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miércoles, 29 de enero de 2025

"AUSCHWITZ". Salvatore Quasimodo. En el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, y en memoria de todas ellas.

Allá abajo, amor, en Auschwitz, lejos
del Vístula, a lo largo de la llanura nórdica.
en un campo de muerte: fría, fúnebre,
la lluvia sobre la herrumbre de los postes
y los revoltijos de alambre de las cercas:
ni árboles ni pájaros en el aire gris
o en nuestro pensamiento, sino inercia
y dolor que la memoria abandona
a su silencio sin ironía o ira.

Tú no quieres elegías, lirismos: sólo
razones de nuestra suerte, aquí,
tú, tierna a los obstáculos de la mente,
insegura ante una presencia
clara de vida. Y la vida está aquí,
en cada negación que certeza parece:
aquí oiremos llorar al ángel, al monstruo,
nuestras horas futuras
golpear el más allá, que aquí está, eterno
y en movimiento, no en una imagen
ensoñada, de posible piedad.
Y aquí la metamorfosis, aquí los mitos.
Sin nombres de símbolos o de un dios,
son crónicas, lugares de la tierra,
son Auschwitz, amor. ¡De qué manera súbita
se mutaron en sombrío humo
los amados cuerpos de Alfeo y Aretusa!
De aquel infierno que se abría
con la blanca inscripción «El trabajo os hará libres»,
salió con continuidad el humo
de miles de mujeres empujadas afuera,
al alba de los tugurios contra el muro
del tiro al blanco o ahogadas gritando
misericordia al agua con sus bocas
de esqueleto bajo las lluvias de gas.
Tú las encontrarás, soldado, en tu
historia bajo formas de ríos, de animales,
¿o también eres tú ceniza de Auschwitz,
medalla de silencio?
Quedan largas trenzas encerradas en urnas
de cristal aún ceñidas por amuletos
e infinitas sombras de pequeños zapatos
y bufandas de hebreos, son reliquias
de un tiempo de sabiduría, de sapiencia
del hombre hecho a la medida de las armas,
son los mitos, nuestras metamorfosis.

Sobre los espacios en los que el amor y llanto
y piedad se marchitaron, bajo la lluvia,
allá abajo, se rebelaba un no dentro de nosotros,
un no a la muerte, muerta en Auschwitz,
para no repetirme desde aquella fosa
de cenizas, la muerte.

sábado, 25 de febrero de 2023

«MUSEO DEL HOLOCAUSTO, JERUSALÉN». Un poema de Joan Margarit

Estaba oscuro bajo la gran cúpula
donde los niños muertos eran pequeñas luces
que temblaban igual que el firmamento.
Una voz recitaba, interminable,
la lista de sus nombres, igual que una plegaria
la más triste que nunca ningún Dios ha escuchado.
Pensé en Joana, pues los niños muertos
están siempre en la misma oscuridad.
Soy demasiado viejo: he de llorar por todos.
He construido viviendas que son como vagones,
esqueletos de hierro que un día arrastrarán
a la gente a un final que ya imaginan,
porque todos han visto la verdad
un destello en un charco de agua sucia.
Aquella sala de los niños muertos
está dentro de mí.
Soy demasiado viejo, he de llorar por todos.

miércoles, 20 de mayo de 2020

El coraje de una resistente. Un artículo de Reyes Mate publicado en el País sobre la judía holandesa Etty Hillesum.

Etty Hillesum, en su casa de Amsterdam.
Pese al trato preferente dado a su familia, la judía holandesa Etty Hillesum decidió ir voluntaria al campo de concentración de Westerbork. Un diario recoge su experiencia.

Etty Hillesum (1914-1943) es una joven judía holandesa, asesinada en Auschwitz, autora de un diario escrito en el campo de concentración de Westerbork entre marzo de 1941 y octubre de 1942. Los cuadernos, descubiertos en los años ochenta, ven ahora ve la luz en castellano bajo el título de Una vida conmocionada, seis años después de que fueran publicadas sus cartas en El corazón pensante de los barracones (Anthropos, 2001).

Éste no es un libro más sobre los campos. Está escrito desde el interior de uno de ellos y, a diferencia de los otros, no se limita a contar la vida concentracionaria. Hillesum extiende su mirada sobre Europa y ofrece una visión del mundo sólo comparable a la de Primo Levi en Hundidos y salvados, escrito 45 años después.

