne del mar.

viernes, 2 de febrero de 2024

"TEJIENDO REDES. LIBROS QUE INVITAN A LEER"


GUÍA DE LECTURA organizada en diferentes epígrafes temáticos editada por ANABAD ( Federación Española de Asociaciones de Profesionales de los Archivos, las Bibliotecas, los Centros de Documentación, de Información y de Interpretación, los Museos y los Yacimientos Arqueológicos)

El equipo de selección ha elegido libros que en el ámbito de las bibliotecas no solo se han prestado mucho, sino que han funcionado muy bien como herramientas para animar a leer, tanto en clubes de lectura como en otro tipo de actividades.

La Guía se organiza en distintos epígrafes temáticos, con un libro principal que incluye reseña, y otros libros para distintas edades o en distintos formatos que “están en esa red” con el reseñado.