sábado, 10 de enero de 2015

"La cuestión del otro: forasteros, extranjeros, extraños y monstruos". Amaia Izaola e Imanol Zubero. Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea. Grupo de investigación CIVERSITY

Resumen: La sociología y la antropología han teorizado la cuestión de la otredad recurriendo a cuatro conceptos o tipos ideales (el forastero, el extranjero, el extraño y el monstruo), cada uno de los cuales constituye una aproximación particular al fenómeno de la diferencia. Cada uno de ellos transmite una imagen muy distinta del sujeto o del colectivo al que se define como «otro»: una imagen de relativa proximidad en unos casos, una imagen de alejamiento y hasta de diferencia radical en otros. A partir de estos cuatro constructos teóricos, proponemos la elaboración de un mapa conceptual que define espacios de cercanía o de distancia social en función de la mayor o menor diferencia atribuida al sujeto o a los sujetos definidos como «otro».

Fuente: Revista "Papers". Universidad Autónoma de Barcelona

El 35% de los españoles no lee “nunca o casi nunca” (Estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas CIS)


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Las madres de la sociología: el papel de la mujer en la teoría sociológica clásica.

El convencionalismo sobre la exclusividad masculina en la teoría sociológica clásica comenzó a desaparecer con el reconocimiento público de la conocida como primera socióloga, Harriet Martineau (1802-1876), aunque aún quedan muchísimas "madres" que contribuyeron enormemente a la implantación y solidez de la disciplina, arrojadas al olvido de la historia, sin las cuales no se podría comprender correctamente el pensamiento sociológico de finales del S.XIX y principios del XX.
Con este artículo pretendemos hacer una recopilación, no demasiado extensa, de aquellas mujeres que rompiendo los cánones de una época nada fácil para el género femenino, demostraron la brillantez y el progresismo de su pensamiento social, mostrando la información más relevante de cada una de ellas. CONTINUAR LEYENDO
Fuente: http://refugiosociologico.blogspot.mx/

Oda al hombre sencillo. Pablo Neruda


Voy a contarte en secreto
quién soy yo,
así, en voz alta,
me dirás quién eres 
(quiero saber quién eres)
cuánto ganas, en qué taller trabajas,
en qué mina,
en qué farmacia,
tengo una obligación
terrible
y es saberlo,
saberlo todo:

miércoles, 7 de enero de 2015

Tiempo de jugar. Yolanda Reyes

Déjelos jugar sin presión: concédales y concédase ese tiempo que en enero se sintoniza con su ocio y mírelos sin intervenir demasiado.

“En las playas de todos los mundos se reúnen los niños. Rueda la tempestad por el cielo sin caminos, los barcos naufragan en el mar sin rutas, anda suelta la muerte, y los niños juegan”. Vienen bien estos versos de Rabindranath Tagore para estos días de ocio, cuando tantos niños estrenan juguetes innecesarios y carísimos y otros echan mano de lo que pueden, porque jugar no cuesta nada y, aparte de imaginación, nada requiere, ni siquiera otras personas. ¿Quién no recuerda, acaso, aquel primer placer solitario de la infancia que era hablar con tantas voces y ser a la vez tantas personas?

“Hacen casitas de arena y juegan con las conchas vacías. Su barco es una hoja seca que botan, sonriendo, en la vasta profundidad”, vuelvo a citar el poema de Tagore en este primer lunes del año, por si usted está leyendo al lado de un niño o una niña y no es consciente del milagro: por si no tiene claro que lo más importante de la vida de otro ser humano –su vida emocional, su vida intelectual, su vida imaginaria– se “está jugando” en esa vocecita que conjuga el pretérito imperfecto para decir “digábamos que este palo era un caballo”...

En esos reinos del Nunca Jamás que escapan a la supervisión adulta y que son el patrimonio inmaterial de todas las infancias se ubica lo que el psiquiatra Winnicott llamó “la zona intermedia”: aquel lugar donde la realidad interna y la exterior se encuentran y en la que se refugian los niños durante largas temporadas a explorar el mundo de la mente. Bastan una sábana vieja que puede hacer de techo de la casa imaginaria y unas tacitas de mentira en las que humea un chocolate invisible, para recrear esa marca fundacional de nuestra especie: la necesidad de rebobinar la vida de otra forma y de convertir lo tangible en símbolo para operar con lo invisible.

No hay nada más serio que el juego de los niños y es ese mismo “hacer de cuenta” que inauguramos en la infancia el que luego nos impulsa a crear una novela, una obra de teatro, una sinfonía, un puente colgante, una nave espacial o un invento tan fantástico como internet. Ese “digábamos”, que es el germen de toda creación, debería constituirse en el alfabeto básico de todas las escuelas y la imaginación debería ser considerada la “competencia” esencial para habitar este mundo en el cual los conocimientos se desactualizan a la misma velocidad con la que el último modelo de celular se vuelve obsoleto.

