viernes, 31 de enero de 2025

"YO SOY UN HOMBRE SINCERO". Un poema de José Martí seleccionado por Andrea Villarrubia Delgado

La habréis escuchado muchas veces en la voz de Pablo Milanés, pero antes que canción fue poema, un hermoso poema de José Martí, uno de los escritores más originales en lengua española. Hijo de españoles, nació en 1853 en la Habana, cuando Cuba todavía era colonia española. Fue escritor, diplomático, ensayista y luchador por la independencia de Cuba. Murió en combate con soldados españoles en 1895. Su obra poética está entrelazada con la suerte de su país y con los problemas de su tiempo. Siempre dijo que la poesía debía hundir sus raíces en la tierra y estar al servicio de la libertad. ‘Yo soy un hombre sincero’, el poema que hoy comparto, es un reflejo de ese pensamiento. Pertenece a uno de sus libros más representativos ‘Versos sencillos’. (Andrea Villarrubia Delgado)

YO SOY UN HOMBRE SINCERO

Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma,
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.

Yo vengo de todas partes
y hacia todas partes voy:
arte soy entre las artes,
en los montes, montes soy.

Yo sé los nombres extraños
de las yerbas y las flores,
y de mortales engaños
y de sublimes dolores.

Yo he visto en la noche oscura
llover sobre mi cabeza
los rayos de lumbre pura
de la divina belleza.

Alas nacer vi en los hombros
de las mujeres hermosas:
y salir de los escombros
volando las mariposas.

He visto vivir a un hombre
con el puñal al costado,
sin decir jamás el nombre
de aquella que lo ha matado.

Rápida, como un reflejo,
dos veces vi el alma, dos:
cuando murió el pobre viejo,
cuando ella me dijo adiós.

Temblé una vez, —en la reja,
a la entrada de la viña,—
cuando la bárbara abeja
picó en la frente a mi niña.

Gocé una vez, de tal suerte
que gocé cual nunca: —cuando
la sentencia de mi muerte
leyó el alcaide llorando.

Oigo un suspiro, a través
de las tierras y la mar,
y no es un suspiro, —es
que mi hijo va a despertar.

Si dicen que del joyero
tome la joya mejor,
tomo a un amigo sincero
y pongo a un lado el amor.

Yo he visto al águila herida
volar al azul sereno,
y morir en su guarida
la víbora del veneno.

Yo sé bien que cuando el mundo
cede, lívido, al descanso,
sobre el silencio profundo
murmura el arroyo manso.

Yo he puesto la mano osada,
de horror y júbilo yerta,
sobre la estrella apagada
que cayó sobre mi puerta.

Oculto en mi pecho bravo
la pena que me lo hiere:
el hijo de un pueblo esclavo
vive por él, calla y muere.

Todo es hermoso y constante,
todo es música y razón,
y todo, como el diamante,
antes que luz es carbón.

Yo sé que el necio se entierra
con gran lujo y con gran llanto, —
y que no hay fruta en la tierra
como la del camposanto.

Callo, y entiendo, y me quito
la pompa del rimador:
cuelgo de un árbol marchito
mi muceta de doctor.

JOSÉ MARTÍ

jueves, 30 de enero de 2025

"Longjumeau". Un cuento de León Bloy

“El Postillón de Longjumeau” anunciaba ayer el deplorable fin de los Fourmi. Esta hoja tan recomendable por la abundancia y por la calidad de su información, se perdía en conjeturas sobre las misteriosas causas de la desesperación que había precipitado al suicidio a esta pareja, considerada tan feliz.

Casados muy jóvenes, y despertando cada día a una nueva luna de miel, no habían salido de la ciudad ni un solo día.

Aliviados por previsión paterna de las inquietudes pecuniarias que suelen envenenar la vida conyugal, ampliamente provistos, al contrario, de lo requerido para endulzar un género de unión legítima, sin duda, pero poco conforme a ese afán de vicisitudes amorosas que impulsa al versátil ser humano, realizaban, a los ojos del mundo, el milagro de la ternura a perpetuidad.

