Ocurrió la semana pasada en una tertulia literaria de 3º de secundaria a la que suelo asistir. Estábamos leyendo "Los ojos del perro siberiano" de Antonio Santa Ana, en Editorial Norma. Es un libro que aún no ha sido editado en España y cuyo primer ejemplar lo compré por internet. Posteriormente, una madre argentina de laTertulia de Garazi Ikastola, aprovechando un viaje que hizo a Argentina, nos trajo una docena de ejemplares. El libro no es clásico, pero ha servido para iniciar a algunos alumnos en su camino hacia los clásicos.
Pues bien, hubo un comentario del párrafo de arriba que hizo una tertuliana que me llamó poderosamente la atención. Vino a decir que, en ocasiones, deberíamos estar más atentos a lo que pasa en nuestras vidas porque no sabemos si eso que estamos viviendo puede ser la última vez que nos suceda. Me quedé impactado porque a mí me había acontecido, no hacía mucho, algo que al poco tiempo me dí cuenta de que no iba a suceder de nuevo. Si lo hubiese sabido, lo hubiese vivido de otra forma e incluso hubiese luchado para que esa ocasión no hubiese sido la última. La verdad es que nuestra vida está hecha de últimos momentos, que cada acto de vida no se ha de repetir. Bueno sería, entonces, que muchos de ellos, sobre todo los más tiernos y placenteros, los viviésemos como si fueran los últimos. Seguro que nosotros y los de nuestro alrededor los disfrutaríamos mucho más.
Y para finalizar, tan sólo volver a recalcar la magia de las Tertulias Literarias Dialógicas que hace posible que una adolescente le haga reflexionar a un cincuentón que está a las puertas de una nueva década.
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