domingo, 13 de octubre de 2019

Las viejas en el cuento maravilloso. Silvia Méndez Anchía en Revista Babar (24/09/2018)

W. Heath Robinson: “Los cisnes salvajes”
La vejez se ha visto como un proceso de dependencia, deterioro, pérdida y enfermedad. Así las cosas, a las personas viejas se las discrimina por su edad y, en el caso particular de las mujeres, experimentan además una marcada invisibilidad social.

Al mismo tiempo, la vejez puede considerarse un proceso de empoderamiento. En esta etapa de la vida, se vuelven muy importantes habilidades asociadas con las mujeres en general, como la interconexión y el cuidado, mientras que los valores del trabajo y la vida pública entran en recesión. Las mujeres viejas dicen sentirse empoderadas, más conscientes de ellas mismas, satisfechas de lo que han logrado, más maduras y confiadas en sus propios recursos personales y con mayor claridad respecto de lo que quieren y lo que desean ser. A un aumento de la seguridad y el aplomo, se suma una mayor participación y poder en varios planos de la vida social. La denominada «hipótesis de la abuela», de Kristen Hawkes, les confiere un lugar de privilegio en la evolución de la especie al apuntar que «las mujeres menopáusicas tienen en todo el mundo el cometido, propio de las abuelas, de sustentar la vida»; la menopausia representa, así, una ventaja evolutiva, pues permite que las mujeres mayores inviertan, en los hijos que ya han procreado y en sus nietos, un saber acumulado que incluye «conocimientos sobre prácticas sanitarias, relaciones familiares y control del estrés […]. También suelen aumentar su control sobre los recursos y su capacidad de influir en los demás».

Acorde con estas dos caras del envejecimiento femenino, en los cuentos maravillosos a las ancianas generalmente se las presenta mediante características negativas, a la vez que aparecen como seres empoderados, con atributos que ponen al servicio de un proceso de aprendizaje que realiza el protagonista. Se trata de mujeres que enseñan a vivir. En ese sentido, la situación que debe enfrentar el protagonista puede leerse como una experiencia de formación en la que cumple un papel fundamental el personaje de la vieja.

Este ensayo toma como base relatos maravillosos de diversas tradiciones: de los hermanos Grimm, «Los tres pelos de oro del diablo», «El diablo y su abuela», «Los zapatos gastados de bailar», «La ondina del estanque», «La pastora de gansos en la fuente» y «Madre Nieve»; de la tradición rusa recopilada por Afanasiev, «El zar del mar y la princesa sabia», «La pluma del hermoso halcón» y «La princesa encantada»; el cuento rumano «La princesa que se casó con un cerdo», «La bella muchacha en lo alto del árbol» (de Marruecos) y «Maliane y la serpiente gigante (un cuento del pueblo basoto de Lesoto)», recopilados por Marita De Sterck; el cuento popular español «La gaita que hacía bailar a todos»; «El silbato encantado», de Alexandre Dumas, y «El yerno serpiente», de la literatura japonesa.


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