El canto XXIV de la Ilíada es uno de los más bellos y emotivos del poema escrito por Homero. Aquiles ya ha matado a Héctor, lo ha atado al carro y ha dado tres vueltas a las murallas de Ilión arrastrando su cuerpo por la tierra. Luego, tras celebrar los funerales de Patroclo, el guerrero permanece en su tienda, con el cuerpo de Héctor tirado fuera, dispuesto para ser devorado por los perros. Dominado por la ira, Aquiles recrea una y otra vez su victoria sobre Héctor, expresando simplemente su enorme poder, un poder sin sentido, pues nada que haga podrá devolver la vida a su querido Patroclo. Por su parte Príamo, el anciano rey de Troya, decide abandonar la ciudad y acudir al campamento de los aqueos. Está dispuesto, frente a su más encarnizado enemigo, a rogarle para que le devuelva el cuerpo de su hijo. Sólo quiere enterrarlo con los honores y la dignidad que merece. Continuar leyendo.
Fuente: Anatomía de la Historia.
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