miércoles, 27 de junio de 2018

El niño al que se le murió el amigo. Un cuento de Ana María Matute.

Una mañana se levantó y fue a buscar al amigo, al otro lado de la valla. Pero el amigo no estaba, y, cuando volvió, le dijo la madre:

-El amigo se murió. Niño, no pienses más en él y busca otros para jugar.

El niño se sentó en el quicio de la puerta, con la cara entre las manos y los codos en las rodillas. «Él volverá», pensó. Porque no podía ser que allí estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hojalata, y el reloj aquel que ya no andaba, y el amigo no viniese a buscarlos. Vino la noche, con una estrella muy grande, y el niño no quería entrar a cenar.

-Entra, niño, que llega el frío -dijo la madre.

Pero, en lugar de entrar, el niño se levantó del quicio y se fue en busca del amigo, con las canicas, el camión, la pistola de hojalata y el reloj que no andaba. Al llegar a la cerca, la voz del amigo no le llamó, ni le oyó en el árbol, ni en el pozo. Pasó buscándole toda la noche. Y fue una larga noche casi blanca, que le llenó de polvo el traje y los zapatos. Cuando llegó el sol, el niño, que tenía sueño y sed, estiró los brazos y pensó: «Qué tontos y pequeños son esos juguetes. Y ese reloj que no anda, no sirve para nada». Lo tiró todo al pozo, y volvió a la casa, con mucha hambre. La madre le abrió la puerta, y dijo: «Cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto ha crecido». Y le compró un traje de hombre, porque el que llevaba le venía muy corto.

FIN
Los niños tontos, 1956

martes, 26 de junio de 2018

¿A las barricadas? Literatura políticamente comprometida. Ponencia de Clémentine Beauvais

¿Crecer -como lector- implica tomar partido?, ¿comprometerse socialmente con una causa justa? ¿Presionan los adultos a los niños con libros que los hagan tomar conciencia de los grandes problemas de nuestro tiempo? ¿Las mejores intenciones… de adoctrinamiento opresivo… o de participación activa en el mundo y llamada a la acción? ¿Libros para cuestionar o para acatar? ¿Todo libro comprometido es moralizante o sermoneador… y soporífero? 

Clémentine Beauvais, escritora y doctora en literatura infantil por la Universidad de Cambridge, analiza en esta ponencia las múltiples formas de categorizar esos libros celebrados y rechazados, los “socialmente responsables”. O más que la etiqueta, aquellos que, como decía, Sartre, invitan a leer como acto político, son “una exigencia y un regalo”.


¿A las barricadas? ¿Qué puede la literatura infantil políticamente comprometida?
Clémentine Beauvais
Hace unos meses, durante una visita a una escuela, una niña me dijo: “He visto tu perfil de Facebook y tengo una pregunta. ¿Quiénes son las personas de tu foto de portada? ¿Tus padres?”.

Ojalá, pero no. Son Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre. Sí son, en cierto modo, mis padres intelectuales. Su presencia totémica sobre mi perfil, tal vez, significa que Sartre y Beauvoir siguen inspirándome muchos años después de terminar mi tesis doctoral -de la cual fueron dos de los personajes principales, como voy a contar.

[...] y voy a empezar esta presentación con la historia de esta tesis. Por favor, manteneos despiertos. Prometo que es una historia llena de misterio, de frustraciones, de falsas pistas teóricas, de enemigos y de salvadores, y, por supuesto, de preguntas existenciales.

Y su punto de partida fue, como el de muchas historias, una princesa.

Érase una vez un álbum canadiense titulado La princesa vestida con una bolsa de papel (Munsch y Marschenko), que fue considerado una obra maestra de la literatura infantil feminista. Cuando se publicó, en 1980, este cuento de una princesa decidida, valiente y activa, de un príncipe miedoso, superficial y en absoluto encantado, fue enseguida celebrado por su inversión radical de los papeles tradicionales de género en la literatura juvenil.

Los setenta, los ochenta y los comienzos de los noventa fueron tiempos muy fértiles para inversiones radicales de los papeles tradicionales de género en la literatura juvenil. Es relativamente fácil encontrar ejemplos de LIJ de esta época, en todo el mundo occidental, que hablan de manera muy radical –para su tiempo– del poder de las niñas y de la necesidad de cambiar nuestras percepciones de las relaciones entre los sexos.

Pero yo no conocí a la princesa Elizabeth o al príncipe Ronald, ni ninguno de esos otros libros radicales para niños, cuando yo era pequeña. Mi régimen de lectura fue muy intenso, y leí muchos álbumes clásicos, pero mis padres nunca pusieron en mis manos ningún libro “comprometido” o “con mensaje”. Eran lectores literarios, exigentes, con buen gusto; los padres típicos, tal vez, de la burguesía parisina que Pierre Bourdieu describe, en su obra sociológica La Distinción, como consumidores de arte independiente, lo más lejano posible a la literatura que “transmite un mensaje”.

Los buenos libros -lo aprendí temprano- no tienen mensajes.

Así que leí la historia de la princesa con una bolsa, y otras historias similares, por primera vez a la edad de veinte años, cuando empecé a trabajar, durante un verano, para la editorial juvenil francesa, muy nueva en ese momento, Talents Hauts.

Talents Hauts, fundada por Laurence Faron y Mélanie Decourt en 2005, es una editorial explícitamente políticamente comprometida, de orientación feminista. Su primer libro fue una réplica del álbum de Munsch y Marschenko, y todos los siguientes trataban problemas y preguntas relacionadas con el género. CONTINUAR LEYENDO
Fuente: linternasybosques.wordpress.com


lunes, 25 de junio de 2018

La calumnia. Un poema de Anna Ajmatova

Y la calumnia me seguía por doquier.
Yo oía sus pasos rampar en la nieve

y bajo el cielo implacable en la muerta ciudad,
donde me muevo al azar por el techo y el pan.

Y en todos los ojos brillan sus destellos,
ya sea como traición o como inocente miedo.

Yo no la temo, A cada nuevo desafío
hay en mí un responder sereno y digno.

Pero un día inevitable ya presagio,
en que al alba vendrán a casa los amigos

y mi más dulces sueño turbarán sus sollozos,
y sobre mi pecho frío pondrán un icono.

