“La infancia puede ser una aventura poética de toda la vida”, dice Cecilia Bajour en esta entrevista en la que también propone que nos volvamos detectives de sentidos ocultos, escuchemos el silencio para entretejer lo dicho con lo no dicho en un libro, seamos más conscientes de la experiencia física de leer e intentemos cruzar lo poético con el humor.
“Me refiero a un humor inteligente, que trata a los lectores infantiles (o no) de poesía como filósofos en estado de semilla y como degustadores del lenguaje en su máximo esplendor”, continúa Cecilia que, en ese mismo sentido, se manifiesta en contra del exceso de explicación en los textos de LIJ, ya que ello sólo refuerza “la asimetría entre adultos y niños y suele desembocar en discursos unívocos, reduccionistas, sofocadores de la libertad de los lectores de construir sentidos por sí mismos”.
Cuando empecé una investigación de poesía, a principios de 2016, hubo un nombre que escuché varias veces: “Cecilia Bajour”. Parecía un sinónimo de lectura y poesía contemporánea, de compromiso y crítica, todos me decían que debía consultarla, y así inició este estimulante diálogo, “con múltiples destellos de significado”, que hoy comparto.
Bajour reconoce que quizá sea la poesía el territorio más conservador de la literatura infantil, pero también es un campo en el que se prueban “todo tipo de zonas sonoras, formales, discursivas y temáticas”.
“La hibridación genérica, la exploración de nuevas formas en los lenguajes, la potencia que abre el diálogo entre la palabra, la imagen y el diseño gráfico cuando es innovador y arriesgado y el desafío de crear formas inclasificables son para mí lo más interesante en cierta poesía actual que se publica en editoriales de literatura infantil”, asegura.
Fuente: Linternas y bosques. Literatura infantil y juvenil
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