RESUMEN: El artículo examina de modo crítico algunas de las ideas relacionadas con la literatura infantil, sobre todo la que considera que una de las principales funciones de los libros para niños es transmitir valores. Se examinan asimismo las relaciones entre literatura y ética a fin de mostrar el potencial de la literatura, también de la literatura infantil, para hablar profundamente sobre la vida y los seres humanos. Contra la consideración de los libros para niños como instrumentos para entretener o aleccionar se argumenta la importancia de la lectura ética y la capacidad de esos libros para suscitar razonamientos morales. Se discuten también ciertas prácticas pedagógicas que subestiman la calidad de la literatura infantil y sus posibilidades para promover respuestas éticas y la construcción de conocimiento a través del diálogo y la escucha.
[...] La consecuencia más lamentable de esa tendencia editorial es la desconsideración de la literatura y el lector. Ambos acaban por desaparecer en favor de lo obvio y lo trivial. Cuando se le asigna un carácter puramente instrumental, la literatura pierde su fundamento. La virtud de la literatura reside en las sugerencias más que en las evidencias. Es un uso específico del lenguaje –metáforas, referencias, sutilezas, simbolismos, ambigüedades, figuras...– lo que le otorga cualidad literaria. La polisemia permite la interpretación, lo explícito solo admite la aceptación. Los “espacios vacíos” del texto (Iser, 1987) son los que el lector ocupa con su experiencia y su personalidad. Lo “no formulado” en el texto hace posible que el lector se formule a sí mismo y, por consiguiente, dé sentido personal al texto. Desde el momento en que la literatura se hace precepto o credo se transforma en un artefacto dogmático e inflexible. Además, muchos de esos libros suelen estar podados de elementos conflictivos, polémicos, incómodos, punzantes, con lo que la complejidad de la vida desaparece en favor de un moralismo ingenuo e inocuo.
[...] Comprender es el objetivo principal de toda lectura, incluida la literaria. Bajtín (1982) defendió que la comprensión de cualquier enunciado es siempre dialógica. Surge del encuentro de un sentido con otros sentidos, con los cuales establece una suerte de diálogo que supera el carácter cerrado y unilateral de cada uno de ellos. A través de ese diálogo, que no es solo con los textos sino con otros lectores, planteamos preguntas y recibimos respuestas y de ese modo se van abriendo nuevas posibilidades de sentido.
[...] En todos estos casos, el diálogo entre lectores se instituye como el andamiaje del aprendizaje cultural y social, como la base de la comprensión y la creación de sentido. Alentar esas prácticas de diálogo en torno a los libros supone aceptar que a menudo hablar sobre el texto puede resultar menos significativo que hablar a partir del texto. En el caso de la lectura ética, en la que la atención a las opiniones de los otros, a sus lecturas y sus sentidos, resulta crucial, la conversación que suscita un texto puede ser más relevante que el texto mismo. La conversación y la escucha son los fundamentos del modo ético de leer, de la comprensión dialógica, una práctica que es preciso alentar en las aulas, los hogares o las bibliotecas. Ese acicate es responsabilidad de los adultos, especialmente de los profesores. Pensar que a los niños no les interesa ir más allá de la anécdota, que son incapaces de razonar a partir de lo leído, es una muestra de menosprecio y desconocimiento de la infancia.
[...] La lectura ética no debe anular otros tipos de lectura, pero debería tener un carácter prioritario. No obstante, si deseamos que la literatura infantil alcance ese objetivo es preciso modificar las prácticas en torno a los libros, especialmente en las aulas. Las actividades pedagógicas dominantes dificultan o desvirtúan a menudo ese tipo de lectura. No todos los textos son iguales y menos aún la manera de hacerlos presentes en la vida de los niños. Las diferencias entre los distintos modos de leer afectan a la actitud, los objetivos y los procedimientos. No es lo mismo leer para elaborar un significado que leer para encontrar el significado, no es lo mismo responder para entender que responder para aprobar, no es lo mismo conversar para acercarse a otros que conversar para demostrar lo que se sabe. Leer de modo ético pide entender los libros como un acercamiento al mundo de la vida, un incentivo para pensar, una oportunidad de relación con otros. Ese modo de leer es de capital importancia tanto para la formación intelectual y emocional de los niños como para el reconocimiento de la importancia ética de la literatura.
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