miércoles, 23 de julio de 2025

"¿QUÉ ES LO MÁS AMERICANO DE TI?". Un poema de Hala Alyan, poeta y narradora palestino-estadounidense

Mi boca, mis nervios. Los seis acentos de mi acento.
Mi forma de cruzar la calle sin mirar dos veces.
De llenar una maleta sin mirar dos veces.
De despertar al alba y a la nada.
Mi forma de contar la matanza por meses.
Uno, dos, tres, cuatro.
Mi boca. Seguir creyendo que me puede sacar de un lío.
Que cuando un soldado pregunta de dónde
yo digo de aquí y luego de aquí y luego de ningún sitio.
Que cuando un soldado me toca el pelo
y dice quién sabe lo que llevas ahí escondido
yo digo sí, digo lo siento me lo dio una mujer,
no se preocupe, está muerta, arrasasteis su pueblo.
Cinco, seis, siete, ocho.
Cuántos meses hay en un cuerpo.
Cuántas cunas en una estirpe.
Un padre camina por las calles y dice:
Esto es un niño. Esto es un niño. Esto es un niño.
Mi boca.
Cómo confiesa lo que nadie ha pedido.
Cómo olvida las palabras para jasra, jayyal, istislaam.
Cómo siempre está contando una historia.
Hubo una vez un hombre. Un anillo. Una frontera rasgada como el papel.
Una vez un ejército prohibió los vestidos de boda
y las manzanas y los pianos y los niños se convirtieron en datos
y el ruido asoló la tierra
y Lorca dice mi casa no es ya mi casa
y Darwish dice olvidé, como tú, de morir.
Y ¿cómo no ir a hacerse la foto?
¿Cómo llamar al agua que nadie puede beber?
¿Qué es lo más americano de ti?
Mi boca. Mi voz alta. Mi dólar.
Cómo va por los bolsillos hasta el misil,
se aloja en la costilla de un chico.
Mi río, mi árbol, mi anillo.
Cómo sigo amando la luna
aun cuando el dron,
aun cuando el checkpoint,
aun cuando los niños coman eso que comen.
Ay, pero la luna.
Una vez brilló sobre Ŷubayl.
Una vez llevé vestido y entré en una habitación con música.

Una vez devolví un anillo.
Lo siento. Olvida el anillo. Olvida la luna.
Un padre camina en las calles y dice:
Esto es un país. Esto es un país. Esto es un país.
En Manhattan es un mes nuevo
y ella, antes de morir, no muere.
Antes de morir dice ‘ahora los demás debéis vivir’.
Así que vivimos y vivimos y vivimos.
Nos reunimos en la iglesia junto al parque, a escuchar su voz.
Decimos ‘esto es vivir’.
Decimos sí. Decimos yo amo, yo amo, yo amo.

Una vez un hombre dijo
le voy a meter fuego al inglés de tu boca
y lo que quería decir era
soy como tú,
soy peligroso y finjo no serlo.
Olvida a ese hombre.
Digo que quiero rehacerme: en una terminal en Belfast,
en una manifestación con diez mil personas,
en una cama en Greenpoint,
que me toquen hasta olvidar mi propio nombre.
Lorca dice solo tu corazón caliente.
Darwish dice deseo del amor solo el principio.

Así que esta es mi memoria americana.
Corta, como una canción.
Aquí está el mar de mi abuela:
se mueve y centellea, como un rumor,
visible desde todas las ventanas.
Oh, tierra interrupta,
oh, road trip al pasado.
Olvida el pasado.
Lo que intento decir es que me encantan los interrogatorios.
Lo que intento decir es que hicieron de los vestidos un crimen.
¿Quién recuerda la música?
¿Quién respira a través del escombro?
Una vez un lugar explotó
y mi padre se hizo ficción.
No me hables de septiembre.
He olvidado, ¿de quién era marido ese tipo?
¿Mío? No, mío no.
Quién nació dónde. De quién es
el soldado que me apuntó con un arma y me espetó
tú, guapa, siéntate.
¿Qué es lo más americano de ti?
¿Era tu pelo o tu cuchillo?
¿Tu podredumbre o tu metáfora?

Una vez hice autoestop desde una azotea hasta el mar.
Me marché durante la guerra.
Volví, dormí en un banco, dormí un año entero
y las paredes eran amarillas y las
bombas hacían temblar las ventanas y nadie murió.
¿Qué crees que haría yo con un misil?
Mis rodillas a tierra.
Mi dios en la cuerda floja,
y no puedo dejar de soñar con esos vestidos,
con las palas,
con los niños,
cómo un nombre dijo que moriría
pero vivió y luego marchó.

Lorca dice por qué nací entre espejos.
Darwish dice si tiene que haber luna, que esté alta.
Una vez, mi abuela dejó un pueblo
y en su lugar construyeron un parque acuático.
Una vez dejé mi nombre en la boca de un hombre
y creo que ha llegado el momento de recuperarlo.
Olvida la luna. Estoy diciendo que quiero vivir.
Quiero oír la voz de ella cada mañana.
Quiero música. Quiero vino.
Quiero el acento equivocado, el mar equivocado,
las manos equivocadas en mi garganta.
Eso quiero.
Quiero lo que quiero
y eso es lo más americano de mí.
Estoy diciendo olvida mis manos.
No hay ningún checkpoint cerca.
Yo soy la medianoche pasada,
dos kilómetros al oeste, hacia el agua,
y desde aquí este río podría casi ser un mar
y este país podría casi ser un país.
Y ¿cómo me atrevo a hablar del amor?
¿Dónde están los vestidos ahora?
¿Quién les hace su dobladillo de encaje?
¿Qué manos remiendan el blanco?
¿Qué manos contarán los cuerpos?
¿Quién recordará lo que hicieron?
¿Quién vivirá toda esta vida?

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