Una hermosa tarde de mayo, el día que siguió a la caída del señor Thiers, aparecieron en el tren de circunvalación con sus padres, venidos para instalarlos en la propiedad deliciosa que albergaría su dicha.

Los longjumelianos de corazón puro contemplaron con enternecimiento a esta linda pareja, que el veterinario comparó sin titubear a Pablo y Virginia. En efecto, ese día estaban muy bien y parecían niños pálidos de gran casa.

Maître Piécu, el notario más importante de la región, les había adquirido, en las puertas de la ciudad, un nido de verdura, que los muertos hubieran envidiado. Pues hay que convenir que el jardín hacía pensar en un cementerio abandonado. Este aspecto no debió desagradarles, pues no hicieron, en lo sucesivo, ningún cambio y dejaron que las plantas crecieran a su arbitrio.

Para servirme de una expresión profundamente original de Maître Piécu, vivieron en las nubes, sin ver casi a nadie, no por maldad o desprecio, sino, sencillamente, porque no se les ocurría.

Además, hubiera sido necesario soltarse por algunas horas o algunos minutos, interrumpir los éxtasis, y a fe mía, dada la brevedad de la vida, les faltaba el valor para ello.

Uno de los hombres más grandes de la Edad Media, el maestro Juan Tauler, cuenta la historia de un ermitaño a quien un visitante inoportuno pidió un objeto que estaba en su celda. El ermitaño tuvo que entrar a buscar el objeto. Pero al entrar olvidó cuál era, pues la imagen de las cosas exteriores no podía grabarse en su mente. Salió pues y rogó al visitante le repitiera lo que deseaba. Éste renovó el pedido. El solitario volvió a entrar, pero antes de tomar el objeto, ya había olvidado cuál era. Después de muchas tentativas, se vio obligado a decir al importuno.

—Entre y busque usted mismo lo que desea, pues yo no puedo conservar su imagen lo bastante para hacer lo que me pide.

Con frecuencia, el señor y la señora Fourmi me han hecho pensar en el ermitaño. Hubieran dado gustosos todo lo que se les pidiera si lo hubieran recordado un solo instante.

Sus distracciones eran célebres y se comentaban hasta en Corbeil. Sin embargo, esto no parecía afectarlos, y la funesta resolución que ha concluido con sus vidas tan generalmente envidiadas tiene que parecer inexplicable. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 29 de enero de 2025

"AUSCHWITZ". Salvatore Quasimodo. En el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, y en memoria de todas ellas.

Allá abajo, amor, en Auschwitz, lejos
del Vístula, a lo largo de la llanura nórdica.
en un campo de muerte: fría, fúnebre,
la lluvia sobre la herrumbre de los postes
y los revoltijos de alambre de las cercas:
ni árboles ni pájaros en el aire gris
o en nuestro pensamiento, sino inercia
y dolor que la memoria abandona
a su silencio sin ironía o ira.

Tú no quieres elegías, lirismos: sólo
razones de nuestra suerte, aquí,
tú, tierna a los obstáculos de la mente,
insegura ante una presencia
clara de vida. Y la vida está aquí,
en cada negación que certeza parece:
aquí oiremos llorar al ángel, al monstruo,
nuestras horas futuras
golpear el más allá, que aquí está, eterno
y en movimiento, no en una imagen
ensoñada, de posible piedad.
Y aquí la metamorfosis, aquí los mitos.
Sin nombres de símbolos o de un dios,
son crónicas, lugares de la tierra,
son Auschwitz, amor. ¡De qué manera súbita
se mutaron en sombrío humo
los amados cuerpos de Alfeo y Aretusa!
De aquel infierno que se abría
con la blanca inscripción «El trabajo os hará libres»,
salió con continuidad el humo
de miles de mujeres empujadas afuera,
al alba de los tugurios contra el muro
del tiro al blanco o ahogadas gritando
misericordia al agua con sus bocas
de esqueleto bajo las lluvias de gas.
Tú las encontrarás, soldado, en tu
historia bajo formas de ríos, de animales,
¿o también eres tú ceniza de Auschwitz,
medalla de silencio?
Quedan largas trenzas encerradas en urnas
de cristal aún ceñidas por amuletos
e infinitas sombras de pequeños zapatos
y bufandas de hebreos, son reliquias
de un tiempo de sabiduría, de sapiencia
del hombre hecho a la medida de las armas,
son los mitos, nuestras metamorfosis.