Ninguno la reconocerá cuando ella entre,
en mi sangre de ella la boca insaciable

no se cansará de contar ofensas irreales,
trenzará su voz con las oraciones funerales.

Y comenzarán a escuchar todo su vergonzoso delirio,
de modo que no levantarán la vista hacia el vecino,

de modo que mi cuerpo quedará en una terrible nada,
de modo que por última vez mi alma abrasada

de la terrestre flaqueza volará cuando lo oscuro albea,
y también de lástima salvaje por la abandonada tierra.

Anna Andréyevna Ajmátova (Анна Андреевна Ахматова), de soltera Górenko, nació en Bolshói Fontán, cerca de Odesa, el 23 de junio de 1889.
Estuvo casada con Nikolái Gumiliov en 1910, poeta y promotor del acmeísmo, corriente poética que se sumaba al renacimiento intelectual de Rusia a principios del siglo XX.
En 1962, estuvo nominada para el Premio Nobel de Literatura.
Murió en Domodédovo, cerca de Moscú, el 5 de marzo de 1966.

domingo, 24 de junio de 2018

La herencia de Matilde Arcángel. Un cuento de Juan Rulfo.


En Corazón de María vivían, no hace mucho tiempo, un padre y un hijo conocidos como los Eremites; si acaso, porque los dos se llamaban Euremios. Uno, Euremio Cedillo; otro, Euremio Cedillo también, aunque no costaba ningún trabajo distinguirlos, ya que uno le sacaba al otro una ventaja de veinticinco años bien colmados.

Lo colmado estaba en lo alto y garrudo de que lo había dotado la benevolencia de Dios Nuestro señor al Euremio grande. En cambio al chico lo había hecho todo alrevesado, hasta se dice que de entendimiento. Y por si fuera poco el estar trabado de flaco, vivía, si es que todavía vive, aplastado por el odio como por una piedra; y válido es decirlo, su desventura fue la de haber nacido.


Quien más lo aborrecía era su padre, por más cierto mi compadre; porque yo le bauticé al muchacho. Y parece que para hacer lo que hacía se atenía a su estatura. Era un hombrón así de grande, que hasta daba coraje estar junto a él y sopesar su fuerza, aunque fuera con la mirada. Al verlo uno se sentía como si a uno lo hubieran hecho de mala gana o con desperdicios. Fue en Corazón de María, abarcando los alrededores, el único caso de un hombre que creciera tanto hacia arriba, siendo que los de por ese rumbo crecen a lo ancho y son bajitos; hasta se dice que es allí donde se originan los chaparros; y chaparra es allí la gente y hasta su condición. Ojalá que ninguno de los presentes se ofenda por si es de allá, pero yo me sostengo en mi juicio.

Y regresando a donde estábamos, les comenzaba a platicar de unos fulanos que vivieron hace tiempo en Corazón de María.

Euremio grande tenía un rancho apodado Las Ánimas, venido a menos por muchos trastornos, aunque el mayor de todos fue el descuido.

Y es que nunca quiso dejarle esa herencia al hijo que, como ya les dije, era mi ahijado. Se la bebió entera a tragos de “bingarrote”, que conseguía vendiendo pedazo tras pedazo de rancho y con el único fin de que el muchacho no encontrara cuando creciera de dónde agarrarse para vivir. Y casi lo logró. El hijo apenas si se levantó un poco sobre la tierra, hecho una pura lástima, y más que nada debido a unos cuantos compadecidos que le ayudaron a enderezarse; porque su padre ni se ocupó de él, antes parecía que se le cuajaba la sangre de sólo verlo.

Pero para entender todo esto hay que ir más atrás. Mucho más atrás de que el muchacho naciera, y quizá antes de que Euremio conociera a la que iba a ser su madre.

La madre se llamó Matilde Arcángel. Entre paréntesis, ella no era de Corazón de María, sino de un lugar más arriba que se nombra Chupaderos, al cual nunca llegó a ir el tal Cedillo y que si acaso lo conoció fue por referencias. Por ese tiempo ella estaba comprometida conmigo; pero uno nunca sabe lo que se trae entre manos, así que cuando fui a presentarle a la muchacha, un poco por presumirla y otro poco para que él se decidiera a apadrinarnos la boda, no me imaginé que a ella se le agotara de pronto el sentimiento que decía sentir por mí, ni que comenzaran a enfriársele los suspiros, y que su corazón se lo hubiera agenciado otro. Lo supe después. CONTINUAR LEYENDO

Bonito pensamiento de Michèle Petit


viernes, 22 de junio de 2018

Una ópera contra la violencia entre iguales.


El pasado martes tuve la ocasión de asistir a la puesta en escena de una ópera compuesta e interpretada por los alumnos y alumnas de 4º de Primaria del CPI Samaniego de Vitoria-Gasteiz.
Son los alumnos con los que he estado realizando Tertulias Literarias el curso pasado y el actual.


La representación fue fantástica. Ha sido un gran trabajo el desarrollado por este grupo de la mano de su profesora Isabel. La creación de la Compañía, la composición de las canciones, el vestuario, la escenografía, etc. ha supuesto un reto que, además de unir más al grupo, ha generado mayores aprendizaje y mejora de la convivencia.


El tema elegido ha sido el de la violencia entre iguales. Y lo ha sido porque es algo que les preocupa y que con su esfuerzo quieren erradicar. Me gustó mucho el planteamiento que hacen, sobre todo el que hacen con el agresor, el victimario, ya que, aunque crean una barrera entre ellos y él, no le abandonan a su suerte, sino que en todo momento le tienden la mano para que abandone la violencia. Claro, que todo esto atendiendo y ayudando en primer lugar a la víctima.

En fin, un gran trabajo que merece ser aplaudido y reconocido. ¡¡¡FELICIDADES!!!





miércoles, 20 de junio de 2018

INFANCIA, LECTURA, EMOCIONES. Un artículo de JUAN MATA. Universidad de Granada. Asociación Entrelibros.

Resulta extraño hablar en unas jornadas profesionales de médicos pediatras sobre una cuestión tan aparentemente ajena a su trabajo como es la lectura y la escritura y el papel de las familias en ese aprendizaje. No debería sin embargo sorprender si pensamos que, al fin y al cabo, hay algo que une tanto a padres y madres como a profesores y pediatras: la preocupación por asegurar el bienestar de la infancia. Y a ese bienestar contribuye de manera decisiva el éxito escolar, una parte importante del cual tiene que ver con el uso y la comprensión del lenguaje, y específicamente de la lectura y la escritura.

