-"No es posible crecer en la intolerancia. El educador coherentemente progresista sabe que estar demasiado seguro de sus certezas puede conducirlo a considerar que fuera de ellas no hay salvación. El intolerante es autoritario y mesiánico. Por eso mismo en nada ayuda al desarrollo de la democracia." (Paulo Freire). - "Las razones no se transmiten, se engendran, por cooperación, en el diálogo." (Antonio Machado). - “La ética no se dice, la ética se muestra”. (Wittgenstein)
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jueves, 16 de febrero de 2023
MARGUERITE DURAS, LEER Y ESCRIBIR. Una entrevista de Pierre Dumayet
martes, 14 de febrero de 2023
"EL AVIADOR INGLÉS". Un cuento de Marguerite Duras
El principio, el inicio de una historia.
Es la historia que voy a contar, por primera vez. La de este libro.
Creo que es una dirección del escrito. Eso es, el escrito dirigido, por ejemplo, a ti, del que aún no sé nada.
A ti, lector:
Transcurre en un pueblo muy cerca de Deauville, a algunos kilómetros del mar. El pueblo se llama Vauville. El departamento, Calvados.
Vauville.
Ahí está. La palabra en el rótulo.
Cuando fui allí por primera vez, lo hice siguiendo el consejo de amigas, comerciantes de Trouville. Me habían hablado de la encantadora capilla de Vauville. Así pues, aquel día, aquella primera vez, vi la iglesia, sin ver nada de lo que voy a contar.
En efecto, la iglesia es muy hermosa, incluso encantadora. A su derecha hay un pequeño cementerio del siglo xix, noble, lujoso, que recuerda al Pére-Lachaise, muy ornamentado, como una fiesta inmóvil, detenida, en el centro de los siglos.
Al otro lado de esa iglesia se encuentra el cuerpo del joven aviador inglés muerto el último día de la guerra.
Y en mitad del césped, hay una tumba. Una losa de granito gris claro, perfectamente pulida. No vi esa piedra enseguida. La vi cuando me enteré de la historia.
Era un niño inglés.
Tenía veinte años.
Su nombre está inscrito en la losa. CONTINUAR LEYENDO
Es la historia que voy a contar, por primera vez. La de este libro.
Creo que es una dirección del escrito. Eso es, el escrito dirigido, por ejemplo, a ti, del que aún no sé nada.
A ti, lector:
Transcurre en un pueblo muy cerca de Deauville, a algunos kilómetros del mar. El pueblo se llama Vauville. El departamento, Calvados.
Vauville.
Ahí está. La palabra en el rótulo.
Cuando fui allí por primera vez, lo hice siguiendo el consejo de amigas, comerciantes de Trouville. Me habían hablado de la encantadora capilla de Vauville. Así pues, aquel día, aquella primera vez, vi la iglesia, sin ver nada de lo que voy a contar.
En efecto, la iglesia es muy hermosa, incluso encantadora. A su derecha hay un pequeño cementerio del siglo xix, noble, lujoso, que recuerda al Pére-Lachaise, muy ornamentado, como una fiesta inmóvil, detenida, en el centro de los siglos.
Al otro lado de esa iglesia se encuentra el cuerpo del joven aviador inglés muerto el último día de la guerra.
Y en mitad del césped, hay una tumba. Una losa de granito gris claro, perfectamente pulida. No vi esa piedra enseguida. La vi cuando me enteré de la historia.
Era un niño inglés.
Tenía veinte años.
Su nombre está inscrito en la losa. CONTINUAR LEYENDO
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