domingo, 9 de mayo de 2021

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
-la tarde cayendo está-.
"En el corazón tenía
"la espina de una pasión;
"logré arrancármela un día:
"ya no siento el corazón".

Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.

La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.

Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada,
"quién te pudiera sentir
"en el corazón clavada".


sábado, 8 de mayo de 2021

EL GRAN INQUISIDOR, un relato de Fiódor Dostoyevski

Este es un texto que forma parte de forma parte de "Los hermanos Karamazov", novela de Fiódor Dostoyevski. Lo que ha ocurrido es que, con el tiempo, ha tomado relevancia por sí mismo y, hoy en día, se presenta como un texto independiente.

La relevancia le viene de la forma en que el autor, utilizando un diálogo, o más bien un monólogo del inquisidor, entre Jesús de Nazaret, prisionero de la Inquisición, y el Gran Inquisidor, profundiza sobre la libertad. Yo diría que, entre otras cosas, la reflexión que hace Dostoyevski se centra en el miedo a la libertad y en el binomio libertad-seguridad. Es un gran texto en el que se profundiza con extraordinaria lucidez sobre esas cuestiones, y que, como es de esperar, y al ser temas de candente actualidad, ayuda a compartir y contrastar diversas miradas sobre el tema en cuestión.

Este texto lo he compartido en secundaria, bachillerato, con personas adultas, en la tertulia de la prisión y en sesiones de formación del profesorado. Y ahora, al escribir esto, recuerdo cómo me sorprendió que en una de esas sesiones, el profesorado que participaba en ella no había sabido captar el profundo dilema que planteaba, cuando en las otras tertulias lo vieron sin ningún problema. Curioso, ¿verdad?

En resumen, un texto muy recomendable para leer y compartir.


EL GRAN INQUISIDOR

Han pasado ya quince siglos desde que Cristo dijo: "No tardaré en volver. El día y la hora, nadie, ni el propio Hijo, las sabe". Tales fueron sus palabras al desparecer, y la Humanidad le espera siempre con la misma fe, o acaso con fe más ardiente aún que hace quince siglos. Pero el Diablo no duerme; la duda comienza a corromper a la Humanidad, a deslizarse en la tradición de los milagros. En el Norte de Germania ha nacido una herejía terrible, que, precisamente, niega los milagros. Los fieles, sin embargo, creen con más fe en ellos. Se espera a Cristo, se quiere sufrir y morir como Él... Y he aquí que la Humanidad ha rogado tanto por espacio de tantos siglos, ha gritado tanto "¡Señor, dignaos, apareceros!", que Él ha querido, en su misericordia inagotable, bajar a la tierra.

Y he aquí que ha querido mostrarse, al menos un instante, a la multitud desgraciada, al pueblo sumido en el pecado, pero que le ama con amor de niño. El lugar de la acción es Sevilla; la época, la de la Inquisición, la de los cotidianos soberbios autos de fe, de terribles heresiarcas, ad majorem Dei gloriam.

No se trata de la venida prometida para la consumación de los siglos, de la aparición súbita de Cristo en todo el brillo de su gloria y su divinidad, "como un relámpago que brilla del Ocaso al Oriente". No, hoy sólo ha querido hacerles a sus hijos una visita, y ha escogido el lugar y la hora en que llamean las hogueras. Ha vuelto a tomar la forma humana que revistió, hace quince siglos, por espacio de treinta años.

Aparece entre las cenizas de las hogueras, donde la víspera, el cardenal gran inquisidor, en presencia del rey, los magnates, los caballeros, los altos dignatarios de la Iglesia, las más encantadoras damas de la corte, el pueblo en masa, quemó a cien herejes. Cristo avanza hacia la multitud, callado, modesto, sin tratar de llamar la atención, pero todos le reconocen.