1. A las familias les está reservado un papel determinante en el estímulo de la lectura. ¿Por qué habríamos de implicar a los padres en una tarea que, como viene siendo aceptado socialmente, corresponde a las escuelas, institutos y bibliotecas? ¿En qué medida es irreemplazable la cooperación de las familias en la formación lectora de los niños? La mera observación de la realidad escolar nos da a entender que esa colaboración es siempre fecunda. No son necesarios argumentos muy concluyentes: basta con prestar atención al reverso de esa experiencia –es decir, los contratiempos que ocasionan el desentendimiento o la indiferencia de los padres hacia los estudios de los hijos- para darse cuenta de que la cooperación es fundamental.

Pero podríamos, si fuera necesario, acudir a razonamientos más fundados. Por ejemplo, los que se desprenden del análisis de los resultados de las pruebas e informes internacionales de evaluación de la comprensión lectora.

¿Qué demuestran los informes PIRLS (Progress in International Reading Literacy Study), que evalúan la comprensión lectora de los alumnos de 4º de Primaria en numerosos países del mundo, incluido el nuestro? Sencillamente que la competencia lectora está estrechamente relacionada con la actitud de los padres hacia la lectura de sus hijos, de manera que la capacidad de comprensión es mayor cuanto mayor es el interés personal de los padres hacia los libros y mayores son las expectativas que proyectan sobre los hijos, pues los evaluadores consideran asimismo que el rendimiento lector está determinado por la mayor o menor presencia de libros infantiles en la casa. Lo cual nos lleva a afirmar que cuanto más se lee en el hogar y mayor cantidad de libros hay en él, incluidos los específicamente infantiles, más capacidad de comprensión lectora manifiestan los niños.

Y con respecto a los adolescentes, ¿a qué conclusiones llegan los sucesivos informes PISA (Programme for Internacional Student Assessment)? No hay diferencias al respecto: el entorno familiar y cultural es uno de los factores más influyentes en los resultados de la comprensión lectora de los alumnos de 15 años. O expresado de otro modo: que la comprensión lectora está directamente relacionada con el nivel de estudios de los padres, de modo que a mayor nivel, mayor capacidad lectora de los hijos, y a menor nivel, más dificultad de comprensión. Entre los investigadores es comúnmente aceptado que el ESCS (Economic, Social and Cultural Status), que es uno de los principales elementos usados en los análisis de los resultados de las evaluaciones educativas internacionales, repercute de modo categórico en el rendimiento escolar, específicamente en el éxito en lectura. Las puntuaciones de los alumnos cuyos padres no han finalizado los estudios obligatorios son significativamente inferiores a las de aquellos alumnos cuyos padres tienen estudios universitarios, una diferencia que se acentúa entre los alumnos en cuyos hogares hay de 0 a 10 libros y aquellos en los que hay más de 500. CONTINUAR LEYENDO

lunes, 18 de junio de 2018

El Zarevich Cabrito. Cuento popular ruso, Aleksandr Nikolaevich Afanasiev

Eran un zar y una zarina que tenían un hijo y una hija. El hijo se llamaba Ivanuchka y la hija Alenuchka. 

Cuando el zar y la zarina murieron, los hijos, como no tenían ningún pariente, se quedaron solos y decidieron irse a recorrer el mundo. 

Se pusieron en camino y anduvieron hasta que el sol subió en el cielo a su mayor altura y sus rayos les quemaban implacablemente, haciéndoles ahogarse de calor sin ver a su alrededor vivienda alguna que les sirviera de refugio, ni árbol a la sombra del cual pudieran acogerse. 

En la extensa llanura percibieron un estanque, al lado del cual pastaba un rebaño de vacas.

-Tengo sed -dijo Ivanuchka.

-No bebas, hermanito, porque si bebes te transformarás en un ternero -le advirtió Alenuchka. 

Ivanuchka obedeció y ambos siguieron su camino. 

Anduvieron un buen rato y llegaron a un río, a la orilla del cual pacía una manada de caballos. 

-¡Oh, hermanita! ¡Si supieras qué sed tengo! -dijo otra vez Ivanuchka. 

-No bebas, hermanito, porque te transformarás en un potro. 

Ivanuchka obedeció y continuaron andando; después de andar mucho tiempo vieron un lago, al lado del cual pacía un rebaño de ovejas. 

-¡Oh, hermanita! ¡Quiero beber!

-No bebas, Ivanuchka, que te transformarás en un corderito. 

Obedeció el niño otra vez; siguieron adelante y llegaron a un arroyo, junto al cual los pastores vigilaban a una piara de cerdos. 

-¡Oh, hermanita! ¡Ya no puedo más, tengo una sed abrasadora! -exclamó Ivanuchka. 

-No bebas, hermanito, porque te transformarás en un lechoncito. 

Otra vez obedeció Ivanuchka, y ambos siguieron adelante. Anduvieron, anduvieron; el sol estaba todavía alto en el cielo y quemaba como antes; el sudor les corría por todo el cuerpo y todavía no habían podido encontrar ninguna vivienda. Al fin vieron un rebaño de cabras que pacía cerca de una laguna. CONTINUAR LEYENDO


Cuando seas vieja y El vino entra en la boca. Dos poemas de William Butler Yeats, uno de los más grandes poetas de Irlanda, Premio Nobel de Literatura en 1923.

Cuando seas vieja

Cuando seas vieja, gris y cansada,
y cabeceando junto al fuego tomes este libro,
y lentamente leas, soñando con la mirada suave
que tus ojos un día tuvieron, con sus profundas sombras;
cuántos adoraron tus instantes de alegre gracia,
y amaron tu belleza con amor falso, o verdadero;
pero un hombre amó el alma peregrina en ti,
y amó las penas de tu rostro que cambiaba.
E inclinándote junto al resplandor de los leños,
murmures, un poco triste, cómo huyó el amor,
cómo flotó lejos sobre las montañas,
y escondió su rostro entre una multitud de estrellas.

El vino entra en la boca 

El vino entra en la boca
y el amor entra en los ojos;
esto es todo lo que en verdad conocemos
antes de envejecer y morir.
Así llevo el vaso a mi boca,
y te miro, y suspiro.

domingo, 17 de junio de 2018

Tertulia Literaria Dialógica de la Prisión de Zaballa 2017-2018. Despedida y nueva etapa.

