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martes, 9 de abril de 2019

Literatura infantil en contextos críticos de desplazamiento: El Programa “Leer con migrantes”. Evelyn Arizpe (Universidad de Glasgow), en "Para leer en contextos adversos y otros espacios emergentes".

Literatura, mediadores y la condición humana
Contar cuentos es una actividad humana fundamental, invaluable para entender la experiencia individual y colectiva, para construir el conocimiento y para enseñar, inspirar y soñar. Los cuentos y la literatura para niños no son sólo el primer paso para el desarrollo del lenguaje y la adquisición de competencias esenciales, sino también para la construcción de un sentido del “yo” y de la pertenencia, a la vez, que crea conexiones con los “otros” y con sus mundos. La coyuntura entre la pertenencia y las conexiones con los otros ayudan al lector a mirarse a sí mismo, situarse y reflexionar ante lo que ve a su alrededor; a establecer lazos entre el pasado y el presente; y a mirar hacia el futuro. Por ello, los libros y los cuentos pueden ser herramientas potentes y amables de cohesión comunitaria y transformación social.

Por su aparente sencillez, generalmente se considera que los cuentos y la literatura infantil y juvenil (LIJ) están dirigidos a los lectores más pequeños o, incluso, a los que todavía no saben leer. Sin embargo, el lenguaje literario y la combinación estética de las palabras y el arte visual (el caso especial de los llamados libros álbum), comunican significados a distintos niveles cognitivos y afectivos. Esto significa que los libros pueden ser disfrutados por grupos de cualquier edad, independientemente de sus competencias lectoras, aun cuando aborden temas difíciles y utilicen recursos narrativos complejos. 

Tradicionalmente, los libros para niños se encuentran y se leen en la familia, la escuela, la biblioteca y otras instituciones culturales, pero las condiciones globales de migración y desplazamiento exigen también su presencia y uso en espacios diferentes, a menudo transitorios. En los contextos frágiles, donde se reúnen grupos e individuos que han tenido que dejar su lugar de origen —ya sea debido a conflictos armados, desastres naturales, violencia o pobreza—, confluyen experiencias traumatizantes, pero también confluye una riqueza de lenguas, culturas y tradiciones distintas que pueden recogerse y contenerse a través de contar y leer historias. Así, la LIJ se convierte en un recurso valioso para ayudar a crear un espacio en estas comunidades emergentes donde se propicien momentos compartidos de esparcimiento y de interacción social y cultural.

Desde hace décadas, varias organizaciones internacionales han reconocido el potencial de la LIJ para promover el entendimiento y la paz. Así, en 1953 —después de la Segunda Guerra Mundial—, se creó en Suiza la Organización Internacional para el Libro Juvenil (IBBY), con el fin de crear “puentes” a través de los libros. El uso de libros en contextos históricos complejos o “de crisis” se ha llevado a cabo en otros entornos. Los estudios de la antropóloga francesa Michèle Petit1 recogen muchas de estas instancias, especialmente en Sudamérica. En El arte de la lectura en tiempos de crisis, dice que la lectura puede volverse un espacio acogedor para pensar, reflexionar y reconstruir la identidad; recuperar algo de lo perdido y enfrentar lo nuevo. Más recientemente, en 2013, con la ayuda de IBBY, se creó la biblioteca de libros álbum sin palabras, conocidos también como “libros mudos” (Silent Books), en la isla de Lampedusa. Sin la barrera del lenguaje escrito y a través de las imágenes estos libros ofrecen un momento de sosiego y placer a los miles de niños y jóvenes migrantes que han cruzado el mar Mediterráneo, intentando llegar a Europa desde países de África y del Medio Oriente. CONTINUAR LEYENDO


miércoles, 3 de abril de 2019

Transfigurar el horror en belleza. Michèle Petit (Traducción de Sandra Sepúlveda Amor), en "Para leer en contextos adversos y otros espacios emergentes".