Sobre los espacios en los que el amor y llanto
y piedad se marchitaron, bajo la lluvia,
allá abajo, se rebelaba un no dentro de nosotros,
un no a la muerte, muerta en Auschwitz,
para no repetirme desde aquella fosa
de cenizas, la muerte.

martes, 28 de enero de 2025

"LOS NUEVOS PURITANOS". Por Brian Patrick Eha, Letras Libres 1 abril 2020

 La atmósfera cultural de nuestra época exige que los artistas superen exámenes de ideología y de conducta moral. Sus impulsores, ayudados por las redes sociales, no parecen dispuestos a atemperar su fanatismo.

En octubre de 2019, la Academia Sueca anunció que le daba el Premio Nobel de Literatura al novelista y dramaturgo austriaco Peter Handke, una figura controvertida a causa de su aparente simpatía, expresada más de una década antes, por el fallecido dictador serbio Slobodan Milošević. La respuesta de los miembros bienpensantes del establishment literario fue el oprobio inmediato.

En una declaración de su presidenta, Jennifer Egan, el pen de Estados Unidos se mostró “atónito” por la noticia y dijo “lamentar profundamente” la elección del comité del Nobel. “Rechazamos la decisión de que un escritor que ha cuestionado persistentemente crímenes de guerra totalmente documentados sea celebrado por su ‘ingenio lingüístico’”, dijo Egan. “En un momento de nacionalismo creciente, liderazgo autocrático y desinformación extendida por todo el mundo, la comunidad literaria merece algo mejor que eso.”

La declaración era notable por su abierto rechazo a la primacía del arte. Las comillas de “ingenio lingüístico”, parte de la cita del Nobel para Handke, de quien John Updike escribió que era el mejor escritor en lengua alemana, parecen cuestionar el propio concepto, mientras que la presunción subyacente es que la bajeza moral del artista es por necesidad inherente a su obra. Al celebrar las novelas y obras teatrales de Handke, la Academia Sueca daba auxilio a los autócratas.

Se une a esta creencia la afirmación de Egan de que el mundo literario “merece algo mejor”, lo que, asumo, quiere decir un laureado que esté firmemente instalado en el lado correcto de la historia. Y si ese ejemplo pasado por alto poseía una identidad marginal a la moda, mejor. (Como era predecible, algunos críticos lamentaron que los dos galardones entregados en 2019 –el otro fue para la polaca Olga Tokarczuk– recayesen en autores europeos.)

Aquí vemos el contorno del nuevo moralismo que oscurece la creación cultural en Estados Unidos, como un gran mapa borgiano que se asienta opresivamente sobre el territorio que dice describir. Sus nociones gemelas –que el arte y el entretenimiento, así como quienes los producen, deberían estar sometidos a tests de pureza de ideología y comportamiento, y que los productos culturales y creadores que se consideran “problemáticos” deberían ser apartados en favor de material más edificante– ascienden, si no es que ya dominan.

El nuevo moralismo iliberal sostiene que debería darse preferencia en los programas educativos, en las páginas de reseñas y en las nominaciones para premios importantes a artistas cuyas opiniones políticas coincidan con las de los árbitros culturales y cuyas identidades se puedan celebrar sin peligro. El uso más elevado de las artes, desde este punto de vista, es consagrar una visión del mundo no tal como es sino como debería ser, en particular en asuntos de diversidad racial y de género y otras apreciadas causas progresistas.

