domingo, 20 de octubre de 2019

Por un enfoque psicolingüístico del aprendizaje de la lectura y sus dificultades. Un artículo de Jesús Alegría (Universidad Libre de Bruselas) publicado en Infancia y Aprendizaje.


Leer, lo mismo que comprender un mensaje oral, es un acto que hace intervenir una serie de competencias de naturaleza lingüística. Al comenzar el aprendizaje de la lectura, alrededor de los seis años, el niño posee la competencia lingüística necesaria para producir frases perfectamente inteligibles y comprender las que llegan a sus oídos. Aprender a leer va a consistir para él en descubrir cómo utilizar parte de este dispositivo destinado inicialmente a ocuparse de la lengua oral a partir de informaciones visuales, es decir, del texto escrito. El resultado final del proceso de lectura, la comprensión del mensaje escrito, es idéntico: al obtenido cuando el mensaje llega por la vía oral. Las diferencias que: existen entre las dos formas de alcanzar el significado provienen de los aspectos específicos de cada una de ellas.

Una razón importante para interrogarse sobre la especificidad de la lectura respecto a la lengua oral es pedagógica. Aprender a hablar y comprender la palabra no plantea problemas salvo en algunos casos excepcionales de carácter patológico grave. Todos los niños, sea cual sea su lengua materna, medio socio-económico, nivel intelectual, etc., aprenden a hablar en la medida en que ciertas condiciones mínimas de exposición son respetadas. La adquisición del lenguaje se hace de manera similar en todos los casos y no necesita la intervención de instituciones socialmente organizadas. La adquisición de la lectura es diferente. En primer lugar no se produce espontáneamente. El hecho de estar rodeado de mensajes escritos no conduce al niño, ni tampoco al adulto, a aprender a leer. La consecuencia es que la sociedad ha institucionalizado el aprendizaje. En segundo lugar, los resultados no son siempre satisfactorios. Un número importante de niños no consigue aprender a leer de manera adecuada. Esta dificultad no puede ser en muchos casos atribuida a dificultades generales de aprendizaje. La noción de dislexia corresponde exactamente a esta realidad. Esto nos lleva naturalmente a preguntarnos: ¿qué tiene el mensaje escrito que lo ace tanto más dificil que el mensaje oral para un número importante de individuos? Si pudiéramos formular una respuesta clara a esta pregunta habríamos dado un paso adelante considerable en la comprensión de la naturaleza de las dificultades de muchos niños, y por consiguiente en la concepción de formas eficaces para corregirlas. En este artículo vamos a examinar dos maneras de considerar el problema de la especificidad de la lectura respecto a la lengua oral. Una de ellas es de orientación perceptiva y la otra lingüística. No tengo la pretensión de poder dar una respuesta clara y definitiva a la pregunta que acabo de formular, el problema es demasiado complejo. Me limitaré aquí a examinar algunos de los trabajos realizados en los últimos diez años por la psicología cognitiva y la psicolingüística que permiten responder de manera categórica a ciertos aspectos de nuestra pregunta.

ACCEDER AL ARTÍCULO

No hay comentarios:

Publicar un comentario