¿Cómo educar a estas generaciones 2015 para un mundo que nosotros, sus padres, sus abuelos y sus maestros, no alcanzamos a vislumbrar ni en sueños; para desempeñar oficios que aún no se han inventado y que ni siquiera imaginamos? Sin duda, el problema no está en los contenidos, sino en los movimientos que les propongamos a esas mentes: en la familiaridad para operar con símbolos conocidos o por conocer, en la generación incesante de preguntas, en la curiosidad y en la experiencia de inventar y transformar. Por eso, en esos castillos de arena que se construyen y se derrumban mientras usted lee esta columna, se erige El Reino de la Posibilidad, donde los niños construyen los cimientos de su casa imaginaria e inventan su propia vida.

Déjelos jugar sin presión: concédales y concédase ese tiempo que en enero se sintoniza con su ocio y mírelos sin intervenir demasiado, a menos que lo inviten a hacer de cuenta que usted era otro. Entonces, despójese de esas ideas utilitarias de “aprender jugando” y limítese a practicar el estribillo de aquella canción de todas las infancias: “que sepa abrir la puerta para ir a jugar”.

Es ese saber el único que basta, y usted lo sabe, porque viene de su infancia. Que sepa abrir la puerta para ir a jugar es mi deseo. ¿Qué mejor forma para empezar un año nuevo, en un milenio ya no tan nuevo?

Yolanda Reyes

Guía de procedimiento para el abordaje del ACOSO SEXUAL EN EL TRABAJO

Si bien es innegable que las mujeres han conquistado innumerables espacios en las últimas décadas, la superación efectiva de las desventajas históricas que han sufrido las mujeres sigue siendo una deuda para el Uruguay actual. Tanto en lo que refiere a la participación política, al acceso al poder, a los recursos culturales, económicos y sociales, las mujeres uruguayas siguen estando rezagadas. La discriminación en el mercado laboral no es una excepción. A pesar de que la participación de las mujeres en el mercado del empleo ha aumentado cinco puntos porcentuales con respecto a la de los varones en la última década, persisten las inequidades de género en las tasas de actividad, de empleo y de desempleo, en las remuneraciones salariales y en el acceso a determinados puestos de trabajo, que provoca la concentración de las mujeres en un determinado tipo de ocupaciones y su exclusión a posiciones de poder y toma de decisión.

El Instituto Nacional de las Mujeres, organismo rector de las políticas de género del Estado uruguayo, tiene una especial preocupación por alcanzar un desarrollo productivo que incorpore el principio de la equidad de género1, entendiéndolo como una condición sine qua non para alcanzar una verdadera justicia social para todas las personas. Respondiendo a dicha preocupación la Ley Nº 18. 104 de Promoción de Igualdad de Oportunidades y Derechos entre hombres y mujeres y el Primer Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos (PIODNA), en la Línea Estratégica 33 se compromete al “desarrollo de medidas para que organizaciones públicas y privadas integren en su gestión organizacional la equidad de género asociada a las competencias del personal.”

martes, 6 de enero de 2015

El Principito, más que belleza pura. Cecilia Velasco (escritora, editora y educadora ecuatoriana)

Escrito en 1943, durante la estancia de Antoine de Saint Exupéry en Nueva York, El Principito es el último libro editado en vida del autor nacido en Francia en 1900, y es casi emblemático de su pensamiento. Como artista, Exupéry no compartía el espíritu lúdico de sus contemporáneos surrealistas, pues pensaba que el juego sin reglas pierde sentido. La libertad limitada da paso al sentido de la responsabilidad y a salir de uno mismo; a su vez, no es posible involucrarse con algo o alguien sin conocerlo profunda y verdaderamente.
Las experiencias vitales del autor, quien murió en una misión para los aliados durante la II Guerra Mundial, sin que su cuerpo fuera encontrado jamás –¿quiso volver a estrechar entre los brazos a su joven amigo?– le hicieron sentir la importancia de obedecer consignas, cuyo cumplimiento garantiza la vida de todos los compañeros. La impronta del humanismo en su obra se expresa en el homenaje a la sensibilidad de los seres humanos y su capacidad para el compromiso y la solidaridad radical. El hombre no es rey en la Naturaleza, sino un hermano capaz de domesticar y dejarse domesticar por zorros y rosas. CONTINUAR LEYENDO
Fuente: Fundación Cuatrogatos