El pueblo, impelido por un irresistible impulso, se agolpa a su paso y le sigue. Él, lento, una sonrisa de piedad en los labios, continúa avanzando. El amor abrasa su alma; de sus ojos fluyen la Luz, la Ciencia, la Fuerza, en rayos ardientes, que inflaman de amor a los hombres. Él les tiende los brazos, les bendice. De Él, de sus ropas, emana una virtud curativa. Un viejo, ciego de nacimiento, sale a su encuentro y grita: "¡Señor, cúrame para que pueda verte!" Una escama se desprende de sus ojos, y ve. El pueblo derrama lágrimas de alegría y besa la tierra que Él pisa. Los niños tiran flores a sus pies y cantan Hosanna, y el pueblo exclama: "¡Es Él! ¡Tiene que ser Él! ¡No puede ser otro que Él!"

Cristo se detiene en el atrio de la catedral. Se oyen lamentos; unos jóvenes llevan en hombros a un pequeño ataúd blanco, abierto, en el que reposa, sobre flores, el cuerpo de una niña de diecisiete años, hija de un personaje de la ciudad.

–¡Él resucitará a tu hija! –le grita el pueblo a la desconsolada madre.

El sacerdote que ha salido a recibir el ataúd mira, con asombro, al desconocido y frunce el ceño. CONTINUAR LEYENDO



jueves, 6 de mayo de 2021

LA MURALLA, un poema del poeta cubano Nicolás Guillén

Para hacer esta muralla,
tráiganme todas las manos:
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.

Ay,
una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte.

—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—Una rosa y un clavel…
—¡Abre la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El sable del coronel…
—¡Cierra la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—La paloma y el laurel…
—¡Abre la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El alacrán y el ciempiés…
—¡Cierra la muralla!

Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la hierbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor,
abre la muralla…

Alcemos una muralla
juntando todas las manos:
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte…

HE AQUÍ EL POEMA MUSICADO POR QUILAPAYÚN




martes, 4 de mayo de 2021

El Príncipe Feliz, un cuento de Oscar Wilde

Oscar Wilde es otro de mis autores favoritos de cuentos. Con este, el de "El príncipe feliz" he realizado muchas tertulias con personas de todas las edades, tanto en el aula como en cursos de formación y en distintas entidades. Y en ese compartir han salido pensamientos preciosos acerca de las injusticias de este mundo y de la solidaridad y la justicia como remedios infalibles para hacerles frente.

La historia se centra en dos personajes, el Príncipe y la golondrina. Un príncipe que desde su estatua engalanada con oro y piedras preciosas, ve la triste realidad de su reino. Y así le habla a la golondrina pidiéndole ayuda para remediar esa situación:

"Cuando estaba yo vivo y tenía un corazón de hombre -repitió la estatua-, no sabía lo que eran las lágrimas porque vivía en el Palacio de la Despreocupación, en el que no se permite la entrada al dolor. Durante el día jugaba con mis compañeros en el jardín y por la noche bailaba en el gran salón. Alrededor del jardín se alzaba una muralla altísima, pero nunca me preocupó lo que había detrás de ella, pues todo cuanto me rodeaba era hermosísimo. Mis cortesanos me llamaban el Príncipe Feliz y, realmente, era yo feliz, si es que el placer es la felicidad. Así viví y así morí y ahora que estoy muerto me han elevado tanto, que puedo ver todas las fealdades y todas las miserias de mi ciudad, y aunque mi corazón sea de plomo, no me queda más recurso que llorar."

 La golondrina accede a ayudarle y de ahí nace una amistad, un amor que llevará al ave a dar la vida por el Príncipe.


EL PRÍNCIPE FELIZ

En la parte más alta de la ciudad, sobre una gran columna, se alzaba la estatua del Príncipe Feliz.

Estaba toda revestida de madreselva de oro fino. Tenía, a guisa de ojos, dos centelleantes zafiros y un gran rubí rojo ardía en el puño de su espada.

Por todo lo cual era muy admirada.

-Es tan hermoso como una veleta -observó uno de los miembros del Concejo que deseaba granjearse una reputación de conocedor en el arte- . Ahora, que no es tan útil -añadió, temiendo que le tomaran por un hombre poco práctico, cosa que, en realidad, no era.