El pasado jueves cerramos por este curso la Tertulia Literaria de la prisión. Fue un acto muy especial en el que recordamos los 19 años que llevamos haciendo esta Actuación Educativa que, pese a quien le pese, sigue siendo de Éxito. Y digo que fue especial porque tuvo todo el ambiente de una celebración. Y si no véase el documento gráfico que acompaña esta entrada. Otra nota que le daba ese carácter de celebración era la de mi jubilación, que llevaré a cabo en menos de dos meses. Lo que no quiere decir que la Tertulia vaya a desaparecer, sino que cambiará en algunos aspectos. Quizás lo más significativo sea que serán los propios tertulianos los que la gestionarán completamente, quedando mi papel en un mero apoyo a esa labor; aunque siempre que pueda estaré de cuerpo presente.

En esta última sesión recordamos algunas de las anécdotas más significativas y volvimos a hablar del papel que ha tenido en nuestra existencia esta lectura compartida. En esto tuvimos ventaja Montse, la profesora, y yo, ya que llevamos en ella desde su inicio. Recordamos, por ejemplo, la primera reunión en la que Montse convocó a seis internos para que yo les explicara lo que era una Tertulia a fin de tratar de convencerles de la bondad de la misma. Me acuerdo que cuando estuve ante ellos les hablé con el corazón en la mano cuando les dije que les venía a vender una moto que no sabía muy bien cómo funcionaba. La verdad es que fueron muy amables y dijeron que adelante. Y no sé si será por lo de la moto, pero el primer libro que compartimos fue Dios vuelve en una Harley, de Joan Brady, y resultó bastante bien. Luego vinieron, los Kafka. Aristófanes, Shakespeare, Sófocles, Platón, Miller, Ibsen, Matute, Woolf, Cervantes, etc. El último que hemos leído ha sido Adiós muchachos, de Sergio Ramírez, premio Cervantes 2017, en el que nos cuenta su vivencia de la revolución sandinista en Nicaragua. 

También les comenté que esta Tertulia Literaria había sido la madre de todas las Tertulias, ya que con lo que había aprendido allí, las inicié en Secundaria y luego en Primaria. Fueron, a pesar de lo que se diga por ahí y de lo que aparece en una tesis doctoral, las primeras Tertulias Literarias Dialógicas en esas etapas y a esas edades. 

En recuerdo de los jueves y los libros
con el viejo profesor
Eso sí, tampoco faltaron los regalos. Por parte de los tertulianos recibí dos preciosos dibujos enmarcados. Uno hecho por uno de ellos con una dedicatoria y firmado por todos y todas las tertulianas, y el otro, el de la derecha, un encargo hecho a un interno que se dedica a ello, que en la prisión tenemos de todo. Uno, el primero, es un retrato de mesa y el otro es de pared. En fin, una maravilla los dos. Por mi parte, les regalé a cada uno un ejemplar del Libro de los abrazos, de Eduardo Galeano, para que, como les decía en la dedicatoria que les hice, fuese un pequeño manual que nos preparase para el eterno abrazo que nos daremos cuando nos encontremos fuera de allí, en un espacio preñado de libertad.

Finalmente, les di las gracias por todo lo que me habían aportado los allí presentes y los que habían ido pasando por la Tertulia -alrededor de 200- ya que esta actividad ha sido una de las que más sentido ha dado a mi vida persona y profesional. Tanto que no podría entender mi existencia sin ella.

¡¡¡GRACIAS DE CORAZÓN - ESKERRIK ASKO BIHOTZEZ!!!


sábado, 16 de junio de 2018

Había una vez una princesa. Un cuento/álbum ilustrado de Graciela Montes.

REVISTA CONVIVES Nº 22 CIBERCONVIVENCIA Y CIUDADANÍA DIGITAL.


PRESENTACIÓN
Ciberconvivencia
José Mª Avilés Martínez y Javier García Barreiro

ARTÍCULOS

1. Trabajar la ciberconvivencia en las comunidades educativas
José Mª Avilés Martínez y Javier García Barreiro

2. Aprendiendo juntos: el viaje de una madre y un hijo hacia la ciudadanía digital
Dr. Marialice B.F.X. Curran y Curran Dee

3. Competencia mediática para la ciudadanía digital
Roi Guitián y María Lobo

4. Adolescentes y sociales: ¿Una historia de amor?
Iolanda Tortajada, Julio Gimeno, Cilia Willem y Núria Araüna

5. Educación y transformación digital 
Enrique Dans

EXPERIENCIAS

1. Proyecto EPDLAB. Laboratorio de Educación para o Desenvolvemento.
Gisela González Iglesias. IES Castro Alobre (Vilagarcía de Arousa) e IES A Sangriña (A Guarda)

2. Proyecto Guillén
Javier Mur Isaiz . Colegio Minte (Monzón)

3. Cine, educando emociones. Proyecto ATURUXO FILMS
Sergio Clavero Ibáñez de Garayo. IES de Cacheiras (Teo)

4. La cibermentoría vivida desde dentro
Alumnado cibermentor del IES Parqueos (Valladolid)

5. Leoteca: redes, lectura y convivencia
Lola Prieto Villazán. CEIP Fray Pablo de Colindres. (Cilindres)

6. Cinema na Rúa
Rosana Rúa Pena. CEIP A Rúa (Cangas)

ENTREVISTA a… JORDI ADELL SEGURA

COMENTANDO LA ACTUALIDAD 

LA LUPA VIOLETA 

Libros recomendados

Bibliografía y Webgrafía 

viernes, 15 de junio de 2018

La composición. Un cuento de Silvia Schujer de la colección argentina "Memoria en Palabras" cuya temática está centrada en la represión de la dictadura argentina.

Se puede vivir como si no existiera el pasado; caminar kilómetros para alejarse de la propia huella, creer que se avanza evitando volver la vista atrás.

Poner en palabras, en cambio, plantea el desafío de mirar al dolor directo a la cara. Es una tarea difícil pero son ellas, las palabras, las que nos ayudan a nombrar el horror, el miedo, darles forma y quizás, poder asir aquello que duele. Son las palabras las que nos permiten construir una memoria en común, e iniciar un nuevo camino. Marzo sigue siendo un mes en carne viva; aunque intentemos transcurrir sin detenernos ante nada, caminar sin ver nos hace tropezar.

