El jueves pasado leímos el relato corto de Mario Benedetti: Pacto de sangre. Quedamos así porque no nos daba tiempo a empezar otro libro ya que este jueves 20 lo dedicamos a realizar una pequeña fiesta prenavideña, y entre turrón y polvorón hacemos la evaluación del trimestre pasado y vemos algunos aspectos de cara al segundo trimestre. Eso sí, para el jueves 10 de enero ya hemos elegido libro. Será: "Mujer en punto cero", de la escritora y defensora de los derechos de la mujer árabe -y de todas las mujeres del mundo- Nawal al-Sa'dawi. Mujer en punto cero narra la historia de Firdaus, una mujer que ha sido encarcelada y condenada a muerte por matar a un proxeneta. Justo antes de morir, la mujer cuenta su vida a Nawal al-Sa'dawi. Una vida marcada por la sumisión y por las humillaciones ante los hombres y ante la sociedad en la que ha vivido. Ha sufrido violaciones y violencia desde niña por parte de su padre, de su tío y de su marido. Ha sufrido incluso la ablación. Todo dentro de una sociedad cerrada e hipócrita en la que las mujeres son meras siervas de los hombres.
Pero volvamos a "Pacto de sangre". Para los que no la hayan leído indicarles tan sólo que Bendetti nos presenta a Octavio, un anciano de 83 años que vive su senectud desilusionado por lo que es y por lo que le rodea. Tan desilusionado que ha dejado de hablar. Hasta que un día su nieto se da cuenta de que su silencio es voluntario y para que no divulgue la noticia el abuelo le propone un pacto que él acepta y que sellan con sangre -y un abrazo-. Con estos mimbres, como es de suponer, la tertulia fue toda una reflexión sobre la vejez, sobre lo que conocemos de ella a través de los mayores que todavía nos viven y acerca de lo que pueda ser la nuestra. También se analizó en profundidad la postura que toma Octavio, el abuelo, ante el momento que le ha tocado vivir. Su silencio, su orgullo, su mirada hacia atrás como si no existiera el futuro. Y sobre todo hablamos del cambio que se produce a raíz del Pacto con su nieto. Un acuerdo que se sustenta en compartir palabras y que les llevará a reencontrarse y que hará renacer la ilusión en el abuelo. También destacaría que cuando una de las tertulianas, que es argentina, leía sus párrafos con ese acento tan propio de aquellas tierras se nos arrugaba el semblante de la emoción. Sobre el final no podemos hablar porque destriparíamos la historia y no somos matarifes literarios. Así que aquí debajo os dejamos un enlace para que podáis descargar el relato y para que, si os animáis, lo hagáis en vuestra Tertulia.
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