-¿Por qué no eres como el Príncipe Feliz? -preguntaba una madre cariñosa a su hijito, que pedía la luna-. El Príncipe Feliz no hubiera pensado nunca en pedir nada a voz en grito.

-Me hace dichoso ver que hay en el mundo alguien que es completamente feliz -murmuraba un hombre fracasado, contemplando la estatua maravillosa.

-Verdaderamente parece un ángel -decían los niños hospicianos al salir de la catedral, vestidos con sus soberbias capas escarlatas y sus bonitas chaquetas blancas.

-¿En qué lo conocéis -replicaba el profesor de matemáticas- si no habéis visto uno nunca?

-¡Oh! Los hemos visto en sueños -respondieron los niños.

Y el profesor de matemáticas fruncía las cejas, adoptando un severo aspecto, porque no podía aprobar que unos niños se permitiesen soñar.

Una noche voló una golondrinita sin descanso hacia la ciudad. Seis semanas antes habían partido sus amigas para Egipto; pero ella se quedó atrás.

Estaba enamorada del más hermoso de los juncos. Lo encontró al comienzo de la primavera, cuando volaba sobre el río persiguiendo a una gran mariposa amarilla, y su talle esbelto la atrajo de tal modo, que se detuvo para hablarle.

-¿Quieres que te ame? -dijo la Golondrina, que no se andaba nunca con rodeos.

Y el Junco le hizo un profundo saludo.

Entonces la Golondrina revoloteó a su alrededor rozando el agua con sus alas y trazando estelas de plata.

Era su manera de hacer la corte. Y así transcurrió todo el verano.

-Es un enamoramiento ridículo -gorjeaban las otras golondrinas-. Ese Junco es un pobretón y tiene realmente demasiada familia.

Y en efecto, el río estaba todo cubierto de juncos.

Cuando llegó el otoño, todas las golondrinas emprendieron el vuelo. Una vez que se fueron sus amigas, sintióse muy sola y empezó a cansarse de su amante. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 2 de mayo de 2021

Tres gatos tres, un poema de María Cristina Ramos

El gato pomposo
y el gato tigrés
y el grisgrís que tiene
bigotes café.

Ya tomaron leche
y lluvia, tal vez,
y la luna nueva
que cayó al llover.

Si se duermen pronto,
yo me dormiré,
pero por ahora
trepan la pared,
se suben al árbol,
se dejan caer.
Los asusta un trébol,
los asusta un pez,
y cierran los ojos
una y otra vez.

Para que se duerman
yo me dormiré.
Y que en un ovillo
se duerman los tres:
el gato pomposo
y el gato tigrés
y el grisgrís que tiene
bigotes café.


sábado, 1 de mayo de 2021

LANZAMIENTO VOCES & TINTAS - REVISTA DE LA ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL PARA EL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL DE LATINOAMÉRICA Y EL CARIBE. Revista IBBY

Esta iniciativa busca reunir las voces de Latinoamérica y el Caribe entorno a la lectura, los libros y la cultura escrita para niños, niñas y adolescentes.

SUSCRIPCIÓN Revista Voces & Tintas/ SUBSCRPTION to Voces & Tintas [Voices & Inks] Magazine

La revista VOCES & TINTAS es una iniciativa de los dieciséis países que conforman IBBY (International Board on Books for Young People) en Latinoamérica y el Caribe. Nuestra revista busca ser un canal de difusión desde y para la región, basado en nuestra misión de promover el entendimiento internacional de la literatura infantil y juvenil.

Esta suscripción le permitirá acceder de forma exclusiva a los números de la revista.

Publicaremos dos números anuales con diferentes temas de interés para mediadores, autores, investigadores y todas las personas interesadas en la reflexión entorno a las expresiones orales, artísticas, gráficas, audiovisuales, académicas y literarias.

Gracias a su versión bilingüe y a la articulación de todas estas expresiones esperan llegar a diferentes países, instancias y modos de entender nuestro ecosistema cultural.

¡Bienvenidos/as!