sábado, 30 de agosto de 2014

Felizmente, Cortázar (Justo Serna)

Cortazar21
A Julio Cortázar lo descubrimos cuando muchos éramos adolescentes, adolescentes de mucha enjundia y estupidez que aspirábamos a una prosa aturdida, a una literatura ampulosa, a una obra campanuda. Hablamos de los años sesenta y setenta del siglo XX, cuando los libros del maestro argentino llegaban a España con un timbre o marchamo de calidad. Llegaban sus obras, cierto, pero accedíamos también a sus traducciones: Edgar Allan Poe o Daniel Defoe, por ejemplo. Las versiones de estos clásicos anglosajones se convierten en canónicas y nuestro primer acercamiento al terror o a la aventura está mediatizado por Julio Cortázar. Es mi caso, pero creo que puedo objetivar dicha experiencia. A Poe no lo entiendo sin el auxilio del argentino, sin la sintaxis eficaz y luminosa de Cortázar. Y no es un problema de lenguas. Es un asunto de culturas. ¿De dónde había salido ese Cortázar que nos hacía accesibles a los clásicos de la literatura anglosajona…? LEER MÁS

Fuente: Anatomía de la Historia

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