Los libros y las películas de artistas problemáticos –y ser heterosexual, blanco y varón es ser tres veces problemático– en el mejor caso no ayudan y en el peor corrompen. Como me dijo un escritor, si quitas el centro de la frase, desvelas el problema actual de la literatura: “Rechazamos la decisión de que un escritor […] sea celebrado por su ingenio lingüístico.”

... “Muchos miembros del club de libros juveniles de Twitter se han convertido en policías culturales, controlan a sus pares en múltiples plataformas a la caza de violaciones”, escribió la autora de obras para jóvenes Kat Rosenfield. “El resultado es un batiburrillo donde se amontona y arrastra, se citan tuits y hacen capturas de pantalla, se coordina el voto y se entablan guerras simbólicas.”

En enero de 2019, la escritora debutante Amélie Wen Zhao se encontró sometida a unas críticas tan feroces –en buena medida por hacer de la esclavitud un elemento de su mundo ficcional– que retiró su novela juvenil de fantasía, Blood heir, el primer volumen de una supuesta trilogía para la que había recibido un anticipo de seis cifras. El mes siguiente, otro autor, Kosoko Jackson, retiró su primera novela después de que una turba tuitera la destruyese por presentar a protagonistas “privilegiados” y a un personaje musulmán como villano.

lunes, 27 de enero de 2025

"ES LÁSTIMA QUE FUERA MI TIERRA". Un poema de Luis Cernuda

Cuando allá dicen unos
que mis versos nacieron
de la separación y la nostalgia
Por la que fue mi tierra,
¿Sólo la más remota oyen entre mis voces?
Hablan en el poeta voces varias:
Escuchemos su coro concertado,
adonde la creída dominante
es tan sólo una voz entre las otras.

Lo que el espíritu del hombre
ganó para el espíritu del hombre
a través de los siglos,
Es patrimonio nuestro y es herencia
De dos hombres futuros.
Al tolerar que nos lo nieguen
y secuestren, el hombre entonces baja,
¿Y cuánto?, en esa dura escala
que desde el animal llega hasta el hombre.

Así ocurre en tu tierra, la tierra de los muertos,
adonde ahora todo nace muerto,
vive muerto y muere muerto;
Pertinaz pesadilla: procesión ponderosa
con restaurados restos y reliquias,
a la que dan escolta hábitos y uniformes,
en medio del silencio: todos mudos,
desolados del desorden endémico
que el temor, sin domarlo, así doblega.

La vida siempre obtiene
revancha contra quienes la negaron:
la historia de mi tierra fue actuada
por enemigos enconados de la vida.
El daño no es de ayer, ni tampoco de ahora,
sino de siempre. Por eso es hoy.
la existencia española, llegada al paroxismo,
estúpida y cruel como su fiesta de los toros.

Un pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo
en creer que la razón de soberbia adolece
y ante el cual se grita impune:
muera la inteligencia, predestinado estaba
a acabar adorando las cadenas
y que ese culto obsceno le trajese
adonde hoy le vemos: en cadenas,
sin alegría, libertad ni pensamiento.

Si yo soy español, lo soy.
A la manera de aquellos que no pueden
ser otra cosa: y entre todas las cargas
que, al nacer yo, el destino pusiera
sobre mí, ha sido ésa la más dura.
No he cambiado de tierra,
porque no es posible a quien su lengua une,
hasta la muerte, al menester de poesía.

La poesía habla en nosotros
la misma lengua con que hablaron antes,
y mucho antes de nacer nosotros,
las gentes en que hallara raíz nuestra existencia;
no es el poeta sólo quien ahí habla,
sino las bocas mudas de los suyos
a quienes él da voz y les libera.

