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domingo, 13 de abril de 2025

"MANUEL NO ES SUPERMAN". Un cuento de Paula Bombara sobre el secuestro de bebés durante la Dictadura Argentina

Manuel con su hija Martina y su abuela Matilde
¿Tu papá y tu mamá saben quiénes son? Manuel sí. Ahora sabe. No ahora ahora. Hace un tiempo que sabe. Pero no lo supo siempre. Yo tampoco lo supe siempre. Me enteré hace poco de la historia de Manuel. Me la contó mi amiga Martina. Y te la quiero contar porque... me sigue sonando adentro la voz de Martina. No sé bien por qué. Durante 19 años Manuel Gonçalves estaba seguro de que era Claudio. Claudio Novoa. Y una tarde le contaron que no, que no era Claudio Novoa, que era Manuel Gonçalves. Así nomás.

Paf.

Y se tuvo que hacer el documento otra vez. Y le preguntaron con cuál nombre se quería quedar. ¿Raro eso, no? Yo, entre Claudio y Manuel, también hubiera elegido Manuel.

Me gusta el nombre Manuel.

A Martina también le gusta. Y mientras me seguía contando yo pensaba en la historia de Superman.

Viste que Superman nació en otro planeta, uno que estaba por explotar. Kryptón, se llamaba. Entonces sus papás lo metieron en una cápsula espacial para salvarle la vida. Lo mandaron al planeta Tierra y cayó cerca de la casa de unos granjeros, los Kent. Ellos le pusieron el nombre Clark. Clark Kent. Y le dijeron que no era hijo de su sangre, que era adoptado. Claro, con los superpoderes que desarrolló no les quedó otra que decirle eso. Pero después, cuando pidió más detalles, se les complicó. “Caíste del cielo’’, le dijeron. Era la verdad. Después él averiguó que venía de Kryptón. Y que su nombre real era Kal-El. De más grande averiguó.

Bueno, Manuel no es Superman.

Pero su mamá lo envolvió en unas mantas para salvarlo. Y lo escondió en un placard, lleno de almohadas. Hizo eso mientras militares y policías lanzaban granadas y gases tóxicos adentro de la casa de San Nicolás donde estaban escondidos con unos amigos. Valiente, la mamá. Ana se llamaba. CONTINUAR LEYENDO


jueves, 26 de noviembre de 2020

Ovillo de trazos. Abuelas de Plaza Mayo.

Bajo la curaduría de Paula Bombara, las Abuelas convocaron a grandes escritores e ilustradores especializados en literatura infanto-juvenil para que, a través de sus palabras y trazos, aporten este riquísimo material para re-pensar quiénes somos. Las duplas de autores e ilustradores que se sumaron solidariamente a este proyecto son: Mario Méndez y Alina Sarli, Adela Basch y Ximena García, Silvia Schujer y Paula Elissambura, Andrea Ferrari y Max Aguirre, Laura Devetach y Cristian Bernardini, Iris Rivera y Marcela Calderón, Laura Escudero y Diego Moscato, Ricardo Mariño y Pablo Bernasconi, Franco Vaccarini y Gabriela Burin, Paula Bombara y Matías Trillo, Liliana Bodoc y Viviana Bilotti, y María Teresa Andruetto y Poly Bernatene.

La muestra "Ovillo de trazos" se propone como una herramienta de trabajo y reflexión con los niños para comenzar a instalar el Día Nacional por el Derecho a la Identidad en las aulas. Desde 2004, en homenaje al aniversario de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, cada 22 de octubre se conmemora este día, porque fue su lucha la que impulsó este derecho.

A tirar del hilo 

Un gato verde, una cuenta que da un resultado sorprendente, una nena prodigiosa. Una música nueva sumándose a un concierto. Un papá, un nene de orejas grandes, un pueblo de cinco casas. Una nena que se sueña en el futuro, una pregunta de aquellas, una viejita que es la que siempre fue. Un soy, un si–yo–fuera.

Veinticuatro autores –escritores e ilustradores– componen doce retratos hilados con palabras, formas y colores que se entraman para formar un tejido colectivo. Ese es el ovillo del que partimos para que de una pregunta no dicha, o mejor, dicha de tantos modos diferentes, sigan surgiendo nuevos trazos, nuevos modos de expresar lo que somos, lo que deseamos, lo que conseguimos. Trazos que buscan enlazarse con los tuyos, con los de ella, con los de quienes están lejos, con los de quienes seguimos buscando. 

Que en nuestro calendario exista un día por año en el que dediquemos el tiempo a pensarnos es un hecho que debe invitarnos a festejar. Que el 22 de octubre se marque como un día de preguntas. Preguntas sabueso, que sepan buscar para no perdernos. Encontrar para valorar las huellas y los caminos recorridos. Preguntas sonoras que den voz a cada historia particular para componer la historia de todos. Preguntas linterna que nos enfoquen y nos iluminen, a cualquier edad, pues la identidad siempre está construyéndose, moldeándose, resignificándose. 

Somos eso que traemos en el cuerpo más esto que vivimos a cada momento más los deseos para el futuro. Eso somos: cada uno, una historia que necesita de otras para poder contarse, un hilo de trazos indispensable, necesario, que se une a otros y forma un ovillo que crece. 

Paula Bombara

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