El presente artículo examina las diversas y complejas relaciones entre texto e imágenes que caracterizan al álbum ilustrado contemporáneo. Las ilustraciones ya no pueden considerarse un mero acompañamiento o aclaración del texto, sino que contribuyen de modo autónomo y determinante a la elaboración de significados por parte de los lectores. La propia estructura de los álbumes demanda un tipo de lectura muy exigente y muy activa. De ahí la importancia de promover y atender las respuestas tempranas de los niños a la lectura de los álbumes. Las diferentes respuestas a la literatura son un modo de afinar la comprensión de una historia y repercuten en la pedagogía de la lectura y en el conocimiento de la literatura y el arte.
... el cocodrilo del cuento era la representación metafórica de una actitud reconocible por los niños que conversaban y se trataba entonces de aceptar sin reservas que ese animal podía ser cualquiera de ellos. Reconocerse en los sentimientos de un animal dibujado en un álbum significa que se ha asumido la idea de que podemos poner nuestra experiencia en relación con la experiencia de un personaje de ficción, confrontarla con las sombras imaginadas por una mente ajena. Ése es el principio elemental de las convenciones artísticas.
... Desafortunadamente, sigue predominando la idea de que estos objetos artísticos son adecuados sólo para los niños que no saben leer o leen de modo titubeante, pues se continúa juzgando las ilustraciones como simples aclaraciones del texto, como estímulos a la comprensión de las palabras, de manera que una vez se ha aprendido a leer con seguridad hay que ir abandonando la costumbre de apoyarse en las imágenes para seguir el hilo de una historia. Ese prejuicio hace que el álbum siga siendo considerado un objeto de menor valor literario y su uso quede relegado a las edades más tempranas.
Sin embargo, ningún asunto de la experiencia humana es ajeno a los álbumes. Las cuestiones más livianas –la primera visita al zoo o el control de esfínteres- o las más graves -la muerte de personas amadas o las violaciones de los derechos humanos- están presentes en los álbumes, de manera que su lectura propicia todo tipo de reflexiones y todo tipo de respuestas. Las imágenes y las historias de los álbumes contemporáneos ofrecen tanta intensidad emocional y ética como cualquier obra literaria escrita expresamente para adultos.
... Los niños lectores observan las ilustraciones con atrevimiento y sagacidad, y es precisamente la confianza en la inteligencia de los niños, entendida como una disposición permanente para aceptar e indagar lo desconocido, el respaldo de las más atrevidas propuestas estéticas. Los ilustradores contemporáneos no trabajan en realidad pensando exclusivamente en los niños, sino que crean su obra a sabiendas de que será contemplada por personas de muy diversos niveles de competencia artística y experiencia vital. La receptividad de los niños, su carencia de prevenciones culturales y artísticas, su deseo de conocer y aprender, hace sin embargo que las audacias formales y pictóricas de los artistas no les resulten extrañas. Lo inadmisible para los adultos es aceptado sin problemas por los niños, que no se amedrentan ante lo incomprensible ni temen a la complejidad.
... Al hablar de lectura no deberíamos referimos exclusivamente a la lectura individual y silenciosa, sino que es necesario tomar en cuenta las lecturas en voz alta que se realizan con niños. No tiene esa práctica, sin embargo, tanto reconocimiento como la lectura realizada a solas, a pesar de sus indudables beneficios. Considerada necesaria para quienes aún no saben leer o son lectores incipientes, la lectura en voz alta se juzga improcedente una vez que los lectores han adquirido seguridad y competencia. En no pocos casos se considera una mera actividad complementaria, de entretenimiento o recompensa. Esos prejuicios lastran la concepción de la comprensión lectora y afectan al significado mismo del conocimiento literario. La lectura en voz alta no debería entenderse como un anticipo o una preparación para el aprendizaje de la lectura y la escritura, aunque las consecuencias didácticas sean indudables, sino como una actividad autónoma orientada a promover la reflexión y a fomentar el interés de los niños por la literatura y el arte.
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