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lunes, 20 de noviembre de 2023

"SOBRE LA GUARDA DEL SECRETO". Un poema de Ibn Hazm, poeta de Al-Andalus (994-1064)

Los que no saben qué es amor me censuran porque te amo,
pero, a mi juicio, tanto me da el que te injuria como el que se calla.
Me dicen: —Has dejado a un lado todo disimulo,
aunque te mostrabas a las gentes celoso observante de la ley religiosa —.

Yo les digo: —Ocultar mi amor sería hipocresía pura,
y uno como yo detesta los hipócritas —.
¿Cuándo vedó Mahoma el amor?
¿Consta acaso su ilicitud en el claro texto revelado?
Mientras no cometa cosas prohibidas, por las cuales tema
llegar el día de la resurrección con la cara perpleja,
no hago caso, en materia de amor, de lo que digan los censores,
y, por vida mía, me es igual que hablen a gritos o en voz baja.
¿Es acaso responsable el hombre de algo que no haya elegido libremente?
¿Por ventura el que se calla será reprendido por las palabras que no profirió?

· · · · · · · · · ·

A juzgar por los tormentos de enfermedad que en él se ven,
si vive es porque la muerte le tiene compasión.

· · · · · · · · · ·

Las lágrimas del enamorado se derraman;
la reputación del enamorado se lastima.
Cuando el amado aparece, palpita su corazón
como una qata cogida en la red.
—Decid, amigos míos,
pues vuestra opinión es de seguro común:
¿Hasta cuándo ocultaré esto
de que no puedo desprenderme? —

· · · · · · · · · ·

Las gentes saben que soy un mancebo enamorado;
que estoy triste y afligido; pero ¿por quién?
Cuando ven cómo me hallo, se cercioran;
pero si indagan se pierden en conjeturas.
Mi amor es como un escrito cuyo trazo es firme,
pero que se resiste a la interpretación;
o como la voz de la paloma en el boscaje,
que repite su canción de rama en rama
y cuyo murmullo deleita nuestros oídos,
pero cuyo sentido es enigmático y oscuro.
Me dicen: —¡Por Dios! Dinos el nombre de aquel
cuyo amor alejó de ti el sueño tranquilo. —
Pero nunca. Antes de que logren lo que desean
habría de perder la razón y afrontaría cualquier desventura.
Siempre estarán en la desazón de la duda,
tomando la sospecha como certidumbre y la certidumbre como sospecha.

· · · · · · · · · ·

Tengo para el secreto un lugar tan recóndito, que, si entra en él vivo,
no puede caberle ninguna duda sobre su muerte.
Lo mato allí; pero esa muerte es la vida del secreto,
lo mismo que la tristeza es la alegría del enamorado.

También de Ibn Hazm en este blog:

viernes, 28 de abril de 2023

"WALLADA: LA POETISA ANDALUSÍ QUE ESCANDALIZÓ A LA SOCIEDAD MUSULMANA DE SU ÉPOCA"

Wallada bint al-Mustakfi, conocida simplemente con el nombre de Wallada, fue una famosa poetisa andalusí, mujer segura y decidida, recordada por su un papel activo en la sociedad a pesar de los limitantes de su posición, el ser una mujer en un contexto árabe medieval. Por su gran talento poético fue la más célebre de las escritoras andalusíes, pero de igual modo mujer de una belleza apabullante: hermosa figura, tez blanca, ojos azules, pelirroja... el ideal de la época. Nacida en Córdoba, hija de Muhammad al-Mustakfi, uno de los efímeros califas de Córdoba y de la esclava cristiana Amin´am.

Su infancia y adolescencia coinciden con la decadencia del califato: la ascensión al poder de Almanzor y las guerras por el poder acaecidas tras la muerte de su sucesor, dentro de las cuales su padre obtuvo el poder.

