miércoles, 20 de mayo de 2015

Las Hormiguitas. Un cuento de Salvador Garmendia (Venezuela)

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Las Hormiguitas

Salvador Garmendia

Por las rendijas entraba la neblina, como el solo relente de un ser vivo que flota y se desune antes de fundirse en el aire.

A esa hora, las tres mujercitas dormían alrededor de la pequeña mesa, hincadas las rodillas en las silletas. Una de ellas roncaba y producía una estridencia gutural que por su volumen parecía escapar de otro cuerpo y las tres descansaban, la mejilla en la mesa, igual que montoncitos de trapos, de los cuales brotaban las cabezas oscuras con sus grandes motas de cabellos color ceniza. De seguro habían aspirado mucho rato aquel vaho sin olores como de pulpa de montaña, que se colaba por los agujeros de las paredes y su efecto les había enmortecido los sentidos.

Entonces se oyó el ronquido del motor de un camión y Malvina fue la primera en despertar. Era, al parecer, la más joven. Tenía un cuerpo delgado y enterizo, hecho todo de fibras que se movían con desenfado dentro del holgado camisón, cuyos hilvanes barrían los ladrillos del piso. Apenas bajó de la silla se sumergió del todo como si el suelo hubiera cedido bajo sus pies, hasta que pareció encontrar suelo firme y sus ojos redondos y vivos quedaron inmóviles al borde de la mesa. CONTINUAR LEYENDO

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