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martes, 29 de abril de 2025

"LAS GRANDES AUTORAS LATINOAMERICANAS RESUCITAN". Andrea Aguilar, El País (Babelia) 26 ABR 2025

Ilustración de Fernando Vicente en la que aparecen retratadas
las escritoras Elena Garro, de pie, y sentadas, de izquierda
a derecha, Marta Lunch, Marvel Moreno y Maria Luisa Bombal.

Sellos grandes y pequeños recuperan las obras de Elena Garro, Marvel Moreno, María Luisa Bombal, Sara Gallardo, Armonía Somers, Marta Lynch, Rosario Castellanos, Alejandra Pizarnik o Albalucía Ángel, y reivindican el papel de las mujeres en el mapa literario en español del siglo XX

Algunas fueron contemporáneas y se conocieron, otras no, tampoco compartían nacionalidad, pero todas ellas tuvieron vocación y empeño literario en un tiempo en el que las mujeres con ambiciones artísticas se salían de la norma y estaban abocadas a ser la excepción. Sus biografías tienen un tinte de rebeldía que en muchos casos marcó trágicamente sus vidas. Pese a todo lograron publicar sus libros, recibieron algunos premios, fueron saludadas por sus contemporáneos y formaron parte de distintos círculos literarios a lo largo del siglo XX.

En algunos casos tuvieron notables éxitos de ventas, o con el correr de los años se convirtieron en autoras de culto para entendidos, pero sus obras, que casi siempre ocuparon los márgenes, quedaron irremisiblemente olvidadas. Quizá por eso su resurrección hoy resulta tan atronadora. En los últimos cinco años las mesas de novedades se han ido llenando con títulos de Elena Garro, Marvel Moreno, Sara Gallardo, Armonía Somers, María Luisa Bombal, Albalucía Ángel o Ámparo Dávila (un caso aparte es el de Alejandra Pizarnik, convertida en icono de masas). En este 2025 llegan la novela que transformó a Marta Lynch en un fenómeno en la Argentina de los años sesenta, La alfombra roja (Paripé Books); la antología poética de Rosario Castellanos, Mujer de buenas intenciones (Random); y dos libros de Elena Garro: Inés (Espinas), y Memorias de España 1937 (Bamba). CONTINUAR LEYENDO

jueves, 19 de diciembre de 2024

"BRUJAS LITERARIAS: 30 ESCRITORAS QUE CONJURARON LA MAGIA DE LA LITERATURA". Textos de Taisia Kitaiskaia. Ilustrado por Katy Horan

Brujas literarias es una reivindicación y celebración de las mujeres escritoras que a lo largo de la historia han sido ignoradas y  rechazadas, tal y como se hizo con las brujas. Así, las autoras han querido dignificar el término bruja usándolo para describir el talento de escritoras excepcionales que han sido además símbolo de fuerza, sabiduría y poder.

A través de sus hipnóticos textos y maravillosas ilustraciones, nos presentan a treinta autoras que han dejado escritas grandes páginas de narrativa y poesía.

Autoras de cualquier época, etnia, clase, sensibilidad o religión, desde figuras reconocidas como Toni Morrison, Emily Dickinson o Agatha Christie, hasta otras más desconocidas como Janet Frame o Yumiko Kurahashi.

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viernes, 9 de agosto de 2024

"MEDITACIÓN EN EL UMBRAL". Un poema de Rosario Castellanos

No, no es la solución
tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoi
ni apurar el arsénico de Madame Bovary
ni aguardar en los páramos de Ávila la visita
del ángel con venablo
antes de liarse el manto a la cabeza
y comenzar a actuar.

Ni concluir las leyes geométricas, contando
las vigas de la celda de castigo
como lo hizo sor Juana. No es la solución
escribir, mientras llegan las visitas,
en la sala de estar de la familia Austen
ni encerrarse en el ático
de alguna residencia de Nueva Inglaterra
y soñar, con la Biblia de los Dickinson,
debajo de una almohada de soltera.

