Los textos literarios pueden cumplir un rol relevante en el proceso de adaptación de niños y jóvenes que han dejado su hogar para instalarse en una nueva tierra.
La especialista Martina Fittipaldi analiza cómo la literatura puede transformarse en un espacio que permita a los recién llegados reconstruir su propia identidad y establecer un valioso diálogo con los demás.
La migración forma parte de la experiencia humana en todas las épocas y culturas, ya que –como afirma Martin Heidegger– “no hay casa primaria, somos todos transeúntes” (citado en Nagy Zekmi, 2001). Pero es a partir de finales del siglo XX y de la mano del proceso globalizador que se da un movimiento cada vez más acusado y continuo de flujos de población, lo que ha llevado a la configuración de sociedades plurales, caracterizadas por la diversidad. En este panorama de desplazamientos constantes entre países y también entre continentes, se hace necesario reflexionar sobre las vinculaciones existentes entre infancia e inmigración, y es por ello que, en un primer momento, revisaremos los estudios que se han ocupado de analizar estas relaciones, con el fin de conocer los modos en que los niños viven el proceso migratorio.
¿Y cómo puede la literatura colaborar en ese proceso? Esta es la cuestión a la que hemos buscado dar respuesta desde el proyecto internacional Visual Journeys: Understanding immigrant children’s responses to the visual image in contemporary picturebooks (Arizpe et al., 2014), cuya experiencia nos ha permitido observar en diversos contextos el relevante rol que pueden cumplir los textos literarios al otorgar a los niños recién llegados espacios desde los que reconstruir su propia identidad, pero también lugares donde establecer un diálogo fructífero con los demás.
Nota: El proyecto Visual Journeys, dirigido por Evelyn Arizpe, ha sido desarrollado conjuntamente por investigadores pertenecientes a las universidades de Columbia, de Glasgow, de Bolonia y de la Universitat Autònoma de Barcelona.
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