domingo, 26 de octubre de 2025

"BUENO, ¿DÓNDE DEJÉ EL TANQUE DE OXÍGENO?". Un cuento de Woody Allen

Que mi esposa fuera capaz de transmutar los ingredientes de una premiada receta de brownies de chocolate en doce cuadrados perfectos de granito es una hazaña que solo los alquimistas medievales podrían apreciar.

Cuando mordí uno de ellos, mi diente hizo el mismo sonido que el Krakatoa en el momento de su desaparición y acabé en la sala de espera de la consulta de mi dentista, donde tuve que tratar de distraerme de los agudos chillidos que lanzaba algún pobre yonqui de los caramelos cuando le excavaban la muela con el equipamiento más moderno de Black and Decker. Fue en ese momento cuando me llamó la atención un pequeño artículo en las páginas de USA Today. Según sus fuentes, hasta seis mil pacientes al año salen de los quirófanos estadounidenses con esponjas, fórceps y otras herramientas quirúrgicas olvidadas por error en su interior. Sufriendo como estaba de un bloqueo creativo desde que los críticos reseñaran mi última obra como si fuera un virus necrosante, me aferré a ese dato sensacionalista como un punto de partida viable para un posible pastiche de Broadway que tal vez podría hacerme recaudar los billetes necesarios para subsidiar la demencia que tenía planeada para mi jubilación. Se levanta el telón y vemos a nuestro protagonista, Miles Goatley, un exuberante joven de veintiséis años que lleva una precaria existencia vendiendo precarios. Qué son los precarios exactamente es algo que supongo que podré responder a medida que desarrolle los personajes y entre en materia.

Basta con decir que Goatley está enamorado de la suculenta Palestrina quien, con sus cabellos color cuervo y su belleza mediterránea, es capaz de llevar a los marineros a la perdición. Podría haber en el escenario un coro de marineros perdidos, como un coro griego, que ayuden a aclarar la trama. Tal vez podríamos tener un verdadero coro griego, también, e incluso un partido de softball entre los dos coros, si la historia se ralentiza, puesto que algo va a hacer falta. Aunque Palestrina ama a Goatley, su padre, un vendedor de alfombras armenio de la vieja guardia, el señor Zarrapastrosian, desea que su hija se case con un pretendiente de su misma clase, básicamente Larry Fallopian, el marchante más prestigioso de Nueva York. El personaje de Fallopian está basado en el Murray Vegetarian de la vida real, quien cimentó su reputación como dueño de una galería de arte cuando vendió por seis millones de dólares una sublime acuarela de Marie Laurencin sobre dos lesbianas kosherizando una gallina. Jurando que se convertiría en un hombre de éxito, Goatley forma un grupo de actuación que interpreta obras de vanguardia escritas en palíndromos, pero el grupo va reduciéndose poco a poco a medida que sus miembros empiezan a morir de hambre. El Acto Uno termina con el coro advirtiendo de que uno no puede esconderse de Dios, pero que a veces se le puede engañar con un bigote falso.

En el Acto Dos nos encontramos con Anders Wurm, el genial cirujano, y su esposa Vendetta, quien tiene un romance con Wasservogel, el guardabosque. Como los Wurm viven en un apartamento de Park Avenue, el doctor Wurm no entiende para qué precisan de un guardabosque. Wurm ha aprendido a convivir con los deslices de su esposa, pero solo porque no sabe qué son los deslices, ya que ella lo convenció de que es una comida mexicana. Él busca auxilio romántico con Ingrid Shtick Fleish, una baronesa que viene de una otrora gran familia de industriales alemanes que después de la guerra convirtieron sus fábricas de helicópteros y que ahora fabrican gorras de molinete. Ella y su hermano Rudolph heredarán una gran fortuna cuando muera su padre, pero él está en coma desde hace treinta y seis años. Han desconectado el enchufe en numerosas ocasiones, pero cada vez que se van, su padre vuelve a enchufarlo. A Wurm le encantaría huir con Ingrid, pero no se atreve a hacerlo, porque, si bien posee un patrimonio de innumerables millones, es todo dinero del Monopoly. Mientras tanto, Goatley pide la mano de Palestrina en matrimonio. Palestrina acepta, pero cuando Goatley descubre que lo único que ella le concede es la mano, mientras que el resto del cuerpo es para Larry Fallopian, se traga una cápsula de cianuro que hace dos años que lleva encima, ansioso por utilizarla antes de la fecha de caducidad. Se desploma aferrándose el abdomen y lo llevan deprisa al hospital, donde lo ingresan en el pabellón de Apatía Intensiva. Al borde de la muerte, pide poder echar una última mirada a Palestrina o, si ella no está disponible, a cualquier mujer que haya conseguido aparecer en la portada del número especial de trajes de baño de Sports Illustrated. Es necesaria una operación y el doctor Wurm recibe una llamada de emergencia pidiéndole que se presente en el hospital en el mismo instante en que descubre a Wasservogel y su esposa haciendo el amor. Reta a duelo a Wasservogel. Se plantean floretes o pistolas y Wurm escoge un florete, mientras que Wasservogel decide utilizar una pistola. CONTINUAR LEYENDO

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