- Los niños leen libros y no críticas de libros. Los críticos les importan un pepino.
- Los niños no leen para encontrar su identidad.
- No leen para liberarse de un complejo de culpa, para satisfacer su ansia de rebelión ni para deshacerse del sentimiento de alienación.
- Los niños no hacen uso de la psicología.
- Aborrecen la sociología.
- No intentan siquiera comprender a Kafka.
- Siguen creyendo en el Bien, en la familia, en los ángeles, en los demonios, en brujas, en los diablos burlones, en la lógica, en la claridad, en los signos de puntuación y en muchas otras cosas comprensibles.
- Les gusta leer relatos interesantes y no comentarios, ni guías o notas que acompañan a textos.
- Cuando un libro es aburrido, bostezan abiertamente sin sentimiento de culpa o temor a la autoridad.
- No esperan de su escritor preferido que salve la humanidad. Por más jóvenes que sean, ya han comprendido que él no está en condiciones de hacerlo. Solamente los adultos tienen ilusiones tan infantiles.
Fuente: Fundación Cuatrogatos
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