miércoles, 11 de septiembre de 2019

“Los álbumes ilustrados mudos son gimnasia para el cerebro y fomentan la creatividad”. Los libros sin palabras obligan a los lectores “a construir un relato". Un artículo de Un artículo Adrián Cordellat publicado en El País.


Apenas unas semanas antes del inicio de la Feria del Libro de Madrid la editorial Nórdica lanzaba al mercado dentro de su catálogo infantil una nueva adaptación de uno de los grandes clásicos de la literatura universal, Caperucita roja, una historia que proviene de la tradición oral medieval y que ha sido reinterpretada, entre otros, por Charles Perrault (1697) y los hermanos Grimm, que dieron en 1812 forma a la versión que casi sin modificaciones ha llegado hasta nuestros días.

La revisión de Caperucita Roja de Adolfo Serra publicada por Nórdica tiene un valor diferencial: es muda. Está construida solo a base de imágenes en tres tonos: negro, rojo y naranja. No hay espacio para el texto. “Su visión sobre el cuento clásico es fascinante. Las imágenes son muy potentes, hablan por sí solas y nos conectan con nuestros miedos de una forma espectacular. Hay mucho simbolismo en la narración, es una auténtica belleza”, sostiene Susana Sánchez, responsable de la colección infantil de Nórdica. Para su autor, Adolfo Serra, esta particular versión de Caperucita Roja permite que sean los niños o adultos, “a través de la lectura de imágenes y jugando con metáforas o símbolos visuales, los que construyan su propio relato basado en el recuerdo del cuento y sus propias experiencias, emociones o ideas”. CONTINUAR LEYENDO

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