Había una pareja de abuelos, muy pobres. Un día en que no tenían ni pan para comer, el abuelo dijo:
–Querida abuelita, ¿podrías prepararnos un bollo?
–¿Pero de qué, si no tenemos ni harina?
–Pues ve a la despensa y barre el rincón donde estaba la harina, así podrás hacer un bollo.
La abuela le hizo caso, fue a la despensa, barrió la harina que quedaba, luego preparó y amasó bien la masa para hornear un bollo. Al sacarlo del horno, le puso un nombre, Kolobok, y lo dejó enfriarse en la ventana.
Kolobok estuvo un rato en la ventana, pero luego saltó de la ventana al porche, desde el porche al suelo del patio, y desde el patio a la puerta de la entrada, y así salió fuera.
Iba rodando por la calle cuando se encontró con la Liebre. Ella que tenía hambre, lo intentó detener:
– Kobobok, oh, kolobok, ¡te voy a comer!
–No me comas, Liebrecita, mejor te canto una canción.
–Vale, ¡te escucho!
De esa harina horneado,
Me escapé de la abuela,
Me escapé del abuelo,
¡Y me escaparé de ti!
Y siguió rodando por la calle. Hasta que se topó con el Lobo, que también iba con mucha hambre:
–No me comas, Lobito, a cambio te cantaré una canción.
–Vale, ¡canta!
He salido de un barrido,
De esa harina horneado,
Me escapé de la abuela,
Me escapé del abuelo,
Me escapé de la liebre,
¡Y me escaparé de ti!
Y siguió rodando. Hasta que se encontró con el Zorro:
–Kobobok, oh, kolobok, ¡te voy a comer!
–No me comas, Zorrito, te voy a cantar una canción.
– Vale, ¡canta!
–Kobobok, oh, kolobok, ¡te voy a comer!
–No me comas, Zorrito, te voy a cantar una canción.
– Vale, ¡canta!
He salido de un barrido,
De esa harina horneado,
Me escapé de la abuela,
Me escapé del abuelo,
Me escapé de la liebre,
Me escapé del lobo,
¡Y me escaparé de ti!
–Bueno, la canción es muy bonita –dijo el Zorro–. Lo que pasa es que no te he oído bien. Siéntate en mi lengua para que te escuche mejor.
Kolobok saltó sobre su lengua y comenzó a cantar:
–He salido de un barrido…
Y el Zorro, ¡glup!, se lo comió!
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