Parece, según se comenta, que va a empezar el nuevo curso. Y para no perder la costumbre quisiera saludaros con toda la ternura del mundo. Espero que hayáis pasado un buen verano, que hayáis descansado lo suficiente –sin pasarse–, y que os hayáis renovado aprovechando el tiempo de asueto.
Por mi parte, el verano ha estado un poco revuelto, pero esto no es obstáculo para que vuelva lleno de ilusión. Sé que, como en años anteriores y por efecto de la maldita crisis, entre otras cosas, el curso no va a ser fácil. Pero ante esto sólo nos queda aquello de “transformar las dificultades en posibilidades”. Pienso sinceramente que esta transformación es posible si aunamos ciencia e ilusión. Ambas deben caminar juntas. La una sin la otra valen para poco si queremos transformar la realidad educativa.
Mirando a este próximo curso he de confesaros que, además de continuar con todo lo ya iniciado y asentado, me ilusionan, entre otras, varias cosas:
- El “taller de matemáticas para familias” y los “Clubs de matemáticas” que vamos a iniciar en una Comunidad de Aprendizaje.
- La Jornada Estatal de Comunidades de Aprendizaje que este curso nos toca aquí en Euskadi.
- El Encuentro Estatal que sobre “Actuaciones de éxito en Educación Infantil (0-6)” se celebrará en Logroño y que va a organizar, entre otros, la FAPA de La Rioja, y del que os informaré con mayor detalle en otro correo.
- El asentamiento de la Tertulia Literaria Dialógica de la Asociación de Mujeres Gitanas “Sim Romi” de Bizkaia.
- Abrir y colaborar en la apertura de nuevos caminos llenos de ciencia e ilusión allá donde sea necesario.
Pero lo que más me ilusiona de todo o, mejor dicho, lo que hace posible esas ilusiones que al fin y al cabo son la raíz de la pedagogía de la esperanza, son las personas que se mueven por estos derroteros buscando otra educación posible para hacer otro mundo diferente. Decía Freire que “la educación no cambia el mundo, que cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. Sin personas, sin vosotros y sin vosotras, no es posible esa transformación. Por eso es tan maravilloso el teneros siempre ahí, sabiendo que no estamos lejos y que en cualquier momento podemos comunicarnos para que, compartiendo nuestras palabras, hagamos posible esa transformación. Sé dónde encontraros y sabéis dónde encontrarme.
Y ya me despido con una poesía de Juan Ramón Jiménez dedicada a Amal, el niño protagonista del “Cartero del Rey” de Tagore. Una poesía que como el libro está llena de ternura y esperanza.
Un fuerte abrazo para todas y todos.
Miguel
DUERME. Sudha no te ha olvidado, y el Rey viene esta noche, Amal. Duerme tranquilo. -Duerme, que, cuando despiertes, verán tus ojos las flores de Sudha en tus manos, y el rostro del Rey en tu rostro. Duerme.
Duerme bien. No te importe dormirte del todo... Duerme para siempre, ¡que vas a ver la estrella polar en su palacio negro!
Duerme en tu cuarto abierto ya de par en par a tu alma. Las mismas estrellas, que saben que eres Amal, te traerán a la hora en que venga el Rey. Duerme... De tu jardín eterno sé que volveréis, Amal, porque esperan tu despertar, en tus manos, las flores de Sudha... Duerme...
CANCIÓN A AMAL MUERTO
DUERME. Sudha no te ha olvidado, y el Rey viene esta noche, Amal. Duerme tranquilo. -Duerme, que, cuando despiertes, verán tus ojos las flores de Sudha en tus manos, y el rostro del Rey en tu rostro. Duerme.
Duerme bien. No te importe dormirte del todo... Duerme para siempre, ¡que vas a ver la estrella polar en su palacio negro!
Duerme en tu cuarto abierto ya de par en par a tu alma. Las mismas estrellas, que saben que eres Amal, te traerán a la hora en que venga el Rey. Duerme... De tu jardín eterno sé que volveréis, Amal, porque esperan tu despertar, en tus manos, las flores de Sudha... Duerme...
Gracias Miguel, por transmitir permanentemente la esperanza de un mundo mejor y una educación de calidad para todos. Desde el equipo de comunidades de aprendizaje de Extremadura, seguimos también la estela de la pedagogía de la esperanza en la que tantos creemos y que Freire nos enseñó.
ResponderEliminarHola Pedro. Gracias también a ti porque tú eres otro de los que te encargas de que llegue a todo el mundo esa pedagogía de la esperanza; y enhorabuena por ese periplo colombiano en el que seguro que también te encargaste de compartir esa esperanza. Un abrazo.
EliminarNo sé si sabes, amigo Mikel, que Juan Ramón Jiménez, a fin de enamorar a Zenobia, una de las tantas cosas que le prometió fue "traducir juntos" a Tagore (Zenobia, al parecer, era buena conocedora del inglés). En realidad, Juan Ramón consiguió casarse con Zenobia, pero no cumplió todas sus promesas: aunque sí dejó algunos poemas expresamente construidos para esa traduccción de la que sería su abnegada esposa, que incluso renunció a la que pudo ser una interesante carrera literaria para ayudar a que el'genio' produjese su Obra (así escribía él, con mayúscula).
ResponderEliminarA veces la belleza y la ternura se esconde tras mezquindades. Habrá que estar atentos a deslindar a difrutar de una y aprender a no no hacer otras.
Un abrazo fuerte desde Linares en este comienzo de curso.
La verdad es que no sabía esto que me comentas. Pero me encanta la información porque abre un gran debate, que tendremos en mi próxima visita a Linares, en torno a la coherencia entre artista y arte, en este caso entre el escritor y su obra; así como en lo que entendemos por lectura comprensiva. En mi caso, no entro a juzgar la mezquindad de Juan Ramón Jiménez, ni la pongo en duda, aunque lo que me comentas, me lleva a pensar en el extraordinario libro de Virginia Woolf, "Una habitación propia". Pero lo que fundamentalmente quería decirte, es que para mí la belleza y la ternura están en el poema, no en Juan Ramón Jiménez; y que, sobre todo, están en Amal, el protagonista del Cartero del Rey y, a no ser que me indiques lo contrario, en Tagore, aunque alguna faltilla tendrá. Para mí, comprender un texto, disfrutarlo, reflexionarlo, compartirlo y revivirlo va más lejos de la historia de la persona que lo escribió. Eso sí, sin caer en un subjetivismo radical, ni mucho menos en aquello de "la muerte del autor". Pero sigo pensando y reivindicando que si la escritura es un acto de creación, también lo es la lectura y más si esta es dialógica. Un abrazo.
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