Debe haber otro modo que no se llame Safo
ni Messalina ni María Egipciaca
ni Magdalena ni Clemencia Isaura.
Otro modo de ser humano y libre.

Otro modo de ser.

martes, 7 de febrero de 2023

"VIDA DE UNA ESCRITORA". Un artículo de Carmen G. de la Cueva sobre Annie Ernaux, Premio Nóbel de Literatura 2022, publicado en elDiario.es el 3 de febrero de 2023

Cuando Annie Ernaux tenía apenas 32 años, antes de publicar su primer libro, ya era escritora, pero nadie lo sabía. Tenía una familia: un marido, dos hijos pequeños, una madre que vivía con ellos. Era entonces una profesora de instituto que quería ser escritora, pero que vivía encerrada en otra vida

El otro día me desvelé bien temprano, apenas eran las seis de la mañana de un domingo de enero. A veces, sucede que, despertarse así, más que un fastidio, es una oportunidad para arrancar alguna hora a la vida, al tiempo. Antes de que todos se despierten y se haga de día y los ruidos cotidianos y el runrún al otro lado de las finas paredes de mi casa y la vocecilla de mi hijo lo inunden todo —el espacio y a mí misma—, me abrigué como pude y me asomé a una ventana. Afuera todavía era de noche, las bombillas de las farolas alumbraban la calle desierta, solo se escuchaba el lejano maullar de un gato y el correr del viento. En cualquier momento, mi hijo podría despertarse y ese relámpago de misticismo llegaría a su fin conmigo deambulando por la casa de heladas baldosas. Tenía mucho trabajo pendiente. Y siempre que me despierto a esa hora pienso en Sylvia Plath, que se sentaba al alba en su cocina para escribir antes de que el llanto de sus hijos rompiera el silencio. Me acordé de ella y de muchas otras escritoras que madrugaban o trasnochaban o armaban sus libros en las siestas de sus hijos. Y pensé también en Annie Ernaux y en su mujer helada: «Cuidaré, pasearé al crío. Oh qué bonitos los domingos…».

De alguna manera, necesitaba sentirme reconfortada. El frío se colaba por las ventanas, comenzaba a tambalearme pensando en todo lo que podría hacer, en todo lo que debía hacer para apurar el tiempo y, en lugar de ser eso que llaman “productiva”, renuncié a mi propia autoexigencia y me senté a ver el documental “Los años de súper 8” de Annie Ernaux y su hijo David Ernaux-Briot. El impacto de esta breve película casera fue tan fuerte que, cuando mi hijo se despertó poco después de que acabara, yo seguía secándome las lágrimas y tomando notas apresuradas en mi cuaderno.

[...] Annie Ernaux escribía en secreto. Nadie lo sabía. Ni su marido ni su madre ni sus hijos. Era una escritora pequeña, una escritora secreta, una impostora. En la pantalla, se ve a una Ernaux que pasea por el campo, que se asoma a una piscina, una mujer aparentemente, ¿feliz? Pero su voz le quita la máscara: «En la piscina pensaba en el manuscrito terminado que esperaba en el cajón del escritorio, esperaba que me salvase pero no sabía de qué». En ese momento, a sus 32 años, tenía guardado en un cajón el manuscrito de su primer libro Los armarios vacíos. Un día, decidió enviar el texto a Gallimard y la editorial lo publicó en la primavera de 1974. Poco después, escribió La mujer helada como una visionaria: la rabia de una mujer empujada al fondo de un matrimonio justo en el momento en que su matrimonio comenzaba a desintegrarse. «¿Pero qué historia se contó en este desfile de imágenes sin más sonido que el crepitar del proyector?», se pregunta Ernaux. «Se necesitaban palabras para dar sentido a este tiempo de silencio». Las palabras de una escritora que nunca más volvió a ser una mujer en silencio.