¿Puede cambiarse eso? Poeta alguno
su tradición escoge, ni su tierra,
ni tampoco su lengua; él las sirve,
fielmente si es posible.
Mas la fidelidad más alta
es para su conciencia; y yo a ésa sirvo
pues, sirviéndola, así a la poesía
al mismo tiempo sirvo.

Soy español sin ganas
que vive como puede bien lejos de su tierra
sin pesar ni nostalgia. He aprendido
el oficio de hombre duramente,
por eso en él puse mi fe. Tanto que prefiero
No volver a una tierra cuya fe, si una tiene, dejó de ser la mía,
cuyas maneras rara vez me fueron propias,
cuyo recuerdo tan hostil se me ha vuelto
y de la cual ausencia y tiempo me extrañaron.

No hablo para quienes una burla del destino
compatriotas míos hiciera, sino que hablo a solas
(Quien habla a solas espera hablar a Dios un día)
o para aquellos pocos que me escuchen
con bien dispuesto entendimiento.
aquellos que como yo respeten
el albedrío libre humano
disponiendo la vida que hoy es nuestra,
diciendo el pensamiento al que alimenta nuestra vida.

¿Qué herencia sino ésa recibimos?
¿Qué herencia sino ésa dejaremos?

Desolación de la quimera (1962)

domingo, 26 de enero de 2025

"EL NIÑO REY". Un cuento de Miguel Gila

Los hombres habían muerto. Era normal. Tanto se habían odiado que se habían destruido. También las mujeres habían muerto, incapaces de soportar tanto sufrimiento. Sólo quedaban los niños.
Lo primero de todo era nombrar un Rey. El mundo tenía que subsistir y alguien debía gobernarlo.
Se reunieron aquella tarde en la plazuela.
—Yo seré el Rey.
—No, tú, no, que eres muy pequeño todavía y te pegarán los otros chicos más grandes que tú.
—Pero cuando sea Rey, nadie me pegará, porque los guardias les darán con las porras y les harán correr.
—No, porque como los niños serán más grandes, podrán más que los guardias, les quitarán las porras y luego te pegarán a ti con ellas.
—Y como yo seré el Rey, mandaré que los metan en la cárcel y que los cierren con llaves y cerrojos y candados y de todo para que ya no me peguen.
—Y tampoco puedes ser Rey, porque no tienes corona ni nada.
—Me hago una de cartón y la forro con papel de plata.
—Los reyes no llevan corona de plata. Es de oro con cristales de colores verdes y azules y rojos.
—No son cristales. Son piedras.
—¡Cristales!
—¡Piedras!
—Las piedras están en los ríos y no son verdes ni azules. Los peces sí que son azules y verdes y de más colores.
Y tanto insistió y tanto sabía que le hicieron Rey.
—¡Viva el Rey!
—¡Viva!
También había que hacer una reina, pero no podía ser porque tenían que ser mayores y casarse, así que había que esperar.
Los hombres, antes de destruirse, estaban gobernados por reyes, y esos reyes tenían carrozas y caballos, y cazaban en los montes y pescaban en los lagos y cuando paseaban por las grandes avenidas que no eran aún ruinas, las gentes daban gritos de entusiasmo, agitaban las manos en señal de saludo y miles de banderas flameaban sobre las cabezas de todos los que llenaban las avenidas.
Él, antes de ser Rey, pero siendo niño ya, más aún que ahora, lo había presenciado todo subido sobre los hombros fuertes de su padre. Y ahora que era Rey, necesitaba un caballo y una carroza. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 24 de enero de 2025

"MURALLAS". Un poema de Constantino Cavafis

 

Sin consideración, sin piedad, sin recato
grandes y altas murallas en torno mío construyeron.
Y ahora estoy aquí y me desespero.
Otra cosa no pienso: mi espíritu devora este destino;
porque afuera muchas cosas tenia yo que hacer.
Ah cuando los muros construían cómo no estuve atento.
Pero nunca escuché ruido ni rumor de constructores.
Imperceptiblemente fuera del mundo me encerraron.