 No escribe para dejar constancia de los sufrimientos de su pueblo, sino por afición literaria. A los 27 años, escasamente preocupada por problemas políticos o religiosos, quiere ser escritora y nada como poner a prueba su talento contando lo que pasa. Pero lo que pasa deja pronto de ser pasto literario. El mundo vive una tragedia y ella pone en juego su inmenso talento para descifrar el alcance.

Aunque su familia tiene la condición de "Prominenten", que le garantiza un trato excepcional, ella decide compartir el destino de su pueblo, por eso se va voluntariamente al campo de Westerbork. De allí debe partir cada semana un fatídico tren con carga humana para alimentar los hornos crematorios de los campos de exterminio. Ella consuela como puede a los seleccionados por el propio Consejo Judío, pero cuando ve cómo los ricos e influyentes se las arreglan para evitar la selección, entiende que es ella la que tiene que subirse al tren.

Decía Levi que para sobrevivir en el campo había que hacerse cargo de la condición de deportado y no gastar energías añorando el mundo perdido. La misma idea sostiene Hillesum, pero aplicada a la sobrevivencia espiritual. Para no sucumbir espiritualmente a la barbarie nazi hay que armarse interiormente. El SS no busca sólo la muerte física del deportado sino también expulsarle de la condición humana y que éste se lo crea. Para hacerle frente no basta el bagaje que se traiga de fuera. Se impone "un cambio en el corazón y en la mente de cada individuo". Algunos le reprochan que eso es resignación política y ella responde que el daño político del fascismo es tal que no valen viejas recetas.

Para calibrar el daño del régimen hitleriano no hay que mirar sólo lo que pasa en los campos de concentración o de exterminio porque "toda Europa se va transformando en un gigantesco campo de concentración". Adelantándose a lo que ahora dice Giorgio Agamben, ella ya veía que "todo es campo". Y si todo es campo no hay un lugar exterior en el que refugiarse, de ahí la necesidad de organizar la resistencia interior.

Esta lucidez y este coraje es lo que hace de Hillesum un personaje fuera de lo común. Si todo es campo, no hay discurso válido que se haga ignorando la barbarie, con lo que se distancia de todos esos intelectuales que entonces y después quisieron pensar Europa de espaldas a lo que ocurría u ocurrió. Pero, aunque todo sea campo, hay un espacio para la resistencia interior y en esto también se distanciaba de quienes pensaron dentro del campo que sólo había sitio para la supervivencia física.

En el campo pudo constatar dos cosas: que el sufrimiento no es una fatalidad, sino una injusticia, y que ni siquiera el Dios de Abraham está ahí para hacerse cargo de ellas. Es cada hombre, quien tiene que responder de las injusticias, de las que existen y no sólo de las que cada cual cause directamente. Está apuntando al concepto moral de responsabilidad absoluta que, si en un tiempo fue cosa de Dios, desde Auschwitz es asunto del hombre.

Lo que ha fascinado a sus lectores es cómo esta joven mundana, que escribió un diario para ser escritora, ha acabado siendo una autoridad espiritual, sin más escuela que la experiencia y la reflexión sobre el sufrimiento de su tiempo.

miércoles, 3 de mayo de 2017

"La historia de Erika". Adaptación del relato de Ruth Vander Zee con ilustraciones de Roberto Innocenti.


