Los libros me permitieron acallar a mi madre y su locura, claro que sí; pero hicieron algo mucho más importante: me regalaron universos personales de palabras. Me enseñaron gran parte de lo bueno que sé en la vida (lo doloroso lo aprendí tras tantas soledades y muertes que me fueron cercando), me enseñaron a pensar, a bucear en mí misma, a darme cuenta de que las cosas cambian si uno varía la perspectiva, a que las historias son un bálsamo o un tábano insoportablemente molesto que no te deja dormir en paz, me permitieron tomar decisiones, lanzarme al vacío. Los libros son lo único que llevo siempre conmigo vaya donde vaya. Si me faltaran las personas y yo tuviera un libro podría sobrevivir -triste, pero viva-: no lograría, en cambio, vivir si no tuviera libros. Y sé que si me faltaran, me los fabricaría. LEER MÁS
Fuente: acuaticas.blogspot.com.es/
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