Esta colección reúne textos de autoras y autores argentinos que tomaron la palabra para hablar de este pasado, desde la diversidad de planos: la identidad, la pérdida, el miedo, las prohibiciones, la posibilidad de imaginar, la necesidad de contar con alguien.

Frente al silencio y al ocultamiento, una, dos; decenas de voces brotan. Con Memoria en Palabras quisimos acercar esta experiencia a las escuelas. Sembrar historias, relatos tejidos con tinta para lograr, quizás, que germine un jardín entre tanta oscuridad.
ARGENTINA: Plan Nacional de Lectura

LA COMPOSICIÓN 
(Silvia Schujer) 

A las madres que buscan a sus hijos.
A los hijos de esos hijos. A las abuelas que
quieren encontrarlos.

Pronto va a hacer como un año que pasó. Fue en noviembre. No me acuerdo qué día. Sé que fue en noviembre porque faltaba poco para que terminaran las clases y ya estábamos planeando las vacaciones. Siempre nos vamos unos días a algún lugar con playa. No muchos porque sale muy caro, dice mi mamá. Bueno, decía. Mi hermanita y yo estábamos durmiendo. No me importó demasiado que esa noche, la anterior, papá y mamá estuvieran preocupados, porque ellos casi siempre andaban preocupados, pero igual eran muy buenos con nosotras y nos hablaban todo el tiempo. Más a mí, porque mi hermana es un poco chica todavía. Recién ahora está en primer grado con la señorita Angélica. A veces yo no entendía del todo lo que me querían decir, pero mi papá me explicaba que algún día iba a poder. Igual, ahora también sigo sin entender mucho que digamos. Mi hermanita no sabe nada. La abuela me quiso mentir a mí también, pero yo no soy tonta, así que… Prométame que no le va a contar a nadie ¿eh? Y menos a mi abuela porque ella tiene mucho miedo y no quiere que lo hablemos. Pero yo a usted se lo tengo que decir porque después me va a preguntar y si lloro ¿qué les digo a las chicas?

Estábamos durmiendo y de repente yo abrí los ojos. La puerta de la pieza estaba cerrada. Era raro que no me hubiera venido a despertar mi mamá si ya entraba luz por las persianas. Yo siempre me doy cuenta de la hora por la luz que se mete entre los huecos de las persianas. Y esa mañana la pieza ya estaba bastante clara y no se escuchaba ningún ruido. A mí no me gustaba faltar al colegio porque entonces me tenía que pasar todo el día sola aburriéndome en casa. Por eso no me hice la dormida. Llamé a mi mamá. Pensé que era ella la que se había quedado dormida. Me imaginé que se iba a poner contentísima de que ya me pudiera despertar sola. Pensé que me iba a decir que yo ya era una señorita y que eso la tranquilizaba. La llamé y, como no vino y tampoco hubo ningún ruido, me levanté. Primero me senté en la cama y traté de despertar a mi hermanita para que no llegáramos tarde. Blanquita, al jardín. Y como ella tampoco me escuchaba, me empezó a agarrar miedo y casi me puse a llorar. Miedo, qué sé yo. La sacudí un poco y cuando abrió los ojos, le di un beso como hacía mi mamá y le alcancé la ropa. Tuve miedo porque un día escuché que mamá le decía a papá que si a ella le pasaba algo… que siempre nos hiciera acordar a nosotras… de un mundo mejor, qué sé yo, esas cosas. Tuve miedo igual, porque para mí el mundo no era feo, el mío por lo menos. Ahora todo es horrible. Mi hermanita y yo nos vestimos. Yo la ayudé un poco, pobre. No me animaba a salir sola de la pieza. No sé por qué. Así le dábamos juntas la sorpresa a mamá. Blanquita no hablaba porque estaba medio dormida. Cuando preguntó por mamá le dije que íbamos a ir juntas a despertarla. Que seguro se había quedado dormida. Nuestra pieza da al comedor. Y enfrente, del otro lado del comedor, está la pieza de mis padres. Salimos en puntas de pie. Mi hermanita venía atrás mío. CONTINUAR LEYENDO

martes, 12 de junio de 2018

Corazón coraza. Un poema de Mario Benedetti.

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.

lunes, 11 de junio de 2018

EL HUESPED. Un cuento de Amparo Dávila.

Nunca olvidaré el día en que vino a vivir con nosotros. Mi marido lo trajo al regreso de un viaje.
Llevábamos entonces cerca de tres años de matrimonio, teníamos dos niños y yo no era feliz. Representaba para mi marido algo así como un mueble, que se acostumbra uno a ver en determinado sitio, pero que no causa la menor impresión. Vivíamos en un pueblo pequeño, incomunicado y distante de la ciudad. Un pueblo casi muerto o a punto de desaparecer.
No pude reprimir un grito de horror, cuando lo vi por primera vez. Era lúgubre, siniestro. Con grandes ojos amarillentos, casi redondos y sin parpadeo, que parecían penetrar a través de las cosas y de las personas.
Mi vida desdichada se convirtió en un infierno. La misma noche de su llegada supliqué a mi marido que no me condenara a la tortura de su compañía. No podía resistirlo; me inspiraba desconfianza y horror. “Es completamente inofensivo” —dijo mi marido mirándome con marcada indiferencia. “Te acostumbrarás a su compañía y, si no lo consigues…“ No hubo manera de convencerlo de que se lo llevara. Se quedó en nuestra casa.
No fui la única en sufrir con su presencia. Todos los de la casa —mis niños, la mujer que me ayudaba en los quehaceres, su hijito— sentíamos pavor de él. Sólo mi marido gozaba teniéndolo allí.
Desde el primer día mi marido le asignó el cuarto de la esquina. Era ésta una pieza grande, pero húmeda y oscura. Por esos inconvenientes yo nunca la ocupaba. Sin embargo él pareció sentirse contento con la habitación. Como era bastante oscura, se acomodaba a sus necesidades. Dormía hasta el oscurecer y nunca supe a qué hora se acostaba. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 10 de junio de 2018

Poema del amor lejano. Un poema de José Ángel Buesa:



Puedes irte y no me importa, pues te quedas conmigo
como queda un perfume donde nace una flor,
tú sabes que te quiero pero no te lo digo
y yo sé que eres mía, sin ser mío tu amor.

