domingo, 4 de agosto de 2024

"EL GRAN GRAMATIZADOR AUTOMÁTICO". Un cuento de Roald Dahl

—Bueno, Knipe, muchacho. Ya está todo acabado. Le he llamado simplemente para decirle que pienso que ha hecho un buen trabajo.

Adolph Knipe estaba de pie, inmóvil, ante la mesa del despacho del señor Bohlen. No parecía en absoluto entusiasmado.

—¿No está usted contento?

—Claro que sí, señor Bohlen.

—¿Ha visto lo que decían los periódicos esta mañana?

—No, señor.

El hombre que estaba detrás de la mesa atrajo hacia sí un periódico doblado y se puso a leer:
—«Acaba de concluirse la construcción de la gran calculadora automática, encargada por el gobierno hace algún tiempo. Probablemente se trata de la calculadora automática más rápida que existe en la actualidad en el mundo. Su función consiste en satisfacer la creciente necesidad de la ciencia, la industria y la administración de realizar con rapidez determinados cálculos automáticos, que en el pasado, y siguiendo métodos tradicionales, hubieran resultado físicamente imposibles o hubieran requerido más tiempo del que podían justificar los problemas que había que resolver. La velocidad a la que funciona la nueva máquina, ha declarado el señor Bohlen, director de la empresa de ingeniería eléctrica responsable de su construcción, puede calibrarse por el hecho de que en cinco segundos da la respuesta correcta a un problema que un matemático tardaría un mes en descifrar. En tres minutos puede realizar un cálculo que, a mano (y en el caso de que fuera posible), llevaría medio millón de hojas de papel tamaño folio. La máquina funciona con impulsos eléctricos, a razón de un millón por segundo, y puede resolver todos los cálculos basados en la suma, la resta, la multiplicación y la división. A efectos prácticos, sus posibilidades son ilimitadas…».
El señor Bohlen levantó la mirada hacia la alargada y melancólica cara del joven.

—¿No se siente orgulloso, Knipe? ¿No está usted contento?

—Naturalmente, señor Bohlen.

—No creo que sea necesario recordarle que su contribución ha sido muy importante, sobre todo en los planes originales. En realidad, podría decir que sin usted y algunas de sus ideas es posible que este proyecto estuviera aún en los tableros de dibujo.

Adolph Knipe restregó los pies sobre la alfombra mientras observaba las manos de su jefe, pequeñas y blancas, los dedos nerviosos que jugueteaban con un clip, estirando las curvas en forma de horquilla. No le gustaban las manos de aquel hombre, ni su cara, con aquella boca minúscula y aquellos labios finos de un rojo púrpura. Resultaba desagradable cómo movía sólo el labio inferior cuando hablaba. CONTINUAR LEYENDO

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