domingo, 17 de febrero de 2019

Mi casa. Un cuento de Agota Kristof.

¿Será en esta vida o en otra?

Volveré a casa.

Afuera los árboles gritarán pero ya no me darán miedo, ni las nubes rojizas, ni las luces de la ciudad.

Volveré a mi casa, una casa que nunca tuve, o que está demasiado lejos como para que me acuerde, porque aquello no era realmente mi casa, no lo fue nunca.

Mañana tendré por fin esa casa en un barrio pobre de una gran ciudad. Un barrio pobre porque ¿acaso se puede ser rico de la nada, cuando se llega de otra parte, de ninguna parte, y sin el deseo de hacerse rico?

En una gran ciudad puesto que en las pequeñas solo hay un puñado de casas de desfavorecidos, y solamente las grandes ciudades tienen calles y más calles infinitamente oscuras, donde se agazapan seres parecidos a mí.

Por esas calles caminaré hacia mi casa.

Caminaré por esas calles azotadas por el viento, iluminadas por la luna.

Unas mujeres obesas que toman el fresco me verán pasar sin decir nada. Yo saludaré a todo el mundo, llena de felicidad. Unos niños casi desnudos juguetearán entre mis piernas, los levantaré pensando en los míos que ya serán mayores, ricos y felices en algún lugar. Acariciaré a esos hijos de cualquiera y les regalaré cosas brillantes y raras. También levantaré al borracho que se ha caído en el arroyo, consolaré a la mujer que corre gritando en medio de la noche, escucharé sus penas, la tranquilizaré.

Al llegar a casa estaré cansada, me acostaré en la cama, en cualquier cama y las cortinas flotarán como flotan las nubes.

Así pasará el tiempo.

Y bajo mis párpados pasarán las imágenes del mal sueño que fue mi vida.

Pero ya no me harán daño.

Estaré en casa, sola, vieja y feliz.

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