Leyendo este libro de George Steiner me ha llamado la atención, entre otras muchas cosas, esta reflexión que hace acerca de la amistad, dentro del fragmento titulado: Amistad, homicida del amor. Aquí os lo dejo para que le echéis un vistazo.
"En la infancia pueden darse incontenibles amistades de la más grande efusión. La fidelidad inquebrantable marca la adolescencia. Se intercambian claves, se inventan idiomas secretos, se establecen rituales de confianza. Las intimidades contra mundum se vuelven más vitales que cualquier rutina familiar. La pubertad es el mayo y el junio de la amistad. Como se decía antes, el corazón, la mente y la sexualidad que aflora se "estrujan" con una necesidad mutua; con recíprocas lealtades, intimidades simbióticas de tal intensidad que pueden llevar al suicidio. El caleidoscopio de la amistad adulta es diverso. Pasa por encima de ideologías, barreras étnica, largas separaciones. Homero y Virgilio sabían que la philia es indispensable para la sinrazón sacrificial del combare; para la solidaridad entre hombres armados que se enfrentan a la muerte, Hay algo de acre verdad en el escarnio de La Rochefoucauld cuando declara que el infortunio de un amigo no nos causa absoluta infelicidad, sino una pizca apenas de regocijo. El amigo verdadero se vanagloria por los laureles del otro. La amistad de los viejos tiene su propio encanto distintivo. Acepta las generosidades del recuerdo, las ironías que hacen tolerables las debilidades. Los viejos amigos se sientan en un banco del parque a olfatear el aire para captar el aroma a muerte y compartir las pavorosas pasiones del vacío. Para que el diálogo no acabe, el que sobrevive continúa hablando solo. Las salas de geriatría o las escenas nocturnas en las casas con ancianos están repletas de esos murmullos, como la "última cinta" de Beckett. Incluso al final, la amistad es el enigma de la gracia que le es permitida al hombre (caído)."
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