La historia de Erika. (Adaptación del relato de Ruth Vander Zee). Conocí a la protagonista de esta historia sentado en un banco con mi mujer frenta al ayuntamiento de Rothenburgo, Alemania. Mirábamos cómo un equipo de limpieza recogía las tejas rotas que un tornado había tirado la noche anterior. Una mujer que estaba sentada a nuestro lado se presentó así misma como Erika y nos preguntó si estábamos de viaje. Le dijimos que durante dos semanas habíamos estado estudiando en Jerusalem. Observé que llevaba al cuello una cadena con la estrella de David, así que le comenté, que después de estar en Israel, habíamos pasado por Austria donde habíamos visitado el campo de concentración de Mathausen. Erika nos dijo que en una ocasión había llegado hasta las mismas puertas de Dachau, pero que no había sido capaz de entrar. Entonces nos contó su historia... 
* Entre 1.933 y 1.945, seis millones de los míos fueron asesinados. Unos murieron de un tiro. Otros murieron de hambre. Y otros muchos murieron en hornos crematorios o asfixiados en cámaras de gas. Nací en 1.944. No sé qué nombre me pusieron. No sé en qué ciudad o en qué país vine al mundo. Tampoco sé si tuve hermanos. Lo que sé con certeza, es que cuando apenas tenía unos meses me salvé del Holocausto. 
* Imagino cómo sería la vida de mi familia durante las últimas semanas que pasamos juntos. Imagino a mis padres despojados de cuanto poseían, forzados a vivir en un gueto. Quizás después nos trasladaron a otro lugar. Deberían estar ansiosos por abandonar aquella zona de la ciudad cercada por alambres de espino en la que habían sido recluídos. 
* Me pregunto qué sintieron mientras eran conducidos como un rebaño a la estación de ferrocarril junto con otros cientos de judios. De pie. Apiñados en un vagón para ganado. ¿Qué sentirían al oír el golpe seco del cerrojo de la puerta? 
* Seguramente el tren fue de pueblo en pueblo, atravesando hermosos paisajes, extrañamente ajenos al terror. 
* Me imagino a mi madre acurrucándome entre sus brazos para protegerme del hedor, de los llantos y del miedo que había dentro de aquel vagón. Sin duda, ya sabían que no se dirigían a un buen lugar... 
* Hubo un momento en el que se vieron obligados a tomar la difícil decisión. Mi madre se abriría paso entre la gente para llegar a la pared de madera del vagón -”déjenme paso por favor, por favor...”-, mientras me envolvía con cariño en una manta, susurrando mi nombre, llenándome la cara de besos..., llorando y rezando... 
* Quizá mi madre, cuando el tren redujo la marcha al pasar por un pueblo, miró a través del ventanuco del vagón; y con la ayuda de mi padre, forzó el alambre de espino que cubría el hueco. Probablemente me aupó por encima de su cabeza, hacia la tenue claridad que por allí entraba. Lo único de lo que estoy segura es de lo que ocurrió después. 
* Mi madre me tiró del tren. La gente que estaba esperando a que pasara el tren junto un paso a nivel vio cómo me arrojaban desde un vagón de ganado. En su camino hacia la muerte, mi madre me lanzó a la vida. * Alguien me recogió y me entregó a una mujer para que me cuidara. Ella arriesgó su vida por mi. Decidió que me llamaría Erika. Me dio un hogar, me alimentó, me vistió y me mandó a la escuela. Fue buena conmigo. A los veinte años me casé con un hombre maravilloso. Él me liberóa de la tristeza que a menudo me embargaba y supo entender mi deseo de formar una familia. Tuvimos tres hijos y ellos tuvieron sus propios hijos. En sus caras, me reconozco a mí misma.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Si esto es un hombre. Un poema de Primo Levi.

Primo Levi, poeta y escritor judeoitaliano. Nació en Turín en 1919. Antes de la Segunda Guerra Mundial era químico industrial. Arrestado en 1943, fue deportado a Auschwitz, trabajó como esclavo en el complejo industrial de la zona y sobrevivió por ser químico y de utilidad para los nazis y porque, según sus palabras, estuvo poco tiempo en el campo de exterminio, debido al final de la guerra.Su trilogía sobre el nazismo inspirada en su estancia en Auschwitz se compone de tres títulos: Si esto es un hombre, La tregua y Los hundidos y los salvados. Tres obras muy recomendables para su lectura y para saber del sufrimiento de aquellas personas asesinadas por los nazis y que todavía sigue presente en el mundo tanto como recuerdo y como desgraciada actualidad. Murió en 1987 en extrañas circunstancias. Hay quien opina que se suicidó.

domingo, 29 de enero de 2017

Francine Christophe, superviviente del holocausto judío.

Francine Christophe, superviviente del holocausto judío, para Human. Christophe participó en el documental ‘Human‘, en él cuenta cómo vivió en el campo de concentración, en donde se les permitía llevar una pequeña bolsa con dos o tres cosas preciadas para ellos, su madre eligió llevar chocolates, los que guardaba para un momento de necesidad. Pero al ver a una mujer embarazada que corría el riesgo de morir en el parto, no dudaron en darle las pequeñas barras de chocolate, aunque fuera lo único que tuvieran.Human‘ es un proyecto del director francés Yann Arthus-Bertrand, que viajó por todo el mundo reuniendo testimonios de 200 hombres y mujeres de 60 países en donde relata sus recuerdos, temores, alegrías y pesadillas que vivieron durante tiempos difíciles.