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domingo, 3 de mayo de 2020

PEQUEÑA SONATA BRUTAL PARA ESTRELLA Y TROMPAS DE FALOPIO, un poema de Olga Novo

Si una diminuta estrella cardíaca gritase dentro de mí
¿alguien podría oírla?

¿A qué frecuencia se produce la concepción?

Un botón de sangre
propulsado a lo más profundo de mi estratosfera.

Donde todas las esperanzas concentran sus sustancias
para irme dilatando hasta el estadio último de la intuición.

Para hacer esto que hago me convierto en un ser feroz
voy a la percusión como quien va al río
amada por un pez rojo que me entra por la boca
y me sale por la cobra de los intestinos.

Me siento como aquella que aún no eres
y se queda asombrada ante la planta salvaje del estrógeno.

Estás prendida fuego
a ti no vino a anunciarte ningún ángel de pan de oro
no
hace días que no duermo de la mente hacia arriba
soy
la puta que te ha de parir
un observatorio mundial
estás balanceándote entre hilos de flujo
y dinamita.

Estás tal vez entrando en el bosque de la percusión
para poder latir un día
guía
tu respiración el viento del norte
antes
de que se te formen los pulmones
con hojas de lata y bronce.
Sentada encima de mi páncreas observas las estrellas
te preguntas sobre el sentido de la existencia
piensas en abandonar mi vientre
y me produces contracciones
como si jugases a fabricar un relámpago.

Ah para hacer esto que hago
todas las terminaciones nerviosas se aprietan hasta hacer
[un ramo
florezco en medio del invierno como un árbol ácrata
crezco hacia arriba hasta llegar a la raíz de algo desconocido
y ahí ya solo puedo entenderme con un pájaro o con una piedra
te estoy mirando por dentro
como se miran las borrascas y los augurios
para hacer esto que hago
ardo en la tierra
escribo o tengo espasmos
mis glándulas explotan
como astros que murieron hace mil años.

Nadie te puede tocar
pero tú revientas fácilmente una rima con un fórcex
cantas el silencio como un tenor hambriento
tienes el poder de la palabra que nunca fue pronunciada
tocas con el espacio donde tendrás los dedos la verdad sutil
[del aire
arrancas mi energía como la losa de una cantera
y me entregas al sueño como si fuese un don de todo lo que
[no se ve.
No veo pasar las horas y tú te haces crecer como el fermento
[de la luz
ahora sé que lo mínimo es el exceso
que me dominan furias que desconozco
que el equinoccio de mi cerebro está
en equilibrio con el eje imaginario de la tierra
nadie te puede tocar
giras entre la belleza del metano
y la conmoción de entrever por vez primera
una cereza.

Agárrate
agárrate a mis entrañas
con tus uñas inexistentes
voy y vengo
del silencio a la droga dura
agárrate a mi montaña sin miedo
baja a la noche de la mujer madura.

Concíbete
succióname la energía
pon a funcionar tu trocito de corazón
anda ven
veme tragando barro entre una estrella
y un dios que sopla en las trompas de falopio.

Ando comunicada conmigo misma
a través de claves de alta tensión
que cruzan mi vientre entre ciervos celestes
y tengo la llave que abre toda noche cerrada.

Aún no eres un embrión
eres solo un poema que me hace vomitar
sobre la hierba una piedra preciosa.

Todavía no eres ni siquiera la palabra que puede nombrarte.
nadie puede tocarte
nadie sabe que flotas en el sueño de Gaston Bachelard
que tu mínimo poder puede tumbar un ejército
y de hecho lo hace
lo hace
sin dudar.

Me das hambre
me irritas las espinas florecen los hongos
las caries excavan minas en mis encías y tú
entre cuarenta alcoholes bailas tu danza inocente
vienes de donde ni sabes
no sabes ni de donde vienes.

Explotan tres mil luces en mi pensamiento que solo es carne
que solo es carne que sola y carne.

Hablo con el reverso del paladar la esencia del lenguaje
no necesito más
para arderte dentro
anda el rocío regándote como la extrema flor epidural.

Tengo los tímpanos agujereados para escucharte
sabemos calcular la velocidad de la luz
pero ¿cuál es la velocidad de la sombra
a la que vienes
sin hacer un ruido siquiera
a este entramado de tendones y cuerdas de guitarra?

Te espero en la escalera infinita del caracol del oído
en el castro de la alucinación
al final de mi feliz edad
en la lluvia que cae sobre cada mente en paz
voy amanecer al campo contigo dentro
entenderme con cada bestia con solo un movimiento
[del raciocinio
esa rueda astral que arrastra carromatos a mi destino.

Te espero sentada sobre la piedra que no funda ningún estado
bajo la que el grillo se protege de la lluvia y el escarabajo del sol
agárrate a mis entrañas
con tus uñas inexistentes
yo voy y vengo
del silencio a la droga dura
agárrate a mi montaña
y baja sin miedo baja

a la noche de la mujer madura.

Simca 1200 azul celeste, un poema de Olga Novo dedicado a su madre

Para Olga, madre.

A los vecinos de la Casa de Maripepa.
que conservan el coche en el que nací.

Mi genoma es una red de carreteras secundarias
que incomunican la montaña al valle.
El día que yo nací no había grandes señales
helaba
y la hierba se dejaba rumiar en el estómago del frío.
Todo dormía su ser tranquilo.
Algún astro moría tres mil años antes
pero a ti ni siquiera te dolió el vientre
para dar una luz en movimiento
en aquel auto humilde del vecino
fugaz como una estrella a treinta kilómetros por hora
más hermoso
que la Victoria de Samotracia.
No te dolió nada
por la mañana
mientras tu mente hervía entre las habichuelas del caldo.
No te dolió nada
por la tarde
mientras pisabas rastrojos encima de un carro.
Ni al anochecer
no te dolió nada
tan solo sentiste que te apretaba el vientre una premonición
era un día como otro
era un día como otro.
Pariste con la humildad de un acto de vanguardia
con todo el amor contenido en la revolución
del motor
y las ruedas del destino.
El oxígeno que me faltó al nacer
brilla entre las flores de patata
tan delicado como mi sangre nueva
y el tendido eléctrico de tus ojos

madre
a mí me habían contado
que nací al lado del molino de Ríos
en la curva del camino
bajo el puente del tren
al final del tiempo
pero no era cierto
a mí me habían dicho
que me ataron el cordón umbilical
con el cordón de un zapato enterrado en el barro
y que un alma coja me cogió en los brazos
mientras el volante giraba hacia el principio del amor.
Pero nada de eso fue cierto.
Yo nací de ti
en un SIMCA 1200
de color azul celeste
en una noche de invierno
de la forma más sencilla
encima de una toalla pobre
casi sin hacerte daño
pequeña y silenciosa
como el brote de un peral
apenas sin ser notada.
Mi mente vuelve a veces
a la contracción pura de aquel momento
me encojo en la memoria
y siento la rosa de la adrenalina
abrirse
acelerar el espasmo
prepararme el tímpano
bombearme sangre
salir como un sol de su placenta
y estar aquí
aquí contigo
lista
para vivir a imagen y semejanza
de mí misma.
Olga Novo