En un artículo de la revista Ìber Didáctica de las ciencias Sociales, Geografía e Historia (núm.82 - pp. 50-55 - enero 2016) he encontrado un interesante artículo de Sandra Ximena Delgado, Michelle Gautreaux y E. Waine Ross (Universidad de Columbia Británcia. Vancouver/Canadá), titulado "La literatura infantil como herramienta para enseñar cuestiones relativas al poder, la tiranía y la justicia social". En dicho artículo, una de las lecturas que se recomienda para trabajar los temas a los que hacer referencia el título del artículo es la titulada "Paco Yunque", del escritor peruano César Vallejo, que es el cuento que os propongo en esta entrada. Del mismo autor y en esta intencionalidad, destacan: El vencedor y El Tugnsteno. Ambos se pueden encontrar en los enlaces de la parte inferior de esta entrada.
PACO YUNQUE (César Vallejo)
Cuando Paco Yunque y su madre llegaron a la puerta del colegio, los niños estaban jugando en el patio. La madre le dejó y se fue. Paco, paso a paso, fue adelantándose al centro del patio,con su libro primero, su cuaderno y su lápiz. Paco estaba con miedo, porque era la primera vez que veía a un colegio; nunca había visto a tantos niños juntos.
Varios alumnos, pequeños como él, se le acercaron y Paco, cada vez más tímido, se pegó a la pared, y se puso colorado. ¡Qué listos eran todos esos chicos! ¡Qué desenvueltos! Como si estuviesen en su casa. Gritaban. Corrían. Reían hasta reventar. Saltaban. Se daban de puñetazos. Eso era un enredo.
Paco estaba también atolondrado porque en el campo no oyó nunca sonar tantas voces de personas a la vez. En el campo hablaba primero uno, después oro, después otro y después otro. A veces, oyó hablar hasta cuatro o cinco personas juntas. Era su padre, su madre, don José, el cojo Anselmo y la Tomasa. Eso no era ya voz de personas sino otro ruido. Muy diferente. Y ahora sí que esto del colegio era una bulla fuerte, de muchos. Paco estaba asordado.
Un niño rubio y gordo, vestido de blanco, le estaba hablando. Otro niño más chico, medio ronco y con blusa azul, también le hablaba. De diversos grupos se separaban los alumnos y venían a ver a Paco, haciéndole muchas preguntas. Pero Paco no podía oír nada por la gritería de los demás. Un niño trigueño, cara redonda y con una chaqueta verde muy ceñida en la cintura agarró a Paco por un brazo y quiso arrastrarlo. Pero Paco no se dejó. El trigueño volvió a agarrarlo con más fuerza y lo jaló. Paco se pegó más a la pared y se puso más colorado. CONTINUAR LEYENDO
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