martes, 10 de julio de 2018

La literatura infantil o la cultura de la niñez. Un artículo de Beatriz Helena Robledo.


[...] Frente a una variedad tan amplia de libros para niños que nos ofrece hoy en día el mercado editorial ¿cómo saber qué es literatura infantil y qué no? Una primera delimitación es la que ha manejado la literatura tradicionalmente y es la de los géneros básicos: narrativa, poesía y género dramático. De una manera pragmática uno podría decir que los cuentos, novelas, libros de poemas tradicionales y de autor, obras de teatro que estén dirigidos a los niños, son literatura infantil.
[...] Una segunda delimitación es la que se ha hecho a partir del destinatario o receptor de la obra y que responde a la pregunta ¿este libro es para niños o no? ¿qué diferencia a la literatura infantil de la literatura en general?

[...] es importante garantizar a la literatura infantil su condición de literatura, lo que de inmediato la convierte en una obra artística. Como manifestación del arte apela a la imaginación, a la sensibilidad y a los sentimientos del lector y se sitúa en el universo de lo posible. Es el mundo de lo imaginable posible creado a través del lenguaje oral o escrito. Tiene por tanto una función estética que intenta transformar, a través del lenguaje simbólico, la mirada del lector sobre la realidad. La literatura está más cerca de la vida que de la academia.

[...] Actualmente se empieza a despejar el camino y surgen reflexiones que retoman el surgimiento de la literatura infantil en los espacios culturales y que la valoran como un producto cultural auténtico, lo que encausa la discusión hacia lo que se ha llamado la cultura de la niñez.
Margaret Meek por ejemplo, nos alerta no solamente sobre la existencia de esta cultura propia de los niños, sino que debería reflejarse en la literatura para niños

[...] Lo que no hay que olvidar, al pensar en el niño, es el esfuerzo que debe seguir haciendo la literatura infantil por conservar su carácter de literatura, por defender su territorio artístico, para lograr salir de una vez por todas del status de subliteratura o literatura menor que aún hoy en día algunos círculos culturales e intelectuales siguen considerando o para liberarla de todas las cargas que le ha entregado la institución educativa.



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