La vida nos acerca y a la vez nos separa,
como el día y la noche en el amanecer…
mi corazón sediento ansía tu agua clara,
pero es un agua ajena que no debo beber.

Por eso puedes irte, pues te quedas muy hondo,
como se queda un ancla cuando un buque se va,
tu amor llama en la sombra, pero yo no respondo,
pues tu amor y la muerte tienen un más allá.

Parece un deseo así toda la vida es poca,
toda la vida es poca para un ensueño así,
pensando en ti, esta noche, yo besaré otra boca,
tu estarás con otro… pero pensando en mí.

El papel de la formación lectora en el contexto de la sociedad digital. Un artículo de Juan Mata publicado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.

En las campañas de fomento de la lectura echo a menudo en falta la concreción del sentido de las acciones que se emprenden. Me parece que suele eludirse, quizá no deliberadamente, por qué es importante, y sobre todo por qué es necesario, promover que los ciudadanos lean. Se corre el riesgo, si esas preguntas se soslayan, de convertir el fomento de la lectura en un ritual preceptivo, rutinario e insustancial. 
¿Por qué insistimos tanto en que los ciudadanos, y sobre todo los niños y los adolescentes, lean? 

Las razones, cuando se manifiestan, suelen estar poco definidas y con frecuencia enredadas. Defender que es importante que los niños o los adolescentes lean es algo obvio, pero no lo es tanto determinar por qué deben hacerlo. Supongamos que se dice que es importante por sus beneficios cognitivos, lo cual es cierto. En ese caso, los textos que se manejaran así como el modo de leerlos o de hablar sobre lo leído deberían estar acordes con esa hipótesis. Supongamos asimismo que defendemos la lectura como un modo de desarrollar la empatía y la teoría de la mente o como un medio privilegiado de información y conocimiento o, simplemente, como una forma sobresaliente de diversión y entretenimiento. En tales casos los textos y las consiguientes prácticas de lectura no deberían ser iguales.

Sin embargo, cuando se habla de la necesidad de leer no suelen hacerse matices o distinciones. Y si bien los buenos lectores y las buenas lectoras leen textos de muy diversa índole -novelas, poemas, ensayos de filosofía, artículos de neurociencia, cómics…-, a la hora de defender las virtudes de la lectura conviene evitar confusiones y malentendidos. Cuando se proclama públicamente que es bueno leer no parece superfluo preguntar: ¿leer qué? ¿leer por qué? ¿leer para qué? Quienes confiamos en las bondades de la lectura, quienes participamos activamente en su defensa y extensión, quienes elaboramos argumentos en su favor, deberíamos prestar mucha atención a estas cuestiones, sobre todo cuando nos dirigimos a quienes no leen nada o apenas nada, a quienes nunca lo han hecho y no piensan hoy por hoy en esa posibilidad, a quienes mantienen una actitud de indiferencia o recelo o incluso quienes leen de un modo comedido o intermitente.

Considero que definir bien lo que queremos conseguir cuando invitamos o incitamos a otros a leer es fundamental, pues puede predecir éxitos o fracasos en nuestra tarea. Es primordial dar razones convincentes, evitar consignas gastadas o tópicas, establecer estrategias sólidas y viables. Los destinatarios de esos mensajes deben tomar conciencia de las múltiples dimensiones de la lectura –para saber, para emocionarse, para informarse, para pasar el rato, para reflexionar, para conversar...- y que todas ellas merecen ser tomadas en consideración. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 9 de junio de 2018

Pena de muerte. Un poema de María Elena Walsh


Fui lapidada por adúltera. Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos.

Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado.

Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado
en mi pobre cuzco* negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma
demoníaco.

Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial.
Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos. Mi
señor era el brazo de la Justicia.

Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio
católico-protestante.

Fui enviada a la guillotina porque mis Camaradas revolucionarios consideraron
aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos
del Hombre.

Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna* de unitarios.
Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de
federales.

Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente.

Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de
arrepentirme o convertirme en un hombre de bien, como suele decirse de los embriones
en el claustro materno.

Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los
verdugos.

Me condenaron de facto por imprimir libelos subversivos, arrojándome semivivo
a una fosa común.

A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito
merecía la pena capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable.
Jamás dudaron de que el castigo era ejemplar. Cada vez que se alude a este escarmiento
la Humanidad retrocede en cuatro patas.

*Cuzco: Perro
*Interna: Lucha intestina dentro de una organización o grupo. (Gerras civiles argentinas entre unitarios y federalistas)

viernes, 8 de junio de 2018

El ascensor que bajó al infierno. Un cuento del Premio Nobel de Literatura de 1951 Pär Lagerkvist.

El señor Smith, un próspero hombre de negocios, abrió el elegante ascensor del hotel y, amorosamente, tomó del brazo a una grácil criatura que olía a pieles y a poder. Se acurrucaron juntos en el blando asiento, y el ascensor empezó a bajar. La mujercita le ofreció su boca entreabierta, húmeda de vino, y se besaron. Habían cenado en la terraza, bajo las estrellas. Ahora salían a divertirse.

—Cariño, qué divinamente lo pasamos arriba —susurró ella—. Qué poético fue estar allí contigo, sentados bajo las estrellas. Así tiene que ser el verdadero amor. Porque tú me quieres, ¿no es cierto?

El señor Smith le respondió con un beso aún más largo. El ascensor seguía bajando.

—Me alegro de que hayas venido, cariño —dijo el hombre—. De lo contrario, me hubiera sentido muy decepcionado.

—Pues no puedes imaginar lo insoportable que estaba él. Cuando iba a vestirme, me preguntó que adónde iba. Voy adonde me place, contesté, no estoy prisionera. Entonces, deliberadamente, se sentó y estuvo contemplándome mientras me cambiaba y me ponía mi nuevo vestido color crema. ¿Crees que me sienta bien? Por cierto, ¿te gusta este o prefieres el rosa?

—Todo te sienta bien, querida —aseguró el hombre—. Pero jamás te había visto tan encantadora como esta noche.

Ella entreabrió el abrigo, sonriendo agradecida, y se besaron largamente. El ascensor seguía bajando.