“Todos los vivíparos tienen su guarida”, decía Pascal Quignard. Estamos desnudos y somos frágiles, necesitamos un piso debajo de nuestros pies y paredes a nuestro alrededor. Puntos de referencia visuales, un paisaje. El abismo nos horroriza. Nos espanta ver que se hunda el suelo, que nuestra guarida se fisure. Nunca he experimentado terremotos o guerras importantes (aunque sí varios ataques terroristas). Sin embargo, un cambio reciente y brutal en mi paisaje familiar me ayuda a sentirme más cerca de aquellos que atraviesan por tales dificultades. En los últimos meses, justo al lado de mi casa, fueron destruidos varios edificios. En su lugar hay montañas de escombros y un gran agujero. Una flotilla de camiones transporta bloques de concreto y escombro a lo largo del día, mientras que grúas armadas con alicates gigantes continúan rompiendo los edificios que quedan en pie, aplastándolos y triturándolos. No tiene nada de dramático, nada en común con lo que la gente experimentó recientemente en la Ciudad de México: esta destrucción está bajo control, llevada a cabo por una empresa especializada, y los edificios destruidos eran feos, nadie los extraña.

Sin embargo, este cambio está perturbando a mucha gente. Una amiga, cuando pasa por el sitio, desvía la mirada. “¿Qué es lo que no quieres ver?”, “la destrucción, eso me asusta. El agujero”, como si ahí hubiera una gran tumba. Una de mis vecinas sufre de depresión, ya no puede soportar este caos. Mis vecinos mayores temen que nuestro edificio, construido sobre una cantera, se derrumbe: todos los días tiembla cuando golpean los edificios cercanos. Y es verdad que las vibraciones son impresionantes. Cuando las paredes se mueven, todos nos imaginamos tres pisos más abajo, enterrados bajo los escombros.

A mí, sobre todo, me disgusta este polvo gris cubriéndolo todo día tras día. Tiene un sabor a muerte, y nos recuerda la fragilidad de nuestra condición. Además, ya no vivimos a color, todo se confunde. Alejandro, el guardián, pelea contra él sin cesar, riega el suelo y las plantas en el patio, para que encuentren un poco de sus matices, un poco de alivio. Tanto alboroto causó que la pareja de cernícalos que había anidado aquí cerca decidió mudarse. Ya no disfrutaré aquellas conversaciones poéticas con una dama que se instalaba en el camino con un catalejo y me explicaba sus hábitos. ¿Cuántos años tardarán las aves en regresar? No lo sé. Tampoco sé si plantarán un árbol en lugar de nuestro viejo castaño que tendremos que talar: él tampoco pudo soportar tantos trastornos.

Cuando cae la noche, la obra se detiene y mi edificio por fin deja de temblar. Enciendo la televisión y
veo en el noticiero que Raqqa, en Siria, fue “liberada”: una ciudad entera en ruinas, desierta, un paisaje de desolación. Desde hace años, no pasa una sola noche sin que veamos imágenes de edificios colapsados, destripados, destruidos por bombardeos, atentados o desastres llamados “naturales” como huracanes, terremotos, tsunamis. Ni una sola noche sin estas visiones del apocalipsis. Ahí donde se encontraban todas esas construcciones, esas vidas, no queda nada más que polvo, pedazos de chatarra retorcida, un abismo. Pienso en la terrible incapacidad de los humanos para abandonar la guerra. Y en las muchas colinas artificiales de Berlín, hechas de escombros, resultado de los bombardeos al final de la guerra. Parece que durante los primeros meses fueron las mujeres quienes las desescombraron. Se llamaban Trümmerfrauen, las mujeres de las ruinas. Las plantas finalmente volvieron a crecer y ahora la gente sale a pasearse entre ellas. CONTINUAR LEYENDO



lunes, 25 de febrero de 2019

La fuerza de las palabras. Protocolo para una intervención cultural en situaciones de emergencia. CERLALC y la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.

La fuerza de las palabras. Protocolo para una intervención cultural en situaciones de emergencia, realizado por otra destacable mancuerna, el CERLALC y la Secretaría de Cultura. “Se ha concebido como una guía de acción que sirva de orientación cuando la situación lo demande y que dé herramientas para entender cuándo debamos actuar y cuándo debemos replegarnos; dirigida tanto a mediadores, promotores y demás profesionales de la palabra que consideran disponer de las herramientas suficientes para participar en una intervención cultural, como a los funcionarios del sector cultural federal y estatal, y a la comunidad artística. Si bien su objetivo principal es llegar a quienes sufren de manera más directa una emergencia, también quiere cuidar de quien brinda esa ayuda”, como se describe en la página Libros México.