Su posición social le trajo notables beneficios: la costumbre de la época dictaba que las hijas de familias noble recibieran educación de sus padres o tutores, y se apreciaba su dedicación a la caligrafía y la poesía. Así, la princesa recibió por tanto una notable formación. Por el contrario, su condición de princesa Omeya en un momento de luchas entre su dinastía y los Banu Yahwar, no debió ser fácil.

Wallada tuvo la suerte de que su padre no tuviera descendencia masculina, lo que le dio la oportunidad, en el momento de morir el califa en 1025, de cobrar la herencia y alejarse definitivamente de la realeza. Ella continuaba soltera y se independizó de toda tutela masculina gracias a la herencia de su padre. Al carecer de hermanos varones, heredó los derechos reales de su padre, lo cuales vendió. Adquirió así respaldo para el modo de vida que había elegido: la independencia completa, prescindiendo de tutela masculina. No se casó ni negoció matrimonio alguno.

Wallada fue considerada una mujer altiva: cuentan las crónicas que paseaba por la calle sin ocultar su rostro con el velo, llevando bordados en su vestido (o tatuado, según otras versiones) versos que proclamaban su rebeldía:

“Por Alá, que merezco cualquier grandeza
y sigo con orgullo mi camino”

“Doy gustosa a mi amante mi mejilla
y doy mis besos para quien los quiera”

Abrió un palacio y salón literario en donde se dedicó a enseñar poesía y canto a chicas de buena familia e incluso a esclavas. Entre sus alumnas destacó Muhya bint al-Tayyani, una joven de condición muy humilde (hija de un vendedor de higos) a la que acogió en su casa. Su salón literario y escuela para jóvenes damas le atrajo numerosas críticas. Intervenía libremente en las tertulias que allí celebraba, discutiendo con hombres y mujeres por igual.

En una sociedad que sólo permitía a las mujeres la relación con parientes y obligaba a recibir o impartir formación oculta tras una cortina, la actitud de Wallada fue un escándalo. Sin embargo, encontró firmes defensores en ibn Hazm y el visir ibn Adbus, que estuvo a su lado hasta el final ofreciéndole siempre su protección.

Junto a su falta de respeto por las convenciones sociales, Wallada entró en la historia por su relación con el también poeta ibn Zaydun. Se conocieron en una fiesta de versos en donde toda la noche estuvieron contestándose versos, lo que llevó a que la rivalidad inicial se transformara en afecto y luego en amor. Su relación está ampliamente documentada en los poemas que se dirigieron mutuamente. Reflejan estos una intensa pasión, marcada por los celos, que se vio interrumpida por la infidelidad de ibn Zaydun. A partir de este momento, se suceden los versos de dolor primero y sátira después, escritos por ella, y los de arrepentimiento de él.

Respecto a la identidad de la amante de ibn Zaydun, hay varias interpretaciones, rastreando los versos de Wallada. Los versos "Sabes que soy la luna de los cielos/ mas, para mi desgracia, has preferido a un oscuro planeta" sugieren que quizá fuera una esclava negra. Sin embargo la figura de la traición con un esclavo negro era muy popular en la literatura andalusí.

Cuando rompió su relación con Ibn Zaydum, se hizo amante del hombre fuerte de Córdoba, el visir Ibn Abdus, rival político y enemigo personal de Ibn Zaydun, al que privó de sus bienes y acabó metiendo en la cárcel. En esa época de cautiverio físico y amoroso escribió Ibn Zaydun sus poemas más famosos. Pero Wallada no quiso volver a verlo, ni quiso perdonarlo. Eso es lo que creó realmente la leyenda. Ibn Zaydun, tras recobrar la libertad, recorría de noche los palacios arruinados de Medina Al Zahara, símbolos de una pasión destruida. Cuenta la leyenda que toda Córdoba lo vio errante y ojeroso, enfermo de amor, y supo de sus poemas sumisos, implorando el perdón que nunca le fue concedido.

Wallada murió siendo una octogenaria, el 26 de marzo de 1091, el mismo día que los almorávides entraron en Córdoba.