—Entonces, cuando estaba a punto de marcharme me cogió la mano y la apretó de tal forma que todavía me duele, y no pronunció ni una sola palabra. ¡Es un bruto, no tienes ni idea! Bien, adiós, dije yo. Pero él no contestó. Es un exaltado, me asusta; no puedo remediarlo.

—Pobrecilla —se compadeció el señor Smith.

—Como si no pudiera salir un rato y divertirme. Es tan terriblemente serio, no tienes idea… No puede tomarse las cosas con sencillez y naturalidad. Es como si se tratara siempre de un asunto de vida o muerte.

—Pobre pequeña, cuánto habrás tenido que sufrir.

—Oh, he sufrido de verdad. Terriblemente. Nadie ha sufrido tanto como yo. Hasta que te conocí no supe lo que era el amor. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 6 de junio de 2018

España en su corazón. Un artículo de Elvira Lindo publicado en El País el 3 jun 2018 sobre la escritora Luisa Carnés.


La escritora y periodista Luisa Carnés habló en ‘De Barcelona a la Bretaña francesa’ del pueblo y sus acentos, en un país de anhelos distintos y compatibles


Este giro político, inesperado por la aceleración repentina e inaudita del curso de los acontecimientos en un país en el que llevamos años quejándonos, y con razón, de que el castigo a los corruptos llega tarde o nunca, me ha pillado leyendo De Barcelona a la Bretaña francesa, de Luisa Carnés,escritora/periodista de origen obrero que documentó desde el frente republicano los anhelos y las amarguras de la contienda española, y la huida esforzada que emprendieron los perdedores de camino a Francia hasta acabar en los campos de refugiados. La escritora, olvidada y recuperada ahora por la editorial Renacimiento, poseedora de un estilo en el que brilla su condición de cronista, llena estas páginas de personajes que se nos hacen vivos a través del diálogo, de los diferentes acentos de España que la periodista Carnés, con el buen oído de quien ama el habla del pueblo, sabe reproducir con gracejo y musicalidad.

Están impregnadas estas narraciones de su compromiso con la República e imbuidas de un notable componente pedagógico, ya que se escriben con el propósito de animar a quienes han de luchar, a quienes pueden morir porque ya está casi todo perdido o a los que habrán de organizar la resistencia una vez que ha ganado Franco.

Hacía mucho tiempo que no leía tan insistentemente la palabra España en un texto literario. España, que habrá de llevarse siempre en la memoria y el corazón y que constituirá una permanente inspiración literaria cuando en México se intente reconstruir lo vivido. Esa España que para Carnés no es una sino la suma de muchas, porque esta cronista que publicara en La Vanguardia, en Frente Rojoo en Estampa, pone todo su empeño en que aparezca en la narración la voz de la madrileña, la catalana, el valenciano, el vasco, la andaluza o el de Murcia. Parte de estas viñetas de la guerra o el campo francés están escritas ya desde el exilio y advierto por tanto que esa necesidad que tiene la escritora de nombrar a los distintos pueblos de España contiene un propósito ideológico, el de entender el país del que ha sido expulsada como un lugar que contenía mil anhelos distintos, compatibles pero diversos, que el dictador tradujo en una sola patria esencial.

Vemos la palabra España en los últimos tiempos tantas veces malbaratada y usada agresivamente contra el adversario, bien cuando la resumen unos como ese terreno en el que habita el enemigo, amenazante y brutal siempre; bien por otros que hablan de los españoles como si respondiéramos todos a un mismo afán y hubiéramos de estar dispuestos a hincar el diente a quien no lo comparta. Qué tristes fueron las dos Españas. En algún momento, Albert Rivera, en su encendido discurso las nombró y a mí se me heló el corazón. No se debería recurrir a ese concepto en el Congreso de los Diputados, deberíamos recordarlo tal y como está definido en los versos de Machado, que corresponden a la época de Luisa Carnés y definen con exactitud la división que marcó la dictadura: la de los buenos españoles y la de los enemigos de España.

Si a alguien pertenece un país es a aquel que ha sido expulsado de su tierra. Nadie más adecuado para hablar de la patria, de la chica y la grande, que quien la escribe desde el recuerdo y la incapacidad de regresar. A quien rememora la tierra desde esa lejanía obligada se le entiende que reivindique un derecho de propiedad que le ha sido arrebatado.

Conecto sin duda con la idea de país que subyace en los cuentos de Luisa Carnés porque en ella caben no solo los distintos pueblos de España o las Españas, por hacerlo aún más plural, sino la defensa de la diversidad política, que es tal vez la más difícil de aceptar. A los cambios sustanciales que se han producido esta semana hay quien ha respondido dramáticamente, aludiendo al Frente Popular, advirtiendo de la caída de los dichosos mercados, pronosticando la imposibilidad de la convivencia y dibujando una España dividida en mil pedazos. Metiendo miedo, sobre todo, a aquellos a los que todavía les resuenan los ecos de aquel trauma nacional que desembocó en la negación o la desaparición de la mitad de sus hijos. Es una vieja técnica: meter miedo para contagiar a los ciudadanos la idea de que todo es un caos y que la única solución posible es que aparezca un salvador. Pero el libro de memorias de Luisa Carnés, el mismo hecho de su voz hablándonos desde el exilio mexicano, deja muy claro quién salió perdiendo, y por supuesto que la situación insoportable y angustiosa de entonces es incomparable a la de ahora, y toda utilización de ese episodio de la historia es interesada y tramposa.

Buena lectura para estos días de la mano de una mujer que desde México se acordó siempre de la patria perdida. Murió en 1964 en un accidente de automóvil. Para ella, la dictadura duró siempre.

Desaliento. Un poema de José Hierro.

Desaliento
«No quiero que pienses», dices
Tú sabes que sólo en ello
puedo pensar. Pasarán
los días, las noches. Tiempos
vendrán sin nosotros. soles
brillarán en cielos nuevos.
Ecos de campana harán
más misterioso el silencio.
(«No quiero que pienses».)
Yo seguiré pensando en ello.
Quisiera hablarte de hermosas
fábulas, de pensamientos
luminosos, de jornadas
soñadas, de flores, vientos,
caricias, ternuras, gracias,
secretos;
pero en la boca me nacen
palabras de fuego.
Como llamas silenciosas
me abrasan por dentro.
Debiera decirte «amor»,
«fantasía», «sueño».
Yo sólo pregunto cómo
fue posible aquello.
Seguiría, paso a paso,
la huella de tu andar. Dentro
de tu vida escondería
la vida que muero.
«No quiero que pienses». Yo
digo que no pienso en ello.
(Cómo podría olvidarlo
sin haberme muerto.)

martes, 5 de junio de 2018

Mein Kampf’, el poder de la palabra. Un artículo de Reyes Mate en El País.