CONTENIDO

Presentación 7
Prólogo 11
Agradecimientos 15
Introducción
El porqué y el cómo de un protocolo para una intervención cultural en situaciones de emergencia 17
El derecho a la cultura en una situación de emergencia 24
La articulación de acciones sostenidas en el proceso de intervención cultural 26
Alcances, estrutura y uso de este protocolo 27

Primera parte
Mapa de acción institucional para una intervención cultural basada en la fuerza de las palabras 31
1. Mapa de acción institucional: elementos que lo constituyen 34
2.Qué hacer 35
3. Cuándo actuar 38
4. Quiénes participan 39
5. Qué hacer fase por fase y componente por componente 43

Segunda parte
Abecé para mediadores de lectura 61
1. La fuerza de las palabras en contextos de crisis 64
2. La ética del mediador de lectura 71
3. Guía de autocuidado 75
4. Cómo convertir el encuentro con las palabras en una experiencia significativa y revitalizante 77

Anexos 91
Anexo No.1: Proyectos de mediación de lectura en situaciones de emergencia adelantados en América Latina 93
Anexo No. 2: Enlaces de interés frente a una situación de emergencia 105

Referencias bibliográficas 109

Recursos 113
Anexo No. 3: Las acciones de las instituciones cuando se presenta una emergencia 115
Anexo No. 4: Abecé para el autocuidado del mediador 117
Anexo No. 5: Recomendaciones durante la sesión 119
Anexo No. 6: Características de una buena sesión 121
Anexo No. 7: Recomendaciones sobre la disposición del mediador 123
Anexo No. 8: Recomendaciones para el diseño de sesiones de mediación cultural 125
Anexo No. 9: Recomendaciones para dar apertura a las sesiones de mediación cultural 127
Anexo No. 10: Recomendaciones para el desarrollo de las sesiones de mediación cultural 129
Anexo No. 11: Recomendaciones para cerrar la sesión 131



martes, 18 de agosto de 2015

Recién llegados. Un artículo de Carola Martínez sobre literatura y migrantes

Bajo la premisa de que todos los seres humanos somos, de una u otra forma, migrantes, la especialista Carola Martínez hace un recorrido por obras para niños y jóvenes que invitan al lector a empatizar con la realidad de quienes dejan lo conocido y se reinventan en un nuevo lugar.

…abramos todas las jaulas, pa’ que vuelen como pájaros…”
Víctor Jara

Todos somos migrantes, recién llegados. ¡Qué gran viaje fue salir de la selva y caminar por la sabana!

Y salimos de África al mundo. Para acá y para allá. Desde Asia Menor hasta Portugal y para el otro lado, hasta el helado estrecho de Bering. Y de allí a América. En troncos huecos por el Pacífico y por toda Oceanía. Oleadas y oleadas de pueblos. Mezcla conflictiva y pacífica. Enriqueciendo nuestras culturas, intercambiando objetos, ideas, palabras.

Debemos nuestra lengua a incontables pueblos: íberos, celtas, romanos, germanos, árabes, judíos, gitanos, mapuches. Y esa es su principal riqueza. Pero tenemos mala memoria. Miramos con desconfianza al “nuevo”, sin recordar que no hace mucho tiempo, nosotros, nuestros abuelos, nuestros tatarabuelos, eran los nuevos. “Cometierra” les decían los gauchos a los italianos hace más de cien años.

Hoy tenemos otros sobrenombres, otros chistes denigrantes. Nos extrañan sus olores, sus comidas, su forma de hablar nuestro idioma. Nos perturban sus costumbres, sus fiestas y hasta su risa. Nunca nos detenemos a pensar qué piensan ellos de nosotros. De nuestro olor, que los abruma. De nuestros modismos, que significan lo contrario que en su región.