El libro de Adolf Hitler llevó el lenguaje al confín de la violencia


Hitler vuelve a las librerías, pero ¿vale la pena leer Mein Kampf? Quien asocie al autor con el payaso del que hablaba Karl Kraus, podrá tener interés por un libro que cuente lo que hizo pero no lo que pensaba. Se equivocará, sin embargo, dice George Steiner, porque el libro habla “de la cosa más poderosa del mundo, la palabra”. El mendigo que empezó vociferando tópicos, sin que nadie le hiciera caso, acabó seduciendo, con su sola palabra, sin armas ni dinero, a todo un pueblo. El propio Steiner coloca este libro hablado junto a otros, como el Espíritu de la Utopía de Bloch, La Carta a los Romanos de Barth o Ser y Tiempo de Heidegger, para decir que llevan el lenguaje hasta los confines de la violencia, que, como los agujeros negros, “devoran la materia y también la luz que les circunda”.

Un libro, pues, a tener en cuenta. Levinas, ya en 1934, hablaba de filosofía del hitlerismo: “La filosofía de Hitler es primaria, pero convoca fuerzas primitivas que incendian el mundo con su miserable fraseología, consiguiendo activar la frustración más íntima del alma alemana. Más que locura o contagio, el hitlerismo es el despertar de sentimientos elementales (...)que predeterminan la aventura del alma en la vida”. Esos sentimientos elementales se llevaron por delante las conquistas civilizatorias del pueblo de “los poetas y pensadores”, como decía Heidegger, en un santiamén. Este mismo autor veía en Hitler “el cauce de nuestro pensamiento”. No consta que el autor del ‘Discurso del Rectorado’ leyera Mein Kampf, pero el antiguo cabo, Hitler, y el filósofo más celebrado del siglo XX, Heidegger, captaron perfectamente la desazón de su tiempo y le dieron una respuesta que en los años treinta fue la misma y, luego, cuando se separaron, nunca se enfrentaron.

Y una sugerencia de Víctor Klemperer para quien hojee el libro. Verá que hay palabras sospechosas entrecomilladas, tales como “humanidad”, “culpa”, “perdón”, “persona”, “universalidad”... Son palabras que recuerdan la aportación del judaísmo a la cultura mundial que hay que extirpar junto al exterminio físico. Un libro performativo como ningún otro de ahí el desconsolado comentario de Wiesel: “Hitler merece más confianza que cualquier otro. Ha sido el único que ha mantenido sus promesas con el pueblo judío”.

Discurso de TZVETAN TODOROV durante la entrega del Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2008.

Antes de la época contemporánea, el mundo jamás había sido escenario de una circulación tan intensa de los pueblos que lo habitan, ni de tantos encuentros entre ciudadanos de países diferentes. Las razones de tales movimientos de pueblos e individuos son múltiples. La celeridad de las comunicaciones incrementa el prestigio de los artistas y de los sabios, de los deportistas y de los militantes por la paz y la justicia, poniéndolos al alcance de los hombres de todos los continentes. La actual rapidez y facilidad de los viajes invita hoy a los habitantes de los países ricos a practicar un turismo de masas. La globalización de la economía, por su parte, obliga a sus elites a estar presentes en todos los rincones del planeta y a los obreros a desplazarse allá donde puedan encontrar trabajo. La población de los países pobres intenta por todos los medios acceder a lo que considera el paraíso de los países industrializados, en busca de unas condiciones de vida dignas. Otros huyen de la violencia que asola sus países: guerras, dictaduras, persecuciones, actos terroristas. A todas esas razones que motivan los desplazamientos de las poblaciones se han sumado, desde hace algunos años, los efectos del calentamiento climático, de las sequías y de los ciclones que este conlleva. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados, por cada centímetro de elevación del nivel de los océanos, habrá un millón de desplazados en el mundo. El siglo XXI se presenta como aquel en el que numerosos hombres y mujeres deberán abandonar su país de origen y adoptar, provisional o permanentemente, el estatus de extranjero.

Todos los países establecen diferencias entre sus ciudadanos y aquellos que no lo son, es decir, justamente, los extranjeros. No gozan de los mismos derechos, ni tienen los mismos deberes. Los extranjeros tienen el deber de someterse a las leyes del país en el que viven, aunque no participen en la gestión del mismo. Las leyes, por otra parte, no lo dicen todo: en el marco que definen, caben los miles de actos y gestos cotidianos que determinan el sabor que va a tener la existencia. Los habitantes de un país siempre tratarán a sus allegados con más atención y amor que a los desconocidos. Sin embargo, estos no dejan de ser hombres y mujeres como los demás. Les alientan las mismas ambiciones y padecen las mismas carencias; sólo que, en mayor medida que los primeros, son presa del desamparo y nos lanzan llamadas de auxilio. Esto nos atañe a todos, porque el extranjero no sólo es el otro, nosotros mismos lo fuimos o lo seremos, ayer o mañana, al albur de un destino incierto: cada uno de nosotros es un extranjero en potencia.

Por cómo percibimos y acogemos a los otros, a los diferentes, se puede medir nuestro grado de barbarie o de civilización. Los bárbaros son los que consideran que los otros, porque no se parecen a ellos, pertenecen a una humanidad inferior y merecen ser tratados con desprecio o condescendencia. Ser civilizado no significa haber cursado estudios superiores o haber leído muchos libros, o poseer una gran sabiduría: todos sabemos que ciertos individuos de esas características fueron capaces de cometer actos de absoluta perfecta barbarie. Ser civilizado significa ser capaz de reconocer plenamente la humanidad de los otros, aunque tengan rostros y hábitos distintos a los nuestros; saber ponerse en su lugar y mirarnos a nosotros mismos como desde fuera. Nadie es definitivamente bárbaro o civilizado y cada cual es responsable de sus actos. Pero nosotros, que hoy recibimos este gran honor, tenemos la responsabilidad de dar un paso hacia un poco más de civilización.